Edición impresa Quito del 04 de mayo de 2014

Page 10

CRÓNICA B2

DOMINGO 04 DE MAYO DE 2014 La Hora, ECUADOR

II

TATUAJES: ARTE QUE SE VOLVIÓ INDUSTRIA

La gente solía pensar que solo se tatuaban los delincuentes. Ahora hay quienes pagan hasta 4.000 dólares. En un día un tatuador puede ganar 500 dólares. POR: Francisco Lasso FOTOS: Javier Parra

L

leva una ‘armadura’ oscura desde la coronilla. Camina lento por la avenida. Da vuelta a la derecha y continúa. Su estilo llama la atención de transeúntes que lo miran de reojo. Las gafas cubren todo el contorno de sus ojos. Su vestimenta es negra desde la capucha hasta el límite de las agujetas que aseguran sus botas de estilo militar sobrepuestas a las bastas de su ‘jean’ negro. Hasta ahí nadie imagina que bajo ese abrigo que le llega hasta los muslos tiene casi 4.000 dólares tatuados sobre la piel. Llega a trabajar con las manos dentro de los bolsillos laterales, sus dedos guardan toda la magia que detalla en sus lienzos humanos. Más que un pasatiempo, el arte del tatuaje es la manera con la que Xavier Urresta se gana la vida. En un día puede ganar hasta 500 dólares. Todo depende de la valentía de sus clientes. Tiene 33 años, es de estatura mediana, su piel es trigueña, el cabello largo le cuelga sobre su espalda en forma de una trenza. Por unos segundos piensa cuánto dinero ha pagado por los demonios que ‘lanzan blasfemias’ desde sus poros. Eso no le inquieta. Mientras prepara su área de trabajo, Urresta cuenta que la vida del tatuador no ha sido fácil. “Estuvo llena de obstáculos que se levantaron desde el prejuicio”. Hace casi una década el pensamiento conservador y la vergüenza del qué dirán tenían el negocio volando bajo. “Decían que llevar marcada la piel era cosa solo de presidiarios y prostitutas”. El estigma terminó. Ahora hasta los policías se sacan el uniforme para inmortalizarse imágenes. El negocio mejoró, ahora Urresta hace entre cuatro y cinco tatuajes

diarios. Su herramienta de trabajo es algo costosa y tiene un mecanismo complejo. La inversión para el mantenimiento de la máquina, tintas y otros insumos para tatuar alcanza incluso los 1.000 dólares mensuales. Ya casi ningún tatuador se abstiene de ir a las convenciones internacionales. Unos cuatro viajes al año les representan casi cinco ‘grandes’, pero la palabra gasto no tiene cabida en este gremio. Todo es inversión para captar clientes. “La competencia ahora está dura” y deben esforzarse por mejorar su ‘magia’. *** En el estudio ‘Precision Tattoo’, las cosas marchan bien. En esos lugares se respira un olor particular que hace del dolor una especie de adicción. Casi siempre se percibe un aroma fresco. El humo de un incienso se mezcla con la fragancia de un desinfectante que ayuda a mantener el área estéril. La imagen de una pecera genera un ambiente hogareño en los visitantes, nadie se marcha sin apreciar los coloridos peces. “Esas mascotas atraen la buena vibra”, según dicen los artistas que ahí trabajan. Las vitrinas son un imán para los ojos. Una caja metálica alberga la piedra preciosa para los maestros de la tinta. Dentro de ella, sobre un tapiz de gamuza negro, reposa un artefacto brillante de acero inoxidable. Es una máquina para tatuar. A un lado, hay frascos de una onza que contienen la tinta multicolor para la piel, además de repuestos y otros tereques. Esa caja cuesta no menos de 320 dólares, pero se vende mejor que un pan recién horneado. Los aparatos están lejos de parecerse a las viejas máquinas con agujas para coser de hace dos décadas. Utilizan pinceles de acero para dar forma a los ‘lienzos humanos’. Sus manos esterilizadas y con uñas impecables trabajan con la misma precisión que la de un cirujano. A solo una calle de ‘Precisión Tattoo’ está David, conocido en el mundo artístico como ‘Fénix’. Mientras centenares de personas caminan por la calle, él se gana la vida en ‘Karla Tattoo’. Se muestra cómodo usando una máquina de bobina que alcanza los 240 gramos. Sabe que hay otras más livianas, pero la que tiene en su mano derecha le brinda estabilidad. Dice que “todo es cuestión de cómo el artista se acomode”, mientras con su ‘Iron Horse’ (caballo de hierro en español) perfora la piel de un cliente. Le gusta sentir cómo los resortes activan el vaivén de las agujas que penetran la piel a una velocidad que el ojo no alcanza a captar.

Ahora hasta los policías se sacan el uniforme para inmortalizarse imágenes. El negocio mejoró, ahora Urresta hace entre cuatro y cinco tatuajes diarios.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.