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La noche del gato
Un relato basado en una entrevista
ConmotivodelDíadelLibroeste23deabril,queennuestroinstitutohemosqueridoampliaralMesde los Libros, porprimeravez enCJRostraemos la entrevista a losalumnos delmesen formaderelato. Unadecisiónformalqueresponde,además,alfondo:yesquelahistoriadelgato,elabueloylabomba que cuenta a Lucía y Javi suabuela responde perfectamentea los cánones delrelato corto.
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Nunca he entendido por qué hay chicos de mi edad que no prestan atención a lo que cuentan sus abuelos. Desde que era pequeña ha sido uno de mis pasatiempos favoritos, es más, podría decirte que lo he preferido a meterme en las historias de los libros o incluso a picarme durante horas con los videojuegos. Claro, que tengo que reconocer que mi abuela es muy especial, y sabe contar las cosas y mantener la atención. Desde que murió mi abuelo habla mucho más que antesysesientehalagadacuando le pedimos que nos repita una anécdota de hace tiempo. A este ritualsehasumadohacenotanto mihermanoJavier,más pequeño que yo, que ahora va a 2º de ESO. (Por cierto, me presento, soy Lucía Carranza y estudio Bachillerato en el IES Joaquín Rodrigo).
A veces pasamos veladas con ella, son momentos únicos, como debían ser aquellos de los tiempos de las cavernas, cuando los familiares se reunían junto al fuego para escuchar relatos de los sabios. Mi hermano y yo en pijama, retozones sin querer ir a acostarnos, dispuestos a escuchar, también a tomarle un poco el pelo a mi abuela, porque bromeamos mucho con ella: Así no es como nos los contaste la última vez, a ver si te lo estás inventando , le decimos por ejemplo. Ella refunfuña y comentaalgosobresumemoriao la nuestra, pero enseguida se le pasa.
Nunca he entendido por qué hay chicos de mi edad que no prestan atención a lo que cuentan sus abuelos
Parece que estoy viendo la habitación, el sofá de rayas marrones y blancas, los sillones de toda la vida, en los mismos colores.Lamesitaconloscuadros familiares, nuestra foto en el Retiro. Y todos esos detalles que suele haber en las casas de los abuelos, las casas de antes. La de mi abuela, en el barrio del Pilar. Pero la historia que tanto nos llamó la atención el otro día transcurríaen lacasadeinfancia de mi abuelo, en Chamberí. Siempre me hizo gracia ese nombre, Chamberí, dice mi abuela que es un barrio muy castizo y del Madrid característico, pero a mí me suena como a pirulí, nopuede ser muy serio un barrio que termina en í, ¿no os parece? ¿Os imagináis que Vicálvaro fuera Vicalvarí? Bueno, sigo que me voy por las ramas, como hace siempre mi abuela, que empieza a contar una historia y de repente empieza a hablar de que tal o cual era hermanadeaquelquesecasócon la cuñada de la vecina de abajo, y entonces ya nadie recuerda de lo que estaba hablando inicialmente.
En clase de Historia estamos viendo la guerra civil, y de este episodio tan triste tienen memoria lejana nuestros abuelos y muy cercana los bisabuelos, quien los haya conocido. Nunca me había puesto a pensar lo real que para ellos fue lo que nosotros no podemos ni imaginar y estudiamos ya en los libros de texto. Así que pedí a la abuela la otra noche que nos contara algo de entonces, y ella refirió algo quealparecerimpresionómucho a nuestro abuelo Juan Manuel, que entonces tendría unos seis años.
Cuando se sabía que iba a haber unataqueolo estaba habiendoya sonaban las alarmas, me contaba tu abuelo. Ese sonido lo conozco y se te clava adentro, es difícil de imaginarparavosotros,pareceel barrito de un elefante, un lamentocomodelprincipiodelos tiempos. Indica que va a haber bombas, disparos, catástrofe. La familia, recordad que aparte de los bisabuelos él vivía con sus dos hermanos, era el pequeño, salió corriendo al refugio, al más cercano . Yo ya miraba embobada a mi abuela y su gusto por contar, aunque fueran tragedias, cuando Javier la interrumpió: Un elefante barrita, abuela, qué bien hablas. Yo me acuerdo por un cuento que tengodecuandoerapequeño .Yo le interrumpí con una cuestión que me interesaba más: Pero ¿dónde estaban esos refugios? ¿Quiénloshacía? .
En guerra todo tiene otra dimensión, hija, y lo que parecía imposiblesehacerealidadparalo maloperotambién paralobueno. No lo sé, pero lo cierto es que debieron salvarse muchas vidas así. El caso es que allí mismo les dijeron que habían bombardeado su casa, imagínate, lo que tiene que ser eso, saber que donde está todo tu mundo, no ya sólo las pertenencias, que no serían muchas, sino aquel lugar donde has vivido todo, puede estar destruido o en llamas . Al llegar ahí la abuela carraspeó para evitar que le cayera una lágrima de emoción. Era otra época, mucho peor que la de ahora, hijos, aunque no me preguntéis cómo pero también lo pasábamos bien y éramos felices a nuestra manera . Como ejemplo de esas penurias mi abuela volvió a contar algo que ya nos había dicho alguna vez: que debajo de casa de mi abuelo había una tienda de leche pero que en aquellos días de guerra no se podía comprar ahí, porque se ve que se la requisaban, pero que la tendera les pasaba un cubo que subían desde arriba con cuerdas. El amor y la solidaridad en tiempos de guerra, la luz abriéndose siempre paso en las tinieblas.
El alivio que sintió la familia duró poco tiempo, al darse cuenta de que el gato no estaba en la casa.
Por fortuna, aunque por desgracia para otros, la casa bombardeada no era la de ellos, sino la del bloque de al lado. Mas el alivio que sintió toda la familia duró muy poco tiempo, porque enseguida se dieron cuenta de que el gato no estaba dentro de la casa. Ahora hay mucha gente con perros y con gatos domésticos, pero entonces no era nada habitual, y sé que a ese gato le adoraban, era parte muy importante de la familia . El amor que se siente por los animales lo conocemos muy bien mi hermano y yo, por lo que en esemomentofuimosnosotroslos queestuvimosapuntodesoltarla lagrimita. Pero cuál sería su sorpresa prosiguió mi abuelacuandoaldíasiguiente,lafamilia al completo en pleno duelo, apareció el gato tan campante, atusándose con mucha parsimonia, en ese ceremonial que hacen los gatos para limpiarse . Una alegría inmensa es lo que sentimos cuando mi abuela llegó a ese momento, pensandoenlacaradelgato,enla felicidad de mi abuelo, en lo que habría hecho y vivido el animal en esa noche de fuga, de desbandada general. ¿Habría también refugios para gatos? Nuncasesuponada,seguramente alguien descontó una vida de las siete que se dice que los gatos tienen.
Hacedme caso: escuchad a vuestros abuelos, hacedles compañía y dejad que os mezan con el sonido de sus relatos. Me lo agradeceréis.