Suplemento Navideño 2012

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HISTORIA E IDENTIDAD SOCIAL EN LA NOCHEBUENA GUATEMALTECA

La Nochebuena ha producido en Guatemala desde el siglo XVI hasta nuestros días, manifestaciones culturales muy fecundas y de intensa ternura para conmemorar el nacimiento de Cristo. Tradiciones con historia, únicas e irrepetibles, se han mantenido por más de quinientos años en nuestro suelo; continúan hoy frescas y lozanas en un siglo más y en un nuevo milenio. ¡Ojalá sepamos conservar esta herencia legada por la creatividad de nuestros antepasados! La Coordinación del Suplemento agradece a los académicos del Centro de Estudios Folklóricos y de la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala su espontánea y desinteresada colaboración.

CELSO A. LARA FIGUEROA COORDINADOR DEL SUPLEMENTO UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA


Nueva Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 2012

LEYENDAS MEDIEVALES SOBRE EL NACIMIENTO DE CRISTO

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esde los primeros siglos del cristianismo, pero con mayor énfasis durante la Edad Media, circularon a lo largo de toda Europa diversas leyendas sobre la vida de una gran cantidad de santos y santas conocidos en esa época, éstas eran parte importante de la predicación y la enseñanza de la Iglesia durante este último periodo referido, ya que servían de ejemplo y modelo a seguir. Dentro de ellas se tenían también relatos sobre la vida de Jesús y de la Virgen María, mismas que, además de lo señalado anteriormente, ejercían también la función de llenar los vacios que los Evangelios Canónicos dejaban en sus relatos. Estas leyendas fueron recopiladas por el fraile dominico Santiago de la Vorágine, -personaje famoso por sus escritos durante el Medioevo-, en la obra más importante de este periodo, me refiero a “La Leyenda Dorada” o conocida también como “Legenda Áurea”, llamada así debido a la gran popularidad que tuvo. Esta compilación de historias data de alrededor del año 1264. El título original de la obra en latín es “Legendi di Sancti Vulgari Storiado”. Cabe mencionar que de la Vorágine llegó a ocupar la silla arzobispal de Génova, y hacia el año 1816, fue beatificado por el papa Pío VII. En su capítulo correspondiente a la natividad de nuestro Señor Jesucristo, el religioso dominico toma como referencia algunos escritos disponibles en ese momento dentro de los que menciona las “Crónicas” de Eusebio de Cesarea, la “Historia Escolástica”, la “Compilación” de San Bartolomé y el texto apócrifo al que únicamente se refiere como “Libro de la Infancia”, que según algunas opiniones sería el conocido como “Libro de la infancia del Salvador”, cuyo título original es “Liber de infantia Salvatoris”. Así en primer lugar Santiago de la Vorágine presenta varias fechas posibles en cuanto a cuando pudo haber acontecido el nacimiento del Divino Infante. Apunta así el año 5228 después de la formación de Adán, mientras que otros pensaban que había sino en el año 6000, fecha planteada por Metodio, -considerado como uno de los apóstoles de los eslavos-, y rebatida por de la Vorágíne ya que expresa que se basé en supuestos místicos y no por criterios cronológicos. Asímismo hace mención de Eusebio de Cesarea, quien apunta que fue en el año 5199, siendo el Emperador de Roma Octavio. Dicho gobernante utilizaba este nombre cuando asu-

Julio Rolando Martínez Mansilla Universidad de San Carlos de Guatemala

Según apuntan las leyendas medievales, el nacimiento del Niño Jesús tuvo lugar cerca de la media, noche de un día domingo. Nacimiento particular de la Ciudad de Guatemala. (Fotografía Julio R. Martínez, año 2011.) mió el cargo, luego se hizo llamar César en recuerdo de su tío Julio César, y posteriormente tomo el nombre de Augusto debido a la expansión y prosperidad que tuvo el Imperio romano bajo su mando. Tomando después el título de Emperador, que era superior al de un rey. Debido a que César Augusto quería conocer todo el territorio que estaba bajo su poder, promulgó el edicto que ordenaba empadronarse a todos los que estaban considerados como cabezas de familia, en su lugar de origen, y además entregar al gobernador de su provincia, un denario de plata, a manera de tributo, en nombre propio y de su familia, y como un testimonio de ser súbdito del emperador de Roma. Es interesante cómo de la Vorágine deja asentada la forma en que se realizaba este acto, ya que el proceso de dicho censo consistía en dos partes, la primera era la profesión de fidelidad al Imperio, y la segunda el empadronamiento como tal. Dicho acto de fidelidad se realizaba así, la persona cabeza de familia previo a entregar al presidente de la provincia el tributo, a título personal y de las otras personas que representaba, colocaba la moneda sobre su frente y en voz alta, delante de todo el pueblo, se declaraba como un súbdito del Imperio romano, para luego continuar con la parte del empadronamiento en el que se anotaba en una lista el número de

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personas al cual se representaba. Es así que José, quien vivía en Nazareth, pero que por descender de David, debía dirigirse hacia Belén para empadronarse, pero por acercarse ya el momento del parto de María, la llevó consigo, ya que no quería confiarle su cuidado a nadie más. Según una leyenda consignada en este escrito medieval, cuando se aproximaban ya a Belén, María advirtió que una parte del pueblo estaba alegre, mientras que la otra lloraba, y que un ángel le explicó que esto era porque mientras una parte del pueblo se regocijaba, porque recibirían la eterna bendición a través de la sangre de Abraham, la otra parte estaba así porque han merecido la reprobación divina. La primera estaba conformada por los gentiles y la segunda por los judíos. También se dice que cuando llegaron a Belén, no encontraron lugar donde alojarse, porque los lugares en donde lo hubieran podido hacer, debido a lo limitado de sus recursos, estaban ya ocupados, ya que mucha gente había llegado por el mismo motivo que ellos, por lo que tuvieron que cobijarse en un cobertizo público, que se encontraba, según se indica,

entre dos casas. Este era un albergue al que acudían las personas que habitaban en la ciudad, para divertirse en los días de fiesta, y que servía también para refugiarse cuando había mal tiempo y asimismo socializar. Otra leyenda apunta que tanto el asno como el buey, fueron llevados por José en el viaje, y que el pesebre fue preparado por el santo varón, o bien ya se encontraba en el lugar, a disposición de los campesinos de la localidad, para cuando llevaban animales en los días de mercado, y poder así alimentarlos. Se consigna que fue un domingo cuando José y María llegaron a la ciudad de Belén, siendo aquel mismo día, al filo de la medianoche en que tuvo lugar la llegada del Hijo de Dios, recostándolo sobre el heno del pesebre, el cual fue respetado por el buey y el asno, ya que no comieron del mismo. Se cuenta también que posteriormente, dicho heno fue llevado a Roma por Santa Elena, a manera de reliquia. Por último se apunta una leyenda que busca demostrar la virginidad perpetua de María, la cual entre otras maneras que son pre-

sentadas y explicadas debidamente por de la Vorágine, fue comprobada por dos comadronas que atendieron a la Santísima Virgen al momento de dar a luz. Estas llegaron al lugar, ya que al momento de presentarse los primeros síntomas del parto, José, apegándose a las costumbres de la época, requirió su asistencia, lo cual no quiere decir que dudara de que fuera el mismo Dios quien fuera a nacer de su esposa virgen. Los nombres de éstas eran Zabel y Salomé. La primera de ellas luego de examinar cuidadosamente a María, comprobó que aún luego de parir, conservaba integra su virginidad, exclamando: “¡Ha parido una virgen!”. Pero Salomé no lo creyó y quiso verificarlo por si misma mediante el tacto de su mano, pero al querer intentarlo, el brazo se le secó. Luego se le apareció un ángel quien le indico que tocara al niño recién nacido con la mano seca, y al momento de tocarlo el brazo le sano enseguida.


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LA QUEMA DEL DIABLO EN GUATEMALA

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Dalila Gaitán Lara Universidad de San Carlos de Guatemala

na de las tradiciones más arraigadas en la población guatemalteca es la tradicional “quema del diablo” que se realiza el siete de diciembre a las seis de la tarde. Es una celebración mágico –religiosa. Su historia se remonta, según algunos historiadores, al siglo XVI y en la época colonial se le denominaba “luminarias”. Se dice también que en la Nueva Guatemala de la Asunción las fogatas que se prendían iluminaban el paso de la procesión de la virgen de Concepción, esto porque la luz de las calles era tenue y escasa. La procesión de la virgen de Concepción es el inicio de las fiestas de la Natividad en Guatemala y con la quema del diablo se purifican los hogares para recibir el advenimiento de Cristo “limpios y puros” espiritualmente hablando. Ha sido una tradición que días previos a la quema del diablo se busca objetos en desuso, papeles, cartones, y todo tipo de materiales que puedan incinerarse. Muchos recolectan paja, chiriviscos, ramas y hojas secas, cajas de cartón y otros materiales que van acumulando en algún lugar de sus casas para prenderles fuego el siete de diciembre. En años recientes se ha popularizado la quema de “diablillos” que son elaborados en las piñaterías, los que se distribuyen en todo el país para esta fiesta. EL SIMBOLISMO Como toda tradición, la quema del diablo está cargada de un fuerte simbolismo. Es una batalla entre el bien y el mal. El bien es el advenimiento de Jesucristo a través de la virgen de la Concepción quien hace su recorrido procesional el ocho de diciembre, y el mal personificado por el diablo. Esta batalla la gana el bien pues el diablo es “quemado y convertido en cenizas”. El fuego simboliza la luz de la virgen y su victoria sobre el demonio, quemando la basura o la figura del diablo se aleja toda impureza del hogar acumulada durante todo el año. Por otro lado el fuego es “purificador”, a través de la quema se hace una limpia espiritual. Entre las creencias de la población se relataba que el diablo se escondía entre las cosas viejas de los hogares, en los rincones de las casas por lo que era necesario “sacarlo” para luego incinerarlo. Esto era necesario para entrar a las festividades de la Navidad con las casas limpias. De esta forma tam-

La quema del diablo en la Ciudad de Guatemala el 7 de diciembre (Fotografía de la autora) bién el pueblo rechaza el mal y espera la fiesta de la virgen de Concepción dignamente. Debe uno despojarse de todo sentimiento negativo y de toda maldad albergada en el corazón. LA POLÉMICA Muchas tradiciones han desaparecido en Guatemala y la tradicional quema del diablo ha sido punto de discordia entre la población guatemalteca. Por un lado, grupo de ecologistas y ambientalistas consideran la quema de basura como un foco de contaminación. Se han pronunciado en contra de la quema de materiales que dañan la salud como plásticos, llantas y otros materiales que generan gases tóxicos que provocan enfermedades respiratorias y de otro tipo. La cartera de salud también ha emitido boletines donde hace recomendaciones preventivas a los pobladores para evitar accidentes durante esta fiesta. De igual forma se hace con expendedores y usuarios de fuegos pirotécnicos. Los bomberos

también hacen llamados para no utilizar gasolina para prender los fogarones pues en esta época proliferan los accidentes por quemaduras. El Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales emprende campañas en los medios de comunicación escritos, radiales y televisivos para evitar accidentes. Por otra parte, existe un Acuerdo Ministerial No. 332-2004 en el que se prohíbe terminantemente la quema de llantas en lugares privados o públicos con multas que van de mil a cinco mil quetzales. Existen también grupos más radicales que abogan por “ponerle fin a esta tradición” como sectas protestantes que vinculan esta celebración con la adoración al diablo. Podemos concluir que la celebración de la quema del diablo es legendaria y que se arraigó en la población guatemalteca desde la época colonial. Que con el traslado a la Nueva Guatemala de la Asunción se vino también esta celebración mágico-religiosa que actualmente se celebra en toda la República. Que se observan cambios en las celebraciones a través

La quema del diablo en la Ciudad de Guatemala el 7 de diciembre (Fotografía de la autora) del tiempo, como la incorporación de diablitos de piñata a la quema, así como gran variedad de juegos pirotécnicos más sofisticados.

Creemos que mientras la población manifieste la religiosidad católica a través de la celebración de estas fiestas, las tradiciones seguirán existiendo.

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inmaculada concepcion: aurora de la nochebuena Eduardo Díaz Reyna Universidad de San Carlos de Guatemala

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l 8 de diciembre la Iglesia celebra la fiesta de la Concepción de la Virgen María, fecha que guarda relación con los nueve meses que la separan de la Natividad de la Madre de Cristo, conmemoración que tiene lugar el 8 de septiembre. Ubicada justamente en el tiempo de Adviento, el Misal Romano, segunda edición, presenta la solemnidad mariana así: “Ya celebrada desde el siglo XI, esta solemnidad se inserta en el contexto del Adviento-Navidad, uniendo la espera mesiánica y el retorno glorioso de Cristo con la memoria admirada de la Madre. En este sentido este período litúrgico debe considerarse un tiempo particularmente apropiado para el culto a la Madre del Señor. María es toda santa, inmune de toda mancha de pecado, como plasmada y hecha nueva criatura por el Espíritu Santo. Ya vislumbrada proféticamente en la promesa hecha a nuestros primeros padres de la victoria sobre la serpiente, María es la Virgen que concebirá y dará a luz un hijo cuyo nombre será Emanuel. El dogma de la Inmaculada Concepción fue proclamado por Pío IX en 1854”. Originalmente, en la iglesia Oriental se hacía el recuerdo de un suceso relacionado con la Concepción de María en el seno de su madre. Esta fiesta era celebrada desde el siglo VI y fue propagada al Occidente por Eadmero, discípulo de San Anselmo, arzobispo de Cantorbery. La fiesta fue aprobada en 1129 por un concilio celebrado en Londres y de Gran Bretaña pasó al continente, hasta que en el siglo XV el Concilio de Basilea y, especialmente el Papa Sixto IV en 1476, la generalizaron. Sin embargo, ya en el año 431 el Concilio de Éfeso había definido la Maternidad Divina y en el año 649 el Concilio de Letrán lo había hecho con la Virginidad Perpetua. En el curso de los siglos esta fiesta se propagó más y más, a pesar de que el dogma de la Inmaculada Concepción fue proclamado hasta el 8 de diciembre de 1854. En esta fecha Pío IX expuso: “La Beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano”. Más reciente, el Concilio Vaticano II ha proclamado que María “está unida, en la estirpe de Adán, con todos los hombres que necesitan de la salvación; fue redimida de modo eminente, en previsión de los méritos de su Hijo”. Así, dice el sacerdote Danilo M. Santor OSM, “con la exención de todo pecado en María, la obra salvífica Cristo no es mutilada”.

Rezado de la Virgen de Concepción de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de Guatemala. (Fotografía de archivo).

Extraordinaria talla de la Virgen de Concepción del Templo de San Francisco. Ciudad de Guatemala. (Fotografía de archivo). Así que no fue sino hasta después de un largo proceso histórico de reflexión en que la Iglesia llegó a formular el dogma de la Concepción Inmaculada de María, fiesta que como veremos más adelante, ha sido bastante compleja en su desarrollo.

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En Oriente A principios del siglo VIII está registrada la fiesta de la Concepción de Santa Ana, Madre de los Theotokos, la cual se celebra el 9 de diciembre justo a nueve meses de la fiesta del nacimiento de la Virgen. En Oriente esta fiesta no tiene por objeto la celebración del privilegio que eximió del pecado original a la Bienaventurada Virgen María, sino más bien es la conmemoración del acontecimiento que se narra en el Protoevangelio de Santiago según el cual Joaquín y Ana, padres de María, siempre estériles, por una intervención extraordinaria de Dios, pudieron concebir. La primera noticia de la fiesta de la Concepción de Ana se encuentra en el Canon de San Andrés de Creta (+ 740 c.a.) y, por este mismo santo, se sabe que tal fiesta era considerada inferior a la Natividad, la Asunción, la Presentación y la Asunción de María; sin embargo, fue aceptada progresivamente y ya en el año 883 se encuentra incluida en el Nomocanon de Focio, y en ese mismo siglo, introducida en el calendario de la Iglesia de Nápoles, en esa época bajo la influencia bizantina. En el siglo X, León VI (846-903) la extendió a todo el imperio y hacia

1166 se cuenta como una de las festividades que deben celebrarse con abstención del trabajo. En la Iglesia bizantina esta fiesta no es tan importante como otras festividades marianas, pues pone más su atención en Santa Ana que en la propia Virgen María, situación que no impedirá que los predicadores exalten la decencia de Ana como futura morada del Mesías. En Occidente En la Iglesia occidental es hasta por el año 1000 cuando se encuentra una fiesta señalada por el 8 de diciembre con la denominación de Concepción de la Santísima Virgen María; esta celebración, que se extiende a partir del siglo XII, tiene altibajos diversos y se fue difundiendo poco a poco hasta que en el ya mencionado Concilio de Basilea se generalizó, decretándose que dicha fiesta se celebrará en todas las iglesias de la Cristiandad. Sin embargo, este acuerdo del año 1439 no tuvo efecto porque dicho concilio fue declarado cismático. Correspondió a Sixto IV, proveniente de los franciscanos, reconocer oficialmente la fiesta de la Inmaculada e introducirla en el calendario romano.

A partir de entonces se dieron una serie de modificaciones con relación a la fiesta. Entre las más importantes destacan cuando en 1708 Clemente XI la fijó como fiesta de precepto y más tarde, en 1854, Pío IX proclama el dogma de la Concepción. A partir de 1863 la fiesta tuvo el título definitivo de Inmaculada Concepción de Santa María Virgen; en 1879 León XIII introdujo la vigilia de la fiesta y, finalmente, el Concilio Vaticano II considera este día como “solemnidad”, destacando así, con el máximo grado litúrgico, esta verdad dogmática sobre la Virgen María. En Guatemala, de gran devoción mariana, la Inmaculada Concepción es celebrada en toda la República e incluye diversas manifestaciones populares como ferias, bailes, comidas, loas, quema del diablo en víspera y los tradicionales rezados recorren las calles de ciudades y pequeñas poblaciones. Es con la víspera de la Concepción, 7 de diciembre, que en Guatemala se inicia el llamado Ciclo de Nochebuena que concluye el 2 de febrero, fiesta de Candelaria.


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NACIMIENTOS TRADICIONALES DE GUATEMALA

Celso A. Lara Figueroa Universidad de San Carlos de Guatemala

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os siguientes apuntes constituyen una modesta introducción al conocimiento de uno de los más interesantes aspectos del folklore navideño como son los nacimientos –tradición introducida en el Nuevo Mundo por los españoles en el siglo XVI-, y enriquecida por las reinterpretaciones regionales, que constituyen la nota característica de los nacimientos en general. Su presencia la encontramos en diferentes regiones de Europa, especialmente en Italia, Sur de Alemania y Francia, España, Portugal y en Latinoamérica, en donde se les llama: nacimientos, belenes, pesebres, según el área sociogeográfica. Nos limitaremos a intentar una clasificación de los tipos fundamentales de nacimientos actualmente existentes en la Nueva Guatemala de la Asunción. Para ello nos hemos basado en la observación de nacimientos localizados en diferentes barrios de la ciudad. Nacimiento popular Sus características son: representación no realista, particularmente no observa proporciones; escenografía de inspiración regional o local; a excepción de las imágenes que integran el misterio litúrgico, sus personajes y las escenas son representación de la vida cotidiana, particularmente no urbana; uso de ornamentos locales como por ejemplo: productos de artesanía folklórica artística de Nochebuena y plantas regionales o frutas decorativas de la región: hoja de pacaya, pie de gallo, musgos, manzanilla, mandarina, melones, piñuelas, cacao, cidra, chichimecas y otras. El cielo se representa con nubes de tarlatana y papel de china de colores, profusión de bombas que cuelgan de bricho y litografías de querubines y ángeles que asoman entre las nubes. Su criterio es histórico. Como ejemplos podemos mencionar los viejos Barrios de la Parroquia; la Candelaria; la Ermita; la Recolección; y nuevos barrios populares de la periferia de la urbe. Nacimientos Artísticos de Inspiración Bíblica La representación es realista; observancia de principios de arte académico; su escenografía y representación de personajes son de inspiración bíblica con uso de figuras de

Nacimiento popular guatemalteco del barrio de la Parroquia de la ciudad de Guatemala. (Fotografía del autor). imaginería no popular, particularmente uso de pastores importados de Europa o de fabricación industrial de modelos extranjeros; ausencia de ornamentos del nacimiento popular y su criterio es histórica. Es posible varios en casas de los barrios de Santa Catalina; la Recolección y nuevos como el Barrio Moderno. Nacimientos Artísticos de inspiración Regional Posee criterio histórico; su representación es realista; observa principios de arte académico; su escenografía y representación de personajes son de inspiración local rural, a excepción de la representación del misterio; usan pastores fabricados por artistas populares a encargo especial de los autores del nacimiento de acuerdo con las escenas identificables que van a reproducir; y hay una relativa ausencia de ornamentos del nacimiento popular. Por ejemplo el de la señora Rosa Pinto, del Barrio de Santa Catarina. A continuación, describiremos los aspectos más característicos de los diferentes tipos de nacimiento en consideración tomando como referencia los ejemplos arriba mencionados.

Nacimiento de inspiración bíblica, con imaginería colonial y contemporánea. Barrio San Sebastián. (Fotografía del autor). El tamaño del nacimiento popular -aunque en el primer tercio del presente siglo ocupaban espacios considerables-, en la actualidad ocupa un área de 3x2 metros cuadrados aproximadamente, y así se considera monumental. Generalmente se construyen de menores proporciones de acuerdo con los límites de espacio particularmente las

familias de escasos recursos construyen nacimientos muy reducidos, generalmente sobre una pequeña mesa de unos 60x40 centímetros cuadrados. Se construyen sobre cajones y mesas o plataformas que permitan clavar objetos. Generalmente se da a la estructura una altura aproximada de 60x80

cms.; no obstante, en algunos casos se construye a la altura del piso. Con papel grueso y/o “embreyados” (lona encolada), corrugados y cubiertos de musgo, aserrín de colores, plantas y flores naturales y artificiales se forma la topografía de paisajes que será el escenario de escenas de la vida cotidiana rural haciendo uso de la producción del arte y artesanía folklórica navideña: pastores de barro, tela y algodón, madera, etc. Como fondo se colocan los tradicionales paisajes que reproducen escenas del campo local y algunas veces reproducen también de los lugares y personajes litúrgicos. Es frecuente la aparición de los Reyes Magos junto a las pirámides de Egipto. Generalmente la producción de los artistas populares está inspirada en paisajes regionales. Se observan “rosarios” de manzanilla, mandarinas, naranjas, melocotón, cacao y piñuelas. También otras frutas: limas, cidras, viscoyoles, chichimcas, y además plantas ornamentales: hoja de pacaya, pie de gallo; ramas de pino y ciprés. Todas estas frutas y plantas dan al nacimiento un agradable olor que resulta una relevante característica del mismo. El segundo tipo de nacimiento que hemos mencionado se aparta del tradicional popular, ya que no representa la adoración de los pastores de la región ante la representación del misterio de la Navidad. Se trata en este caso de representar el hecho histórico del advenimiento del Mesías, y por eso la escenografía y el conjunto de figuras se rige por la temática bíblica. De acuerdo con esta última, se incluye en la escena no solo el misterio del nacimiento, sino también el misterio de la anunciación. Y como una nota anacrónica se hace aparecer en la escena del nacimiento la figura de San Francisco de Asís, a quien se le reconoce como iniciador de la tradición del nacimiento. En el tercer tipo encontramos una proyección consciente del paisaje rural visto por personas citadinas, que generalmente se sienten apegadas a determinadas regiones las cuales reproducen. En casos se identifica la hacienda o finca, sus trabajadores, la casa de los propietarios, el pueblo cercano con sus características geográficas, mostrando al mismo tiempo escenas de la vida cotidiana de sus moradores., Nos encontramos ante obras de gran tamaño que hacen gala de la calidad de los pastores especialmente cargados a connotados artistas populares; particularmente las figuras del misterio son valiosas obras escultóricas de imaginería colonial, herencia de familia.

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lmente es pertinente indicar que iño de Belén de Amatitlán se le denominado de varios modos a rgo de su historia conocida que nca en el siglo XVII, el cronista Francisco de Fuentes y Guzmán scribiera por el año de 1689 le Niño de Belén”, Domingo Juarros del siglo XVIII le denomina “Niño el arzobispo don Pedro Cortes y cuando visitó el curato de Amale llamó “Niño de Belén” a una a que se hallaba cercana, nombre a inspirado en la imagen, miene en los documentos de archivo n “Niño Dios” o “Niño Dios de En este trabajo se le denominará mente como Niño Jesús de Belén. as esas menciones se alude a to como niño de cortísima edad, mportante mencionar que aparte nteriormente citados cronistas y , en el siglo XX escribió Erneshilla Aguilar su obra “Historia y nes de la Ciudad de Amatitlán” citando información precisamens cronistas Fuentes y Guzmán y quienes destacan la importancia a imagen en su sede original del o poblado de Pampichí, cercano n Juan Amatitlán, haciendo ver el nado Juarros que la imagen había sladada de su sede antigua al de n por el arzobispo don Cayetano y Monroy en el año 1789, y que a principal era el 1º de mayo de o. Otro aporte entusiasta es el de Samayoa (2000) titulado “Amatitdiciones)”, el cual hace énfasis nte en las tradiciones populares titlán y que alude al Niño como os de Amatitlán”, así como el úllos estudios conocidos pertenece ernando Urquizú (2011) titulado de la Vera Cruz en Guatemala” o en la Revista Estudios de la EsHistoria de la Universidad de San el cual aborda el conocimiento imagen desde una perspectiva áfica, identificándola como una de Niño de la Veracruz; aspecto á basado fundamentalmente en utos iconográficos de esta obra ca. ta ocasión este servidor proporguna información acerca de la cofradía y actividades devocionano han sido abordadas con anteSe advierte al amable lector que textos antiguos aparecen ligeramodernizados para su fácil lectura, se ha dejado parte de la ortografía para degustar esa antigua forma bir. o se estudia las cofradías del CuAmatitlán a lo largo del tiempo es advertir que el surgimiento de la del Niño Jesús fue una realidad

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ACERCA DEL NIÑO JESÚS en el lapso de tiempo 1734-1769; dado que es en este último año cuando está reportada en una visita pastoral una organización que velara por la devoción al Niño, dicha visita fue la

que llevó a cabo el arzobispo Pedro Cortes y Larráz. En el siguiente cuadro es posible observar la situación de las cofradías del curato de Amatitlán: En el cuadro “Cofradías del Curato de Amatitlán siglo XVIII” es posible advertir que en la visita pastoral del obispo don Juan Bautista Álvarez de Toledo había una hermandad de la Veracruz la cual desaparece, dado que en la visita Pastoral del obispo don Juan Gómez de parada en 1734 ya no figura ni figurará más a lo largo del tiempo. La siguiente visita del año 1769 estuvo a cargo del arzobispo Pedro Cortes y Larráz mientras que las visitas de 1786 y 1791 lo fueron a cargo del arzobispo Cayetano Francos y Monroy y la del año 1813 fue llevada a cabo por el arzobispo Ramón Casaus y Torres. Por ejemplo, se conoce por medio de un fragmento de un libro de limosnas del “Niño Santo de Belén”-otro nombre con que se le conoce- que comprende los años 1754-1757 que la cofradía en funciones -no necesariamente con ordenanzas aprobadas- tenía misas meseras o sea una cada mes, algunos reparaciones de albañilería se consignan a las “casas de Belén” así como celebraban con misas el día

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de Finados, así como pagaban puntualmente los derechos por la festividad del Niño (Archivo Histórico Arquidiocesano – AHA- Cofradías Caja 11). La imagen por este tiempo se hallaba en su templo de Pampichí al cual acudían los visitantes en crecido número al grado que las llamadas “casas de Belén” que en más de una ocasión fueron objeto de reparos, se cree eran lugares de resguardo de peregrinos. En el mismo año de 1765 Joseph Bercián y Joseph Vicente Pérez procuraban obtener autorización para recaudar fondos a fin de reparar el templo del ” Niño Dios de Belén “ con sede en la población de Pampichí; decían los cofrades “…que ayándose la iglesia de dicho Santuario tan deteriorada con la injuria de los terremotos que han ocurrido y demás que el tiempo ha ofrecido y asi mismo totalmente falto de todo lo necesario para el culto divino como son ornamentos caliz y misal de que carece dicho Santuario y al mismo tiempo la obra de el hospicio que se aya a medio construir…”(AGCA A1-48541-5777-1), se refería a los terremotos de 1751 y 1759 ocurridos unos años antes, la autoridad sin duda dio el permiso correspondiente dado que tiempo después se conoce que el

año de 1766 se libró despacho para hacer realidad la recolección de limosna y “… en efecto se juntaron un mil y tantos pesos y con ellos y la presente cuenta que se le dio por mí a el párroco del partido se procedió a el reparo del templo del Niño Dios y su correspondiente sacristía…” En la visita pastoral del arzobispo Cortes y Larráz del año 1769 es la primera vez que se consigna la cofradía del Niño Jesús de Belén entre las que en ese momento estaban activas en el Curato, junto a la de N. S. Del Rosario, San Juan, Santísimo Sacramento, Animas, Nombre de Jesús y las hermandades de Ánimas, Santa Rosa y San José (AHA Tomo 23) . El terremoto del 29 de julio de 1773 que arruinó Santiago Capital del Reino sin duda hizo estragos en los templos de los pueblos de la comarca incluido el de Amatitlán y el de Pampichí , por lo que en el año 1775 Joseph Bercián mayordomo del Santuario del Niño Dios de Belén del Curato de Amatitlán hizo ver que “…la ruina que experimentamos el año de 73 me estimula a hacerle presente el reparo que necesita la susodicha iglesia del Niño Dios que habiéndole comprehendido dicha ruina caio de plano su sacristía quedando

demolida y lastimada en manera el hospicio…”. Los cofrades solicitaban licencia para pedir limosna y acudir al reparo del templo (AGCA A1-31360-4049). En el año 1781 el arzobispo Cayetano Francos y Monroy visita el Curato de Amatitlán y menciona al Niño Dios de Belén así: “…En el altar maior esta la imagen del Santo Niño, con corona de plata sobredorada y en ella una campanilla y un tecomatillo de perla…” (AHA Tomo 29 V.P. Arzobispo Cayetano Francos y Monroy); prosigue así “…mas una silla aforrada de plata y un resplandor de cuerpo entero de plata sobredorado, en un trono nuevo de vidrieras y velo de brocato verde a los lados dos imágenes de bulto de Maria Santisima y Señor San Josef…” Años después, en 1786 de nuevo el arzobispo Cayetano Francos y Monroy visita el Curato de Amatitlán y en ese momento consigna entre las cofradías existentes la del Niño Jesús de Belén (AHA Tomo 32 V.P. Francos y Monroy) En nueva visita pastoral del Arzobispo Cayetano


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DE BELÉN DE AMATITLÁN

Mario Alfredo Ubico Calde Universidad de San Carlos de Guatem

Niño Jesús de Amatitlán. (Fotografía de Walter Gutiérrez y Ricardo Andrade). Francos y Monroy del año 1791 al Curato de Amatitlán se consignó el status del Niño Jesús de Belén en su nueva sede del siguiente modo: “…Y porque la traslación

que se hiso de la imagen del Niño Dios que con el nombre de Belen se benerava en la iglesia que tenia en el lugar de Pampichi perteneciente a este Curato, se hiso a la de este pueblo por justas causas que para ello tuvo su Ilustrisima manda que sobre esta traslación no haya la menor novedad

sino que permanesca y se perpetue en la iglesia de este pueblo sin permitir el Padre Cura que por ninguna causa ni motivo sea restituido dicho Niño a su antigua iglesia…”(AHA Tomo 37 V.P. Arzobispo Cayetano Francos y Monroy Folio 399 v.). Hay que recordar que según

Juarros el traslado se llevó a cabo el año de 1789. Para el año 1796 se conoce que el Vicario de Amatitlán don Pedro Pablo Vivas menciona entre las cofradías activas de su jurisdicción “…La cofradía del Niño Dios de Belen, solamente tiene 12 pesos 6 reales de principal en dinero y como cien reses…”(AHA Vicaria Eclesiástica Sacatepéquez No.2 1795-96); prosigue “…El mayordomo Bernardo Gonzáles, ladino electo por los indios principales del pueblo, para que sirva el corriente año declara que ha 6 meses que lo nombraron y que no le entregaron ningún principal en dinero y que de las cortas limosnas que ha juntado en el Curato le ha dado seis pesos al sacristan que cuida de la lámpara del niño Dios y quatro reales que gastó en que cogieran las goteras y quatro pesos que ha gastado de azeyte de iguerio…” (Loc. Cit.) Pocos años después en 1813 nueva visita pastoral efectuada al Curato de Amatitlán por el Arzobispo Casaus y Torres expone que la imagen del Niño. había sido trasladada al Calvario allí se describe así: “…Primeramente en la capilla del Calvario la imagen del Niño Dios colocada en el altar mayor en su trono con su vidriera…” (AHA Tomo 42 V. P. Arzobispo Casaus y Torres) Se destaca que la imagen del Niño poseyera corona, y resplandor de cuerpo entero, no sorprende que tuviera la silla de plata, sin embargo no existe una descripción minuciosa de la imagen del Niño para el siglo XVIII, siendo igualmente importante notar que en 1781 se le haya junto a las imágenes de Virgen María y San José formando la Sagrada Familia ocupando el altar mayor. Otro aspecto singular es que las imágenes de Niño, tanto la titular en el templo, que no sale en procesión como la que se utiliza para efectuarla tengan atributos iconográficos de Niño vinculado a la Veracruz con uno de los pies sobre una calavera. En la Colonia sólo se menciona una imagen de Niño, que se cree es la titular, siendo evidente que la otra surgió después. ¿Por qué el denominado Niño Dios de Belén es iconográficamente una imagen de Jesús sedente con un pie en una calavera -lo que supone su triunfo sobre la muerte- y sobre un globo terráqueo -igualmente signo de su victoria sobre el mundo y sus iniquidades- que el Dr. Fernando Urquizú identifica como Niño de la Veracruz?, este asunto está por ser dilucidado, dado que desde el más antiguo dato obtenido se conoce

la existencia del Niño de Belén en chí y luego en Amatitlán, y todos lo mentos conocidos, aluden y mant nombre de “Belén”, lo que supond imagen de Niño Dios que norma está colocada en un pesebre, y qu dición sienta en una silla en el Año se debe estudiar igualmente la del Dulce Nombre de Jesús ac 1714 e inclusive en 1769, por su e vinculación con estas festividades. En Santiago de Guatemala se co existencia documentada del Niño J la Veracruz situado en la capilla d Ana de indígenas del barrio de San co, mas información es posible enc en el trabajo de este servidor titula tos Históricos de la imagen del Niñ de la capilla de los naturales de Sa en la Época Colonial” incluida en A Históricos del Ciclo Navideño en Gu publicado por el Consejo Nacional Protección de La Antigua Guatem 2007; mientras que en Candelari mente existió una imagen simila cionada a principios del siglo XIX y Nueva Guatemala en el Libro de Inv de la Nueva Iglesia de Candelaria originalmente por el religioso Man laya: “…un Niño Jesús con su d de plata, cruz de madera, dos tuniq una muy vieja y la otra algo nueva guita…” como perteneciente a los de Jesús Nazareno de Candelaria explícito lo vertido en otro libro “Materias Diversas” allí está expu el año 1816 un “Inventario de los pertenecientes al Niño Jesús de l Veracruz de Candelaria” entrega Ynes Antonia Oquendo Capitana a de Reymundo, en uno de los folios “…El Niño con resplandor y tr tencias, zapatos de plata y cam mezclin y la cruz de madera de quartas…”. Por ser imágenes Jesús no es raro que se le rindiera ción en el ciclo navideño. En el año 1777, en el templo mer se menciona entre los bienes de l día de N. S. de la Esclavitud: “…u Jesús que sale la Pasqua de n con su resplandor, sus san con su mundo en la mano y s chica…” (AHA Cofradías 14), sin go este Niño parece más vincula festividad del Dulce Nombre de J cual tampoco fue obstáculo para le rindiera culto por este tiempo. Cualquiera que sea la razón rea poco importa al creyente que p mente se acerca a venerar la ima Niño suplicando por los suyos e im do bendiciones.

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LOS PASTORCITOS DEL NACIMIENTO GUATEMALTECO

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os pastores de la antiquísima ciudad de Belén, aquellos que según lo recuerda San Lucas vinieron ante el pesebre donde dormía el recién nacido Niño Dios a adorarle, poseen una imagen, sencilla y popular, evocada por los guatemaltecos en la adoración moderna que le profesan en los nacimientos. Por qué pastores Entre las fuentes doctrinales del catolicismo, estos sencillos hombres del campo simbolizan entrega paternal. Representan al padre que cuida y protege una descendencia que, de manera figurada, es su rebaño. Hubo tiempo, también, en que fue muy vigoro sala medular afinidad de pastores y reyes. En una concepción social de gran antigüedad, un rey era considerado representante terrenal de Dios. Por eso, en lo místico, Dios, los pastores y los ineludibles corderos que los acompañan son figuras de elevado contenido simbólico. Poco a poco los pastores llegaron a rodearse de solemne dignidad, evidente en la considerable cantidad de alusión es que se hace de ellos en la tradición cristiana, escrita, oral e iconográfica. En el antiguo testamento se les prefigura elevada jerarquía. Según el profeta Ezequiel, dijo “Yahveh: ¡Aquí estoy, soy yo! Vengo en busca de las ovejas, yo me ocuparé de ellas como el pastor que se ocupa de su rebaño el día en que se encuentre en medio de sus ovejas en libertad. Yo también me ocuparé de mis ovejas y las sacaré de todos los lugares por donde se dispersaron ese día de negras nubes y tinieblas”(Ez 34,11-12). Y la voz de Yahvéh revelada por el profeta Jeremías es: “les pondré pastores según mi corazón, que los alimenten con inteligencia y prudencia”(Jer 3,15). Así se anuncia que el Señor encomendará su pueblo a pastores que lo apacienten con saber y acierto. En Salmos se proclama al Señor como pastor, y a los que creen en él como ovejas de su redil: “Sepan que el Señor es Dios, él nos hizo y nosotros somos suyos, su pueblo y el rebaño de su pradera” (Sal 100,3). El Nuevo Testamento retoma la figura pastoril nada menos que en Jesús. En San Juan consta su declaración:”Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da su vida por las ovejas” (Jn 10,11).Revelación de penetrante dramatismo: Cristo, el pastor, se equipara además con una oveja del rebaño, y de ese modo llegará a ser oferente y víctima (es tiempo en que la costumbre judaica hacía sacrificar corderos en el Templo).Cristo insiste: “Yo soy el Buen Pastor y conozco a los míos como los míos me conocen a mí, lo mismo que el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Y doy mi vida por las ovejas” (Jn 10,14-15). En otro pasaje del evangelio según San Juan, San Juan Bautista hace prefigurar la función de Jesús como cordero que será sacrificado por la salvación del rebaño: “Al día siguiente Juan vio a Jesús que venía a su encuentro y exclamó: Ahí

Luis Villar Anleu Universidad de San Carlos de Guatemala 1705, y sacada en procesión en ese octubre. Una de las iníciales organizaciones laicas surgió en Andalucía, con título de Hermandad del Rebaño de María. En Guatemala, Santa María Olopa, Chiquimula, la tomó como su patrona y protectora; aquí, su fiesta titular se celebra del 13 al 15 de marzo.

Escena pastoril: En una representación popular de Nacimiento, la riqueza expresiva de los elementos se olvida de las proporciones; lo importante es que haya Pastorcitos, ovejas, sacralizados. (Fotografía: Luis Villar Anleu). viene el Cordero de Dios, el que carga con el pecado del mundo” (Jn 1,29). San Juan [Evangelista] recalca esa condición: “Al día siguiente, Juan [el Bautista] se encontraba de nuevo en el mismo lugar con dos de sus discípulos. Mientras Jesús pasaba, se fijó en él y dijo: Ese es el Cordero de Dios” (Jn 1,35-36). Jesús presentó su misión en la parábola del Buen Pastor: “No he sido enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel” (Mt 15,24). Mas San Juan hace ver que es el Buen Pastor que conduce a todas las ovejas, aúna las que no son de su rebaño, a los no judíos: “Tengo otras ovejas que no son de este corral. A esas también las llevaré; escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño con un solo pastor” (Jn 10,16). El celo del pastor cuidando de su aprisco se refleja en la misión del Padre del Cielo que no quiere que se pierda ninguno de sus discípulos (Mt 18,14), como se manifiesta en la delicada parábola de la Oveja Perdida (Mt 18,1214; Lc 15,4). Jesús resucitado, cuando se manifestó por tercera vez a sus discípulos, encomendó la función de pastor a San Pedro. Tres veces le dijo: “Apacienta mis corderos”, “Cuida de mis ovejas”, “Apacienta mis ovejas “ (Jn 21,15-17). La sublime imagen de los pastores se evidencia en el hecho que son uno de los muy escogidos personajes a quienes se manifiestan los ángeles de Dios. Lo hicieron a María, la madre de Jesús, a José su esposo, a Zacarías el padre de Juan el Bautista, a las mujeres que estuvieron con Jesús en su crucifixión y resucitación: María de Santiago, María Magdalena y María Salomé; ¡y a los pastores! Encarnación en la madre de Jesús Es tan elevado el simbolismo cristiano de los pastores que se les encarna en la madre de Jesús, la siempre Virgen María. La advocación como pastora celestial lleva a denominarla Divina Pastora, Divina Pastora de las Almas, Madre Divina Pastora o Madre del Buen Pastor. Según la tradición, la dedicación se originó la noche del 24 de junio de 1703, cuando

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Los Pastorcitos de Nacimiento guatemaltecos han creado una verdadera escuela artesanal, profundamente tradicional, intensamente mística, ricamente identitaria. (Fotografía: Luis Villar Anleu). la Virgen se manifestó al Padre Capuchino fray Isidoro de Sevilla vestida con atributos pastoriles y cuidando de un rebaño, que representaba a la comunidad cristiana. El fraile escribió en 1705, en Sevilla, el opúsculo La Pastora Coronada, donde expuso su idea predicable de la Divina Pastora. En el afán de ilustrarla encargó al artista sevillano Alonso Miguel de Tovar un lienzo, señalándole los elementos iconográficos para una Virgen con título y atuendo de pastora. Sus instrucciones describen la visión que tuvo: “En el centro y bajo la sombra de un árbol, la Virgen santísima sedente en una peña, irradiando de su rostro divino amor y ternura. La túnica roja, pero cubierto el busto hasta las rodillas, de blanco pellico ceñido a la cintura. Un manto azul, terciado al hombro izquierdo, envolverá el entorno de su cuerpo, y hacia el derecho en las espaldas, llevará el sombrero pastoril y junto a la diestra aparecerá el báculo de su poderío. En la mano izquierda sostendrá al Niño y posará la mano derecha sobre un cordero que se acoge a su regazo. Algunas ovejas rodearán a la Virgen, formando su rebaño y todas en sus boquitas llevarán sendas rosas, simbólicas del Ave María con que la veneran...” La nueva advocación mariana se vinculó a la Orden Capuchina de frailes menores, quienes realizaron la primera procesión, con el lienzo de Miguel de Tovar, durante la fiesta de La Natividad de la Virgen, 8 de septiembre, del mismo año. La primera imagen de tamaño natural fue esculpida por Francisco Ruiz Girón, también en

Los pastores de Belén De los cuatro evangelistas canónicos, sólo San Lucas cuenta la visita de los pastores de Belén al pesebre del Niño Dios para adorarle. Él tenía el conocimiento más completo de la infancia de Jesús porque investigó en escritos que contenían hechos y milagros de Cristo, en relatos de los primeros discípulos del Maestro conservados en las iglesias más antiguas de Jerusalén y Cesárea, y dispuso de una fuente invaluable: datos que debió proporcionarle María, madre de Jesús (Nuevo Testamento. Cf. La Biblia; edición pastoral. 1995. Eds. San Pablo y Verbo Divino, Navarra, Esp. p125). Escribió San Lucas (Lc 2,8-20): “Cerca de Belén había unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando sus ovejas. De pronto se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor brilló alrededor de ellos; y tuvieron mucho miedo. Pero el ángel les dijo: No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, que será motivo de gran alegría para todos. Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor. Como señal, encontrarán ustedes al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. “En aquel momento aparecieron, junto al ángel, muchos otros ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían: “¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra entre los hombres de buena voluntad! “- Vamos, pues, a Belén, a ver esto que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado. “Fueron de prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Cuando lo vieron se pusieron a contar lo que el ángel les había dicho acerca del niño, y todos los que lo oyeron se admiraban de lo que decían los pastores. María guardaba todo esto en su corazón, y lo tenía muy presente. Los pastores, por su parte, regresaron dando gloria y alabanza a dios por todo lo que habían visto y oído, pues todo sucedió como se les había dicho (Evangelio según San Lucas. Cf. San Lucas, Obra Completa; Y me seréis testigos. 1985. Sociedades Bíblicas Unidas, México, DF. p8-10). Miniaturísmo a 21 siglos de Belén La celebración del alumbramiento de la siempre Virgen María, madre de Jesús, recaptura cada fin de año el misterio del

pesebre en la gruta de Belén. Ya que la fe y la religiosidad popular lo permiten, cada pesebre de hogar guatemalteco lo transfigura en temporal Belén. Como en su tiempo lo fue, a la Sagrada Familia la acompañan en estos nacimientos los tres Magos de Oriente, ovejas, ángeles, el buey, la mula y pastores, las figuras iconográficas fundamentales. La ambientación agrega piezas que considera de ocasión: la mítica estrella, estanques con patos, aves de corral, animales domésticos, gente. Encarnar el espíritu del pesebre requirió reducir los tamaños de sus elementos. Ha sido la manera de evocar a Belén, cada Nochebuena, en un lugar especial dela casa. Las habilidades y el ingenio de los artesanos crearon réplicas a escalas convenientes. Ellos se hicieron miniaturistas, y sus obras, de arte tiernamente popular, miniaturas de nacimiento. Empequeñecer engrandeció la personalidad de cada figurilla. Así, al hablar de pastorcitos, el término coloquial con el que se les identifica, captamos la grandeza que los rodea. Los pastorcitos de nacimiento más tradicionales se elaboran de cibaque, alambre, tela, arcilla o madera. Recientemente, a la par de diversificarse la materia prima, también de duro por, resinas acrílicas y porcelana. Y no necesariamente con las vestiduras, ornamentos y enseres propios de un pastor, sino que por lo general como representaciones de gente del campo, con la gentilidad y sencillez que les son dados tener. Es un hecho que la humildad genuina opaca la grandeza de quien la posee. Tal vez por ello no advertimos la inconmensurable valía de los pastores en la esencia mística y en la iconografía cristiana. Tal vez por eso a los pastorcitos de nacimiento no los colocamos más cerca de la Sagrada Familia en los pesebres revividos. Si con manos sucias y olor a monte fueron escogidos por los ángeles para que fueran ante el Divino Niño a adorarlo, así, representando la presencia del pueblo en esa ancestral adoración, continúan haciéndolo en cada hogar que con primorosa devoción los coloca en los nacimientos de Nochebuena. La inconmensurable grandeza de los pastorcitos, pocas veces reconocida en su cabal dimensión, impera con genuina modestia en algún rincón de un nacimiento elaborado entre expresiones de júbilo, fe y paz. Humildes y sencillos en sus efímeros iconos, rememoran lo que hicieron frente a la realidad de la Sacra Familia. Son, a no dudarlo, uno de los símbolos por excelencia de Nochebuena.


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PROCESIONES DEL CICLO NAVIDEÑO EN GUATEMALA Mario Alfredo Ubico Calderón Universidad de San Carlos de Guatemala

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esde la Época Colonial fue común actividad las manifestaciones de fe pública a través de procesiones no solo en la Cuaresma y Semana Santa sino en las fiestas de Navidad, es así como en diciembre se tuvo siempre como actividad de gran importancia la procesión solemne de N. S. de Concepción la cual, al igual que hoy día, sale del templo franciscano el 8 de diciembre de cada año, en aquella época a recorrer las calles de la otrora Capital del Reino hoy La Antigua Guatemala y en el presente las de la Ciudad Capital. A los pocos días hay otra celebración importante y es el 12 de diciembre fecha en la cual sale a recorrer las calles pero de la Nueva Guatemala desde finales del siglo XVIII N. S. de Guadalupe, efectivamente en el año 1794 se menciona no sólo la procesión sino la costumbre de vestir a los niños con trajes típicos imitando al Santo Juan Diego. Existen por este tiempo espontáneas procesiones familiares y de vecinos llamadas “posadas” las que fueron y son motivo para departir y estar de regocijo. Según el cronista franciscano Fray Francisco Vázquez en su obra Vida y Virtudes del Hermano Pedro de San José Betancur del templo del hospital de Belén salía en “…la Nochebuena un rezado del desamparo de la Virgen Santísima y San José donde salen los Hermanos Terceros y mucho concurso de gentes con infinitas luces en las manos, rezando el Rosario de la Virgen Santísima con mucha devoción…” prosigue el cronista diciendo: “…Ponénse muchos altares en las ventanas con muchas luminarias, por todas las calles de esta ciudad de Guatemala….”; actividad que sin duda fue un gran acontecimiento en aquel entonces. En el año 1777, se conoce que la cofradía de N. S. de la Esclavitud sacaba del templo mercedario “…un Niño Jesús que sale la Pasqua de navidad…” (AHA Cofradías 14 Exp.1). No se conoce realmente la forma en que salía este Niño Jesús. Pasada esta celebración había otra procesión la víspera del día de Reyes, así la describe el citado cronista: “…La noche víspera de Reyes vuelve a salir otro rezado de otro barrio extendido, rezando el Rosario

Ruinas del templo de Nuestra Señora del Carmen después de los terremotos del siglo XVIII en La Ciudad de La Antigua Guatemala. (Fotografía de archivo). de la Virgen Santísima y caminando para Belén los Santos Reyes con una estrella de luces delante grande, con una vistosa invención, que se levanta y pone en las nubes, llegando este devoto rezado a Belén, lo salen a recibir muchos niños vestidos de pastores, con mucha alegría y contento.” No menciona el nombre del barrio, únicamente dice que era numerosa la población que allí vivía.

En otras festividades como Año Nuevo, Circuncisión, Dulce Nombre de Jesús y Candelaria no está reportada actividad devocional en las calles, aunque si en los templos donde había imágenes del Niño Jesús, es así como la festividad de la Circuncisión era celebrada en el templo de Capuchinas, el de Reyes –aparte del rezado antes mencionado sin duda hubo en el pueblito vecino de San Gaspar gran alegría por celebrar al patrón San Gaspar que

la tradición oral nombra como integrante de los Magos de Oriente, el Dulce Nombre en varios templos entre ellos Santo Domingo y Candelaria, mientras que la festividad que cierra el ciclo navideño tradicional es la fiesta de la Purificación o Candelaria que sin duda en el templo de esa advocación en Santiago fue de especial significación al grado que el pueblo se congregaba para visitar a N. S. de

Candelaria y rendirle veneración. No está de más señalar que en el interior del Reino habían poblaciones que tenían como patrona a N. S. de Concepción, otros a los Santos Inocentes como es el caso de Parramos, otros a San Gaspar o los Santos Reyes como Cuyotenango o San Gaspar Vivar, otros a N. S. de Candelaria como en Chiantla, en fin habían lugares muy lejanos que por esta época celebraban con devoción su santo titular.

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LOS TRES REYES MAGOS EN EL ARTE GUATEMALTECO Juan Alberto Sandoval Aldana Universidad de San Carlos de Guatemala.

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as tradiciones y devociones populares dedicadas a los tres Santos Reyes Magos tienen su origen en los procesos que se desarrollaron en torno a la primitiva evangelización en América, en la cual, el arte en todas sus manifestaciones jugó un papel determinante. La producción artística procedente del periodo de la dominación hispánica, relacionada con el ciclo de la Natividad del Señor nos da los primeros indicios. Al hacer deducible el arte regional mesoamericano, en las ramas de la pintura y la escultura, dejando para otros estudios la vastedad de ejemplos en los campos de la música, las danzas y la literatura, podemos afirmar que las primeras representaciones plásticas con este tema fueron creadas para integrar los retablos coloniales en los templos y conventos, a partir de la segunda mitad del siglo XVI. A guisa de ejemplo, se citan las obras que forman parte de las colecciones estatales de las iglesias y museos de Guatemala, las cuales son producto del intenso intercambio artístico entre el virreinato de La Nueva España y la Capitanía General de Santiago de Guatemala, realizadas por los pintores barrocos mexicanos, Cristóbal de Villalpando, Pedro Ramírez, Juan Correa y Miguel Cabrera, por mencionar algunos nombres, las cuales aún se exponen en la Catedral Metropolitana y el Museo de Arte colonial de La Antigua Guatemala. En los retablos que se conservan en los templos de las ciudades del valle central de México, cuyos habitantes llegaron a nuestro suelo formando parte de los contingentes españoles que conquistaron y sojuzgaron la región, podemos apreciar, entre las escenas de la representación de la natividad de Jesús, dos que son fundamentales, siendo éstas la Adoración de los Pastores, que se encuentra colocada, por orden cronológico, sobre la “calle” de la Epístola, es decir a la izquierda del mueble y en la “calle” del Evangelio, a la derecha, la Adoración de los Tres Santos Reyes Magos. Estas dos epifanías estuvieron siempre presentes en los retablos que vistieron los templos de las ciudades europeas y las de las colonias españolas a ultramar, en el continente americano, particularmente y con mayor énfasis, en las ciudades virreinales de México y el Perú. En Puebla de los Ángeles, México, ornando una de las naves procesionales del templo del convento franciscano de San Miguel Arcángel de Huexotzingo, existe una obra que presenta la escena de la adoración de los tres Reyes magos, probablemente de finales del siglo XVI, atribuida al pintor Baltasar de Chávez Ório

Retablo de los tres santos reyes magos en un pueblo del occidente de Guatemala. (Fotografía del autor). (1548-1620) llamado Echave “El viejo”, cuya observación directa del original motivó este ensayo. Aparece también un trabajo de similares características a la obra angelopolitana en el templo de San Bernardino de Xochimilco, cuya referencia se agradece a la periodista e investigadora mexicana Isabel Aquino Romero, vecina de la ciudad de San Luis Huamantla, Tlaxcala, quien amablemente compartió con el autor que, según referencias documentales del Instituto Nacional de Historia de México, la autoría de la obra se atribuye al artista Simón Pereyns, quien pudo haberla realizado en el año de 1584. Ambas adoraciones o epifanías tienen singular importancia en la celebración de los misterios relacionados con el nacimiento del niño Jesús, tema central del ciclo de la natividad, la primera por ser la realizada por el pueblo judío significado en los pastores de Belén y la segunda, la de las naciones de la gentilidad, en clara alusión a la adoración de los Tres Santos Reyes Magos procedentes de Asia, Europa y África, el mundo conocido en esa temporalidad, haciendo énfasis en el pensamiento teológico de la época, que gustaba de contraponer las dos manifestaciones. En las obras pictóricas referidas no hay ninguna novedad iconográfica ni alguna sutileza que las impregne de originalidad, como sucederá posteriormente a partir del siglo XVII. Podemos inferir que esta situación obedece a que el tribunal de la Inquisición no las hubiera permitido, agregado a que la mayoría de pintores mexicanos al igual que los santiaguinos en Guatemala, tomaron como modelos, sin ser posible ninguna alteración, los dibujos y grabados europeos, los cuales llegaron a México y en consecuencia a Guatemala,

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para ser entregadas a los obispos quienes los distribuyeron entre los artistas locales residentes en sus prelaturas, sirviendo estos diseños como la base para la producción de las obras de arte con temas religiosos relacionados con la vida de Jesús, la Virgen María y de los Santos. Ya en el siglo XVII, a pesar de la vigencia de la real disposición vigilada por la iglesia y el Santo Oficio, los artistas sacan partido del carácter popular de la escena, de los contrastes que ofrecen las rusticas vestimentas de los pastores y lo ampuloso de los atuendos de los Tres Santos Reyes Magos, el esplendor de sus finos brocados, la riqueza de sus joyas y de los presentes para el niño Dios encerrados en finos cofres, y sobre todo, el tipo aristocrático de los santos adoradores visitantes del recién nacido Rey de reyes, personalizando con ciertos detalles y genialidades su trabajo. No se puede dejar de citar las dos magníficas “Adoraciones”, obras de Cristóbal de Villalpando, realizadas en la segunda mitad del siglo XVII, que se encuentran expuestas en la pinacoteca de la Iglesia de San Diego, en México, y que forman parte de los catálogos del pintor, cuyo trabajo fue el más numeroso y prolijo en el intercambio entre ese país y Guatemala, siendo posible apreciar en el acervo del Museo de Arte Colonial de La Antigua Guatemala y el templo de San Francisco El Grande de la Nueva Guatemala de la Asunción, una muestra de su extraordinaria calidad artística en las obras que integran la Serie de “La vida de San Francisco”, piezas autógrafas y fechadas, la mayoría, en 1692. En beneficio del Maestro Villalpando, debe mencionarse que una de las innovaciones que imprime en su obra, consiste en incorporar en la composición de las pinturas relacionadas con la Natividad, un “foco” de luz que ilumina

Novena para los reyes magos impresa en la ciudad de Guatemala a finales del siglo XVIII (Fotografía del autor). al grupo de personajes, brotando los rayos del cuerpo del niño Jesús, irradiando un resplandor que delinea y enfatiza las figuras de la Virgen María y San José y saca de las sombras de la penumbra las siluetas de los pastores y los tres Santos Reyes Magos. Este procedimiento empleado por Villalpando, impregna las obras de un carácter especial y les confiere un cierto encanto característico, el cual es tomado para la realización de uno de los cuadros más importantes sobre este tema, como lo es “El nacimiento”, obra maestra de grandes dimensiones (6x3 metros), del Pintor novohispano del siglo XVII, Pedro Ramírez, “El Mozo”, autor de las pinturas de la Serie “La vida de la Virgen María” que se exponen actualmente en la nave central de la Catedral Metropolitana de la ciudad de Guatemala. La obra maestra de Ramírez, fue encargado para la Rectoría del Convento de Padres Bethlemitas, filial de la Orden hospitalaria fundada en Guatemala por el Santo Hermano Pedro de San José de Betancourth, cuya casa funcionó en el virreinato de la Nueva España, con hospital anexo, conservándose en la actualidad, parte de sus ruinas en el crucero de las calles Tacuba y Bolívar de la ciudad de México, lugar del que irradió, entre otras virtudes y méritos que le corresponden a la Orden Betlehemita y a su fundador, la difusión de la tradición de las posadas guatemaltecas en la capital del vecino país y en consecuencia su irradiación a todo el territorio mexicano en sustitución de las misas de Aguinaldos. Conociendo la forma y los medios por los que se introduce y se da a conocer la

devoción a los reyes magos en Guatemala y su presencia a través del arte plástico, en lo relacionado a las tradiciones populares de su día, el 6 de enero, según estudios realizados por el Licenciado Mario Ubico Calderón, profesor titular de la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos, sin duda alguna, el cambio de “Varas”, en los primeros días del año, es decir la entrega del Bastón que simboliza la autoridad de los alcaldes y otros puestos de dirección local a las nuevas autoridades, fue motivo para vincular esta actividad a la festividad religiosa del día, la cual fue observada por el fraile dominico y viajero inglés Tomás Gage en la primera mitad del siglo XVII, según la descripción de su viaje por Guatemala contenida en su crónica de viajero, la cual refiere que “El día de los Santos Reyes, los alcaldes y todos los oficiales de justicia vienen también a rendir sus homenajes y a traer sus ofrendas a ejemplo de los santos reyes, porque ellos representan el poder y la autoridad del rey”. El Santo Hermano Pedro de San José de Betancourth, en su testamento, menciona que a mediados del siglo XVII, en el reino de Guatemala, se celebraba con fervor la festividad en torno a los Santos Reyes Magos, con una solemne procesión: “La víspera de los reyes, en memoria de la adoración que hicieron al Verbo Divino, se traen las imágenes de los Santos Reyes desde el convento de la Merced a esta casa de Belén, repitiendo a coros el Rosario”. Como testimonio de la veneración del Santo guatemalteco, de origen Canario, sobre el misterio de la encarnación, los hechos anteriores y posteriores, en el escudo de la Orden Bethlemita aparecen representados los tres Santos Reyes Magos por tres coronas ducales en formación bajo la estrella luminosa de Belén que los guió hasta el pesebre del niño Jesús. Las festividades del 6 de enero tuvieron como principal sede la iglesia del pueblo de San Gaspar Vivar, que se encuentra a tres kilómetros de la ciudad de la Antigua Guatemala, ubicada en las faldas del volcán de Agua, cuya fachada y altar mayor es presidida por las imágenes de los tres Reyes magos, recibiendo en aquel lugar especial veneración desde mediados del siglo XVI hasta la fundación del pueblo nuevo de San Gaspar de Vivar en la Nueva Guatemala de la Asunción, en el sector principal de la actual zona 8 de la ciudad capital.


Nueva Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 2012

LOS ORIGENES DE LA CANDELARIA EN EL CICLO NAVIDEÑO En honor de la piadosa María Llevo esa candela en la mano mía. Representa esta cera la carne virginal verdadera de Cristo; y la llama, que ilumina, significa su persona divina; y la mecha en la cera encendida, el alma que a su cuerpo da vida. Fray Santiago de la Vorágine Ha llegado a nosotros nuevamente el mes de diciembre, y con él las fiestas y tradiciones de fin de año, celebraciones tan especiales que conforman parte de nuestra vida, más conocido como ciclo tradicional de la Nochebuena, que en Guatemala se inicia el siete de diciembre a las dieciocho horas con la quema del diablo, actividad de las luminarias que tienen como objetivo iluminar el descenso de la Santísima Virgen María, del cielo al vientre de su madre Santa Ana en la tierra, siendo por lo tanto una advocación mariana no nacida. Se realizarán en este contexto temporal, las jornadas y procesiones de la Inmaculada Concepción, de la Virgen de Guadalupe, las celebraciones de Nuestra Señora de la Expectación del Parto, de la Esperanza o de la O, tendremos las posadas, las loas en honor a la Virgen María, las pastorelas, se realizarán los altares más conocidos como nacimientos, las novenas del Niño y los robos de éste, y tendremos igualmente la fiesta de la epifanía. El dos de febrero finaliza, desde el ámbito de la tradición, el día que en la antigüedad, se le conocía como de la Purificación de la Santísima Virgen María, con base a lo que indica San Lucas en el capítulo 2 de su Evangelio. Aparte de lo indicado como refiere Louis Réau, está también la Ley de Moisés (Éxodo 13:2) que obligaba a todos los judíos a consagrar a los primogénitos al Señor en conmemoración y a redimirlos mediante un canon de cinco ciclos y el sacrificio del cordero “ … consagrarás a Yavé todo cuanto abre la vulva; y de todo primer parto de los animales, el macho lo consagrarás a Yavé”, y el ritual del Levítico (12: 1 – 8) que indica que toda parturienta se consideraba impura durante los siete días siguientes al nacimiento de un varón y durante treinta y tres días se le vedaba la entrada al templo, por lo que debía dejar pasar cuarenta días para presentar a su hijo en el templo y depositar la ofrenda.

Gabriel Morales Castellanos Universidad de San Carlos de Guatemala

Bendición de las velas sagradas de Candelaria y los Niños Dioses de nacimiento para la misa mayor del 2 de febrero. (Fotografía del autor).

Virgen de Candelaria en una de sus esplendorosas festividades. Celebra la misa Su Eminencia Monseñor Quezada Toruño, Cardenal Rodolfo (Q.E.P.D.) (Fotografía del autor). Cumpliendo lo que indica la Ley, la Santísima Virgen María va al templo de Jerusalén, a los cuarenta días, luego del nacimiento de Jesús, ofreciendo su primogénito, cumpliendo de esa manera con el rito de la purificación. En la actualidad a la celebración del día dos de febrero de cada año, se le conoce como de la Presentación del Señor, de esta fiesta se tienen noticias en el siglo IV, la cual para ese entonces ya se realizaba en Jerusalén. Entre los años de 1960 y 1969 del siglo pasado, se efectuó la actividad religiosa conocida como Reforma Litúrgica, en la cual se le devuelve a la celebración en mención el nombre que tuvo originalmente de la presentación del Señor. Mario Sgarbossa y Luis Giovannini, autores que me proporcionan datos, en los cuales me baso en parte para la redacción del presente artículo, indican que ésta es una situación de humildad por que Jesús y María no estaban obligados a este acto de obediencia. Louis Réau,

igualmente indica que la Virgen María no tenía que someterse a esta regla de la purificación, puesto que tuvo un parto milagroso sin perder la virginidad, es decir sin mancha alguna. El mismo autor citado supra indica que, para los teólogos ella da ejemplo de humildad y de obediencia a la Ley, y que ella quiso someterse a esas prescripciones legales que para ella no tenían sentido. Ella redime al Niño Jesús ofreciendo una pareja de tórtolas que era la ofrenda de los pobres, la de los ricos era un cordero. En relación a esta celebración, el emperador Justiniano decretó el 21 de febrero como día festivo en todo Oriente, en Roma se adopta esta fiesta a mediados del siglo VII, y el Papa Sergio I (667 - 701) instituye la más antigua de las procesiones penitenciales romanas, dándose el rito de la bendición de las candelas, teniéndose testimonio de esta en el siglo X, derivándose de este rito el nombre popular de “Fiesta de la Candelaria”. Tomás Parra Sánchez, en relación

a lo anterior nos indica que en el siglo X, los habitantes de las Galias, hoy Francia, organizan una procesión con velas y su respectiva bendición, llamándole posteriormente la tradición como “Candelaria”, que en latín significa velas. Tomás Parra Sánchez a su vez menciona que en la antigüedad a esta fiesta se le denominó Ypapanti, surgiendo en el siglo IV entre los cristianos de Oriente, con el sentido de la presentación Jesús en el templo a los cuarenta días, asociándosele con la purificación de María Otro dato importante que hay que dejar plasmado en este artículo, es el que nos refiere Louis Réau, al indicarnos que las fiestas de la Santísima Virgen María, están en relación al culto de hiperdulía que le profesa la iglesia, entre la latría específica para Dios y la dulía que les corresponde a los santos. Réau igualmente indica que al aparecer la bendición de las velas que ha dado su nombre a la fiesta de las candelas, ya que la procesión se hacía con

cirios encendidos ofreciéndolos a la Madre de Dios, que esta actividad religiosa tiene su origen en otra de tipo lustral pagano, el de la Katharsis, a la cual acudían con antorchas encendidas para espantar a los espíritus de las tinieblas. Santiago de la Vorágine o de Varazze, fraile de la orden de predicadores de Santo Domingo de Guzmán, de origen genovés, y un sobresaliente escritor de la edad media, autor de la obra conocida como la Leyenda Dorada, escrita en latín hacia el año 1264 la cual es una compilación de numerosas historias, nos indica que la solemnidad de la Purificación de la Virgen María es conocida desde tiempos muy antiguos a través de tres nombres, siendo estos la de fiesta de la purificación, fiesta del Hipopante que quiere decir presentación o Encuentro y fiesta de las candelas. Este fraile dominico nos aporta datos en relación al por qué de la fiesta de la candelaria, en cuya misa los fieles portaban velas encendidas, indicando que un motivo responde al deseo de suplantar la costumbre pagana de los romanos, que en esa fecha cada cinco años honraban a Februa, madre de Marte; dios de la guerra, iluminaban por la noche, las calles de la ciudad con una enorme cantidad de antorchas y teas. Honrando a Februa de esta manera, pedían a Marte que por medio de los méritos de las honras ofrecidas a su madre, los hiciera victoriosos sobre los enemigos del Imperio, actividad que se realizaba cada lustro.

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Nueva Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 2012

SIMBOLISMO DEL ABRAZO EN LAS FIESTAS DE NAVIDAD Mauricio Chaulón Universidad de San Carlos de Guatemala

E

n Guatemala, dentro los espacios donde se celebran la Navidad y la llegada del Año Nuevo, cada persona busca a otra para brindarle y al mismo tiempo recibir un abrazo; y, por lo general, se elige para dar el primer abrazo a la persona más importante para cada quien: la pareja, el hijo o la hija, la madre o el padre, el abuelo o la abuela, las y los hermanos, o tal vez el amor secreto o el amigo o la amiga incondicional a lo largo de la travesía anual. El abrazo no sólo se otorga sino que también es recibido, en una reciprocidad simbólica –pero, como todo símbolo, materializado y significado en esa materialidad- que representa el sentir de las tristezas, las alegrías, los triunfos, las caídas, las luchas y las esperanzas vividas a lo largo de todo ese año, o tal vez acumuladas durante mucho más tiempo. Es el momento propicio para decir “te amo”, “te quiero mucho”, “perdón”, “gracias por todo”, “gracias por estar aquí”, “bienvenida”, “todo va a estar bien”, y tantos etcéteras en el profundo y heterogéneo mundo de sentimientos que coexisten entre el espíritu y la psiquis humana. Se abraza cuando el ser humano, como individuo, tiene la necesidad de sentirse apreciado, querido o amado, pero también de tomar al otro y acercarlo hasta donde pueda demostrarle el afecto o el deseo de apropiarse de su ser concreto y abstracto por un breve lapso de tiempo. Por eso es que en las celebraciones más importantes y en los momentos más duros el abrazo se expresa con todas las emociones, entre el llanto, la risa, las palmadas fuertes o la caricia en la espalda, el apretón, la mano en la cabeza de quien se abraza, el beso, las palabras de felicitación o confortamiento al oído y la duración de estar abrazados. En ese sentido, el abrazo puede ser empatía, más siempre socialización, que comienza por identificar a otro en las mismas circunstancias, o al menos en la búsqueda de colocarse a un mismo nivel. Cuando se reconoce a quien se abraza, también se reconoce, aunque sea por un breve instante, su contexto, y por eso es que se trasciende del yo al yo –él o ella, para transmitir un sentimiento y, tal vez, percibir lo que el otro, en su ello complejo, también siente. Para el mundo occidental, la celebración cristiana de la Navidad significa uno de los acontecimientos fundamentales de la cosmovisión estructurada desde la religión: el nacimiento del Mesías, del Salvador espiritual del mundo, y quien viene a ofrecer la vida eterna como el mejor regalo y la mayor expectativa para una

La solidaridad y la amistad se consolidan en los tiempos de Nochebuena y Año Nuevo dentro del mundo cristiano. (Fotografía del autor). humanidad que mantiene un miedo permanente a la muerte y sus incertidumbres. Es por eso que el acontecimiento desborda de alegría a quienes realmente lo viven y lo creen con fe. Y se celebra, entonces, con los seres queridos, simbolizando ese triunfo sobre el mal y lo mundano a través de un abrazo, que por demás está decirlo es inclusivo. Quienes se abrazan a las doce de la noche en la transición de la Nochebuena -24 de diciembre- al día de Navidad -25 de diciembre- se incluyen en esa celebración, pero también en las múltiples aristas de sus sentimientos, porque si el nacimiento de Cristo fue y es una esperanza de acuerdo a los dogmas religiosos, se construye como la posibilidad de seguir teniendo la fe en el presente y en el futuro. De ahí que el abrazo de la Navidad y del Año Nuevo no sólo sea una tradición y una manifestación cultural colectiva, sino al mismo tiempo una necesidad de proyectar el yo hacia el otro o los otros que comparten la fiesta y, esencialmente, la vida. Por lo regular, el abrazo de las fiestas de fin de año no se da ni se recibe en lo íntimo, porque es en el espacio abierto donde la tradición define la reunión: en la sala, al pie del nacimiento y ahora del árbol de

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navidad, en la calle quemando los cohetillos o las foráneas luces de colores, en el comedor oliendo los tamales próximos a ser compartidos o en un área pequeña del trabajo del cual no puede prescindirse y la cual se acondicionó para celebrar por un corto lapso de tiempo (puede ser el hospital, la fábrica, la cárcel, la funeraria, el parqueo de taxis, el bar, el hotel, el aeropuerto, etc.); únicamente quienes están imposibilitados de asistir a esos puntos de reunión, reciben y dan sus abrazos (si es que no están solos) en la intimidad de sus habitaciones o reclusorios. El abrazo de las fiestas de fin de año es emotivo, con los buenos deseos o con la búsqueda del perdón, o con ambas necesidades de sentirse incluido y de incluir, porque hasta en las más complejas tradiciones el ser humano es gregario. Es su naturaleza. De ahí que el abrazo de fin de año sea parte culminante de la esperada fiesta tradicional, lo cual se evidencia en la pregunta “¿nos vemos para darnos el abrazo?”, o en la afirmación “paso a tu casa para darnos el abrazo”. Es por medio de la posibilidad de estar con el otro y acercarse a él o a ella de la manera más concreta que es posible en una celebración de esa índole que se busca y se da el abrazo. En los nuevos convivios navideños que se llevan a

cabo en empresas, familias o cualquier centro de reunión social, las despedidas son con el abrazo que desea la feliz navidad y el próspero Año Nuevo, pero en sí el tipo de abrazo que se desea brindar y en la misma vía que se desea y necesita recibir, es el de aquel o aquella que más se quiere o que se ama. Sin embargo, la expresión ya quedó en la tradición, como una realidad de buen deseo –no importa si es momentánea, coyuntural o por cliché- al otro que está frente al yo celebrando lo mismo, o al menos en la misma sintonía. Si bien es cierto que las mayores críticas que pueden hacerse a las fiestas de fin de año radican en el consumismo que las ha capturado y las reconfigura anualmente, más allá de eso existe la enorme posibilidad de que quienes las celebramos, tengamos como objetivo central, en el consciente o en el inconsciente, ir a buscar el abrazo que nos enseñaron desde la temprana infancia, haciendo que el cuerpo y todos sus sentidos estén involucrados en la perenne socialización necesaria, manifestada en la entrega de los sentimientos al otro, por medio de un abrazo que en la intersubjetividad de la fiesta con sus melancolías y felicidades se representa con la idea de entregar, por un tiempo pequeño, el corazón.

El abrazo de Nochebuena simboliza la confraternidad de los cristianos en el orbe occidental. (Fotografía de archivo).


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