Diario La Hora Zamora 11 de Octubre 2018

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Jueves, 11 de OCTUbre de 2018 La Hora ZAMOrA

Cómo ser madre, lejos de la Culpa y la flagelaCión Del blog hacia el papel

I

‘La madre que puedo ser’ es un relato diáfano. Editorial Paidós publica esta obra de Paulina Simon Torres. La vida es un huracán. En cada etapa se desplaza a velocidades distintas. Paulina Simon lo sabe bien. El huracán escala 5 de sus días de soltería –llenos de adrenalina y cine documental– se convirtió en una brisa que no deja de despeinar apenas se convirtió en mamá. Paulina empezó a armar pañaleras, pero una de ellas se le hizo muy pesada, porque la llenó de sentimientos de culpa. Con dos hijos en su vida, esta profesora de cine hizo un exorcismo textual. Escribió un relato de lo que significaba ser mamá para el portal feminista Soy la Zoila. El título: ‘La mala madre’. Y ese posteo llegó a los ojos de Editorial Paidós. Sus editoras se contactaron con Paulina y le propusieron desarrollar una historia de largo aliento: el relato sencillo y diáfano de una madre de clase media que lucha por superar miedos y autoflagelaciones. La publicación ya circula en Argentina y la web. Y en Quito se presentará durante la Feria del Libro de noviembre. ¿Empezar a ser madre es una experiencia –en el buen sentido de la palabra– matricida de toda las madres que, por buena intención o por invasión, se involucran en la nueva familia?

Qué difícil decirlo, pero es así. Lo bueno es que eso solo ocurre al inicio. Siempre hay esa sensación rebelde de decir que si voy a ser mamá tengo que hacer todo diferente de lo que hicieron mis padres conmigo y de lo que mis abuelos hicieron con mis padres. A la larga terminas haciendo lo mismo, en un formato más suave y permisivo. Pero tras esa idea matricida viene un sentimiento de orfandad: no tienes idea de qué hacer con los guaguas. ¿Por qué esa rebeldía entre generaciones?

Es un rollo. Pero en el proceso de aceptación de todo lo que te heredan las generaciones que te sostienen, llega la paz. ¿Paz como resignación?

No: como una tregua contigo misma. Y en esa tregua ves que la ma-

°

Soy la Zoila es un blog feminista dirigido por la periodista Vanessa Terán. En mayo de 2017, ella invitó a Simon a escribir un relato sobre lo que representaba ser madre de dos niños. Un tema en apariencia muy sobrio… El texto se llamó ‘La mala madre’. De tantas vueltas por el ciberespacio, el relato fue a parar a los ojos de ‘La Rusa’, una de las editoras del sello argentino Paidós. “Hace tiempo que quiero armar un libro sobre el tema”, le escribió. Y así ahora ese ‘post’ se convirtió en un libro de largo aliento. Un texto transparente sobre la maternidad en el siglo XXI, alimentado por las fotografías de Armando Salazar, pareja de Simon, las cuales en sí mismas abren otra historia sobre la epopeya que se vive puertas adentro al criar a dos niños.

Siempre hay esa sensación rebelde de decir que voy a hacer todo diferente de lo que hicieron mis padres. A la larga terminas haciendo lo mismo. ternidad es un oficio que se aprende en la cotidianidad. Y aprender es dejarse fluir para no vivir en pánico a tiempo completo. ¿Cuándo se rompe el cordón umbilical con una sociedad normativa que nos dice incluso de qué sentir pánico?

Con la fuerza de voluntad de mirar por tu familia y por ti. Porque el pánico crece cuando quieres darle la talla a todo el mundo, bajo nociones de éxito y seguridad. En esa sociedad de pánicos y seguridades, hay quienes demonizan la lactancia materna y la leche de fórmula por igual. ¿En qué justo medio ubicarse?

La consigna es hacer lo mejor que puedas, según las circunstancias de cada momento. Si no, solo siembras frustraciones. Y sentimientos de culpa. ¿Por qué se ama el ‘látigo’ de la autoflagelación?

Pucha: eso es muy andino. De repente tu guagua te dice que eres mala porque no le diste más chocolate, o el otro se cae en tus narices y sientes que ‘en verdad’ eres mala, o no te diste cuenta que los mocos y la gripe se convirtió en sinusitis, y justo se acaba el gas del calefón y el guagua tiene que bañarse los tres últimos segundos en agua fría, y tras todo ello ‘confirmas’ que eres mala madre… Qué rollo. El título de la obra, La madre que puedo ser, tiene una doble resonancia. Deja ver una experiencia en proceso y también un nivel de aceptación. ¿Cómo se llega a esas ideas?

Entendiendo que soy humana y no una máquina para complacer. En una cultura que apunta al exceso de atención, hay que sincerarse con los niños y adecuar todas las opciones para que ellos decidan. Y si deciden aburrirse, bien; porque el aburrimiento es

La autora deL reLato Paulina Simon (1981) estudió comunicación en la Universidad Católica. Cuenta con una maestría en literatura infantil y juvenil por la Universidad Técnica de Loja y otra en Escritura de guiones por la Universidad de La Rioja. Fue crítica de cine en varios diarios del país. Actualmente es profesora en el Incine y en la Univeridad San Francisco de Quito. próspero, decían los amigos Montessori.

En ese contexto ¿cuál se diría que es el equilibrio? Frente a ello, recuerdo una frase que decía que la maternidad tiene que ser como la advertencia del uso de mascarillas de oxígeno cuando hay problemas en un avión: primero se atiende usted y luego salva al resto. En el día a día debes darte tu lugar, porque cuando los chicos se vayan, vos te quedas fregada porque has generado una dependencia hacia ellos. ¿El cordón umbilical vuelve a reconstruirse?

Si no te das tu lugar, sí. Y cuando cedes en muchas cosas, luego acumulas frustraciones y tales frustraciones a la larga potencian un malestar intergeneracional en tanto una generación siempre está esperando retribución de la que le sigue. En mi ámbito profesional he cedido en muchos aspectos. He renunciado a becas y maestrías en el exterior. Pero ahora no me hago

líos: hago lo que puedo hacer y por eso, por ejemplo, ahora sigo una maestría en línea. Es decir, al final nunca renuncias del todo a lo que quiere ser. El libro llega en una coyuntura compleja en la cual, por una parte, cada vez más mujeres deciden no tener hijos y, por otra, también crece el número de niñas a quienes, tras una violación, la sociedad les obliga a convertirse en madres. ¿Qué ‘tsunami’ espera con la publicación?

No lo sé. Mientras escribía el libro, mi mayor preocupación era defender mi derecho a escribir esta historia. A la par me cuestionaba: ¿a quién diablos le iba a interesar la historia de una mujer de clase media, con estudios? Vuelve la carga de la culpa…

Totalmente. Recurrentemente me llegaba un sentimiento de autoflagelación y me decía que con qué derecho escribo lo que escribo si en la misma colección de la edito-

En una cultura que apunta al exceso de atención, hay que sincerarse con los niños y adecuar todas las opciones para que ellos decidan por sí mismos. rial que publica mi historia hay el testimonio de una madre que vive con un niño con Asperger… Pero en el libro hay una intención de universalidad desde lo cotidiano, que rompe con una ‘esclavitud’ de los grandes relatos… Mis propias editoras me decían que no me azote con esa preocupación. Y entonces en el proceso narrativo aprendí a ya no juzgarme tan duramente. Habemos muchas personas que queremos contar cómo es ser madre en la contemporaneidad, sin que estas experiencias estén atravesadas por la tragedia o la enfermedad. Y lo digo con todo respeto hacia quienes sí se enfrentan a esos retos. (IFP)


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