Misterio en el bosque

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Kika

C. P. Almirante LaulhĂŠ Abril-Mayo 2020



Érase una vez un ruiseñor pechiazul llamado Kibú que era gruñón y protestón. Vivía en un bosque protegido con muchas más aves. Kibú era pequeño, casi como un gorrión, tenía los ojos negros, las patas muy delgadas y el pico fino. Como buen ruiseñor pechiazul que era, en su pecho de color claro lucía una gran franja de plumas azules, debajo otra un poco más estrecha de color cobrizo y una muy fina de color negro entre ambas. En sus alas, al igual que en su cabeza, se mezclaban plumas negras, blancas y marrones. Kibú tenía un canto precioso como cualquier ruiseñor, pero a diferencia de los demás ruiseñores, él 1


sólo cantaba cuando el bosque estaba en silencio, porque no quería que su canto fuera interrumpido por otros, esto lo había convertido en un ave con mal genio, gruñón y protestón. Por eso eran muy pocos los habitantes del bosque, que realmente habían disfrutado de su canto, algunos solo habían oído pocos segundos. Pero todos habían oído hablar de su extraordinaria voz.

Sheila

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En las afueras del bosque, junto al río, vivía una niña de piel clara, delgada, no muy alta, con ojos verdes y tenía el cabello de color negro. Se llamada Mayumi y era muy alegre y divertida. Le gustaba mucho la naturaleza. Además practicaba kung fu, una técnica muy antigua de sus antepasados que le estaba enseñando su abuelo, un hombre con bastante edad y muy sabio. Su abuelo se llamaba Yuan Hao. Era un hombre regordete, calvo, pero con una larga barba gris. Había participado en la guerra y se sabía muchas estrategias de batallas. Todas las tardes le 3


enseñaba a su nieta Mayumi técnicas de kung fu.

Lola

Al amanecer, antes de que todos despertaran se iba al bosque y se sentaba en una roca junto al río para oír al ruiseñor con su precioso cantar antes de que todas las aves del bosque comenzaran también a trinar. 4


Hugo

Un día muy temprano, cuando Yuan Hao se sentó en la orilla del río, notó que Kibú no cantaba con su bello sonido habitual, sino con un canto un poco ronco interrumpido por una desagradable tos que incomodaba a los otros animales del bosque. Sorprendido, Yuan Hao, fue a buscar a su nieta Mayumi, porque ella entendía mucho de aves y en especial de sus 5


cantos. Había estudiado veterinaria.

Alma

Mayumi se acercó y empezó a examinarlo y efectivamente se dio cuenta de que algo le sucedía a sus cuerdas vocales y lo que más les extrañó fue que no hubiese salido volando cuando ella se aproximó a él. Se quedó inmóvil. Parecía estar embrujado. Mayumi y su abuelo sospecharon enseguida de que la 6


urraca podría estar detrás de esto. Las urracas tenían fama de malvadas y peligrosas. Una pluma blanca y negra en el suelo la delataba. Pensaron que ella podía tener envidia de la maravillosa voz del ruiseñor.

Pedro

Mayumi y su abuelo decidieron ir a buscar a la urraca, acompañados del ruiseñor, ya que sabía dónde se encontraba su nido. Tuvieron que andar durante un largo camino, lleno 7


de árboles y arbustos, además de bordear la mitad de un pequeño riachuelo que atravesaba todo el bosque. Cuando llegaron al centro del bosque encontraron un gran árbol seco y con muy pocas ramas. En una de ellas se encontraba el nido de la urraca.

Lucía

Con mucho cuidado se acercaron hasta ella, dispuestos a pillarla desprevenida 8


y que confesara lo que suponían le había hecho al ruiseñor. Entonces fueron Mayumi y su abuelo los que se sorprendieron al encontrarla tranquilamente incubando cuatro pequeños huevos con pintas grises. Ella les dijo que no sabía nada, porque acababa de poner su primera nidada y estaba muy ilusionada incubando a sus futuras crías. Les contó que había salido a buscar alimentos para el tiempo que durase la incubación de su nidada y podía haber perdido una de sus plumas en ese momento, apareciendo cerca de donde estaba Kibú. Vieron a la urraca realmente preocupada y no tuvieron más 9


remedio que creerla. Además, ella lo había oído y le encantaba el canto del ruiseñor y esperaba que Kibú recuperara su voz para que, cuando sus polluelos nacieran, tuvieran la suerte de poder escucharlo. Mayumi, su abuelo y Kibú volvieron un poco decepcionados, no habían averiguado por qué el ruiseñor parecía estar perdiendo su bonita voz. Kibú, ronco y casi sin voz, seguía tosiendo y protestando. Pero habían aprendido a no juzgar sin conocer, ya que no parecía que la urraca fuera tan envidiosa y malvada como ellos pensaban, sino todo lo contrario. Era muy graciosa, amable y un poco torpe. 10


Todo el mundo conoce las leyendas y supersticiones que hay sobre las urracas, de ellas sabemos que son traicioneras y poco amigables. Pero siempre hay excepciones y en este caso nuestra urraca era querida por todos los animales del bosque que la habían tratado y la conocían bien. A punto de empezar el camino de vuelta, la urraca les aconsejó que fueran a buscar al Sr. Conejo, si alguien os puede ayudar es él, nunca ocurría nada en el bosque sin que él lo supiese. Podréis encontrarlo cerca del árbol de la sabiduría junto a una pequeña cascada. Decidieron emprender el camino enseguida, pues 11


no podían desaprovechar ninguna opción que se les presentara. Tenían que averiguar cuanto antes qué le habían hecho a Kibú y quién. Mayumi, Kibú y el abuelo se dirigieron rápidamente adonde les había dicho la urraca. El árbol tenía un aspecto rugoso, su tronco era bastante ancho y curvado. Pero lo que más llamaba la atención era que sus hojas eran de color rosa. Y allí, efectivamente, se encontraba el Sr. Conejo. El Sr Conejo era joven, de pelaje blanco y liso. Al llegar le preguntaron si sabía algo de lo que le pasaba al pequeño ruiseñor. En un principio el Sr. Conejo no les quiso contar nada, decía que no 12


se podía entretener, que tenía prisa y que no sabía nada. No hacía más que mirar a todos lados, como si estuviera nervioso o tuviera miedo. Pero vio a Kibú, a Mayumi y al abuelo tan insistentes y tan tristes que decidió ceder y contárselo todo.

Luna

Hacía unos días había escuchado hablar a dos ardillas sobre hechizar a un ruiseñor, aunque no se pudo 13


enterar de nada más porque pisó una rama y tuvo que salir corriendo para que no lo descubrieran. Al llegar a su madriguera recordó que hacía ya mucho tiempo que su abuelo le había contado una historia de una ardilla hechicera. Él no se creía que hubiera un mago en el bosque, y además una ardilla, ya que las ardillas siempre han sido buenas; pero, después de lo que había escuchado se dio cuenta de que la historia de su abuelo podría ser verdad. El Sr. Conejo les indicó dónde podrían encontrar a la ardilla, la cual presentaba una pequeña raja arriba de la nariz, pero no sabía exactamente 14


en qué árbol vivía, lo único que sabía era que el árbol tenía forma de corazón, de todas formas se ofreció a acompañarlos. Era bastante cotilla y no quería perder la oportunidad de enterarse de lo que estaba ocurriendo.

Marcela

Mayumi, Kibú y el abuelo les dieron las gracias y se fueron corriendo a la búsqueda de la ardilla malvada. 15


Mayumi, el abuelo, el Sr Conejo y el ruiseñor llevaban días en el bosque y no encontraban el árbol con forma de corazón. Se sentían cansados y, de repente, cuando andaban por una senda escucharon un rugido. De pronto vieron que era un leopardo, por lo que se apresuraron a buscar refugio. Encontraron una especie de cueva pequeña hecha de rocas y allí descansaron, hasta comprobar que había pasado el peligro. Cuando vieron que el leopardo ya se había alejado, salieron de la cueva aliviados de que no les había pasado nada. Se sentían mucho mejor para seguir el camino. 16


Cuando iban andando, escucharon un enorme ruido. Era una gran roca que caía rodando por una colina, fueron hacia allí y vieron a una tortuga de tierra patas arriba, pero que apenas pataleaba.

Julio

Se acercaron a ella para socorrerla y la tortuga les dijo que se había peleado con otra tortuga que se le había encarado y había entrado en su 17


territorio. La otra tortuga la venció y no se podía dar la vuelta porque cayó por una cuesta y paró encima de una piedra con poca base hasta que llegaron ellos. El Sr. Conejo le dio la vuelta a la tortuga y después Mayumi le curó las heridas. Mientras, el ruiseñor protestaba, aunque muy bajito, porque tenía la sensación de que estaban perdiendo el tiempo. La tortuga se extrañó por la poca voz que tenía el ruiseñor. Entonces entre todos le contaron la historia de cómo habían llegado hasta allí y que estaban buscando a la ardilla hechicera que 18


vivía en un árbol con forma de corazón. En agradecimiento, la tortuga les indicó que le siguieran.

Julia

Fueron detrás de la tortuga por un camino por el que ya habían pasado antes. Kibú pensó que la tortuga estaba desorientada por la pelea, se preguntaba si realmente sabía dónde 19


estaba el árbol, pero ella insistía en que sabía el camino. Mayumi cogió a la tortuga en brazos, ya que iba muy despacito y tenían que llegar lo antes posible. Para llegar allí había que rodear la casa de un guardabosques, luego pasar por un puente, cruzarlo, seguir el río hasta su nacimiento - situado en una grieta de la montaña -, subir por una escalera de rocas y, enfrente, estaba el árbol con forma de corazón. El tronco era grueso, de él salían dos ramas que se unían formando un corazón, se acercaron y comenzaron a buscar a la ardilla hechicera por los huecos del árbol. 20


Pablo

De entre las ramas, vieron un pequeño hocico y unos dientes grandes. Una ardilla con una cicatriz en el hocico los miró con cara de desprecio y empezó a reírse de forma escandalosa. Saltó del árbol y cuando los tuvo delante les dijo: “Tengo preparado algo para vosotros” y continuó riéndose. Mayumi y su abuelo estaban asustados y le preguntaron a la ardilla que si 21


podía ayudar a Kibú a recuperar su voz y la ardilla riéndose les echó un hechizo y los convirtió en pequeños caracoles. De esta forma no podrían huir de ella.

Lola

Mientras tanto, el Sr. Conejo y la tortuga creían que Mayumi y el abuelo habían desaparecido porque no los veían por ninguna parte. En medio de todo este lío, Kibú seguía gruñendo y protestando. 22


De pronto el Sr. Conejo salió de su escondite y quedó frente a la ardilla y le dijo: - Puede que no te acuerdes de mí, pero yo te conocí cuando eras muy pequeña y sé cómo te hiciste esa cicatriz. La ardilla se quedó pasmada, pues ella no recordaba nada de aquello. El Sr. Conejo le contó: - Cuando tú eras pequeña te perdiste en el bosque, hubo una gran tormenta de nieve, hacía mucho frío, llevabas muchas horas caminando por el bosque sin saber a dónde ir, estabas hambrienta y asustada. En medio de la noche escuchaste el rugido de un 23


animal que te hizo salir corriendo sin rumbo fijo. Eso te hizo caer por un precipicio y golpearte con las rocas al caer. Por eso tienes una cicatriz en tu hocico. Esa historia me la contastes tú después de que te recuperaras. Cuando te encontré medio enterrada en la nieve fui corriendo a buscar ayuda, porque solo no podía sacarte de la nieve. Fue entonces cuando aparecieron el abuelo y Mayumi que volvían a casa por el bosque después de un largo día. Ellos se acercaron y fueron los que te rescataron de la avalancha. Te ibas a congelar y también tenías una gran herida, ellos te curraron en su casa y durante todo 24


el tiempo que necesitaste para curarte el ruiseñor te cantaba todos los días. Y ahora tú los has olvidado. La ardilla se puso a recordar todo lo sucedido y pensó: “¿cómo he podido ser tan mala con otros cuando a mí me ayudaron al estar a punto de morir”? Entonces la ardilla recapacitó y le quitó el hechizo a Mayumi y al abuelo, después fue a quitarle el hechizo al ruiseñor.

Josué

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La ardilla vivía atormentada por su aspecto, además de que no le gustaba, pensaba que su cicatriz se la había hecho otro animal. No recordaba lo ocurrido, así que veía enemigos por todos lados. El odio hacia todos fue creciendo, se volvió mala y vengativa. Lo peor de todo, era que nunca se le ocurrió preguntarle a nadie por lo sucedido, había pasado tanto tiempo... La historia que contó el Sr. Conejo de su herida le hizo recordar todo: la noche, el precipicio, la avalancha, la casa donde la cuidaron, la voz maravillosa del ruiseñor y el cariño que recibió. Mientras la ardilla recordaba, el ruiseñor estaba callado, tenía miedo de 26


cantar y que no le saliera el trino como antes y, sobre todo, que se rieran de él. Dio una nota y reconoció que su voz había regresado, a él le bastaba con eso. Pero entonces pudo comprobar las caras felices de todos los que estaban allí, que insistían e insistían en que siguiera cantando. Él, que creía que cantaba para sí mismo y que no se había portado demasiado bien con algunos animales del bosque puesto que a veces se creía superior, era aclamado y admirado por aquellos que se encontraban a su lado. Kibú era un pájaro solitario que no le gustaba compartir su canto y sólo cantaba cuando el bosque estaba en silencio. 27


Todos continuaron animándolo para que siguiera cantando. Sus nuevos amigos estaban tan contentos que le dio pena desilusionarlos, se armó de valor, lo intentó y por fin pudo cantar para ellos. Se puso a trinar y trinar y sus cantos resonaron en el bosque, se sintió feliz de verdad, por primera vez en su vida. Se dio cuenta de la suerte que tenía, ya que no solo podía cantar sino que también podía compartir su canto con los demás. Sentaba tan bien alegrar a todos con su dulce voz que ¿por qué pasar el tiempo enfadado? En cuanto a la ardilla, todo esto le valió para aprender a no dar todo por sentado, ya que se empecinó en pensar 28


que ella era una víctima de los animales del bosque, culpaba a todos de su cicatriz y se hizo cada vez menos sociable, se había olvidado de lo bueno y solo pensaba en lo malo, lo importante es que estaba sana y salva, que había alguien que le había ayudado y se había preocupado de ella sin esperar nada a cambio. Por un instante se sintió avergonzada. De todo esto, aprendió a hablar cuando se tiene un problema porque siempre hay alguien que te pueda escuchar y ayudarte. Si no fuese por la lección que le dieron Kibú y sus amigos, ella hubiera sido incapaz de reconocer el 29


daño que se estaba haciendo a sí misma y a los demás. Todos juntos celebraron una gran fiesta por la unión de los animales del bosque, hubo baile y hasta el ruiseñor cantó sin parar mientras todos bailaban sin descanso. Ahora sí, el bosque quedó encantado para siempre.

Adriana

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Este cuento ha sido escrito e ilustrado de forma colaborativa online durante el confinamiento, por los alumnos/as de 5ยบ B con la colaboraciรณn de su tutora Francisca Gallardo del Pozo.


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