Del machismo al cinismo, va corta la bocha: antes de ver a la actriz, se quedaron con la Pechocha. Ahí nomás, sacó pecho contra los caretas y también se sacó tetas, pero la crítica siguió igual de certera: “Qué buena está La Niñera”. Con los ovarios de Juana Molina, reivindicó el humor femenino en la televisión argentina, aunque los bares siguieron hablando de “la mina”. No por capricho, aceptó infinitos desafíos para eludir ese sexismo eterno, incluido “Poné a Francella”, donde “el groso era Guillermo”.