INFORME ESPECIAL
FINALMENTE, TODO DEPENDE DE LA ESPECIE Blgo. HUGO PONCE Director Asociado Intedya Toluca Lerma
hponce@intedya.com
U
n día cualquiera, un controlador de plagas llama a su amigo entomólogo y le pregunta si una cucaracha es capaz de sobrevivir en un refrigerador, a lo que el entomólogo responde. “Depende de la especie”. Quizás una de las respuestas que más irritan a la gente cuando consultan a un biólogo, especialmente si éste se ha especializado en la taxonomía ¿No pueden responder simplemente sí o no? ¿No es lo mismo una cucaracha a otra, una mosca a otra, una rata a otra? La respuesta es un rotundo, no. Para comprender mejor la naturaleza, es necesario generar modelos que nos permitan analizarla mejor. Es equivalente a cuando se ordenan los cajones del escritorio, los clasificas según ciertas características que
te permitan localizarlas mejor cuando se necesiten, ya sea color, tamaño o uso. El hombre ha buscado entender su entorno desde siempre y para ello ordena y nombra a las cosas. Lo mismo ocurre en la naturaleza, en la que creamos modelos que nos permitan profundizar en su conocimiento. Un buen ejemplo (y quizá la mejor) es la tabla periódica de los elementos químicos de Dmitri Mendeléyev, pero otro en constante desarrollo y que nos ocupa en el presente artículo es la clasificación de los seres vivos. Antes de hablar de la importancia de la identificación (o determinación, como es lo correcto) de las plagas, vale la pena entender algunos conceptos. En primer lugar, conviene aclara las diferencias en conceptos que se
creen sinónimos. Por un lado, la taxonomía, que es el estudio y aplicación de los principios de la clasificación y nominación de los organismos, en taxa (plural de taxón) que son las unidades de la clasificación (familia, orden, clase, especie). Por su parte, la sistemática es el estudio de la diversidad o de las relaciones entre los organismos en el nivel de población o en un nivel superior. En la mayoría de las propuestas de clasificación científica de insectos, roedores, aves u otros seres vivos, busca, en mayor o menor medida, reflejar sus relaciones de parentesco y su historia evolutiva. Como antes dijimos, son modelos que permiten al hombre comprender la naturaleza y la evolución. Con esto, es entonces comprensible que
para poder definir que una pequeña araña o un ratón pertenecen a una población, que llamamos “especie”, es necesario comprender más allá de su descripción. Es quizá por esto que se suele despreciar el ejercicio del taxónomo, pues se piensa que sólo se dedica en buscar las dos o tres características que, según un libro lleno de palabras incomprensibles, le indicarán un nombre en latín aparentemente sin sentido, pero que se ve muy bien en el reporte al cliente del controlador de plagas. Naturalmente, el determinar que un insecto en un frasco o trampa ha sido clasificado como una especie determinada, ha requerido un profundo estudio de esta y muchas otras especies, incluso algunos no tan cercanas, para poder (al menos
LATAM PLAGAS 17