Edición impresa Revista Judicial del 7 de septiembre de 2012

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REVISTA JUDICIAL C00

VIERNES 7 DE SEPTIEMBRE DE 2012 La Hora QUITO, ECUADOR REVISTA No: 10082

LUNES 24DE NOVIEMBRE DE 2008 La Hora QUITO, ECUADOR

Director DR. FRANCISCO VIVANCO RIOFRÍO

Editora LCDA. NATHALY SALAZAR BRITO

ES UNA EDICIÓN DE DIARIO LA HORA

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El papel de los estudiantes de Derecho en la transformación del Sistema de Justicia Conjeturar acerca del posible papel que han de desempeñar los estudiantes de Derecho en el proceso de transformación del sistema de justicia en nuestro país no es tarea fácil; mucho menos si se trata de escribir –con estilo– todo ese grupo de reflexiones que caen sobre el entendimiento como caería el agua de una cascada sobre la cabeza de un bañista. Parece simple que el alumno de la más noble de las ciencias sociales pueda manifestar instantáneamente cuál debería ser su labor en tan ardua y loable misión; pero para esto, se necesita capacidad de autocrítica, y es cualidad de la que carecemos la gran mayoría de ecuatorianos. Es menester – más que atrevido– revestirse de valor para mirar en el interior del común aprendiz de esta cátedra, y más aun, hay que ceñirse con inteligencia y osadía para poder descifrar aquella conciencia colectiva que invade las facultades de Jurisprudencia a fin de descubrir qué es lo que debería hacerse y qué es lo que puede hacerse en virtud de nuestras capacidades. “El que sabe: sabe, sino... Sociales,” es la frase célebre que retumbó en los oídos de aquellos que, antes de decidirse por esta carrera, cursaron la especialización de Filosófico-sociales en la secundaria. La expresión, notablemente discriminativa, suena ya desde hace décadas en nuestro país, con la inequívoca intención de alegar que las ciencias exactas son superiores y más complejas; y las reacciones de quienes fueron el detonante para que el

lema distintivo se mencione han sido similares, aunque la esencia de los que la acogen es distinta. Está muy claro que hay dos grupos notablemente reconocibles que se deciden por el camino de ésta menospreciada especialidad: aquellos que por convicción amaron las ciencias sociales desde sus inicios, y aquellos que realmente concuerdan con el eslogan porque nada podían hacer, y en nada podían pensar, sin siquiera intuir que la poca aptitud para la resolución de problemas matemáticos, o la poca entrega al contacto con la naturaleza no los hace ‘sociales’ sino que los pone al nivel de verdaderos asnos. Pero, ¿Cuál es el fin de analizar a los ‘sociales’ de nuestros colegios? Solamente se trata de explicar el origen de la gran mayoría de jóvenes que se han venido sentando, se sientan y se sentarán en los pupitres de las distintas facultades de Jurisprudencia a nivel nacional. Así pues, de los que amaron la especialización en la secundaria, muy pocos serán los que decidan ingresar a estudiar Derecho, ya que la carrera es muy mecanicista a sus ojos y a sus deseos de aprendizaje, y correrán hacía otras que, no prometiendo ser onerosas, nutrirán sus particulares entendimientos. Y por desgracia, los otros, (me refiero a los que les calza la frase en contra de la especialidad social y que son la mayoría) si por suerte o bondad del destino, logran entrar a la universidad, posiblemente optaran por el camino jurídico. Entonces las Facultades de Jurisprudencia

estarán compuestas por: los que siempre supieron que el Derecho era lo suyo (o al menos tenían habilidades referentes al arte o al criterio); y el grupo que sin saber nada, se hizo sociales1. Éste último contingente humano es objeto de preocupación, porque podría ser la eminente razón de las carencias y defectos de los juristas, legisladores, abogados y operarios jurídicos de nuestro país. La lógica es muy simple: El que fue un estudiante secundario indisciplinado, vago, y rudo en su aprendizaje, lo será también cuando sea estudiante de Derecho; por lo tanto, -si es que consigue su título- en el ejercicio de la profesión será un abogado incompetente, un legislador insensato, entre tantas otras cosas, una persona corrupta, que lucirá como diadema todos sus actos pueriles. Sin lugar a duda, “El que sabe: sabe, sino... sociales” no solo menosprecia a la ciencia que construirá hombres del futuro como pilares de ésta nación (políticos, economistas, periodistas, críticos sociales, artistas, impulsadores de la cultura, legisladores y operadores jurídicos) sino que ahuyenta a potenciales genios de la sociedad, llevándolos a las utilitarias ciencias exactas, y atrayendo –tristemente– a los rezagos facilistas de los colegios. Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente, y esbozando ideas, ¿Es posible deducir cuál es el pensamiento general de los estudiantes que ingresan a las facultades de jurisprudencia?

Para esto, bastará con recordar el primer día de clases. Nunca falta el interesado profesor que pregunta cuáles son las expectativas

que tenemos y por qué nos decidimos por la carrera. Las respuestas son variadas, y honestamente denotan ingenuidad, pero ningún nuevo estudiante de las ciencias jurídicas deja de reconocer que su deseo perenne es el de trabajar para los más necesitados; por la construcción de un mundo más justo; para cambiar todo lo que está mal y construir un nuevo sistema de justicia. Y sobre sus proyecciones: se reparará que algunos se miran en el futuro como jueces de nuestras Cortes, como abogados de libre ejercicio en materias de bajo interés pecuniario -familia o laboral-, otros como políticos, y un considerable número –por lo menos, de nuestra querida universidad– ansía las luces y el glamour que aparenta el camino de la diplomacia y el Derecho internacional. Recuerdo que en mis primeras semanas de estudio en jurisprudencia, mientras

caminaba por los pasillos, una compañera de curso superior, como ofreciéndome tutorías me dijo que cuando se ingresa a la facultad, se siente el deseo de cambiarlo todo y todavía se cree en la posibilidad de trabajar por la justicia, pero mientras uno se sumerge más en el Derecho, caes en cuenta de que eso no está al alcance. Esto solo puede significar que el hombre nace bueno, pero la facultad le corrompe2. ¿Es posible? y siendo así, que aquellos que ingresan guiados por la estrella de la justicia van perdiendo su ‘norte’, ¿Qué sucederá con aquellos que ya traían vicios morales y un eslogan bien marcado es sus frentes3? No queda más que ahondar en esta terrible hipótesis: ‘el mundo del Derecho quebranta el espíritu CONTINUA EN LA PÁGINA - C2

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