Edicion impresa REvista Artes del 31 de julio de 2011

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CYAN MAGENTA YELLOW BLACK

Ecuador, domingo 31 de julio de 2011 una idea un poco abstracta de que necesitaba irme para llegar a ser el escritor que quería ser. Pero, aunque las razones fueron esas, siempre he dicho que si el tomar esa decisión me resultó menos difícil de lo normal fue porque me había criado en esa ciudad violenta y hostil. Una ciudad que te quita espacios y que nos fue expulsando de a poco y, ahora, creo que fue la mejor decisión irme de ahí. Hoy es la única razón por la que puedo escribir.

par una sonrisa que se transforma en una rápida carcajada). He cometido varios errores. Tengo mi propio prontuario. Dentro de la literatura colombiana, ¿cómo es el vivir bajo la sombra de García Márquez? ¿Qué opina del boom latinoamericano?

¿Con su libro, al parecer, se puede narrar la realidad colombiana contemporánea sin caer en la narconovela?

Escribí esta novela porque echaba de menos eso. Creo que el narcotráfico en la novela está como que alejado de la verdad. Se ha frivolizado y es lo que hacemos con lo que nos preocupa y nos violenta. Nuestras sociedades convierten en broma a todo lo que no suele hacer daño y todo se vuelve espectáculo y, quizás, es saludable hasta cierto punto, pero impide la reflexión y la comprensión. Esto se ocupa del aspecto externo y lo que debería interesarnos es qué pasó adentro. Eso es lo que busca mi novela, meterse en el alma de la gente y exponer lo que les pasa en su interior. Es como ser un historiador de las emociones de mi generación.

“A mí nunca me han pegado un tiro, pero desde un punto de vista emocional es, quizás, mi novela más autobiográfica”. JUAN GABRIEL VÁSQUEZ ESCRITOR.

Más allá de lo generacional, ¿con qué personaje se identifica: Yammara o Laverde?

Eso es difícil. Creo que con Yammara, indudablemente. En el caso de Laverde fue el personaje que más invención requirió y fue construido sobre esa observación de lo externo. Yammara, en cambio, de todos mis narradores es, quizás, el que narra con mi propia memoria y habla de la violencia que soportaba Colombia en los 80’. Ese crecer con el miedo o acostumbrarse al miedo, que es peor: las condiciones de vida que uno toma para convivir con la amenaza. También, con Yammara, en las relaciones personales como que se da una especie de exorcismo donde vuelco los peores miedos. A mí nunca me han pegado un tiro, pero desde un punto de vista emocional es, quizás, mi novela más autobiográfica.

No. Esta novela vino a interrumpir otra que estaba escribiendo y, cuando eso pasa, no es una buena señal. Para mí es importante que exista la urgencia, el que tengo que escribir esto porque tengo que hacerlo; cuando eso se pierde ya no hay sentido. Si esto sucede es muy difícil que recupere lo que estaba escribiendo. Entonces, honestamente, no sé que libro viene después. No tengo ni un proyecto ni una idea clara sobre lo que se viene. ¿Quizás, la interrupción de ‘El ruido de las cosas al caer’ sobre su novela que quedó inconclusa se debe al estruendo que provoca, como que dejó sorda a la otra?

Perfil

Juan Gabriel Vásquez Escritor colombiano, Bogotá, 1973. Sus relatos se recogen en el libro ‘Los °amantes de Todos los Santos’, y además de ‘El ruido de las cosas al caer’ ha publicado las novelas ‘Los informantes’ e ‘Historia de Costaguana’. También es autor de la recopilación de ensayos ‘El arte de la distorsión’ y de una breve biografía de Joseph Conrad, ‘El hombre de ninguna parte’. Es columnista del periódico colombiano ‘El Espectador’. Actualmente reside en Barcelona, España.

¿Usted sigue virgen en el tema de los errores?

No, desde luego que no (lo dice mientras deja esca-

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Sí. Como que esta novela también fue una pausa en mi vida. Los viajes del premio, por ejemplo, los estoy dedicando a leer. Para mí, todo esto, es como una beca de lectura. Horas de aviones y aeropuertos que me permiten leer. Es una lectura gratuita porque lo hago para entretenerme, más que para trabajar. Lo digo porque mis lecturas, por lo general, son para reseñarlas, traducirlas, o las estoy ocupando para escribir la novela que estoy escribiendo. Este tiempo leo por puro placer, que es una cosa fantástica que no me ocurría hace mucho. ¿Entonces, el ganar el Premio Alfaguara fue como regresar al 96 y retomar esos viejos hábitos?

Sí, mira, está muy bien puesto eso. He retomado los hábitos que tenía antes de escribir. Estoy leyendo por placer. Para cerrar, ¿puede definir a la literatura colombiana actual?

¿Qué opina sobre la virginidad en los errores?

Todas mis novelas hablan sobre ese tema, que es uno de los grandes que tenemos: cómo lidiamos con nuestro pasado. El pasado, como decía Faulkner, no está muerto, el pasado nos acompaña. Todos nuestros errores y todo lo que hemos hecho está con nosotros todo el tiempo. Uno escribe también para entender eso. En ese sentido, la novela es un género moral y nos ayuda a lidiar con las consecuencias de nuestros actos.

Fíjate, a mí me parece que está como de moda, en mi generación, despotricar contra el boom latinoamericano y existe ese afán de matar al padre. A mí eso me parece una tontería. Creo que le debemos mucho a esa generación que nos abrió puertas y nos dejó lecciones. La lección más importante fue el abrir la puerta de la casa para que ingresen otras lenguas y otras tradiciones, que construyen una literatura propia basándose en los libros que uno escoge, que no son necesariamente de su país o de su lengua. En ese sentido, el boom es muy importante para mí, sobre todo García Márquez. Los escritores de esa generación me enseñaron que tengo derecho a escribir sobre otras tradiciones que no sean las mías, y ese es un derecho que no quiero perder. ¿Está trabajando en algún nuevo libro?

¿La decisión de Yammara fue quedarse en Bogotá y con el Derecho, parece que su mejor decisión fue salir y dejar de lado esa carrera?

En mi caso, el Derecho fue una ruptura, una ruptura tras otra. La literatura era a lo que quería dedicarme en cuerpo y alma. Entonces, empezaron estas rupturas: me fui del país, me fui de mi casa, me fui de mi carrera y, con esto, rompí la tradición de la que vengo: una familia de abogados, y era lo que esperaban que yo sea. Pero todas estas rupturas son las que me han acercado más a Colombia. Esa distancia geográfica es la que me ha permitido escribir sobre mi país y entenderlo mejor.

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protagonista

...Usted es muy joven, Yammara, tan joven que tal vez siga virgen en esto de los errores. No me refiero a haberle puesto los cachos a su noviecita, no es eso, no me refiero a haberse comido a la noviecita de su mejor amigo, ésas son cosas de niños. Me refiero a los errores de verdad...” FRAGMENTO DE ‘EL RUIDO DE LAS COSAS AL CAER’.

A mí me parece que está pasando por un momento muy rico. Hay libros como de cuatro o cinco generaciones distintas, y no te hablo de García Márquez y Álvaro Mutis, porque como que ellos están de salida. Pero hay personas de 60, 50, 40 años que están publicando activamente, y eso genera un panorama muy interesante de visiones muy variadas de lo que somos. Incluyo las novelas que no hablan de Colombia, que son otra manera de contribuir. Esa diversidad de puntos de vista y ese retrato que hace cada generación son dos aspectos que me parecen apasionantes. ddelatorre@lahora.com.ec


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