Buscando, soñando y gritando por todos los caminos de la vida, sin jamás darse por vencida, una mujer increíble se trasformó en un símbolo de paz, demostrando que lo imposible sólo tarda un poco más. “Hasta rejuvenecida me siento ahora”, dice nuestra locomotora. Que no descansa. Y que avanza a todo dolor, sin darle espacio al olvido, con el mismo amor que recuperó a Ignacio Guido.