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Esperanza por el cambio
“¡Infames…!”. Llaman familiares y amigos. La consternación es general y angustiosos los comentarios: “¡Hemos tocado fondo…!” “¡Pobre familia, cuánto sufrimiento!” “¡Pobre Ecuador, a dónde nos han llevado!”.
Sí. Las balas asesinas disparadas por miserables sicarios al servicio de intereses mezquinos de poderosos amos han acallado la voz sonora del periodista valiente e insobornable que combatió la corrupción de mandatarios y funcionarios cuando saqueaban el país con el mayor descaro; del legislador capaz y esforzado que lucía por un trabajo tenaz en defensa de los intereses del pueblo ecuatoriano, en el ambiente sórdido de una Asamblea al extremo degradada; del candidato presidencial que desenmascaraba a contendores que trajinan descoloridos de lugar en lugar como marionetas dóciles manejadas desde corta o larga distancia; del ser humano que denunció las amenazas recibidas contra su vida y que lamentablemente se materializaron, sin explicación posible ni excusa aceptable.
Estos luctuosos acontecimientos los ha vivido el pueblo ecuatoriano cuando se aprestaba para rememorar los acontecimientos del 10 de agosto de 1909, fecha fundamental en la lucha heroica de nuestros antepasados para legarnos el don precioso de la libertad, rompiendo el yugo colonial que la oprimía, como la oprime hoy, con caracteres demenciales, el terror impuesto por el crimen organizado coludido con intereses políticos, como oportunamente lo denunció sin temor Fernando el padre de los dioses entre los griegos, Prometeo le robó el fuego para entregarlo a los seres humanos y dar inicio a la civilización.
AZeus,
El hecho generó reacción en aquella divinidad que ejerció venganza en contra del titán, al que encadenó en una roca para ser devorado su hígado por un buitre, en el día, mientras en la noche volvía a crecer esta víscera, por lo que el tormento se volvía eterno.
Zeus no se quedó solamente allí en su represalia, ya que dispuso crear a Pandora, a quien, como regalo de bodas, obsequió una tinaja o caja con la orden de nunca abrirla. Guiada por curiosidad incontenible, Pandora destapó el recipiente, del cual salieron todos los males, con excepción de la esperanza, el único bien que estaba en el fondo. Durante milenios, se generalizó el dicho la caja de Pandora para referirse a las adversidades juntas, como las que siguen golpeando a Ecuador.
En este contexto, se ha forjado una mala imagen que repercute, sobre todo en el extranjero, en el prestigio nacional y, al interior, ocasiona desmotivación y hasta desobligo, debido a la forma de actuar de personajes siniestros por su desvergüenza y audacia, que permitieron el ingreso y la expansión en nuestro medio de colosales enemigos de la sociedad, amparados por la corrupción, como el narcotráfico y su aliado el crimen organizado.
Nuestro país no puede seguir por esta ruta decadente e imparable hasta el momento. Se acaba de asesinar, en condiciones incomprensibles, a Fernando Villavicencio, periodista y candidato presidencial cuyas denuncias no deben caer en el olvido, como el mejor homenaje a este ecuatoriano que pasará a la Historia por su valentía y patriotismo.
La esperanza porque cambie la realidad actual, como mecanismo de paz, reactivación y progreso, resultado de la voluntad y acción de los propios ecuatorianos representados por líderes capaces y honestos, jamás debe faltar ante los infortunios que golpean a nuestra amada Patria.
Villavicencio , sabiendo que ponía en riesgo su vida. El Ecuador se encuentra bajo ataque. Mafias extranjeras, junto con forajidos nacionales de baja y alta calaña, pisotean nuestra soberanía y atentan contra nuestras libertades. Ha llegado la hora de decirles “¡Basta!”. Que la voz de Villavicencio, acallada a balazos, se multiplique en miles de voces libertarias; que la violencia criminal sea reprimida sin clemencia ni contemplaciones. Solamente así su muerte no habrá sido en vano.