CYAN MAGENTA YELLOW BLACK
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15 De
memoria
Ecuador, domingo 16 de noviembre de 2014
PROestAs. Las demandas populares demostraron la crítica situación que atravesaba la sociedad ecuatoriana en 1922.
nOVIemBRe
Gallegos Lara y Baldeón
GeRmÁn RODAs CHAVes “ El gran actor de la historia es el pueblo. Cualquier otra forma de estudiar los procesos históricos es parcial y posee una mirada oblicua con una alta dosis de subjetividad. El impacto de determinadas circunstancias en la vida de los pueblos suele constituirse parte del acumulado de las diversas expresiones artísticas, literarias, plásticas y, por ese camino, son una forma adicional de guardar en la memoria colectiva los acontecimientos fundamentales de la vida de los diversos conglomerados humanos. Este es el caso de los sucesos del 15 de noviembre de 1922, cuando en la ciudad de Guayaquil se produjo la brutal represión en contra de sus ciudadanos, como corolario a su lucha por lograr condiciones de vida dignas, y de la cual Joaquín Gallegos Lara nos dejó una novela excepcional. Revisemos los contextos sobre los cuales escribió Gallegos: los ferrocarrileros de Durán en la segunda quincena de octubre de 1922 iniciaron una huelga reclamando por sus derechos. Esta huelga recibió el apoyo de distintas organizaciones de la provincia del Guayas. La huelga llegó a su final el 26 de octubre cuando se atendió los pedidos de los obreros. Los sucesos señalados impulsaron, a partir del l7 de noviembre
de 1922, otras luchas y reivindicaciones de núcleos distintos de trabajadores de Guayaquil -como los trabajadores eléctricos o los del transporte- quienes exigieron mejoras salariales y el cumplimiento de las ocho horas laborables. Las demandas populares demostraron el nivel de crisis por el cual transitó la sociedad de aquel periodo, como efecto, entre otras cosas, de la incidencia provocada por la Primera Guerra Mundial en diversos sectores de la economía porteña. No obstante, los reclamos sociales al Régimen tuvieron como respuesta la represión del presidente José Luis Tamayo. En efecto, la multitudinaria marcha popular de reclamo del 15 de noviembre de 1922 fue dispersada a bala. Posteriormente, los cuerpos inertes de los caídos fueron atravesados con bayonetas para después lanzarlos al río Guayas, para pretender, de esta manera, esconder el crimen colectivo perpetrado por el poder. Alfredo Baldeón fue de los primeros asesinados cuando en la panadería del propietario de apellido Chambers, ubicada en la calle Coronel, partidarios de la huelga pidieron que dicho establecimiento cerrara sus actividades y que sus trabajadores se sumaran a la marcha que recorría las calles de Guayaquil.
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Los trabajadores de la panadería, cuando intentaron cerrar el local de trabajo, fueron agredidos por su propietario y por miembros de la Policía. En la agresión armada, que afectó a diversos ciudadanos que respaldaban la actitud de los trabajadores de dicho establecimiento, pereció Alfredo Baldeón, uno de los pobladores en huelga. En 1946, el escritor guayaquileño Joaquín Gallegos Lara puso en circulación la novela denuncia de los sucesos del 15 de noviembre de 1922, titulada ‘Las cruces sobre el agua’. El personaje central de esta novela de denuncia es Alfredo Baldeón, cuya presencia en las páginas de la novela no solo se refiere al momento de su muerte, sino que, con el talento del novelista guayaquileño, se constituyó en el personaje que nos guía de la mano para comprender los sucesos de 1922. Baldeón no solo es el recuerdo entre los centenares de muertos del 15 de noviembre de 1922, es un nombre que redime la lucha de un pueblo. La novela de Gallegos Lara es, entonces, un grito a la conciencia nacional para decirnos que la lucha de los hombres y mujeres de la Patria forman parte del camino para construir mejores días en nuestro país, a costa de todo sacrificio y por encima de toda tiranía. german.rodas@uasb.edu.ec
Poesía social de Gallegos Lara Joaquín Gallegos Lara, autor de la novela ‘Las cruces sobre el agua’ (1946), fue uno de los pioneros de la nueva corriente de contenido social de la literatura ecuatoriana en el siglo XX. Sus inquietudes por el montubio, una identidad cultural regional producto de la mezcla de las sociedades nativas del litoral y serranía con esclavos negros, españoles, criollos y mestizos de aquella época, se puso en evidencia desde 1933 cuando escribió su poema ‘Canto al Montubio’, del que ofrecemos un fragmento.
Canto al Montubio Un HOmBRe Si con un hacha se labrase sobre el tronco de un guayacán o de un pechiche, brotaría menos pujante que el montubio, menos bronco, algo, a lo que faltara el alma todavía. El alma más ardiente que una copa de puro, más triste que la prima rota de una guitarra, más sonora que la marea en el bajo oscuro, más vencida que rama que se desgarra. Porque se va el Montubio. Los hombres ya no son los mismos. Ha cambiado el viejo corazón de la raza morena enemiga del blanco. La victrola en el monte apaga el amorfino. Tal un aguaje largo los arrastra el destino. ¡Los montubios se van p’abajo der barranco!