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¿Quién está dispuesto a reconquistar las cárceles?

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REVISTA JUDICIAL

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Desde que, en la práctica, el Estado cedió el control y la administración de las cárceles al crimen organizado, los ecuatorianos hemos tenido que habituarnos a lo intolerable. Las investigaciones de los asesinatos por encargo concluyen a lo sumo con alguno de los autores materiales sentenciados y un lapidario “la orden vino de la cárcel”, lo que equivale a decir que es imposible dar con el mentalizador. Terminar tras las rejas, por el motivo que sea, conlleva pagar una elevada cuota extorsiva. Es común que un preso ‘aparezca colgado’, que se incauten armas largas —imposibles de ingresar sin complicidad— o que se produzcan ‘matanzas carcelarias’ de una atrocidad bestial.

En ese entendimiento perverso, las bandas ponen ‘orden’ a cambio de contar con un santuario criminal y de lucrar a manos llenas de la virtual concesión de un servicio público. A su vez, un Estado incompetente y debilitado se libera de la engorrosa tarea de la administración penitenciaria. A largo plazo, las consecuencias son devastadoras. El estallido de violencia de Brasil y El Salvador se gestionó, en los noventa, en las cárceles, y los ‘pranes’ de Venezuela o la ‘Pandilla de los Números’ de Sudáfrica recuerdan el nivel infernal al que se puede llegar.

Recuperar verdaderamente el control de las cárceles no es un problema de recursos, tecnología ni gente, sino de confianza en las instituciones.

La solución es compleja pero la paz en nuestro territorio no llegará hasta que la sociedad, incluyendo sus élites, aborden el problema de manera integral, acompañando la ley del garrote con educación, salud mental, inversión y empleo.

PABLO ESCANDÓN MONTENEGRO pescandon@gmail.com

La política del espectáculo

Tatiana Alvarado hace una reseña del libro ‘La civilización del espectáculo’, de Mario Vargas Llosa, en la cual dice sobre el libro que: “En la política, actores y cantantes han llegado a ocupar cargos importantes y esto debido no tanto a sus aptitudes en el campo, sino a su presencia mediática; han venido a eclipsar el lugar que por siglos había ocupado el «intelectual», cuya tímida intervención en la vida política de hoy no tiene repercusiones. Vargas Llosa considera razones válidas para que esto haya sucedido: la simpatía de generaciones de intelectuales con regímenes totalitarios, la ínfima vigencia que tiene el pensamiento en la civilización del espectáculo y la primacía de las imágenes sobre las ideas. Para el autor, son las artes plásticas las primeras en sentar las bases de la cultura del espectáculo, «confiriendo el estatuto de artistas a ilusionistas que ocultan su […] vacío detrás de […] la supuesta insolencia» (p. 49). Las artes plásticas parecen además haber colaborado en la desaparición de parámetros estéticos”. Aquí el Nobel peruano tiene puntos coincidentes con Walter Benjamin al decir que la técnica y su reproductibilidad hacen que los totalitarismos, en su caso, el fascismo, se reproduzca tan fácilmente, debido a que son los propios intelectuales, quienes se adhieren a estas posturas extremas, gracias a la banalidad, a la superficialidad y a la liviandad de los contenidos en los medios de comunicación La política, por lo menos, en tiempos de campaña adelantada, no es más que una búsqueda de rating, de notoriedad, de estar en programas de populismo mediático. Que la política se convirtió en un espectáculo ya lo sabemos, pero con una estética pobrísima, pues los propios medios más populares tienen solo chismeadores de información, a donde los políticos no dejan de ir porque allí está el grueso de los votantes.

de temas de salud, es decir juzgar su nivel de conocimiento, la aproximación que tienen, desde un análisis crítico

Esta

campaña es la oportunidad de buscar propuestas y soluciones para una crisis consumada que cada día complica más la salud de las y los ecuatorianos.

Es importante escuchar a los candidatos al comentar acerca

No solo basta conocer aspectos universales como el derecho a la salud, los principios básicos planteados por la OMS y la Constitución misma, en la que el Estado debe garantizar el acceso, la igualdad, la equidad y la gratuidad, pero escasos son los que tienen un enfoque de intervenciones urgente, a considerarse desde el primer día de su gestión.

Para este año 2023, lamentablemente mantenemos indicadores de subdesarrollo como la desnutrición crónica infantil, el embarazo en niñas y adolescentes, entre otros que muestran al Ecuador liderando lo que denota estar atravesando por una de las peores crisis de los últimos años.

Tenemos hospitales que no llegan ni al 30% de ejecución de presupuesto asignado, no se garantiza la entrega de la receta completa al solicitar a los familiares la compra de insumos, agendas de atención colapsadas que imposibilitan la oportuna atención por la falta de especialistas, ambulancias averiadas, con más del doble de su funcionalidad y sin capacidad para transportar pacientes. Debemos preguntar: ¿cómo van los candidatos a financiar las necesidades del Estado? Cómo garantizar que no existirán recortes de presupuesto? ¿Cómo van a garantizar atención médica oportuna y de calidad para todos y todas y al mismo tiempo? ¿Cómo van a resolver la brecha de talento humano a nivel nacional? ¿Cómo apoyarán a las universidades para que puedan formar espe- cialistas, considerando un vacío de 4 años sin hacerlo?

El discurso trivial y simple, de que la salud es un derecho se debe convertir en una herramienta con la que los ciudadanos podamos analizar y decidir acerca de su factibilidad, trazabilidad y sostenibilidad dentro de presupuestos claros y reales que demuestren el cumplimiento de sus propuestas y plan de trabajo, que sea reflejado en políticas públicas que garanticen una salud de calidad e integral para los ecuatorianos.

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