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La enseñanza científica, otro pendiente
Históricamente, los costos de los insumos para la enseñanza básica de las ciencias fueron siempre prohibitivos. Por décadas, generaciones de ecuatorianos tuvieron que formarse apenas imaginando o escuchando sobre experimentos, reacciones o fenómenos que jamás alcanzaban a ver o realizar en persona. Este carácter exclusivo de la educación científica afectaba a toda la población, pero afectaba con especial agudeza a los sectores tradicionalmente más excluidos, como las mujeres. Una de las principales ventajas que ha traído el mundo contemporáneo, con el aumento exponencial de la producción y el comercio, es, justamente, el abaratamiento de la tecnología básica; algo que estamos aprovechando.
Cuando se habla de educación en el país, se insiste mucho en los salarios de los profesores —área en la que se dio un sustancial aumento—, en el estado de la infraestructura, en la conectividad e, incluso, en la salud mental y emocional en las aulas. Sin embargo, poco o nada se discuten los contenidos y las cambiantes exigencias del mundo con respecto a la educación. Es como creer que, mientras no se solucione lo primero, no tiene sentido discutir el fondo. Pero, ¿y si fuese al revés? Y, ¿si reformar los contenidos y el método de enseñanza aceleran la productividad social y la visión ciudadana de la educación? cuando León Febres Cordero fue elegido y se hizo cargo de la misma y poco menos que sorprendido, se enteró que los miles de pipones y burócratas habían transformado a la Alcaldía guayaquileña, edificada con valores ancestrales, nobleza, esfuerzo y trabajo de sus alcaldes, en un mercado lleno de corrupción donde los olores a podredumbre era insoportables y sus balcones eran las tarimas donde a una ciudadana cuya imagen cubierta de verrugas no le importaba exhibirla, cuando convocaba a su populacho para que protagonicen el pan y circo de lo peor de los romanos milenarios, y recepten los regalos que los lanzaba junto a sus secuaces, y festejar las riñas que se desataban.
El Ministerio de Educación se encuentra en proceso de contratar 5 mil docentes más y goza de un presupuesto de casi $6 mil millones; muchos países comenzaron con mucho menos. ¿ Qué prioridad se dará a la ciencia?
Le faltaron cuatro días para cumplir los cuarenta años. Su nombre real fue Roque Antonio García, un salvadoreño que ejerció el periodismo, la militancia de izquierda y, fundamentalmente, fue un militante de la poesía.
Y es que a pesar, y enfatizo en ello, muy a pesar del contexto político e ideológico de la postrevolución cubana y todo lo que implicó en la intelectualidad y creatividad latinoamericana, Dalton conjugó su pensamiento político pero no recayó en el planfleto con su obra.
Desde la manida temática del amor hasta la reflexión irónica de lo que es la Patria, la poesía de Roque Dalton, comprometida con la sociedad, no es una oda a la militancia política ni a la propaganda de la revolución.
Su relación con la intelectualidad del momento —Fernández Retamar y todos los creadores y administradores de la cultura de Latinoamérica—, le valió el premio Casa de la Américas en 1970, pero eso no desmerece su obra, que es el complemento de lo que Cortázar es a la prosa.
Y es que ambos fueron amigos y cada uno se vinculó a la revolución social y política, desde sus experiencias y sus pulsiones. Cada uno de ellos, tanto Cortázar como Dalton, fueron conscientes de que su obra debía trascender a la coyuntura política, pero que su imagen como figuras públicas sí podía influir en la política y la transformación social.
La ironía y el humor es transversal, como dirían, los cientistas sociales, o son su ‘leit motiv’, como dirían los artistas. Porque el lenguaje construido por Dalton proviene de la coloquialidad, de la realidad más próxima vista con un prisma que no la caricaturiza, sino que realza sus carencias y falencias, para hacer notar lo ridícula que es frente a la sociedad y al propio ser humano.
Allí radica la crítica social de Dalton, desde la ironía y la mordacidad, muy cercanas a la tradición de Quevedo, que luego de leerlas nos sacan una mueca que si bien tarda en desaparecer de la cara, permanecen en la mente y en el espíritu. Así es el activismo poético de Dalton. Son ya 48 años de la muerte de este potente poeta, que siempre suena joven, que siempre retumba como un petardo, como una pedrada en la calle frente al poder social que no quiere dar paso a las transformaciones, porque a la revolución se llega por la poesía, como se titula uno de sus libros militantes, que no es el mejor, pero sí aquel en el que más se lo ve como activista.
Como siempre, el joven Dalton, quiso dinamitar el viejo régimen, y por ello, nunca quiso ser viejo, porque “Los viejos son los aleccionados de los dioses/para joder a los elegidos de los dioses”.
A Febres Cordero no le quedó otro recurso que para poner la casa en órden, según su decisión comunicada a Guayaquil y al país, cerrar durante un mes la atención a los contribuyentes y fumigar la peste que cubría el edificio. Fue una solución admirable que no se olvida. Desde entonces, en el país las transiciones de alcaldes cesantes a los elegidos, en muchas ciudades no se han cumplido como los mandantes esperaban. Y las quejas de los nuevos, son receptadas por la prensa radial y escrita, como las noticias de primera mano que ratifican que el ejercicio de la política así mismo es, según el dicho popular y doméstico de los que votan por obligación y no por convencimiento. Y no está bien. Los mandos medios que son los que realmente ejecutan las labores que los contribuyentes esperan recibir, deben demostrar que su sus valores de solidaridad y responsabilidad tienen que definirlos como ciudadanos integrantes de un Gadma cuya gestión debe servir a una ciudad que es su casa, la de su familia y la de las generaciones que vendrán y que sabrán valorar lo que hicieron en beneficio de todos.
Lo que deben saber los nombrados es que las críticas sin razón no caben si es que deben conversar sin tapujos y en nuestro caso, arropándose de la ambateñía, para que sigamos siendo ejemplo nacional en muchas labores de gobierno cantonal y provincial. La Sra. Alcaldesa, por ejemplo, debe olvidar las zoquetadas de los fotorradares y decirles a los ciudadanos que para soportarlos, hay que cumplir con la Ley y manejar a la velocidad que permiten las señaléticas. Eso es todo.