Edición impresa Nacional del 08 de diciembre de 2012

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sáBAdO 08 dE diCiEMBrE dE 2012 La Hora quiTO, ECuAdOr

la ingratitud A una es el crimen colectividad más grande se le engaña que pueden los siempre mejor que hombres atreverse a un hombre”. a cometer”. Pío BARojA

SiMóN BolívAR

CARTAS Discriminación e injusticia

Los jóvenes, por el solo hecho de serlo, son considerados ‘fuertes’, ‘saludables’ y ‘mano de obra’. No son tomados en cuenta ni considerados por sus verdaderas condiciones. En Ecuador la mayor parte de la población debe preocuparse por sobrevivir con pocas oportunidades económicas y la distribución de recursos y tareas dentro del hogar solo asigna obligaciones. Los jóvenes mueven la economía del mundo, son los que más trabajan, los que migran, los deportistas, estudiantes, los que luchan. El joven tiene que ver la forma de salir adelante y ayudar a su familia. Los jóvenes están en una especie de limbo del cual deben salir para ser aceptados en la sociedad. Samantha Garrido CI: 171249554-6

Desubicado caballero

Inmenso malestar que padecemos quienes nos sentimos ecuatorianos y, por ende, amamos a nuestra Patria, al ver la forma en que se la ultraja y menosprecia, calificándola de ‘insignificante’. Ofensivo epíteto fuera de contexto, en contra de un generoso país que le tendió la mano y le dio asilo político cuando más lo necesitaba a costa del desagrado y la inconformidad de gran parte de sus habitantes y con la probabilidad de granjearse muchos enemigos “gratuitos”… Un país que, pese a ser pequeño en territorio, es grande en corazón y al que le asisten todos los derechos, porque ante la Ley de Dios y de los hombres todos somos iguales. Así este desubicado caballero, se atreve a descalificarnos frente a la prensa y la opinión pública internacional. ¿Acaso no le habrán enseñado a “no morder la mano del que le da de comer”? Es justo que el Gobierno, ante las inoportunas y aberrantes declaraciones de este apátrida, tome las medidas pertinentes en salvaguarda de nuestro honor mancillado. Fabiola Carrera Alemán fabiolacarrera@yahoo.com DiRijA SuS CARTAS A: cartasaldirector@lahora.com.ec Casilla 1717243 CCI o cualquiera de nuestras agencias. requisitos: nombres y apellidos completos; número de Cédula; teléfono (fijo); dirección domiciliaria o de trabajo y correo electrónico.

Cualitativamente deplorables

Un historiador declaró a un medio de comunicación que el siglo XXI comenzó en Ecuador en 2006, es decir, a partir del surgimiento del correísmo. Añadió que los medios de comunicación y quienes no comparten la ideología oficial deberían adaptarse a los nuevos tiempos. Entonces hay que ver con buenos ojos cómo se obliga a callar a los periodistas, sumirse en el ostracismo y soportar, por boca del líder máximo de los nuevos tiempos, toda clase de insultos y descalificaciones. Curiosamente Benjamín Carrión escribió dos libros fundamentales para el pensamiento político del país en épocas muy difíciles. Cuando la dictadura de Arroyo del Río, primero en forma de artículos de prensa, fue dando cuerpo a sus ‘Cartas al Ecuador’ (1943). Prestó un gran servicio a su Patria, en tiempos

CARloS FREilE

La herencia española Siempre que se recuerda la supuesta fundación de Quito el 6 de diciembre saltan a la palestra los defensores de los valores ancestrales aborígenes y críticos de todo lo venido de España. Alguien ha afirmado que no se debe celebrar una conquista. Olvida que si no llegaban los conquistadores, y después los inmigrantes españoles, él no existiría. Deja de lado que habla en castellano, escribe con caracteres latinos, se moviliza en vehículos con ruedas, escucha música de

en los que le fuera cercenada la mitad de su territorio por Perú. “Sentí como una misión de hombre ecuatoriano el decirle al mundo: no, lo más grande del Ecuador, no es ese tirano vendepatrias y matahombres”, escribió Carrión. Años más tarde, ante el autoritarismo imperante, entregó a sus conciudadanos otro conjunto de reflexiones orientadoras bajo el título de ‘Nuevas cartas al Ecuador’. Carrión dio a conocer sus ideas, emitió juicios en los medios de comunicación de entonces, sin que nada ni nadie menoscabara su dignidad. Eso ocurrió en el siglo pasado. En el siglo que vivimos desde 2006, las reglas del juego son otras y un nieto suyo acaba de engrosar las filas de los periodistas a los que se les conmina a callar. Sí, son nuevos tiempos, pero cualitativamente deplorables.

siete notas (no de cinco), normalmente no come ni cuy, ni venado, sino vaca, pollo, pan de trigo y no de maíz, acelgas y no canayuyo, alimentos cocinados en ollas de metal y no de barro, no se viste con una túnica corta amarrada a la cintura con una faja, sino con camisa, terno (y ropa interior). Pero se dan otros olvidos: casi nadie repara en que los españoles no habrían podido adueñarse de estas tierras sin la colaboración efectiva de varias etnias nativas. Si los indígenas hubiesen resistido con bélica tenacidad el ingreso a la ciudad de Quito, los capitanes españoles hubiesen guardado memoria de esa resistencia para lograr mayores premios del rey, pero esa oposición heroica no se dio. Es una pena, pero es cierto. Con estas palabras no se trata de minimizar o negar los aspectos ancestrales de nuestra cultura,

sino de recordar el hecho de que la casi totalidad de los ecuatorianos, incluidos los indígenas, vivimos en un molde occidental aunque nos pese. Alguien también afirma que antes de la conquista incásica entre los indígenas quiteños había “equidad de género”. Con todo respeto: ¿de dónde saca esa conclusión y otras por el estilo? Parece más bien fruto de deseos antes que de investigación. Tendría que probarlo. En estas apreciaciones se puede detectar “el virus del presente”, como lo llamó Marc Bloch: proyectos o imperativos políticos o culturales impiden ver el pasado con respeto y objetividad, pues se lo convierte en un arma contundente para imponer visiones del mundo y de la persona. Lo correcto es aceptar las dos herencias con ecuanimidad, también la española. cfreile@lahora.com.ec

RoquE RivAS ZAMBRANo

¡Muerto de frío! Hace seis meses lo encontré en una calle de Quito. Después de contarme que se quedaba en un refugio donde pagaba un dólar diario -por comida y estancia-, relató lo que había pasado con su familia. Se subió la basta del pantalón y me mostró sus pantorrillas. Tenía moretones causados por los puntapiés que alguien le había propinado. La situación de él me parece el cuento que escribió Pablo Palacio: ‘Un hombre muerto a puntapiés’. Lo conocí hace 25 años. Era un hombre sano y fuerte, que usaba su energía para ganarse la vida en una empresa de dulces. Con el tiempo, su salud se fue deteriorando. No solo tenía huellas de maltrato, también estaba enfermo. Cruzaba la quinta década de existencia y las canas ocupaban toda la superficie de su cabeza. Su ropa tenía huecos y estaba sucia. Hace pocos días una conocida me habló de él. Me dijo que habían encontrado su cadáver debajo de un puente, a las seis de la mañana. Al parecer, el frío de la madrugada lo mató. Antes de morir, según me contó nuestra ‘amiga en común’, acudió a sus familiares en busca de ayuda. Creían que estaba loco y prefirieron abandonarlo a su suerte. La historia me conmovió y me sigue perturbando cada vez que veo personas en las calles o carreteras del país que hablan solas, que se abrigan con las páginas de un diario tirado a la basura o mendigan un pedazo de pan en algún restaurante. Según la Senplades la pobreza en el Ecuador se redujo a la mitad (48,7%) durante la última década. Sin embargo, todavía no se ha erradicado por completo. Las personas que viven en situación de pobreza corren más riesgo de que sus derechos sean vulnerados. Este lunes, cuando se conmemora el Día Mundial de los Derechos Humanos, es una buena ocasión para recordar historias como la del hombre que murió de frío… roque@lahora.com.ec

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www.lahora.com.ec esta sección representa el pensamiento de los editores. los escritos de los colaboradores solo comprometen a sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento del periódico.


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