Cultura 23-02-2018

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suplemento semanal de la hora, idea original de Rosauro CarmĂ­n Q.

Guatemala, 23 de febrero de 2018

EL FERROCARRIL EN GUATEMALA


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presentación

a historia del Ferrocarril en Guatemala data de finales de la década de 1860, dice Fernando Mollinedo, “…Cuando los primeros proyectos de introducción fueron presentados al presidente Mariscal Vicente Cerna (conservador). Para esa época, el transporte de productos agrícolas, mercaderías, mercancías y pasajeros se efectuó por medio de carretas, carretones y carruajes jalados por caballos, mulas y bueyes”. En esta edición presentamos los apuntes históricos de ese medio de transporte que explica el significado, alcance e interés en un proyecto que marcaría los acontecimientos recientes guatemaltecos y abriría al país hacia la modernización económica y comercial. Recogemos, asimismo, la reseña de la obra de Pablo Sigüenza Ramírez, “Ana es la luna y otros cuentos cotidianos”, escrita por la reconocida columnista y escritora guatemalteca, Carolina Escobar Sarti. El texto reconoce con un lenguaje poético el valor de la propuesta literaria de su autor. Como es habitual, recomendamos la lectura de nuestros demás colaboradores que, desde sus espacios de creación artística, ofrecen sus opiniones y refuerzan argumentos para provecho de los fieles lectores de este Suplemento Cultural. Reciba nuestro saludo. Hasta la próxima.

es una publicación de:

El primer ferr La historia del Ferrocarril en Guatemala data de los años finales de la década de 1860, cuando los primeros proyectos de introducción fueron presentados al presidente Mariscal Vicente Cerna (conservador). Para esa época, el transporte de productos agrícolas, mercaderías, mercancías y pasajeros se efectuó por medio de carretas, carretones y carruajes jalados por caballos, mulas y bueyes.

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Fernando Mollinedo C. Historiador y Columnista Diario La Hora

l 1 de febrero de 1868, el Gobierno de Vicente Cerna, firmó el primer contrato para la construcción del primer ferrocarril que se construiría en Guatemala; el cual tendría un costo aproximado de ochocientos cincuenta mil pesos de ese entonces. El 28 de enero de 1868, el diputado Miguel García Granados, uno de los mayores productores de café en esa época, al conocer el proyecto solicitó que se le otorgara el contrato de concesión para la construcción del ferrocarril, es decir cuatro días antes de que se estableciera y firmara dicho contrato y se emitiera el decreto correspondiente. El contrato se le adjudicó y en el mismo se estipuló la concesión y el beneficio exclusivo por un tiempo de noventa y nueve años, contados a partir del día en que la línea férrea iniciara su primer servicio de comunicación directa entre el Puerto de San José y la Villa de Escuintla. El señor Manuel Beltranena por encargo del Consulado de Comercio de Guatemala (CACIF de entonces) realizó un estudio para trasladar el puerto de Iztapam (hoy Iztapa) hacia otro lugar sobre la costa del Océano Pacífico con las características necesarias y mejores condiciones higiénicas, físicas y climáticas. Se determinó que el mejor lugar era el denominado El Zapote 13, pues ofrecía algunas ventajas que no había en Iztapam. Por medio del Decreto Gubernamental Número 62 de fecha 12 de mayo de 1852 se emitió la resolución que ordenó el traslado del puerto de Iztapa al lugar conocido como El Zapote, conocido en la actualidad como San José; mismo que fue abierto al servicio público y comercial el día 1 de enero de 1853. Miguel García Granados sabía perfectamente que el trabajo de construcción de los muelles de hierro en la costa

sur (Iztapam) estaban pronto a finalizar y esto apresuró su intención para tomar el control del negocio que le representaría ganancias por el transporte de las cosechas de café de sus colegas productores, la importación y exportación de los mercaderes guatemaltecos y se anticipó a dirigirlo. Los muelles fueron inaugurados el día 18 de julio de 1868 y el primer buque en llegar a los mismos fue el bergantín inglés denominado “Julie”. Muelle del Puerto de San José 1890 Algunos historiadores indican que esa es la verdadera historia de las ambiciones que Miguel García Granados tuvo para buscar el ejercicio del poder gubernamental y que no le bastó haber logrado la concesión de la construcción, pues ambicionaba mucho más: el usufructo de este, circunstancia que lo llevó a iniciar acciones para desestabilizar al gobierno de Vicente Cerna. Por lo que, ante su inminente captura, se asiló en la legación diplomática de Inglaterra y en esa calidad fue expulsado del país junto a varios conspiradores, entre ellos José María Samayoa, Manuel Larrave y los generales Gregorio Solares y Villalobos, Francisco Cruz, familiar del General Serapio Cruz, quienes ya tenían como intención derrocar el gobierno de Vicente Cerna. Al movimiento armado iniciado en México, algunos historiadores no lo consideran “Revolución”, pues no fue más que otro “Golpe de Estado”, el cual, alimentado por la ambición de tomar el control gubernamental sobre los proyectos ferroviarios que estaban en proceso, representaba en especial, ventajas económicas para los productores de café. Algunas personas llamaron a este movimiento como el “Golpe de los Cafetaleros”, ya que éstos financiaron el armamento con que, Miguel García Granados inició las acciones “rebeldes”. El derrocamiento de Vicente Cerna fue argumentado con aspectos que, aun los historiadores e ideólogos, consideraron de invalidez, pues no los había suficientes para justificar en el plano político.


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ocarril en Guatemala Ya en el ejercicio del poder, Miguel García Granados concretó su principal objetivo: la construcción del Ferrocarril. En marzo de 1872, a los nueve meses de ejercer el poder, otorgó al constructor William F. Kelly la construcción de la primera línea férrea, del puerto de San José hacia la Villa de Escuintla; sin embargo, hubo quienes se opusieron a que fuera éste quien construyera el Ferrocarril, pues se le consideró de dudosa reputación y el contrato fue cancelado. El 7 de abril de 1872 se firmó un nuevo contrato con Guillermo Nanne y Luis Schlesinger, este último tenía la representación diplomática de Bolivia en Guatemala, pero ambos, actuaron en representación de una empresa del Estado de California en los Estados Unidos y tomaron el contrato de construcción del primer tramo ferroviario en Guatemala. Este contrato no se llevó a la realidad. El gobierno liberal inició acciones administrativas para la introducción del ferrocarril en Guatemala; el contrato fue firmado el 16 de julio de 1874 con el señor Guillermo Nanne para la construcción de la línea entre el Puerto de San José y la ciudad de Escuintla, obra que fue terminada el (18) 20 de julio de 1880. “Ese día, se oyó en la población de Escuintla, y por vez primera en la República, el pito de la locomotora que llegaba del Puerto de San José: inaugurábase oficialmente aquella parte del ferrocarril del Sur, con asistencia de los altos dignatarios del país y los representantes de las naciones extranjeras, así como de los Presidentes de El Salvador y Honduras. Esa inauguración fue una de las tantas conquistas del partido liberal y lisonjera garantía para el porvenir. La obra se realizó bajo las condiciones estipuladas en el contrato del 7 de abril de 1877, reformado el 2 de mayo del año siguiente. El Gobierno, para asegurarse de la solidez de los trabajos y de la buena calidad del material, fijo y rodante, y del cumplimiento de todas las obligaciones que se impusieron a los concesionarios, vigiló constantemente la obra en general por medio del inspector nombrado al efecto”. El proyecto ferrocarrilero no se trató de un sueño nacional, como se quiso hacer creer a los guatemaltecos de esa época (“unir las fronteras por la vía del desarrollo y beneficio para el país”) estudiosos de la Historia de la época guardan un molesto recuerdo de un proyecto que nunca fue realizado para beneficio de la población, pues se trató de la construcción del ferrocarril que le fuera de suma utilidad a los terratenientes para sus intereses económicos de transportar cosechas de café, exportación de mercancías, así como la importación de maquinaria agrícola. En el contrato respectivo se estableció que el Estado de Guatemala cedería a perpetuidad a los concesionarios mil quinientas caballerías de terreno.


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“Ana es la luna” de Pablo Sigüenza CAROLINA ESCOBAR SARTI Columnista, escritora y docente universitaria

En este libro del autor guatemalteco Pablo Sigüenza, las palabras no se suceden simplemente unas a otras. Se abrazan entre ellas, habitan mundos, dibujan espejos y reflejos, crecen, menguan, se llenan y se hacen nuevas. Veinticuatro relatos que surgen de una imaginación desbordada y van, de uno a otro, cruzando esquinas luminosas, oscuras y poéticas. En la escritura antropológica de Pablo, hay temas y silencios recurrentes, obsesiones de escritor: las historias cercanas de gente cotidiana; los caminos, ciudades y paisajes recorridos de Guatemala; el tiempo (que es obsesión de escritor porque es obsesión humana); la libertad como utopía que despierta a la palabra; el amor como idea y posibilidad; las relaciones entre mujeres y hombres de los nuevos tiempos; la exclusión y marginación denunciadas sin artificio; y el mundo con piel maya y sabor a maíz.

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n sus relatos, hay una interconexión evidente entre una polifonía de voces e identidades literarias, étnicas, y de género. Son territorios simbólicos de humanidad, hibridez, mestizaje, denuncia, nomadismo y descubrimiento de sí y del mundo. Son un poco amanecer a aquello que va en la sangre…al sol que se posa sobre el rostro de maíz moreno. Esta relación amorosopolítica que establece este oficiante de la palabra es, sobre todo, una relación entre el corpus de su escritura y los cuerpos que le dan vida a sus personajes. Maya y Libertad son dos lunas crecientes que, junto a Ana, abren y crecen el libro de Pablo Sigüenza. Una especie de profecía. En Ana es la luna, las mujeres tienen otras texturas, otras voces, y hasta los resultados de sus historias saben un poco distinto. Tanto, que en algún atardecer rojiamarillo, surgen de una nube dos figuras enormes con forma de jaguares hembras. (Supe que eran hembras felinas por la fuerza de su recorrido y el brillo en sus ojos.) De las fauces de una de ellas destilaba el semen de cuatrocientos veranos, y su ala izquierda esparcía sobre el mundo mariposas doradas y luciérnagas encendidas. Sigüenza enciende sus relatos. En ellos, se respira una luna negra y se llora nada más que de placer (la luna es la música de la playa cuando se pinta en la arena). Los relatos salen de los sueños y las pesadillas,

juegan con los planos y las dimensiones de lo onírico y lo real, suben escaleras, montañas, recorren caminos, se mueven, y se ponen a bailar. En ellos yo soy una hamburguesa; soy el símbolo de un sistema antropófago y consumista. En ellos, la finca es la cárcel de la cual el padre jamás sale, porque no se atreve a cruzar el río y llegar al pueblo; el migrante es la desesperanza que a nadie le importa; la guerra en Siria es también la nuestra, porque Siria es Guatemala. Y los peces de la pecera que el autor nunca tuvo, mueren de frío una madrugada. Jamás sabremos si el loco de la cuadra es quien se hospeda en el relato o quien lo lee, porque en esas de imaginar, el autor se convierte en dador de vida, mientras recrea segundas realidades y nos transfiere identidades. ¿Qué es lo real? Hay ecos diversos alimentando la obra de Sigüenza, como el del inmenso poeta Otto René Castillo, que sólo nos quiso humanos. Sobre estos ecos, una voz única y propia que opera, con un fino bisturí, la vida y la muerte, más allá de la magia que brotó en los bosques y edificios cuando nos volvimos de nuevo adoradores de maderas y piedras, y esculpimos un dios y cinco diosas por cada metro cuadrado. Sobre estos ecos, una escritura para la libertad, porque todas las cadenas fueron destruidas y los dioses y diosas se pusieron a crear. ¡Bienvenida tu palabra Pablo Sigüenza!

Ana es la luna y otros cuentos cotidianos Ana es la Luna y otros cuentos cotidianos es un impreso de veinticuatro relatos, siendo éstos: Ana es la luna, Jaguares, Encierro, Una carrera tomado de tu mano, Sueños muertos sobre la acera, Nosotros los cálidos (cuento para los días fríos), Identidad (cuento para cuando sale el sol), Papeles, Una melena de libélulas vibrantes, Sara, Estadísticas en movimiento, Siria, Selfies, Un conveniente cuento de hadas, Los buses de la ruta Maya, Días de placer (cuento para las vecindades), Solo queremos ser humanos, Ana, arriba en la montaña, Sueños de hamburguesa, Todas las máscaras, Comidas del sur, Un minuto después, La Santa Muerte, Tiempos de Carnaval. El autor, Pablo Sigüenza Ramírez, estudió agronomía y antropología en la USAC. Se define como latinoamericano, mestizo kakchiquel. Además ha publicado Relatos Verdes en Escala de Gris y el libro de poemas Entre la milpa. Dennis Escobar Galicia Periodista, escritor y editor


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“Devolvé los lentes” Ramiro Mac Donald Semiólogo Social

Muy temprano, el sábado 03 de febrero de 2018, la Caravana de motoristas de El Zorro estaba lista para partir, frente al Palacio Nacional. Todo el escenario ya estaba preparado. Los camarógrafos de la Secretaría de Comunicación Social de la Presidencia de la República de Guatemala tenían prestas sus cámaras. Sonó La Granadera y una voz impostada (de esas que suenan muy falsas) anunció la presencia del presidente constitucional de la república. Jimmy Morales apareció vestido informalmente. Chumpa y pantalones de lona, con una camiseta blanca, no dentro del pantalón lo hacían lucir muy, pero muy moderno.

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n atuendo que representa los colores de la bandera nacional. Calzaba unos elegantes tenis, tal vez los mismos que había comprado la SAAS, para ir a sostener un partido con el Embajador norteamericano. Los tenis habían tenido un precio de más de Q1 mil 500. Esta y otras compras se habían convertido en un escándalo, unos días atrás y hasta le dieron la vuelta al mundo. Se incluían un par de lentes de una marca famosa, a un precio desconcertantemente alto. De repente un grito: “Devolvé los lentes, devolvé los lentes, devolvé los lentes”. Desde varios puntos de la concentración de motoristas, se convirtió en una protesta verbal y se escucharon numerosas las voces de ciudadanos que, al unísono, exclamaron esta consigna. Según el reporte del periodista José Miguel Castañeda, del diario #Soy502, los técnicos de sonido de la Secretaría de Comunicación elevaron el volumen de La Granadera, para atenuar, de alguna forma, aquella protesta. Similar situación se había generado, minutos antes, con la presencia de Álvaro Arzú Irigoyen en aquella tarima. Los ciudadanos habían coreado “Señor Oro, Señor Oro, Señor Oro”. Los gritos eran contra al Alcalde capitalino, inseparable últimamente con el presidente Morales. Esta vocería, este reclamo en voz alta se relaciona con una carta que el entonces poderoso reo Byron Lima, le había escrito a Arzú Irigoyen, para pedirle más dinero por su silencio. ¿Silencio de qué se preguntan diversos sectores de

Fuente: http://www.soy502.com/articulo/caravana-zorro-motoristas-reciben-gritos-arzu-jimmy-63338

opinión? Muchos saben realmente de qué se trata: del cobarde y vil asesinato de Monseñor Juan Gerardi, por el cual fue condenado este reo que años después fue “ajusticiado”, en Pavón. ¿Cuál puede ser el significado profundo de la frase espetada en público contra el gobernante de Guatemala? Una interpretación puede ser que sectores ciudadanos se sienten ofendidos e indignados por los lujos y extravagancias del presidente Jimmy Morales, quien gana casi Q150 mil mensuales y que, no bastándole, el erario nacional tenga que pagar por estos excesos. El otro punto es que los motoristas, representantes de las clases medias del país, sienten que el presidente Jimmy Morales se robó los lentes, que se los robó a la ciudadanía. Y por eso le gritaron que los devolviera. Solo se pide a alguien que devuelva, como acción, algo que no le pertenece, alguna cosa que tomó sin permiso o simplemente que se robó. Esa consigna popular, nacida de la garganta del puro pueblo guatemalteco, es un reflejo del nivel de malestar que estamos viviendo. Reembolsar, restituir, retornar: estas son acciones que pueden ser consideradas sinónimos a lo que el público le gritó al mandatario. Reembolsar o restituir un dinero mal habido, el objeto con el que se quedó de forma indecente. Retornar a una situación anterior, también tiene que ver con el verbo “devolver”. Pero difícilmente se volverá restituirle la confianza a un presidente que, encima de todo el desprestigio personal e institucional que conllevó la publicación de prensa, afirmó

que no tenía por qué estar pagando con su sueldo esos tipos de gastos. “Devolvé los lentes” tiene también otra lectura. Los ciudadanos han decidido gritarle al presidente Morales sus errores, cada vez que se aparece en público. Por eso, el mandatario ha determinado (o lo ha hecho la SAAS) que su presencia en actos debe ser vigilada estrictamente. El pretexto es su seguridad personal, pues nadie se le pueda acercar, mucho menos periodistas, cuando no desea dar declaraciones. “Devolvé los lentes” también puede leerse de una manera más sutil. Es una orden popular, ante el hartazgo. Es un serio llamado de atención a quien fue electo con la mayor cantidad de votos en la historia de este país, pero que ha defraudado la confianza del pueblo que lo eligió. Puede ser que este joven actor de comedias de mal gusto atienda este llamado, este grito que puede convertirse en una consigna. De hecho, ya una exigencia. O bien, lo ignore totalm ente. Personalmente, creo que sucederá lo segundo… dada su escasa capacidad política.


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Un recorrido de Jueves Santo Juan Fernando Girón Solares Colaborador Diario La Hora

Este relato está basado en la conocida Leyenda La visitante de los Sagrarios publicada por Héctor Gaitán, en su obra La calle donde tú vives.

¿

CAPÍTULO II Ya se fijó qué bonitas están las lámparas en forma de esfera que recién colocaron la semana pasada frente al Palacio?

Preguntó el taxista a su acompañante, a lo cual ésta respondió con un lacónico -sí. Los andamios colocados en el frente y costados del elegante edificio en construcción fueron testigos de la maniobra que hizo el taxista al estacionarse en la esquina de la 6a. calle y 7a. avenida y donde le indicó a la fémina: “Apreciable señorita, por favor realice su visita a la Catedral, tómese el tiempo necesario, aquí la espero...” La portezuela del Buick rechinó por la falta de aceite, lo cual avergonzó un tanto a Humberto cuando gentilmente abrió el vehículo permitiendo que su cliente, rosario en

mano, ingresara por el atrio del templo catedralicio para realizar la primera de sus estaciones y por ende de sus visitas. En el frontispicio del Palacio Arzobispal, algunos colaboradores se aprestaban a colocar un hermoso cortinaje en los balcones, porque precisamente al día siguiente al mediodía, Jesús de la Merced, sudando bajo el sol y en hombros de sus cucuruchos, subiría el graderío a la vista del señor arzobispo para acceder al atrio de la Catedral Metropolitana. El viento, ahora un poco más refrescante, levantaba remolinos de papel de china y aserrín, debido a la alfombra que con mucha devoción había sido elaborada por los trabajadores de la jefatura política del departamento de Guatemala, la tarde anterior al Paso de Jesús de Candelaria por el sector del Parque Central. A pesar de que no ingresó a la Catedral, Humberto efectivamente se santiguó recordando las enseñanzas de su madre, tan pronto su acompañante misteriosa ingresó al vehículo, pues de esa manera le daba gracias a Dios en poder ganarse honradamente unos centavos a

aquellas horas, ya que como repetimos, al día siguiente no podría trabajar, mover el taxi y por ende, hacer recorrido alguno. Antes de sentarse de nuevo al volante, unas vendedoras callejeras de atol, chuchitos, chipilines y otros alimentos ofrecían sus viandas a los comensales penitentes de aquella hora, y el agradable aroma de estas delicias, despertaron el apetito del piloto, prometiendo retornar a degustarlas tan pronto terminase su servicio. Luego de pasar por la sexta calle hacia el poniente en busca de la Casa de la Moneda, el chofer hizo un giro hacia el norte y luego hacia el oriente en busca del templo de la Merced, a donde llegó unos minutos después. En esta ocasión, el vehículo fue estacionado frente al área de lo que otrora se conoció como LA PILA de la Merced, predio ahora ocupado por oficinas gubernamentales y para ser más específicos por un cuartel de la Guardia Civil, donde se repitió la operación. Continuará…


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El carro de Apolo

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Odilon Redon (1840 – 1916)

l principio de su carrera, Redon pintó casi de forma exclusiva en blanco y negro, creando inquietantes imágenes fruto de su imaginación. Fue adoptado por los poetas simbolistas, y los surrealistas lo consideraban uno de los precursores de su movimiento. Hacia 1890 empezó a trabajar con el color, pintando decorativas mamparas, pinturas florales y retratos. Sentía especial predilección por la pintura al pastel, que tiene cualidades similares a las del carbón, pero que da lugar a un color vibrante. El éxito que le proporcionaron estas obras le llevó a empezar a representar escenas de la mitología clásica; muchos de sus cuadros ilustran la historia de Apolo y Pitón (el símbolo del mal). Redon admiraba la versión

INVITACIÓN Feria Internacional de la Lectura Infantil y Juvenil de Centroamérica

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edicada a la escritora salvadoreña Claudia Lars, la Feria Internacional de la Lectura Infantil y Juvenil de Centroamérica se realizará del 1 al 4 de marzo en el Salón Guatemala del Parque de la Industria. Desde este Suplemento Cultural, nos unimos a la alegría y felicitamos la iniciativa que impulsa la lectura entre los niños y jóvenes. La entrada será gratuita.

de Delacroix de la escena pintada en el techo de la Galería de Apolo en el Louvre, en esta imagen (h. 1905-1916), tomó prestada de Delacroix la idea de un carro empujado por un grupo de caballos elevándose a los cielos que él mismo describió como “la alegría de la luz del día en contraste con la tristeza de la noche y las sombras, como la felicidad de sentirse mejor después de un gran dolor”. Para Redon, el mito representaba no sólo el triunfo del bien sobre el mal y del día sobre la noche, sino del espíritu creativo sobre la materia. Con información del libro de: Sarah Carr-Gomm. Historia del arte. El lenguaje secreto de los símbolos y las figuras de la pintura universal. Ed. Blume. Barcelona, 2009. 18. Pág.


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De la página al mural Miguel Flores castellanos Doctor en Artes y Letras

La fotografía desde su inicio responde a los modos de producción industrial: tamaños de papel, de película o número de pixeles. Estos aspectos influyen en el tamaño de las fotografías. El interés por el gran formato es notorio a mediados de los 80, que va de la mano con los nuevos paradigmas, romper el formato tradicional del cuadrado o rectángulo. Un ejemplo es la obra de Jeff Wall, en Canadá.

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n Guatemala, registros documentados indican que el primer fotógrafo que rompe con el tamaño tradicional de la fotografía a finales de la década de los 90 es Daniel Hernández Salazar. No existía en ese momento impresoras de gran formato, por lo que empezó a seccionar el proceso de impresión en forma análoga (revelado sobre papel fotográfico, hoja por hoja). Piezas como El camino del dolor (1997), de su serie Eros y Thánatos, muestran además de la impactante temática, un tamaño que impresionó al observador. De igual modo, con motivo del primer aniversario de la muerte de Monseñor Gerardi, Hernández concibe la reproducción de un ángel que grita la ignominia -parte de su obra Esclarecimiento- que coloca en sitios emblemáticos del poder de vigilancia sobre los ciudadanos en la Capital. La obra era un llamado de conciencia a las instituciones que desde el poder reprimen a la ciudadanía. En esa oportunidad, el fotógrafo tramó (a través de una técnica utilizada en la impresión offset) la imagen del ángel, reproducida después en una fotocopiadora. Con este hecho, el artista inicia su serie, Ángel callejero, (1999), montado en sitios simbólicos donde el hombre debe tener memoria. Hiroshima fue uno de los espacios donde ha sido colocado ese personaje que grita. En Guatemala es posible imprimir imágenes de gran formato, casi toda la nueva generación de fotógrafos tiende a visualizar su obra en estos tamaños. Un ejemplo lo constituyen ciertas obras de Eny Roland Hernández-Javier, que inició junto con otros amigos la reproducción de obras de arte con fotocopias, lo que el artista ha denominado Galería urbana. Fue desconcertante ver obras famosas de la Historia del Arte en versiones en blanco y negro que cubrían muros del Centro Histórico. Esto ha llevado a Roland a adentrarse en propuestas más arriesgadas y complejas como las realizadas en Copenhague o las realizadas para el edificio Avia, en el cubo de gradas de ingreso, que presenta a jóvenes músicos, o el mural Testigos urbanos, realizado sobre la 7a. avenida entre 13 y 13 calle A, patrocinado por la Municipalidad de Guatemala. La obra de estos dos fotógrafos ha dado pasos importantes en el cambio

El camino del dolor (1997). Daniel Hernández-Salazar.

de percepción de la fotografía. La segmentación en muchos casos se convierte en un signo a desentrañar. En estos ejemplos es posible vislumbrar el hilo coherente entre dos generaciones de creadores. Es un arte que saca partido de la ausencia de ayudas, pero ambos con la firme decisión de hacerse ver en un contexto social adverso, con los medios a su alcance. Ambos fotógrafos brindan imágenes elocuentes que es necesario registrar. Por otro lado permite analizar la forma en que la imagen es recibida por el público urbano. Las obras son agredidas en mayor o menor forma dependiendo de su temática como la sexual o la política, esto da pie a un artículo mayor. Estas obras efímeras son elocuentes.

Testigos callejeros ( 2013 ) Eny Roland Hernández-Javier.

El ángel callejero ( 1999 ) Daniel Hernández-Salazar.


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