La Avispa 34

Page 54

La Avispa Nº34 - Mar del Plata - Argentina

UNA FOTO OLVIDADA Con paso cansino buscó el lugar a la vera del lago. Vestía un gabán mustio con el cuello levantado, gorra azul que cubría su pelo, tal vez, otrora rubio, y una pipa mordida que formaba parte del rostro anguloso, gastado. El gesto hosco y la mirada alerta. Daba la impresión de ser un solitario, de esa soledad acostumbrada, sin buscar ni desear compañía. Armó parsimoniosamente su caña de pescar, como si fuera un ritual o una rutina. Por su edad y actitud esquiva, no era difícil adivinar su pasado, casi con seguridad, el haber participado en la segunda guerra mundial como uno de sus actores. En ese atardecer a orillas del Alster en la ciudad de Hamburgo, la paz circundante no existía para él; que tal vez había perdido todo, hasta su Fhûrer que no pudo cumplir promesas de mil años de felicidad. La muerte del tirano y después la derrota de su querida patria. Estigmas que cargaba sobre sus espaldas y la guerra continuaba para él. Quise inmortalizar ese rostro curtido, con pasado, y con certeza al leer ese gesto grabado a fuego, de haberlo visto todo. Busqué el ángulo apropiado. Debía acercarme con disimulo para garantizar el éxito. Si el viejo llegaba a descubrir mi cámara no habría imagen. No quería perder esta oportunidad por nada del mundo. Puse cara de nada para acostumbrarlo a mi cercanía, mientras lo miraba de reojo, demostrando interés en las pequeñas embarcaciones que navegaban en el espejo de agua. Cuando fue el momento ideal giré 180 grados y apoyando mi cintura sobre la baranda que daba al agua, eché el cuerpo hacia atrás todo lo que pude hasta casi perder el equilibrio. El viejo me miró como pensando -otro loco que se quiere suicidar- Me pareció más humano y hasta pensé que podría charlar con él, pero siguió en lo suyo sin ganas de entablar conversación y mantuvo su mirada perdida en la boyita esperando el pique. Sin dudar apunté el objetivo y apreté el disparador “Clic-clac”. En medio del silencio de ese atardecer apacible, sonó como el disparo de un fusil. El viejo dio un respingo, giró su pesado cuerpo en mi dirección y en un acto reflejo condicionado por su casi seguro pasado bélico, enarboló una de sus cañas para golpearme. Me distancié rápidamente del bambú que zumbaba muy cercano a mi cabeza, mientras me alejaba seguía disparando el obturador hasta que el ruido ya no se escuchó. Ni tuvo importancia. Hoy es mi “trofeo”; un retrato desleído por el tiempo. Algún especialista podrá opinar que es carente de valor artístico o documental, pero para mí es historia y ahora tengo la misma edad que tendría el viejo teutón cuando le robé la foto.

HÉCTOR SCAGLIONE

Página 53 53

Grupo delapalabra


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.