Voces Del Alma - Antología Poética

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Voces Del Alma

Antología de Poesía Sentimental Mexicana del Siglo XX

Secundaria Gral. Lázaro Cárdenas del Río LUIS ALBERTO TENCHIL FLORES 3° E MARZO 2023

“Se rompió aquella alma cuando estalló en aquel quejido de dolor”

Jose Martí, Homenaje a Manuel Acuña

Manuel Acuña

Poeta Romántico del Siglo XX

1 Indice.............................................................................................................................1 Prólogo..........................................................................................................................2 1. Dos Cuerpos - Octavio Paz.........................................................................3 2.Los Motivos del Lobo (Darío) - Ver. Rubén Bonifaz Nuño.............4 3. En Paz - Amado Nervo...................................................................................5 4.Tu nombre - Jaime Sabines.........................................................................6 5. Presencia - José Emilio Pacheco....................................................... 7 6. Huérfano - Ramón López Velarde................................................... 8 7.Ajedrez - Rosario Castellanos............................................................. 9 8. Parábola de lo Inconstante - Rosario Castellanos..................10 9. Apremio - Octavio Paz ....................................................................... 11 10. Nocturno a Rosario - Manuel Acuña..................................... 12-14 Índice Volver al inicio (versión digital)

En honor a Manuel Acuña, poeta romantico del siglo XX, inspiración para realizar ésta antología con temática en el amor y sentimentalismo del cuál este buen hombre murió, sin antes expresar lo que sentía escribiendo versos a la mujer que prentendía.

Prólogo

Imaginemos que un libro es un lugar especial, que tú al sentir curiosidad lo abres lentamente, explorando un lugar nuevo y desconocido. Al momento que empiezas a titubear las primeras palabras, un mundo de paisajes hermosos nace desde la oscuridad, y desde tu habitación, conectas con un lugar aislado de la realidad donde los versos se convierten en alegría y gozo. La poesía nos acerca al autor, y hace que sus palabras nos comuniquen sentimientos e historias que podemos interpretar de una manera distinta, asimilándolos a nuestra realidad, recrear esos escenarios e imaginarlos dentro la intimidad de la lectura. Los 10 poemas presentados en esta antología son únicos y especiales, cada uno representa una historia diferente, un mundo nuevo por explorar, nuevos horizontes de la poesía y la belleza. Bienvenidos a esta antología de poemas clásicos de la literatura mexicana, que no solo nos abrirá puerta a conocer nuevos títulos de la poesía de nuestro país si no, encontrar un nuevo sentido personal para emprender el habito de la lectura. Despidiéndome, no sin antes remarcar la importancia de leerlos lenta y delicadamente, con interés, de lo contrario, no significarán más que palabras inertes y sin sentido que pasarás por desapercibidas.

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Dos Cuerpos

Octavio Paz

I

Dos cuerpos frente a frente son a veces dos olas y la noche es océano.

II

Dos cuerpos frente a frente son a veces dos piedras y la noche desierto.

III

Dos cuerpos frente a frente son a veces raíces en la noche enlazadas.

IV

Dos cuerpos frente a frente son a veces navajas y la noche relámpago.

V

Dos cuerpos frente a frente son dos astros que caen en un cielo vacío.

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Los Motivos del Lobo

Rubén Darío (Ver. Ruben Bonifaz Nuño)

Me vieron humilde, lamía las manos y los pies. Seguía tus sagradas leyes, todas las criaturas eran mis hermanos: los hermanos hombres, los hermanos bueyes, hermanas estrellas y hermanos gusanos. Y así, me apalearon y me echaron fuera. Y su risa fue como un agua hirviente, y entre mis entrañas revivió la fiera, y me sentí lobo malo de repente; mas siempre mejor que esa mala gente. Y recomencé a luchar aquí, a me defender y a me alimentar. Como el oso hace, como el jabalí, que para vivir tienen que matar. Déjame en el monte, déjame en el risco, déjame existir en mi libertad, vete a tu convento, hermano Francisco, sigue tu camino y tu santidad."

El santo de Asís no le dijo nada.

Le miró con una profunda mirada, y partió con lágrimas y con desconsuelos, y habló al Dios eterno con su corazón. El viento del bosque llevó su oración, que era: "Padre nuestro, que estás en los cielos…"

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En Paz Amado Nervo I

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

II

porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

III

que si extraje las mieles o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

IV

...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: ¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

V

Hallé sin duda largas las noches de mis penas; mas no me prometiste tan sólo noches buenas; y en cambio tuve algunas santamente serenas...

VI

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.

¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

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Tu Nombre Jaime Sabines

Trato de escribir en la oscuridad tu nombre.

Trato de escribir que te amo.

Trato de decir a oscuras todo esto. No quiero que nadie se entere, que nadie me mire a las tres de la mañana paseando de un lado a otro de la estancia, loco, lleno de ti, enamorado.

Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote.

Digo tu nombre con todo el silencio de la noche, lo grita mi corazón amordazado.

Repito tu nombre, vuelvo a decirlo, lo digo incansablemente, y estoy seguro que habrá de amanecer.

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Presencia

José Emilio Pacheco

I

¿Qué va a quedar de mí cuando me muera sino esta llave ilesa de agonía, estas pocas palabras con que el día dejó cenizas de su sombra fiera?

II

¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera esa daga final? Acaso mía será la noche fúnebre y vacía que vuelva a ser de pronto primavera.

III

No quedará el trabajo, ni la pena de creer y de amar. El tiempo abierto, semejante a los mares y al desierto,

IV

ha de borrar de la confusa arena todo lo que me salva o encadena. Más si alguien vive yo estaré despierto.

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Huérfano

Ramón Lopez Velarde

Huérfano quedará mi corazón, alma del alma, si te vas de ahí, y para siempre lloraré por ti enfermo de amorosa consunción.

Triste renuncio a las venturas todas de tu suave y eterna compañía, hoy que se apaga, con la dicha mía, el altar que soñé para mis bodas.

Y el templo aquel de claridad incierta y tú, como las vírgenes vestida, brillarán en la noche de mi vida como la luz de la esperanza muerta.

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Ajedrez

Rosario Castellanos I

Porque éramos amigos y a ratos, nos amábamos; quizá para añadir otro interés a los muchos que ya nos obligaban decidimos jugar juegos de inteligencia.

II

Pusimos un tablero enfrente equitativo en piezas, en valores, en posibilidad de movimientos. Aprendimos las reglas, les juramos respeto y empezó la partida.

III

Henos aquí hace un siglo, sentados, meditando encarnizadamente como dar el zarpazo último que aniquile de modo inapelable y, para siempre, al otro.

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Parábola de la Inconstante Rosario Castellanos

Antes cuando me hablaba de mí misma, decía: Si yo soy lo que soy y dejo que en mi cuerpo, que en mis años suceda ese proceso que la semilla le permite al árbol y la piedra a la estatua, seré la plenitud.

Y acaso era verdad. Una verdad. Pero, ay, amanecía dócil como la hiedra a asirme a una pared como el enamorado se ase del otro con sus juramentos.

Y luego yo esparcía a mi alrededor, erguida en solidez de roble, la rumorosa soledad, la sombra hospitalaria y daba al caminante -a su cuchillo agudo de memoriael testimonio fiel de mi corteza.

Mi actitud era a veces el reposo y otras el arrebato, la gracia o el furor, siempre los dos contrarios prontos a aniquilarse y a emerger de las ruinas del vencido.

Cada hora suplantaba a alguno; cada hora me iba de algún mesón desmantelado en el que no encontré ni una mala bujía y en el que no me fue posible dejar nada.

Usurpaba los nombres, me coronaba de ellos para arrojar después, lejos de mi, el despojo.

Heme aquí, ya al final, y todavía no sé qué cara le daré a la muerte.

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Apremio

Octavio Paz I

Corre y se demora en mi frente lenta y se despeña en mi sangre la hora pasa sin pasar y en mí se esculpe y desvanece

II

Yo soy el pan para su hambre yo el corazón que deshabita la hora pasa sin pasar y esto que escribo lo deshace

III

Amor que pasa y pena fija en mí combate en mí reposa la hora pasa sin pasar cuerpo de azogue y de ceniza

IV

Cava mi pecho y no me toca piedra perpetua que no pesa la hora pasa sin pasar y es una herida que se encona

V

El día es breve la hora inmensa hora sin mí yo con su pena la hora pasa sin pasar y en mí se fuga y se encadena.

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Nocturno a Rosario

Manuel Acuña I

¡Pues bien! yo necesito decirte que te adoro decirte que te quiero con todo el corazón; que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro, que ya no puedo tanto al grito que te imploro, te imploro y te hablo en nombre de mi última ilusión.

II

Yo quiero que tu sepas que ya hace muchos días estoy enfermo y pálido de tanto no dormir; que ya se han muerto todas las esperanzas mías, que están mis noches negras, tan negras y sombrías, que ya no sé ni dónde se alzaba el porvenir.

III

De noche, cuando pongo mis sienes en la almohada y hacia otro mundo quiero mi espíritu volver, camino mucho, mucho, y al fin de la jornada las formas de mi madre se pierden en la nada y tú de nuevo vuelves en mi alma a aparecer.

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Comprendo que tus besos jamás han de ser míos, comprendo que en tus ojos no me he de ver jamás, y te amo y en mis locos y ardientes desvaríos bendigo tus desdenes, adoro tus desvíos, y en vez de amarte menos te quiero mucho más.

A veces pienso en darte mi eterna despedida, borrarte en mis recuerdos y hundirte en mi pasión mas si es en vano todo y el alma no te olvida, ¿Qué quieres tú que yo haga, pedazo de mi vida?

¿Qué quieres tu que yo haga con este corazón?

Y luego que ya estaba concluído tu santuario, tu lámpara encendida, tu velo en el altar; el sol de la mañana detrás del campanario, chispeando las antorchas, humeando el incensario, y abierta alla a lo lejos la puerta del hogar...

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IV
V
VI

VII

¡Qué hermoso hubiera sido vivir bajo aquel techo, los dos unidos siempre y amándonos los dos; tú siempre enamorada, yo siempre satisfecho, los dos una sola alma, los dos un solo pecho, y en medio de nosotros mi madre como un Dios!

VIII

¡Figúrate qué hermosas las horas de esa vida! ¡Qué dulce y bello el viaje por una tierra así! Y yo soñaba en eso, mi santa prometida; y al delirar en ello con alma estremecida, pensaba yo en ser bueno por tí, no mas por ti.

IX

¡Bien sabe Dios que ese era mi mas hermoso sueño, mi afán y mi esperanza, mi dicha y mi placer; bien sabe Dios que en nada cifraba yo mi empeño, sino en amarte mucho bajo el hogar risueño que me envolvió en sus besos cuando me vio nacer!

Esa era mi esperanza... mas ya que a sus fulgores se opone el hondo abismo que existe entre los dos, ¡Adiós por la vez última, amor de mis amores; la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores; mi lira de poeta, mi juventud, adiós!

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Voces Del Alma

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