Cultural 01-06-2018

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suplemento semanal de la hora, idea original de Rosauro Carmín Q.

Guatemala, 1 de junio de 2018

Periódicos y cronistas en Argentina: Gómez Carrillo, Pedro Orgambide y Osvaldo Soriano


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presentación

alta mucho por estudiar en nuestro país el esfuerzo de producción literaria del guatemalteco, Enrique Gómez Carrillo. Y aunque es cierto, la Asociación que lleva su nombre, presidida por quien escribe el artículo central del Suplemento, Jorge Carro, ha hecho un enorme trabajo a través de Congresos y publicaciones, aún falta el reconocimiento merecido a un escritor que despertó el respeto entre los intelectuales de su tiempo. De ese modo, es oportuno continuar la investigación de nuestro cronista para desentrañar el significado de su obra. Con esa intención, Jorge Carro examina, como indica el título del artículo, “Las redacciones de tres periódicos argentinos en las crónicas de Enrique Gómez Carrillo, Pedro Orgambide y Osvaldo Soriano”. El texto será presentado en dos entregas para la lectura pausada y reflexiva de los lectores. Por lo demás, ofrecemos dos contribuciones de actualidad en temas de género. El primero, titulado, “Somos hombres”, escrito por Roberto Samayoa; y el segundo, “La fotografía en la diversidad sexual”, de Miguel Flores. Ambos critican un modelo de pensamiento históricamente excluyente para sugerir vías alternas que redunden en la convivencia justa y armoniosa. Estamos seguros que nuestra edición será acogida con la serenidad y apertura de costumbre, reconociendo que debemos estar actualizados en los debates presentes en los círculos de reflexión intelectual. Para nosotros es un gusto llegar hasta usted, contribuyendo en su esfuerzo por la comprensión de un mundo siempre complejo. Que tenga una muy buena lectura. Hasta la próxima.

es una publicación de:

Enrique Gómez Carrillo.

Pedro Orgambride.

Osvaldo Soriano

Las redacciones de tres periódicos argentinos en las crónicas de Enrique Gómez Carrillo, Pedro Orgambide y Osvaldo Soriano Jorge Carrol Director de la Red de Bibliotecas Landivarianas Presidente de la Asociación Enrique Gómez Carrillo

“La Nación” [“El encanto de Buenos Aires”, de Enrique Gómez Carrillo: Madrid, 1914, Perlado Paez y Cia. / Madrid, 1921. Editorial Mundo Latino]; “Crítica” [“El escriba”, de Pedro Orgambide: Santafé de Bogotá, 1996. Editorial Norma] y “La opinión” [“Artistas, locos y criminales”, de Osvaldo Soriano: Santafé de Bogotá, 1997. Editorial Norma].

La crónica más que un género es un debate”, advierte el escritor Jorge Carrión en el prólogo del libro “Mejor que ficción, crónicas ejemplares” “...es un debate, porque no se puede definir. Lo único innegociable es que no debe haber un gramo de ficción, por lo demás hay ensayo, autobiografía, periodismo, testimonio, y también podemos encontrar poesía. No se le puede definir, no obstante, paradójicamente, cuando lees una crónica, sabes que es crónica, de algún modo sabes que es algo muy subjetivo, muy de gusto y de bagaje lector de que recibe el texto.” En su muy condensado libro “Una luna”, Martín Caparrós, toma en cuenta que la crónica de hoy ya no tiene que hacer grandes digresiones sobre la historia, porque eso ya está en Wikipedia.

Luego de esta breve introducción, considero oportuno destacar que el presente trabajo no es una ponencia que tradicionalmente se presenta en un congreso, no intenta tampoco ser una suerte de estudio para demostrar que fueron los periodistas los que manejaron y manejan mejor la crónica y que los intelectuales fueron y son los mejores periodistas. La crónica revela –parafraseando a Marcel Schwob: “Vidas imaginarias”, Spicièlege (1896)– la incertidumbre de los sucesos; y en ocasiones minuciosamente las acciones y los escenarios donde se nutre la crónica. Nos dice por ejemplo que Napoleón estaba enfermo en Waterloo; que Alejandro estaba ebrio cuando asesinó a Klitos; nos demuestra que Pascal especuló sobre la nariz de Cleopatra. Todos estos hechos que de alguna manera fueron recogidos por los cronistas de la época, tienen valor porque modificaron los acontecimientos o porque hubieran podido cambiar su desarrollo. Son –como todas crónicas– causas reales o posibles. Nuestra tarea es hurgar en tres trascendentes redacciones de periódicos argentinos: La Nación, Crítica y La Opinión. Las tres crónicas de las que hablaremos describen a los personajes (periodistas cultos, autores de gran parte de la mejor Literatura Argentina) en un escenario secular, refugio de egolatrías: la redacción de periódicos que definitivamente ellos hicieron trascendentes. Pero aclaremos, los cronistas (Gómez Carrillo, Orgambide y Soriano) muestran

a sus personajes posiblemente tal como fueron. Las ideas de los grandes cronistas son patrimonio común de la literatura más que del periodismo. Por decirlo de alguna manera, las crónicas, las buenas crónicas, son historias que no pueden permanecer silenciosas sobre una aburrida noticia periodística. Los primeros cronistas fueron, ante todo, avaros, ya que al considerar tan sólo la vida pública, nos trasmitieron noticias (acaso historias) sobre grandes hombres, sus discursos y los títulos de sus libros. Fue Aristófanes quien nos dio la noticia de saber que era calvo, y que la costumbre de Sócrates de caminar descalzo ha sido parte de su sistema filosófico de desprecio por el cuerpo. Por tanto, si deseamos consultar sobre los hombres del pasado, debemos recurrir a los primeros cronistas, quienes rescataron que a Erasmo no le gustaba el pescado, pese haber nacido en una ciudad portuaria; que Bacon no permitía que sus servidores se presentaran ante él con botas de cuero español, puesto que sentía de inmediato un olor que le era desagradable. El arte del cronista consiste precisamente en la preselección de los temas de sus crónicas; debe saber escoger entre los personajes aquel que es único. Los cronistas que lamentablemente se crean novelistas, privarán a los lectores del futuro de retratos admirables. El sentimiento de las crónicas individuales se ha desarrollado más en los tiempos modernos, quizá por excesivo ego de los pseudos cronistas que nacieron con el


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periodismo televisivo. Los cronistas como Gómez Carrillo, Orgambide y Soriano que estamos analizando han sabido separar a los personajes – semejantes a los bananos y perdón por el símil– antes que estén podridos. Aclaremos que nuestro interés se centra en el universo que existió entre las cuatro paredes de la redacción de tres periódicos que fueron casi el segundo hogar de algunos de los mejores escritores americanos. El siguiente paso fue investigar a partir de tres crónicas que rescataron redacciones acaso fundamentales del periodismo del Río de la Plata, disfrazadas dos de ellas como prólogos y otra como la novela que un novelista quiso escribir pero que no pudo. En las crónicas que presentamos, lo histórico operó como un elemento de la posmodernidad, en una zona en la que se reúne de forma tumultuosa, el arte con todo y con nada. El periodismo y las crónicas posmodernas se caracterizan por la intertextualidad, la superposición de códigos pertenecientes diferentes sistemas semióticos. Las historias contenidas en las tres crónicas objeto de este trabajo, no constituyen un eje ni tampoco un elemento mítico, sino más bien un discurso plagado de citas, alusiones, referencias, sucesos acoso reales, con personajes conocidos o no. En 1914, Enrique Gómez Carrillo viajó a la Argentina y tuvo oportunidad de escribir varias de sus crónicas en la redacción del periódico porteño “La Nación”; vivencias que forman parte de la más extensa crónica americana que escribió el Príncipe de los Cronistas: “El encanto de Buenos Aires”. Aclaro que, para este estudio, utilizamos la primera edición de esta obra, publicada en Madrid en 1914 por Perlado, Páez y Cía., ya que, en la edición de 1921, que forma parte del tomo XIX de sus “Obras Completas”, publicadas por la Editorial Mundo Latino, nuestro autor por razones meramente editoriales, muy comunes en él por otra parte, advierte que “después de corregir las pruebas de esta edición definitiva de El encanto de Buenos Aires, un escrúpulo invade mi ánimo. / ¿Escribiría yo hoy estas páginas?, me pregunto. / Fue en 1914, durante mi primer viaje al Plata, cuando, en treinta días de labor febril, tracé estos cuadritos. / Luego he vuelto varias veces a la Argentina y he permanecido casi un año en Buenos Aires. / ¿He visto mejor la gran ciudad hispanoamericana? / Lo ignoro. / Pero lo que sí puedo asegurar, no sin profunda melancolía, es que ya no la he vuelto a contemplar con los mismos ojos ingenuos y pueriles de hace un septenario.” Entre algunos aspectos que quedaron fuera de esta versión “definitiva”, está precisamente la introducción a estas crónicas dedicadas al dramaturgo argentino Enrique García Velloso y que se refiere a la redacción del prestigioso matutino fundado por Bartolomé Mitre en 1870. Nada de lo anterior ocurrió con Pedro Orgambide quien describe en “El escriba”, la redacción del periódico Crítica de los años ‘30, según parece ser fue la idea que tenía Roberto Arlt (periodista, cronista y novelista singular) y que no llegó a escribir, pero que sí la transmitió a su amigo Conrado Nalé Roxlo (poeta, cuentista y humorista) que a su vez se la contó a Orgambide que finalmente la escribió. Cabe recordar que Orgambide fue, amén de un prolífero autor, periodista, cronista y en algún momento de su vida, bailarín de tangos. Por su parte, en 1971, Osvaldo Soriano

formó parte de la redacción de otro periódico argentino, La Opinión y de ello dejó constancia en su libro “Artistas, locos y criminales”. Nuestra “propuesta” es realizar una “visita” a las redacciones de tres periódicos trascendentales para el periodismo rioplatense, donde su mayor riqueza era (es) la calidad intelectual de los periodistas que en ellas laboraban y el buen humor que existente entre ellos. A través de sus crónicas que podemos encontrar en los tres libros ya señalados, se trasluce la camaradería y el buen humor existente en ellas. “Visita” cuya conclusión será (confío y espero) que los grandes cronistas –como Gómez Carrillo, Orgambide y Soriano– que se formaron en el periodismo, devinieron en lo mejor de la literatura iberoamericana del siglo XX. En la dedicatoria-prólogo “El encanto de Buenos Aires”, el guatemalteco universal, Enrique Gómez Carrillo, escribió: “A Enrique García Velloso” “¿Se acuerda usted, mi muy querido amigo, de la noche en que nació la primera de estas páginas?... Estábamos en nuestra casa de ‘La Nación’, en el severo y hospitalario despacho del director. Sentado en una butaca, sonreía, cual un esfinge, Su Excelencia nuestro gran Murature. Enfrente de él, recostado en un sofá, soñaba, comiéndose un lápiz, el delicioso Mariano de Vedia Muy serio, muy serio, Jorge Mitre parecía absorbido en la lectura de un manuscrito. Usted y yo, en un rincón hablábamos con entusiasmos paganos, de las mujeres adorable que acabábamos de ver en los palcos de un teatro.” “De pronto, levantando la vista y sonriendo con su sonrisa que le iluminaba todo el rostro, nuestro director exclamó, volviéndose hacia mí:” “ -¿Por qué no hace usted una crónica con eso que está diciendo?” Dos horas después iba a la imprenta uno de los capítulos de este libro. “Y como el que hace un cesto…” “Dios y usted, no obstante, saben que yo no había ido a Buenos Aires para escribir. Al contrario… Si había ido para algo era para descansar, para pasearme, para vivir tranquilamente, durante un mes, como un rentista, ¡Hay ya tantos libros sobre la Argentina!... ¡Y son tan serios, tan documentados, los tales libros! ...” “- ¡Qué voy a decir yo que no esté ya dicho! – creo que le contesté a usted cuando, gentil y amistosamente, me habló de hacer toda una serie de artículos.” “Pero luego, reflexionando, pensé que si había algo que decir, o, por lo menos, aun había que decir ciertas cosas de un modo que los Huret, los Clemenceau, los Baudin y demás publicistas graves no han empleado en sus libros. Y pensé también que ese algo, un algo en apariencia frívolo, en el fondo trascendental, tal vez yo podía escribirlo mejor que mis predecesores, no por tener más talento que ellos, no, sino porque mi alma sienta la gracia de cierta ciudad con una intensidad que los grandes ministros y los grandes periodistas desdeñan.” “Desde entonces comencé a escribir, casi día por día, mis sensaciones y mis visiones Los capítulos de este libro son treinta días vividos, usted lo sabe, con entusiasmo, con sorpresa y con sinceridad.” “Recíbalos, querido García Velloso, como un recuerdo nostálgico de nuestros largos paseos por Buenos Aires, y no dé gran importancia a los errores psicológicos que contienen…

¡Es tan difícil no equivocarse hablando del alma de un pueblo!... De lo que se trata es de equivocarse de buena fe.” “Su amigo y admirador, E.G.C.” Por la redacción de “La Nación”, aparte de los ya nombrados por Gómez Carrillo: José Luis Murature, Mariano de Vedia y Jorge Mitre, por aquellos años pasaron, Leopoldo Lugones, Rubén Darío, José Ingenieros, Miguel Cané, Horacio Quiroga. Justo es destacar que muy posiblemente de la amistad de Gómez Carrillo con Murature, abogado y periodista que ejerció el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores y Culto durante la segunda década del siglo XX, se produjera el nombramiento de nuestro cronista como Cónsul argentino de Francia. Como periodista y cronista fue Gómez Carrillo intérprete de dos universos parecidos pero disímiles, a los que debemos agregar lo americano y lo europeo, lo conservadordecadente y lo moderno-revolucionario. Publicaba semanalmente por el mundo hispanoparlante en periódicos de gran difusión y en ese hacer su obra, admirable y cosmopolita, iba creciendo también en libros de gran demanda. Gómez Carrillo al llegar en su primer viaje a Buenos Aires, era ya autor de libros sumamente interesantes y, fundamentalmente, muy bien escritos, en un español que iba enriqueciéndose con su prosa. La influencia de Gómez Carrillo al igual que la de Rubén Darío entre la juventud literaria de Buenos Aires de las primeras décadas del siglo XX fue notable y muy especialmente entre los jóvenes periodistas que encontraban en la crónica una forma dinámica de hacer conocer verdades, realidades e irrealidades. Fueron para Gómez Carrillo tres felices lustros de reuniones fraternales en la redacción de “La Nación”, lo cual, por otra parte, era lo que más convenía a su inquieto espíritu y sus lógicas y obvias ambiciones. Gómez Carrillo fue periodísticamente, un foco de actualidad, donde gracias a sus crónicas, como las del “Encanto de Buenos Aires” llenaban el ambiente con los sucesos cotidianos que se veían sin ver y las ideas del mundo. En la redacción de “La Nación”, Gómez Carrillo encontró la agitación intelectual y la curiosidad por todo lo nuevo trascendente. Polo opuesto al ambiente (literarioculturoso) de la redacción de “La Nación” fue el de “Crítica”, el vespertino fundado por el oriental Natalio Botana y que durante dos décadas fue el periódico de mayor circulación posiblemente en todo el mundo hispano parlante. Época dorada antesala a la primera dictadura militar argentina del siglo XX. Redacción en la que confluyen anarquistas y socialistas, jóvenes escritores que buscaban una “vidriera” para dar a conocerse, ¡ojalá de igual manera que Enrique Gómez Carrillo! “Crítica” no fue un periódico como “La Nación” y “La Prensa”, ni Botana fue Mitre ni mucho menos Gainza Paz, que como dice el Malevo Muñoz en “El escriba”, “ni siquiera era argentino sino un oriental, un uruguayo”, pero que había creado y hecho lo que ellos jamás hicieron: ¡un diario que lo leían hasta los analfabetos!”. El clima que se vivió en la redacción de “Crítica” fue en “El escriba”, cuya historia en principio es, la de un libro que Roberto Arlt (periodista y sin duda el mejor cronista del Río de la Plata) soñó y no escribió, pero también una visión de la vida de Arlt, de Botana y de los escritores que tarde tras tarde daban vida a “Crítica”, paralelamente a

la literatura argentina, entre otros, Jorge Luis Borges, Ulyses Petit de Murat, Conrado Nalé Roxlo, Carlos de la Púa, Leopoldo Marechal, el Malevo Muñoz, Nicolás Olivari, Emilio Lascano Tegui (el Vizconde) y los González Tuñón. “El Visconde era un muchacho entrerriano que probaba suerte en Buenos Aires (la antesala de París) y debía sentarse a escribir su nota, hacer con buena letra como decía el jefe de redacción, lo que para él se transformaba en un hecho literal, ya que escribía a mano, como seguramente escriben los vizcondes, con caligrafía inglesa.” Orgambide rescató en “El escriba” detalles conocidos por los detractores de Roberto Arlt. “-Hay que hacer buena letra, Roberto, consultá el diccionario –le decía el jefe recordándole-reprochándole sus erroreshorrores de ortografía–, ¡Vos sí que no vas a llegar a la Academia, ni por puta!”. “Uno no puede escribir sólo con odio o con bronca, uno tiene que buscar las palabras, hacer que suenen de una determinada manera, para que uno (después de treinta años, digamos) no se avergüence.” Botana a diferencia de los Mitre o los Gainza, que coleccionaban libros o palacios, coleccionaba gente. “En ningún diario hubo tantos escritores; uno (usted lo conoce bien) llegó a tener fama universal. Cuando llegó al diario era muy joven. Un poeta ultraísta enamorado del suburbio.” Botana le echó el ojo: “-Mire, Georgie; quiero pedirle que se haga cargo del suplemento literario. Ya sé que usted es muy joven aún, una promesa como dicen… Pero usted es literario… La gente es literaria o no… No importa si escribe libros… éste es otro asunto… Hay gente que ama la literatura, el arte, el cine… Para esa gente quiero hacer un suplemento. Pero antes que nada, le tiene que gustar a usted… ¿Qué le parece, Georgie?” ¿Hace falta decir que Georgie era Jorge Luis Borges? El mismo que en “Elogio de la imitación” (pág. 150, de la edición de referencia) reaparece en la redacción de “Crítica”: ¿Sí? Un momentito. Es para vos, Georgie…” “Georgie estaba escribiendo un comentario de cine, una de esas notas que le gustaban a Taboada, sobre películas de gánsters.” “-Sí, soy yo: Georgie. Lamentablemente no puedo ser otro… ¿Así que leyó mis notas en la revista “El Hogar”? ¡Qué curioso! Yo creí que nadie las leía… salvo mi madre… y yo… Pero por lo visto, usted también… Qué raro, ¿no? Desconocía que en nuestro país hubiera mujeres interesadas en la literatura inglesa. Al menos, hay una… ¿Volverá a llamar? Será una dicha para mí…” “Georgie colgó y volvió a su escritorio para continuar escribiendo su nota.” / “-¿Quién era?” / “-Una mujer.” / “-Ya sé que era una mujer… ¿Pero quién?” / “-Me olvidé de preguntarle su nombre. Una persona generosa. Fijate que lee mis artículos…” / “-¿Cómo que no le preguntaste su nombre? Si llamó es porque tiene interés… ¡Ay, Dios! Seguramente esperaba que vos la invitaras a tomar un copetín… ¡Y vos nada! Dios le da pan a quien no tiene dientes… Che, Georgie… si te sobran minas, pásame una…” “[…] Taboada (Botana), en mangas de camisa, fumando su habano, recorría la redacción. […] Entre sus hombres, Taboada pudo recuperar cierto equilibrio. Los conocía o creía conocerlos A veces lo sorprendían, como ahora, al recibir la noticia de que uno de sus redactores, el boliviano Roberto Hinojosa, encabezaba en su país un levantamiento popular.”


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La graduación de Sarbelio

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Víctor Muñoz Premio Nacional de Literatura

staba yo un día sábado sin nada qué hacer, cuando de pronto se apareció mi amigo Arturo con que lo acompañara al recibimiento de su primo Sarbelio. -Se va a recibir de Padre -me dijo. -¿Cómo así? -le pregunté. Entonces se puso a explicarme que todos en la familia estaban muy contentos porque ese día le darían su título de sacerdote. Yo jamás había escuchado tales cosas, mucho menos acudir a semejante tipo de actos, pero fiel a mi creencia de que el hombre debe aprender algo nuevo todos los días, le dije que estaba bueno. -Pero ni sabés qué, -me dijo-, primero vamos a echarnos un traguito, así ya llegamos alegres a la fiesta. Me sentí sumamente extrañado porque, según yo, tal tipo de actos conllevan una gran dosis de solemnidad, y así se lo hice ver a mi amigo, pero éste me dijo que no, que la cosa era alegre, que iba a haber fiesta y cena y hasta baile. La mera verdad es que comencé a sentir miedo. Pasamos a un comedor de chinos y nos tomamos algunos tragos, que fueron bastantes. Antes de llegar a la casa donde sería la recepción, Arturo quiso pasar a comprar cohetes y una botella de licor, además de aprovechar para tomarnos el

último trago y llegar más entonados todavía. Al llegar yo esperaba escuchar música pero no, sólo había muchos carros estacionados en las afueras y uno que otro grillo haciendo bulla por ahí. El Arturo colocó las ametralladoras a media calle, les prendió fuego y comenzó el relajo. En cuanto se terminaron los cohetes se puso a gritar: -Salí Sarbelio cerote, que nada más te doy un abrazo y me voy a traerte mariachis. Se abrió la puerta y se apareció una señora muy elegante y muy seria. Nada más fue verla para que Arturo se le echara encima gritándole, lleno de felicidad: -Tiiíta, ¿qué tal está? Mire, aquí vengo con mi amigo para celebrar que el Sarbelio se recibió de Padre, ¿verdad vos? Yo sólo me quedé mirando sin decir nada. La señora, con cierta evidente pena nos pasó adelante. Jamás en mi vida había visto a tanta gente tan elegante y tan seria. Y Señores Curas por todos lados, dos o tres Obispos por ahí y hasta una monjita. -¿Y por qué no ha comenzado el baile, pues? -preguntó el pedazo de animal del Arturo. Y se reía a carcajadas y decía palabrotas y se acercó hasta donde estaba su primo y a gritos le dijo: -Te quiero mucho, vos gran cabrón. El nuevo Señor Cura sólo hacía una sonrisa

de medio lado y toda la gente se nos quedaba mirando, entonces yo comprendí que lo mejor que podíamos hacer era retirarnos lo antes posible, pero el Arturo ya estaba alegre por los tragos y quería más, hasta que entró el nuevo señor Cura y otro señor se lo llevaron para adentro. Y yo ahí parado, sin saber qué hacer. Encontré una silla y me senté a esperar a que saliera Arturo y nos fuéramos a otra parte, pero no solo no salía sino seguía gritando y cantando y exigiendo que trajeran a los mariachis. Me imagino que algo les disgustó a los señores Obispos porque se despidieron y se fueron, y después de ellos también los sacerdotes y al cabo de media hora ya no quedaba casi nadie; me imagino que sólo los familiares más allegados; entonces me vino uno de aquellos accesos filosóficos que le dan a todo el mundo, y uno se pregunta ¿quién soy yo?, ¿qué cosa es la vida?, ¿qué estoy haciendo en la tierra?, y cosas de esas. Y en esos mis pensamientos estaba cuando se apareció el Arturo diciendo que todos eran un hatajo de aburridos, que a él lo habían invitado a la fiesta de graduación de su primo, pero que ahí no había ambiente. -Vámonos a otra cantina -me dijo a gritos. Yo me fui con él porque consideré que éramos un par de individuos de conducta inapropiada, en un lugar inapropiado. Absolutamente.


SOMOS HOMBRES

A ser hombre se aprende o por observación y repetición de patrones caducos o por el cuestionamiento y replanteamiento de los modelos. Roberto Samayoa Coordinador de Género e Inclusión Social Asociación PASMO

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ra más fácil ser hombre en el siglo XX y en los anteriores. La identidad de los hombres dependía de tener pene y testículos; casarse con una mujer; ser el proveedor de casa; tener permanente disponibilidad sexual y mujeres para el efecto (por lo menos visiblemente) y gozar de privilegios en todos los ámbitos sociales. Algunos sectores de la sociedad, gracias a una toma de conciencia que parte del feminismo, están tomando una postura más crítica y generando un entorno que hace posible terminar con la supremacía masculina: socialmente se cuestiona que las manadas violen a su gusto, es mal visto que los padres embaracen a sus hijas, no se puede odiar a los hombres homosexuales ni los hombres tienen la única palabra al hablar de sexualidad y las mujeres cuestionan y contradicen los discursos de instituciones como la iglesia. Es una época que se torna contraria para este concepto de hombre, levantado sobre el pedestal del abuso, aunque todavía esté lejano el día en que caiga ese monumento. En el documental XY https://vimeo. com/125732279, de Alejandro Arriola, se pregunta a hombres guatemaltecos ¿Qué significa ser hombre? Las respuestas están bordadas por aspectos religiosos: “es el género que Dios me designó”, “es lo más lindo que puede haber porque nuestro señor Jesús fue hombre”; elementos fisiológicos: “porque tengo el órgano sexual masculino”; componentes morales: “ser una persona íntegra”, “llevar una vida recta con disciplina” y de género: “ser cabeza de hogar y tener las fuerzas necesarias para llevar la familia”, “ser quien lleva las riendas”, “porque me gustan las mujeres”; hasta razones tan simples como “porque eso me dijeron” y “ser la contraparte de la mujer”. La pregunta es compleja y la respuesta aún más, sobre todo si se tiene en cuenta que la identidad de una persona se construye gracias al entramado de aprendizajes, entornos, herencias y arquetipos. ¿Quién soy? Es una de las interrogantes fundamentales de la filosofía y miles de mujeres y hombres han dedicado su vida a tratar de encontrar respuestas, desde la teocracia, el racionalismo o, como en la actualidad, desde las relaciones interpersonales. En el debate contemporáneo encontramos posturas como la de Elisabeth Badinter, que plantean que las mujeres construyen su identidad con base en la afirmación; en cambio, los hombres lo hacen con base en lo que se conoce como la triple negación: Yo soy hombre porque no soy mujer, ni débil, ni homosexual. Esta negación radica en el inconsciente colectivo y se materializa por medio del lenguaje, del comportamiento y de los roles que se asumen. Bajo esa negación, desde la niñez y la adolescencia, los hombres deben demostrar que “son hombres porque no son…”. De esa cuenta, no es extraño escuchar en el lenguaje coloquial expresiones como “vos no parecés hombre, parecés…” Manuel (nombre ficticio) es un chico de 12 años, dedicado a sus estudios, sus cuadernos denotan cuidado y esmero, le gusta el dibujo y la pintura, no le gusta jugar fútbol en el recreo sino que prefiere

caminar y platicar, luego de ir al baño se lava las manos y le gusta cuidar su apariencia. Para sus compañeros, Manuel es “un extraño, un raro”, porque no se adapta a los comportamientos comunes. Desde los 8 años, Manuel ha sido catalogado por sus compañeros hombres, no por las mujeres, como alguien que no parece hombre, les parece demasiado débil, mujer, hueco; en síntesis, les parece demasiado femenino, el corazón de la triple negación, es decir, alejarse de lo que se considera femenino porque esto se considera ridículo y escandaloso. Así para Manuel, tener un comportamiento que los demás asumen como femenino implica aceptar el calvario diario del acoso, de los empujones, los insultos, las burlas, los tocamientos y el aislamiento porque nadie quiere ser amigo del “afeminado”. El resto de compañeros de Manuel se convierten en los guardianes de esa masculinidad. Si querés ser considerado hombre tenés que caminar, reír, jugar, hablar, vestirte y comportarte de una sola forma que tiene como norma social el abuso y a la que tampoco tienen acceso los “gordos”, los “lentos”, los “cuatro ojos”, “los estudiosos”, “los callados”. Todas las individualidades no tienen cabida en una masculinidad estereotipada. Basta ver algunos “memes” de las “chicas de la CICIG” para darse cuenta de que se considera socialmente más deplorable ser asociado a ser mujer que a ser corrupto. Pareciera que construir la identidad masculina desde la negación representa sólo beneficios. Pero eso es una falsedad. Con la triple negación los hombres son castrados emocionalmente y pierden la capacidad de integrar los elementos considerados como femeninos. De esa cuenta, componentes propios de la matrística como la felicidad, colaboración, interdependencia, participación, verdad, confianza, ternura, amor, apertura, armonía, intuición, entre otros, son negados de forma conscientemente o inconscientemente del proceso de construcción de la identidad masculina, porque se les asocia, comúnmente, a lo femenino. Por ello, no es extraño que en las sociedades prevalezca y priorice que un hombre sea violento, “racional”, competitivo -que no competente-, seguro, inseguro emocional, dominador, controlador y autoritario. Las relaciones interpersonales construidas desde esta lógica son dañinas, en primer lugar, para los mismos hombres quienes aprenden a no manifestar las emociones por temor a que sean interpretadas como comportamiento femenino. También son dañinas para otros hombres y sobre todo para las mujeres. Los femicidios, las violaciones, los tocamientos, los piropos, el acoso laboral, los embarazos en niñas son manifestaciones de esta repulsa por lo femenino, que en algunos casos se convierte en misoginia u odio hacia las mujeres. El hombre aprende que mientras más abuse y golpee es más hombre porque es lo que socialmente se considera masculino y asumir un comportamiento contrario hace que se despierten las alarmas: “vos no parecés hombre…”. En algunos casos los hombres ni siquiera se plantean que pueden tener comportamientos distintos, tal como testimonia anteriormente alguno de los hombres entrevistados en el

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documental XY “porque así me dijeron”, asumiendo que se aprende a ser hombre sólo con base en la repetición de comportamientos y no en la autoevaluación y el análisis crítico. En otros casos, aunque hay una toma de conciencia individual sobre lo adecuado y necesario de tener comportamientos de respeto y amor, por ejemplo, estos no se asumen porque la presión social de hacer lo contrario es muy grande y es más valorado un hombre abusador, tramposo o golpeador que uno tierno, cariñoso y respetuoso. La campaña “Somos Hombres”, liderada por el Consorcio Ixoqib, busca reforzar la construcción de las identidades masculinas desde la afirmación: Soy hombre porque respeto, soy hombre porque amo, con el objetivo de contribuir a estigmatizar comportamientos violentos: si golpeo y abuso, no soy hombre. Considerando la importancia que tiene el deporte en la sociedad, la campaña se valió del fútbol como referente para su conceptualización e implementación. Aquí, no hay que perder de vista el fútbol, en muchos casos, ha sido escenario y caldo de cultivo para comportamientos violentos incluso

afuera de la cancha. En este sentido, la campaña “Somos Hombres” también contribuye a reforzar que tanto en los juegos de fútbol como en las relaciones interpersonales se puede, y se debe, jugar respetando al otro. En una de las imágenes de la campaña, un joven en actitud segura, de frente, afirma “Yo respeto” y en la otra, en actitud de cariño hacia una mujer, se afirma que ama. Es importante mencionar que la campaña no pretende reforzar lo evidente de la participación del hombre en los hechos violentos sino más bien proponer que a partir de ser hombre, se respeta y se ama, en particular a las mujeres quienes son las principales víctimas de los comportamientos violentos, por el sólo hecho de ser mujeres. Asumir estos comportamientos de respeto se relaciona con ponerse las pilas para ser fichado y jugar el partido de la vida. Lo contrario es quedar fuera y no ser considerado “pilas” para asumir el reto de entrarle a la prevención de la violencia. Proponer nuevas formas de construir la identidad masculina es apostar por abandonar una masculinidad tradicional que como dice Elisabeth Badinter, da como resultado un hombre mutilado que ha tenido que abandonar a la fuerza su feminidad.


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Karl Marx

Carta del escritor enamorado A Jenny von Westphalen En 1843, Carlos Marx contrajo matrimonio con Jenny von Westphalen, una joven perteneciente a una aristocrática y reaccionaria familia prusiana a la que había conocido en su más tierna infancia. Con ella tuvo dos hijas, Laura y Eleanor, con las que aparece, junto a su gran amigo Engels, en esta última foto familiar obtenida en 1864. Esta mujer,

magníficamente educada por su padre, sería la infalible compañera, esposa y colaboradora de Marx durante toda su vida. Tomado del sitio de internet: http://cartasenlanoche.blogspot.com/2010/01/carta-decarlos-marx-jenny-von.html

21 de junio de 1856 Querida mía:

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e nuevo te escribo porque me encuentro solo y porque me apena siempre tener que charlar contigo sin que lo sepas ni me oigas, ni puedas contestarme. Por más malo que sea tu retrato, me sirve perfectamente, y, ahora, comprendo por qué perfectamente, y por qué hasta las “lóbregas madonnas”, las más imperfectas imágenes de la Madre de Dios podían encontrar celosos y hasta más numerosos admiradores que las imágenes buenas. En todo caso, ninguna de esas oscuras imágenes de madonna ha sido tan besada, ninguna ha sido mirada con tanta veneración y enternecimiento, ni adorada tanto como esta foto tuya, que, si bien no es lóbrega, sí es sombría, y en modo alguno representa tu hermoso, encantador y “dulce” rostro que parece haber sido creado para los besos. Yo perfecciono lo que estamparon mal los rayos del sol y llego a la conclusión de que mi vista, por muy descuidada que esté por la luz del quinqué y el humo del tabaco, es capaz de representar imágenes no sólo en sueños, sino también en la realidad. Te veo, siento, toda delante de mí, como de carne y hueso... el falso y vacío mundo se forma una idea superficial y equivocada de las personas. ¿Quién entre mis numerosos calumniadores y maldicientes enemigos me ha reprochado alguna vez valer para el papel de primer galán en cualquier teatro de segunda categoría? Pero es que soy así. Si esos canallas tuvieron siquiera una gota de sentido del humor, habrían garrapateado en el anverso “relaciones de producción y cambio” y en el reverso me habrían dibujado postrado a tus pies, “mire este dibujo y el otro”, rezaría la inscripción. Pero los canallas son tontos y seguirán siendo necios in secula seculorum. La separación temporal es útil, ya que la comunicación constante origina la apariencia de monotonía que lima la diferencia entre las cosas. Hasta las torres de cerca no parecen tan altas, mientras que las minucias de la vida diaria, al tropezar con ellas, crecen desmesuradamente. Lo mismo sucede con las pasiones: los hábitos consuetudinarios que, como resultado de la proximidad se apoderan del hombre por entero y toman forma de pasión, dejan de existir tan pronto desaparece del campo visual su objeto directo. Las pasiones profundas, que como resultado de la cercanía de su objetivo se convierten en hábitos consuetudinarios, crecen y recuperan su vigor bajo el mágico influjo de la ausencia. Así es mi amor. Al punto que nos separa el espacio, me convenzo de que el tiempo le sirve a mi amor tan solo para lo que el sol y la lluvia le sirven a la planta: para que crezca. Mi amor por ti, cuando te encuentras lejos de mí, se presenta tal y como es en realidad: como un gigante; en él se concentra toda mi energía espiritual y todo el vigor de mis sentimientos. Adiós, querida mía, te mando a ti y a nuestras hijas miles y miles de besos. Tu Carlos


Guatemala, 1 de junio de 2018 / Página 7

POESÍA

Giovany Emanuel Coxolcá Tohom “Nuestra identidad en los pasillos de la palabra”. Ed. Universitaria, 2017

Tu nombre entre lo que encuentro

Telegrama

Toda una vida

Ya sé que la ciudad se construye con ladrillos cortados como rostros anónimos, a pedradas; y que sus restaurantes nos atraen como moscas; pero, el día de hoy, déjame con tu nombre entre la lluvia y el sol, como quien se encuentra con un alfabeto antiguo.

Señor mío, ya estoy muerto y no veo ni el cielo ni el infierno

Mis ojos se detienen frente al recuerdo que pronto será cenizas. Allá, la tiza en la pizarra trazando el primer número; aquí, junto a lo que fui, la misma tiza, trazando en el pavimento una cifra más para la morgue. Y mis ojos se van volviendo tierra, y la tierra se vuelve una grieta en el pavimento. Mis manos, por última vez, vuelven a trazar el primer número en la pizarra, mientras otra mano recorta mi existencia en el pavimento.

Alondras y moscas Justo como te lo dije una vez, hoy, el olor a pino y, mañana, mi lápida, serán mi confesión saltando a tu memoria ...pero ya no habrá silencio que valga la pena... Sobre las tumbas también suelen posar las alondras como sobre nosotros posan las moscas.

Delirios II Somos todo lo que el olvido deja a su paso. Las calles y sus muertos, los moteles y sus calendarios señalando días felices para vidas tristes. Nuestra memoria será la desesperación de un niño frente a las complicaciones del álgebra, las telarañas y los rastros del amor a su paso por callejones oscuros, las grandes bibliotecas reducidas a museo. Las conciencias reducidas a cementerios. Somos voces apagándose en las llamas del olvido.


Página 8 / Guatemala, 1 de junio de 2018

La fotografía en la diversidad sexual­ Miguel Flores castellanos Doctor en Artes y Letras

Las representaciones de la diversidad sexual no son parte de la historia del arte canónico, han sido proscritas, ya que en ella prevalece una mirada patriarcal. Si la presencia de la disidencia sexual europea y norteamericana en el arte apenas ha tenido narradores, mucho menos ha sido el caso de las culturas árabes, africanas o asiáticas. El dominio colonial o neocolonial sigue teniendo un peso enorme en los relatos hegemónicos. Centroamérica lamentablemente vive la misma situación, la última Historia General de Guatemala, editada y promovida por la Sociedad de Amigos del País, en su capítulo de arte, no hace ninguna mención sobre este tipo de manifestaciones, menos aún los libros de Historia del Arte para escolares.

L

a representación de la sexualidad data desde la época neolítica, cuando los grupos humanos se asientan en diferentes regiones. El mismo patrón sucede en lugares como Guatemala, un ejemplo, las cuevas de Naj Tunich que contienen rasgos de la pintura maya prehispánica. Tal vez las más conocidas representaciones simbólicas de la sexualidad provienen del mundo griego y romano. En Roma y a lo largo del imperio la manifestación de la Sin título, de la sexualidad era algo común. Al instaurarse serie Reinas, Jorge Luis Chavarría. el cristianismo un telón de ocultamiento cae sobre el arte, pero siguen apareciendo cierto tipo de representaciones de la sexualidad tanto en la arquitectura como en manuscritos monacales. La llegada del Renacimiento que centró su filosofía en el Humanismo, brindó más libertad creativa, pero sojuzgada por la Iglesia. Autores como Miguel Ángel o Caravaggio encriptaron la expresión de la sexualidad diversa con el uso de variadas metáforas. Algo similar ocurrió con los Prerrafaelistas en el siglo XIX. Para visualizar la diversidad sexual en el arte, debe haber un cambio de mentalidad. Nuevas teorías, como la Queer, intentan sacar la identidad de los binarios masculino-

Yo-yo (2012) Carlos Woods y Ugo Hernández.

femenino. Queer es gay, lesbiana, transexual, bisexual y heterosexual también. Lo queer se caracteriza por hacer visible un deseo, a un afecto, y su principal poder es su función como acto performativo. Puede decirse que acto performativo es una forma de habla en la que se realiza una acción al tiempo que se ejerce un poder por cumplirla, por ejemplo, lo que hacen los jueces al declarar que Juan y María son esposo y esposa. En el tema del arte visual serán aquellas representaciones donde el creador hace enunciado (dice algo) que a su vez es un acto de habla (pinta, esculpe, graba o fotografía) cargado de deseo, afecto, sin encasillamientos binarios de género y lo ejecuta, los muestra. En el arte pictórico es en la fotografía la que con más apertura ha incluido este romper paradigmas de la heteronormatividad. La mayoría de fotógrafos destacados han abordado el tema que ha abonado una nueva mirada que cambia el paradigma patriarcal. Desde fotógrafos como Julio Zadik en los años 30, hasta el primer desnudo masculino presentado en una galería: Fuego en la oscuridad, de Daniel Hernández Salazar, bajo una categoría como “desnudo”, nunca se quiso ver aspectos como el deseo y la perspectiva de género. La teoría Queer aún no se abordaba en Guatemala. En el siglo XXI creadores como Juan Pensamiento, Daniel Hernández-Salazar, Mario Santizo, Jorge Luis Chavarría, José Manuel Mayorga, José Carlos Flores se han mostrado solidarios al presentar otras posibilidades de género. Los creadores refractan conflictos de poder social (la religión y el Estado). Se muestra al sujeto en su dignidad y muchas veces haciéndoles realidad sus fantasías. La teoría queer es esclarecedora. Ingrid Ambrosi, especialista en educación dice, “….al lograr una investigación más profunda del tema, se puede comprender más la complejidad del ser humano y consecuentemente respetar más las diferencias, la libertad de las personas. Esto es un pilar importante para lograr la justicia y el respeto por la dignidad”.

Estudiantes, de la serie Guatemala se reb(v)ela, Daniel Hernández-Salazar.


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