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El ritual purépecha del Fuego Nuevo, símbolo de orgullo e identidad frente al mestizaje

ERNESTO MARTÍNEZ ELORRIAGA CORRESPONSAL MORELIA, MICH.

Desde 1983, las comunidades de las regiones purépechas de la Meseta, la Rivera del lago de Pátzcuaro, la Cañada de los Once Pueblos y de la Sierra celebran el Año Nuevo en estas fechas con la ceremonia de encendido del Fuego Nuevo, tradición que se remonta a la época prehispánica.

Según el calendario purépecha, el año consta de 18 meses de 20 días, y se inicia en estas fechas. El ritual se lleva a cabo cada vez en un pueblo distinto, que recibe el Fuego Viejo de la comunidad que lo custodió durante el año anterior, y enciende el Fuego Nuevo, que queda bajo su resguardo hasta que lo entrega a la siguiente sede.

La primera vez que se llevó a cabo la ceremonia fue en Tzintzuntzan; desde entonces se realiza cada año, siendo un elemento importante de fortalecimiento y cohesión del pueblo purépecha.

La ceremonia se llevó a cabo este año en la comunidad de Erongarícuaro, en la ribera del lago de Pátzcuaro, y fue trasladado días antes de la comunidad de Capacuaro, municipio de Uruapan, tras una caminata que duró varios días, en la que varios comuneros llevaron a cuestas el fuego para su renovación en su nueva sede, donde se encendió en una yácata de adobe, hasta que en 2024 se traslade a Ocumicho, municipio de Charapan.

Los tres principios de la Kurhíkuaeri K’uínchekua

“La tradicional ceremonia Kurhíkuaeri K’uínchekua (Año y Fuego Nuevo P’urhépecha) es una celebración de renacimiento de la cultura purépecha que se realiza cada primero de febrero.

“Mantiene al menos tres principios centrales: no se permite la intromisión de los partidos políticos, ni la participación de las religiones occidentales o la intervención de instituciones gubernamentales o privadas. Es una celebración originaria, autónoma e histórica del pueblo purépecha.

“La celebración Kurhíkuaeri K’uínchekua es una construcción histórica del pueblo purépecha, movimiento que lucha por la recuperación de las raíces p’urhé en lo político, económico, social, educativo, cultural y espiritual; es un elemento generador de orgullo e identidad frente al mundo mestizo.

“Es una organización que busca la autonomía cultural indígena; es un medio para el rescate y fortalecimiento del idioma purépecha; es un sistema de crítica y autocrítica a la religión católica y a los partidos políticos; es símbolo de resistencia, y, sobre todo, es el camino para la construcción de su devenir histórico”, informó el carguero del Fuego Nuevo, Pavel

El titular del Instituto Nacional de Antropología e Historia presentó el libro Exploraciones del mundo subterráneo

Merry Macmasters

El proyecto para que el gran acuífero maya sea reconocido como patrimonio de la humanidad surgió en 2017, cuando el arqueólogo Pedro Sánchez Nava (1951-2022) convocó a Guillermo de Anda Alanís, Juan Ramón de la Fuente y Diego Prieto Hernández para platicar al respecto, expresó el titular del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en la presentación del libro Exploraciones del mundo subterráneo: Un acercamiento al gran acuífero maya.

Para Prieto Hernández, “hoy más que nunca se pone esto en el centro del debate, porque hay una discusión alrededor de cómo habremos de evitar que esta obra tan importante para la península de Yucatán y el sureste de México, que es el Tren Maya, pueda afectar este tesoro”.

Según el funcionario, dicha discusión “debió empezar mucho antes”, porque esta área recorre gran parte de la costa oriental de la península, fundamentalmente en Quintana Roo. Aunque la extensión total del acuífero de la península es desconocida, puede afirmarse que entre Tulum y Cancún hay más de 2 mil kilómetros de una extensa red de cuevas inundadas, cenotes, pasajes cavernarios, túneles y depósitos naturales de agua.

El director del INAH también se refirió a desarrollos inmobiliarios “complicados que deberían haber tenido mayor vigilancia y seguimiento, no nada más el Tren Maya”. Aseguró que “todavía estamos a tiempo” en lo que se refiere al cuidado de este gran recurso natural.

Para que el patrimonio geológico, arqueológico, cultural y acuífero maya sea inscrito en la lista del patrimonio mundial de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés), el INAH realiza estudios e investigaciones, dijo Prieto Hernández en la presentación del libro realizada en el Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec.

La coedición del Aspen Institute México y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sintetiza los hallazgos y planteamientos más recientes de la investigación del acuífero de la península de Yucatán.

Por una nueva línea de investigación el INAH ha recuperado prestigio, credibilidad y confianza en los tres niveles de gobierno y la sociedad mexicana. Foto Marco Peláez

Exploraciones del mundo subterráneo fue coordinado por De Anda Alanís. Este libro, dijo el arqueólogo y titular del proyecto Gran Acuífero Maya, “ha pretendido ser muchas cosas, como tratar de liberar a mis colegas académicos que estudian este maravilloso mundo de ciertos conceptos espaciales, como el de cueva e inframundo, todos ellos muy válidos.

Sin embargo, queremos instaurar una nueva línea de investigación teórico-metodológico; es decir, una nueva manera de apreciar”.

Los temas tratados son diversos y llamativos, como Reconsideración de la connotación sexual de las cuevas, de James E. Brady, y Estromatolitos, en busca del origen de la vida, de Arturo Bayona.

Para De Anda Alanís, estos tópicos son “fundamentales” para entender el gran acuífero maya.

Dentro de unos meses saldrá un segundo tomo de Exploraciones del mundo subterráneo “con los nueve capítulos que quedaron fuera”, agregó.

Enrique Berruga Filloy, representante del Aspen Institute México, comparó el libro con “la obertura de una gran obra”.

Pedro Junco, subdirector de Arqueología Subacuática del INAH, hizo hincapié en la necesidad de compartir el tema con la sociedad, porque “muchas exploraciones se quedan sin publicar.

“Es la responsabilidad de los científicos divulgar nuestro quehacer”. También participó en el acto Luis Gerardo del Valle, presidente del Aspen Institute México, quien aseguró que el proyecto permite “rencontrarnos con nuestra identidad”.

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