Cultural 31-05-2019

Page 1

Decires de la chapinada irredenta

Guatemala, 31 de mayo de 2019

suplemento semanal de la hora, idea original de Rosauro CarmĂ­n Q.

Mario Roberto Morales


Página 2 / Guatemala, 31 de mayo de 2019

presentación

no de los grandes condicionantes existenciales lo constituye el lenguaje. Esto lo sabe bien Mario Roberto Morales, intelectual imprescindible y polifacético escritor nacional, quien al tiempo que nos deleita con el escrito que le presentamos, nos hace ver con prisma crítico los vericuetos de la personalidad singular de los guatemaltecos. Mario Roberto, que titula su texto “EN ESTUPOR PROFUNDO. Decires de la chapinada irredenta”, examina algunas expresiones “chapinas” y, lleno de humor, aplicándoles una especie de hermenéutica, pone al descubierto conductas que le causan ese “estupor profundo” por tanta “anarquía mental y emocional”. Nuestro autor concluye de la siguiente manera: En ese país arropado bajo su cielo límpido, se confunde pues el cuándo con el dónde y el decir con el hacer. La anarquía mental y emocional que esto implica resulta quizás del efecto narcótico y adictivo del paisaje, que hace a los nativos olvidar en dónde están y cuándo llegaron, y también -al confundir el dicho con el hecho- fundar con las palabras la única realidad que sienten como propia: la del ya mentado (narcótico, dilatado y adictivo) paisaje. Ese mismo que mantiene la psique de todos en el estado en que -según su propio decir- se encontraba siempre el maltrecho corazón del poeta romántico José Batres Montúfar: “en estupor profundo”. Recomendamos, con el texto anterior, las colaboraciones de Roberto Samayoa, Luis Esteban Quel García, Luis Alfredo Aguilar Contreras y Miguel Flores. En el caso de Samayoa, explora las claves valorativas de la película “Temblores” de Jayro Bustamante. Según nuestro colaborador, se trata de “una historia de amor, de búsqueda, de liberación y conflicto entre los sentimientos, las creencias, la vida, la familia y la iglesia quienes hacen todo lo posible por curar lo que consideran una desviación”. Por lo demás, la pieza narrativa de Luis Esteban Quel García no tiene desperdicio al aproximarnos al dolor de la historia reciente guatemalteca. Que disfrute la lectura y lo esperamos puntualmente para nuestra próxima edición. Feliz y bendecido día. Un saludo.

es una publicación de:

EN ESTUPOR PROFUNDO Decires de la chapinada irredenta Mario Roberto Morales Miembro de número de la Academia Guatemalteca de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española

E

I. n un pequeño y lejano país de ensueño, situado al sur de México, sus ocurrentes habitantes les llaman coches no a los automóviles sino a los cerdos, de modo que una expresión -que por cierto deja muy malparadas a estas mansas cuanto utilísimas criaturas- como Ese tipo es un coche, puede significar que el interfecto es sucio, excesivo en algunas costumbres como comer o beber, o simplemente que está un poquito pasado de libras. De aquí se desprenden exclamaciones como ¡No sea coche! para exhortar a alguien a que se comporte de una manera más higiénica o a que no coma ni beba tanto. Y también apodos dudosamente cariñosos que se refieren a los gordos, como el Coche García, el Coche Pérez o el Coche Delgadillo. Pero la palabra se adjudica también a todo aquél que manifieste con obviedad excesos en otros órdenes de la existencia, como es el caso de las ambiciones o acumulaciones desmedidas, o al que roba, hace trampas, fraudes y desfalcos, o incurre en cualquiera otra demasía imaginable. Un coche puede ser, pues, también un banquero o político corrupto, un finquero explotador o un periodista fafero (el vocablo fafa es otra de las graciosas ocurrencias de los nativos del país de marras, y significa escritos periodísticos realizados por encargo pagado, o simplemente notas de alabanza a personajes con quienes el fafero quiere estar en buenas relaciones). Un coche es entonces -además de cualquier fulano que bote basura en las calles, que no despliegue buenos modales a la hora de comer, que no se limpie bien las uñas o los dientes, que no se bañe con regularidad o que no haga la limpieza en el ambiente en que vive-, todo aquel que ambicione más de lo que ya tiene, aunque tenga muy poco. Y, si como dijimos, a estas características se agrega la de estar medianamente gordito, el apelativo coche no se hará esperar por parte de la ciudadanía de este país, tan dada a expresarse en metáforas y también utilizando imágenes poéticas surrealistas. ¿Surrealistas? Sí. Por ejemplo -como han hecho ver los poetas Otto Raúl González, Carlos Illescas y Augusto Monterroso-, cargar varas en paleta no es un verso inscrito en esta tendencia estética, sino una exclamación que denota llevar consigo mucho dinero. Y Tener armonía no se relaciona para nada con la música o el arte, sino que significa estar inquieto, ansioso o ser presa de la curiosidad. Por todo, en

el país que nos ocupa, los coches pueden cargar varas en paleta e incluso tener mucha armonía por cualquier motivo, de tal manera que un ciudadano común y corriente puede sin querer echar al viento una imagen poética extraordinaria y decir de pronto El Coche Pérez anda con mucha armonía porque carga varas en paleta. El resto del poema podría formarse a base de otras expresiones a partir del verbo cargar, el cual es usado para todo por nuestros ciudadanos. Porque, en efecto, los habitantes de este país no llevan ni tienen ni traen ni andan, sino cargan las cosas, los sentimientos y las ideas. De allí expresiones como No cargo dinero, cargo una goma (cruda) horrible, ¿cargas pluma?, cargo una gran tristeza o cargo mucha armonía, etcétera. Esta vocación de cargarlo todo proviene seguramente de un prolongado pasado de

servidumbre colonial que todavía permea conductas individuales modernas, como las de los periodistas faferos, quienes, en franca actitud servil (de mecapal ideológico), se llenan de armonía cuando vislumbran que algún personaje o institución puede proporcionarles la dicha de cargar varas en paleta si les escriben artículos o libros pesadamente adjetivados y artificiosos en los que exageren virtudes hasta el bochorno. Estos son los coches ideológicos, a quienes debe hacerse extensiva la exhortación cívica ¡No sea coche! que se les hace a los sucios, los desmedidos y los gorditos. Por cierto, a éstos últimos deberíamos buscarles otro apodo menos desprestigiado o simplemente apelar a ellos como el Gordo García o el Gordo Delgadillo, sobre todo si se toma en cuenta que hay coches que son extremadamente flacos pero que son tan coches como el que más. Habría


Guatemala, 31 de mayo de 2019 / Página 3

también que evitar llamarles coches a los cerdos, porque tampoco es justo ofender a esos nobles animalitos equiparándolos a los abyectos seres de melancólico aspecto porcino a los que el ingenio popular ha denominado con justicia coches. II. En el mismo pequeño y lejano país que duerme plácido en su luminoso paisaje al sur de México, un recado no es un mensaje que alguien envía a otro, sino lo que los niños derraman sobre su ropa a la hora de comer, lo que la gente le pone encima a los tacos, a los huevos, a la carne e incluso al pescado. En otras palabras, el recado es una salsa. En realidad, es muchas salsas, porque en el país de marras hay tantos recados como platillos originales, y de lo más exóticos que pueda uno imaginarse. Pues bien, expresiones como pasame el recado o el recadito está muy bueno o estaba mejor el recado que la carne o echale más recado a tus tacos y otras, pueblan la conversación durante las comidas, las cuales, gracias a la sofisticada cocina popular (hoy maltrecha por los alimentos empacados y preservados con sustancias tóxicas), constituyen verdaderos festines a pesar de los increíbles índices de pobreza y miseria que el país padece para vergüenza de su chata clase dominante. Como el recado es lo que le da sabor a la comida y el mandado es la acción de salir a hacer lo que uno tiene que hacer, una expresión como Al mandado y no al retozo, tan popular en todos los países de habla hispana, podría invertirse aquí diciendo algo así como A la carne y no al recado, expresando de esta manera la incontenible voluntad que esta ciudadanía patentiza de ir (como los dermatólogos) al grano cuando del placer se trata. A la carne vendría a ser entonces el apremio que sintetizaría cierta filosofía de la vida y del enamoramiento y la seducción, los cuales a menudo empiezan por la cocina con una probadita del recado del almuerzo, la cual sustituye a las proverbiales agüitas que las abuelas les daban a beber a los abuelos cuando eran adolescentes para que se prendaran de ellas. Lo sorprendente de todo esto es observar cómo del placer gastronómico de los recados, estos alegres ciudadanos pasan sin preámbulos al placer erótico del retozo cuando a veces no ha mediado para ello ni siquiera el más mínimo mandado. Todo lo cual hace honor a una manera desparpajada de vivir (sin preceptos ni manual de instrucciones) que no se explica si uno insiste en tomar en cuenta los índices de pobreza y miseria de que hablábamos arriba. Esta manera de vivir encierra en sí misma el secreto de una felicidad que no podrán conocer nunca los causantes de esa pobreza y esa miseria, ya que si no pueden creer que sea posible que un camello pase por el ojo de una aguja, menos van a aceptar que un recadito se pueda convertir en mensaje o un mandado en retozo. Este caso ilustra una vez más la brutal validez de

la conocida sentencia bíblica según la cual estos especímenes no entrarán jamás en el Reino de los Cielos. III. Por otro lado, la amabilidad y la consideración hacia el prójimo que profesan los habitantes de este país absorto en sus lagos y volcanes, no tiene fronteras. Si no lo creen, escuchen esta voz que implora al otro lado de la línea telefónica y que dice: Buenos días. Yo, aquí, llamándolo con una mi súplica para molestarlo con lo siguiente: ¿sería tan amable de regalarme su correo electrónico? Quien llama suplica, molesta y pide algo regalado. Todo, en son de modales. No pocos de estos ciudadanos se topan en el extranjero con la socarronería de alguien que de pronto exclama ¿Que le regale qué? cuando dicen en un restaurante Regáleme un mi bistec con papas o en un bar Regáleme una mi cerveza bien fría, y tienen que explicar que cuando dicen regáleme están diciendo véndame o deme. Además, enfrentan miradas de extrañeza al meter a fuerza ese desesperado posesivo cuando hablan de una su tía o quieren una su cerveza o se lamentan porque les sobrevino un su cáncer. Todo lo cual expresa cuánto valoran sus exiguas pertenencias. Esas pocas que han escapado a la voracidad oligárquica. Para estos nativos, estupefactos ante el azul de sus volcanes, la manía de pedirlo todo regalado es irrenunciable. Y lo es porque constituye una de las infinitas formas que tienen de practicar una arraigada cuanto extraña cortesía que suele llegar a extremos inverosímiles. Me explico: a un espécimen de esta latitud (que nunca se repone de su adictiva geografía) le parece brusco, pesado, ordinario y vulgar decirle a alguien véndame o deme tal o cual cosa, porque el tono imperativo le resulta inaceptable a su naturaleza forjada en la servidumbre colonial: esa que lo educó a la brava en el arte de la hipocresía como táctica de sobrevivencia. Por ello prefiere ubicarse en una situación de suprema humildad, casi de mendigo, para pedir regalado aquello por lo cual está sin duda dispuesto a pagar, como el bistec con papas o la cerveza, o aquello que por muchas razones no puede ser de ninguna manera un regalo, como la dirección electrónica de cualquiera. Se equivocan pues quienes juzgan a estos nativos como seres naturalmente disminuidos por el hecho de pedir de gratis todo aquello por lo que pagan (y por lo que no necesitan pagar). Procede por eso advertir al insensato que así piense sobre que cualquier atentado burlón contra la dulzura extrema de estos santos de la palabra, puede desembocar en una su merecida cachimbeada (golpiza), la cual sin duda le regalarán quienes antes habrán de disculparse por la molestia que eso pudiera causarle al infeliz de que se trate. La cortesía chapina alcanza cimas casi místicas cuando el disculpe o el perdone o

el dispense son sustituidos por el por vida suya o por el extremista por vida suyita. Noten cómo el diminutivo elogia la vida del interpelado en nombre de su propia existencia cuando por ejemplo se le pide regalado algo insólito de esta manera: Por vida suyita, regáleme permiso para cederle mi silla. ¡El colmo! Nadie en su sano juicio podría permanecer indemne ante semejante muestra de bondad. Que le pidan a uno como gracia el permiso para que le faciliten la propia comodidad, eso sólo los reyes lo han saboreado en las mejores épocas del poder monárquico. Y con los reyes llegamos al meollo de este asunto. Porque, atrapados en la herencia cultural de dos aristocracias derrotadas -la maya y la española-, los mestizos de este país hipnotizado por su luz no tienen más remedio que dilapidar sus elaborados modales en torrenciales muestras de cortesía indiscriminada, las cuales, por supuesto, desconciertan a quienes consciente o inconscientemente practican la conocida e inveterada vulgaridad de los comunes. IV. Entre las frases que solamente se entienden en este colorido país suspendido en sus nubes, tal vez la siguiente sea una de las más interesantes de analizar porque, además de ser una exclamación que brota de un estado anímico excitado, y por ello sincero, resume cierta visión poética de la existencia que dice mucho sobre la identidad de sus habitantes, quienes se complacen en permanecer extáticos ante el efecto narcótico y adictivo del paisaje, y en enorgullecerse de que el resto de centroamericanos los llamen “chapines”, vocablo que alude a ciertas sandalias del mismo nombre, usadas por los capitalinos del país de marras en el siglo de su Independencia de España. La frase dice así: Donde eché de ver que me había dilatado, dije yo a correr. Su traducción al castellano sería más o menos como sigue: Cuando me di cuenta de que se me había hecho tarde, eché a correr. Al inicio, un dónde sustituye a un cuándo. Es decir, una voz que indica lugar toma el sitio de una que designa tiempo. Y al final, un dije suplanta a un eché. Lo suplanta porque en este caso no se trata de que quien habla indique que de pronto dijo la expresión a correr (dije yo: ¡a correr!), sino que la expresión dije toma el lugar de me dispuse o eché (a correr). En otras palabras, una voz que expresaría acción concreta es sustituida por otra de pura afirmación verbal. Lo cual sólo le agrega colorido al simpático americanismo dilatar, que no se refiere al ensanchamiento que diversos objetos, como los rieles de la vía férrea, pueden sufrir bajo los inclementes rayos del sol tropical de este país sin trenes, sino a atrasarse y ser impuntual. Cuestión que, por otra parte, no desvela para nada a sus felices habitantes. En cuanto a confundir el espacio con el tiempo, esto implica simplemente tomar

las realidades como son, es decir, en forma relacional y compleja (holística dicen ahora los gurús de la “autoayuda”), y no parceladas por el lento y a menudo torpe conocimiento académico y científico. De modo que la chapinada es más sabia que quienes, con esnobismo universitario de filósofos de pupitre, proclaman con gravedad la posible autonomía del espacio respecto del tiempo, y al revés. Ahora, lo que sí resulta particularmente problemático es la confusión chapina del hacer con el decir cuando dicen a correr por estar dilatados. Esto lo advertía Asturias ya en los años 30 del siglo pasado, y tiene que ver con que la chapinada confunde aplicadamente la realidad con las palabras. Por eso, las bolas o rumores adquieren un realismo que asusta, mientras las lacerantes realidades sociales de explotación y discriminación se agotan en leves formulaciones verbales, como cuando los vividores de la cooperación internacional hablan de “mayas y mestizos” para describir una torva realidad intercultural imposible de explicar mediante tan simplona oposición binaria. En ese país arropado bajo su cielo límpido, se confunde pues el cuándo con el dónde y el decir con el hacer. La anarquía mental y emocional que esto implica resulta quizás del efecto narcótico y adictivo del paisaje, que hace a los nativos olvidar en dónde están y cuándo llegaron, y también -al confundir el dicho con el hecho- fundar con las palabras la única realidad que sienten como propia: la del ya mentado (narcótico, dilatado y adictivo) paisaje. Ese mismo que mantiene la psique de todos en el estado en que -según su propio decir- se encontraba siempre el maltrecho corazón del poeta romántico José Batres Montúfar: “en estupor profundo”. ***


Página 4 / Guatemala, 31 de mayo de 2019

Temblores

Un filme de Jayro Bustamante sobre opresión y liberación Roberto M. Samayoa Ochoa Director Festival de cine La Otra Banqueta

Pablo es un hombre de 40 años, empresario exitoso, padre de un niño y una niña, casado con Isabel, de clase media alta, cristiano, religioso y devoto. El ritmo cadencioso y tradicional de su familia, digamos procesional, en medio de un aire enrarecido se ve amenazado por el descubrimiento de otra manifestación del amor, que coloca en jaque a todo su sistema. Simbólicamente los temblores de la ciudad son los mismos que ocurrirán en la vida de Pablo quien ha descubierto que el amor puede tener otra mirada, otro sentido, otras exigencias, otro sexo y otro nombre: Francisco.

T

emblores, protagonizada por Juan Pablo Olyslager (Pablo), Diane Bathen como Isa, la esposa de Pablo y Mauricio Armas Zebadúa como Francisco, y estrenada en la 69 edición del festival de cine de Berlín, es una historia de amor, de búsqueda, de liberación y conflicto entre los sentimientos, las creencias, la vida, la familia y la iglesia quienes hacen todo lo posible por curar lo que consideran una desviación. Para Pablo solo hay una salida y una vuelta en U y encontrarlas y decidirse por una de las dos, le obliga a pasar por un proceso cargado de violencia disfrazada de terapia. Guatemala se ve retratada en este filme como uno de los bastiones más conservadores del continente americano en donde la religión cristiana en cualquiera de sus matices está enraizada en el imaginario y en el poder político. El Latinobarómero 2018 señala que las personas en Guatemala confían en la Iglesia valorando esta confianza en 71 puntos sobre 100, y en las fuerzas armadas, con 33 puntos sobre 100. La confianza implica otorgar certeza al discurso y en materia de sexualidad, las coincidencias entre las ramas más conservadoras tanto de la Iglesia Católica como de las iglesias evangélicas son evidentes: vinculadas exclusivamente a la procreación, desconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos, heteronormatividad, homofobia, misoginia y negación de uso de métodos anticonceptivos modernos. La confianza en la iglesia y en las fuerzas armadas no es coincidencia ya que ambas instituciones son parte del binomio Dios – Patria presente en movimientos políticos conservadores de triste y lamentable recordación y que están arraigados en el inconsciente de muchos guatemaltecos. Este discurso conservador es el promotor de la mal llamada curación de la homosexualidad por medio de falsas terapias prohibidas en diversos países, pero practicadas en el país. El cineasta guatemalteco acompaña las presentaciones de Temblores en más de 30 países y relata que le toca enfrentarse a la sorpresa de quienes creen que la película refleja tiempos y prácticas pasadas cuando no es así. De hecho, recién en el mes de marzo se publicitaron “jornadas para la prevención la homosexualidad”, en un evento organizado por la Pastoral Arquidiocesana por la Vida, y algunas iglesias evangélicas han insistido incansablemente en la aprobación de la iniciativa de ley 5272 que promueve prácticas antiderechos y discursos de odio hacia las poblaciones LGBTI+. En una reciente declaración pública Bustamante indica que acciones como la de esta iniciativa de ley que aparentan ser positivas, en realidad “bajo pretextos morales pretenden privar de derechos e incluso criminalizar a las mujeres y a la comunidad LGTBQ”. El mismo cineasta, en una entrevista realizada en la 69 edición de la Berlinale, recuerda que para muchos líderes religiosos los anticonceptivos, la homosexualidad y el aborto son llamados “la trinidad del mal” y es precisamente esto lo que refleja la iniciativa de ley mencionada. Para Bustamante “Temblores” no es estrictamente una película LGBTI+ sino una película que “habla de

• • • •

Palmares de Temblores

Premio de la Fondation GAN pour le Cinéma en París, Francia, que reconoció a Temblores a nivel mundial como una de las mejores cintas y de los mejores productores del mundo. Galardón Rail D’oc que fue otorgado por “los ferroviarios cinéfilos” del Festival de Cine de Toulouse en Francia. Premio del público en la sección de largometraje de ficción Festival de Cine de Toulouse en Francia. Largometraje Iberoamericano. Mejor Fotografía 2019 por el jurado del Festival Internacional de Cine de Guadalajara. Mejor Largometraje Centroamericano 2019 en el Costa Rica Festival Internacional de Cine. PUEDE ESTAR O NO: Temblores (ficha técnica) Director: Jayro Bustamante Guión: Jayro Bustamante Música: Pascual Reyes Edición: Santiago Otheguy, César Díaz Productores: Jayro Bustamante, Edgard Tenenbaum, Gérard Lacroix y Pilar Peredo Guatemala, 2019

represión y opresión y del amor aunque los personajes no pratican el amor porque no saben cómo sino que lo único que saben es seguir las reglas que les prometen una salvación divina”. Pablo, quien está en un conflicto muy fuerte en su vida debe decidir, en medio de las luchas con sus demonios, si se libera o si sigue viviendo de acuerdo a las reglas, de acuerdo a lo que espera Isa, su esposa y madre de sus hijos y de acuerdo a lo que espera su familia y su iglesia representada por personajes de cierto nivel económico y mestizos. En una crítica escrita para el festival de Berlin por Víctor Esquirol, señala a Pablo como un hombre para quien “la familia se revela como un invento castrador. El individuo es absorbido por el colectivo”. Tal como indica Esquirol “pasado el primer temblor la familia se dispone a aplastar al familiar (…) y quien antes era privilegiado ahora está a punto de convertirse en principal perjudicado de un supuesto mal que solo puede atacarse desde el tabú”. La familia que debiera ser un lugar confortable se convierte en el espacio para la opresión. Bustamante es optimista, “siempre trato de decirle al público extranjero que veo una esperanza en mi país, que creo que algún día nos daremos cuenta que la inclusión y la no discriminación son la base del progreso”. Mientras eso llega, “Temblores” nos seguirá mostrando a esta sociedad como el lugar del discurso profamilia tradicional, como la casa de muchos Pablos encerrados, de muchas Isas que aceptan y callan pero también como el hogar de muchos Franciscos. En esta sociedad lo que importa no es simplemente disfrutar de la vida per se sino pasarlo “en familia” aun cuando esto implique vivir encarcelados.


Pesadilla

Guatemala, 31 de mayo de 2019 / Página 5

Luis Esteban Quel García Escritor

La llanta de la motocicleta rechinó. La moto quedó atravesada frente a la camioneta urbana que venía atascada, la cual frenó de improviso para no atropellarla. Fermín baja de la moto y se dirige a la puerta del bus. Saca la escuadra que lleva escondida bajo la chumpa de cuero. Aterrorizada, gritando, la gente intenta bajarse atropelladamente del bus para escapar de la muerte. Siempre el mismo efecto.

N

o le interesa más que una sola persona. Desde que sube visualiza a su víctima, que parece desconcertada. Tiene un rostro diferente. Difícil de olvidar. Por lo menos para él, desde aquel día en la Universidad en que descubrieron que era un “oreja”. Estuvieron a punto de matarlo a golpes y patadas. Le rompieron las costillas, le dejaron un par de señas imborrables. Pero se recuperó. El peor error que pudo cometer fue quitarle su arma, mofarse de él y asegurarle que iba a matarlo. Mejor lo hubiera hecho. -El arma es parte de su cuerpo. Deben protegerla con su vida. Si se las quitan serán como inválidos – les gritaban en el cuartel a cada rato. Él jamás olvidó su nombre. No lo buscó antes porque estaba demasiado ocupado en otros trabajos, hasta ahora, que estaba más libre. Con sus conectes en el ejército le fue fácil averiguar todo lo que quería. Desde siempre tuvo la misma dirección. Se casó pero seguía viviendo en el mismo lugar. Tiene un hijo de ocho meses, un carro, un trabajo estable. Nunca se graduó en la Universidad. Partida de cerotes que solo a chupar y a chingar llegaban, pensó. Salía de su casa hacia el trabajo a las siete de la mañana y regresaba alrededor de las ocho de la noche. El carro se le había descompuesto el mes pasado. Ahora salía a las seis y treinta de la mañana para viajar en bus urbano. Esto era lo que más le interesaba. Hubiera preferido que fuera en el carro. Sería más fácil. Pero ni modo, había que adecuarse a las situaciones. Trazó su plan. Todo estaba listo. Caminó normalmente dentro del bus, como quien tiene en sus manos los hilos del destino, sabe su misión. No puede equivocarse. ¿Por qué esta gente le teme tanto a la muerte?, si al fin de cuentas todos moriremos. Había mejor que adorarla, rezarle, ponerle su veladora para que cuando llegue el momento nos encuentre en paz. Jamás entendería a este montón de gente mierda que se conforma con vivir en la pobreza, en la desgracia. Hasta se acostumbran. La vida se hizo para jugársela y estar preparado a perder. Por fin se detiene al final del bus. Frente a un hombre asustado que lleva un niño en brazos. Los rayos de sol entran por la ventana. - ¿Te recordás de mi cerote? –grita Fermín. El hombre volteó la cabeza hacia la puerta de salida.

Estaba tan cerca de llegar. Hasta ese momento toma conciencia del grave peligro que corre. Mira a todos lados. No recuerda esa cara, no lo conoce. Busca un lugar para protegerse. El terror lo ha paralizado. Es incapaz de moverse. Las piernas no le responden. Empieza a gemir. Todavía alcanza a implorar: -No, por favor –tan bajo que solamente él se escucha. En un último movimiento intenta proteger al niño que lleva en brazos. Fermín levanta su brazo derecho. La muerte se apodera de su espíritu y escupe dos ráfagas de fuego al pecho del hombre. Los disparos sacuden al hombre, que trata de asirse al agarrador del asiento, pero es en vano. Cae al suelo sosteniendo al niño, a quien milagrosamente no le pasa nada. Fermín se acerca al hombre que agoniza. Escucha su rápida respiración. Los ojos abiertos desmesuradamente. Un río de sangre empieza a correr para la puerta. Coloca la boca del arma en la cabeza y prepara el disparo. Todo su cuerpo está lleno del sentimiento de supremacía. Por un momento es Dios, puede decidir quién vive o quién muere. Una sensación que siempre quiere repetir. Matar también es un vicio, difícil de dejar. El niño mueve la cabeza, queda cara a cara con Fermín, quien lo observa balbucear temeroso, a punto de llorar. Un pensamiento extraño le pasa por la cabeza. Por un momento duda. Ve al niño fijamente y siente que algo está mal. Antes de pensar otra cosa, dispara a la cabeza del hombre. Ve al niño y sin dudarlo también le dispara. -Los hijos de los comunistas algún día seguirán sus pasos, por eso hay que exterminarlos. Se lo enseñaron a palos en el ejército. Jamás olvidaría la lección. Debía mostrar su fidelidad siempre. La camioneta está prácticamente vacía. Camina rápidamente para bajarse. Se da cuenta de que una mujer acurrucada solloza quedamente en un sillón.

Pasa de largo sin detenerse. No le importan sus lágrimas. Se sube a la motocicleta en la que espera su compañero y huyen rápidamente, dejando un sentimiento de impotencia a su alrededor. La motocicleta alcanza el tráfico matutino y se pierde en esa locura. Fermín llega a su casa. Tiene hambre. Invita a su compañero a desayunar. No puede. Tiene otras cosas que hacer. Le da un fuerte abrazo. Le agradece su colaboración y le dice que le debe una. La esposa de Fermín escucha la llegada de la moto. Sabe que regresó. No sabe en qué trabaja, pero lo sospecha. No tiene horario fijo. Muchas veces sale de noche. No llega durante varios días y no tiene comunicación con él en ese tiempo. Eso le da temor. Lo ha visto en fotos con gente importante que viste de manera impecable. Cuando se encabrona hay que tener cuidado. Le ha pegado varias veces. Pero eso es normal en una pareja. Algunas veces llegan sus amigos a la casa. Se ponen borrachos. Se drogan. Por las noches sacan sus armas. Disparan al aire. Gritan a todo pulmón corridos de moda. Pero vive bien. Eso es lo que importa. Le causa orgullo decirle a su madre que se equivocó, ella no es ninguna fracasada, muerta de hambre. Fermín entra a su casa, por fuera una casa de block, vieja, despintada. Por dentro, comodidades que contrastan a todas luces con la fachada. Va directamente a su cuarto. Guarda el arma en la gaveta más alta del armario. Su hijo mayor lo observa desde la puerta. -Nunca, nunca vaya a tocar lo que guardo aquí –le indica con severidad. El niño niega con la cabeza. Fermín lo carga. Lo abraza cariñosamente diciéndole que lo quiere mucho. Se sienta a desayunar. Se siente muy bien. Poderoso. Los otros son solamente un “trabajo” por el que le pagan. En cambio este fue diferente. Este fue personal. Por fin ha saldado una cuenta pendiente.


Página 6 / Guatemala, 31 de mayo de 2019

SELECCIÓN DE TEXTOS

ERNESTO SABATO LO PEQUEÑO Y LO GRANDE HAY DÍAS en que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento que las posibilidades de una vida más humana están al alcance de nuestras manos. Éste es uno de esos días.

Y

, entonces, me he puesto a escribir casi a tientas en la madrugada, con urgencia, como quien saliera a la calle a pedir ayuda ante la amenaza de un incendio, o como un barco que, a punto de desaparecer, hiciera una última y ferviente seña a

un puerto que sabe cercano pero ensordecido por el ruido de la ciudad y por la cantidad de letreros que le enturbian la mirada. Les pido que nos detengamos a pensar en la grandeza a la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a valorar la vida de otra manera. Nos pido ese coraje que nos sitúa en la verdadera dimensión del hombre. Todos, una y otra vez, nos doblegamos. Pero hay algo que no falla y es la convicción de que —únicamente— los valores del espíritu nos pueden salvar de este terremoto que amenaza la condición humana. Mientras les escribo, me he detenido a palpar una rústica talla que me regalaron los tobas y que me trajo, como un rayo a mi memoria, una exposición “virtual” que me mostraron ayer en una computadora, que debo reconocer que me pareció cosa de Mandinga. Porque a medida que nos relacionamos de manera abstracta más nos alejamos del corazón de las cosas y una indiferencia metafísica se adueña de nosotros mientras toman poder entidades sin sangre ni nombres propios. Trágicamente, el hombre está perdiendo el diálogo con los demás y el reconocimiento del mundo que lo rodea, siendo que es allí donde se dan el encuentro, la posibilidad del amor, los gestos supremos de la vida. Las palabras de la mesa, incluso las discusiones o los enojos, parecen ya reemplazadas por la visión hipnótica. La televisión nos tantaliza, quedamos como prendados de ella. Este efecto entre mágico y maléfico es obra, creo, del exceso de la luz que con su intensidad nos toma. No puedo menos que recordar ese mismo efecto que produce en los insectos, y aun en los grandes animales. Y entonces, no sólo nos cuesta abandonarla, sino que también perdemos la capacidad para mirar y ver lo cotidiano. Una calle con enormes tipas, unos ojos candorosos en la cara de una mujer vieja, las nubes de un atardecer. La floración del aromo en pleno invierno no llama la atención a quienes no llegan ni a gozar de los jacarandáes en Buenos Aires. Muchas veces me ha sorprendido cómo vemos mejor los paisajes en las películas que en la realidad. Es apremiante reconocer los espacios de encuentro que nos quiten de ser una multitud masificada mirando aisladamente la televisión. Lo paradójico es que a través de esa pantalla parecemos estar conectados con el mundo entero, cuando en verdad nos arranca la posibilidad de convivir humanamente, y lo que es tan grave como esto, nos predispone a la abulia. Irónicamente he dicho en muchas entrevistas que “la televisión es el opio del pueblo”, modificando la famosa frase de Marx. Pero lo creo, uno va quedando aletargado delante de la pantalla, y aunque no encuentre nada de lo que busca lo mismo se queda ahí, incapaz de levantarse y hacer algo bueno. Nos quita las ganas de trabajar en alguna artesanía, leer un libro, arreglar algo de la casa mientras se escucha música o se matea. O ir al bar con algún amigo, o conversar con los

suyos. Es un tedio, un aburrimiento al que nos acostumbramos como “a falta de algo mejor”. El estar monótonamente sentado frente a la televisión anestesia la sensibilidad, hace lerda la mente, perjudica el alma. Al ser humano se le están cerrando los sentidos, cada vez requiere más intensidad, como los sordos. No vemos lo que no tiene la iluminación de la pantalla, ni oímos lo que no llega a nosotros cargado de decibeles, ni olemos perfumes. Ya ni las flores los tienen. Algo que a mí me afecta terriblemente es el ruido. Hay tardes en que caminamos cuadras y cuadras antes de encontrar un lugar donde tomar un café en paz. Y no es que finalmente encontremos un bar silencioso, sino que nos resignamos a pedir que, por favor, apaguen el televisor, cosa que hacen con toda buena voluntad tratándose de mí, pero me pregunto, ¿cómo hacen las personas que viven en esta cuidad de trece millones de habitantes para encontrar un lugar donde conversar con un amigo? Esto que les digo nos pasa a todos, y muy especialmente a los verdaderos amantes de la música, ¿o es que se cree que prefieren escucharla mientras todos hablan de otros temas y a los gritos? En todos los cafés hay, o un televisor, o un aparato de música a todo volumen. Si todos se quejaran como yo, enérgicamente, las cosas empezarían a cambiar. Me pregunto si la gente se da cuenta del daño que le hace el ruido, o es que se los ha convencido de lo avanzado que es hablar a los gritos. En muchos departamentos se oye el televisor del vecino, ¿cómo nos respetamos tan poco? ¿Cómo hace el ser humano para soportar el aumento de decibeles en que vive? Las experiencias con animales han demostrado que el alto volumen les daña la memoria primero, luego los enloquece y finalmente los mata. Debo de ser como ellos porque hace tiempo que ando por la calle con tapones para los oídos. El hombre se está acostumbrando a aceptar pasivamente una constante intrusión sensorial. Y esta actitud pasiva termina siendo una servidumbre mental, una verdadera esclavitud. Pero hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse. No mirar con indiferencia cómo desaparece de nuestra mirada la infinita riqueza que forma el universo que nos rodea, con sus colores, sonidos y perfumes. Ya los mercados no son aquellos a los que iban las mujeres con sus puestos de frutas, de verduras, de carnes, verdadera fiesta de colores y olores, fiesta de la naturaleza en medio de la ciudad, atendidos por hombres que vociferaban entre sí, mientras nos contagiaban la gratitud por sus frutos. ¡Pensar que con Mamá íbamos a la pollería a comprar huevos que, en ese mismo momento, retiraban de las gallinas ponedoras! Ahora ya todo viene envasado y se ha comenzado a hacer las compras por computadora, a través de esa pantalla que será la ventana por la que los hombres sentirán la vida. Así de indiferente e intocable.


Guatemala, 31 de mayo de 2019 / Página 7

POESÍA

Luis Alfredo Aguilar Contreras ¿Para qué quiero ser tú? Hay una parte del día que todo lo convierte en recuerdo sé que hablar del tiempo es solo robar segundos a lo inevitable pero aquí en lo profundo están todas tus máscaras olvidadas y nosotros habitamos/ esa lumbre nuestro hogar nuestra esperanza nuestra fe todo es algo que ya no eres es terrible descubrirlo y maravilloso sentirlo porque sabemos adonde no ir para encontrarte hasta que decidas pedirle al olvido que hable y te encuentres en el momento preciso que soy.

El lecho vacío Ahora sé que no te escondes eres esto y nada caminas por un puente de letras que no necesitas ni te importa eres solo lo que te toca te acaricio y estás en la muerte te acaricio y eres el perro marcado por las sombras en un balcón fantasma te acaricio desapareces en el silencio te acaricio entras a una casa escapando de la rutina te acaricio me vuelvo hombre y respiro ese aroma a revelación que es todo lo imposible te acaricio debo terminar esta locura siento que alguien me toca y callo.

Tarde quieta Sucede que llegan los imposibles y otro ocupa su lugar alguna vez hubo alguien atareado en esperarlos eso fue probablemente mañana por alguna razón ya nadie lo recuerda pero esas cosas pasan un Dios te pide la hora en el bus un perro negro te cuenta que habló contigo hace mil años en una esquina una nube sale de tu baño y se disculpa el viento te ruega por dos deseos y te dice que tú fuiste el primero cosas así al final el horizonte responde a tu pensamiento al final la sombra es la tinta de lo que escribo al final cambias de ideas y me das la muerte para hacerme silencio y que te hable constante.


Página 8 / Guatemala, 31 de mayo de 2019

Por qué la fotografía no termina de despegar como objeto de arte Miguel Flores castellanos Doctor en Artes y Letras

Siguiendo el pensamiento del filósofo José Cofré-Lagos, se puede pensar que la fotografía como obra de arte, no es nunca un medio para un fin, y es en cambio, siempre un fin en sí misma. A diferencia de otros usos destinada a brindar un mensaje –tiene una utilidad determinada- destinada a brindar un servicio, la foto vista como arte es una cosa inútil. Si bien este investigador chileno, escribe desde la filosofía del arte, sus principios son útiles para repensar la fotografía. Los diferentes usos que se han dado a la imagen en ya casi dos ciclos de existencia ha sido muchos.

U

no de los problemas del objeto estético fotográfico que se ve en los museos y galerías es que muchos de quienes la aprecian ven en ella el producto de una realidad. La fotografía como arte es irreal, no se quiere decir que sea no-real, son objetos artísticos o entes ficticios o de ficción. Un ejemplo de esto es la imagen Consagración de la serie Dulce mortificación del artista Eny Roland Hernández-Javier. Esta fotografía causa el rechazo de los seguidores de las imágenes de pasión, cucuruchos devotos, en especial de la Virgen de Dolores. Ven en esta obra un sacrilegio. Lo que hizo Hernández-Javier fue crear una ficción del dolor extremo en un varón. Para recrear ese dolor lo hace con símbolos que muchos de la comunidad guatemalteca católica reconocen de inmediato, el resplandor con doce estrellas, el puñal en el pecho, los tres clavos en las manos, la corona de espinas y el pañuelo. Esta imagen fue puesta a discusión dentro de un grupo de diez varones adultos profesionales de la clase acomodada, entre 35 y 40 años. Los cometarios fueron de lo más variados. Destacan dos. Uno dijo que –no compraría la foto porque no conocía al personaje, que además era muy obscura; otro, que era un atentado contra la Iglesia Católica y sus procesiones. Las opiniones se respetan, pero dejan entrever pocos conocimientos de arte en personas que toman decisiones, líderes de opinión dentro de una comunidad. Lo observado por ellos fue la realidad

Consagración, de la serie Dulce Mortificación. Eny Roland Hernández Javier.

del personaje, varón joven utilizando atributos de una Virgen de Dolores, de una mujer, esto no lo perdona el varón macho. Ninguno de los asistentes a esta reunión pudieron ver lo que esos símbolos irradian cuando el personaje no es una mujer. La realidad de los objetos y del modelo, antes del momento de la toma, dieron paso a la ficción cuando el autor puso esos signos en el joven, algo que duró el instante de la toma, en manos Eny Roland. Aquí no existe afrenta con la Iglesia, ni contra nadie. Solo ven la realidad de los objetos usados por el personaje. Por espacio no se ha llegado a la profundidad semántica de esta obra, solo se señala el hecho que es vista como

producto de la realidad circundante, no como objeto de arte con gran significado que apela a nuevas masculinidades. Estas actitudes son las que dificultan el despegue de la fotografía como producto artístico, además de otros factores como la sobrevaloración. Las obras locales de principiantes son tan caras como las de artistas ya establecidos en el mercado de Nueva York. El crecimiento del interés por los estudios de fotografía darán por resultado una saturación de producción y los precios tendrán que bajar. Ojalá para ese momento se entienda más la fotografía de hoy, no solo las selfis, las del novio o pareja y las imágenes del cumpleaños.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.