Los Ríos 12 de Abril del 2015

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ensayo

O

Ecuador, domingo 12 de abril de 2015

Alfonso Endara y el

MARCO ANtONiO RODRíGuez

Retrato

‘esMeRAlDeÑA’

Alejado de cenáculos, reacio a buscar fama y fortuna, austero, digno y creyente, Alfonso Endara (Quito, 1960) jamás se ha acercado a críticos o reseñistas, por lo que no consta en ningún diccionario o antología de las artes plásticas ecuatorianas. El maestro Endara, alta cifra del arte académico de los últimos decenios, emigró hace poco del centro norte de la ciudad donde vivió la mayor parte de su vida para buscar en el valle el silencio propicio para su creación. En una ciudadela cerrada, ha levantado su nuevo espacio junto a su compañera, artista también, y en este continúa dedicado por entero a su arte. Tiene mercado dentro y fuera del Ecuador que toca a su puerta, sin que él se precipite. La insatisfacción es la señal privilegiada de su camino creativo. ¡Cómo hurga en sus personajes, cómo profundiza en sus ánimas, cuánto dominio de la figura humana y su inextinguible gama de colores hay en sus nuevos trabajos! El arte —como toda forma de vida— es una conjunción de espíritu y materia, y aunque vacilemos en definir el espíritu, sabemos que existe y que construye una sutil esencia que se propaga solo en los vasos de la armonía. Prevalece en la naturaleza y en la vida, pero no aparece en nuestras imitaciones, salvo que la materia haya sido recreada. Endara logra eso. No se dibuja la belleza ni se la fragua, solo es posible nacerla, sacarla a la luz en un golpe de gracia, y él lo consigue. La suya es pintura en movimiento. Impensable la inercia. Visión y creación se unimisman en ella. Por eso nos devela luces profundas y móviles; por eso siempre que visito su taller me insuflo de vida. la sustancia ‘mística’ de endara

Todos sabemos —aunque sea de manera intuitiva— lo que es el arte, y muchos nos hemos preguntado más de una vez qué relación guarda la pintura o la música con las imágenes abstractas de las religiones y con ese fondo de misticismo (más en su acepción de cerrado, recóndito, para los renuentes a aceptar una divinidad) que se descubre como iluminado por el fulgor que irradia en todas las grandes creaciones. Quizás estas elucidaciones suenen a decimonónicas, pero no es así. (Claro, la palabra misticismo puede cambiarse por aura como querría Walter Benjamin; por misterio, como lo hace Luis Felipe Noé —ateo confeso—, o por algún otro término. En el caso del maestro Endara, hay un halo de misticismo evidente en su obra. El misticismo es el fenómeno más propio de los seres humanos en quienes se halla altamente desa- el Dato breve digresión sobre misticismo rrollada la vida espiritual, a través del pensamiento o del Creamos o no en una divinidad, algo hay en todo creador arte. El arte es un producto del sentimiento en el que la genuino que perturba la simple retina del crítico o del obEl pintor Alfonso inteligencia razonadora se halla represada —por así decir- Endara ha partici- servador, remitiéndole a estadios superiores aún no exploen más de lo—, durante el instante del acto creador. De modo que no pado 40 exposiciones rados por la ciencia, aserto este que disgustará a ciertos ditiene nada de extraño la extraordinaria refracción del sen- entre individuales letantes (o ateos convencidos). No es este espacio adecuado y colectivas. timiento religioso en las obras más perdurables de la músipara dilucidar a fondo tema tan intrincado, sin embargo, ca, la pintura y la poesía, y hasta en la propia arquitectura. valen proponer algunos episodios y personajes que refuerY en la obra de Alfonso Endara —fiel practicante de la palabra de zan lo expuesto. Kepler, con sus leyes planetarias, experimentó Dios—, se explicita este hecho por una ley de correspondencia entre el una profunda crisis, pues no cabía en su pensamiento el que Dios autor y su creación, pues él se ve conminado a comunicar a todos sus hubiese esperado miles de años para revelarlas. Descartes y su lienzos las imágenes menos aparentes que se dibujan en su espíritu. sueño profético, que lo llevó en devota peregrinación a un santuaLo que elaboran sus manos —guiadas por sus interioridades— lleva la rio. Newton, descubriendo la faz de la divinidad en la mecánica sustancia transformada de su alma y el fruto de sus cavilaciones más celeste. Y nadie menos que Kant, quien creyó propinar un golpe de inconscientes. Tenga o no conciencia del carácter de los elementos que muerte al misticismo en su más amplia gama, abriendo portillos se deslizan en sus obras, no puede evitar que sus composiciones sean de luz ‘religiosa’ en su ‘Crítica de la razón pura’. ¡Qué decir de los como pliegues desdoblados de su misticismo. Es posible que el maes- innumerables grandes artistas dándose de bruces contra sus irretro Endara no reconozca en sus obras esos elementos subrepticios ductibles dudas sobre la existencia de Dios! En todo caso, el arte porque la calidad estética no se resuelve siempre en una capacidad pictórico del maestro Endara exhala un halo mistificante que crítica, pero allí están presentes, vivos, cautivantes. aporta a esa bella sapiencia que fluye por su creación.

“Endara pinta desnudos en lo más que erotismo, armonía, éx

‘OtAVAleÑA’

‘DiGNiDAD’


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