2 Suplemento Cultural
Nueva Guatemala de la Reportaje
Efraín Recinos: El jueves que recién pasó, se abrió a maltecos con mayor relevancia en el Lucía Gómez (16 calle 7-30 zona 14) estará abierta al público hasta el 29 POR MARIO CORDERO ÁVILA mcordero@lahora.com.gt Por la trayectoria, Recinos se constituye en el artista guatemalteco vivo más relevante del país. A sus 83 años cumplidos, le corresponde ser guía y modelo para las nuevas generaciones. En estas etapas de la vida, las grandes personalidades –si no les traiciona la ingratitud- deberían estar recibiendo homenajes. Pero en Guatemala, nuestros héroes (como fue el caso de Mateo Flores, por citar un ejemplo reciente) mueren en el olvido. Es por ello que se destaca que desde el año pasado, Recinos haya empezado a recibir reconocimientos y homenajes a su obra. Al cuestionarle al respecto, sobre cómo se siente él con respecto a estas celebraciones, confesó: “A mí sinceramente me da mucha pena”. A partir de estas palabras, fue comentando a grandes rasgos toda su obra, la cual fue realizada a través de una gran consciencia social y nacional, sensibilidad, experimentación y, sobre todo, con mucho amor: “quizá en esto sí puedo ser ejemplo”. UN ARTE NACIONAL Desde su perspectiva, su obra debe empezar a analizarse desde lo arquitectónico. Y el mejor ejemplo de ello es el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias y, específicamente, el Teatro Nacional, parte de este complejo. Debido a que esta obra se construyó con financiamiento del Estado, Recinos explica que era primordial que la obra tuviera características guatemaltecas. “Por eso, la arquitectura estatal es la más cara de todas, porque la pagamos entre todos”, explica. A partir de esta obra, Recinos desarrolla su concepción sobre un arte y arquitectura guatemalteca. En primer lugar, lo que fue primordial antes que la obra arquitectónica fue reforestar el área, cumpliendo una función ambiental, para que el centro cultural, al estar al centro de la ciudad, fuera capaz de absorber los gases contaminantes de los vehículos. Es decir, como un primer paso de la búsqueda de un arte nacional, es pertinente que la obra se muestre en equilibrio con el entorno, y que su ubicación no sea un abrupto detalle que desencaje. Por eso, luego de un largo período de tiempo en que él se desligó de la construcción, y que ésta no avanzó por falta de fondos, Recinos fue llamado para retomar el proyecto, el cual era mucho menor a lo proyectado inicialmente, y sin posibilidades de modificarse, ya que los cimientos estaban hechos. Entonces, Recinos pensó en el entorno y en el paisaje. Inicialmente, lanzó líneas que venían dadas por los remates de la ciudad, es decir, el volcán de Agua y el de Pacaya. En los distintos ángulos del Teatro Nacional, hay relación directa entre las inclinaciones de estos colosos y la obra. Posteriormente, se haría una relación con el pasado, siendo la arquitectura maya la que aportaría otros elementos para continuar con la obra. La diferencia, según Recinos, es que la arquitectura maya estaba destinada para utilizar los edificios por fuera, mientras que esta obra se destinaba su utilidad para dentro. Entonces, incluyó las escalinatas que comunican los diferentes niveles del teatro emulando las escalinatas mayas. Finalmente, para terminar de dar forma al exterior del teatro, se moldeó su forma para que hiciera un homenaje a la marimba. En cuanto a los colores, el azul y blanco del cielo (de ese entonces, según Recinos, porque ahora hay mucha contaminación) era lo ideal. Por dentro, el teatro presenta una gama de colores que van desde el rojo hasta el anaranjado, para otorgar calidez a quienes están dentro. Por dentro, el teatro muestra técnicas muy avanzadas en cuanto a acústica. La inclusión de los balcones laterales –no sólo como elementos decorativos, sino también acústicos-, así como los materiales que revisten la sala principal, hacen que la audición sea prácticamente perfecta, logrando escucharse estando la sala llena, o bien vacía. Otro de los motivos de orgullo de Recinos es que el teatro resultó relativamente barato, ya que otros teatros y salas de ópera que se construían paralelamente en el mundo (Londres, Nueva York, Sidney), el Teatro Nacional de Guatemala se construyó con recursos hasta diez veces menos que otras obras.