La Hora Cotopaxi 09 octubre 2013

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COTOPAXI

CYAN MAGENTA YELLOW BLACK

OPINIÓN A4 tiempo lectura 15 min.

MIÉRCOLES 09 DE OCTUBRE DE 2013 La Hora COTOPAXI O

Gratitud Solamente siempre al puedes tener favor es un paz si tu la deber justo y grato proporcionas”. y por eso el MARIE hombre ingrato es un monstruo que da horror”. JOSÉ JOAQUÍN DE OLMEDO PATRIOTA Y POETA ECUATORIANO (1780-1847)

JUAN FERNANDO CARPIO

¿De quién es el Yasuní? John Locke observó que los seres humanos pueden adquirir propiedad de tres maneras sin perjudicar a otros al hacerlo. Es decir, existen reglas lockeanas para la adquisición justa de propiedad. Estas son: a) la apropiación original de recursos sin dueño actual, b) producción, es decir recombinación de elementos, y c) intercambio, que incluye el regalo/herencia que es simplemente un intercambio deliberado por nada. Las normas lockeanas respetan la regla dorada de Kant de que una norma, para ser legítima, debe aplicarse universalmente a cualquier individuo si se halla en similares condiciones. Por eso Locke y la historia de los EE.UU. están tan íntimamente ligadas: nunca antes partes tan grandes de un país (New England y el Oeste) fueron colonizadas de manera tan limpia. Lo mismo ocurrió con Suecia y Noruega en su momento, así como Irlanda e Islandia durante el medioevo. La propiedad se adquiere sin feudalismo, sin Estados invadiendo o imponiendo falsas aristocracias de la tierra. Nada de esto se cumple cuando hay una conquista de un Estado a tierras ajenas –conocemos eso como imperialismo o colonialismo- o las arbitrariamente propias atrapadas en ese Estado. El Yasuní tiene habitantes, por cazadores-recolectores que sean, que preexisten a la República del Ecuador. El hecho de ser cazadores-recolectores implica que aún no poseen los elementos civilizacionales de lenguaje escrito y tecnologías culturales que permitirían alegar su derecho a la autodeterminación frente al Estado. El Yasuní no es de todos, menos aún del Estado. Sus actuales ocupantes taromenanes y tagaeris tienen prioridad para apropiar esos terrenos si descubren cómo comuniquérnoslo de formas que nosotros, en nuestra torpeza aparentemente infinita, podamos entender. jfcarpio@gmail.com @jfcarpio en Twitter

Limitar y controLar

En la accidentada historia continental, sembrada de dictaduras y regímenes supuestamente democráticos o totalitarios, la censura de una noticia, un libro, una película o algún documento que pudiera pueda diferir del discurso oficial era cosa cotidiana y consustancial con su naturaleza. Por las redacciones de los medios aparecía el censor, quien tenía la última palabra sobre qué se debía escribir y cómo. Uno de ellos, según se recuerda, despojó de su santidad al poeta San Juan de la Cruz, sosteniendo que su gobierno “no le haría nunca el juego a la Iglesia”. Otro censor mandó a quemar un libro de un joven poeta, porque sus ideas resultaban decadentes en una sociedad llamada a “construir” un “hombre nuevo” despojado de cualquier decadentismo pequeñoburgués. En el “socialismo real” el periodista, escritor

NELSON SÁNCHEZ VILLACÍS

Tercera edad Pasados los sesenta y cinco años las personas adquieren ciertos beneficios en los pasajes en ciertos trámites en la atención médica y algunos otros aspectos de la vida diaria, esto por decreto, ya que propiamente el llegar a esa edad lo que trae de acuerdo a los comentarios de las personas que han trascurrido su vida productiva, se vuelve un calvario la existencia diaria. Han pasado las épocas en los que las personas mayores eran consideradas seres especiales a los cuales se les consultaba sobre los problemas más disímiles gracias

o pintor que abandonaba el país desaparecía de los manuales escolares y hasta de los diccionarios. En Rusia se conoció ‘El Doctor Zhivago’ de Boris Pasternak, Premio Nobel de Literatura, después de la caída del Muro de Berlín. En Cuba pocos jóvenes saben de la existencia de alguna novela de Guillermo Cabrera Infante, ni han leído algún otro periódico que no sea el ‘Granma’. Limitar y controlar la libertad de expresión, cualquier opinión contraria al orden establecido, es labor primordial del censor. Hoy a la censura se la “disimula” con una rara “democracia” que se practica con el apellido de “participativa”. Y al censor se le presenta como alguien cuya tarea (curiosa y humillantemente) es la de mejorar la calidad de los medios de comunicación.

a la experiencia que recogieron durante su existencia. El hecho del retiro de sus actividades diarias si las personas no están preparadas, puede llegar a ser un problema mayor, si a esto se junta la forma de trato que la sociedad da a las persona mayores está creando un problema, que las instituciones gubernamentales deben tomar muy en cuenta porque se está afectando a un sector de la sociedad que cada vez tiene mayor número de integrantes. Estamos en la época de la juventud, esta es sinónimo de poder y decisión, mientras más joven es y tiene mayor preparación el escalamiento de posiciones es mucho más rápido, desde luego como todo en la vida tiene sus contrapesos, a edad que se consideraba de plena productividad es decir los cuarenta años, ya empiezan su declive, encontrando reemplazos entre los más jóvenes. De ahí hasta llegar a la edad de jubilación el problema sobreviene para encontrar traba-

jos que se acerquen a la remuneración que tenían cuando estaban en el pináculo de su carrera que ahora es diez años menor que antes. Se pudiera tomar como exageración pero las experiencias de personas que han sido canceladas de sus puestos para dar paso a otros más jóvenes son cada vez más numerosos. Que decir entonces de aquellos servidores públicos y privados o personas que han llegado a los sesenta años y que todavía les queda arrestos para entregar su aporte, que no encuentran donde se les reciba para poder llevar el sustento diario para su familia. Más triste todavía es la forma de trato que reciben los jubilados los que debido a que sus ingresos son mucho menores que en su edad productiva no encuentran el apoyo requerido menos aún si tienen problemas propios de la edad. La conclusión más triste es que todos tenemos que llegar a este momento.

JORGE OVIEDO RUEDA

‘Marcola’ ¿Ha oído ese nombre, amigo lector? ‘Marcola’ es el alias de Marcos Camacho, capo brasileño que dirige, desde la cárcel, una organización criminal llamada Primer Comando de la capital (PCC), en Sao Paulo. Un amigo brasileño me decía. “En el Brasil hemos llegado a tal extremo que, dolorosamente, tenemos que darle la razón a Marcola.” Sólo ahora que me ha enviado una entrevista que la cadena O Globo realiza al capo, puedo entender lo que quería decirme. Lo que dice es válido para la civilización capitalista. Con una fría y descomunal inteligencia, Marcola sostiene que la indiferencia de las autoridades del Estado terminó por crear el ahora impenetrable mundo de la Villamiseria en la que vive una nueva especie de seres. “No hay proletarios” dice, “infelices, o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad. Estamos delante de una especie de post miseria.” “La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes.” Opina Marcola que por los canales “normales” no hay solución posible. “Ustedes son el Estado manejado por incompetentes”, dice con una pasmosa lucidez. “Estamos todos en el centro de lo insoluble. Sólo que nosotros vivimos de él y ustedes no tienen salida. Nosotros ya trabajamos dentro de ella. Entiéndame, hermano, no hay solución. ¿Saben por qué? Porque ustedes no entienden ni la extensión del problema.” ¡Increíble! Marcola se erige como un profeta de la destrucción. El alacrán del capitalismo envenenándose con su propia ponzoña. joviedo@lahora.com.ec

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