la100aga N10 by losde LA100AGA

N.10 _01/2013

Los de LA100AGA preguntan: ¿Qué pasa si piensas en “Deseo”?

Portada/Contraportada: Esperanza Conejero LA100AGA. Nº10. Enero 2013. Publicación digital mensual gratuita ISSN 2014-5608 www.la100aga.blogspot.com.es Información: la100aga@gmail.com Subscripciones: siguela100aga@gmail.com Colaboradores: colaboradoresla100aga@gmail.com Difusión: difusionla100aga@gmail.com Miembros de LA100AGA: Belén Fernández, Ciça Bracale, Vanessa Madrid, Vera Moledo, Xavi Cano. LA100AGA no se responsabiliza de la opinión de sus colaboradores.

Deseo (Del lat. desidĭum). 1. m. Movimiento afectivo hacia algo que se apetece. 2. m. Acción y efecto de desear. 3. m. Objeto de deseo. 4. m. Impulso, excitación venérea. arder en ~s de algo. 1. loc. verb. Anhelarlo con vehemencia. Real Academia Española

deseo Poema

Relato

Jauma I

MarĂa Melgarejo Monge

Esperanza Conejero

Daniel Rodriguez

Elena Lena

Ester Vivas

El duende so単ador

Fuensanta Hernandez

Lisa Mayor

6. LA100AGA

Deseo de cumplea単os / Jauma I

8. LA100AGA

Otoño de 1957. Llevaba a cabo una de mis primeras misiones tras graduarme. Casi me caí del árbol en el que estaba encaramado cuando la vi por primera vez. Llevaba varias horas de vigilancia, aburrida como todas, y ya había amanecido cuando se levantó la persiana de lo que pensaba que era el dormitorio del sospechoso. Ella se asomó distraída al ventanal, mirando hacia mí sin verme, sin saber de mi presencia, despeinada, con cara de sueño, sorbiendo lentamente de una taza, supongo que té. Tenía una cara preciosa adornada de un mar de pelo rojo, casi como una muñeca, y un cuerpo claramente de mujer, lleno, voluptuoso, que el escueto camisón apenas escondía. Fue una visión fugaz pero de un impacto sorprendente. Me quedé embobado, mirando la ventana. Tras unos minutos eternos en los que apenas pestañeé, un Corvette azul prusia aparcó bruscamente en la puerta de la entrada. Dando un portazo, salió un hombre de rasgos parecidísimos a los de la mujer. La misma cabellera de fuego asomaba bajo un sombrero borsalino. Era él. Su aspecto se ajustaba perfectamente a la descripción que me habían dado en comisaría. Lo perdí de vista unos segundos pero reapareció en el mismo ventanal en que había visto a la muchacha. Recuperé mi cámara y ajusté el potente objetivo. Gesticulaba exageradamente y de su boca salían gritos mudos que no podía oír. La atrajo de algún lugar de la habitación hacia si, agarrándole del pelo y obligándole a doblegarse hacia atrás. Le desgarró la tela del camisón dejando todo su cuerpo al descubierto. Mi dedo empezó a disparar de manera obsesiva, sin control. La imantó al cristal y pude contemplar una piel de porcelana, sin ninguna imperfección. Una piel que parecía demandar sexo a gritos. Una parte de mi debilitada conciencia me decía que debía llamar, dar la alerta de la agresión pero no podía. Mi voluntad estaba anulada ante tal espectáculo carnal. Contuve la respiración, mientras notaba como la intensa excitación se manifestaba con toda su amplitud en el interior de mis pantalones. El sonido del disparador rompía el silencio pero no provocaba el despertar de mi obnubilación. La giró hacia el cristal y, persistente en mi bloqueo, me entretuve en mirar su rostro. El terror aún la hacía más deseable. Unos senos perfectos, cuya tersura él desgastaba con su manoseo, se empitonaban en mi dirección. Casi pude llegar a notar el sabor y la rugosidad de sus pezones.

VENUS DE ROJO / M. Asunción Melgarejo Monge

Las embestidas de él, cada vez más fuertes, provocaban que la cabeza de la muchacha fuera golpeando en los cristales. Como un poseso, seguí fotografiando, imparable. La imagen empezó a emborronarse. No distinguía el cabello de ella ni el de él. Se me antojaba una mancha uniforme. Intenté acomodar la visión de mi equipo pero no retornó la nitidez. Seguí disparando. Fue entonces cuando su cabeza resbaló por un arco iris de sangre y cayó inerte al suelo. El soltó con desidia los brazos que había mantenido fuertemente amarrados e, incorporándose, extendió los suyos en señal de victoria. Estalló en una carcajada triunfal. ¿Y yo? ¿Qué hacía yo allí? ¿Cómo justificar no haber intervenido o dado aviso? ¿Por qué? ¿En qué estado de shock me había sumido? Temblando, escondido ruin detrás de unos matojos, quité la película de la cámara y llorando empecé a destrozarla con las manos y con la rabia de mis dientes. Grité mi impotencia y mi cobardía y, sobretodo, bramé mi irrefrenable deseo por esa anhelada beldad…

10. LA100AGA

Deseos / Esperanza Conejero

12. LA100AGA

Deseos / Esperanza Conejero

14. LA100AGA

REPORTAJE FOTOGRﾃ：ICO