¡No te atrevas a olvidarme! capítulo 2

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Virtual Bread bunko magazine: Tu librería de novelas ligeras en español.

*¡No te atrevas a olvidarme!

Historia: Sasaki Yumeno Arte: Laughtman

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CC 2018 Virtual Bread Watashi no koto wo wasurenaide kudasai! ¡No te atrevas a olvidarme!

Historia: Sasaki Yumeno Arte: Laughtman Ilustración de portada: Diseño de portada: Corrección de estilo: Editor: Diseño editorial:

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#2 Historia: Sasaki Yumeno Arte: laughtman


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CapĂ­tulo 2


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Luego

de que la campana anunciara el final del día, la encargada de hoy dio la orden para levantarnos, hacer una reverencia y despedirnos del profesor a cargo. — Casi lo olvidaba. Dime, Yoshiro, ¿Ya tienes algún capítulo nuevo? — ¡Claro! Aguarda un momento. Tras pedirle a Izumi que me esperara, introduje la mano en mi bolso y comencé a tantear, lo busqué entre las demás cosas que estaban en su interior.

Ya saben: libros, cuadernos y… esos “otros” libros. Para entender de qué se trata todo esto, debemos remontarnos hace no mucho tiempo atrás. A mediados de Agosto del año pasado, empecé a escribir una novela ligera. Como era de esperarse, ya que es mi primera obra, decidí no enviarla a ninguna editorial. ¿Cómo decirlo? Quería adquirir un poco más de experiencia en la práctica. Después de todo, tengo más posibilidades de ser aceptado si doy una buena primera impresión. Revolví todo el interior en busca del libro, no fui capaz de encontrarlo. Sin embargo, poco antes de rendirme, pude sentir algo con una forma similar. Al retirar lo que imaginé como el libro que buscaba, algo en su portada llamó mi atención.

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Sin lugar a dudas se trataba de una novela ligera. No obstante, no era la mía. No tenía el nombre del autor, ni el logo de ninguna editorial; por lo que me pareció realmente extraño. Hojeé rápidamente las páginas y me di cuenta de que habían ilustraciones excesivas, quizá una ilustración por cada tres páginas. Además, tenía una narrativa horrible. Por otro lado, indiferentemente de lo mala que pudiese llegar a ser la parte escrita, no pude evitar quedarme extasiado por los dibujos, que aun siendo excesivos, eran fabulosos. La calidad de detalles, las sombras, las proporciones ¡Es increíble! — ¿Huh? ¿Sucede algo, Yoshiro? — Oh, es sólo que no recuerdo haber guardado esto. — ¿A qué te refieres? — Esta novela ligera, no es mía. Me volví hacia el bolso que aún estaba abierto a medias. Y luego de abrir el cierre por completo, empecé a registrar meticulosamente su interior. Luego de encontrarme con dos cuadernos de colores distintos a los que recordaba, tomé uno y lo acerqué a mi rostro para examinarlo.

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En la etiqueta que estaba en el frente decía: “Shimizu Fuyu” — ¿Dices que no es tuya? — O-oh, no. Sí es mía. Es sólo que no la reconocí a primera vista. Es una excusa patética, pero conociéndolo de seguro funcionará. Sé que está mal, pero no podía decirle la verdad. Izumi es... es del tipo de personas que sobrepasan los límites de la amabilidad, hasta el punto de resultar molesto. Si supiera que había confundido los bolsos, de seguro hubiese hecho un escándalo con el fin de persuadirme para ir a buscarla hasta su casa (de ser necesario). — Ese Izumi... ¿Cómo pudo confundirlos? — pensé — Discúlpame. Creo que olvidé el nuevo capítulo en casa. Pero tranquilo, de seguro lo traeré mañana. — No te preocupes. ¡Lo estaré esperando! A pesar de que la situación ameritaba una expresión de decepción, Izumi, al contrario, me mostró una ingenua, y muy particular sonrisa (bastante aterradora debería agregar). — Lo siento, Izumi. Sonreír no es lo tuyo — dije para mí. Como lo mencioné antes, él es un buen tipo. Pero

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esos dientes afilados son realmente aterradores. Si no lo conociera, de seguro interpretaría una sonrisa suya como una invitación a entrar en sus fauces. Tras llevarme una mano a la nuca para enfatizar mi torpeza, volví a pedirle disculpas a mi compañero. Acto seguido, tomé el bolso y salí del salón. Casi no había nadie en los pasillos. Luego de caminar por unos cuantos minutos, llegué a las escaleras que conducían al tercer piso, en donde estaba la sala del consejo estudiantil, el único lugar en el que se le puede encontrar en ese horario. — Espero que aún esté en la escuela. Sería todo un fastidio si pasara tiempo a solas con mi novela. De seguro se burlaría por un largo tiempo. Su malévola risa resonó en mi cabeza y me recordó lo que sería capaz de hacer. — Definitivamente debo arrebatarsela antes de que abandone la escuela. Con este pensamiento que perturbaba mi tranquilidad, aumenté la velocidad de mis pasos. Gararara — Sonó la puerta corrediza de la oficina. Al abrir la puerta, a primera vista no pude ver a nadie ahí, me sentí frustrado por haberme molestado en venir hasta aquí, di media vuelta y caminé a la salida.

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— ¿Necesitaba algo, senpai? Al escuchar la voz femenina que me llamaba, rápidamente volví hacia el interior de la sala. Hanabi, la tesorera del consejo estudiantil, estaba sentada en frente de una laptop; parecía hacer algún trabajo relacionado con la contabilidad del festival cultural. — ¿Aún sigues aquí? — Le pregunté. — Así es, no puedo irme hasta terminar con estas planillas. Después de todo, ya queda cada vez menos tiempo para el festival. — Justo como lo supuse, ella trabajaba en eso Desearía quedarme a ayudarla, pero mi vida escolar pende de un hilo. Y aun si me quedase con ella, ¿En qué podría ayudarla? Nunca he hecho un trabajo contable, no quiero imaginar que podría llegar a pasar si introdujera un número mal, después de todo, hablamos del presupuesto de la escuela. No es un tema para tomarse a la ligera. — Hanabi, realmente valoramos tu trabajo. — fue lo único que atiné a decir. — ¿Huh? ¿De qué habla, senpai? — O-oh no, olvídalo. Por cierto, ¿Sabes dónde puede estar la presidenta?

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Lo pensó por un momento y luego respondió: — Ummm hace algunos minutos estuvo por aquí. Si mal no recuerdo, ella dijo que pasaría por la biblioteca ¿Por qué no la busca en ese lugar? — ¡Maldición! Perdí mucho tiempo en lo que venía hacia aquí — Pensé. — ¡Gracias! — De nada, por favor tenga cuidado al regresar a casa. Como siempre, Hanabi se despidió de mí con palabras gentiles. Su vocabulario formal, combinado con aquella dulce voz, hacía que sus palabras provocasen una sensación de calidez en el pecho de quien las oyera. Sin lugar a dudas, una señorita refinada y delicada de la alta sociedad. Me despedí con una sonrisa de Hanabi y salí. Caminé por el mismo pasillo por el que llegué. Naturalmente, sería sancionado si alguien del comité disciplinario me viera corriendo por los pasillos, es una lástima que ya nadie de ese estricto grupo esté en la escuela. — ¡Jeje! Con una preocupación menos, subí la velocidad de mis pasos, hasta que ya daba largas zancadas por el pasillo.

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— Espero que aún esté ahí cuando llegue, ¡Bajo ninguna circunstancia puedo permitir que lea mi novela! A lo lejos, la puerta de la biblioteca se erguía triunfante, como si esperara ansiosamente mi llegada. — ¡Ya casi! ¡Sólo un poco más! — ¡Shimizu! PAM — Un golpe seco resonó. — ¡Pwuagh! La puerta estaba cerrada, inevitablemente me estrellé contra ella. — ¡A-auch...! ¡Eso dolió mucho...! Refunfuñé mientras me cubría la nariz con ambas manos, al final, todos mis esfuerzos habían sido en vano. Con el cabello alborotado por tanto ajetreo, me puse de pie, me resigné, levanté el bolso ajeno que traía conmigo y bajé por las escaleras que conducían a la planta baja. — Ahora sólo queda esperar a ver qué pasará mañana, m-maldita Shimizu, incluso estando ausente, no deja de hacer mi vida imposible… Hice una pausa.

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— Ya es tarde… supongo que por ahora, sólo regresaré a casa… Al llegar a casa, una vez en mi habitación, dejé caer el bolso justo antes de desplomarme sobre la cama. Luego de unos segundos con el rostro hundido entre las sábanas, recordé algo importante. Sin perder tiempo, me senté sobre la cama y extendí mi brazo para alcanzar el bolso que había dejado caer antes. En ese momento, busqué aquella novela ligera en el bolso, y una vez que la tuve entre mis manos, comencé a observar nuevamente los dibujos que me habían llamado tanto la atención la primera vez. — Después de todo, me pregunto si ella... 7:20 a.m. del día siguiente, en la escuela. Poco antes de que el primer periodo comenzara, Izumi y yo conversábamos caminando por un pasillo. — A propósito, ¿Esta vez sí recordaste traer el nuevo capítulo? ¿Cierto, Yoshiro? — ¡Kghjj! Eso me recordó: — Espero que Shimizu no haya leído la novela — Pensé.

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Aunque, tomando en cuenta el tiempo que tuvo mi bolso a su disposición, no estoy en condiciones de exigir mucho, ahora mismo, mi más grande preocupación es que haya recordado traer mi bolso. Por muy importante que sea, mi novela ligera no es el único objeto de valor que guardo ahí… — ¡S-sólo espera un poco más...! ¡Mi querido libro secreto de matemáticas!, ¡Definitivamente te rescataré de las garras del mal! — Mis pensamientos se hundieron entre esperanzas de recuperar mis pertenencias y odio a Shimizu — ¡Bien! Debo pensar en que haré. Ya que ese día no necesitaba los libros que estaban en el bolso, no había necesidad de pedírselos en una primera instancia. — ¡Eso es! Esperaré hasta la hora del almuerzo, y me aseguraré de pedirle mi bolso de forma natural. — El plan era bastante sencillo. Con mis pensamientos en orden, me volví hacia Izumi, y me excusé diciendo: — ¡Claro! Te lo daré en la hora del almuerzo. — ¿Hm? ¿Y por qué simplemente no me lo das aho... Justo antes de entrar en el salón, interrumpí de forma cortante a Izumi, cerré los ojos y le mostré una sonrisa muy forzada. — Gracias por comprender, ¿Ahora, por qué no nos sentamos en nuestros lugares? La clase está a punto de comenzar.

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Dicho esto, giré hacia el frente y di el primer paso. — Vamos, no perdamos más tiempo. — P-pero... Ante su insistencia, me vi obligado a volverme una vez más hacia él, sin embargo, en esta ocasión me esforcé por aparentar una imagen aún más siniestra: Mis ojos eran tapados por mi cabello, y un fondo oscuro y tenebroso se hallaba a mis espaldas. — Gracias por entender… El frío de mis palabras casi podía verse en el aire, e Izumi por fin parecía comprender la indirecta. — ¡E-está bien! ¡Está bien! ¡Que sea cuando tú quieras! ¡Enserio! Con nuestra conversación finalizada, nos separamos y nos dirigimos a nuestros lugares. Gararara — La puerta corrediza se abrió, y una mujer de cabello rubio entró con pasos lentos y elegantes. — ¡Good morning guys! ¡Si están de acuerdo, comenzaré con la clase! Se trataba de Lizbeth sensei, la profesora de inglés. Al terminar la clase, la campana anunció la hora del almuerzo.

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Shimizu tomó mi bolso y lo abrió. Luego, introdujo una mano y tomó una caja de color burdeos con adornos muy sencillos, seguramente se trataba de su almuerzo. Se levantó de su asiento con el bolso colgando de su hombro, y como de costumbre, salió del salón sin decir ni una palabra. Sin perder tiempo, tomé el bolso que tenía en mi posesión y salí del salón para seguirla. Era mi oportunidad, sólo debía actuar natural: — ¡Hola! Ayer nos equivocamos de bolsos, ¿Qué tal si me devuelves el mío? — No, sonaba demasiado alegre. — Sabes, ayer te llevaste mi bolso… — No, demasiado pesimista. — Tengo tu bolso — Definitivamente no, suena como si la extorsionara. Sin saber qué decir exactamente, continué caminando detrás de ella. — ¡Maldición! ¿Por qué es tan difícil hablar con ella? Es tan sencillo como ir y pedirlo, ¿No es así? ¿Por qué no puedo hacerlo? Inmerso en mis pensamientos, continúe caminando prácticamente a ciegas, hasta que sin darme cuenta…

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Paff — Tropecé con alguien. — ¡O-oh! ¡Disculpa! Yo... — ¿Por qué estabas siguiéndome? Es realmente desagradable. Se trataba de Shimizu, quien estaba justo enfrente de mí, cruzada de brazos y con una expresión de desagrado en su rostro, viéndome con esos ojos azules, oscuros y penetrantes. — ¿Y bien? ¿Qué es lo que quieres de mí? — B-bueno, yo… ¡Es decir! ¡Ayer confundimos los bolsos y vine a pedirte que me regresáras el mío! — ¿Jah? Me dedicó una mirada de confusión, Shimizu finalmente desvió sus ojos hacia el bolso que traía consigo. — Ah, así que éste era tuyo. De hecho, dentro del bolso estaban mis cuadernos, y es obvio que en ellos estaba escrito mi nombre. Lo que dice no tiene ningún sentido, a no ser que… ¡No haya revisado el bolso! Y, en consecuencia, ¡No leyó mi novela ligera! — ¡Estoy tan feliz! ¡Mi vida está a salvo! — Pensé.

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— Si este bolso es tuyo, eso significa que tú tienes el mío. ¿Por qué no me lo regresas de una buena vez, y te largas? Como de costumbre, no podían faltar esas últimas palabras cargadas de desprecio. Deslicé los tirantes del bolso por sobre mi hombro, y extendí mi brazo para entregarlo, ella lo tomó con una sola mano, manteniendo la mayor distancia posible entre los dos. Luego de examinarlo por fuera, se arrodilló en el suelo para abrirlo y comprobar que todo estuviese en orden. — No habrás fisgoneado nada, ¿Cierto? — ¡C-claro que no! En realidad sí lo abrí, pero no tenía alternativa, ¡Sólo lo hice para saber si era mío o no! — Bien, ahora que ya viste que es tuyo, ¿Puedes devolverme el mío? Shimizu levantó la mirada y posó esos ojos llenos de desprecio sobre mí. Luego, mientras deslizaba los tirantes de mi bolso por sobre su hombro, con una expresión de asco, dijo: — Aquí lo tienes. Era mejor que nada. Tomé el bolso, y rápidamente comencé a revolver el interior en busca de todas mis pertenencias, efectivamente, todas estaban ahí, todas menos una.

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— D-disculpa Shimizu san… pero de casualidad… No habrás hurgado dentro de mi bolso, ¿O sí? Shimizu hizo un gesto de desconocimiento bastante arrogante. — ¿Jah...? ¿Por qué metería mis manos en esa basura? Es bastante valiente para decirme eso, o talvez, bastante idiota implicando que traía su almuerzo dentro de esa “basura”. — ¡Falta una novela! ¡Una novela ligera! — Ahhh… ¿Hablas de ese libro de cuarta, que ni siquiera tenía una ilustración en la portada? ¡Agh! E-eso… eso dolió, ¡Dolió mucho!, No es como si no hubiese hecho ninguna ilustración, en muchas oportunidades intenté hacer algo con la portada, pero cuando por fin terminaba de hacer algún dibujo, siempre tenía la mala costumbre de navegar por internet para comparar mi portada con la de las demás novelas ligeras. Luego de darme cuenta de la gran brecha de diferencia que había entre mi portada y la de las demás novelas, terminaba por deprimirme, y desechaba mi dibujo. Debo aceptar que fue muy masoquista de mi parte, especialmente si tomamos en cuenta que seguí esta rutina más de una vez.

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Es enserio, no es bueno para la salud comparar un dibujo propio con los de un ilustrador profesional. Al final, me sentí muy avergonzado por mi inutilidad dibujando, y opté por no tener una portada ilustrada. ¡No! ¡No hay nada de qué avergonzarse! Se supone que soy un escritor, no un ilustrador, ¡Maldición! ¡Mi talento está en las letras! ¡No en los trazos! Shimizu se llevó una mano a la boca para cubrir un bostezo. — Ah… de cualquier forma, ayer la tiré a la basura… —… E-ella no… ¿No habla en serio o sí? — ¡¿Cómo pudiste tirar mi novela a la basura?! ¡Idiota! — ¡¿Jah?! ¿A quién le dices idiota? ¡Sólo hice lo que debía hacer! ¡Eso no era más que una basura, y por eso la tiré a la basura! — ¡¿Cómo te atreves a llamarle basura…?! — De cualquier forma, ¿Por qué haces tanto alboroto? Sólo era una novela desechable. Shimizu hizo un gesto de superioridad, y habló con un tono arrogante: — ¿Por qué no sólo compras una nueva?

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— Esta mujer realmente me fastidia como ningún otro. — Mis pensamientos estaban llenos de furia Ese libro era el único manuscrito que tenía, ya que luego de imprimirlo, accidentalmente borré todos los archivos que guardaba en mi computadora, en otras palabras, no existía ningún respaldo del manuscrito. Pensé en reescribirlo en un archivo electrónico el día que confundimos los bolsos. — ¡La novela ligera que tiraste a la basura era la única copia física que existía! ¡Esa novela no fue publicada por ninguna editorial! Ya no hay vuelta atrás, justo como en aquel entonces… Giré hacia Shimizu con toda la determinación del mundo, inhalé tan profundo como pude, y entonces exclamé: — ¡¡Yo soy el autor de esa novela ligera a la que llamaste basura!! En ese momento, se hizo un silencio entre ambos. Y como si hubiera dicho alguna clase de palabra mágica, Shimizu apartó la mirada y comenzó a buscar desesperadamente dentro de su bolso. — ¿¡En dónde está!?, ¿¡En dónde está!? Abandonando su búsqueda, la completamente exaltada Shimizu se volvió hacia mí, con una expresión aterradora.

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— ¡No está! Fui iluminado por una idea, no tardé mucho en darme cuenta de lo que hablaba. Antes de continuar, me tomé mi tiempo para abrir el cierre de mi bolso, y entonces... — ¿Acaso... buscabas esto? Abanicando su propia novela, me dirigí hacia ella con un aire de superioridad, muy similar al que ella siempre utiliza para dirigirse a mí. — ¡Ah! Dio un salto ante semejante y, aparentemente, amarga sorpresa. Esa reacción... parece ser que le tiene bastante afecto. — ¡Gu-jeje! — Dispuesto a devolverle un poco de mi dolor, comencé a jugar maliciosamente con ella. — ¿Qué sucede, presidenta? ¿Acaso perdiste todo tu valor? — ¡D-devuelmela! Con cada abanicada de su novela, ella parecía más a punto de romper en llanto. — ¿Por qué no vienes, y la tomas por ti misma? ¿Eh? Shimizu apretó sus puños, y me fulminó con la mirada. — ¡T-tú...!

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Con la intención de burlarme de ella, me llevé una mano al oído, y repliqué, con voz ascendente: — ¿Jahhh...? ¿Qué es lo que dices? No logro escucharte. — ¡Geh! No pude evitar soltar una risita, para sorpresa mía, ella comenzó a caminar hacia mí. En vista de la nueva situación, retomé mi antigua seriedad y fruncí el ceño mientras la observaba atentamente. — ¡Ya deja de jugar conmigo! ¡Idiota! — ¡A-ahh! ¡Oye! Antes de darme cuenta, Shimizu se abalanzó sobre mí, puso las manos sobre el libro, comenzó a forcejear con la intención de arrebatármelo. — ¡Ya suéltalo! — ¡Jeh! E-eso quisieras, ¿verdad? ¡Ella era más fuerte de lo que pensé! — ¡¡Dije que la soltaras!! Furiosa, Shimizu me asestó un pisotón con todas sus fuerzas. — ¡¡Aaaauchh!! Por impulso arrojé la novela, y ésta salió volando mientras daba vueltas por el aire.

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Crack — Se escuchó el sonido de un vidrio roto. La novela de Shimizu había impactado contra la ventana de una de las puertas del pasillo, lo que le provocó una gran rotura. Shimizu me observaba con los ojos bien abiertos y una expresión muy neutra, el sonido del viento nos recordaba que el tiempo aún fluía indiferentemente de nuestra trivial situación. Pronto, el silencio fue interrumpido por el sonido de unos pasos. Ambos giramos nuestras cabezas al mismo tiempo, una puerta corrediza se abrió toscamente a pocos metros de donde nosotros estábamos, y por ella pasó una mujer madura que vestía una bata blanca, un sweater de lana y unos pantalones ajustados de color verde opaco. Con una mirada fulminante, la mujer posó sus ojos sobre hoyo en la ventana de la puerta, nos vio por arriba de sus anteojos mientras se apoyaba contra el marco de la puerta. Con ojeras gigantescas bajo sus ojos, Furukawa sensei frunció el ceño lo más que sus cejas se lo permitieron. Sin palabras para expresar su gran furia, la profesora de ciencias se dispuso a avanzar. Pero entonces, la punta de su pie chocó con algo que llamó su atención, se trataba del objeto que había causado la grieta de la ventana. Furukawa sensei observó la novela que estaba en el suelo durante algunos segundos, y finalmente se inclinó para recogerla.

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— Este libro... Algo en la portada parecía haber captado toda su atención, así que ignorandonos por un momento, abrió el libro por la mitad. Notamos cómo su furia había sido levemente apaciguada por la nueva distracción, Shimizu y yo observamos con pavor a nuestra profesora, quien a su vez, pasaba las páginas a gran velocidad, deteniéndose únicamente en las que tenían ilustraciones. Finalmente, Furukawa sensei se encontró con las notas que Shimizu había escrito, y en donde figuraba su propio nombre como autora. Sus ojos se abrieron enormemente, y por un momento recordó las ilustraciones que había encontrado bajo el banco de Shimizu el otro día. Al levantar la mirada, Furukawa sensei nos observó detenidamente a los dos. En un intento por salvar su vida, Shimizu fue la primera en decir algo: — Fu-Furukawa sensei y-yo… yo-Sin conseguir terminar su temblorosa súplica, Shimizu fue interrumpida por la voz de la tenebrosa profesora de ciencias: — A la sala de profesores… En ese momento, ambos tragamos saliva. Una vez en la sala de profesores, entre gritos, que fueron silenciados por Furukawa sensei, Shimizu y yo le explicamos por qué rompimos el cristal y por qué discutimos.

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— Bien, luego de pensarlo mucho, creo que ya tengo un buen castigo para ustedes… Volvimos a tragar saliva mientras observábamos con mucho temor a la profesora que se apoyaba en una pared, cerca de una ventana, con un cigarrillo entre los dedos índice y medio. — Verán. De alguna forma ustedes me recuerdan a un cierto par de estudiantes que una vez tuve bajo mi tutela. Al igual que ustedes, ellos no se llevaban nada bien, y discutían todo el tiempo, sin embargo, ellos tenían un objetivo en común, eventualmente hicieron las paces y colaboraron juntos para alcanzar sus metas. Dicho esto, tengo entendido que tú escribes novelas ligeras, ¿No es así, Nakamura kun? — ¡S-sí! — Y tú dibujas, ¿Verdad, Shimizu san? — ¡S-sí! ¡Así es! — Mmmm… Furukawa sensei hizo una pausa mientras se llevaba una mano a la barbilla. — ¡Bien! ¡Ya lo he decidido! Shimizu y yo la vimos atentamente. Tras posar el cigarrillo entre sus labios, Furukawa sensei cerró los ojos, e hizo una profunda inhalación.

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Fuuu — Al exhalar, una gran nube de humo nos envolvió por completo. Poco tiempo después, Shimizu y yo nos encontrábamos en frente del salón, cuya ventana habíamos roto, al entrar, pudimos observar un panorama realmente lamentable: Cajas sucias por doquier, telarañas por todas partes, muebles tumbados en el suelo, y como cereza sobre el pastel, TODO estaba cubierto por una densa capa de polvo. En ese momento, la voz de Furukawa sensei resonó en nuestras cabezas: — ¡Se unirán al club de Novelas Ligeras! En lugar de aplicarnos una sanción, como es usual, Furukawa sensei nos ordenó unirnos a este club, en un lugar lleno de polvo y telarañas, con el fin de resolver nuestras diferencias mientras trabajamos juntos. Por mucho que quisimos, no nos opusimos, después de todo, se podría decir que este castigo es algo mucho menor de lo que podríamos llegar a haber sufrido en cualquier otro caso. — Que asco… Shimizu refunfuñó al mancharse el dedo con polvo tras deslizarlo por la superficie de un viejo escritorio. Resulta que el club de novelas ligeras había sido abandonado hace algún tiempo (en realidad, hace mucho, mucho tiempo) y ya no quedaba nin-

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gún miembro activo. Permanecimos en silencio durante un momento. Entonces, Shimizu se volvió hacia mí con una expresión llena de determinación. — Incluso si estoy aquí contra mi voluntad, ¡Definitivamente no perderé contra ti! Como ya había dicho, actualmente no quedaba ningún miembro activo, y por consecuente, tampoco hay ningún presidente. — Lo mismo digo… — le respondí. Naturalmente, Shimizu fue la primera en ofrecerse para el cargo de presidente. No obstante, justo antes de que Furukawa sensei tomara la decisión final, di un paso al frente y me opuse terminantemente. Después de todo, yo conozco muy bien a esa mujer. Si ella fuera la presidenta del club, de seguro se aprovecharía de mí, y no pararía de darme ordenes absurdas todo el tiempo, esto, sin mencionar que me restregaría en la cara su posición jerárquica con respecto a la mía, siempre que viera la oportunidad. Definitivamente no podía permitirlo, así que tras una fuerte discusión, Shimizu y yo llegamos a un acuerdo: A partir de este momento, ella y yo competiríamos por el cargo de presidente del club de novelas ligeras. Visto desde un punto de vista objetivo, esta sería una excelente oportunidad para ver que tanto había mejorado, y demostrar mis habilidades.

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Mis historias pueden valerse por sí mismas, sin ninguna ilustración; e incluso si las tuvieran, definitivamente mis letras robarían tanto protagonismo, que cualquier lector se olvidaría por completo de las ilustraciones. Si ella me ganara, no habría forma de que yo pudiese convertirme en el escritor profesional que tanto anhelo ser. — Este será mi primer desafío, y sin lugar a dudas, ganaré. — ¡Bien! ¡Que la fiesta comience!

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