Ladosis #34

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Sentimiento Muerto en el Nuevo Circo, antes del concierto Encuentro en El Ruedo. Septiembre 30, 1989. Foto: Andrés Leighton

Calamaro se suponía sería el productor, pero ciertas desavenencias lo impidieron y terminó siendo Fito Páez. Así, El amor ya no existe fue lanzado aquel año, en medio de grandes expectativas y cierta incertidumbre. Su contenido al completo eran canciones previamente incluidas en los dos casetes, pero nuevamente grabadas. No hay un tema en este disco que no pertenezca al inconsciente colectivo de, al menos, dos generaciones, pero muy especialmente de la que creció al lado del grupo: “Culebrón”, “Cabeza”, “Descargar”, “Un Agradable Calor” (emblemático tema en el Cayayo es la voz solista), “Una Extraña Sensación De Soledad”, “Educación Anterior”, “Una Mirada Dice Todo y Dice Nada” y “Manos Frías”. Tras la edición del disco, una nueva deserción ocurrió. Alberto Cabello decide irse a estudiar a Estados Unidos y su lugar es ocupado por el joven baterista Sebastián Araujo. El grupo perdía así a su principal letrista. Se cerraba el capítulo contestatario, aunque en vivo siguieron tocando varios de esos temas. Sin sombra no hay luz (1989) producido por el cantautor venezolano Guillermo Carrasco y grabado por Germán Landaeta, representó un crecimiento en el plano musical con nuevos temas y algunos remanentes de los casetes. A finales de los 80, Sentimiento Muerto ya era la banda de rock más importante del país. Tanto Cayayo como Pingüino lucían peinados inspirados en Ian McCulloch (Echo & The Bunnymen) y Robert Smith (The Cure), básicamente las mismas influencias de Soda Stereo. Aquel año 1989 se realiza “Encuentro en el Ruedo” (en el Nuevo Circo, ver Ladosis #7), con las tres bandas más renombradas del momento: Zapato 3, Desorden Público y Sentimiento Muerto.

No pasaría mucho tiempo para que comenzaran las fricciones en el seno del grupo y cierto agotamiento. Wincho abandona y el puesto de bajista es ocupado por Héctor Castillo. Con arreglos de vientos se graba el tercer disco, Infecto de afecto (1991) que resultó ser el último del grupo. Tras su edición, se produce una nueva deserción: Pingüino se retira. El grupo había quedado como cuarteto, con solo Dagnino y Cayayo como únicos miembros fundadores, y van en búsqueda de nuevos horizontes hacia Bogotá. Tocan allá y Cayayo se queda unos meses en los que entabla una relación sentimental con Andrea Echeverri de Aterciopelados. A su regreso a Caracas, Sentimiento Muerto se disuelve a finales de 1992, dejando tras de sí un buen puñado de canciones que

Nuevos tiempos, nuevos proyectos

En 1992 el país no era el mismo. Los motivos por los que Sentimiento Muerto protestaba en 1985 se habían potenciado. La situación económica y política se había complicado. Lusinchi había dado paso a su compañero de partido Carlos Andrés Pérez en 1989, a quien unas semanas después de asumir el mando le explotan las protestas conocidas como “El Caracazo” (28 de febrero, 1989). En 1992 se producen dos golpes de estado (4 de febrero y 27 de noviembre), ambos comandados por Hugo Chávez (uno en el terreno y otro desde la cárcel), en los que participaron muchos de los que “gobiernan” Venezuela desde hace 15 años. Ese año deja de existir Sentimiento Muerto. Venezuela entra en una crisis política sin precedentes cuando en 1993 es destituido el presidente y nombrado uno transitorio (Ramón J. Velásquez). En medio del desasosiego pero lleno de buenas expectativas, las ¾ partes de la última formación de Sentimiento Muerto (Cayayo Troconis, Sebastián Araujo y Héctor Castillo), forman Dermis Tatú a finales de 1992, a la postre una de las bandas más representativas y emblemáticas del rock venezolano.

Dermis Tatú: corazón del rock

Los años 90 fueron definitivos para el rock venezolano. A pesar del complicado panorama político y económico (que se acentuó con la crisis financiera que le explotó a Rafael Caldera en los primeros meses de su segundo mandato en 1994), la ebullición dentro del rock era Cayayo y Andrea Echeverri. 1992. Foto: cortesía Pinguino Echezuría

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pasaron a formar parte del inconsciente colectivo de aquella y varias generaciones más. Y en ello Cayayo tuvo especial protagonismo.


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