La Gualdra 687

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“El Cafestivalito llega a su quinta edición gracias a un esfuerzo conjunto y sostenido de una comunidad de profesionales y aficionados que participamos en la difusión del trabajo de los productores de café mexicano. Este año celebramos muy especialmente que Botica del Café —uno de los cafés que colabora en el programa de exhibición del Cafestivalito desde 2022— cumple diez años de haber introducido la primera barra de especialidad en Zacatecas”. Magdalena Okhuysen

[Más del Cafestivalito en esta edición]

Cafestivalito 2025 en Zacatecas.

La Gualdra No.

Editorial

Esta semana tenemos dos recomendaciones para los próximos días, especialmente para quienes estén interesados en temas históricos; se presentarán los siguientes dos libros: el primero de ellos es Revolución y reconstrucción: la economía política del México postrevolucionario, 1917-1938, de Leonardo Lomelí Vanegas -rector de la Universidad Nacional Autónoma de México-; y el segundo es El ruido y el velo. Perder los derechos civiles en el México liberal. El caso Raigosa, 1872-1879, de Cristina Sacristán -docente investigadora del Instituto Mora, especialista en historia social y cultural de la psiquiatría en México, siglos XIX y XX.

Leonardo Lomelí Vanegas, autor de Revolución y reconstrucción: la economía política del México postrevolucionario, 1917-1938, es licenciado en Economía y maestro y doctor en Historia por la UNAM. En 2002 recibió la Medalla Alfonso Caso por sus estudios de Maestría y obtuvo también el segundo lugar del Premio Jesús Silva Herzog del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. Es autor de cuatro libros y coordinador y coautor de varios más. Profesor de tiempo completo de la Facultad de Economía de la UNAM, de la que fue director de 2010 a 2015 y miembro del SNII con el nivel II. De 2015 a 2023 fue secretario general de la UNAM y rector a partir del 17 de noviembre de 2023. En el libro Revolución y reconstrucción. La economía política del México posrevolucionario, 19171938, editado por Siglo XXI Editores, “prevalece una estrecha relación entre la política, la economía y los movimientos sociales que resulta fundamental para entender la transición de la lucha armada al régimen político y económico que encauzó el desarrollo del país durante la mayor parte del siglo XX […] Se trata de una obra imprescindible para comprender los procesos que han limitado y condicionado el desarrollo económico, político y social de México”.1

Leonardo Lomelí Vanegas presentará en Zacatecas su libro el próximo 10 de octubre, en el Teatro Fernando Calderón, a las 18:00 horas, invitado por la Asociación Renacer de Zacatecas. La entrada es libre.

El ruido y el velo. Perder los derechos civiles en el México liberal. El caso Raigosa, 1872-1879, de Cristina Sacristán, se presentará el lunes 13

octubre, a las 18:00 horas, en el Auditorio de la Unidad Académica de Psicología de la Universidad Autónoma de Zacatecas. La entrada es libre también y esta presentación es organizada por el Doctorado en Estudios Contemporáneos de la UAZ, a través de la Dra. Mariana Terán Fuentes.

El ruido y el velo… es un libro muy interesante que aborda el que es considerado como el primer caso de Interdicción en México. De acuerdo con el Centro de Estudios Constitucionales de la SCJN “El estado de interdicción, en sí mismo, se equipara a la muerte civil al negar la participación de la persona interdicta del mundo jurídico, pues todo acto que pretenda realizar tendría que ser por medio de su tutor”,2 explicado de otra forma se refiere a la asignación de un tutor a una persona que se considere no apta para tomar decisiones que afecten su vida y la administración de su patrimonio. Algo así pasó en el caso de Britney Spears cuando le asignaron a su papá como tutor para que administrara no sólo sus recursos económicos, sino para que interviniera incluso en sus decisiones personales.

Pero el libro no trata de Britney, sino de un zacatecano -Felipe Raigosa- que en el siglo XIX fue acusado de locura por su esposa -con ayuda de su familia-, para poder encerrarlo en un hospital psiquiátrico. Sobre la pérdida de los derechos civiles en el México liberal trata este libro al que Cristina Sacristán le dedicó muchos años para lograr una investigación sólida respaldada por un universo de fuentes consultadas.

La esposa de Felipe Raigosa fue Manuela Moncada, descendiente del Conde de San Mateo de Valparaíso y Marqués de Jaral de Berrio; Raigosa, un prominente abogado y político que llegó a ser colaborador en el Imperio de Maximiliano y por lo mismo fue juzgado y condenado por haber traicionado a la patria. En el desarrollo de la historia aparece Trinidad García de la Cadena, emparentado con Raigosa y cuya intervención inicial resulta sorprendente, pero ya verá usted por qué cuando lea el libro.3 No se pierda estas dos presentaciones editoriales. Que disfrute su lectura.

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

1 Comprar el libro Revolución y reconstrucción. La economía política del México posrevolucionario, 1917-1938 en https://sigloxxieditores.com.mx/libro/revolucion-y-reconstruccion/ 2 https://www.sitios.scjn.gob.mx/cec/blog-cec/la-interdiccion-un-acto-prohibido-por-el-articulo-22-constitucional 3 El libro puede descargarse de manera gratuita en la siguiente dirección: https://publicaciones.institutomora.edu.mx/omp/index.php/EIM/catalog/view/95/58/1208

Directorio

Contenido

Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Sandra Andrade Diseño Editorial Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com

Cafestivalito 2025 Por Magdalena Okhuysen
Luz de otoño, de Fernando Jiménez Por Jovita Aguilar Díaz
‘No nos moverán’, de Pierre Saint-Martin Por Adolfo Nuñez J.
Parán Por Mario Alberto Medrano
Vals para lobos y pastor Por Gustavo Vázquez Lozano

IDesde niño, me han gustado particularmente los veranos, sobre las demás estaciones hermanas del año. Fue en noches lluviosas que leí Las aventuras de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe, y su grandiosa secuela La esfinge de los hielos, escrita por Julio Verne. Recuerdo especialmente Grandes Esperanzas, de Dickens. También Vals para lobos y pastor llegó a mis manos a la mitad del verano. Vals es ficción literaria y novela histórica, novela de aventuras y hasta un poco western, y al igual que aquellas grandes obras me hizo viajar por mar, por las montañas de California en busca de oro, y finalmente por las calurosas sierras del occidente de México.

II. Se trata de la historia de John Stephens, un niño de Gales del siglo XIX cuyo padre, marino, muere en una tormenta. La primera frase por sí sola es micro-ficción de calidad, una virtud rara en las novelas: “Derrotado en el Atlántico por una tormenta filibustera, mi padre desapareció de nuestras vidas, huelga decir con humor de velorio, intempestivamente”.

Su madre, de apenas 21 años, cede sus encantos a uno de esos “vejetes barrigones de nariz colorada y verrugosa” que ansiaban comérsela, y consigue dos pasajes a Nueva Orleans en un barco de esclavos, uno para ella y otro para su hijo. Al quinto día de navegación “conocí el terror en el mar, el cementerio de mi padre”. Pero no es esta tormenta el primer gran momento de transformación, sino el encuentro con un esclavo que lo salva de morir, y el inicio de su relación con un viejo crucifijo, un Cristo de marfil que, de diferentes formas, lo acompañará hasta la última página del libro.

Vals para lobos y pastor

Lumbreras no nos dice de qué música se trata, pero el músico de "cabellera negra de patillas entrecanas" lleva la vestimenta formal de maestro de capilla (traje negro, corbatín blanco), descripción que encaja perfectamente con el organista eclesiástico de la época. Su función era acompañar a la congregación y elevar el espíritu de los fieles. ¿Estaría tocando Amazing Grace? ¿Estaría tocando un arreglo popular, ya sonando a gospel, de una melodía de Bach o Mendelssohn? La descripción que Lumbreras hace de este encuentro es, también, un poema en sí mismo.

IV.

Libros

III.

En el segundo cuarto de la novela comienza la fiebre del oro en California. El joven, ahora ya largo y estirado, ha pasado de ser un niño sensible y bueno, a “un muchacho cada vez más solitario, inquisidor y lunático”. A los 14 años se marcha a San Luis Misuri y comienza dos nuevos viajes: el geográfico y la adolescencia, de la que Lumbreras nos ofrece una sorprendente descripción: “Estaba en las aguas turbulentas y en los espejos rotos. Para dar conmigo, lo intuía de cierta forma, primero tenía que aniquilarme. Sacar de mi espíritu la impostura y el amor propio. Domesticar la tristeza de los pantanos que me habitaban y la alegría del que corre por un campo de lavanda”.

IV.

A la mitad del libro llega la gran caída.

En Nueva Orleans, Fiona trabaja como recamarera y se casa co n un buen hombre, el señor Lipton, que es titiritero y enseña a Jack el arte de manejar las poleas y los hilos. En Nueva Orleans nuestro héroe conoce a los mexicanos, esos hombres raros, bravucones y sentimentales que comen chile, que para todo sacan a la dadora de vida, sobre todo cuando quieren ofender a alguien, y que tendrán un papel importantísimo en la historia.

Nuestro personaje plácido, amable y romántico, desciende a un abismo y se transforma en un monstruo, un hombre que entra “en un país de nieblas y de tolvaneras recurrentes”. A partir de este momento nada falta —ni sufrimiento y codicia, ni epifanías, ni sexo ilícito, ni pasiones elevadas y oscuras, valentía, riñas, callejones, es decir, lo más profundo del pecado y lo más elevado de la gracia. John se gradúa, él mismo lo dice, “con honores en la escuela del terror”.

Su camino a Damasco en reversa comienza cuando conoce a un tal Ted Pickering, un buscador de oro, con quien emprende el largo viaje hasta California. Aquí no sólo se amplían los horizontes de la novela, sino el casting de personajes, para incluir bandidos, buscadores de oro, mexicanos, pordioseros, músicos, indios nativos americanos, entre ellos la portentosa figura de Wakendi, una muchacha cheyenne, que es, no cabe duda, el mejor personaje secundario de la obra.

En una de mis escenas favoritas, un John ya adulto, desanimado y corrompido, se encuentra de frente con la música, que ese tiempo, si no era dentro de la Iglesia, se trataba de un bien escaso.

La contraportada del libro anuncia que se trata de una historia de persecución religiosa en el México del presidente Lerdo de Tejada. Pero este episodio, la etapa misionera de John Stephens en México, es casi un epílogo. No es un spoiler revelar que John morirá en nuestro país como víctima de una turba furiosa de fanáticos católicos, un hecho histórico. El rescate histórico de este vergonzoso linchamiento por la intolerancia de la época es otra de las contribuciones que hace esta novela y debería alertarnos sobre las nuevas ortodoxias y puritanismos de nuestros días.

V.

John Stepehens recuerda mucho a Pip, el personaje de Grandes Esperanzas, con su viaje de vida en forma de “U”, de la tierna infancia a la corrupción y el caos, y finalmente a la redención y el luminoso y bien logrado final. John Stepehens representa, como Pip, la obsesión, el deseo, la ambición de riquezas, la culpa, la codicia, el mal y el bien.

Al final de Grandes Esperanzas vemos a Pip, ya en su madurez, mirando la puesta del sol sobre las ruinas de su casa, una imagen tan bella como triste. En la conclusión de esta historia también hay luz. El final de Vals para lobos y pastor es igual de grandioso y transformador.

Cafestivalito 2025

6Por Magdalena Okhuysen

Cafestivalito 2025

El Cafestivalito® llega a su quinta edición gracias a un esfuerzo conjunto y sostenido de una comunidad de profesionales y aficionados que participamos en la difusión del trabajo de los productores de café mexicano. Este año celebramos muy especialmente que Botica del Café —uno de los cafés que colabora

en el programa de exhibición del Cafestivalito desde 2022— cumple diez años de haber introducido la primera barra de especialidad en Zacatecas. También hace especial esta edición que haya confirmado su participación Emilio Inda, cafeticultor que vive cada cosecha de Origen Tequepexpan como una nueva oportunidad de experimen-

tar con diversos procesos para los cafés que cultiva en una de las regiones cafetaleras más singulares de Nayarit y con quien tuvimos ocasión de coincidir entre febrero y marzo de este año para documentar una parte de su trabajo en el patio de beneficio. De hecho, una parte del trabajo de foto documental se presentará en El Tunal Centro Cultural para inaugurar el miércoles 8, a las 18:30 h, el programa artístico con la exposición Origen Tequepexpan 2025. Dentro de esta parte de la programación, seguirá el jueves 8 la actividad de Trueque de libros, en La Pilarica, y un concierto a cargo de L’Acalet Dúo en Histórico 209. Por otra parte, se ha dado un marco de colaboración del programa académico y de exhibición del Cafestivalito con Cualtia, que presenta su 12º Ciclo de Conferencias y 7º Simposio Agroalimentario, organizado por la carrera de Ingeniería en Alimentos de la UPIIZ y coordinado por Óscar J. Ramos Herrera. La primera participación de Emilio Inda corresponde a esta colaboración académica como investigador a cargo del Laboratorio de Evaluación Sensorial de la Unidad Académica de Agricultura de la UAN; en este marco, analizará las características tan particulares del café de Nayarit en relación con las provincias biogeográficas que distinguen a la región. Después de su presentación, seguirá un taller de métodos de extracción, a cargo de Itzam Inda, en el que participarán las baristas Botica del Café y Alicia Café para ofrecer una degustación con una selección de los cafés de especialidad de la cosecha 2025 de Origen Tequepexpan, que también estará a la venta en el área de expositores y productores de Cualtia. Para celebrar el décimo aniversario de las Boticarias, el viernes 10, tendrá lugar en Jerez, en las instalaciones de Botica del Café, una sesión especialmente dedicada a analizar sobre cómo influye el tueste en los perfiles de taza y cuáles son los criterios para tostar el café nayarita; se ofrecerá también una degustación para llevar lo dicho a la experiencia de los sabores. La última jornada de esta edición, el sábado 11, está programada en Niñas Santas, con el taller de encuadernación artística a cargo de la maestra Julia Robles y el concierto de clausura con L’Acalet Dúo y la colaboración de Baba de Nopal. Para el programa de exhibición, se presentarán propuestas de mixología a base de café, “creando un punto de encuentro donde cada sorbo ofrece lo mejor de ambos mundos”.

El encuentro con Emilio, con Itzam, con quienes trabajan con ellos tanto en la finca como en el patio de beneficio, con algunos de los productores de las regiones vecinas que les llevan la

cereza para que se procese con ellos, nos permite acercarnos al menos a una pequeña parte de las dinámicas singulares que van conformando, en el curso de la vida y las labores cotidianas, una estructura compleja de relaciones sociales, económicas, políticas que pueden resumirse como “la cultura del café”, y aunque “celebrar” esta cultura se haya puesto de súper moda de unos años para acá, vale la pena reconocer hasta qué punto es un gesto auténtico porque nos involucra a todos, seamos “coffee lovers” —o no— aficionados —o no— a la bebida más consumida en el mundo después del agua, visitemos —o no— los cafés, que en general ofrecen espacios multifuncionales, no sólo ahora, sino desde la aparición, en el s. XVII, de los primeros establecimientos de café en Occidente. Se puede decir que con el negocio de “los cafés” se fundó una nueva tipología de lugares de reunión desde donde se comenzó a reescribir la historia de las relaciones humanas junto con nuevas formas de pasar el tiempo. Estos temas han sido, por otra parte, motivo de charlas con que José Enciso ha nutrido el programa académico en ediciones anteriores, y en las que los cafés son pretexto, punto de partida y llegada de “un paseo por la sociedad, el ocio y la cultura urbana del siglo XX”. Ahora, la creciente demanda de uno de los productos más vendidos a nivel global genera una cadena de valor híper compleja y un alto grado de especialización en un mercado gigantesco vinculado con un sector que acepta enormes retos con cada cosecha: mantener o aumentar volúmenes de producción, regirse por estándares de calidad de difícil gestión y/o de altos costos de implementación, proponerse la innovación como principio en sus sistemas de cultivo y/o en los procesos o beneficiados, etcétera; además, lograr esto en un esquema de rentabilidad. Dadas estas circunstancias, el trabajo en el campo se orienta a investigar y procurar siempre las mejores prácticas para expresar el máximo potencial de “especialidad” de las fincas bien trabajadas, para expresar el terruño. El café siempre está practicándose, es vital en el mundo y esencialmente vital en las regiones en las que se produce, en las que la cultura del café “está a flor de piel”. Es lo que podemos adelantar sobre esta edición, así que te esperamos el miércoles 8 a partir de las 10:30 h en las instalaciones de la UPIIZ para arrancar el programa con energía vibrante. En Zacatecas dedicamos desde hace cinco años los primeros días de octubre a un programa cultural que reúne actividades académicas, de exhibición y artísticas.

Alan Cafestivalerito
Cerezas caturra
Juan, jefe de patio

Cafestivalito 2025

Exposiciones

Luz

de otoño, de Fernando Jiménez

Hoy nos convoca una de las fuerzas más sutiles y al mismo tiempo más intensas de la naturaleza: la luz de otoño. Esa luz que no grita como el verano, ni se esconde como el invierno, sino que susurra con una claridad dorada, invitándonos a mirar más allá de lo evidente. El otoño tiene un tiempo propio.

La luz se inclina, se alarga y acaricia los contornos con una ternura melancólica. En ella conviven la memoria del verano y la promesa del reposo.

Los árboles parecen incendiarse sin arder, las sombras se vuelven más hondas, y el aire se llena de una transparencia que revela lo invisible. Para los pintores, esta estación es un regalo. Es la paleta que la naturaleza ofrece, con gamas de ocres, rojos, ámbares y violetas, que se mezclan con la nostalgia y la serenidad. La luz de otoño no se limita a iluminar: transforma, otorga profundidad, nos recuerda que toda belleza está hecha de un instante que se va desvaneciendo. En esta exposición, cada obra recoge esa luz única. No es sólo la representación de un paisaje, de una figura o de un gesto: es la captura de un clima del alma. Aquí, cada pintura es testigo de esa estación donde la claridad se vuelve reflexión, y la sombra, poesía. Que este recorrido sea una invitación a mirar como miran los artistas: a detenernos, a dejar que la luz nos atraviese y a comprender que, en

cada matiz otoñal, hay una revelación íntima y universal.

Fernando Jiménez Luévano (Ojocaliente, Zacatecas, 1966), ha realizado 38 exposiciones individuales en museos y galerías de México, Bolivia, Ecuador y Colombia. Es creador de los procesos gráficos denominados Galvanografía y Litho-cartongrafía. Su obra se encuentra en colecciones de Canadá, España, Rumanía, Holanda, México, Cuba, Estados Unidos, Ecuador, Italia, Colombia, Bolivia, Costa Rica, Brasil, Chile y Uruguay.

Ha participado en 230 exposiciones colectivas nacionales e internacionales: museos y galerías de México, Cuba, Argentina, Colombia, Chile, Bolivia, Ecuador, Brasil, Italia, Francia, España, Alemania, Francia, Turquía, Rumania, entre otros.

Ha recibido diversos reconocimientos: Selección La Joven Estampa, Cuba, 2007; la Bienal FEMSA 2017. Reconocimientos de los Ayuntamientos de Ojocaliente y Zacatecas, la Benemérita Escuela Normal "Manuel Ávila Camacho" y la Universidad de la Veracruz por sus 20 y 30 años como artista plástico. La Universidad de la Veracruz ha abierto la Sala permanente de autor "Una mirada al mundo de Fernando Jiménez" en donde exibe alrededor de 60 obras propiedad de la universidad adquiridas a lo largo de 20 años.

exposición Luz

otoño,

La
de
de Fernando Jiménez, se exhibe desde el 3 de octubre en la Galería Viento Negro, de la Vinícola El Consuelo. Carretera Federal 49 San Luis Potosí- Zacatecas, Km. 158. Trancoso, Zacatecas.
Fernando Jiménez. De la serie Luz de otoño. Óleo sobre 100 x 70 cm.
Fernando Jiménez. De la serie Luz de otoño. Óleo sobre 100 x 70 cm.
Fernando Jiménez. De la serie Luz de otoño. Óleo sobre tela. 100 x 70 cm.

‘No nos moverán’, de Pierre Saint-Martin

Socorro (Luisa Huertas) es una abogada de la tercera edad que trabaja desde su departamento ubicado en Tlatelolco, sitio donde, décadas atrás, su hermano Jorge o “Coque” fue asesinado durante la matanza del 2 de octubre de 1968. Al igual que en muchos otros casos, nunca se dio con el responsable directo de dicho crimen.

La justicia es algo que Socorro ha estado buscando desde ese trágico evento, como una herida abierta que le produce un intenso deseo de venganza que no la deja descansar. Un día, de manera inesperada, una nueva pista aparece

ante su puerta, un indicio sobre el militar que le arrebató la vida a su hermano.

A partir de ese momento, ella recurrirá a sus aliados del pasado, sobornará a algunos contactos y hasta le mentirá a su propia familia para averiguar el paradero del hombre que ha estado buscando durante tantos años.

Esta es la peculiar premisa de No nos moverán (2025), ópera prima del realizador mexicano Pierre Saint-Martin, inspirada en su propia experiencia familiar. Se trata de un ingenioso relato que juega con los claroscuros en la moralidad de su protagonista, logrando así reflexionar en diferentes cuestiones

Pierre Saint-Martin, director de No nos moverán

relacionadas con el duelo y la pérdida, partiendo desde el dolor colectivo y encaminándolo hacia lo personal.

De la misma manera, el filme de Saint- Martin invita al espectador a meditar en cómo es que los límites entre la justicia y la retribución se pueden desdibujar de un momento a otro. Esto lo hace por medio de Socorro, quien vive frustrada y consumida por la rabia y el resentimiento, sentimientos que son el producto de un sistema que acomoda las leyes a su antojo, siempre favoreciendo a los más privilegiados. Dicho desencanto es lo que orilla a Socorro a idear un plan sumamente descabellado, pero a final de cuentas lo único que le permitirá obtener, por mano propia, la tan anhelada justicia.

Al mismo tiempo que el director homenajea a los sobrevivientes de la tragedia en Tlatelolco, también elabora un dignificante y compasivo retrato sobre la vejez, enfocándose en la añoranza de los adultos mayores por un momento en el tiempo que ya nunca volverá, así como en su insistencia por querer dejar las cuentas claras antes de que sea tarde.

La película cuenta con pinceladas de

humor negro que logran aligerar la gravedad en los temas de su premisa, oscilando entre géneros y tonos como el drama, el thriller, el absurdo y la ironía de manera efectiva. También hay una oda hacia la cotidianeidad y la monotonía que remite al trabajo de realizadores como Fernando Eimbcke (Temporada de Patos, 2004) y Alonso Ruizpalacios (Güeros, 2014). Al igual que en los primeros trabajos de ambos realizadores, SaintMartin opta por una fotografía en blanco y negro que, lejos de sentirse como un mero capricho, refuerza la sensación de la memoria suspendida en el tiempo y la incapacidad de dejar el pasado atrás. Además de ser uno de los esfuerzos más notables en el cine nacional reciente, No nos moverán es un conmovedor relato sobre la incansable resiliencia del ser humano, una capacidad de adaptación que se ha vuelto prácticamente inherente a la sociedad mexicana. Si la determinación de Socorro es tan inamovible como lo indica el título, SaintMartin invita, con su filme, a seguir recordando y a nunca perdonar. Y tal vez, algún día, cuando todo se haya dicho y hecho, se pueda dejar ir y se logre encontrar algo parecido a la resignación.

Río de palabras

Nunca salí de Parán. Un día casi lo logro, tenía mujer y dinero. Después de una borrachera volví y al despertar del sueño jamás vi Parán de nuevo. La mañana se hizo un nudo ciego. El dinero se fue con la mujer en el último tren que salió del pueblo.

Caminé por Parán en los territorios de la memoria. Llegué a casa y sentí a la mujer en el aroma de la cama. Me masturbé pensando en ella y cada vez me resultó imposible la erección. Eso tampoco había cambiado, la vida era la misma, el mismo polvo por encima de nosotros, las tardes que se extendían hasta el borde de las montañas, el aullido de los perros en las noches silenciosas. Esa había sido mi vida aquí, con el placer de la bebida caliente y el valor. La llegada a casa y nunca poseer a mi mujer. Vienen y van a mi cabeza sus gemidos entre las sábanas de Genaro. Tuve mujer y se fue en el último tren. Genaro

ahora me acompaña en las tardes de iglesia.

Parán vuelve a sí mismo, se consume en sus tradiciones, en la tierra mojada de sus veranos y el frío de sus inviernos. Parán me ha impedido salir porque sé que afuera no hay lugar para mí. Los ciegos debemos tener límites, una geografía definida, si salimos de esa frontera podemos caer y nunca levantarnos. Alguna vez, hace años, volvió un hombre que había salido de aquí. Regresó ya con la ceguera que nos heredó esta tierra a todos los hombres que aquí nacimos.

A mí padre sólo le sobreviven los hijos. Mi madre y sus hijas salieron de este pueblo como todas las mujeres lo hacen algún día. Sus sombras se alargan bajo el sol hasta desaparecer definitivamente. Alguna vez lo vi y sabía que mi único recuerdo de mujer sería esa silueta oscura.

La ceguera es una mosca constante, persistencia, fastidiosa que

no me deja, incluso cuando sueño: una negrura se instala en cada uno de mis recuerdos, una plasta sobre los rostros, sobre la memoria más inmediata. Poco a poco las figuras y la geometría de mi imaginación van tomando sus dimensiones y profundidades. Es como estar triste, es repetir los días y la ropa, es tener el mismo año siempre. Estar ciego es este pueblo donde todo es lo mismo de siempre, donde el viento golpea los árboles a la hora justa cuando las campanas de la iglesia dan el último tañido, esa ceguera auditiva en que el ruido se repite a diario. No he salido de casa por días y noches enteras. Advierto el roer de las ratas, cómo han destruido la madera de la puerta y se han instalado por toda la casa. Las escucho en su andar veloz, sigiloso, cómo se detienen a olisquear las manchas de manteca del suelo. El crujido del pan duro. Las escucho y es todo lo que hay, no hay voces afuera y el viento se ha detenido alrededor de mi casa.

Algunas tardes, mi mujer y yo salíamos a ver el atardecer, y era en ese momento en el que sentí su amor, era como un ligero roce de mejilla y tomarle la mano y esperar a que la noche llegara. Nos metíamos a casa y ambos teníamos la ilusión de tener un hijo. Después, su lengua cálida buscaba la reacción, pero pronto caíamos en la misma insuficiencia acerba.

Deseé esta ceguera. En las tardes de alcoholismo, largas tardes, todas las tardes, la esperaba. Era irremediable. La deseé desde la infancia feliz, ahora que sólo es un paño sobre el fuego.

Estoy en Parán y tendré que esperar la muerte, que tampoco visita este pueblo, sino en muy pocas ocasiones. Mi padre la esperó por años, y le tocó la muerte de su hermano, y aquél sigue vivo. Espero quitarle la misma opción, porque estaré con el oído atento para escuchar sus pasos por el polvo.

6 Por Mario Alberto Medrano
Parán

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