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El físico quE quEría sEr yogui y buEna gEntE

Santiago Gangotena, fundador y ex rector de la Universidad San Francisco de Quito, falleció ayer. Polifacético y polémico, deja un legado que se extiende por todos los ámbitos de la sociedad ecuatoriana.

perspectivas . Juzgaba que la especialización prematura y excesiva era uno de los peores escollos que enfrentaba la educación ecuatoriana, sobre todo cuando el precario desarrollo del país requería profesionales versátiles y creativos. Pensaba también que el país necesitaba romper con su tradicional aislamiento. Por eso, construyó alianzas con universidades extranjeras y buscó atraer a estudiantes y profesores de otros países. Fue también de los pioneros en tender puentes —comerciales y educativos— con Asia, mucho antes de que China e India resurgieran como potencias. Creyente en la meritocracia, instituyó un ambicioso plan de becas para miembros de minorías étnicas en el país y financió estudios de cuarto y quinto nivel de profesores y empleados. Incluso cuando, años después, la USFQ fue reconocida por el Estado; incluso entonces, declinó el dinero público que legalmente le correspondía; por preservar la coherencia con los principios que le dieron vida.

el calificativo de yogui, en su acepción más original: la de quien busca conciliar su mente, cuerpo y espíritu.

Su estudio de la historia, la filosofía y la economía, en el contexto de las guerras culturales de aquel entonces, lo llevó a abrazar tempranamente los principios libertarios —el respeto irrestricto a la vida, integridad, propiedad y libertad del individuo, mantenido por un Estado limitado a su mínima expresión—. Disfrutaba de idear y comerciar nuevas ideas y productos, aquello que luego empezaría a llamarse ‘emprendimiento’: ya sea vendiendo tacos y camisetas en sus tiempos de estudiante, montando agencias de publicidad y revistas, escribiendo libros o poniendo restaurantes, encontraba en los desafíos de la vida empresarial y en las relaciones humanas un combustible inagotable para su entusiasmo. Tenía 43 años cuando decidió crear la universidad. Había regresado a Ecuador tras varios lustros afuera, con la firme voluntad de contribuir al país, pero la coyuntura social y política de aquel entonces estaba marcada por la incertidumbre. Pasó brevemente por la selecta función pública, en la Comisión Atómica, pero la burocracia le resultó exasperante. Sin embargo, como profesor en la Escuela Politécnica Nacional vivió tanto las inmensas dificultades y obstáculos que enfrentaba la educación superior en el país, como el potencial y talento de sus jóvenes compatriotas. Se puso a trabajar en el proyecto de la USFQ y en convencer a que otros se sumaran a él. Cuando arrancaron, finalmente, en 1988, era ilegal poner una universidad privada en Ecuador, pero eso no detuvo a estudiantes ni a profesores.

Libertad, ante todo

Desde la USFQ, Gangotena introdujo en Ecuador el currículum de Artes Liberales que primaba en la educación anglosajona, que exponía a los estudiantes a diferentes disciplinas, artes y

La USFQ abrió la puerta para la universidad privada en el país y para otras que buscarían emular el modelo de Artes Liberales. Su impacto fue inmenso. Más allá de ideologías o tendencias, o de cuán distantes sean estas de aquellas que profesaba Gangotena, centenas de egresados y ex catedráticos de la universidad conforman las élites políticas, empresariales, culturales y científicas del país.

Por su historia personal, su formación intelectual y sus convicciones, Santiago Gangotena era dueño de un comportamiento que muchas veces resultaba polémico. Empleaba el lenguaje y exponía sus ideas sin malabares ni sutilezas, olvidando que no siempre sus interlocutores tenían su misma lógica de físico ni su control emocional de yogui. Sin embargo, así como reclamaba para sí la más absoluta libertad de expresión, exigía también, a rajatabla, que se la respetara para todos en su entorno.

Su mano arrastra a paso firme un viejo carro , de esos que se usan para cargar cajas en las fábricas o supermercados El sonido de las ruedas ya desgastadas despierta al barrio de Carcelén, mientras su gorro naranja abultado no pasa desapercibido en su avance hasta el siguiente basurero

Son las 07:00 del sábado. Las calles están mojadas por los rezagos de la lluvia, que regó toda la noche a la ciudad. Esto no frena a María Gualotuña (43 años). Sobre el coche lleva cajas de cartón aplastadas, que sostienen un saco de yute donde lleva toda la basura que puede ser reutilizada: botellas de plástico, papel y otros desechos.

Ella es una de las recicladoras o gestoras ambientales que trabajan a diario en la ciudad. Se adentra en los desechos de los domicilios para recuperar los materiales que pueden ser vendidos. Esta labor le ha ayudado a sacar adelante a sus dos hijos.

María no es la única que busca su sustento diario en lo que otros solo llaman basura. En Quito, según la Red Nacional de Recicladores del Ecuador (Renarec) hay más de 2.000 recicladores de base.

“Con este trabajo he sabido mantener a mis hijos y hacerles estudiar”, dice Gloria Quinchimbla, ges-

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