La Llave de Plata No.6

Page 1

La Llave de Plata

No .6 Febrero 2024

Preludio

Los textos aquí presentados, en apariencia, son inconexos. Sería un tanto forzado tratar de colocarlos en la misma bolsa sólo porque en un par de ellos, de un modo u otro, el tópico del amor sale a relucir. Lo cierto es que ninguno se eligió por este motivo, en todo caso, el motivo por el que se eligieron fue aquel con el que empezó esta publicación, el deseo de compartir nuevas propuestas y abrirles las puertas a mundos y personajes fuera de lo ordinario. Es innegable, en cualquier caso, que las relaciones humanas parecen ser el eje que mueve todas las narrativas de esta edición, así sean amistosas, amorosas o de odio y obsesión. Cuando se piensa en febrero de manera inmediata se piensa en el romance, en la ocasión propicia para declararle tus sentimientos a una persona especial y también es la época en la que el debate de si vale la pena o no celebrar la amistad se vuelve a encender. Con todo, quizá lo único que se busca es honrar a la o las personas con quienes más congeniamos, aquellas con las que compartimos momentos especiales y sin las que sencillamente la existencia sería más desabrida. A lo largo de las siguientes páginas, hay representaciones atípicas de lazos humanos, aunque no por ello menos genuinos. Lazos de dependencia, de venganza. Lazos de madre-hija. Lazos que aún no existen, pero que alguien viene a decir que existirán y los últimos suspiros de un amor en el fin del mundo. Es agradable pensar que las lecturas de este y pasados números puedan invitar a la reflexión; ojalá que estos textos les planteen nuevas maneras de abarcar sus relaciones con otros o les permita ver que, en ocasiones, el afecto se puede mostrar de las maneras menos comunes.

Índice

Cuento

La mujer en la esquina de la pintura con uñas largas

Susannah Dickey

Room Tour

Lucy Zhang

Poesía

Seis maneras de ver el amor cuando el mundo se está acabando

1 21 31

Cuento

Traducciones de Diego Gutiérrez Mora

La mujer en la esquina de la pintura con uñas largas
Susannah Dickey
x 1

Cuando nací, mi mamá y las enfermeras se rieron de mis uñas largas de bebé. “Eras una bolita con esas sorpresas afiladas que salieron de la nada”, mi mamá dijo, “como encontrar pedazos de cascaron en tu omelette”. Pienso en esto mucho. Meto mi pulgar en la piel con textura de omelette de mi otro pulgar. Lo hago hasta que se enrojece como jugo de tomate.

Siempre he tenido uñas largas que crecen muy rápido. Me estoy vengando de la mujer que vive en el piso de arriba. *

El 17 de febrero conozco a Melanie en el vestíbulo de nuestro edificio. “conocer” a alguien puede tener tres significados:

1. Ver o hablarle a alguien por primera vez.

2. Juntarse con alguien de manera intencional

3. Juntarse con alguien de manera no intencionada.

Cuando “conocí” a Melanie el 17 de febrero en el vestíbulo, para mí es el tercer significado.

El edificio supuestamente se llama torre Benson, pero la primera “e” y la segunda “o” han desaparecido para siempre desde que me mude. Siempre ha sido Torr Bensn. El edificio es mejor por un pequeño margen por dentro de lo que es por el exterior. Melanie está parada al lado del mullido tablón de anuncios verde, pero ella no está viendo los volantes, está viendo su teléfono.

Cierro la puerta y paso a un lado de ella. Espero en la puerta que da a las escaleras. Ella no ha volteado.

― ¿Vienes por este camino?

(Ahora ella levanta la mirada)

—¿Perdón?

x 2

—Arriba. ¿Vas para arriba?

—Oh. Sí, perdón. En un momento.

—No puedo esperar.

― ¿Tú también vives aquí?

Está claro que Melanie piensa que nos estamos “conociendo” en el primer sentido, aunque nos hemos encontrado varias veces. Puedo recordar todas las veces que nos hemos encontrado. Una vez, nos encontramos en la puerta. Se acercó a mí por la espalda y nos paramos lado a lado, viendo hacía la calle. Estaba lloviendo y dije «Está lloviendo», y ella dijo «Está lloviendo a cántaros», y entonces ella se rio. Jaló su bufanda para ponérsela sobre la cabeza y caminó hacia afuera. Llevaba puestos unos botines de color marrón y me pregunté si se llenarían de agua de lluvia como dos macetas.

En otra ocasión nos encontramos en las escaleras. Me hice a un lado y me puse de espaldas contra el barandal para que ella pudiera pasar. Ella dijo «hola» y yo dije «hola», y ella dijo «Podrían ponerse manos a la obra con las reparaciones de esa luz, ¿no crees?» Y yo dije «sí», porque la luz de las escaleras está rota. En otra ocasión, más reciente, la encontré en el vestíbulo otra vez, cerca de la gran planta artificial. La planta artificial tenía una serie de luces enredadas alrededor de ella y un gorro de santa colgado, aunque era 16 de enero. Ella estaba de camino afuera y yo acababa de llegar. Estaba buscando algo en su bolso y no estaba viendo hacia enfrente por lo que chocó conmigo.

x 3

Ella dijo Dios mío, «¡perdón!» y yo dije «está bien», y ella dijo «uno día de aquellos», y entonces hizo un gesto para disculparse con sus hombros y se fue.

Ella me conoce.

—¿También vives aquí?

—Sí, vivo aquí.

—Oh, perdón, yo sólo―

—Nos hemos encontrado muchas veces.

—Perdón, sólo es que―

—Me arrepiento de detener esta puerta para ti.

—Lo siento, yo―

—No te mereces mi decencia humana común.

No dije esto, aunque quería hacerlo. Me alegro ahora de no haberlo dicho. Significa que puedo vengarme sin sospechas.

*

«Decencia humana común» es una frase que mi mamá usa muy a menudo. No sé si hay decencia humana poco común, pero supongo que la debe de haber. Mi mamá es una profesora de Biología. Ella a veces dice que la decencia humana común debería ser enseñada en las escuelas en lugar de la meiosis celular. No estoy segura que significaría esto para su trabajo como maestra de biología.

Cuando Melanie me preguntó si vivía aquí sólo dije «sí», y ella dijo «Oh dios, lo siento, ha sido una semana de mierda», y quizá haya continuado hablando, pero para entonces la puerta se había cerrado. Subí las escaleras hasta mi pequeño apartamento del primer piso. Me comí cuatro barras energéticas en la cama,

x 4

después pensé en la venganza y después me dormí por un rato, entonces me masturbé.

Me masturbo mucho, a veces dos veces al día. Usualmente me masturbo viendo videos de YouTube de mujeres jóvenes siendo hipnotizadas. Encuentro bastante gracioso que un género bastante específico ya se haya hecho con sus tropos.

Los hipnotistas siempre tienen colas de caballo cortas —pequeñas y cafés que aparecen y desaparecen como el asa de una tetera.Las mujeres siempre son pequeñas y bonitas. Usualmente es el momento antes de que caen, cuando sus ojos están medio cerrados y sus bocas están un poco abiertas, lo que me excita. Normalmente puedo calcular mi clímax para que suceda en ese momento. Me gusta fingir que la mujer soy yo, porque me gusta la idea de que alguien sea capaz de silenciar mis pensamientos. Hago mucho ruido cuando llego al orgasmo. Hago gemidos profundos, fuertes y tristes.

Melanie vive arriba de mí y a veces puedo escucharla riéndose al teléfono o mirando televisión. Tiene un microondas que hace un ruido similar al de la campana de una bicicleta.

*

Hay una maestra de sociología en la escuela de mi mamá. Su nombre es Yvette y se viste con ropa originaria de tiendas de caridad o de la concesión Per Una en Marks y Spencer. Puedes saber cuáles prendas han salido de donde mirando sus botones —los botones de Per Una son siempre artificiales por su falta de uniformidad. Yvette tiene el cabello rubio y ondulado con raíces oscuras. Hace tres años organizó un día llamado el día de “hace falta una aldea”. Todos los estudiantes pudieron faltar a clases. Se sentaron afuera y pintaron palabras amables sobre piedras grandes y pequeñas. Mi mamá le había preguntado un día an-

x 5

tes «¿qué es exactamente una palabra amable?» e Yvette le había dado algunos ejemplos: creer, añorar, positividad, aceptación. Mi mamá me había preguntado qué pensaba y dije pienso que una palabra amable debería ser una palabra que se queda de manera afectuosa en tu boca. Me preguntó qué palabras se quedaban de manera afectuosa en mi boca y pensé por un momento y dije «afluencia» y ella se rio.

En el día de “hace falta una aldea” Yvette se puso de pie con un micrófono y leyó una historia que había escrito sobre un extraño que llega a una aldea. El extraño no tiene ningún lugar donde vivir y no tiene dinero así que los aldeanos le dan cada uno una piedra de sus casas para ayudarle al extraño a construir una casa. Cuando Yvette fue al estacionamiento más tarde ese día, la ventana de su Honda había sido quebrada. En el asiento trasero había una piedra que tenía escrita “mierda” en ella. Mi mamá trajo a casa una piedra que decía «afluencia» y la usamos como un pisapapeles.

*

Masturbarse con uñas largas es incómodo. Es molesto cuando puedes sentirlas picando tus adentros como si te estuvieran raspando hasta dejarte limpia. Mi mamá siempre me ha alentado a tener mis uñas cortas y limpias, pero no por esa razón. Ella dice que las uñas largas y desaliñadas se ven baratas. Cuando vivía con ella siempre me compraba paquetes de limadores de uñas que yo nunca abría. No me gusta la sensación de los limadores —es como ser lamida por gatos. En lugar de limar mis uñas me las arranco. Trabajo con una esquina hasta que se desprende y entonces jalo. Solía poner las uñas en mi boca y masticarlas por un momento y luego las aventaba por la ventana.

x 6

La conversación que tuve con Melanie el 17 de febrero me hace infeliz y me hace pensar que quizá ella sea bastante odiosa. Esto debido a una variedad de razones:

1. Nos habíamos encontrado en varias ocasiones y aunque yo no soy la más reconocible, aun así soy bastante reconocible.

2. El que yo viviera o no en el edificio no tenía nada que ver con que ella subiera. Al preguntarme si yo vivía aquí, estaba poniendo de manifiesto que ella no me recordaba, pero no había necesidad para que ella hiciera eso.

El día posterior al 17 de febrero fui arriba a echar un vistazo a la puerta de Melanie. La Torr Bensn está en decadencia, pero las escalinatas que conectan el primer y segundo piso están particularmente deterioradas. Hay una piscina de agua con oxido en un escalón y sobre ella está flotando un curita con un cubo de piel beige pegada a ella. El cubo es como un pixel de un humano y a veces me pregunto si alguien en el edificio anda caminando por ahí con una ausencia en su cuello u hombro o brazo. La alfombra en el piso de Melanie es agradable, es color oxido con vides del color de los guisantes de la sopa. Sé cuál es la puerta de Melanie por el zapatero plateado que está afuera. Tiene cinco pares de zapatos en rotación y calza del veinticinco y medio, el cual parece ser un número bastante tedioso para calzar. El que tenga sus zapatos afuera de su departamento también la hace parecer odiosa porque sugiere que es muy ingenua como para pensar que alguien en este edificio robaría sus zapatos y/o el zapatero.

x 7

Mi mamá dijo una vez que la ignorancia predispuesta es un rasgo odioso y que la ingenuidad se parece al primo de la ignorancia predispuesta.

Los cinco pares de zapatos de Melanie son: un par de zapatillas deportivas para correr negras con rosa; un par de botines color marrón con la parte exterior de los tacones desgastada; un par de botines negros con la parte exterior de los tacones desgastada; un par de zapatillas de gamuza negra; un par de tacones altos de color piel. El 17 de febrero Melanie llevaba puestos los botines negros así que decidí empezar con esos.

*

Melanie es una maestra. La primera vez que nos encontramos pregunté «¿eres una maestra?» y ella dijo «sí». Cargaba una caja de monopoly y una gran pila de cuadernos de ejercicios naranjas. Ella dijo «soy Melanie, es un placer conocerte». No le dije mi nombre.

Tengo una taza en el alfeizar. Es blanca y tiene una imagen de Chris Hemsworth caracterizado de Thor en ella. La imagen es un fotograma de la película THOR. Es la escena donde Thor está en la cafetería. Toma un sorbo de café y dice «me gusta esta cosa». Arroja la taza al suelo y grita «¡otra!»

Mande a hacer la taza. Fui a la tienda que hace regalos personalizados. Escogí la taza que era toda blanca del estante con vajillas que eran todas blancas y la llevé a la caja junto con una hoja de papel que tenía la imagen y el texto impresas. Esta línea «me gusta esta cosa», está en la parte superior de la imagen, y «¡otra!» está en la parte baja.

x 8

El hombre tras el mostrador tenía la piel seca y también su cuero cabelludo. Él dijo «¿quiere alguna otra cosa en ella?» y dije «no», y él dijo «no le costaría más. Podría ponerle algo como “feliz cumpleaños” y el nombre de la persona a quien se la va a regalar». Dije «es para mí», y él dijo «oh» pero debido a que no era más costosa por ello, la taza también dice «¡feliz cumpleaños!» del otro lado.

*

He visto a Melanie en otras ocasiones. Una vez ella estaba del otro lado de la calle de dónde yo estaba. Llevaba puestas sus zapatillas para correr rosa con negro y llevaba un café helado. No estaba corriendo. En otra ocasión la vi en el parque y esta vez ella corría. Su cara estaba roja y tenía sus audífonos puestos y ella se detuvo por un momento para acariciar a un esponjoso Golden retriever y le sonrió al dueño. De las dos veces que la vi con esas zapatillas para correr sólo en una ocasión estaba corriendo. No estoy completamente segura si aún califican como zapatillas para correr.

Había planificado empezar mi venganza el 19 de febrero, pero no podré dejar mi departamento el 19 de febrero porque soy un monstruo. Esto es algo que sucede, a veces. Algunos días soy un monstruo, monstruosamente feo: la clase de fealdad que parece normal hasta que, en verdad, pero de verdad miras y es todo lo que puedes ver. En esos días soy un mentón hundido y ojos asimétricos y un cuero cabelludo que cae en picado como una curva y = sin x. Soy un abdomen hinchado que cuelga y brazos que se extienden sobre mis costados como si fueran una masa enrollada. Soy dos caninos superiores que son más amarillos que los otros dientes y dos incisivos inferiores que se cruzan el uno con el otro. Soy cinco pelos oscuros muy largos por areola y soy dos pezones muy grandes que son grumosos y crujientes.

x 9

Soy cabello que parece naranja como la peluca de un payaso y que se crespa y se le abren las puntas. Soy una cabeza que es muy pequeña para mi cuerpo.

El 19 de febrero me pongo unos pantalones oscuros holgados y después los cambio por unos pantalones azules más ajustados que tienen una mancha en una pierna. Hace mucho calor en mi departamento. Siempre hace mucho calor en mi departamento. Me pongo una sudadera roja y después una playera negra y después un sweater negro y luego una sudadera negra. Me cepillo el cabello y lo peino en una cola de caballo (una cola de caballo de un hipnotista de YouTube) y luego me la quito y me cepillo otra vez y luego envuelvo mis dedos en mi cabello crispado y grasoso y grito. Me quito todo. Me paro de frente al espejo y tomo puñados mi misma hasta que mi respiración se vuelve más lenta. Me voy a la cama y llamo al trabajo para avisar que estoy enferma y duermo por una hora y después me masturbo viendo una mujer con cabello rubio hasta hombros siendo llevada a dormir y finjo que a mí también me apagan.

En esos días no puedo soportar estar consciente de mi misma. He aprendido que en esos días es mejor quedarse adentro desnuda y lejos de todos. A causa de esto no inicio mi venganza hasta el 20 de febrero, que es un miércoles. *

Sí me quito la uña de mi dedo índice en un lunes, para el siguiente lunes estará lista para que me la arranque otra vez. Esto aplica para todas mis uñas, usualmente sin excepción, pero no está planificado: No siempre me arranco las uñas los lunes. Espero hasta que me doy cuenta de su largo o si me masturbo y siento que me rascan desde dentro. Mientras me preparo para ir a

x 10

la cama el 17 de febrero aún me siento hueca por el encuentro con Melanie y nuestros diferentes entendimientos de “encontrarse”: Es una dolencia parecida a una alarma dentro de mí. Me arranco la uña del pulgar y del índice de mi mano derecha y la uña pequeña y la del índice de mi mano izquierda. Las pongo en la taza del alfeizar, la que tiene a Thor de un lado y “¡feliz cumpleaños!” del otro. El día siguiente, me arranco la uña del dedo del anillo de mi mano derecha y la del índice de mi mano izquierda.

En la tarde del 20 de febrero subo las escaleras, llevando la taza conmigo. Las zapatillas negras no están en el zapatero. Los botines negros están ahí así que me pongo de rodillas y distribuyo las uñas en ellos. Inclino los botines para que las uñas desaparezcan en la parte de los dedos, bajo las escaleras con la taza vacía. Paso la piscina de agua oxidada y el cubo de una persona en la escalinata. La luz rota parpadea y me paro por un momento y hago que mis dedos bailen a su ritmo. Mi pequeño acto de venganza me ha dejado sintiéndome ligera. Decido hacerlo algo regular.

*

El 28 de febrero la veo en el vestíbulo, sentándose en la banca al lado de la planta artificial. Alguien ha quitado el gorro de santa pero la serie de luces sigue ahí Ella está al teléfono. Está diciendo «Lo sé, lo sé, mamá. No necesitas… Ok, mira, necesito irme. Te llamaré más tarde», y luego cuelga. Se para y me mira y sus ojos están rojos. Ahora he puesto uñas en sus dos pares de botines

x 11

y estoy esperando a la próxima vez en que pueda ponerme de rodillas afuera de su puerta con mi taza y mis dedos calvos. «La gente nota las manos de las personas», puedo escuchar como lo dice mi mamá. Las manos de Melanie están cerradas en pequeños puños, con los pulgares por dentro. Se ven como los caparazones de los caracoles.

Digo «hola», y ella dice «hey», y luego ella dice «lo siento», y se seca los ojos. Cuando abro la puerta para irme pienso con mucho cuidado en sí debería sostenerla para ella o no. La detengo, y ella se levanta del banco y me pasa de largo. Ella no dice nada y lamento haber sostenido la puerta, pero es satisfactorio ver como camina de manera extraña con sus botines marrones. Da pasos lentos y pesados. Me pregunto si ella estaba llorando por la incomodidad creciente que estaba experimentando.

Trabajo en una caridad para el cáncer. Se llama la Fundación esperanza para el cáncer y en lugar de la primera “a” hay una pequeña mariposa. La Fundación esperanza para el cáncer dirge sus actividades regionales desde una oficina en el hospital local. Hay nueve miembros en el equipo, incluyéndome, y usualmente trabajo cuatro días a la semana a menos que las cosas estén especialmente ajetreadas. No veo lo que hago como “trabajo de caridad” porque hay poco que lo distinga de cualquier tipo de trabajo normal. Contesto el teléfono y preparo café y ordeno alfabéticamente los archivos y junto y envío correos. Muchos de los archivos que ordeno contienen los detalles de pacientes que han muerto a causa del cáncer. Los archivos de pacientes que aún viven conviven en un gabinete distinto. Para tener un archivo de alguien aún con vida no es suficiente sólo con estar vivo; debes ser un tipo de vivo muy específico. Yo, por ejemplo, no tengo un archivo. Antes de que mi mamá muriera ella tenía un archivo.

x 12

Ella era un tipo muy específico de vivo; ella tenía trozos de lo que faltaba de ella, trozos mucho más grandes que el cubo en la sucia escalinata.

El 2 de marzo regreso a casa del trabajo y tomo aquella taza de mi departamento. Voy al piso de arriba para vaciar las uñas en las zapatillas para correr rosas y negras y luego bajo las escaleras para dejar la taza en el alfeizar y luego voy al cine a ver un documental sobre el lado oscuro de las competencias de hacer cosquillas. En mi camino de regreso compro una bandeja de sushi de la tienda de sushi que está dentro del centro comercial en una esquina. Está oscuro cuando llego a casa, pero no es tarde, así que, aunque el cielo está oscuro, aún puedo escuchar el trinar de las aves que viene de ningún lugar. En el vestíbulo está la mujer mayor que vive en el mismo piso que Melanie. No sé cuál es su nombre de pila, pero una vez me dijo que la llamara Saz. Sé con sólo mirar a Saz de perfil que su apellido es salvaje. Saz tiene una boca que parece específicamente diseñada para decir la palabra “salvaje”: tiene una gran mandíbula con arcos dentales en forma de herradura y sus dientes lucen como una hilera de amatistas, grandes, desiguales y puntiagudos. Está parada frente al tablón de anuncios, leyendo un anuncio que ofrece clases de piano. Se da la vuelta cuando se da cuenta de mi presencia y puedo ver que se está limpiando las uñas. Sus uñas son artificiales y largas y naranjas y me pregunto si ella está pensando en quitárselas para poder tomar clases de piano. Me pregunto si pude haberle pedido que las echara en las zapatillas de gamuza negra de Melanie. Saz sonríe.

—¿todo bien?

—Sí

—¿Has ido a algún lugar lindo?

—Al cine

—¿Tú sola?

x 13

—Sí

—Ohh ―que genial eres. Yo estaría muy asustada como para ir al cine por mí misma. Quizá deberíamos ir juntas alguna vez. Tú, yo y quizá esa linda chica Melanie también. ¡Una noche de chicas!

—¿Conoce a Melanie?

—Un poco. No la he visto alrededor recientemente. Escuché que no la está pasando bien.

—¿Por sus zapatos?

—¿Sus qué, Corazón?

—Nada, olvídelo.

Llevo mi Sushi arriba y trato de comerlo, pero el salmón se siente como una lengua ajena en mi boca. Hago arcadas y luego vomito un poco en el lavabo. Después de echar cloro en el fregadero voy a la alacena y tomo un paquete de galletas cubiertas de chocolate y me como la mitad. La comida que no está destinada a estar fría a veces me da nauseas: carne, pescado, verduras, pasta. La pasta fría hace que mis tripas se revuelvan. Las barras energéticas y las galletas cubiertas de chocolate saben bien porque están destinadas a estar frías. Me meto en la cama y me como la otra mitad de las galletas. Pienso que puedo escuchar sus pasos en el piso de arriba, yendo y viniendo en la misma habitación. Me quedo dormida.

*

Saz una vez me dijo, mientras estábamos paradas las dos frente al tablón de anuncios, mirando un volante para una fiesta en el tercer piso, que cuando ella llega a cualquier lugar ella se dice a sí misma que es la persona más guapa en la habitación. Dijo que le daba confianza. No puedo ver el mérito de darte a ti mismo falsa confianza.

x 14

Parece mejor adelantarte a los pensamientos que las otras personas están teniendo sobre ti. De esta manera, no eres una víctima para ellos.

Sin embargo, no lo dije, ya que me di cuenta que sugeriría que pienso que ella nunca sería la persona más guapa de la habitación.

La noche de la fiesta Saz había tocado a mi puerta a las 8:50 pm. Estaba sentada en el suelo de mi habitación, desnuda y rodeada de tres pares diferentes de pantalones y una falda y un traje de baño. Ella tocó otra vez y dijo «¿estás ahí, corazón? ¿estás lista?» y me quedé muy quieta, doblada hacía adentro de tal manera que mi estómago presionaba mis muslos. Ella toco dos veces más y después se fue. Cuando la vi en otra ocasión ella dijo «¿Qué te paso?» y dije que una amiga mía había sido ingresada en el hospital y que lamentaba no habérselo hecho saber. Ella dijo «oh no, corazón, no digas tonterías», y cuando me abrazo, los botones dorados de la chaqueta de su uniforme presionaron mi esternón. Saz es una recepcionista en un hotel de cuatro estrellas. Ella tiene una cintura pequeña y piernas gordas y su uniforme hace énfasis en ambas, Dije «¿cómo estuvo la fiesta?» y ella dijo «¡Muy divertida ahora que lo mencionas!» Dije «¿fuiste la persona más guapa en la habitación?» y ella se rio y dijo «¡Claro que lo fui!» y entonces me guiño el ojo.

* El 5 de marzo veo a Melanie, pero ella no me ve y no hablamos. Estoy sentada al lado de la ventana en el café cerca de la Torr Bensn. Tengo frente a mí un chocolate caliente y un muffin de chocolate. Melanie está corriendo, lo que quiere decir

x 15

que dos de las tres veces que la he visto llevar las zapatillas para correr rosas y negras ha estado corriendo. Esto legitimiza las cosas.

Está corriendo de manera extraña, no como corre en el parque. Su cara es blanca en lugar de roja y ella está moviendo sus codos de un lado al otro, como si quisiera abollar el mundo. No lleva audífonos y se ve infeliz y no puedo evitar sentirme feliz de ver mi

venganza trabajando de manera tan visible. Se limpia la nariz con la parte externa de la mano y esto la hace perder ritmo. Se tambalea por un segundo en el borde de la banqueta y sus ojos se abren y contengo el aliento. Se estabiliza y vuelve a tomar velocidad y miro hacia otro lado cuando ella me pasa.

Después de terminar mi muffin compro dos muffins más, ambos de chocolate. Camino a casa. Sostengo los muffins lejos de mi cuerpo para que no se dañen. Se siente extraño estar afuera de la puerta de Melanie sin mi taza de Thor. La puedo escuchar adentro. Está al teléfono. Está diciendo «No, por favor no es…», y luego hay una pausa y entonces dice «de acuerdo, muy bien», y entonces pienso que cuelga porque ella no dice algo más. El microondas suena. Se escucha un clink-dunk mientras lo abre y entonces ella dice «¡carajo!» y entonces se escucha un sonido tenue de algo salpicando. Hay una larga pausa y entonces se escucha como la puerta del microondas suena dunk-clink-dunkclink-dunk-clink-dunk, como si la estuviera azotando repetidamente. Pongo su muffin de chocolate en su pequeña bolsa de papel justo enfrente de su puerta. Bajo las escaleras y me como mi muffin en la cama, Me pregunto si Melanie hará lo mismo.

x 16

Pienso que ya tuve suficiente venganza. Sólo iré arriba una vez más y me detendré.

*

Cuando vivía con mi mamá, ella solía decirme que no fuera tan tonta los días que era un monstruo. «Nadie está mirando. Nadie está mirando», ella decía, una y otra vez hasta que lo decía junto con ella. Mi posesión favorita era un par de pantalones negros suaves que siempre vestía los días monstruosos. Eran de un muy buen corte y me hacían sentir menos intrusiva. Una vez, cuando tenía 19, era un monstruo todos los días por una semana y mi mamá lavaba los pantalones cuatro veces para que así pudiera seguir usándolos. Esto, ahora lo pienso, era decencia humana poco común.

Vestí esos pantalones en su funeral. No me los puedo volver a poner.

*

El 9 de marzo los zapatos y el zapatero de Melanie ya no están. Miro alrededor, como si quizá ella hubiera decidido poner sus zapatos afuera de la puerta de otra persona. Voy arriba el 10 de marzo y otra vez el 11 pero siguen sin estar ahí y me pregunto si me habrán descubierto. De vuelta en mi departamento, tiro las uñas por la ventana. Pensé que la brisa quizá las atraparía y se remolarían como semillas de sicomoro o confeti, pero sólo cayeron, como granizo en forma de media luna. Cuando me doy cuenta de que la uña de mi pulgar derecho está especialmente larga no me la arranco. Me paro y escucho con atención para poder captar el sonido del microondas o de la televisión en el piso de arriba. No hay nada.

x 17

El cabello de Melanie le llega hasta los hombros y es ondulado y café. El largo de su brazo desde el doblez de su codo hasta la palma de su mano es la misma distancia que un pie del cinco y medio. Ella tiene pechos grandes y es bonita y podría estar en un video de hipnosis de YouTube. Viste cardiganes purpuras y a veces abrigos de cuadros largos y bufandas florales y pequeños aretes de aro dorados y faldas de mezclilla que son muy cortas para dar clases, pero es pequeña y huele a ropa recién lavada así que supongo que eso cambia la reglas. Puedo decir que las cosas que ella hace; vestirse, pasar al lado de autos estacionados, hablar con el personal de un restaurante no son producto de reclamos implacables y estruendosos. Pienso que sólo quería que se percatara de su propia presencia. Quería que sintiera la fricción de ello.

*

Es 15 de marzo y no he visto o escuchado de Melanie en diez días. De camino al trabajo me encuentro a Saz en las escaleras. Lleva su correo en la mano y puedo ver que tiene otra carta de la Fundación mundial de la vida silvestre, dirigida a la Sra. J. Salvaje. Ella me dijo que una vez donó 50 libras a los pandas. «Estábamos borrachas y mi amiga me retó!» dijo. Ahora la caridad no dejaba de mandarle cartas. Me sonríe y le devuelvo la sonrisa. Estoy algo ansiosa por llegar a casa porque a pesar de no haber comenzado el día como un monstruo, desde entonces me he vuelto uno. Saz me pregunta como estoy, pero estoy ansiosa e impaciente y decido preguntarle, en su lugar, por Melanie.

—¿Ha visto a Melanie?

—¿Melanie?

—La maestra. La del segundo piso.

—Ah, sí, perdona ―a veces mi cabeza es un colador.

x 18

¿No supiste?

—¿Saber qué?

—Volvió a la casa de su mamá. Su mamá vive justo afuera de la ciudad. Aunque no creo que haya vuelto para recoger sus cosas.

—¿Por qué se fue allá?

—Para mantener un perfil bajo, creo. Estoy cansada e irritada.

—Para mantener un perfil bajo, creo.

—Está siendo evasiva y molesta. Deme la información correcta. No digo esto, aunque quiero hacerlo.

—Para mantener un perfil bajo, creo.

—¿Por qué?

—Perdió su trabajo. Soy amiga de la secretaria que trabaja en la escuela donde enseña. Hacemos Zumba juntas. Así es como supe.

—¿Por qué perdió su empleo?

Saz hace una pausa, Cuando vuelve a hablar lo hace en un tipo de susurro extraño y sonoro.

—Le dio una bofetada a un estudiante. Un chico de 14 años. Perdió los estribos y lo golpeo. Las cosas se prolongaron más de la cuenta porque había sido excelente hasta ahora, no obstante, esta semana la echaron a la calle.

—Oh.

—Sí, una pena. Parecía una chica encantadora.

—¿Cuándo golpeo al estudiante?

—Harán unas…cuatro semanas más o menos, supongo. A principios de febrero.

—Oh *

x 19

Cuando mi mamá me contó la historia sobre Yvette y los aldeanos y las piedras, dije «esa es una historia tonta en verdad», y mi mamá dijo «estoy de acuerdo. Es en verdad insatisfactorio. Con todo lo que se queda el oyente es con la imagen de una casa hecha de rocas de tamaño irregular y una aldea entera de casas que ahora probablemente tengan una integridad estructural comprometida».

Cuando atravesó su tercera cirugía y otro pedacito de ella desapareció, dijo que ahora ella era como las casas de los aldeanos. Nos reímos, y cuando Yvette la visitó esa tarde con una piedra que decía “fe”, nos reímos aún más fuerte. Nos reímos y nos reímos hasta que nos dolió el estómago.

*

Aún es 15 de marzo. Estoy en mi cama. La taza está al lado del fregadero, esperando ser lavada. El departamento de Melanie yace vacío y silencioso sobre mí. Estoy desnuda y soy monstruosa.

Supongo que estaban pasando otras cosas.

x 20
x 21
Room Tour Lucy Zhang

Mi amante del futuro dice que estoy muerta en su era.

Mi amante del futuro también dice que mi yo del presente es de una “densidad energética baja”. Su trabajo consiste en disparar láseres en túneles de viento: Desasocia el nitrógeno que se produce de manera natural, observa los átomos recombinarse en una fluorescencia artificial, mide el movimiento a través de una cámara de alta velocidad. Una artificiosa reunión de muchas cosas, al menos eso pienso. También pienso que está esperando a que le pregunte por sus candidaturas, pero ya puedo adivinar que la nasa está invirtiendo dinero en esto. O quizá está esperando a que le pregunte como es que muero. Echo un vistazo a su taza casi vacía, el fondo cubierto de hojas de té verde y le sirvo un poco más de agua caliente.

«¿Sabes? No eres como eres en mi tiempo», dice. Hace una pausa en el “sabes”, como si tuviera que adivinar que es lo que va a decir antes de que lo diga, pero estoy pensando que, si no ha sido dicho, entonces como se supone que vaya a saber cualquier cosa.

«Bueno, la gente cambia», contesto. El asiente y mira a su taza como si supiera algo que yo no, lo cual él sabe, lo que es frustrante, pero mantengo la boca cerrada. Debido a que él quiere que pregunte, no tengo intención de hacerlo.

Él se pone de pie y va hacia los estantes repletos de libros: “introducción a la termodinámica de los materiales” quinta edición. Embrujada, un anuario de la preparatoria, una carpeta llena con diseños para envolturas de dulces. La aspiradora automática va zumbando hasta sus pies. El se hace a un lado para que pase, su mirada aún fijada en los estantes.

Comienzo a quitarme la piel seca y muerta de las esquinas de mis uñas y no me doy cuenta de que he llegado a la piel viva has-

x 22

ta que veo los pedacitos pegajosos rojos y siento el dolor unos segundos más tarde, y mentalmente le doy órdenes a la aspiradora para que regrese a mí, para aspirar la piel que se ha juntado como nevisca en el piso, que esté en cualquier lugar excepto cerca de él, ya que él deja que la máquina ande cerca de él, sin poner atención, como si supiera que no hay aspiradoras automáticas en el futuro así que bien podría estar muerta —mi confiable robot que recoge todo el cabello y pelusas y semillas de manzana que tiro

cuando las estoy cortando en gajos mientras veo videos de YouTube, muerta —así que le ordenaré con mis poderes telepáticos, que secretamente siempre pensé que manifestaría cuando más los necesitara. Pero el disco estúpido y ruidoso golpea la pared y da la vuelta sobre sí mismo.

Él le da la espalda a los estantes y me mira. Sus ojos me recorren hasta llegar a mis manos.

«Siempre te estás mordiendo la piel», dice. «No te hace ningún bien. Sólo deja que las cosas se desprendan de forma natural. Sólo te harás una costra que te tratarás de quitar otra vez».

¿Por qué necesita decirme todo eso? Claro que ya sabía todo eso. Si fuera tan sencillo dejar un mal hábito sólo por saber qué es lo que se tiene que hacer, estaría de camino a ser perfecta: cumpliría con mis requerimientos de vitaminas y minerales sin tomar suplementos; me ascenderían a una posición de gestión más importante en lugar de seguir reportándole al tipo que me convenció de que necesitaba otro año de experiencia escribiendo informes de situación: le llamaría a mis padres una vez a la

x 23

semana para que así supieran que aún tienen alguien en quien confiar una vez que los despidan —lo cual ocurriría, están esperando por ello, están ansiosos y tienen la esperanza de recibir una buena compensación con lo que quizá sea una compensación de un año de salario. Pero sé que la realidad sólo es resignarse y comprometerse, y aceptar que algunas cosas nunca cambiarán, no cambiarán si las olvidas, no cambiarán si te construyes una nueva vida con nueva gente y un nuevo champú y un juego de cubiertos nuevos que no robaste de la cafetería de la universidad, así que no, me quitaré la piel para siempre, y será mejor que tengan una aspiradora automática en el futuro o si no habrá pedacitos muertos míos por doquier.

«ajá», digo, escondiendo la mano en mi bolsillo.

Me pregunto cómo encontré a este tipo. ¿Una aplicación de citas?, ¿un futuro colega? ¿Un amigo de un amigo con quién congenie por algún interés mutuo? Me pregunto qué fue lo que tomo para que dijera sí, que podría haber vencido la lógica de vivir sola: sin peleas por el aire acondicionado, sólo comer lo que me gusta, mantener limpio aquello que me importa y descuidar todo lo demás, no tener que ejercitar mis cuerdas vocales por largos períodos de tiempo.

Mi madre solía decir que no tenía “estándares de vivienda” porque no compro camarones ya que cuestan más del doble que los huevos o las pechugas de pollo, o quizá porque falte a los eventos sociales de temporada de mi compañía, incluyendo aquella vez que invitaron a todos a un fin de semana a un crucero por el caribe. No es un estándar de vivienda, sólo tengo prioridades diferentes, le había

x 24

dicho eso, lo cual era tan bueno como aplastar sus esperanzas de que un cuñado suyo heredara toda la joyería de oro que ella había estado guardando para mi boda y los 2.5 nietos.

«¿Dónde está tu habitación?» Me pregunta.

«Al final del pasillo», digo, señalando la puerta solitaria del otro lado de la sala. Él va hacia ella. Lo sigo.

Pienso que ya sabía que el querría ir a mi cuarto, y una parte de mí siente que no importa que haya calcetines y playeras colgadas en una de las columnas de la cama, que había olvidado tirar la pila de envolturas de barras de proteína, que los frascos vacíos de Adderall y melatonina se habían estado acumulando en mi mesa de noche. Él abre la puerta y entramos.

«Mucha entropía». Se dice más a sí mismo que a mí.

Traza una línea con el dedo a lo largo de la grieta en la taza que está en mi mesa de noche, producto de un pequeño percance: era verano y el aire acondicionado se negaba a encender, y necesitaba agua fría rápido así que metí la taza llena de agua en el congelador, planeando sacarla una vez que se hubiera formado una superficie delgada de hielo, pero lo olvidé y la cosa entera se congelo, así que la deje en la cocina para que se derritiera, y sólo cuando el hielo se había convertido en agua recordé que los fluidos pierden las dimensiones lineares fijas de sus contrapartes sólidas, así que el volumen contraído agrieto la taza justo por el medio.

“«Aún tienes esto», él dice. «La arregle en el laboratorio, pero creo que la resina epóxica de dos componentes provoca cáncer, así que ya no la usamos».

«Todo provoca cáncer», digo.

x 25

«¿No es eso verdad?», murmura mientras toma un peluche de un puercoespín que descansaba en una taza pintada con la cara amarilla y enorme de piolín y miro sus ojos azules coronados con pestañas anormalmente largas ―no puedo recordar dónde lo conseguí― quizá de mi amiga de la preparatoria, Jess, quién tenía dos perros y tres gatos así que todos la amaban y querían jugar con sus mascotas, incluyéndome, pero también era linda por sí misma y se acordó de mi cumpleaños y siempre me regalaba algo a pesar de que yo nunca recordaba su cumpleaños o el de cualquier otra persona, realmente, porque cada día te haces más viejo así que, ¿qué gran diferencia hace un cumpleaños?

Jess tenía diabetes tipo 1 y probablemente pasaba más tiempo en el hospital que en la escuela en aquella época. No recuerdo porque perdimos contacto tampoco. Quizá tiempo, distancia, el hecho de que probablemente muriera prematuramente, las causas normales que lo impiden.

Pongo mis manos en mis caderas, esperando que él quizá note mi transición a una postura más agresiva e impaciente. Pero ha vuelto a mirar la horrible lámpara azul, amarilla y roja que mi mamá había dicho que era única cuando me la compro, la maleta roja medio vacía apoyándose contra un muro para estar preparada para irme en cualquier momento, las tijeras dentadas de color morado pálido y naranja que utilizo para cortar las etiquetas de la ropa nueva ya que no tengo tijeras normales que corten en línea recta, porque no, eso sería muy sencillo.

«Bueno, ¿ya terminaste? ¿Encontraste lo qué estabas buscando? ¿cómo vas a regresar―» hago una pausa, contemplando si terminar la oración significaría que acepto que todo lo que dice, es cierto,

x 26

«―a tu tiempo?» «¿No tienes miedo de que quizá no nos convirtamos en pareja ahora que nos hemos conocido?»

Me lanza una sonrisa, el tipo de sonrisa que haces cuando ves a una tortuga marina recién nacida avanzando de la arena al mar, como si quizá haya algo mejor allá afuera, un mundo de potencial infinito. Sin embargo, me pregunto qué hay de genial en eso: en crecer, casarse, tener hijos, retirarse a una edad avanzada, cansado y habiendo viajado mucho, cuando en lugar de eso, puedes vivir como si el tiempo estuviera detenido. Quizá no es felicidad, pero hay cosas peores que la infelicidad.

«Lo que pasará va a pasar», es su respuesta.

«Umm, no debes haberme amado mucho». Estoy un poco molesta por como parece que sabe todo sobre mí y yo no sé nada sobre él, aunque no considero a mí yo del presente la misma que mi yo del fututo. Espero que discuta conmigo o me mire con esa mirada de desprecio de «conozco a la tú del futuro no a ti» que solía usar con los maestros. En su lugar, mira sus manos. Las miro también: son enormes, quizá el doble de grandes que las mías, lo cual no es decir mucho ya que nunca había sido capaz de extender mis manos de manera cómoda para alcanzar las octavas de los pianos, una limitación que mató mis aspiraciones musicales en sus inicios.

«No lo sé», él dice. «Pero el amor no significa mucho, ¿no es así? sólo es una abstracción que se emplea para esconder cosas debajo de la alfombra».

Ahora que está pensando acorde a mí hilo de pensamientos, asiento. Me doy cuenta de repente que puedo ver los contornos de mis cajones a través de su cuerpo.

x 27

«¿Somos felices juntos?» pregunto.

Mis padres piensan que socialmente, soy incompetente una reclusa enterrada entre mangas dónde aparecen los mismos personajes estereotípicos, pero ellos no saben que he ido a unas pocas citas a ciegas grupales en bares-karaoke, que he comido estofado con extraños, que me he reído de experiencias supuestamente compartidas, que he chocado hombros por accidente lo que ha llevado a más choques de hombros que probablemente no fueron accidente y los cuales me llevaron a una noche donde mi cuerpo se hundió en el de otra persona y mando mi mente a cualquier otro lado, a la mañana siguiente preparo una sopa de arroz con ajo frito y carne de puerco seca , lo cual siempre impresiona, los hace querer quedarse y charlar, aunque no hago esto regularmente, no cocino o como el desayuno con regularidad, no frio el ajo normalmente porque ensucia mi sarten con grasa que ensucia todas mis manos a menos que las talle con detergente hasta que la piel de mis manos de reseca. Y él se pregunta porque siempre me estoy quitando la piel.

Quizá el ya no me puede escuchar, su forma cada vez se hace más translucida, se desvanece como la niebla que puedo ver si me levanto lo suficientemente temprano y se me ocurre abrir las cortinas.

«Cuida tu salud», me dice. «Ejercítate, duerme lo suficiente y mantén tu cuello derecho cuando mires a la computadora».

«Ok», contesto. Comienza a sonar como mi madre.

«No tengas hijos si no quieres hacerlo, si no estás mental o físicamente preparada, si crees que puede matarte. No te cases si no quieres hacerlo».

x 28

«Sí, sí, en otras palabras, hacer lo que yo quiera. Puedo hacer eso».

«¿De verdad?» él pregunta, ahora un espectro en frente de mí. Resisto las ganas de pasar la mano a través de él para ver si atraviesa su cuerpo.

«Quiero decir, ¿de qué otra manera se supone que viva?»

Se ha ido. Me pongo de pie en la habitación vacía, escuchando los tic-tac ruidosos de mi reloj de Hello Kitty ―el cual en verdad debería tirar porque sólo basta un movimiento en falso para que empiece a girar y parpadear y resonar con un sonido risueño muy agudo y fuerte por un minuto entero, pero fue un regalo y aunque nadie me ve, dolería tirar algo que se me dio con una buena intención ―y me pregunto por qué tuvo que ser mi futuro cuando él tenía uno propio.

x 29

Poesía

x 30
Seis maneras de ver el amor cuando el mundo se está acabando

Ilika Tripathi

Traducción de Diego Gutiérrez Mora

x 31

I. Sí el mundo se está acabando, no vengas a verme

Porque eso significaría que tomaste un autobús

Y odias tomar autobuses ―la espera, el viaje, el destino

Y ahí es cuando me daría cuenta otra vez, de cuanto te amo.

II. ¿Qué pasaría si al llegar el apocalipsis, hubiera regaderas de flores?

Pienso que diría, “vayamos a caminar, el clima es hermoso”

Y entonces iríamos a buscar algo para comer y veríamos a todos llorar

En el camino de vuelta, nos iríamos en bicicleta hasta tu casa. Me pregunto si llegaríamos.

III. ¿Si me despierto un día y soy un gusano, aún me amarías?

¿Sí despierto un día y soy un árbol, aún me amarías?

¿Sí despierto un día y soy un pedazo de plástico, aún me amarías?

¿Sí despierto un día y soy una mezcla extraña de un perico y un caballo―

IV. ¿Qué pasaría si de repente, la tierra se vuelve plana, y el agua deja de fluir?

¿Qué pasaría si vienen y nos preguntan si pueden almacenar toda el agua en tus hoyuelos?

Diría que sí, porque de esa manera sonreirías para siempre. Pero quizá también diría que no.

Porque a la amante de Sísifo tampoco le gustaba cuando su amado se lastimaba.

V. Si las cosas fueran normales, hablaríamos de pasar 50 años juntos

Me hace sentir extraña que ahora sólo queramos pasar el resto de nuestras vidas juntos

Si las cosas fueran normales. Beberíamos de popotes de plástico sin tener ataques de pánico

x 32

Me hace sentir extraña ahora que sólo hay culpa y vergüenza e ira.

VI. Te veré en la otra tierra. La que tiene aire fresco, vidas limpias, nuevos comienzos

Ahí, tendremos una pequeña casa, nos las arreglaremos nosotros solos, viviremos una vida simple

Ahí, criaremos a nuestros hijos, nos reiremos, descubriremos la seducción del industrialismo

Pienso que la tierra también morirá, pero al menos lo hará pasado mucho tiempo después de que nos hayamos ido. El ciclo continua.

x 33

Referencias

La mujer en la esquina de la pintura con uñas largas por Susannah Dickey: The White Review. (2018, April 20). The woman in the corner of the painting with the long fingernails - The White Review. https://www.thewhitereview.org/fiction/woman-corner-painting-long-fingernails/

Room Tour por Nadia Bulkin: Room tour. (n.d.). Invisible City. https://www.invisiblecitylit.com/fiction/room-tour/

Seis maneras de ver el amor cuando el mundo se está acabando por Ilika Tripathi: https://florafiction.com/six-ways-of-looking-at-lovewhen-the-world-is-ending-by-ilika-tripathi/

Aviso Legal

El material de terceros presentado en está publicación no pretende infringir leyes de derechos de autor de ningún modo. Su propósito es meramente divulgativo; no se obtiene ningún rédito de él y es propiedad de sus respectivos dueños.

x 34
No se abre de este lado

Dirección editorial y diesño a cargo de Diego Gutiérrez Mora

La Llave de Plata

México

Febrero, 2024

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.