
6 minute read
El arte de ser Cartoonista
Gabriel Rodríguez Pastrana Gabo
Advertisement



Por Esteban Torres P. ¿Cuándo descubriste tu vocación o ser cartoonista es complemento de tu verdadera vocación?
Desde niño me di cuenta. Todos mis cuadernos estaban llenos de dibujos y alguna que otra nota. En esos tiempos todavía no se hablaba de los niños kinestésicos; para mí si los libros no tenían fotos y dibujos me aburrían fatal, no me conectaba. Estando en la prepa descubrí la carrera de comunicación grafica en la UNAM, fui para conocer el plan de estudios y por mis aptitudes me recomendaron que fuera a ver la carrera de diseño artístico que estaba empezando en Bellas Artes; la disfruté mucho porque era lo que me gustaba. Ya como diseñador gráfico puse mi propio despacho, creció y de repente a la mitad del camino me piden un servicio de caricatura, la persona que me llamó sabía de mi pasión -te comento que hace aproximadamente 30 años hacía dibujos en Zona Hotelera con un amigo, nos divertíamos mucho, ganábamos muy bien pero ese dinero que ganábamos lo gastábamos esa misma noche, así que nunca ahorramos nada-, pero ahora que lo retomé para dar un servicio se convirtió en otra cosa. Un día me llamaron -hace aproximadamente siete años-, del hotel Coral Beach para dibujar a los integrantes de una convención, eran 1,500 personas, y sólo tenía 10 días, así que busqué a Franky, hicimos casting y encontramos a dos personas. Para identificar al grupo lo denominé Cartoonistas y así se quedó, lo registré, y como nadie hacía este trabajo profesionalmente, lo empezamos a promover. Seguí con mi agencia por las mañanas y por las tardes empecé a ir a fiestas para hacer dibujos. Alguien me dijo alguna vez: Si eres muy bueno en algo que te gusta, debes de cobrar por ello, y yo lo haría toda la vida, pero hay muchas cuentas por pagar todos los días…”
¿Qué sentías que te tenía preparado el lienzo de tu vida cuando eras pequeño y sólo veías trazos en tu mente de tu futuro…?
“Creo que el no saber era lo que me emocionaba. Siempre me ha gustado la sensación de descubrir cosas nuevas. Desde niño, andando en bicicleta, el alcanzar una cuadra más allá me emocionaba, así nació mi frase: Sorpréndeme vida, lo que sí tenía claro era que tenía que hacer algo me gustara porque lo iba a hacer todos los días. El diseño me apasiona, pero dibujar es mi recreo”.
¿Qué fue lo que detonó tu actividad…?
“Realmente fue una situación muy peculiar. Traba-


jando para el corporativo de hoteles Meliá, cerré un trato para hacer la imagen de sus centros de consumo, los jefes estaban muy satisfechos por la propuesta, saliendo de esa junta me encuentro a un amigo de la prepa que necesitaba un dibujante porque le había quedado mal, no llegó, me preguntó si aún hacía dibujos y le dije que sí, así que acepté ese palomazo, me prestó una guayabera y me puso un sombrero para estar a tono con la kermés mexicana que había. Todo iba bien hasta que apareció por ahí el grupo corporativo con el que acababa de hablar, me preguntaron qué estaba haciendo ahí pero cuando vi su cara y que no me dejaron terminar, me sentí muy mal por la decisión de aceptar esa chamba, porque para ellos fue una discrepancia de mi imagen profesional. Pasaron 11 años de vida y yo no pinté ni un monito más. Hacía dibujos para anuncios, pero nunca volví a hacerlo de forma espontánea hasta que llegó el evento de Coral Beach que me hizo retomar mis dibujos y darme cuenta qué eso era lo que más me gustaba que es precisamente dibujar”.
Se dice que por qué hacer la vida aburrida si puede ser muy divertida, tú qué opinas…
“Totalmente. Está comprobado que los dibujantes tenemos un superpoder. Me ha tocado ver cómo cambia la cara de las personas en ocho minutos que me toma hacer un dibujo. De la caricatura tu puedes detonar la emoción que quieras. Yo me quedo con la diversión, el amor, yo me quedo con lo positivo, con mi trabajo lo potencializas”.
¿Cuándo tienes a una persona frente a ti qué es lo primero que ves para empezar una nueva obra?
“Su geometría. Su actitud. Eso es lo más dibujable. Su vibra queda plasmada”.
Te ha tocado hacer algún trabajo que no te inspire ni encuentres algo para destacar…
“Es lo más difícil, yo digo que es cuando la gente es gris. Hay gente que no te transmite nada y visualmente no tiene un rasgo destacable. Y además son aburridos. Son todo un reto. Es como nadar en aguas desconocidas”.
El artista encuentra la ocasión y así te sucedió cuando falleció El Charro de Huentitán, don Vicente Fernández…
“Me desperté temprano ese día, él acababa de fallecer. Vi las noticias y pensé: qué puntada la de Chente, de seguro la gente va pensar que se lo llevó la Virgen de Guadalupe para que le cante serenata; se lo comenté a mi chava y le dije todo esto, y ella me respondió: No te quedes con la idea, mejor hazlo, y ahí sentado frente a la tele lo hice, le puse los hashtags y lo mandé. Al poco rato empezaron a marcarme y se viralizó en poco tiempo. Días después me llegaron hasta las felicitaciones de su viuda, doña Cuquita”.
Algunas otras personalidades que te hayan inspirado y les hayas hecho llegar tu obra de alguna forma…
“Sergio Sarmiento fue uno de ellos. La Fundación Salinas me invitó a recibir un premio y mientras me tocaba mi turno le hice una caricatura y se la ofrecí. Le pedí una foto y me dijo: No pierdes el tiempo verdad… Yo le dije si te refieres porque soy un oportunista, esto lo hago todo el tiempo, puede ser en mi casa, en la calle o donde esté, realmente cuando veo algo que me inspira, lo dibujo. Me dio una palmada y se fue. Odyn Dupeyron es otro, pero de él no tengo fotos. Y muchos más…”.
Tu obra está concebida para alegrar, hacer reír, ver el otro lado de nosotros que nunca vemos o cuál es tú objetivo; además de todos estos que te he mencionado hay alguno que yo encuentro…
“El principal es divertir. Pero va implícito el estilo de cada persona. Yo busco el lado bueno de la gente, me enfoco en eso y no me muevo. Pero si es una gente tóxica y no lo sé, tampoco lo busco. Alguna vez trabajé para un grupo político, les dije que haría casi todo lo que ellos quieran comunicar, siempre y cuando fuera positivo, nada negro, pero cuando empezaron a ponerse intensos los guamazos, les dije que yo no soy instrumento de odio, y me hice a un lado”.