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Carlos Bustos y Ediciones Plenilunio

Pedro Valderrama Villanueva* metropoli@cronica.com.mx

No es hasta en años relativamente recientes que los géneros de fantasía, ciencia ficción y horror han tenido una fuerte presencia y cada vez más aceptación por parte de lectores de distintas generaciones en Guadalajara; sin embargo, hubo una época cuando éstos no eran cultivados en la región y mucho menos leídos.

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En la actualidad, los escritores que gustan de estos géneros, en contraste con épocas pasadas, tienen distintas alternativas para que algún editor se interese por publicar sus cuentos o novelas. Diferentes editoriales independientes en la actualidad, como Edhalca y Mandrágora, especializadas en fantasía, horror y ciencia ficción, tienen una amplia aceptación. Asimismo, en años recientes, la apertura de foros y encuentros destinados a difundir la obra de estos escritores, como Fóbica Fest, organizado por Rogelio Vega, durante la segunda década del presente siglo, es el evento por excelencia que reúne anualmente a la mayor cantidad de autores y editores de estos géneros, donde presentan sus libros y se ofrecen pláticas.

El interés por esta escritura no es reciente, éstos tienen una larga tradición en nuestras letras, tal como lo expone Gabriel Trujillo Muñoz en su libro “Biografías del futuro” (2000); ahí, el autor de “Espantapájaros” (1999) nos muestra cómo desde el siglo XIX narradores como José Joaquín Fernández de Lizardi, Pedro Castera y Amado Nervo, han probado suerte con los géneros “menores”. En nuestro país esta escritura tradicionalmente ha gozado de poco prestigio o es mal vista por parte de la crítica especializada, con algunas honrosas excepciones dentro del terreno de las letras mexicanas como lo son Juan José Arreola, Francisco Tario y Amparo Dávila.

En Guadalajara, no es hasta los años noventa del siglo pasado cuando nos encontramos con una generación de jóvenes narradores inclinados hacia estos géneros.

Recordemos que dicha década representa dentro del desarrollo de las letras locales uno de los periodos más ricos en producción literaria y editorial en Guadalajara. Es en este periodo cuando observamos, además de una legión amplia de poetas, narradores inclinados por el gusto de estos géneros “periféricos”, como Bernardo Esquinca y Fernando de León, pero, además, en este decenio, surgen editoriales como Arlequín, Mala Estrella, Paraíso Perdido, Mantis Editores y filodecaballos.

Al lado de éstas, surgió también un proyecto editorial singular, distinto a los antes mencionados, pues no se interesó ya en retratar la explosión de poetas que fueron surgiendo a diestra y siniestra a lo largo y ancho de la ciudad durante dicho periodo, sino a difundir un conjunto de jóvenes narradores tapatíos aficionados a la “otra” literatura: la fantasía, el horror, la ciencia ficción. Un proyecto de tal envergadura debió venir, desde luego, de un aficionado a esta literatura, un conocedor y promotor de estos géneros.

Carlos Bustos (1968-2016), además de un reconocido narrador de libros como “Ladrones del Crepúsculo” (2011) y “Final de sirenas” (2013), acreedor de certámenes como el Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez, fue quien materializó, al lado de Alexandro Bustos y José Luis Mosqueda, el ambicioso proyecto edito- rial Ediciones Plenilunio en 1994. Editorial que desde sus inicios apostó por las nuevas voces locales. Entre los primeros títulos editados, de pequeño formato y bellamente decorados, hallamos un conjunto de narradores, quienes, a lo largo de los próximos años, han destacado en el campo de las letras nacionales.

En el catálogo de Ediciones Plenilunio encontramos singulares títulos como “La culpa es de la Luna” (1995), de Dulce María Zúñiga; “Periplos” (1995), de Ricardo Sigala; “El último relato de Ambrose Bierce” (1995), de Luis G. Abbadié; “Técnicamente humanos” (1996), de Cecilia Eudave; “La cabeza” (1997) y “El vientre de la ballena” (1998), de Carlos Octavio Hanz, además de algunos libros del propio Carlos y numerosas antologías emanadas de sus premios. Algunos de estos títulos, dicho sea de paso, en años recientes, han sido reeditados por diferentes editoriales.

En resumen, Ediciones Plenilunio, de la mano de Carlos Bustos, fue un proyecto editorial pionero dentro del terreno de la ciencia ficción y fantasía en Jalisco; su ejemplo, sin duda, ha servido para que otros más también concentren esfuerzos para editar y difundir la obra de las nuevas plumas que día con día brotan en Guadalajara.

*Pedro Valderrama Villanueva es autor de “Musa blanca”, “El perímetro de la hoja. “Las revistas literarias de Guadalajara” (1991-2000) y “La palabra inacabada. Textos sobre literatura contemporánea de Jalisco”.

DATO:

Sociedad Fantásmica: es un homenaje al escritor Carlos Bustos (1968-2016).

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