SAN MIGUEL DE TUCUMAN L U N E S 7 D E M AY O D E 2 0 1 2 2 D A . S E C C I O N - 8 PA G I N A S
“A mi
Tucumán LA GACETA / FOTO DE INES QUINTEROS ORIO
querido...”
Daban ganas de cantarle a la Luna, espléndida y -sobre todo- muy cercana. Apenas comenzado el domingo las nubes se corrieron y ella iluminó el cielo de la capital. Puro fulgor. Habrá que esperar 17 años para volver a apreciar el fenómeno: el satélite se aproximó de tal modo a la Tierra que se lo vio un 14% más grande. Cinco periodistas te cuentan cómo vivieron el momento. Y a vos, ¿qué sensaciones te generó?
TEMA LIBRE Ni poetas ni enamorados
¡Con banda sonora!
Presumida y peleadora
MAGENA VALENTIÉ
NATALIA VIOLA
JULIO MARENGO
JOSÉ NÁZARO
FLORENCIA BRINGAS
LA GACETA
LA GACETA
LA GACETA
LA GACETA
LA GACETA
@mvalentie
@njimenaviola
El reflector de La sorpresa los corrales que no llegó
@JulioMarengo
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Está nublado. ¡Nube, córrete, que quiero ver la Superluna! El cielo me escucha y descorre el telón. “¡Allá está! ¡Qué grande es! ¿no?”, le digo a mi hija de 12 años. Ella eleva los ojos e intenta contentarme: “psé... Un poco”. Pienso en los enamorados, en los poetas ... Camino por la plaza Urquiza y ¡nada! Nadie mirando la Luna. “Parecés tonta, mamá, ¡dejá de mirar para arriba!”, me espeta mi hija. ¡Pero, qué pasa en esta ciudad!”, les grito a los edificios. “¡Setenta balcones hay en esta casa, setenta balcones y ninguna flor! ¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa? ¿Odian el perfume, odian el color?...” ¡Basta, mamá, que no es la ‘alta luna’! Y pienso que tiene razón. Que las luces de la ciudad no dejan ver bien el espectáculo. Y que quizás muchas veces nos dejamos encandilar y nos perdemos los espectáculos simples de la vida.
Algún vecino romanticón sintonizó unos enganchados de los 80 y lo puso a todo volumen. No sé si sabía lo de la Luna. Quise pensar que sí, mientras escuchaba y me entrometía en su “Eclipse total del corazón”. Un cliché: Luna y música lenta. Melosa y trillada. Yo, mientras tanto, en pantuflas en medio del jardín a medianoche viendo cómo esa moneda de plata iluminaba todo. De repente, “More than words” (¡cómo me gusta esa canción!). Gracias vecino. Le puso banda sonora a mi soledad... a mi Luna en pijamas. Tentada, quise imaginar la escena. Él (si es que era un él) no estaba solo. No, seguro que sujetaba una cintura y le hacía promesas eternas. Como la Luna. (¿Y si me trepo a una escalera y espío?). Podría haberlo hecho, pero preferí quedarme con mi Luna y esta historia.
En el momento clave yo estaba mirando para otro lado. Me alimenté de los comentarios posteriores y de un SMS que se repite todos los meses: “la Luna no puede másssss, salga ahora mismo al balcón”. Como fuere, el plan de la noche debía ser en un lugar al aire libre, para seguir con atención el supuesto fenómeno astronómico y para aprovechar el siempre ansiado baño de Luna llena. La salida entonces fue a La Sodería, la casa de teatro de Villa 9 de Julio que tiene un patio abierto, música en vivo y algo para la garganta. Y ella estaba ahí, peleándole a las nubes su lugar en el cielo. No voy a engañar a nadie: la noche del sábado la Luna tucumana no se veía ni más grande ni más cercana, pero sí mucho más brillante. Seguro lo hacía de presumida, porque todos se pasaron la noche hablando de ella.
Y para colmo, yo veo poco. Por eso debemos salir de los corrales antes de que se cierre la noche: están abajo del callejón, a la altura del río, rodeados por árboles y fuera del alcance de cualquier farol voluntarioso. Pero siempre terminamos demorando. Un pelero que se cae, un portón que cuesta cerrar, el canto de una pava del monte que vale la pena detenerse a escuchar, la importancia de comprobar que haya agua suficiente para los caballos. Al igual que el sábado anterior (y el anterior y el anterior), los minutos se van con la luz y mi amigo Charly y yo nos vemos obligados a adivinar una vez más dónde están las piedras de siempre, el hormiguero inoportuno, el sendero inmóvil. Pero la noche generosa de Raco nos prendió un reflector. Y en los corrales vimos hasta nuestras sombras.
Estaba esperándola. De a poco fue apareciendo entre las nubes y de repente... nada especial (al menos para mí). Pasmada por no haberme maravillado por el tamaño poco habitual de la Luna, me empeñé en repetirles a mi novio y a todos mis amigos -y a sus hijos- que continuaran mirándola. No me prestaron atención, ni a mí ni al único satélite de la Tierra. Entonces recurrí a Paul, de cinco años, que me sorprende siempre con su mirada sensible sobre la vida, para preguntarle qué opinaba. “No tiene nada de especial”, me respondió. De todas formas, no pudimos dejar de admirarla. Y me siguió toda la noche: en la casa de los Herrera, en la fiesta en La Sodería y al llegar a casa. ¿Y qué me generó? Verdaderamente nada, aunque me acosté con una pequeña contractura en el cuello.
DE ESTO SE HABLA
RECORRIDAS LA GACETA / FOTO DE INES QUINTEROS ORIO
“MANGUERA”Y LOUSTEAUA LAS PIÑAS Buenos Aires es grande, pero el circuito de las estrellas está bien delimitado. Y entonces pasó lo que tenía que pasar: finalmente, Gonzalo “Manguera” Valenzuela y Martín Lousteau se encontraron en una fiesta. Fue durante la madrugada del sábado y se armó el escándalo. “¿Qué hacés acá? No te quiero ver acá. ¡Andate o te cago a trompadas!”, le espetó el marido de Juanita Viale al ex ministro de Economía. Lousteau había concurrido al agasajo con su novia, la actriz Carla Peterson. ¿Cómo olvidar que Lousteau había mantenido una relación con Juanita el año pasado? Parece que el economista intentó ponerle paños fríos al incendio, pero no hubo caso. El chileno tiró un par de manos, esquivadas con destreza con Lousteau. El bardo siguió hasta que el ex ministro agachó la cabeza y se marchó. ¿Habrá otro round?
EL ALBERDI FUE UNA ENORME CARCAJADA La cuarta edición de la Cumbre de la risa se presentó en el teatro Alberdi y cumplió su cometido. El público festejo los chistes del trío Comicanto (foto), “Pochi” Chavez, “Bomba” Contrera y del “Mudo” Esperanza durante un show impecable.