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OPINIÓN
La libertad perdida Javier Palomar, profesor y escritor Cierto día, un señor de Madrid llamó a las dependencias municipales: -Señorita, quería saber dónde está la estatua de la libertad-. La señorita, tras el estupor inicial, pensó en un bromista… o tal vez en un concurso sorpresa de esos que hacen en la radio. -No sé, ahora no caigo. ¿Puede ser Nueva York…? ¿y esto es para algún concurso?... -Señorita, esto no es ninguna broma; le estoy hablando de una escultura de José Noja-. -¿Noja?... pues me suena de haberme bañado ahí, pero vamos… Y el auxiliar que estaba escuchando a su lado, igual de atónito, tecleó raudo en el gogle: “Noja en Laguna”. Y gogle, de inmediato, le respondió “Cómo llegar de Laguna de Duero a Noja, calcular ruta”… -Juas, no me sale ningún Noja; ese ha sido un bromista - sentenció el auxiliar. Pepe Noja puso en Laguna su escultura de “La libertad” allá por el 1982, en plena y jubilosa democracia; era la apoteosis socialista en una Transición recién estrenada, con una sociedad en fase entusiástica, con una fe cuasi religiosa en los nuevos políticos, una vez desatrancado el tapón de la dictadura…Ha llovido mucho desde entonces, incluso ha jarreado; y los chuzos finales han sido apocalípticos. … Y un fogoso político de nuevo cuño espetó desde la tribuna: ¿…la Transición?... ¿pero qué le debemos a la Transición? Y uno entre el público dijo: “las urnas”; y dijo otro: “la paz”; y enseguida añadió otro: “ la reconciliación”; y una mujer con un niño de pecho: “ sanidad y educación para nuestros hijos”; “la libertad”, señaló un viejo preso político; y un señor con bigote respondió también: “los sindicatos”; “y el amor libre”, celebró una pareja que se estaba besando… “y la fe en el futuro”, aportó una monja que pasaba por allí, a la que miraron todos con perplejidad… y… -Sí, sí, - cortó el fogoso- pero aparte de las urnas, la paz, la reconciliación, la educación, la sanidad, el amor libre, la fe en el futuro, los sindicatos y la libertad ¿qué le debemos a la Transición? El bronce de la “Libertad” de Pepe Noja languidece inadvertido, acomplejado
PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN 2
entre grises matojos de jardinería en una plaza de Laguna de Duero. La otrora exultante democracia, orgullosa de sí misma, se esconde hoy, avergonzada de sus edecanes, mientras juveniles huestes avanzan con paso firme por los vertiginosos despeñaderos de las tierras altas de Demagogia. Señores munícipes: consideren la retirada del vergonzante matojal que oculta la Libertad y pónganle a ésta un enorme pedestal para que resplandezca soberbia por encima de nuestras cabezas y así poder contestar a ese señor de Madrid: -A ver, que ya hemos encontrado la libertad. Dígale al señor Noja que le hemos puesto un pedestal que se caga la perra, perdón, quiero decir muy bonito. Sí, es cierto que la libertad sobre un pedestal no vale más que un pájaro enjaulado; y ya se encargan los “guardianes de la verdad” de proclamarlo. Pero aún con esa libertad devaluada, Juan Pobre ya no paga tributos a la señora marquesa y su hijo Precario ha ido a la universidad. Aducirán los celosos guardianes que no ha servido para nada, porque, a pesar de todo, Precario trabaja de camarero en un burger. Si, tal vez tengamos que rendirnos a la evidencia y fundir el bronce de la libertad para fraguar cañones revolucionarios. -Señor Noja, que si no le importa, que habíamos pensado … Buff, que pereza, empezar otra revolución… si con adecentar un poco la que tenemos nos podemos arreglar. Un buen escobón para limpiar el patio de inmundicias en forma de desvergonzados comisionistas y empresarios enfermos de codicia; unas celdas franciscanas, con sus buenos barrotes, propicias al recogimiento espiritual de aquellos esquilmadores del bien común y de la dignidad humana, y nuestra libertad resplandecerá de nuevo, aunque sea con sus costuras enmohecidas. Y hágase pronto, que ya resuenan, cercanos, tambores redentores llegando por aquellos despeñaderos.