Aprendí a decir "no más"

APRENDÍ A DECIR “NO MÁS” U N HOME N A J E A LO VI VI D O

CUERPOS DE CAMBIO

Creo que todo se remonta a mi niñez porque la gente me hizo sentir muy diferente a ellos. A mí me gustaban todas las cosas de niños y como me lo repetían todo el tiempo, empecé a pensar que ser niña era una mamera y que yo quería ser un niño. Obviamente todos a mi alrededor se burlaron y me molestaron por eso y me decían que era una freak y una rara completa, cabe resaltar que yo era muy pequeña todavía.

No me arrepiento porque eventualmente eso me llevó a explorar mi vida, pero hice muchas cosas que probablemente no haría hoy en día, y siento que de pronto experimenté cosas desde muy temprana edad y lo hice todo muy rápido.

Me hubiera gustado pensar en ese aspecto de mi sexualidad un poco después, tal vez en la adolescencia o no sé, en una época en la que cuestionarse eso fuera un poco más normal.

Igual siento que todo ese camino de mi exploración sexual fue muy importante porque fue la primera vez en la que aprendí a decir “no más”. Me dejé llevar, pero en ese proceso aprendí a poner límites a los demás, lo cual siento que es muy importante porque uno no puede dejar que los otros te expriman la vida como se les dé la gana.

Cuando me di cuenta de eso, lloré mucho, fue el dolor de abrir los ojos. Me desilusioné porque me di cuenta que vivía las angustias de todos los otros, escuchando sus dramas e intentando ayudarles y cargándome de esas angustias y malas decisiones de los demás, sin escucharme a mí misma ni a mis problemas e ignorando mis propias angustias. Por más que quisiera ser de ayuda y cuidarlos a todos de sus estupideces, es imposible que la gente actúe como uno quiere.

Y lo peor era que por andar tan pendiente de todos, yo no me conocía y me sentía como una nada, que no sabe qué le gusta, que no sabe qué quiere hacer, nada.

Después fue un sentimiento que puedo describir como cuando el monitor deja de leer el pulso del paciente y se vuelve una línea estática y plana, pero muy fácil de perturbar. Fue una paz extraña porque tuve que hacer ojos ciegos a todo lo otro que pasaba a mi alrededor, fue la primera vez que vi todo el desastre que me rodeaba y no hice nada porque no tenía nada que ver conmigo.

Luego de eso tuve que aprender a pasar tiempo sola, conmigo misma y al inicio era muy incómodo y odioso, me tenía rencor por haber sido tan estúpida tanto tiempo. Se volvía peor cuando intentaba descubrir qué era lo que me gustaba, porque me saqué varias veces a mirar ropa y cosas y a probarme cosas nuevas, pero cuando me preguntaba si me gustaba algo solo podía responderme “no sé” o “me da igual” y era demasiado frustrante. Lo bueno es que después de eso aprendí a tenerme paciencia y empecé a perdonarme de a poquitos, entendí que aunque no sabía qué me gustaba, sabía en qué la había embarrado múltiples veces, así en el momento las juzgara, eran mis embarradas y eran parte de mí.

Hasta ahora estoy muy feliz de haber pasado por eso, porque en este momento me amo y eso me ha llevado a más introspección y autoconocimiento y por ende a mejorar muchas relaciones en mi vida, en especial conmigo misma. Sé que sigo distrayéndome mucho con la gente porque me encanta escucharlas y que me cuenten sus historias, pero ahora me hago una prioridad e intento tener momentos de soledad y puedo reconocer cuándo el drama no me pertenece.

Sé que todo es un proceso y aún tengo mucho por resolver, pero ahí voy paso a paso y con paciencia aprendiendo a conocerme y aceptarme como soy.