Arte Digital

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como el ocultar lo existente y simular como el proceso de hacer evidente lo inexistente, es entonces que nuestra realidad en ocasiones cae dentro de la simulación.

Nosotros al ver un anuncio publicitario en una revista, de Marlboro por ejemplo, nos remite a los vaqueros que acampan, que llevan artículos para preparar su comida, que saben dónde conseguir lo necesario para sobrevivir. Es ese anuncio de revista un fragmento de la realidad simulado a través de la fotografía y es solo mediante el conocimiento previo y la experiencia colectiva que se vuelve real. La simulación no está peleada con lo inexistente o lo irreal. A través de las Tecnologías de la Información y Comunicación, en cualquiera de sus presentaciones, nos bombardean con simulaciones. No nos presentan los olores o calores de una película. No podemos gozar del roce de pieles en una sesión de sexo virtual. Es una mera simulación y lo cual no quiere decir que deje de existir o sea irreal. Su fundamento está en el conocimiento previo de la experiencia, sin embargo, con el aumento de variedad de impulsos sensoriales que son trasladados a los medios electrónicos, es probable que esa “base de datos de sensaciones” no sea suficiente y es entonces cuando se fragmenta la realidad a través del simulacro. ¿Qué consecuencias tendría? La respuesta a esta pregunta aún no puede ser contestada del todo, pero el ser humano es el animal con la mejor capacidad de adaptación de todos y seguramente encontrará la forma de procesar esas nuevas sensaciones. Tal vez en un futuro, como el planteado en la película El Dormilón (Sleeper) de Woody Allen, 271


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