El Momento de la Oración

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Cuando Jesús creció y se fue a predicar sobre Dios Padre y Su amor por todos nosotros, Jesús recordó cuán feliz había sido con Su familia, y trató de que cada uno comprendiera que todos somos una gran familia, con Dios como nuestro Padre. Habló sobre ser bondadoso, sobre perdonar a quienes nos ofenden, sobre atender a los que tienen hambre y a quienes no tienen familia propia. Por eso, oremos por todos en el mundo y en particular por quienes no tienen a nadie que se preocupe por ellos. Había hombres y mujeres que escucharon a Jesús y oraron con Él por quienes eran pobres o estaban enfermos o no sabían que Dios Padre los amaba. Jesús les dijo a muchos de estos hombres y mujeres: “Me alegra que estén orando conmigo. Pero me gustaría que también trabajaran conmigo”. Por eso, los Apóstoles y otros fueron por diversos lugares predicando el amor de Dios. Otros hombres, y algunas mujeres también, estaban ocupados ayudando a los enfermos, dando de comer a los que tenían hambre y enseñando a los niños. Mientras crecemos, Jesús nos dice: “Me alegra que estén orando por su familia y por otros. Me gustaría que también trabajaran conmigo”. A algunos les dice: “Quiero que se casen y enseñen a sus hijos a ser buenos y -66-


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