Laberintos 18

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De las Eras a Ranillas

Plano del segundo Sitio (1808-1809).

aspiraciones de renovación aunque fuera dentro del sistema y a los que se llamó ilustrados. Y la prueba de que los seguidores de “las luces” lograron ser molestos en un momento determinado al orden dominante es la violencia de la predicación que hizo en Zaragoza en al año 1786 Fr. Diego de Cádiz, representante del pensamiento más reaccionario, contra Lorenzo Normante catedrático de la Económica. Aunque es un tema poco estudiado, es posible que la superación de estos enfrentamientos llevara a algunos de los socios de la Real Sociedad Económica a avanzar hacia posturas de mayor compromiso con la renovación. Y en cualquier caso, la crisis de 1808-1809 conformó el hundimiento definitivo de un modo de producción y de un sistema de pensamiento. Y eso será perceptible sobre todo desde 1812. Otra de las características de la formación social de Zaragoza en los últimos años del setecientos es el malestar en las masas que se manifiesta periódicamente en motines y algaradas. El desabastecimiento y la especulación de granos había llevado a los zaragozanos, también a los de otras ciudades de Aragón, como Borja o Daroca, en 1766 a un motín de hondas consecuencias sociales que tardarán en ser olvidadas. Los impuestos y la precariedad serán la mecha en otros casos que haga estallar a la sociedad zaragozana. Ciertamente, Zaragoza no es una excepción en el reflejo de lo que ocurre en la Corte. A partir del mes de marzo de 1808, tras el acceso del infante Fernando al trono, al malestar social parece unirse el malestar político. Las noticias de lo ocurrido en Aranjuez llegaron a Zaragoza el día 22 de marzo y los estudiantes universitarios reaccionaron inmediatamente descolgando el retrato de Godoy del teatro de la Universidad, llevándolo al Coso y quemándolo. Tras unos días de algaradas, 6

y para evitar males mayores, las autoridades académicas enviaron a sus casas a los estudiantes y cerraron la Universidad. La revolución buscaba símbolos: el positivo, Fernando VII, cuyo simple retrato era objeto de veneración; el negativo, Godoy, que ya no está, pero sí sus apéndices: la administración godoísta se convierte ahora en el blanco de la ira popular. Al Intendente Garciny se atribuía el alza de los precios y sobre todo de los impuestos más odiados como el del vino, así que a finales de marzo se produjo un motín en el Mercado de Zaragoza: las vendedoras de frutas y verduras expulsaron al Intendente a “tronchazos”. También había recibido algunas pedradas en la Puerta Quemada, lugar habitual de reuniones de los jornaleros zaragozanos. El 31 de marzo le llegaba a Garciny en posta una real licencia por dos meses con todo el sueldo para pasar a la Corte con toda su familia, de manera que el 2 de abril se ausentaba de Zaragoza para no regresar. Los zaragozanos se habían librado así de la segunda autoridad en Aragón después del capitán general. En el mes de abril, y sobre todo desde la llegada del rey a Bayona y los posteriores acontecimientos en Madrid, si atendemos a la correspondencia de algunos personajes, en Zaragoza se vivió entre el gozo, la impotencia y la melancolía por las noticias contradictorias que circulaban por todas las partes. 3. José de Palafox y Melzi, segundo hijo de los marqueses de Lazán había nacido en Zaragoza en octubre de 1775. Tras educarse como sus hermanos en las Escuelas Pías de Zaragoza donde tuvieron como preceptor al P. Basilio de Santiago Boggiero, marchó también como ellos a Madrid para ingresar en los Guardias de Corps donde llegaría a alcanzar el grado de brigadier. Está fuera de toda duda su adscripción a la camarilla del Príncipe de Asturias así como su destacada participación en los sucesos de El Escorial y en el motín de Aranjuez. Formó parte del contingente de Guardias de Corps que custodiaron a Godoy después de su captura hasta que fue entregado a los franceses, y parece que el marqués de Castelar le comisionó, con otros guardias (el conde de Berbedel, Fernando Gómez Butrón y Juan Miguel Serrano) para que pasase a Bayona a explicar lo ocurrido al rey Fernando y a pedirle instrucciones sobre lo que se debía hacer. Por el camino, en Burgos, Palafox se encontró con el conde de Montijo y planearon liberar al rey. No sabemos gran cosa del plan para hacerlo pero sí que no pudo ser pues fueron pronto descubiertos por los agentes de Napoleón, buscados por Irún y, finalmente, disfrazados y perseguidos por los gendarmes, huyeron a uña de caballo hacia Aragón. Tras algunas peripecias conseguían trabajosamente llegar a Zaragoza en los primeros días del mes de mayo de 1808. Palafox trató de convencer al capitán general Guillelmi de que traía instrucciones precisas para levantar Aragón contra los franceses. Guillelmi sin embargo le conminó a reintegrarse a su unidad amenazándole en caso contrario con arrestarle. Palafox,


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