La nostalgia de los muertos 9

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Historia: Hideo Shirow Arte: Laughtman

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CC 2018 Virtual Bread La nostalgia de los muertos Historia: Hideo Shirow Arte: Laughtman Ilustración de portada: Diseño de portada:

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9 Historia Hideo shirow Arte: laughtman


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#9 han pasado algunos días desde que la ciudad de México se convirtió en víctima de una extraña enfermedad, misma que volvía violentos a sus habitantes. La ciudad viva, alegre, ahora sólo era peligrosa y violenta, no había forma de explicar cómo había pasado todo esto, aún no lo sabemos, me cuesta creer que las cosas hayan llegado hasta este punto.

Ya

Yo venía de Guadalajara al funeral de mi esposa —una de mis mayores víctimas— yo era un enfermero que prefirió irse, los últimos años fui carcomido por la culpa y mis grandes deudas. Antes era un hombre, era un padre, era alguien atrapado en la incertidumbre del no saber qué hacer, pero estaba con ellos. Después sólo fui un espíritu extraño en un cuerpo, vivía alcoholizado, trabajaba para pagar una renta económica, comer afuera, y beber por las noches, eso me llevó a muchos episodios de ansiedad, y a cometer estupidez tras estupidez. Tomé el turno nocturno para ver menos a la gente, tenía un gusto extraño por hablar con los desahuciados, es curioso lo que gente piensa y dice cuando sabe la fecha de su muerte. Todo aquello era un consuelo para mí, saber que tenía esperanza, que podía regresar a todo, siempre actué pensando que tenía un plan de reserva, mentira, nunca había tenido esa costumbre, actuaba conforme sentía las cosas. Nunca me consideré un hombre religioso, ni esperé encontrar alguna respuesta ahí, pero todo cambio con esa llamada. 5


Cuando esto empezó me volví un ser violento — quizás ya lo era desde antes —, y muchos han muerto para abrirme camino por un fin que no puedo explicar. En mi camino hacia el departamento de la familia de mi esposa, encontré a una joven de nombre Alicia, fuerte, inteligente, capaz, con un gran dolor y con la esperanza de que sus padres ya hubieran salido de esta infectada urbe. También encontramos a Daniel, un joven rápido, amigo de Alicia, un líder por naturaleza, los tres hemos visto morir a muchos buenos hombres y mujeres, infectados o humanos, hemos sido testigos de las peores cosas del ser humano y aquí estamos. Ahora, habíamos perdido a uno de los nuestros, su sangre y los pedazos de su cuerpo yacían a los pies del autor intelectual de su asesinato, que aún pisaba la cara del pobre animal, frente a él; un infectado enorme como nunca lo habíamos visto, un pobre infeliz que gruñía y nos observaba con rabia. Nos encontrábamos a mitad de camino, tenía que atender un asunto pendiente por el metro General Anaya, y de ahí correríamos al Zócalo, el último lugar donde supimos habría una evacuación masiva, era un viaje relativamente corto. Todo había pasado tan rápido. Daniel se dejó llevar por el enojo, se encontraba de frente contra aquella criatura y su amo el cual, al verlo comenzó a gritar una serie de insultos. Sorprendentemente los niños que rescatamos no 6


#9 gritaban, también eran espectadores, Javier se quedó en la fila de puerta del autobús con Alicia recargada sobre su espalda, a pesar de todo lo que pasamos ella estaba completamente asustada, todos esperamos el siguiente movimiento de Daniel o del infectado, sí, Daniel nos había puesto en peligro pero ya no había marcha atrás, no había tiempo para supuestos escenarios. Ante lo que iba a suceder, Daniel tenía en sus manos el arma de Javier, el infectado gruñó de manera horrible y avanzó lentamente hacia él, vi retroceder un poco a Daniel, pero pronto recupero su postura, Alicia tenía su hacha y Javier se mostraba expectante pero comenzó a buscar algo con que defenderse. El primer tiro resonó en los alrededores, el infectado no se detuvo; segundo tiro, bang, el infectado continuó avanzando, nos dimos cuenta que era algo diferente a otros monstruos; para cuando sonó el tercer disparo, Daniel emprendió la carrera hacia su enemigo, el infeliz lo percibió el movimiento, alzó los puños para aplicar el mismo castigo con el que le había quitado la vida al perro. El infectado no era rápido, más no podíamos confiarnos. Daniel pudo llegar a predecir el movimiento, esquivó el primero de los ataques pero la pistola se le escapó de las manos, tomó una varilla metálica que estaba cerca de unos escombros, Daniel respondió con un fuerte golpe al brazo izquierdo del infectado, el chico era muy ágil, estaba enojado, tenía todo para hacerle mella al infectado, el hijo de perra 7


lanzó un segundo golpe, Daniel se agachó para esquivarlo, se escuchó un cuarto sonido de disparo, Javier ya había salido del autobús, recuperó su arma y Alicia se encontraba junto a él mientras se cubría los oídos. Antes de salir del autobús les indiqué a los niños que se escondieran, ellos me observaron, ya no había tristeza en ojos, sólo un vació que no puedo explicar, a su corta edad habían presenciado eventos que incluso un adulto jamás llegaría a presenciar, teníamos que protegerlos por cualquier medio. El infectado recibió un golpe tremendo en la pierna derecha, su maestro gritaba y le indicaba qué era lo que tenía que hacer, un golpe fallido, otro golpe, Daniel había cogido el ritmo pero se notaba cansado, a pesar de haber dormido y descansado, el peso del esfuerzo físico de estos días era demasiado para cualquiera de nosotros, otro disparo, pero esta vez el infectado no se concentró en Daniel, fijo su mirada en Alicia, Javier y en mí, golpeo al aire. — Es estúpido –pensé— es lento y estúpido podemos ganarle, El infeliz del culto parecía realizar una especie de cántico, el infectado volvió a concentrase en Daniel, otra vez golpeó, pero esta vez el chico acertó en su cráneo, el golpe fue tal que el infectado cayó fulminado, soltó un gruñido que fue coreado por el grito del maestro de la orden. Daniel escupió sobre la masa que ahora yacía frente a 8


#9 él, miró el cuerpo del canino que nos había acompañado fielmente, no tenía nombre, al menos Daniel nunca lo comentó. — Llegamos hasta aquí compañero, perdona por no buscarte antes. Siento como si siguiéramos atrapados en esas jaulas – Hizo una larga pausa – descansa, tengo que llevarme a Alicia de aquí— dijo Daniel y su cara parecía llena de tristeza, rabia y pesadez. Javier se acercaba poco a poco al infectado y a su amo, cambió el cartucho de su arma, Alicia iba a mi lado, los cuatro quitamos la atención del infectado cuando el loco soltó una horrible risotada, de su boca salía espuma, en sus ojos se notaban la sangre y la locura, gritó otra vez como un desquiciado, un grito que no puedo describir, todo pasó en un instante y nos tomó por sorpresa: ¡A un lado de nosotros el infectado se levantó! De un golpe la cabeza de Javier fue arrancada de su torso, su cuerpo cayó en el asfalto, el infectado masivo estaba de pie una vez más, Alicia gritó, Daniel reaccionó y asestó un golpe al hombro de nuestro enemigo, el cabrón respondió con un golpe de codo tan fuerte que aventó a Daniel unos tres metros atrás, su sangre comenzó a brotar, en ese momento no me percaté de que tan grave era la herida. Jalé a Alicia, para que evitara que la golpeara, el infectado hizo un segundo movimiento, alzó los brazos para dar 9


un golpe de martillo, levanté a Alicia y comencé a correr, ella había tomado el arma de Javier así que disparó, recargue mi oreja derecha sobre el cuerpo de ella para soportar el sonido del arma. — Dante, espera, no podemos dejar a Daniel –gritó Alicia. Sentí cómo mis músculos estallaban en dolor al recibir un golpe tan intenso que me arrojó hacia adelante con tal magnitud que todo mi peso cayó sobre Alicia, el dolor no nos importó nos levantamos y seguimos avanzando hacia el autobús, Alicia disparó dos veces más, el infectado se acercaba hacia nosotros pero detuvo su marcha y gritó de manera horrible, Daniel había clavado la varilla en su espalda, el pobre chico tenía el rostro inflado por el golpe. Aproveché el momento de la pelea, era ahora o nunca, tomé el hacha de Alicia y arremetí contra el infectado, la varilla le impedía moverse, así que pude cortarle los tendones de los pies, mermó su movimiento, asesté un golpe de suerte en su quijada, pude partírsela, el infectado se disponía a seguir, todo terminó con un último disparo de Alicia en la cabeza del masivo. No pensé en nada más, al verlo caer corrí hacia el seguidor del culto que miraba con mucha rabia la escena, al llegar con él no espere, descargué en el hacha mi furia, mi tristeza, y lo último que me quedaba de humanidad. Todo aquello cayó sobre su cuerpo, lo dejé desangrarse, lo corté y quité manos y pies, aquél torso desmembrado gemía y 10


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gritaba pedía que lo salvaran, no lo dejaría morir rápido. Di un golpe en su estómago, con cada golpe sus órganos vitales salían disparados, de su sangre se formó un gran charco, no dejé de mirarlo a la cara mientras lo torturaba. En su agonía soltó una frase: — Eres un hombre nuevo, Dante. Me llené de cólera, le partí la cabeza, no me detuve hasta que su rostro perdió la forma, respiré de manera pesada, poco a poco regresé a mí, mis manos temblaban, escuchaba los gritos de Alicia a lo lejos, una vez y otra vez me llamaba, volteé a ver lo que estaba a mi alrededor, los cuerpos de los caídos: Javier, el infectado, nuestro perro. Regresé la mirada a Daniel y Alicia, ella sostenía el rostro de Daniel, lloraba con amargura y desesperación, el rostro hinchado, la sangre y el balbuceo de Daniel lo confirmaban: el golpe le había arrancado el ojo izquierdo. Él llevó su mano a la cuenca ocular hinchada pero vacía, se notaba asustado, Alicia lloraba y gritaba nuestros nombres. Un grito detrás de nosotros me alertó, eran los recolectores, ya montados en sus caballos y las bestias: hombres deformados infectados, estaban a lo lejos terminando de masacrar a los soldados, aquellos infectados eran diferentes, una colección horrible, miré el cuerpo de Javier, sabía qué pasaría si no nos movíamos. Corrí hacia el autobús, los niños se habían quedado dentro, sin ninguna protección, debía tomarlos y llevarlos con 12


#9 nosotros, sin embargo cuando llegué, ellos ya no estaban ¿Habrán sido víctimas de los infectados? No vi a alguno acercarse ¿Se habrían escondido en alguna parte del autobús? Busqué minuciosamente por todos lados y no los encontré ¿Habrán huído? Es lo único bueno en que puedo pensar. Sin mirar atrás, comenzamos a correr en dirección al puente de División del norte, avanzábamos penosamente, heridos, asustados; Judith, ¿Qué es lo que tiene planeado tu dios para mí? Todos mis silencios me llevaron a este punto, todos mis errores, tus errores, los nuestros, ¿mi hijo?, no él no tuvo ningún error más el hecho de haber nacido en una familia rota, en una familia que no estaba lista para todo el amor que tenía para dar, ¿Qué sigue? ¿Por qué no puedo verlos? Siempre imaginé que al encontrarlo una vez más me llenaría de amor, hoy me llena de terror saber que me verá así, ¿cómo te encontró? ¿Cómo pudiste presentarte ante él así? Estamos rotos, muertos, sonámbulos de un sueño citadino y macabro, la propia idea de pensar en este momento, en nuestra existencia me hacía querer devolver el estómago, otra vez en estas situaciones ¿Podemos considerarlas victorias? ¿Podemos si quiera pensar que hemos ganado alguna vez? Seguimos caminando, no escuchábamos nada sólo presionábamos la herida de Daniel. No sabíamos hasta donde debíamos de llegar, sólo tenía en mente parar la hemorragia, sabía que no era un herida 13


sencilla, de los niños que se suponía estaban escondidos en el autobús ya no supimos nada, pero algo en ellos se me hacia extraño, no me recordaban a nuestro hijo, ellos lucían fuertes, con una determinación que rara vez se ve en un niño, seguramente escaparon durante la pelea o cuando menos es lo que deseo pensar, pero ahora mi atención, a pesar de lo cruel que pudiera parecer, se encontraba en Daniel que requería de asistencia hospitalaria y por lo menos un quirófano para cerrar la herida y que sanara, no podía seguir avanzando así, arriesgándolos, seguimos caminando casi llegamos a la altura de una radio difusora no me encontraba muy lejos de tu departamento, Judith, no había ni supervivientes, ni infectados sólo autos con cadáveres. — Dante espera, tenemos que ir a un hospital, o algo, Daniel puede morir aquí –dijo Alicia. — Espera recuerdo que del otro lado de la avenida hay una clínica, es en la siguiente estación del tren ligero: Xotepingo, tendremos que cruzar, es el único lugar donde podemos curarlo, sólo esperemos que ya se encuentre vacía o que no haya sido ocupada por alguno de los infectados –dije de manera firme, teníamos que ayudarlo. Comenzamos a caminar, nos tuvimos que detener por algunos instantes, pero finalmente pudimos llegar al puente peatonal de la estación Xotepingo, Daniel estaba casi desmayado, subimos las escaleras, había unos cuantos infectados que corrieron hacia nosotros, ni siquiera hablamos, 14


#9 Alicia sostuvo a Daniel mientras yo terminaba con los infectados. No quería decirlo pero agradecí que fueran iguales a los que en un inicio nos habíamos encontrado, avanzamos más, la clínica se veía desde el puente peatonal, curiosamente estaban rodeados por infectados, crédulos que al enfermarse pretendieron encontrar una solución en las zonas hospitalarias, nos quedamos agazapados para recuperar nuestros aliento, mientras trataba de encontrar una entrada al edificio, era nuestra opción, encontrar algún tipo de material para llevar a cabo la operación de Daniel, requería de instrumentos muy especializados, pero podríamos improvisar alguna curación. — Mira Dante, ahí arriba en el techo, hay una persona con un rifle –comentó Alicia en voz baja. Efectivamente, un hombre de aproximadamente 30 años sostenía un rifle, no apuntaba a los infectados, solo vigilaba sus movimientos, el sujeto tenía el cabello largo y muchas cadenas alrededor de su cuello, se veía una herida en su hombro derecho, nos notó y comenzó a levantar los brazos, quería comunicarnos que en la parte de atrás existía una entrada, ahora el problema sería lograr llegar a ese lugar, tendríamos que subir a una azotea contigua a la clínica, con un herido de gravedad que ya no tenía fuerza, y quitar de en medio a un montón de infectados. Teníamos que pensar en un plan y rápido, el estado de Daniel era bastante peligroso. —Judith, ¿es que te burlabas de mí siempre…? 15


—¡Ya no Dante, no te refugies en tus pensamientos…te necesitamos aquí y ahora! Alicia interrumpió mis pensamientos con aquél grito. Sí, era cierto, me necesitaban, recargué a Daniel en el barandal y comencé a observar la zona, algunos infectados notaron mi presencia y se acercaron. Para que no molestaran a Daniel y Alicia me enfrenté a ellos en las escaleras, fue una batalla simple con infectados comunes. A lo lejos comenzaban a escucharse los gritos de inocentes que seguramente eran masacrados por los seguidores de aquél culto y sus bestias, estábamos entre la espada y la pared, tenía que enfriar mi cabeza, pensé en todas las posibilidades, como cuando me enfrentaba a la muerte en los pasillos del hospital, no encontré muchas opciones, así que del puente tuve que saltar hacia la azotea de un viejo estacionamiento, desde lo alto podía escuchar ya una serie de voces que me pretendían dar ánimos y mostrar el camino. Pude tomar energía al pensar en Daniel y en Alicia quien al observar la muchedumbre que nos esperaba se animó a seguirnos con Daniel. Pude alcanzar una pequeña saliente, alguien me tomó del ante brazo para ayudarme a subir, se trataba de un hombre de unos 35 años, corpulento de cabello casi cano, me ayudo a continuar nuestro camino, mi prioridad era que Daniel fuera atendido. Por fin pudimos alcanzar la azotea, el hombre tomó a Daniel y al observar su herida llamó a más personas para 16


#9 que lo atendieran, llegaron rápidamente. Se llevaron al muchacho, me tomó por sorpresa que tuviera un botiquín tan completo, el hombre que nos ayudó a subir dirigía los movimientos del equipo. El pobre muchacho apenas reaccionaba, lo bajaron poco a poco, fue cuando pude notar que habíamos llegado a un muy buen campamento, tenían un camión repartidor de agua purificada, además de una planta de energía eléctrica. — Qué bueno que han llegado, su amigo va a ser atendido no duden en descansar –dijo una mujer de cabello rubio que tenía la pinta de estar encargada de la limpieza antes de que todo esto empezara. — Muchas gracias por avisarnos de que se encontraban aquí –dijo Alicia en tono alegre. — No te preocupes mi niña, lo mejor es que están bien, los enfermos de este hospital fueron de los primeros en volverse locos, pero gracias al doctor Emilio estamos bien, estamos preparados para el tiempo que tengamos que estar aquí. Seguimos conversando la mujer dijo llamarse Deborah, contrario a lo que creí en un inicio, era una enfermera de la clínica, nos acercaron a una zona donde había niños y ancianos, además de poseer una pequeña sección para descontaminar los alimentos, esto llamo mi atención: — Perdona, pero pudieron identificar ¿qué es lo que hace que la comida se vuelva peligrosa? – pregunté. 17


— No lo sabemos aún, sólo hemos reconocido que en ciertos alimentos se desarrolla más rápido que otros, si los exponemos a distintos procesos de cocción parecieran durar un poco más, no hemos notado que alguien que haya comido con el insumo debidamente preparado se enferme. — ¿Saben de dónde viene la enfermedad? – preguntó Alicia. — Hubo un ataque terrorista de parte de un grupo fanático en el centro de la ciudad de México. – Interrumpió una voz masculina. — Me llamo Emilio, soy médico, me encontraba de guardia cuando todo esto comenzó, ¿De dónde vienen? — Venimos desde Insurgentes Sur, Dante viene desde la central de autobuses del norte –contesto Alicia. — Emilio, ¿Por qué no se fueron con los vehículos del estadio? –pregunté — Tengo ancianos y niños, no puedo moverme muy rápido y por lo que sabemos no conviene salir a las calles, debo decirles que su amigo está siendo atendido, tuvo un desprendimiento del globo ocular, es un herida muy grave, va a requerir que descanse durante algún tiempo aquí, no perdió mucha sangre, pero si mostraba deshidratación y cansancio excesivo. — Hemos estado caminando desde hace mucho tiempo – contestó Alicia –le agradezco mucho la atención hacia Daniel, es un amigo mío desde hace mucho tiempo. Es un 18


#9 gran hombre y muy valiente además. — Por el momento tendrá que descansar, les aconsejo que también ustedes hagan lo mismo. En ese momento se acercó un joven vestido de filipina blanca. — Doctor, vamos a tener que realizar una serie de puntadas en el cuenco ocular del joven, lo necesitamos para realizar la curación –dijo el joven. — Está bien voy para allá, Deborah por favor guíalos para que descansen, — volteó a vernos —disculpen. Emilio se retiró, noté que Alicia no me dirigía la palabra, no quise hacer ningún comentario al respecto. Deborah nos ayudó a encontrar algo de comida y agua, procuramos no comer mucho debido a la cantidad de gente que se encontraba ahí, como siempre la calidad humana y el calor del pueblo mexicano se hacía presente, me sentí en calma por un momento, aunque no dejaba de pensar en los recolectores que habíamos visto anteriormente. — Perdona, Deborah – comenzó Alicia – pero ¿acaso no saben de unos maniáticos que se encuentran ahí afuera? El comentario de Alicia era calmado, pretendía no alarmar a Deborah por si acaso no conocía de su existencia. — ¿Te refieres a los seguidores de Nzambi? En este punto Alicia y yo nos miramos extrañados. — Sí, sabemos lo que hacen, puedo suponer que han es19


tado mucho tiempo en las calles, pero nosotros supimos de la detonación de una bomba química gracias a las primeras noticias, fue cuando comenzó el ataque de los enfermos, pensamos que las cosas entrarían en un caos, pero no nos dio tiempo de reaccionar a muchos de nosotros, algunos quisieron regresar a casa cuando ya estaban aquí, no sabemos qué es lo que les pasó, pero antes de que se cortaran las transmisiones de televisión, algunos noticieros habían logrado dar con el nombre Los hijos de Nzambi, un culto que reunía a algunos políticos y miembros de las altas esferas de poder, no sólo del país sino de varias partes del mundo. Escuchábamos de este tipo de cosas pero nunca las creí, en lo personal pensé que era una exageración, pero no es así, poco a poco las personas se defendieron, Emilio supo que no era una cosa de nada, nos ordenó cerrar las puertas y no dejar salir a los proveedores, la gente que ves es gente que estaba en la clínica. En las noches veíamos pasar a los seguidores montados a caballo, llevándose a la gente, que se aventuraba a salir, aprendimos a temerle a la noche. — ¿Cómo es posible que te encuentres tan tranquila? – pregunté alarmado. — No llamamos su atención, sabemos que en algún momento vendrán y será nuestro momento, es el tiempo de hacer las paces con Dios y aceptar nuestro destino. – Respondió tranquilamente. Alicia y yo nos miramos, no dijimos nada, ya teníamos suficiente con nuestro propio desastre emocional y no que20


#9 ríamos resolver otro, seguimos avanzando, pude escuchar que Deborah no era la única que pensaba así, muchas personas se encontraban alrededor de altares, rezando, me daba un sentimiento de rabia. Llegamos a la zona donde se había improvisado una sala quirúrgica, Deborah nos pidió que nos tomáramos asiento y esperáramos, Alicia siguió en silencio, sabía que tenía mucho que decir, pero no era el momento, ahora lo más importante es que Daniel saliera de ese problema. Tras un par de horas las puertas se abrieron, era Emilio. — Las heridas ya están cerradas, tuvimos que retirar parte del material que había quedado, afortunadamente el desgarro no alcanzo a zonas cerebrales, pero si existe una hinchazón y puede tener un dolor muy fuerte, tendremos que colocarlo en observación y medicación toda esta noche, mañana tendremos que observarlo. Les pido paciencia, descansen, ahora tengo que asearme y atender a otras personas, disculpen. — Muchas gracias doctor –dije. Emilio asintió en silencio, se retiró sin decir más. Nos quedamos en silencio, hacía mucho que Alicia y yo no teníamos tiempo para nosotros, se veía afectada, tenía una mirada desafiante hacia mí, me sentí un poco incómodo, era fuera de lo común que su presencia me hiciera sentir tan nervioso, sabía que ella tenía algo que decirme desde que intenté dejarlos atrás en el estadio Azteca, no tuvimos 21


tiempo de hablar, todo había sido un caos desde que salimos del departamento y llegamos a la clínica, todavía no sabíamos si los seguidores del culto de Nzambia se encontraban cerca de nosotros, eso me mantenía nervioso, me desafíe a mí mismo para entablar la conversación. — Lo siento –dije de manera seca. — No lo sientas –Alicia me respondió en un tono similar al mío – es algo que sabía que ibas a hacer, abandonas a todos, ¿dime sientes que los proteges de esa manera? — No digas tonterías – realmente me sentí herido — no es el momento de hablar de ello. — Dime, ¿Eso paso con tu esposa, Dante? – Me desafió con esa pregunta. — Muchas cosas pasaron, Alicia, pero te pido por favor… – no pude terminar la frase, la chica frente a mí me miraba de forma directa y angustiada – …te contaré qué paso y la razón para ir a ese lugar. Todo comenzó a cambiar cuando perdimos a nuestro primer hijo, fue un aborto debido a la delicada salud de Judith, realmente queríamos tener un hijo, antes de todo aquello estábamos más que enamorados, pero es difícil aceptar que ese tipo de cosas te pase, como hombre y creo que como pareja fue un golpe muy duro, pero gracias a eso descubrimos que mi esposa tenía una serie de problemas de salud, anteriormente me comentó que desde pequeña fue muy enfermiza, pero nunca imagine que fuera 22


#9 tan frágil. Para una pareja es difícil tomar esos tragos, Judith vivía en un de forma extraña, algunas veces nos culpábamos mutuamente, detonabamos estúpidas peleas donde nos culpábamos uno al otro, podrías creer que esto era algo que teníamos que superar, nunca entendí bien la obsesión de ella por tener un hijo, ni quiso comentarlo, pasaron algunos años, algunos días buenos, otros malos, era cotidiano, comencé a cansarme un poco de esa situación, salía con compañeros de trabajo, Judith por ese entonces creía que tenía una aventura. — ¿Y la tenías? – interrumpió Alicia. No, solamente me encontraba harto de lo cotidiano, de ver su rostro día tras día, no podía creerlo, pero la que supuestamente era el amor de mi vida, me tenía cansado, yo también comencé a tener sospechas sobre todo cuando encontraba las cosas de la habitación cambiadas de lugar o simplemente la encontraba dormida a pesar de que eran las cinco de la tarde, pensé que era depresión, quise de manera enferma que fuera eso, llegó un día donde a sus manos llego una fotografía que me habían tomado la noche anterior, ella enloqueció diciendo que sabía que la estaba engañando, de verdad Alicia, no era así, de momento la convencí de que no tenía nada que ver con nadie, ella también intento creerme, pero me pidió que saliera con ella solamente, lo hicimos, por algún tiempo fuimos una pareja. Afortunadamente, después de muchos intentos, volvió 23


a quedar embarazada, teníamos tanto miedo, no salíamos de casa, y procurábamos tener cuidado con todo lo que comiera, nuestra familia estaba bien, por aquellos meses, todo era perfecto, es curioso pensar que no sabemos reconocer nuestros momentos de felicidad hasta que los hemos perdido, ¿no te parece trágico? Es un sentimiento tan extraño, en tus peores momentos siempre recordaras los buenos momentos, sientes una nostalgia tan profunda por ti mismo, por aquél que sonreía, que sentía la lluvia caer en su rostro y hombros, extrañas a aquél que no tenía ningún tipo de peso en su vida, cuando podías entregarte a quien fuera de una manera intensa, sin ponerte a pensar en cuántas veces y cómo podría hacerte daño. La nostalgia que da la vida, no es algo que se pueda tomar a la ligera, te acompañará hasta los últimos momentos de tu existencia, hace mucho leí que la vida era un absurdo, no había un sentido, ¿entonces porque queremos vivirla tan intensamente? –lleve mis manos al rostro y note que las lágrimas cubrían mi rostro, te digo esto porque después de tantos cuidados y de tanto amor, todo se fue al diablo. Llegamos a una consulta con un amigo mío, él se mostraba serio, yo no le daba importancia, no puedo expresarte las emociones que tuvimos cuando nos dijeron que el producto, mi hijo tenía una mal formación, pensé en muchas cosas, pensé en cómo iba a cambiarnos la vida, pero las cosas se tornaron serias cuando el doctor nos comenzó a 24


#9 hablar del padecimiento, se trataba de una enfermedad en la piel, una muy extraña, incluso nunca había escuchado habla de ella, Ictiosis arlequín, una extraña enfermedad. Nos comentó que nuestro hijo difícilmente tendría un tiempo de vida largo. Dejé de creer en la vida Alicia, ¿cómo era posible que Dios se riera así de nosotros? Mi amigo nos comentó que el bebé nacería pero que viviría momentos muy difíciles porque su piel tendría múltiples infecciones y los casos que había tenido éxito era después de largos procesos de acompañamiento, Judith era un mar de lágrimas, mi sueño de tener una familia estable se había ido al carajo, sabía que las cosas iban a ser difíciles, pero no desistí, amaba a ese niño desde que supe de su existencia, lo sigo amando aun cuando ya no está conmigo, ahora mismo me escucho y reconozco mi egoísmo. Pasaron los meses y Judith se volvió más extraña, se sentía un poco asqueada del hecho de estar embarazada, en algunos momentos se volvía extraña y fingía que ya no tenía a nuestro hijo en su vientre, ella comenzaba a tomar actitudes infantiles, comenzó a coleccionar muñecos y peluches, la estaba perdiendo, sabía que la estaba matando la culpa, el terror, ¿puedes culparla? Al final era un ser humano como nosotros. — No me imagino sentir nada de eso Dante –comento Alicia muy pausado. 25


Cuando trabajaba, sentía miedo, no quería dejarla sola, hubo una ocasión en que la vi con intenciones de matarse, fue un periodo muy difícil en nuestras vidas, comencé a beber más de la cuenta, mis constantes reproches hacia la vida hicieron más difícil la situación, por esas fechas fue cuando me ofrecieron un trabajo en Guadalajara. Por otro lado, una persona que nos quería mucho y que le dolía lo que estaba pasando, me aconsejó que asistiéramos a terapia de pareja, finalmente llegó el día del parto, difícil, riesgoso, de alguna manera los doctores y todos los que nos rodeaban actuaban con una actitud de lástima hacia nosotros. No soportaba verlo, las cosas que pensé me convencieron de que no soy una buena persona, Alicia, deseaba verlo bien, sano, me enfermaba el amor infinito que le tenía, deseaba estar muerto, Judith actuaba de manera distinta, ella se la pasaba cantando por la casa, la persona que nos aconsejó, cuidó al niño cuando Judith y yo no estábamos, yo no quería volver a casa, bebía más y más, tenía miedo, mi instinto me decía que tenía que irme de ahí, me quede cegado por el amor y un poco por la locura, pero por las noches vomitaba, no dormía, me presentaba borracho a trabajar, la familia de Judith comenzó a pedirme el divorcio, yo no sabía qué hacer, pasaron los años, mi hijo tan hermoso en su espíritu, orgulloso de todo lo que era, no comprendí jamás lo que era tenerlo en mi vida hasta que lo perdí, a sus cinco años comprendía muchas cosas del mundo, era consciente de que era diferente pero lo dejaba 26


#9 a un lado, el amor que tenía por su padres era profundo, nunca supe corresponder a ese amor por miedo, tratamos de vivir una vida normal pero Judith y yo ya no éramos nada, sólo dos personas que compartían la cama pero en ocasiones no notábamos la ausencia ni la presencia del otro. Aquella noche estaba de guardia nocturna, no recibí ni una sola llamada durante toda la noche, pero al llegar a la casa, ya se encontraba la policía y los vecinos, me vieron con lástima y un tanto de desprecio, al recordarlo mi estómago se revuelve, el tiempo se detuvo poco a poco, el dolor fue instintivo, aún tengo los recuerdos de ese día, el hogar… se había roto. En un arranque de locura – jadeé un poco — Judith había arrojado a nuestro hijo por la ventana, la locura, el dolor, no pude soportarlo, de verdad que no pude Alicia, sólo sentí ira, al ver a Judith ella sonreía, nunca entendí el por qué, perdí la noción del tiempo, perdí la noción de todo lo que me rodeaba, al ver a mi hijo, sólo pude gritar de rabia, no me contuve y me lancé contra Judith que únicamente se sonreía, los policías me detuvieron uno de ellos incluso me comento por debajo que lo entendía, pero que no era el momento. Ella fue llevada al reclusorio, en todo el proceso legal, sólo pensaba en verla muerta, quería despertar y que alguien me dijera que se había colgado, pero no fue así, simplemente siguió existiendo. Las autoridades la decla27


raron como una paciente psiquiátrica, por lo que no entró en la población regular, debo decir que durante ese tiempo la familia se volvió hermética, no querían siquiera que mis padres se acercarán, yo opte por irme, llamé a ese querido amigo y acepté su oferta de trabajo, así que me fui a Guadalajara, ahí empezó realmente mi viaje. Pero las cosas no cambiaron, bebía demasiado, procuraba que mi alcoholismo no se notará, quedé como un bebedor social al que nadie quería cerca. Un día entre mi borrachera entré a una casa extraña pensando que la fiesta era para todos, los invitados me golpearon y obligaron a salir, de vez en cuando me encontraba a gente buena en las calles, amigos y conocidos que trataban de ayudarme, pasaron así algunos años, hasta que recibí aquella llamada de parte de la madre de Judith: Ella se había quitado la vida frente a toda su familia, la señora me llamo porque las últimas palabras de Judith fueron: “Quiero ver a Dante.” Deseo perdonar, dejar todo atrás, quiero dejarla ir, no la he dejado de amar, ella siempre ha estado en mí, es parte de lo que soy, aunque recuerde lo que pasó, no he dejado de amarla. Vine como una penitencia, puedes decir muchas cosas, pero creo que nadie puede actuar de una manera correcta en estas situaciones. Quería dejarlos atrás a ustedes dos porque no se merecen esto, Daniel y tú no pueden caminar mi sendero, 28


es por eso que después de que Daniel se sienta mejor, los llevaré hacia el zócalo, tienen que vivir vidas plenas. Por aquellos que sienten deseos de vivir, deben sobrevivir, existen personas que deberían estar vivos, cuántos de los que se fueron no quisieran un día más en la vida, es por la nostalgia de los muertos que hemos de seguir adelante. Alicia estaba llorando, me acerqué a ella poco a poco. El caos de la ciudad, el dolor y la muerte, el miedo y la desesperación, quería que desaparecieran de sus vidas para siempre, eran unos niños. Daniel peleaba por su vida, Alicia había perdido a sus hermanos, seguir a un hombre que busca redención entre los muertos no era una vida para ellos. La chica alzó la mirada, y sus ojos lucían tan llenos de amor y miedo. Nos abrazamos tiernamente. — La vida es cruel Dante – Susurró ella –pero no debes de sufrir por eso. Alicia volvió a verme, sentí sus intenciones, ella cerraba los ojos lentamente y acercó sus labios a los míos. Mis pensamientos se cortaron, tuve que detenerla en seco. La miré fijamente, no quería que nadie más se involucrara en este drama, ella ya tenía suficiente con todo lo que estaba pasando, ahora teníamos que pensar en salvarnos. Emilio me llamó desde lo lejos, solté a la chica la cual se veía desconcertada, me separé de ella e ingresé al cuarto donde Daniel se recuperaba.



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