8 minute read

Microteatro, macrosemana 23

Microteatro, macrosemana

"El microteatro consiste en obras de quince minutos de duración, en un espacio de 15x15 metros y con quincepersonasde público " .Cuántasveces habréescuchado eso laúltimasemana…En español,eninglés, yseguroquelo han dichoalgunavez en alemán ybúlgaroaunquenolo haya entendido.Y es quedesdeque entré en el proyecto Erasmus+ el curso pasado, la palabra microteatro ha aparecido muchas veces en mi vida; hasta que hace como un mes apareció también en una taquilla real en la entrada del instituto para daraconocerelmicroteatroeinaugurarunencuentroque,másque micro ,yollamaría macrosemana .

Advertisement

Cuando en noviembre se llevó a

cabo el primer encuentro de este tercer proyecto yo ya empecé a pensar en la de cosas que íbamos a hacer cuando vinieran a

España, pero tampoco le di muchas vueltas y me centré en disfrutar hasta el último minuto.

La siguiente ocasión, la de España, empezó con alegría por el reencuentro y emoción por la expectativa de otros siete días con la gente a la que tanto echaba de menos. La semana fue aún más increíble de lo que esperaba, porque no hubo ni un día en el que no trabajáramos en el tema del proyecto: el microteatro. Esas obras de quince minutos, en un espacio de 15x15 metros y con quince personas de público; sí.

Durante el fin de semana nos dedicamos fuera del proyecto a conocer Madrid y a empezar a cansarnos como si nos gustara; paseando por la Gran Vía, a la que tuvimos que ir mucho más durante toda la semana para llegar hasta el microteatro, que ni el sábado ni el domingo estuvo presente, aunque algunos nos acordábamos lejanamente de que existía… Hasta el lunes, en la gala inaugural, donde empezaron a repetir esa palabra y se nos despegó de los labios bastantes días después.

El martes no hicimos otra cosa

que no fuera trabajar el concepto, ya que por la mañana

empezamos a preparar por grupos las obras y por la tarde

tuvimos la Microtheatre

experience, en la que leímos y ensayamos el guion de una obra de este género con un actor profesional, Antonio Ponce, que ya nos conocía y con el que nos reímos mucho; para después ver cuatro obras de las que dos, no vamos a mentir, a muchos nos hicieron llorar. El miércoles nos

llevamos el microteatro al Centro Cultural El Madroño , donde seguimos con la creación de las obras finales; y el jueves algunos volvieron a la cuna del micro

(después de una semana ya tenemos más confianza y llamamos por este apodo a nuestro querido género teatral), donde los actores practicaron y los técnicos se situaron. Fue el

viernes, el gran día, cuando todos fuimos de nuevo al pequeño local negro del centro de Madrid; seis de nosotros dieron la bienvenida

tras la barra y luego tuvimos el privilegio de ver representadas nuestras queridas obras en salas reales de microteatro, palabra que teníamos ya tatuada a fuego en nuestras mentes y, sobre todo, en nuestros corazones. Esa

misma noche, en el salón de actos del instituto, hicimos la fiesta de despedida, en la que las lágrimas hicieron acto de presencia.

Aunque la verdadera llorería sucedió el sábado, cuando nos despedimos con tristeza; pero también felices porque habíamos tenido una macro semana en

gran parte gracias al microteatro.

¡Despierta!

- ¡Despierta!, ya estamos llegando - me dijo Noa mientras me agarraba la pierna fuertemente. La canción de La Ramona estaba a

punto de terminar y el autocar a punto de aparcar.

Llegamos, al fin, después de varias horas. Me bajé del autocar y, a pesar del mal olor a pescado, el ligero olor a mar se percibía. Miré a mis compañeros y en ese momento tuve la sensación de

que esa semana iba a ser inolvidable; así fue.

Lo primero que hicimos fue ir a comer. Estábamos alojados en un apartamento pero los desayunos, las comidas y las cenas se realizaban en el hotel que se encontraba justo en frente. Así que, una vez tomado el postre, fuimos a las habitaciones. Esa tarde comenzamos a llevar a

cabo los deportes que habíamos organizado. Este viaje no consistía únicamente en ir y bañarse en la playa, sino que, días previos y divididos por grupos, estuvimos organizando las actividades, veladas y deportes que íbamos a realizar. Unos se ocuparon de dividirnos por grupos para las actividades náuticas de por la mañana. Otros, nos encargamos de pensar en los deportes que podíamos realizar en la playa de 17:00 a 19:00. Había otros grupos que pensaron en juegos para llevar a cabo en la playa por la noche durante las veladas; y por último, había otras personas que se dedicaban a pensar en dinámicas con el objetivo de que nos relacionásemos con el mayor número de compañeros posible.

La primera tarde fue intensa. A pesar de hacer frío, sudamos jugando al volley, al fútbol y al béisbol. Divididos en ocho grupos íbamos cambiado cada media

hora de deporte. La tarde estuvo llena de música, risas y algún que otro golpe.

Todas las tardes bajábamos a la playa a la misma hora e íbamos alternando esos deportes con el Flag, las palas y el balón prisionero. La mejor parte, sin duda, era a las 19:00, cuando nos quedábamos, con Edu y Ax, jugando al volley. Sentía que éramos un verdadero equipo y sin darnos cuenta día tras día nos

convertimos en una pequeña familia.

Después de esas tardes intensas teníamos tiempo para cambiarnos y prepararnos para ir a cenar. Era en ese momento el

que se notaba el sueño en nuestros rostros. El primer día, a pesar de haber estado solo la tarde, acabamos muy agotados. Pero las fuerzas las volvimos a

recuperar tiempo después cuando volvimos a ir a la playa y nos quitamos las zapatillas para pisar la arena congelada, la cual toqué descalza durante medio minuto. La arena congelada no impidió que llevásemos a cabo las actividades de la velada. Esa

noche, hicimos una yincana por equipos.

El martes, otro de los grupos preparó otra yincana que incluía un recorrido por Gandía acabando esta en el faro. Fue la

que más me gustó, porque además, mi grupo y yo conseguimos ganar. Una de las noches, no pudimos bajar a la playa debido a lo que estaba lloviendo; pero eso no nos impidió seguir con nuestra diversión. El grupo encargado de organizar las actividades de esa velada, preparó en cada habitación un campeonato de juegos de mesa.

Era durante estos momentos

donde la mayoría nos dedicábamos a matar a nuestros

compañeros. A matar, sí. Como he mencionado antes, había unas actividades a las que llamábamos dinámicas que se jugaban durante todo el día. Una de ellas

era El Vampiro. Cada uno tenía asignado un objetivo, el cual debía de eliminar. Para

conseguirlo, debía decirle a su objetivo "estás muerto" sin que nadie se diese cuenta. Si se

conseguía, la persona a la que se había eliminado debía revelar su

objetivo a su vampiro, el cual se convertiría en la próxima víctima de este. Las veladas eran

perfectas para esto, pero había que estar atento durante todo el día, incluso por las mañanas mientras se realizaban las

actividades náuticas. El primer día, debido al mal tiempo, no pudimos llevar a cabo las actividades previstas; pero fueron reemplazadas por otras como el Paintball, el Futbolín Humano, algunos recorridos de Wipeout y la lucha libre entre otras. A pesar de las malas previsiones sobre el temporal, acabo haciendo bastante calor.

Fue una de las mejores mañanas.

Al día siguiente, sin embargo, pudimos hacer kayak, remo y vela. Sin duda, lo que más me gustó fue el remo.

El jueves, el último día, hicimos surf y paddle surf. No conseguí ponerme en pie en la tabla, pero muchos de mis compañeros sí lo hicieron. Esa mañana hacía

bastante aire, y a pesar de llevar neoprenos, tener frío era inevitable. Sin embargo, lo disfrutamos al máximo, ya que todos éramos conscientes de que era nuestro último día allí. La

tarde y la noche también fueron distintas. Después de realizar los deportes de 17:00 a 19:00 jugamos nuestro último y mejor partido de volley. Además, esa noche, bajamos a la playa con las toallas y el altavoz, y bailamos las coreografías que Edu nos había enseñado: Travesuras y Caramelo. Volvimos al

apartamento cerca de la una de la madrugada; y sin pegar ojo aguantamos despiertos hasta las seis de la mañana, hora a la que bajamos a la playa a ver el atardecer. El aire, los colores y sobre todo la compañía, hicieron de ese momento único e

inolvidable.

Dos horas después desayunamos, hicimos las maletas y tomamos un gofre para hacer tiempo a que llegara el autocar.

Edu nos emocionó con su

discurso, y nosotros, les dimos las gracias a él y a Ax por haber hecho posible este viaje y por haber sido dos compañeros más .

En el autocar, nos quedamos todos dormidos antes de que a este le diese tiempo a arrancar. Y con música de fondo, partimos hacia Madrid.

- ¡Despierta!, ya estamos llegando - me dijo Noa mientras me agarraba la pierna suavemente. Abrí los ojos, y allí estábamos, en frente de la puerta del instituto.

This article is from: