Tesis reforma agraria

UNIVERSIDAD DEL BIO BIO FACULTAD EDUCACION Y HUMANIDADES DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES PEDAGOGÍA EN HISTORIA Y GEOGRAFÍA

género, familia y Trabajo En el contexto de la modernización agraria del siglo XX . comuna de San Nicolás.

MEMORIA PARA OPTAR AL TÍTULO DE PROFESOR DE EDUCACIÓN MEDIA EN HISTORIA Y GEOGRAFÍA.

AUTORA: CÁRDENAS LEAL, KARIN DANIELA Profesora Guía: Dr. Fawaz Yissi, M. Julia.

PROYECTO FONDECYT 1140579.

CHILLÁN 2017

AGRADECIMIENTOS. A mis padres por inculcarme el cariño por la historia de las cosas sencillas, A mi abuelita “Icha” por influenciar en mí la admiración por el mundo campesino.

A pasos de culminar este largo proceso de formación también quiero agradecer a mis padres y familia por colaborar incondicionalmente, en mis momentos de ausencia, con el cuidado de mi hija Emilia. Sin duda que, de no haber contado con ese apoyo, habría sido imposible compatibilizar mi rol de mamá con los estudios, el trabajo y la familia.

Quisiera también manifestar mis agradecimientos a la profesora guía Julia Fawaz Yissi por creer en mi interés y aceptar dirigir esta tesis de pregrado.

Me acompañó, aconsejó y dejó actuar siempre con autonomía respecto de los temas que quise desarrollar, facilitándome textos que me fueron de gran ayuda para construir conocimiento.

Sin embargo, las fuentes consultadas habrían sido insuficientes para efecto de los objetivos de este estudio. Fueron fundamentales las historias orales de quienes vivieron los procesos de modernización del sector rural. En este sentido, el trabajo en terreno me permitió realizar entrevistas en profundidad a ocho familias de origen campesino de la comuna de San Nicolás, quienes estuvieron dispuestas a compartir sus experiencias para efectos del presente estudio. A todas ellas les estoy profundamente agradecida por recibirme con tanto cariño en sus hogares.

Mis agradecimientos también a Robinson Cárdenas Medina, Profesor de Estado en Historia y Geografía y dirigente social que ha dedicado gran parte de su vida a asesorar a organizaciones campesinas, especialmente a “Campesinos por la tierra”, que reúne a exonerados de la Reforma Agraria. Sin él no habría podido llegar de forma tan cercana a las familias entrevistadas, ni comprender la dimensión del proceso de reforma agraria llevado a cabo en la provincia de Ñuble.

A mis compañeros de trabajo de la Unidad de Patrimonio de la Municipalidad de Chillán por permitirme compatibilizar mis estudios con lo laboral.

28 de Julio de 2017.

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A mi hija Emilia

En conmemoraciĂłn de los 50 aĂąos De la Ley Reforma Agraria 16. 640, Publicada el 28 de Julio de 1967.

INDICE

Marco teorico

Capítulo

01 “AQUÍ SE NACE, SE VIVE, Y SE MUERE; VIDA AL INTERIOR DEL FUNDO, COMUNA DE SAN NICOLÁS, 1930-1960”.

1. Introducción

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2. Planteamiento del problema

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3. Preguntas de investigación

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4. Objetivos

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5. Marco Teórico Conceptual

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6 .Metodología

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1.Introducción.

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2. Dinámica de la población.

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3. Contextualización del período.

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4. Estructura del trabajo al interior de la pequeña y mediana propiedad en San Nicolás.

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5 .Trabajo femenino.

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6. Hacer familia en la comuna de San Nicolás 1930-1960.

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Capítulo

02

“DEL ARADO AL TRACTOR”: REFORMA AGRARIA EN LA COMUNA DE SAN NICOLÁS 19621973.

Capítulo

03

1 Introducción

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2. Gobierno de Alessandri

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3. Gobierno de Frei

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4. Gobierno de Allende

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1. Sobre el período en estudio, 1930-1973.

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2.Termino del proceso de reforma: El golpe en la memoria campesina.

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3. Consideraciones finales.

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El presente del pasado es la memoria

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CONCLUSIONES

Anexo bibliografía

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MARCO TEÓRICO

1.Introducción.

La presente investigación intentará dar cuenta de las continuidades, transformaciones y adaptaciones que han experimentado prácticas sociales de los habitantes de la comuna de San Nicolás entre 1930 y 1973, asociadas al trabajo, el género y la familia. Las representaciones individuales que hombres y mujeres realizaron sobre estas prácticas fueron a partir de la restricción y luego ampliación en el acceso a la tierra y los modos de vida cotidianos, en un contexto más amplio de transformación del agro.

En este periodo, de poco más de 40 años, el mundo rural vivió la última etapa del sistema de latifundio, el cual se mantuvo intacto por siglos para luego, en la década de 1960, desaparecer con la aplicación de Reformas Agrarias que cambiaron para siempre la historia rural del país.

En base a lo anterior, abordaré las directrices del estudio en dos momentos históricos. En primer lugar limitaré al estudio a las representaciones y prácticas sociales que, como consecuencia de la restricción en el acceso a la tierra, se construyen en un espacio cerrado, organizado jerárquicamente, y con una clara división social y sexual del trabajo, denominado sistema de inquilinaje.

Este sistema, que se extendió por siglos, fue el ordenador de la economía y la sociedad rural, y durante la primera mitad del siglo XX se mantuvo prácticamente hermético respecto de los cambios que experimentaba el país. Si bien se advierten signos, aunque tímidos, de modernización en la producción de cultivos y usos del suelo, el fuerte hermetismo que lo caracterizó permitió que la organización del trabajo al interior de las haciendas resistiera a las relaciones laborales modernas, predominando las relaciones de tipo paternalistas por sobre las contractuales, afectando ello el resto de las representaciones sociales de las familias de origen campesino.

Por lo tanto las prácticas sociales de las familias campesinas se construyeron en acuerdo a una lógica patriarcal autoritaria, la cual sustentaba el poder del patrón hacia el resto de la sociedad rural. Esta lógica se proyectó a la hora de constituir familia, de dividir las tareas y roles al interior de estas y en la división sexual del trabajo.

El segundo momento histórico en estudio se vincula a la ampliación del acceso a la tierra entre 1960 y 1973 debido a procesos de reformas agrarias impulsadas primero desde la iglesia, luego por el gobierno de derecha de

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Jorge Alessandri, y más tarde, durante el gobierno democratacristiano de Frei, modificadas estructuralmente. Finalmente la Ley 16.640 de Reforma Agraria fue profundizada por el gobierno de izquierda liderado por Salvador Allende en 1970.

Las diferentes reformas aminoraron la brecha existente entre la sociedad rural y Estado. Especialmente a partir del gobierno de Frei, con su programa de “Promoción Popular”, la institucionalidad se hace más presente en el campo; la escuela, el registro civil, los centros de madres, entre otros, integraron paulatinamente lo rural al resto de la vida nacional en un contexto de creciente modernización de la sociedad.

De esta forma se termina con siglos de dominación hacendal. Una vez consolidada la Reforma Agraria propiamente tal, apuntó a la transformación de la estructura agraria persiguiendo básicamente dos objetivos; aumentar la producción para satisfacer principalmente el mercado interno de alimentos e incorporar a todo el campesinado a mejores niveles de vida e ingreso, es decir la incorporación de todo el sector rural al desarrollo social, cultural, económico y político de la nación (ICIRA, 1970).

En este segundo período histórico, vinculado a la modernización económica y social del sector rural, las representaciones sociales que hacen hombres y mujeres sobre sus trabajos, roles de género y familia, son claves para establecer continuidades, transformaciones y adaptaciones respecto del período anterior.

Por lo tanto estos y otros cambios/continuidades y adaptaciones que experimentan las representaciones sociales respecto a la familia, el trabajo y las relaciones de género, en un contexto de crecientes transformaciones agrarias entre 1930 y 1973, son el interés del presente proyecto de investigación.

Por otra parte, mediante el acceso a las memorias de mujeres y hombres de origen campesino de la comuna de San Nicolás, se limitará el territorio y localización de manera específica, favoreciendo una perspectiva local que permite comprender que la agricultura y las formas de explotar la tierra no fueron uniformes en el resto del país durante el período estudiado.

Es así como el proceso de modernización agraria reviste múltiples particularidades y diferenciaciones, lo cual sin duda influye en los cambios, transformaciones o acomodos que experimentaron los habitantes de la comuna de San Nicolás en torno a las representaciones sociales en estudio.

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2. Planteamiento del problema.

2.1 El contexto histórico La historia del siglo XX, en expresión de Eric Hobsbawm (2001) , empezó tarde y terminó temprano. Fue un “siglo corto”, el cual comenzó en Sarajevo con la Primera Guerra Mundial y el derrumbe de los Imperios, y habría concluido con la caída del muro de Berlín. A pesar de esta apreciación, ampliamente conocida, la brevedad temporal no se condice con la cantidad de transformaciones que caracterizan al pasado siglo.

El siglo XX fue testigo de avances y retrocesos. En la lista de los avances cabe destacar la progresiva democratización de la sociedad, proceso que otorga derechos políticos a sectores históricamente marginados, como la lucha de la clase obrera y la conquista de las mujeres sobre derechos antes impensados.

Por otra parte la revolución tecnológica centrada en torno a las tecnologías de la información y el desarrollo de una economía global (Castells,1995), entre otros cambios, serán claves en la consolidación de la sociedad moderna marcando un quiebre respecto del siglo anterior. En cuanto a retrocesos, la magnitud y destrucción de las dos guerras de carácter mundial dejó entrever la ambición del poder por sobre las consecuencias de la disputa. Las cifras señalan que solo durante la segunda Guerra Mundial entre 55 y 60 millones de personas perdieron la vida.

Mientras tanto la historia nacional no estuvo ajena al acontecer internacional.

Las Guerras Mundiales estuvieron directamente relacionadas con los vaivenes de la economía del país. En este contexto de guerra, el salitre fue uno de los productos de más alta demanda, el cual fue usado en la fabricación de pólvora, y Chile su principal proveedor. De esta forma el salitre se constituyó en la principal fuente de riqueza del país, beneficiándose del impuesto de exportación. Época gloriosa que se extendió hasta que Alemania inventase el salitre sintético, traduciéndose ello en un duro golpe para la economía del país, y en un ejemplo más de la fragilidad de la economía nacional basada principalmente en un modelo mono exportador de materias primas.

Posteriormente, durante la década del 30´, recientes liderazgos políticos surgidos tras la crisis del sistema liberal como paradigma económico permitieron el fortalecimiento de las izquierdas políticas y sus soluciones a la reciente crisis económica mundial. Así el país adopta el sistema de sustitución de importaciones como medida proteccionista de la economía nacional.

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En este contexto, la historia nacional se caracteriza por la expansión del aparato Estatal, (vinculada a la extensión de los servicios públicos), del comercio y de la industria, así como el desarrollo de la minería del carbónla cual abastecía la demanda de ferrocarriles y oficinas salitreras-, fueron procesos que acompañaron a la creciente urbanización (Correa, 2001). La sociedad se volvió cada vez más compleja, propendiendo a la consolidación de la emergente clase media y de la proletarización de los sectores populares.

2. 2 Problema/ Ejes a. Sociedad Rural No obstante, a pesar de los alcances globales de las transformaciones del siglo XX en nuestro país, existió un espacio que al parecer no fue testigo ni factor de los cambios antes mencionados.

El sector rural durante la primera década del siglo XX parecía más bien una reserva del pasado, reacia a la modernización, y predominantemente ajena a las nuevas perspectivas que ofrecía a la urbe. El letargo de los sectores rurales respondía en parte al predominio centenario de la hacienda en cuanto sistema socioeconómico e instancia de poder político y social; en la práctica ella canalizaba los intercambios de la sociedad rural con las ciudades más dinámicas, al tiempo que condicionaba poderosamente el curso de la vida de gran parte de los habitantes (Bengoa, 2015).

Sin embargo, al menos en el plano de políticas para el agro, la marginación del medio rural respecto de los procesos del Estado no es tan radical . Durante el primer Gobierno de Carlos Ibáñez del Campo se potenció la creación de nuevas instituciones para fomentar la producción nacional, tales como la Caja de Crédito Minero y la Caja de Fomento Carbonero, y nace además la preocupación por el tema Agrario. Ello queda demostrado con la creación de la Caja de Crédito Agrícola, la Junta de Exportación Agrícola, además de la caja de Colonización Agrícola, cuyo objetivo consistía en adquirir propiedades, subdividirlas y entregarlos a medianos propietarios. Así también, en esta línea de preocupaciones, se creó el Ministerio de Agricultura en 1924 (Correa, 2001).

Por lo tanto desde fines de la década del 20´, durante la administración de Carlos Ibañez del Campo, se había puesto un sello modernizante a la administración estatal, consistente en la aplicación de un modelo de Estado con nuevas atribuciones y competencias.

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No obstante, la relativa integración de la economía agraria al progreso del país no llegó a significar un real cambio para la vida de miles de familias del sector rural. No fueron ellas las depositarias, excepto por la restrictiva ley de sindcalización campesina de 1947, de los progresos del Estado ni de los dividendos que generarían los primeros intentos de capitalización del agro, por lo menos hasta los cambios instroducidos por el proceso de Reforma Agraria.

Miles de campesinos y campesinas vivieron al margen de la modernidad, a la sombra de un sistema semi feudal, el cual si bien se abrió al exterior, modernizando algunas prácticas de producción, fue sin mención a un cambio social.

Fue recién en la década del 40´, que el control social ejercido en la comunidad rural por la Iglesia y el sistema de dominación hacendal, fue dando paso a una creciente presencia del Estado y de la institucionalidad pública (Bengoa, 2015) Según Ximena Valdés (2007), de manera muy gradual, durante las décadas que antecedieron a la reforma agraria, se fueron infiltrando en el tejido social distintos agentes e instituciones públicas. La llegada de las escuelas, del Registro Civil, de los juzgados locales, del servicio de correo, entre otros, dotó a la sociedad rural de nuevos agentes que jugaron un papel importante en las relaciones de los campesinos con el mundo exterior, particularmente en las áreas de pequeña propiedad. Los partidos políticos tampoco incorporaron los sectores rurales en sus programas, apostando principalmente por las ciudades y los sectores urbanos.

A partir de la década del setenta en adelante, una vez finiquitada la reforma agraria, (1964-1973), se impuso el mercado como ordenador de lo social y de las comunicaciones, logrando modificar el aislamiento que experimentaban hasta entonces las poblaciones vinculadas a la tierra.

El proceso propiciado por el gobierno militar profundizó el capitalismo en el agro abriéndose un mercado de la tierra que significó la pérdida de tierras por parte del sector campesino reformado, lo que agudizó la proletarización de este segmento de población rural, y por la instauración de empresas agrícolas de corte moderno y explotaciones de mediano tamaño orientadas a la producción para el mercado externo (Rebolledo, 1997).

Según Cristóbal Kay (2009), el cambio en la estrategia de desarrollo impulsada por el Estado, a una neoliberal impulsada por el mercado, abrió paso a una “nueva ruralidad” entendida a partir de los procesos de globalización que han

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ampliado y profundizado las relaciones capitalistas de producción en el campo precarizando las condiciones de empleo rural, como la reducción de los costos de mano obra al sustituirla por una fuerza de trabajo temporal y flexible, y ampliando la feminización de esta. b. Espacio Privado. La Familia de raíz campesina.

Esta sucesión de transformaciones históricas, presentadas en estrecha síntesis, a su vez, en la medida que se vincularon al territorio rural, fueron tensionando modos de vivir tradicionales, asociados al trabajo y a los espacios públicos que detonaron cambios, continuidades y acomodos en el mundo privado, en las formas de hacer familia y los roles de género al interior de estas.

De esta forma la familia campesina, inscrita en los procesos señalados, con patrones cada vez más cercanos a las formas de vida urbana, a partir de la segunda mitad del siglo XX fue experimentando en su interior las tensiones propias de todo proceso de cambio social relacionados a la modernización rural (Valdés, 2007 ) .

En este sentido Anthony Giddens (2000) señala que, “de todos los cambios que ocurren en el mundo, ninguno supera en importancia a los que tienen lugar en nuestra vida privada”(p.66).

Según Heidi Tinsman (2009), los cambios experimentados por la sociedad rural producto de los procesos de modernización impulsados por las nuevas políticas públicas, afectaron de forma distinta a hombres y mujeres. Para el caso de los hombres, la sindicalización, los títulos de propiedad, el acceso a la educación, y en definitiva el desenvolvimiento de este en el espacio público, se tradujo en que fue el hombre el beneficiario directo de las reformas agrarias. En el caso de la mujer, su situación adscrita a los quehaceres del hogar, se vio reforzada al considerar su condición de madre y esposa, roles claves a la hora de promover el modelo de familia nuclear de tipo patriarcal.

Este tipo de familia representaba el ajuste real a los cambios de la sociedad occidental industrial para acoplarse a las instituciones económicas con que está relacionada la sociedad moderna. Es una teoría de ajuste entre el sistema familiar y el sistema económico (Rebolledo, 1999).

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Para el caso de la familia rural de origen campesino, la cual en su mayoría se configuró como de tipo nuclear patriarcal como resultado de las pautas culturales heredadas del sistema hacendal, se desencadenó una mutación respecto del lugar que ocupan hombres y mujeres en la esfera pública /privada.

Esto a raíz de la masiva entrada de mujeres del sector rural al mercado laboral, como consecuencia, entre otros factores, de la “contrarreforma”, proceso que tenía por objetivo revertir los alcances políticos, sociales y económicos promovidos por la Reforma Agraria. Los efectos de tal proceso advierten una proyección hasta la actualidad, los cuales han modificado en parte los tradicionales roles de género al interior de la familia a la misma vez que se observan continuidades en dichos patrones.

La importancia de una investigación sobre los cambios en las formas de vida de los hombres y mujeres del mundo rural respecto de sus identidades de género, en el contexto de la modernización agraria, radica en que, no sólo es fundamental para entender a las poblaciones rurales, sino para el conjunto de la sociedad chilena. Pues se pueden abrir nuevos espacios de reflexión sobre la reconfiguración de lo femenino/masculino y la valoración de los cambios como un proceso que produce tensiones, reacciones y transformaciones en sus subjetividades de género, vinculándose además con las nuevas formas de interrelación entre los diversos actores. De esta manera, se contribuye a la reflexión y problematización en torno al conocimientos sobre temáticas tales como Género y Cultura, integrando la perspectiva de género a los nuevos procesos de cambio sociocultural que acontecen en nuestra sociedad, construyendo, finalmente, una visión crítica que promueva procesos de deconstrucción identitaria y transformación de las subjetividades hacia mayores grados de equidad de género.

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3- Preguntas de Investigación

1. Pregunta Primaria. a. ¿Cuáles son las representaciones, asociadas a la memoria, del trabajo, el género y la familia, que hacen mujeres y hombres de la comuna de San Nicolás, en el contexto de transformación material y social del agro entre 1930 y 1973?

2. Preguntas Específicas.

a. ¿Cuáles son los alcances de la organización del trabajo en base al sistema de latifundio sobre las relaciones de género al interior de la familia rural durante la primera mitad del siglo XX? b. ¿Cuáles fueron factores de cambio/continuidad, que experimentó el espacio privado durante el proceso de Reforma Agraria, y sus implicancias respecto de las identidades de género heredadas del sistema hacendal? c. ¿Cómo se configuró el trabajo y la familia rural según la memoria de las familias entrevistadas, en un contexto de modernización agraria, cuyas consecuencias se proyectan hasta la actualidad?

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4- Objetivos.

4.1 Objetivo General. a. Establecer y analizar las continuidades, transformaciones y adaptaciones que han experimentado las prácticas sociales asociadas al género, el trabajo y la familia, a partir de las representaciones que hacen mujeres y hombres de la comuna de San Nicolás, primero a partir de la restricción, y luego ampliación en el acceso a la tierra entre 1930 y 1973.

4.2 Objetivos Específicos. a.

Establecer cuál es la relación entre la persistencia del sistema de latifundio y el predominio de la familia patriarcal en la sociedad rural, y las respectivas relaciones de género al interior de esta, durante la primera mitad del siglo XX. b.

Identificar cuáles fueron los factores de cambio y continuidad que experimentó el espacio privado durante el proceso de Reforma Agraria, respecto de las identidades de género heredadas del sistema hacendal. c.

Analizar, a partir de las experiencias de las y los los entrevistados, las actuales dinámicas familiares del sector rural, como consecuencia de las transformaciones actuales del mercado laboral, y de la modernización rural en la comuna de San Nicolás.

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5.Marco Teórico Conceptual.

“Lo que en la historia aparece como eterno sólo Es el producto de un trabajo de eternización Que incumbe a unas instituciones (Interconectadas) tales como la Familia, la Iglesia, el Estado, La Escuela…”

Pierre Bourdieu.

En el marco general de las transformaciones agrarias que ha experimentado el sector rural durante el siglo XX, pretendo conocer , por medio de la memoria de los actores, cómo se relacionan, y afectan las modificaciones de las condiciones materiales y sociales de las familias de origen campesino de la comuna de San Nicolás, provincia de Ñuble.

Para ello he elegido el período 1930-1973, entendiendo que en él se advierten dos etapas. En primer lugar, la restricción en el acceso a la tierra, definido por el predominio del sistema de latifundio-minifundio, y en segundo lugar el acceso a esta, propiciado por las reformas agrarias.

El marco temporal del presente estudio incluye el uso de categorías de análisis que apuntan al responder los objetivos propuestos. Estas categorías o ejes teóricos serán abordados de forma individual en el desarrollo del marco teórico.

En primer lugar se ahondará en el concepto de género, como herramienta de análisis para el estudio del lugar que mujeres y hombres ocuparon en el proceso de transformación del agro. En segundo lugar definiré el concepto de familia y vida privada, pues este es el micro escenario en donde operan las representaciones de género, actuando como espacio intermedio entre sujeto y sociedad. Finalmente abordaré el concepto de modernidad o modernización considerándolo útil para comprender los procesos de cambio social que experimentó el sector rural entre 1930 y 1973, cuyos alcances se proyectan hasta la actualidad.

Ellos constituyen los ejes teóricos que guiarán el desarrollo de los dos capítulos de la presente investigación.

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5.1 Género.

Los estudios de “género” tienen como objetivo hacer visible que las personas tenemos sexo y que eso nos construye cultural y socialmente como diferentes, que establecemos relaciones distintas por el mero hecho de ser hombres o ser mujeres. Dichos estudios incorporan el análisis social de los cuerpos y sus significados y tratan de aprehender los fenómenos con una profundidad mayor, dando cuenta de la dinámica existente entre los géneros.

Según Scott (2008), “el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen a los sexos, y una forma primaria de relaciones significantes de poder, es el conjunto de ideas sobre la diferencia sexual que atribuyen características femeninas y masculinas a cada sexo” (p.68). Por lo tanto la simbolización cultural de la diferencia anatómica cobra forma en un conjunto de prácticas, ideas, discursos y representaciones sociales que dan atribuciones a la conducta objetiva y subjetiva de las personas en función de su sexo.

Mediante el proceso de constitución del género, las sociedades fabrican las ideas de lo que deben ser los hombres y las mujeres. Cada cultura posee una gramática para definir lo masculino y lo femenino, y la oposición binaria hombre/mujer es clave en la trama de los procesos de significación. Esta distinción recrea el orden de las representaciones, contribuye al imaginario de las personas. Dicho de otra forma, “los conceptos estructuran la percepción y la organización concreta y simbólica de toda vida social” (Bourdieu, 2000).

Así el género, según Bourdieu (2000), es la organización social de la diferencia sexual, la cual podemos percibir únicamente a través de nuestro conocimiento del cuerpo, y cómo este conocimiento no es “puro”, no puede aislarse del papel que juega un amplio campo de contextos discursivos que actúa sobre prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores que se originan a partir de este sistema llamado sexo/género.

En este sentido la historiadora feminista Joan Scott (2008) sostiene que el concepto de género supone cuatro elementos interrelacionados: los símbolos culturales, los conceptos normativos, las instituciones y organizaciones sociales y la identidad subjetiva. Agregando que en este sentido la noción de poder ocupará un lugar central en los análisis sobre las relaciones de género, toda vez que ellas suponen en su propia configuración, en su propia existencia dicha noción.

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A raíz de la naturaleza del sistema sexo/género, definido como “un conjunto de acuerdos por el cual la sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana y en las cuales estas necesidades sexuales transformadas, son satisfechas” (Rubin, 1996: p.44) , el cual se basa en la construcción desigual de las relaciones entre hombres y mujeres, surge una distribución dispar del poder social, segmentado según diversos ámbitos de acción (público/masculino y privado/femenino) y jerarquizado (Scott,2008) .

De esta forma así como provee roles diferenciados, asigna configuraciones de significado para la construcción de identidades, en donde lo masculino es favorecido al detentar el poder cultural y social en nuestra sociedad ejercido desde el espacio público, y lo femenino queda restringido al espacio doméstico.

“Sexo”, en consecuencia , es una palabra que hace referencia a las diferencias biológicas entre macho y hembra, mientras que género es un término referido a la cultura : concierne a la clasificación social masculino y femenino, es una “construcción simbólica , establecida sobre los datos biológicos de la diferencia sexual”, un resultado de la producción de normas culturales sobre el comportamiento de los hombres y de las mujeres, mediado por la compleja interacción de un amplio espectro de instituciones económicas, sociales, políticas y religiosas(Lamas, 1996).

Debemos admitir por lo tanto, tras esa diferencia entre biología y cultura, la invariabilidad del sexo y la variabilidad del género. Es decir tal como argumenta la teoría del género, los géneros son construcciones culturales de la diferencia sexual, que en tanto pueden ser alteradas y cambiar su carácter. De hecho, desde la Historia, y fundamentalmente desde la perspectiva de la Historia de la vida privada (Valdés, 2007), se ha mostrado que la familia y la vida privada han cambiado a través del tiempo, ya que la propia modernidad puso de relieve la creciente significación del individuo a raíz de los procesos de reflexividad y subjetivación, de la transformación de la intimidad, lo que acarreó consecuencias para la vida privada, el ámbito familiar y el sujeto.

5.2 Vida Privada Al hablar de los cambios que han ocurrido en la sociedad en los últimos tiempos, resaltan inmediatamente temas como el desarrollo económico, social, cultural, tecnológicos entre otros. Sin embargo uno de los escenarios o espacios más centrales en la vida de las personas es el de la vida privada; allí sin duda se están produciendo cambios sustanciales, en interacción con las más amplias transformaciones (Castro, 2011).

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Desde el análisis de la historia como disciplina, la vida privada es la antítesis de lo que va acaeciendo en la Historia Pública, o Historia Oficial, en donde el Estado y la política tienen importancia central. La vida privada por el contrario se va construyendo, aunque no de forma indiferente a los procesos globales, a partir de las respuesta de las resistencia de los actores a comportarse según el papel previamente asignado (Sagredo y Gazmuri, 2008).

De esta forma, la Historia de la vida cotidiana o privada, estudia las manifestaciones tenidas como menos importantes por la Historia oficial: la cotidianidad, lo íntimo, la sensibilidad, la sociabilidad, los afectos; que indaga sobre las representaciones sociales del amor, la pareja, la niñez, la sexualidad, la familia, el honor o el gusto”. De esta forma la línea divisoria entre público y privado es muy difusa. Precisamente esta historiografía trata de demostrar cómo se definen ambas esferas en sociedades y épocas determinadas (Bolufer, 1998:23).

Esta estructuración del espacio en privado/público, en donde se desenvuelven las relaciones sociales, es a su vez simbólico, de modo que esta oposición no se basa solo en las diferencias físicas territoriales, es decir que lo privado atiende a lo relacionado al hogar, al mundo doméstico, y todo lo demás que se construye fuera, al espacio público. Esta oposición del espacio además se construye en base a las “identidades de género”, el cual se entiende como la articulación de variadas relaciones sociales que se producen sobre esos espacios, constituyéndose así lo privado por excelencia en femenino y lo público en masculino (Scott, 2008).

Según la noción de vida privada tomada de la Historia Social, Comaille ,citado por Valdés (2007), argumenta que “comprender el sentido de la evolución de los comportamientos privados implica no tratarlos solo en relación con los supuestos intereses de la sociedad, ni con aquellos de los individuos y sus aspiraciones, sino con la forma en que se construye la sociedad”(p.31). Esto implica considerarlos de manera recíproca, puesto que la familia situada en el ámbito privado, no es solo una realidad construida por los individuos; la familia es controlada y, por esta vía, instituida por la sociedad.

Pero no siempre, al menos en el ámbito de la producción, ha predominado esta distinción entre el espacio privado y el público. Sólo a partir de la revolución industrial, y particularmente en el sector urbano, se produjo la separación de la casa y el trabajo, del lugar donde se vive (privado) y el espacio de la producción

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(público). A partir de ello se fue conformando una diferencia entre lo privado y lo público, que apunta a separar ámbitos de acción de mujeres y hombres, del poder y del acto (Jelin, 1990), distinción que en los sectores rurales se ha hecho aún más compleja.

La exclusión de las mujeres del universo de lo público, lo cual encierra las “actividades de importancia” como los asuntos políticos, y sobre todo económicos, ha permitido que hayan pasado mucho más tiempo limitadas al universo de lo doméstico y en las actividades asociadas a la reproducción biológica .

Esta separación de los campos de acción, diferenciados para hombres y mujeres (público y privado), fue reforzada por medio de políticas económicas y sociales dirigidas desde el Estado, y a través de estas, como señalé anteriormente, la sociedad y la familia son controladas.

En este sentido, Valdés (2007) argumenta que durante la sociedad industrial el padre fue separado de la familia y el Estado, ya fuera a través del higenismo, de la escuela u otros dispositivos de regulación y normalización, depositando en la madre el cuidado de la familia. El padre industrial, entonces, fue el receptor del salario familiar, responsable económico de la familia, y la madre era quien velaba por la gestión del hogar y del orden doméstico. Ese orden salarial, sin embargo, estaba sometido a la vigilancia del Estado, la cual era ejercida a través de distintos mecanismos: las campañas de vacunación, de los preceptos de higiene y salubridad, la instrucción obligatoria, la creación de sistemas de protección de infancia, y un conjunto de sistemas tutelares cuya historia es la del reemplazo del cura por el médico, el médico por las asistentes sociales, de la asistencia social por otro tipo de mediadores, como los terapeutas, entre otros.

En efecto vida privada y familia deben ser entendidas de forma conjunta. En cierto sentido, la familia es el cómo se organiza la vida privada de los individuos que la conforman, considerando a su vez las relaciones que hombres y mujeres sostienen de forma diferenciada al interior de ella.

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5.3 La Familia.

Según Lévi-Strauss (1956), los pilares universales de la Familia son la prohibición del incesto, la repartición sexual de las tareas de la casa, la obligación exogámica y la instauración de una forma reconocida de unión: el matrimonio. Para Heritier (1996), un elemento común que caracteriza a la familia, aparte de la legalidad que impone una forma estable y regulada de las relaciones sexuales, es la prestación de servicios mutuos entre los cónyuges, realizada según un reparto de de tareas entre los sexos que no está basado en imperativos fisiológicos. La división sexual del trabajo, por el contrario, es arbitraria. Tiene como consecuencia hacer a los dos sexos dependientes uno del otro, lo que estimula el establecimiento de una relación duradera entre los individuos. Al contrato de mantenimiento va asociada la regulación de las prestaciones sexuales, siendo la familia basada en el matrimonio el lugar privilegiado para la reproducción. Heritier sostiene que el matrimonio no existe, sin embargo, es una relación lógicamente necesaria entre los distintos órdenes de convivencia; mantenimiento mutuo, gratificación sexual y reproducción.

La familia tiene, sin duda, el papel principal en la reproducción de la dominación y de la visión masculina , ya que en ella se impone la experiencia precoz de la división sexual del trabajo y la representación legítima de esta división , lo que está asegurado por el derecho e inscrito en el lenguaje (Bourdieu, 2000).

En relación a lo anterior Bourdieu (2007) sitúa a la familia como lugar de la violencia y reproducción social, en donde el patriarcado como sistema jurídicosocial-cultural y religioso favoreció la legitimidad de los intereses del hombre por sobre los de la mujer, siendo circunscritas a desarrollar sus actividades en el ámbito privado. La explicación que entrega Bourdieu a la dominación masculina, define que las mujeres están destinadas a posiciones sociales inferiores, tratadas como objetos en el sistema de intercambios en el que ellas circulan como símbolos predispuestos a sellar alianzas. Por lo tanto la dominación masculina se basa en la lógica de los intercambios simbólicos, es decir en la asimetría entre hombres y mujeres que se instituye en la construcción social del parentesco y el matrimonio. De esta manera la familia se organiza en función de categorías que emanan de la diferenciación sexual, y que se expresan como construcciones culturales sobre esa diferencia sexual.

En este sentido, el estudio de la familia, hace necesario articular la esfera productiva y reproductiva. La no consideración de la reproducción impide conocer las diferencias y desigualdades entre hombres y mujeres, en la medida

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que el trabajo no se distribuye de manera neutra: hombres y mujeres tienen posiciones diferentes en el trabajo remunerado y en el doméstico.

Su desarrollo no es anárquico, sino que responde a las transformaciones experimentadas por la sociedad .Por ejemplo la familia tradicional era, sobre todo, una unidad económica. La producción agrícola involucraba normalmente a todo el grupo familiar, mientras que entre las clases acomodadas y la aristocracia, la transmisión de la propiedad era la base principal del matrimonio.

En la Europa medieval el matrimonio no se contraía sobre la base del amor sexual, ni se consideraba como un espacio donde el amor debía florecer. Como dice el historiador francés Georges Duby, el matrimonio en la Edad Media no debía incluir “frivolidad, pasión o fantasía” (cit. Giddens, 2007).

Posteriormente a partir de la revolución francesa, paralelo a la diferencia entre lo privado y lo público, comenzó a consolidarse un tipo de familia particular, que según Donzelot (1979) respondió a los requerimientos de la economía , reproduciendo la fuerza de trabajo, y a las políticas de policía familiar que buscaron el disciplinamiento de la vida familiar y de los sectores pobres urbanos a través de la constitución de las familias nucleares , con el padre/ patriarca como jefe de la familia y proveedor , y la madre en lo doméstico y la crianza en el hogar. Este tipo de familia fue idealizada como modelo normativo, especialmente en el siglo XX, asumida como “normal” y “natural” e ideologizada su existencia con la teoría de los roles sexuales (Olavarría, 2001).

En Chile, por su parte, desde mediados del siglo XX la familia nuclear patriarcal llegó a demostrar primacía por sobre otros tipos de familias (extendida, compuesta, etc.), transformándose en la familia paradigmática. Los datos censales señalan que para el año 1970 el 30% de las familias en el país eran de tipo nuclear, aumentando al 51,1% en 1982 (Olavarría, 1993).

La familia nuclear se constituyó en el paradigma de la “familia”, como superior a las otras formas de constitución de núcleos familiares, otorgando a su vez rango de verdad científica. En este sentido fue el estructural funcionalismo de Parsons el que argumentó que la familia de tipo nuclear era quien representaba el ajuste de la familia a los cambios de la sociedad occidental industrial, configurándose como ideal acompañada de la teoría de los roles sexuales.

Así el tema de la familia nuclear surgió de argumentar cómo este tipo representaba el ajuste de la familia a los cambios de la sociedad occidental

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industrial. La familia nuclear se proyectó en la teoría como la única que se adapta a las instituciones económicas con las que está relacionada la sociedad moderna. Pero esta teoría, más que ser una interpretación de cómo se conforma cierto tipo de familia en la sociedad occidental, legitimó identidades hegemónicas masculinas y femeninas, permitió su reproducción, se transformó en la verdad; esa es la familia, y esos los roles asignados a hombres y mujeres.

La familia, los hombres y las mujeres son así por naturaleza (León, 1995).

Sin embargo, este orden de género, que acompañó el proceso de industrialización de la economía en gran parte del siglo XX, y que reprodujo un modelo de familia de tipo nuclear, cuyo pilar fue el salario del jefe de hogar, fue modificándose paralelo a los procesos de reordenamiento del trabajo y el capital. La incorporación temprana del país en la década de los ochenta a los procesos de globalización, determinó que las relaciones tradicionales de género al interior de la familia se vieron afectadas y que el modelo nuclear se viera afectado.

Según Castells (1990), la crisis de la familia nuclear tradicional se explica por: La disolución de los hogares de las parejas casadas, por divorcio o separación, es un primer indicador de desafección a un modelo de familia que se basaba en el compromiso, a largo plazo, de sus miembros, dando origen a hogares unipersonales. En segundo lugar “la frecuencia creciente de las crisis matrimoniales y la dificultad cada vez mayor para hacer compatibles matrimonio, trabajo y vida parecen asociarse con otras dos fuertes tendencias: el retraso de la formación de parejas y la vida en común sin matrimonio” (p, 163). Y en tercer, junto con la entrada de la mujer al mercado laboral, frente a las condiciones de inestabilidad familiar, hay una mayor autonomía en su conducta reproductiva, modificando el estatus de género del período industrial.

Ejemplo de ello es en Chile la disminución de la fecundidad, que en el periodo intercensal de 1955-1960 manifestaba un promedio de 2,5 hijos a 1,3 por mujer entre 1985-1990 (INE, 1990).

Por lo tanto, a partir de la década del ochenta, como consecuencia del paradigma neoliberal, el modelo de familia nuclear surgido del orden salarial fue quedando obsoleto. Las nuevas exigencias de la producción hicieron que las estructuras familiares tradicionales comenzaran a auto-demolerse por la sinergia del desarrollo social (Valdés 2014).

En este contexto, para Valdés (2014) las familias chilenas fueron adquiriendo las siguientes características:

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-La familia nuclear hacia fines del siglo XX fue perdiendo terreno y las familias con jefatura femenina aumentaron más de un tercio para comienzos del siglo XXI. -En el año 2010 el número de hijos nacidos fuera del matrimonio superó a los hijos “matrimoniales”.

-El número de divorcios superó el número de matrimonios.

- La familia como nomenclatura fue reemplazada por “las familias” diversificando los patrones familiares.

En definitiva, las consecuencias de la implementación del paradigma neoliberal a fines del siglo pasado, han permeado hacia la esfera de la vida privada de las familias en la medida que sus integrantes, en especial mujeres, se incorporan a las nuevas formas de reorganización del empleo, en un contexto de creciente incorporación del país a los procesos de globalización. En este proceso la familia va reconfigurando, en la medida que se modifican las relaciones de género al interior de ella, siguiendo nuevos patrones familiares.

5.4 Modernidad o proceso de modernización.

La definición de modernidad o de modernización- esto es, el tipo de proceso que lleva a una sociedad tradicional a convertirse en una sociedad modernadista mucho de ser cerrada y admite casi tantas variaciones como autores se ha referido a ella. No obstante podemos distinguir dos tipos de aproximaciones a la comprensión de la misma: una macro-sociológica, de tipo teórico, y otra eminentemente empírica (Tironi, 2003).

La primera busca identificar el principio rector que haría de una sociedad determinada una sociedad moderna, sin prestar mayor atención a los indicadores empíricos. Esta es la aproximación de la mayoría de los clásicos, como Durkheim, Weber y Marx. En el caso del primero, la modernización avanza a la par del aumento de la complejidad, y concretamente de la división del trabajo; Weber, en cambio, define la modernidad básicamente en torno al despliegue del principio de racionalización; y Marx, por su parte, lo hace desde el análisis del auge y caída del orden capitalista como efecto del desarrollo de los medios de producción (Tironi, 2003).

Pero también hay una segunda forma de aproximación a la modernidad. Esta 34

no se opone a la anterior, pero se sitúa en un plano diferente. Esta aproximación -que podríamos llamar empírica o inductiva- no apunta a encontrar un rector sino, simplemente, a elaborar un listado de transformaciones que llevarían a una sociedad a tener los atributos propios de una sociedad moderna. Este enfoque tiene limitaciones sociológicas obvias, pero posee la ventaja, que permite llegar a una definición operacional de modernidad y a la determinación del conjunto de indicadores que la demarcan como tal.

Aunque diferentes autores ponen el acento en distintos aspectos, existe un cierto consenso en las características empíricas que definen a una sociedad como moderna. El sociólogo Eugenio Tironi (2003), en este sentido, ha identificado seis características que debería poseer una sociedad que está en proceso de modernización: 1. Un alto grado de urbanización. La modernidad está vinculada indisolublemente a la desarticulación de la vida agraria y al surgimiento del fenómeno agrario.

2.

Mejoramiento de la calidad de vida. Esta es una consecuencia de otros factores asociados, entre otros la expansión de la ciencia y la técnica, que permiten adelantos importantes en las condiciones de vida, tanto sanitarias como acceso a bienes materiales.

3.

Masificación de la educación formal. La modernización va de la mano con la universalización de la educación, al menos en los niveles básicos y medios.

4.

Transformaciones en la estructura ocupacional. Con la modernidad se registra, primero, un aumento de la movilidad ocupacional, basada en las calificaciones educacionales de los individuos, seguido por un incremento de las ocupaciones ligadas a la industria.

5.

Debilitamiento de los roles sexuales tradicionales. Se dibujan las diferencias que existen entre roles sexuales con la creciente incorporación de la mujer a la vida social (en particular al mundo del trabajo) y los consiguientes cambios de rol como madre.

6.

Transformaciones en la familia. En la sociedad moderna esta tiende a empequeñecer y a constituirse exclusivamente en torno al matrimonio y los hijos; lo que clásicamente se ha denominado familia nuclear o conyugal.

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Para el caso de Chile existen algunas premisas en relación al proceso de modernización. Por ejemplo se asume que durante la década de los 90’ Chile experimentó profundas transformaciones sociales que se vinculan al proceso de crecimiento económico y al mejoramiento en las condiciones de vida de la población.

En esta década uno de los aspectos que más se destaca, es el incremento del bienestar de la población, definido en términos del mejoramiento de sus condiciones materiales de vida y de un mayor acceso a las oportunidades que abren el empleo y la educación (Castells, 2005).

Sin embargo, las reflexiones del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) apuntan a las paradojas de la modernidad, las cuales tienen que ver con las amenazas o consecuencias negativas, que se sitúan especialmente en el plano cultural o psico-social. El PNUD constata el aumento sostenido de los niveles de bienestar y la mejora sistemática de las condiciones de vida a “nivel cuantitativo”, pero al mismo tiempo, advierte el surgimiento de un malestar difuso que tiene que ver con las amenazas que produce un modelo de modernización centrado en el mercado, cuyos beneficios no se distribuyen equitativamente (PNUD,2002).

Otra característica del proceso de modernización se vincula con el debilitamiento del “Estado Nación”, tal como se creó en la Edad Moderna, en el contexto de los procesos irreversibles llevados a cabo por la globalización. El control Estatal sobre el espacio y tiempo se ve superado cada vez más por los flujos globales de capital, bienes, servicios, tecnología, comunicación y poder (Castells, 1990). La globalización de la producción y de la inversión también amenaza al Estado de bienestar, un elemento clave de las políticas del Estado-Nación en el medio siglo pasado, probablemente el componente básico de su legitimidad en los estados industrializados.

De esta forma las atribuciones que tenía el Estado en materia de programas sociales, que apuntaban a la cobertura en salud, vivienda y educación, fue restringido cada vez que se produjo un recorte en el presupuesto destinado a garantizar el bienestar social, como medida para reducir el déficit gubernamental y/o pagar la deuda externa, como consecuencia de la modernización de la economía (Fawaz, 2014).

36

5.5

Modernización del espacio rural.

La sociedad rural no ha permanecido hermética ante los procesos propios de la modernización. Los estructura productiva y uso del suelo, como también en la vida cotidiana son elementos que se han visto de alguna forma alterados en la medida que se profundizan los efectos del proceso de modernización y globalización.

La estrategia de desarrollo orientada al exterior, que acercó más el sector agrícola a los mercados globales, desencadenó una reestructuración mayor de la sociedad y de la economía rural. El cambio de la antigua estrategia de desarrollo, impulsada por el Estado, a una neoliberal, liderada por el mercado, dio un giro en la concepción tradicional de lo rural, postulando el surgimiento de una “nueva ruralidad” (Kay,2009).

En este sentido el proceso de modernización ha contribuido a la construcción de una “nueva ruralidad”, heterogénea, compleja y multidimensional, que se expresa en una mayor integración y conectividad rural/urbana, mejoras sustancial en equipamiento del hogar, incluido comunicación y acceso a la información, en la disponibilidad casi total de electrificación, mejoramiento en el acceso de servicios básicos y modernización de las actividades agropecuarias (Fawaz, 2005).

La conceptualización sobre “nueva ruralidad” hace mención a que la ruralidad actual no puede abordarse con aquellos enfoques teóricos clásicos que relegaron lo rural a lo tradicional, atrasado y estático, asignando a lo urbano las características opuestas. Postula que en la actualidad la realidad rural, como sería el caso de nuestro país, ya no responde a esta concepción tradicional, debido a las profundas transformaciones que se han producido a partir de los procesos de globalización, modernización y aplicación de nuevos modelos económicos.

A nivel teórico, esta conceptualización apunta a separar la concepción clásica de lo rural y lo urbano, destacando como características de esta nueva realidad rural las crecientes vinculaciones entre los rural y lo urbano, un nuevo tipo de agricultura, una disociación entre ruralidad y agricultura, enfatizando la polifuncionalidad de los espacios rurales, el aumento de las actividades rurales no agrícolas y la reestructuración del mercado laboral, como también las nuevas condiciones de vida imperantes en el campo y los nuevos referentes culturales de los habitantes rurales (Fawaz, 2014).

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En este contexto de modernización de la economía nacional, y en especial la agraria, una de las características centrales es el abandono de la antigua estructura de trabajo ; el empleo se precariza, su extensión es temporal, cambian los sistemas de turno, las jornadas de trabajo se prolongan. Sumo a lo anterior el planteamiento de Valdés (2014) respecto al espacio, quien señala que los desplazamientos geográficos a largas distancias marcan las formas de vida de los trabajadores. Situación que puede contrastarse con el caso del sistema de trabajo durante el periodo hacendal , en donde el espacio de producción y reproducción estaban entrelazados.

Así los regímenes de trabajo surgidos del fordismo, bajo el paradigma de la industrialización, fueron sustituidos hace tres décadas por formas de trabajo “flexibles”. De este modo surge un cambio en la relación capital-trabajo, en donde la estabilidad laboral promovida hasta ese entonces por el Estado garante, fue perdiendo terreno a cambio de la flexibilidad laboral como principal característica de la reorganización del trabajo producto de los vaivenes del mercado internacional y las constantes crisis. Concordantemente, una precarizacion del trabajo se transformará en una característica emergente en la nueva ruralidad.

Estas tendencias coinciden con procesos de modernización que ha sufrido el sector rural en las últimas décadas. De los años sesenta en adelante se precipitan una serie de cambios que estremecieron en lo más profundo a las viejas instituciones agrarias. Así por ejemplo, la redistribución de la tierra producida con la Reforma Agraria no sólo afectó la estructura de tenencia de ésta, terminando con las grandes haciendas sino cambió también las relaciones de trabajo. Posteriormente, la reconversión productiva, provocada en el marco de la instauración del neoliberalismo, situó a la producción agrícola de importantes zonas en los mercados internacionales y a la vez modificó de manera decisiva las formas de organización del trabajo (Rebolledo,1990).

Por lo tanto producto de los procesos de globalización y modernización de la economía, el trabajo, el capital y la población se vieron expuestos a nuevos dispositivos de reordenamiento que dejaron atrás los pilares sobre los cuales funcionaron la economía y la sociedad durante buena parte del siglo XX. Paralelo a la reorganización del trabajo y de la producción, las familias de los sectores rurales están atravesando profundos cambios sociales y demográficos los cuales en particular se caracterizan por la reciente inclusión de la mujer al mundo laboral. En ello destaca el ritmo crecimiento de la tasa de ocupación femenina rural, el cual supera al de mujeres ocupadas del sector urbano.

Ante esta situación Fawaz (2014) sostiene que las “familias no son pasivas,

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pues las dinámicas familiares se ven afectadas en la medida que el rol productivo de las mujeres, ahora remunerado, desafía su antiguo rol doméstico tradicional, pues no significa solo disponer de ingresos, sino además tiene que ver con un “empoderamiento” de su persona producto del “mejoramiento de su autoestima, mayor libertad personal, construcción de espacios de autonomía económica”.

Por otra parte Rebolledo (1999) señala que sería injusto no reconocer a la modernización producida en los espacios rurales ciertos beneficios para las mujeres. Estos se sitúan especialmente en el plano de la identidad como sujetos, lo cual ha permitido a las mujeres complejizar sus experiencias, ampliar su visión de mundo, e incursionar sobre nuevos espacios, enriqueciendo sus vidas. También, da impulso a procesos de empoderamiento y ampliación de agencia que las mujeres incorporan crecientemente en sus representaciones (Soto y Fawaz, 2016).

En síntesis estas tendencias coinciden con procesos de modernización que ha sufrido el sector rural en las últimas décadas. En el marco de estos cambios ocurridos en sólo un par de décadas, las familias residentes en el medio rural han sido incluidas y excluidas de los mercados de trabajo agrícola, han tenido acceso a la tierra y al crédito y lo han perdido.

Estos procesos de campesinización y descampesinización, han incidido de manera significativa en las vidas, formas de inserción laboral, capacidad de reproducción y migración de los habitantes del campo y han afectado a las familias campesinas como conjunto, tensionando y cuestionando algunas definiciones culturales tradicionales, lo cual ha precipitado la aparición de nuevas formas de ruralidad y reconfiguraciones de las familias rurales y de los roles de género, alternandose la división sexual del trabajo tradicional.

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6. Metodología.

Esta investigación tiene como objetivo general estudiar las transformaciones en las relaciones de género al interior de las familias de la comuna de San Nicolás de la provincia de Ñuble, en el contexto de las trasformaciones agrarias ocurridas a lo largo del siglo XX como correlato de los procesos de modernización de la sociedad.

En relación a este objetivo las preguntas metodológicas que guían el desarrollo de la investigación son las siguientes: 1. ¿Cuáles han sido los hitos históricos más relevantes en la historia rural del siglo XX en Chile que se construyeron como contexto de las relaciones de género en general, y al interior de la familia en particular?

2. ¿De qué forma los procesos de modernización agraria desplegados durante el siglo XX han influido en la reconfiguración de procesos identitarios personales y de género?

3. ¿Cuáles son las dinámicas socioculturales y de género que caracterizan el acceso al mercado laboral de hombres y mujeres de las familias del sector rural de San Nicolás en el contexto de las transformaciones agrarias ocurridas en el siglo XX y como ello afecta sus representaciones?

4. ¿Cuáles son las experiencias personales, educacionales y laborales de las familias en el contexto de la modernización agraria y su influencia en las representaciones sociales?

5. ¿A través de qué mecanismos institucionales la modernización de la sociedad permeó hasta el espacio rural y a las relaciones de género al interior de la familia ?

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6.1 Ejes teóricos.

La metodología empleada para desarrollar esta tesis se define en base a dos orientaciones. En primer lugar se abordará el estudio desde una metodología que persigue cuatro ejes teóricos metodológicos, desarrollados de forma más específica en el marco teórico conceptual de la investigación. En su conjunto dichas temáticas permitirán dar cuenta del objetivo general y abordar cada uno de los objetivos específicos.

Ejes temáticos: -Transformaciones agrarias y ruralidad.

-Modernidad -Género -Reconfiguración de las estructuras y dinámicas familiares.

6.2. Enfoque cualitativo.

La segunda opción metodológica se basa en el enfoque de análisis de investigación cualitativa, la cual se entiende como “cualquier tipo de investigación que produce resultados a los que no han llegado por sus procedimientos estadísticos u otro tipo de cuantificación” (Strauss y Corbin,1990).

Este tipo de investigación permitirá alcanzar información de la subjetividad de los actores considerados, en este caso mujeres y hombres que componen las familias que viven que en el espacio socio- territorial de San Nicolás de la provincia de Ñuble.

En cuanto a las características de este método, es posible señalar que su propósito es la captación y reconstrucción de símbolos, su procedimiento es más inductivo que deductivo y, por último, su orientación es holística y concretizadora.

A su vez este enfoque pertenece a la perspectiva que en las ciencias sociales que corresponde a la “fenomenológica”, la cual posee una larga historia en la filosofía y la sociología desarrollado ampliamente desde Berger y Luckmann (1967), Hussler (1913), Schutz (1962), sugerido como perspectiva

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metodológica en las ciencias sociales que quiere entender los fenómenos desde la perspectiva del actor. La fenomenología busca la comprensión de la realidad por métodos cualitativos tales como la observación participante, la entrevista en profundidad y otras técnicas que generan datos descriptivos (Taylor y Bodgan ,1987).

En este sentido el método cualitativo se presenta como un “giro en la mirada” respecto de cómo se venían construyendo las investigaciones empíricas basadas en paradigmas universalistas y enfoques estructurales, para centrar la atención en el sujeto y sus prácticas sociales, sus palabras y discursos, sus memorias y olvidos, sus propósitos de cambio, resistencia o sometimiento.

Este cambio de paradigma se debe en gran parte a lo que se denomina en ciencias sociales “el retorno del sujeto” (Touraine, 1989), el cual además de introducir la importancia del sujeto, acarreó una crisis del universalismo, tanto de sus conceptos como de las prácticas y de los comportamientos que debían seguir las disciplinas sociales para alcanzar su estatus científico.

En síntesis, el relativo derrumbe de los universalismos permitió la emergencia de particularismos, significó un reordenamiento de los vocabularios y conceptos de las ciencias sociales pero también puso acento y de manera prioritaria la reordenación de la investigación empírica, propiciando el giro de lo objetivo cuantitativo hacia lo subjetivo cualitativo, con el despliegue de múltiples enfoques y técnicas de investigación (Galeano, 2007:12) 6.3 La Historia oral como método histórico y estrategia de investigación social.

El presente estudio, que como señalé es de carácter cualitativo, seguirá , dentro de ese marco, los lineamientos establecidos por el método histórico que hace uso de la oralidad como fuente de informaciones y estrategia social.

Debido a los pocos estudios existentes en torno al espacio rural con perspectiva histórica, más aún aquellos que hablen de los cambios que las familias han experimentado producto de los procesos de modernización del agro y la sociedad, la recolección de experiencias individuales y colectivas se torna indispensable a la hora de reconstruir el pasado, el cual por lo general, solo ha sido conocido por medio de la “historia oficial” o de los grandes procesos.

Por lo tanto el método escogido orientara la investigación hacia el desarrollo de una historia oral, la cual es el registro y análisis de los testimonio orales

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acerca del pasado. Se refiere tanto al proceso de investigación en el acto de recordar que es provocado por un entrevistador como a los géneros de escritura basados en la interpretación de fuentes orales (Mudrovcic, 2005:113).

Si bien la historia oral se desarrolló después de la II Guerra Mundial, no fue sino entre los años sesenta y los setenta donde recibió su mayor impulso a partir de la creciente influencia de la nueva historia social o “historia desde abajo”. En este sentido la historia oral se transformó, entonces, en el principal medio para el registro de las experiencias vividas por los sectores marginales de los que sólo se contaba con narraciones producidas por las elites (Mudrovcic, 2005).

La historia oral como método histórico, cabe destacar, posee dos momentos dentro del desarrollo de ésta. En este sentido Mudrovcic (2005), distingue una historia oral “reconstructiva” y otra “interpretativa” dependiendo del estatuto que en cada una de ellas posea el recuerdo. La autora sostiene que la historia “reconstructiva” es aquella que busca extraer conocimiento de lo que realmente ocurrió a partir de las fuentes orales. Esta forma de tratar el recuerdo fue prioritaria en los inicios de la historia oral pues sus intereses confluyeron con el avance de la llamada historia oral. Es decir, en esta etapa inicial de la historia oral lo que predominó fue el contenido factual del recuerdo como una forma de reconstrucción de la historia reciente cuando la investigación se veía truncada por la escasa evidencia de archivos.

Sin embargo, a partir de los años ochenta, varios factores contribuyeron a nuevas formas de historia oral. Los trabajos llevados a cabo por Pierre Nora (1997), y por otro lado los aportes de la antropología y la sociología interpretativa, señalaron la naturaleza de la memoria socialmente construida y sus usos políticos, históricos y culturales.

De este modo se construye una crítica en torno a cómo se estaba desarrollando la historia oral hasta ese entonces. Este nuevo enfoque, el cual se denomina interpretativo, en contraposición al enfoque reconstructivo que busca apelar a la memoria solo para obtener el conocimiento del pasado con exactitud, se dirige a comprender de qué modo los sujetos sociales representan el tiempo histórico, a través de los testimonios orales. “La inexactitud o distorsión de los recuerdos no se presenta como un problema, sino más bien como vías de acceso a las formas culturales y procesos por los que los individuos expresan el sentido de sí mismos en la historia” (Mudrovcic, 2005:114).

Por lo tanto el recurso de material oral, ya sea de carácter biográfico o

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entrevistas, constituyen una fuente de carácter cualitativo privilegiada para comprender el desenvolvimiento de la vida social y la inscripción del individuo en esta, sobre todo cuando se trata de poblaciones “subalternas” no inscritas en la historia social, tal es el caso de los y las campesinas para el caso del sector rural de San Nicolás de la provincia de Ñuble.

Para propósito de este estudio utilizaré la entrevista en profundidad, no estructurada. Tal tipo de entrevista permite abordar los ejes predefinidos y también dejar espacio para temas emergentes en el proceso investigativo.

6.4 Técnicas de recolección y análisis de datos.

El diseño de investigación considera dos técnicas que permitirán la recolección de información para su posterior análisis: fuentes secundarias y primarias. a)

Fuentes secundarias.

Se encarga de la definición y estudio del contexto histórico en el cual se desarrollan las experiencias relatadas por los entrevistados. Para ello acudí a bibliografía especializada en cada eje temático que compone el cuerpo de la investigación.

No obstante, el estudio de los temas rurales, durante el siglo XX, ha sido ampliamente abordado por Sociólogos, Historiadores y Geógrafos. El inquilinaje, la dominación hacendal y los trabajadores estacionales fueron los campos de interés de estos estudios. Destacan además aquellos dedicados al periodo de pre reforma agraria y reforma agraria (Salazar, 1994; Bengoa, 1990; Barraclough, 1974). Sin embargo estos estudios no analizan la forma en que estos desarrollos afectaron a las familias del campo, y las respectivas dinámicas de género al interior de estas, sino que se centraron en la distribución de los sistemas de trabajo al interior de la hacienda, la propiedad antes, durante y posterior a la reforma agraria, asumiendo principalmente una aproximación estructural, que no releva la subjetividad de los actores.

Por este motivo es necesario complementar esta bibliografía especializada, con fuentes de tipo secundaria que permitan ampliar las posibilidades de análisis en los estudios rurales.

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b) Fuentes primarias.

La segunda opción de diseño metodológico tiene como propósito recoger la mirada de hombres y mujeres de diversos grupos etarios y sociales, en nuestro estudio pertenecientes al sector rural de la comuna de San Nicolás, obtenidos mediantes entrevistas realizadas en los hogares de los sujetos y en algunos casos en los lugares de trabajo, de modo que el espacio fuese parte de su cotidianidad para así asegurar la comodidad del entrevistado y la facilitación de los testimonios.

En este sentido, el espacio cobra relevancia desde el punto de vista de la memoria. Es más fácil acceder a los recuerdos y los significados que se le otorgan al “presente del pasado” estando en presencia de aquellos lugares que forman parte del escenario cotidiano de la vida del entrevistado.

Es por este motivo que las entrevistas se realizaron en la comodidad de los hogares de los entrevistados, dentro o fuera de sus casas, pero en el contexto del sector al cual pertenecen. Así en esta metodología las entrevistas proporcionan fuentes orales biográficas, las cuales podrían facilitar el acceso a información que dé cuenta de las representaciones sociales asociadas al género , la familia y el trabajo en un contexto de creciente modernización de la sociedad rural de Ñuble. De esta forma las fuentes primarias, testimonios, entrevistas, historias orales, son claves para conocer un campo de la historia social que ha sido poco documentado.

6.5 Entrevistas biográficas familiares de diferente género y grupo etario.

Es indudable que la historia oral se enmarca dentro de una versión de historia popular, historia que pretende acercar los límites de la historia a la vida de las personas en los términos de R. Samuel (1984); es una historia que ha subordinado lo político a lo cultural y a lo social, una historia que se ha desarrollado básicamente al margen de las instituciones de enseñanza, y que ha tomado a la comunidad y a su oralidad como base para sus investigaciones y reivindicaciones. Es una historia que hace énfasis en el pueblo, en la cultura y en la vida cotidiana El registro oral que recoge la presente investigación se extiende temporalmente en gran parte del siglo XX, a través de tres generaciones de entrevistados.

Fue necesario hacer este trazado amplio pues en él se evidencian tres claros momentos en el cual producto de procesos de cambio social impulsado

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por la modernización del Estado, los referentes de la familia campesina se diversifican y complejizan, manteniéndola en un constante diálogo entre la tradición y la modernización, en un contexto de transformaciones agrarias que desmantelaron el histórico sistema de latifundio por uno agro industrial.

Para analizar los cambios en las relaciones de género al interior de las familias campesinas fue necesario acceder a relatos de al menos tres generaciones, de tal modo de contar con experiencias de personas que han vivido alguno de los tres periodos de cambio social promovido por las transformaciones agrarias que caracterizan el pasado siglo, o bien, en el caso de quienes cuenten con más de 60 años, aporten en un solo relato su experiencia de vida en el contexto socio-histórico del sistema de latifundio, de reforma agraria y más recientemente agro industrial.

Además de pertenecer a tres generaciones diferentes, las fuentes orales biográficas recogidas incorporaron relatos de ambos géneros, pues la información recogida de las mujeres y hombres entrevistados es diferente en cuanto otorgan diferentes significancias a aspectos de sus vidas, a pesar de que las preguntas sean semejantes.

Los aportes de estos dos relatos nos remiten a la utilización de la memoria individual y colectiva como fuente primaria para hacer historia en cierto tipo de comunidades o en acontecimientos que presentan escasas fuentes documentales escritas, permitiendo el acceso a los afectos, las emociones y los sentimientos, los significados otorgados a la infancia y al sentimiento filial y conyugal, ayudando a comprender las formas de vida y los cambios en ellas, las costumbres y las mentalidades de mujeres y hombres que componen la familia (Valdés, 2007).

Por lo tanto el material biográfico recogido de las entrevistas es además un material histórico, el cual posee una gran importancia para aproximarse a determinados objetos de estudio. En este sentido Claude Passeron (1930) sostuvo que lo que se debe hacer con este material proporcionado por los relatos biográficos es comprender las relaciones que existen entre una biografía y su contexto histórico con el fin de establecer así una inteligibilidad longitudinal que permita obtener ventajas respecto de la utilización de otro tipo de técnicas. Para ello es necesario tener en cuenta las condiciones sociohistóricas de producción del relato y tomar en consideración el peso que ejercen las estructuras sociales en las biografías, sin que ello suponga anular la especificad de cada relato individual.

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1

1. Fundo de la provincia de Ă‘uble. circa 1940, facilitadopor PurĂ­sima Barra.

CapÍtulo

01

“AQUÍ SE NACE, SE VIVE, Y SE MUERE; VIDA AL INTERIOR DEL FUNDO. 1930-1962.

1. Introducción.

El espacio en estudio es la comuna de San Nicolás, la cual pertenece a la provincia de Ñuble, siendo una de las cincuenta y cuatro comunas que integran la Región del Biobío. Se encuentra a 24,07 km de la ciudad de Chillán1, limitando al norte y al este con la comuna de San Carlos, al oeste con las comunas de Ninhue y Portezuelo, y al sur con la comuna de Chillán . La superficie total de la comuna asciende a 490, 5 kms2, mientras que su capital, el pueblo de San Nicolás, posee 1, 28 kms2 (INE, 2005).

La comuna de San Nicolás tiene sus orígenes a fines del siglo XIX. Reyes(et. al,2016), nos dice que “ con la Ley de Comuna Autónoma, iniciativa de la administración de José Manuel Balmaceda, la cual fue promulgada después de su mandato el 22 de diciembre de 1891, el sector de San Nicolás fue integrando al Departamento de San Carlos junto a San Fabián y San Gregorio”(p.29).

En relación al surgimiento de las aldeas, pueblos, fundos y caseríos, como es el caso de San Nicolás originalmente, según Mario Góngora (1960) tienen como antecedente el proceso de descomposición de las grandes estancias durante el siglo VIII, las cuales se convirtieron en haciendas, caracterizadas por ser suficientemente productivas. A partir de estas surge a fines del siglo XIX la economía campesina con la estructuración de los “fundos”.

Este sistema, que estableció un sistema de “fundización-minifundización” (Góngora, 1960,), formó parte de la intensa actividad agropecuaria de la comuna de San Nicolás, especialmente de la hacienda Puyaral de la Familia Martín, la cual se vio favorecida por la cercanía al camino Chillán -Quirihue (Reyes Coca, Marco A,.et ,al.2016).

Al alero de este proceso de “fundización-minifundización” es que se levanta en un terreno del fundo Quillinco, donando por su dueña Rosa Lantaño, el “pueblo-caserío” de San Nicolás. En base al CENSO de 1930, se puede observar la estructura del territorio de la comuna. San Nicolás se encontraba dividido en siete distritos: -Distrito Coipín : Total de 19 Fundos, 6 Caseríos, y 2 Aldeas.

-Distrito San Nicolás: Total de 7 Fundos, 7 Caseríos, y 2 Aldeas.

-Distrito Curica: Total de 7 Fundos, 5 Caseríos, y 2 Aldeas.

-Distrito El Ala: Total de 4 Fundos y 2 Caseríos.

1 www.vialidad.cl

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-Distrito Dadinco: Total de 13 Fundos y 2 Caseríos.

-Distrito Cocharcas: Total de 7 Fundos y 5 Caseríos.

-Distrito Nilahue: Total 22 Fundos, y 3 Caseríos.

Como se observa, cada distrito a su vez estaba compuesto por diferentes localidades, las cuales se diferenciaban en fundos, aldeas y caseríos. Según el CENSO DE 1930, las definiciones para cada una de ella son: -CASERÍO: de 1 a 200 habitantes.

-ALDEA: de 201 a 1,000 habitantes.

-PUEBLO: de 1,001 a 5,000 habitantes.

-*Para el caso de las Ciudades se refieren estas cuando existen de 5,001 y más habitantes.

2. Dinámica de la población periodo en estudio.

2.1 Datos Población comuna de San Nicolás según CENSO de 1930, 1940, 1950 y 1960. a. Población rural.

En la década de 1930 la comuna de San Nicolás, la cual ya formaba parte del Departamento de San Carlos, contaba con una población total de 8.038 habitantes, de la cual el 100% era rural. Del total, 4.304 correspondían a hombres y 3.783 a mujeres (CENSO 1930). Estas estadísticas aparecen clasificadas según distritos de la comuna, e incluso por localidades, haciendo distinción de población concentrada al interior de fundos, aldeas o caseríos.

De esta forma, las estadísticas censales señalan que a casi a cuarenta años de la creación de la comuna , la tendencia del espacio de San Nicolás es a la “ruralización” , en relación a la “urbanización” que experimentaba por ejemplo la población de San Carlos (CENSO, 1930). Mientras que el índice de población rural a nivel provincial según el CENSO de 1940 y 1952 fue el siguiente:

provincia ñuble total pais

1940 (%) 67

1952 (%) 65

47

40

Fuente: CENSO 1952.

52

Si bien el porcentaje de población rural disminuyó de un 100% en 1930, a 67% en 1940 y posteriormente en 1959 a un 65%, la provincia de Ñuble sigue estando por encima del promedio país, el cual expresa un población rural de un 47% en 1940, descendiendo a un 40 % en 1950.

2.2 Tasas brutas medias anuales de natalidad, mortalidad y crecimiento natural 1952-1960.

La natalidad y mortalidad se han medido mediante tasas brutas medias anuales de cuya diferencia resulta el crecimiento natural medio anual2 , este último expresado en términos porcentuales.

El análisis de las variables de natalidad, mortalidad y crecimiento (Tabla Nro. 1) se han realizado sólo para los períodos de 1952-60, debido a que el Servicio Provincial de Salud - Ñuble no cuenta con datos anteriores a 1952.

En el período intercensal de 1952-60, la Tasa Bruta Media Anual de Natalidad Promedio3 en la provincia de Ñuble fue de 35, 8 por mil mientras a nivel comunal estas tasas fluctuaron entre un 15, 9 por mil en el caso de la comuna de San Nicolás. Las altas Tasas de Natalidad4 en este período son producto de la inexistencia de un sistema de planificación familiar, además del aislamiento y por ende bajo nivel cultural de la población que realiza su vida bajo el sistema de hacienda.

En este mismo período, la mortalidad alcanzó una tasa promedio de 16, 5 por mil para la provincia, lo que es lógico si consideramos las precarias condiciones de vida de los inquilinos además de la falta de una buena infraestructura sanitaria y hospitalaria, situación que explica el bajo crecimiento natural a nivel 2 El balance entre los nacimientos y las defunciones determinan el crecimiento natural de la población. La diferencia entre este indicador y la tasa bruta de mortalidad dan cuenta del ritmo de crecimiento natural (o vegetativo) de la población(http://www.cepal.org/celade).

3 La tasa bruta de natalidad expresa la frecuencia con que ocurren los nacimientos en una población determinada. Se calcula haciendo el cociente entre el número de nacimientos ocurridos durante un período dado y la población media de ese período; por mil (http://www. cepal.org/celade).

4 Expresa la frecuencia con que ocurren los nacimientos en una población determinada. Se calcula haciendo el cociente entre el número de nacimientos ocurridos durante un período dado y la población media de ese período; por mil.(Observatorio Demográfico número 7 (abril 2009), División de Población de la CEPAL.

53

provincial de 1, 9 %. Para el caso de la comuna de San Nicolás la tasa de mortalidad fluctuó en un 7,1 por mil, con un crecimiento natural de un 0,9%.

Esta situación se condice con el contexto país. Salvador Allende (1939), en su libro “La realidad médico Chilena”, publicado cuando era ministro de salud de Pedro Aguirre Cerda, describe la dramática realidad social del país en ese entonces. Afirmaba que “Chile tiene la más alta mortalidad infantil del Mundo,

TABLA Nº1.

TBMAN %

1952-1960 TBMAN %

CNMA %

San Nicolás

15.9

7.1

0.9

Prom.Prov.

35.8

16.5

1.9

Comuna

Fuente: Elaborado a partir de estadísticas levantadas por Marta Henríquez en POBLACIÓN RURAL Y CAMBIO SOCIAL EN LA PROVINCIA DE ÑUBLE, 1990

(...) Por cada veinte partos, nace un niño muerto” (p.4).

Se puede señalar según rangos clasificatorios determinados a partir de Garret (1973), Farmer (1974) y Enlace (1986) los tipos de natalidad alta (más de 30 por mil); moderada 30 - 15 por mil) y baja (- de 10 por mil) y establecer en base a estos criterios el comportamiento de la comuna de San Nicolás y Ñuble de las variables de natalidad y mortalidad.

En el período 1952-60 se evidencia una natalidad moderada (15.9), a diferencia del promedio provincial que posee una alta natalidad (35.8). En cambio, la mortalidad (7.1) se manifiesta como la más baja de las comunas de la provincia de Ñuble, bajo 10 por mil, mientras el promedio de la provincia se encuentra en un rango de mortalidad moderada con un 16.5 por mil.

2.3 Evolución de la población alfabeta y analfabeta.

El analfabetismo afectaba a los grupos más pobres de la población. Enfatiza Allende (1939) que “cuatrocientos mil niños no concurren anualmente a ninguna escuela, lo que representa el 42 % de la población en edad escolar.

Tenemos seiscientos mil jóvenes analfabetos” (p.4).

En Ñuble las tasas de alfabetismo según sexo, durante 1940 - 1952, indican que la población masculina en diez comunas supera levemente a la femenina en la instrucción básica, siendo el promedio provincial de 57,4 % del total 54

hombres y 56, 5 % del total mujeres (CENSO, 1940,1952).

Para el caso de la comuna de San Nicolás la tasa de alfabetismo de hombres en el mismo periodo es de un 41, 3 % equiparando a la femenina con el mismo valor. Por otra parte la tasa de analfabetismo masculina es de un 57, 6% versus un 57,9% de analfabetismo femenino.

Las tasas de alfabetismo y analfabetismo se han medido a través de la proporción de personas que, a partir de cierta edad saben o no leer y escribir.

La edad considerada por el censo en el periodo 1940 - 1952 es de 6 años y

Comuna

H% Alfabetismo

1940-1952 H% Alfabetismo M% Alfabetismo M% Alfabetismo

San Nicolás

41. 3

57. 6

41. 3

57. 9

Prom.Prov.

57. 4

41. 5

56. 5

41. 7

Fuente: Elaborado a partir de estadísticas levantadas por Marta Henríquez en POBLACIÓN RURAL Y CAMBIO SOCIAL EN LA PROVINCIA DE ÑUBLE, 1990.

más (Henríquez, 2015).

2.3.1 Desarrollo del sistema educacional en el período.

Entre los años 1948 y 1956 la Comuna contó con tres establecimientos educacionales; La Escuela “Tres Esquinas”, ubicada en el sector de Lajuelas, la Escuela Llequen y la Escuela de Municipal de San Nicolás.5 Para el caso de San Nicolás, la primera mención de un establecimiento educacional aparece documentada en un Acta de Sesión Extraordinaria de la Municipalidad de San Nicolás, el 11 de Marzo de 1948 en el cual se señala que la “Escuela Tres Esquinas” funcionaba en dependencias particulares arrendadas por la Municipalidad por un valor de $3.600 anuales.

Para el caso de las otras dos Escuelas estas funcionaban de igual forma en propiedades particulares, asumiendo la m unicipalidad el pago del arriendo de estas.

5 Sesión Extraordinaria de la Municipalidad de San Nicolás, el 11 de Marzo de 1948, consultado en “Historia de San Nicolás”, Reyes Coca, Marco A.et, al. 2016.

55

En la memoria de sus habitantes se hace mención a otro establecimiento educacional, el cual según cuentan se ubicaba en el sector del Puente Ñuble y coincide con las instalaciones particulares de las otras dos escuelas mencionadas anteriormente.

“Yo no estuve en la escuela nunca, porque en esos años no habían escuelas cerca. La escuela que había era una en el puente Ñuble. Era una casa no más, ahí iban los niños.

Pero en este sector (El Manzano) nada (...) Y de por aquí los que iban a la escuela eran dos lo que yo me acuerdo, eran dos hermanos, la Julia y el Nacho. Ellos se iban de a pie a la escuela (...) Era muy lejos, por eso a mí no me pusieron a la escuela (...) A mí me enseñó una niña de por aquí, pero tuve buena memoria así que aprendí”. 6 Esta situación deja al descubierto una de las principales causales de los altos índices de analfabetismo de la comuna: una baja cobertura de establecimientos de educación primaria en los sectores rurales, sumado a las largas distancias que debían recorrer los niños para llegar a las escuelas de pueblos o ciudades aledañas, hacía que integrarse a la educación primaria estuviese lejos de las preocupaciones de las familias campesinas, pues el bajo nivel económico de la familia campesina exigía muchas veces el trabajo de los niños en edad escolar, provocando una alta deserción de alumnos en las escuelas rurales (IER, 1972).

Fue común entre los habitantes, como un acto de solidaridad, que quienes supiesen leer y escribir enseñaran a vecinos o parientes, dando de esta forma una solución parcial al problema del alfabetismo que caracterizó a las zonas rurales antes de las reformas educacionales implementadas por Eduardo Frei.

“En el sector en que yo vivía los niños no iban a la escuela.

Eran kilómetros para llegar a estudiar. Mi mamá, que cuando chica estudió en Chillán, aprendió a leer y ella en la misma casa tenía una piececita donde venía gente de por ahí para que mi mamá les enseñara a leer y firmar (...) De todas las edades vino gente, y así mi mamá me enseñó a mí y a todas mis

6 Elsa Quilodrán, 84 años. Entrevista realizada en el sector El Manzano, comuna de San Nicolás.

56

hermanas, y a casi a todos por ahí cerca, de pura voluntad”. 7 Posterior al periodo inter censal de 1940-1952 se observa una evolución.

Los índices de alfabetización de la población de la comuna de San Nicolás aumentaron a un 69,3% para el caso de los hombres y un 71,4% en el caso de las mujeres en el periodo inter censal de 1952-1960 (Henríquez, 2015).

Sin embargo estas cifras seguían siendo nada de alentadoras pues, el Censo de 1960 señala que un 33,64% de la población rural aún no contaba con ningún tipo de instrucción, y sólo un 1 % alcanzaba niveles técnico-profesionales o universitarios.

En 1954, la situación educacional del sector rural asalariado era un problema gravísimo. Las escuelas rurales, públicas y privadas, eran totalmente insuficientes en número y capacidad de alumnos, no alcanzando su nivel de enseñanza a más de cuatro años básicos. El nivel promedio educacional de los campesinos era solamente de 2 años de estudio en total (IER, 1972).

En este contexto se crea El Instituto de Educación Rural (I.E.R.), fundación de derecho privado, sin fin de lucro, fuera de la política de partidos y de inspiración cristiana. La acción del I.E.R. estaba dirigida a campesinos adultos de ambos sexos, cuya finalidad era “la educación y capacitación del campesino chileno, el aumento y fortalecimiento de sus comunidades y organizaciones, la formación de dirigentes campesinos y la integración plena y constructiva del sector rural en el proceso de desarrollo nacional” (IER, 1971:4).

Los programas de educación del IER apuntaban a los adultos porque la importancia de saber leer y escribir, radicaba en que ello era el grado de instrucción mínimo necesario para un cambio de actitud en los campesinos ante eventuales innovaciones y adopción de nuevas técnicas agrícolas. Por este motivo, más adelante, se convertirá en una preocupación de primer orden dentro del programa de las futuras reformas agrarias (IER, 1971).

Paralelo a la acción del IER, según sostiene Zaida Soto (1972) en 1962 7 Purísima Barra , 84 años. Entrevista realizada en sector Puente Ñuble, comuna de San Nicolás

57

aproximadamente se iniciaron campañas nacionales de alfabetización, cuya dirección correspondió, fundamentalmente, a las Universidades, Federaciones de Estudiantes, a la Dirección de Enseñanza Primaria y Normal, y posteriormente a Instituciones tales como Centros de Madres y Junta de Vecinos.

Finalmente en 1965 durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva se promovió un reforma educacional, hasta ese momento la más ambiciosa, que tuvo como por principal objetivo acelerar la ampliación de la cobertura escolar. De este modo se dio una solución más estructural al analfabetismo.

3. Contextualización perÍodo de 1930-1960.

3.1 Tipología de la tenencia de la tierra en el Valle Central.

En la zona central del país, lo primero que existió históricamente fueron las grandes heredades, las grandes estancias, producto de la descomposición de las encomiendas (Bengoa, 1990:143). Es a partir de estos grandes territorios, ocupados por familias propietarias, que comenzaron a surgir por cesión de terrenos, subdivisión o por venta, propiedades de tamaños menores, dando origen de esta forma diferentes sistemas de tenencia de la tierra (Bengoa, 1990).

Los sistemas de tenencia de la tierra se clasificaron según el tamaño de la explotación y según población agrícola activa. En base a ello identificamos, de mayor a menor, las siguientes categorías; explotaciones multifamiliares grandes, explotaciones multifamiliares medianas, y unidades pequeñasfamiliares y subfamiliares (Barraclough, 1966).

Chile Central se caracterizó durante la primera mitad del siglo XX por el predominio de explotaciones multifamiliares grandes, corrientemente denominadas fundos o haciendas, en las cuales se concentraba la mayor cantidad de recursos humanos, naturales y de capital (Barraclough, 1966).

Dichas explotaciones ocupan el 75 % por ciento de la tierra arable en la zona y casi la mitad de la población agrícola activa.

Con menor cantidad de hectareaje y población agrícola activa se encontraba más abajo las explotaciones multifamiliares medianas. Estas tienen un origen más o menos similar al origen de las haciendas o fundos grandes. Derivó su subdivisión por herencia o por venta privada y, en el caso de las parcelas de la Caja de Colonización Agrícola, por acción estatal. La explotación mediana, 58

ocupa de 4 a 12 hombres por año de trabajo, y su tamaño oscilaba entre 20 a 100 hectáreas en la zona central, según el estudio sobre Tenencia de la tierra y desarrollo socio-económico de la tierra del CIDA elaborado en 1966 (CIDA,1966).

Finalmente, las explotaciones pequeñas compuestas por unidades familiares y subfamiliares, se distingue una de otra, al igual que el resto de las explotaciones mayores, por el número promedio de personas empleadas en los distintos estratos de tamaños utilizados en el CENSO de 1955. Ahí quedó estipulado que, en promedio, las explotaciones subfamiliares tienen menos de 20 hectáreas, siendo las más numerosas de la zona central del país. Este sistema de tenencia pequeña estaba manejado por un propietarios, arrendatario, concesionario, ocupante, mediero, o una combinación de dichos tipos, quienes ayudados por sus familiares, trabajan la tierra, agregando en las explotaciones de tamaño un poco mayor, grupos de trabajadores temporales (Barraclough, 1966). Más adelante, en el sub-capítulo referido a los tipos de trabajo al interior del complejo latifundio-minifundio, se detalla con más especificidad a cada uno de ellos.

3.2 Caso de la comuna de San Nicolás, Provincia de Ñuble.

Desde el siglo XIX, la comuna de San Nicolás se caracterizó, al igual que el resto de la provincia de Ñuble, por el predominio encantidad de los predios pequeños los cuales tenían una extensión máxima de 20 hectáreas. Aquel fenómeno, según señala Jorge Mcbride (1936) “surgió de la subdivisión de los grandes predios (estancias coloniales) por cesión de tierras, enajenación o herencias, partición, venta o por ocupación (p.22).

Esta estructura de la tierra, durante el siglo XIX muestra una tendencia a la minifundización, situación que se acentuó más aún a partir de la crisis económica producto del colapso del ciclo triguero en 1875 (Reyes, 2001).

Dicha situación queda demostrada cuando en 1877 no aparecen exportaciones trigueras de Ñuble a través del puerto de Tomé, ya que las casas exportadoras de Talcahuano, “al parecer tenían demasiado interés en comprar a los pequeños productores”(Reyes Coca,Marco A,et.al, 2016:189).

En este contexto de crisis económica, “Chillán y sus provincias contaban con tan solo 136 haciendas y 96 hijuelas, sin embargo el número de fundos ascendía a 2.042, (...).Pese al predominio en hectareaje de las haciendas (solo la de “Boyén” de Cándido Lagos, contaba con 8.000 cuadras), existía una alta sumatoria de medianas y pequeñas propiedades” (Bengoa, 1988:12).

Para el caso de San Nicolás la situación de la estructura de la tierra a finales 59

recuadro Nº1.

Fundos con más de 1000 has:

Fundo.

propietario

LIRCAY

Fidel Urrutia.

TRILICO

José María Solar.

DADINCO

José Smith.

LILAHUE

Pedro Nolasco Valenzuela.

SAN JOSÉ

Juan N. Merino.

Fuente:Marco Aurelio Reyes. Historia de San Nicolás ,2016.

recuadro Nº2.

Otros fundos importantes con menos de 1000 has:

Fundo.

propietario

CHANGARAL

Eduardo Solar.

GUAIHUE

Leonocio Martínez .

GUILLINCO

Rosario Lantaño.

LLANO BLANCO

Rosario Lantaño.

MARAVILLA

Pelegrín Martín.

CULENCO

Pedro Venegas

VERQUICO

Pedro Venegas

QUIÑIHUA

Pilar Benavente.

PANGUILEMU

Vicente Benavente.

COIPÍN

Beneficencia de Concepción.

SAN NICOLÁS

José Miguel Poblete.

EL ALA

Cristobal Contreras.

RANCHILLO

Juana Ross.

60

COCHARCAS

Pantaleón Garcés.

PUYARAL

Ismael Martín.

TRICAHUE

Pelegrín Martín.

CHANGARAL

Francisco Castillo.

MONTELEÓN

Adrian Vargas.

Fuente: Marco Aurelio Reyes, Historia de San Nicolás. 2016

del siglo XIX era la siguiente: El rol de avalúos de 1896 nos muestra en la comuna la existencia de 25 fundos con avalúos sobre los $40.000, dedicados a los viñedos como preferencia y con un alto hectareaje de riego y en menor proporción el trigo blanco y crianza y engorda de animales.

Este proceso de “minifundización” trajo como consecuencias sociales, económicas, demográficas y culturales, entre las cuales está el desarrollo o reforzamiento de los “pueblos-caseríos”. Tal es el caso de San Nicolás que producto de dicho proceso gozó de estatus municipal a partir de 1891 (Reyes Coca,Marco A,et.al, 2016) Entrado el siglo XX esta tendencia no desaparece sino más bien se acentúa.

Según Moisés Poblete Troncoso, en 1914 la minifundización es evidente en los departamentos de Chillán y San Carlos, incluyendo a San Nicolás (Poblete,

recuadro Nº3.

Año

Grandes propiedades

medianas

medianas

1874

12

75

2.206

1914

14

77

2.409

Fuente: Moisés Poblete Troncoso, 1914; “El problema de la producción agrícola y la política agraria nacional”.

61

1919).

En el siguiente cuadro se detalla el aumento de las pequeñas propiedades por sobre las medianas y grandes en cifras absolutas en un rango de 30 años en la provincia de Ñuble.

El Álbum de la zona central de Chile de Juvenal Valenzuela (1927) entrega importante información estadística respecto de la provincia de Ñuble. En detalle se pueden apreciar aspectos de la presencia de fundos, haciendas y sus productos de cada provincia y sus comunas respectivamente. La propiedad de San Nicolás muestra nuevamente el aumento de la pequeña propiedad en desmedro de los fundos con más de 1000 hectáreas. Según el cuadro anterior, en 1914 existían 14 grandes propiedades, pues bien en 1923 sólo se hace mención a tres fundos que superan las 1000 hectáreas; San José, Dadinco y se suma Coipín, que como excepción crece respecto del siglo anterior en el cual, según el rol de avalúos de 1896, tenía menos de 1000 hectáreas y para 1923 aparece con 4000 hectáres. El resto de los fundos grandes, Lircay, Trilico y Licahue, de fines del siglo XIX, no se registran en las informaciones agrícolas de 1923.

El CENSO de 1930 ratifica lo anterior y demuestra que la tendencia a la división de las tierras es una constante en la historia de la comuna de San Nicolás. Según la información recogida aparecen registrados 99 fundos, sin embargo no indica la extensión de la propiedad lo que imposibilita distinguir entre gran, mediana o pequeña propiedad por medio de este indicador. No obstante, entrega información de la población diferenciada según sexo, además del número de viviendas que se encontraban al interior de cada fundo. De esta forma, según el CENSO de 1930 es posible diferenciar la gran, mediana, y pequeña propiedad en la comuna de San Nicolás.

Entre las grandes propiedades multifamiliares está el caso de Dadinco, uno de los fundos de mayor extensión de la comuna de San Nicolás durante las primeras décadas del siglo XX. En el residían 270 habitantes según el CENSO de 1930, la cifra más alta de población al interior de fundos en la comuna.

Dadinco además se destacó por su vocación ganadera. “Se le describe resaltando su ubicación a 12 km. de la estación Cocharcas, con una superficie de 4.000 hectáreas dedicadas a la crianza y engorda de vacunos, a la lechería, fabricación de mantequilla y crianza de caballos chileno; actividades que complementaba con siembra de trigo blanco y cebada, y chacarería (frijoles, maíz y papas”. (Valenzuela: 1914:24)

62

De cualquier forma las cifras dejan en evidencia si se compara la cantidad fundos que existían según el registro de avalúo de 1896, con el catastro del CENSO de 1930. En el primero se registran un total 25 fundos, de los cuales sólo 5 superan las 1000 has, mientras que en el CENSO de 1930 se registran 99 fundos, que a pesar de no especificar la extensión de la superficie, deja en evidencia la tendencia a la división de tierras y como consecuencia el predominio de la pequeña y mediana propiedad.

Por lo tanto la Comuna de San Nicolás desde el siglo XIX se caracteriza por la mediana y pequeña propiedad, estimulada por el proceso de “minifudización” hasta mediados del siglo XX. 3.3 Actividades económicas en San Nicolás durante la primera mitad del siglo XX. La producción de los fundos de la comuna de San Nicolás, así como el resto de la provincia de Ñuble, durante la primera mitad del siglo XX se caracterizó principalmente por la producción de cereales. En ellos destaca el trigo blanco por sobre los de otras especies, como el colorado. Durante el años 1923 la producción del departamento de San Carlos, al cual pertenece la Comuna de San Nicolás fue de 137.536 qq.m (Valenzuela, 1927).

Al igual que otras zonas del valle del Itata, la comuna debido a las apropiadas condiciones geográficas se destacó por la producción vitivinícola. Según indican las estadísticas agrícolas recogidas la cosecha de vino de “uva país”, ascendía a 48.765 hectolitros en el año 1923 (Valenzuela, 1927).

El departamento de San Carlos destaca por la crianza de ganado, en especial vacunos (59.909) ,ovejunos (57.798) y caballares(11.251), en donde el fundo Dadinco de San Nicolás destaca por su crianza de caballos Chilenos (Valenzuela, 1927).

En menor cantidad de observa a nivel de departamento la producción de frijoles (12.049 qq. m) y papas (27.868 pp.m). A nivel comunal, destaca la producción de lentejas en el fundo El Naranjal con 400 sacos de 100 kg anuales y Vidico con 50 sacos de 100 kg de garbanzos (Valenzuela, 1927).

Finalmente otro rubro, según las estadísticas, se hace notar. Los fundos de Huampanhue, Dadinco y Puyaral cuentan con lechería y producción de mantequilla, los cuales forman parte de la producción total del departamento con 21.656 hectolitros de leche y 105 qq.m anuales.

63

recuadro Nº4.

Fundo

COCHARCAS

propietario

Francisco Unda

ubicación

1 km al poniente de la Estación Cocharcas.

Superficie

200 cuadras

producción -Crianza y engorda de vacuno -Trigo blanco.

-Chacarería (frijoles,maíz, papas).

-Talajes.

HUAMPANGUE

SAN JOSÉ

Guillermo y Fernando Weber.

3 km al norponiente de la Estación Cocharcas.

Josué Smith del 9 km al poniente Solar, arrendando de la Estación a Víctor y Arturo Cocharcas .

Lagos.

64

225 cuadras

-Trigo blanco y colorado.

-Chacarería (frijoles,arvejas y maíz).

-Crianza de vacunos y chanchos.

-Mantequillería.

-Enfardadura de pasto trebolrosado( 400 fardos anuales).

-Viñas, uva del país. (800 a 1000 arrobas de vino).

1.000 cuadras

-Trigo.

-Chacras.

-Talaje.

-Crianza y engorda.

-Viñas, uvas del país ( 600 arrobas de vino).

DADINCO

Comunidad Valenzuela Larraín.

12 km al poniente de la Estación Cocharcas.

1.000 ha .

-Crianza y engorda de vacuno.

-Lechería.

-Fabricación de mantequilla -Crianza de caballos Chilenos.

-Trigo blanco y cebada.

- Chacarería (Frijoles, maíz, papas).

QUILLINCO

PUYARAL

MIRADOR

Pelegrín Martín, 15 km al poniente arrendado a de la Estación Manuel Martín Cocharcas.

Yávar.

Pelegrín Martín, 15 km al poniente de Estación arrendado a Cocharcas.

Manuel Martín.

Ismael Martín arrendado a Ismael Martín Urrutia.

22 km al poniente de Estación de Cocharcas.

65

900 cuadras.

300 cuadras

800 cuadras

Trigo blanco (350 sacos de 100 kg) -Ganado lanar (300 ovejas) -Viña uva país, )800 a 1000 arrobas de vino) -Trigo blanco ( 800 a 1000 sacos de 100 kg) -Crianza de animales vacunos (400 vacas) -Mantequillería ( 8 a 10 kg diarios) -Crianza de ganado lanar (300 cabezas).

-Trigo blanco.

-Viñas uvas del país (800 a 1000 arrobas de vino).

PUYARAL

LAS CANOAS

VIDICO

NARANJAL

COIPÍN

Ismael Martín.

14 km al poniente de cocharcas,

Ismael Martín

17 km al poniente de cocharcas

Manuel Martín Yávar.

Ignacio León.

15 km al poniente de cocharcas

4 leguas al poniente de Chillán.

800 cuadras

-Trigo blanco(600 a 800 sacos de 100 kg).

-Chacarería en general.

-Crianza de animales vacunos (250 vacas) -Viña uva del país (400 arrobas).

250 cuadras

Talaje de invernada.

- Ganado de lanar.

150 cuadras

-Trigo blanco -Potreros de invernada.

-Chacarería de rulo (grabanzos, 50 sacos de 100 kg).

170 cuadras

Beneficencia 20 km al poniente 4000 ha, de las de San Carlos. de Concepción, cuales 1000 ha arrendando por son de vegas Julio y Vicente Palacios.

-Viñas ( 50 mil plantas) -3 cuadras de arboleda.

-Trigo -Lentejas -Frijoles y maíz -Crianza de animales vacunos, ovejunos, lanares y cerdo .

-Uva viña país (5.000 arrobas).

-Trigo blanco -Chacarería.

*Elaborado a partir de datos entregados por el Álbum de la zona central de Chile. “Información agrícola, Ñuble 1923”.

66

El colapso del ciclo triguero, producto de la gran depresión, como las consecuentes oscilaciones del mercado de la tierra, fueron acentuando aún más el predominio de la pequeña propiedad. En los fundos y mini fundos que se estaban formando la producción se centró, ya no en la exportación, sino más bien al abastecimiento local.

3.4 Crisis de 1929, “desarrollismo” y los efectos para el agro.

Para la agricultura chilena probablemente, más importante que los cambios políticos, fueron las consecuencias derivadas de la “Gran Depresión” . “Se suele citar el estudio de la Liga de las Naciones, World Economic Survey, el primero de su clase que tuvo como muestra un 90% del comercio internacional y donde se afirma que nuestro país fue proporcionalmente el más golpeado en el mundo por el derrumbe económico” (Pinto, Salazar, 2002: 35).

La crisis de 1929 instala el protagonismo de la industria nacional, la cual tenía por objetivo “sustituir las importaciones” de productos finales y/o de consumo que antes no se producían en el país.

En relación a lo anterior, la agricultura va a asumir el rol en la producción de alimentos baratos para el mercado interno como forma de sostener el crecimiento industrial. La agricultura debía entregar los recursos y el excedente al sector industrial, mientras que la mayor parte de la producción agrícola estaba orientado al abastecimiento de alimentos básicos para el mercado interno (Pinto y Salazar, 2002).

En este sentido, las políticas económicas de desarrollo “hacia adentro”, adoptadas como consecuencia de la crisis de 1929, las cuales se levantan primero durante el segundo periodo del presidente Arturo Alessandri Palma (1932-1938) y que se consolidan en el gobierno del Frente Popular al mando de Pedro Aguirre Cerda (1938-1941), tuvieron consecuencias directas en el curso que tomaría la agricultura chilena en el período 1932 - 1973.

A raíz de este nuevo rol de la agricultura, la fisonomía del mundo rural durante la primera mitad del siglo XX cambia y se caracterizaría por la profundización del llamado complejo latifundio-minifundio, proceso que anteriormente venía en aumento desde el siglo XIX , igualmente asociado a una crisis económica producto del cierre de los mercados de exportación de trigo( Góngora, 1960).

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De este modo para el período de 1950-1960 lo que caracterizaba de un modo predominante al sistema agrario, incluso para el resto de latinoamerica, era el complejo latifundio-minifundio. Según Jacques Chonchol (1994), quien fuera después ministro de agricultura de Salvador Allende, “el sistema dominante era el de los latifundios, incluyendo en ellos las grandes plantaciones, las haciendas y las estancias, (...) Junto a ellos existían numerosos minifundios internos o externos a los latifundios, que tenían con ellos una relación simbiótica,(...) Además de este complejo se observaban en las diferentes regiones, con mayor o menor importancia, empresas agrícolas comerciales de tamaño medio o pequeño y comunidades de minifundistas (p.202).

De acuerdo a la nueva orientación de la economía el complejo minifundiolatifundio destinó su producción principalmente al mercado local, regional o nacional, e incluso de exportación, sin embargo manteniendo siempre formas de organización del trabajo precapitalistas (Chonchol, 1994).

3.5 El Estado Benefactor y la marginación del sector rural.

A partir de la tercera década del siglo pasado, el Estado es conocido por su papel benefactor y desarrollista marcado por la asunción de las capas medias al poder político central (Correa y otros, 2001).Este hecho significó, en lo fundamental, instalar lo social como una preocupación importante del aparato público. “Los antecedentes económicos de aquel periodo indican que el porcentaje del gasto social aumentó del 10% en 1935, al 26,9% en 1945 y al 28,5% en 1955” (Valdés, 2004: 9).

Entre los principales procesos sociales de este período, cabe señalar una progresiva urbanización, resultado de la migración rural y el proceso de industrialización como base del crecimiento económico. Las políticas de carácter nacional se orientaron a fortalecer el Estado como un agente económico activo en la generación de riqueza, así como impulsor de las obras públicas y responsable de un conjunto importante de industrias básicas para el país (Aylwin, 1982).De esta forma el Estado fue constituyéndose en un agente clave para la inclusión social de los crecientes sectores medios y, luego, de los sectores obreros organizados.

Este proceso de cambio social se orientó principalmente al sector urbano, y consecuentemente durante el período de los gobiernos del Frente Popular (1938-1952) el Estado se caracterizó por una débil presencia en el mundo rural (Correa y otros, 2001), marginando al campesinado del acceso a

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beneficios y sindicalización al menos hasta la irrupción de las transformaciones promovidos por las reformas agrarias y políticas nuevas en la década del 60’.

Tanto fundos como haciendas permanecieron como espacios de hermetismo y resistencia frente a los cambios institucionales, jurídicos y políticos de los cuales fue partícipe el Chile de comienzos del siglo XX. Como señala Pinto y Salazar (2002): “En suma el “pacto” nacional desarrollista satisfacía las expectativas de la mayoría de los actores sociales, con el aliciente adicional de gratificar el orgullo nacional y fomentar la unidad de todos los chilenos. Sólo el campesinado quedaba excluido de un acuerdo que venía a estabilizar una convivencia tensionada durante décadas por las luchas sociales y la distribución desigual de la riqueza” (Pinto y Salazar, 2002:40.)

A pesar de que el gobierno de Pedro Aguirre Cerda incluyera en su programa de gobierno una reforma agraria, no fue ejecutada debido a que se priorizaron las políticas de desarrollo urbano e industrial “hacia dentro”, por sobre el desarrollo y modernización de las relaciones sociales y económicas en la agricultura (Valenzuela, 2010). Se privilegió en este aspecto el proletariado urbano, y el precio de los alimentos, por sobre el campesinado.

Sin embargo la decisión de realizar una reforma agraria era compartida por amplios sectores de la sociedad. Muchos de éstos habían planteado durante largos años la necesidad de elaborar un plan de reforma al mundo rural. Los sectores de la izquierda política desde décadas anteriores a 1960, entre ellos Pedro Aguirre Cerda, contenían en sus programas políticos la aplicación de una reforma agraria en el mundo rural chileno (Cerda, 1929). Sin embargo los intereses de los terratenientes, quienes además eran parte de la clase política dirigente del país, no permitieron que se llevasen adelante reformas estructurales en el agro pues cualquier reforma al tradicional sistema de latifundio pondría en peligro su centenaria dominación en las zonas rurales del país, lo que explica en parte la marginación del campesinado respecto de los procesos de modernización.

En suma en este periodo el latifundio que controla el Congreso, según Mc. Bride, (1936) “retrasó la legislación que contribuye al mejoramiento de las condiciones sociales, tanto en la ciudad como en el campo; la regulación de la jornada del trabajo, salarios, condiciones higiénicas, empleo de mujeres y niños, protección de la vida familiar” (p.139).

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Sin embargo la marginación del sector rural, no fue siempre significado de una actitud pasiva del campesinado frente a las injusticias de las cuales eran víctimas. Lo cierto es que, al menos entre la década del treinta y el cuarenta, en los inicios del Frente Popular, se produjo una oleada de sindicalización en los campos promovida por los militantes de los partidos de izquierda marxista.

Esta situación puso en peligro el poder de la clase terrateniente, la cual si bien tenía amplia representatividad en el Congreso, este no tenía las atribuciones para modificar las disposiciones vigentes en el Código del Trabajo de 1930, el cual estipulaba que entregándoles personalidad jurídica a los sindicatos estos quedarían constituidos legalmente (Correa, 2011).

La sindicalización significó un grave problema para la derecha, pues rompería el centenario orden señorial, jerárquico y patriarcal del hacienda, “tanto porque las demandas de los sindicatos rurales encarecían la mano de obra, como porque su poder en el Congreso descansaba parte importante en el control del voto del campesinado sumiso” (Correa, 2011).

En 1939 se suspendió la constitución de sindicatos rurales, luego que la derecha argumentara en contra de estos, pues señalaban que la legislación no era adecuada para el trabajo agrario por la amenaza al abastecimiento de alimentos que significaba la paralización de las faenas en tiempos de siembras y cosechas. (Acevedo, 2015; Correa, 2011).

La idea de los terratenientes, miembros de la Sociedad Nacional de Agricultura, era desarticular los incipientes movimientos campesinos que se estaban gestando al alero del movimiento obrero urbano. Es por ello que los propios hacendados deciden proponer diversas medidas para mejorar las condiciones de los inquilinos y de esta forma quitar fuerza al movimiento. Entre las soluciones se pretendía la construcción de mejores casas, edificación de escuelas, y para sustituir una organización general de campesinos, se propuso la creación de sindicatos particulares de cada propiedad (Mc Bride, 1936:126). Sin embargo nadie, tampoco la izquierda, mencionó ni reconoció la necesidad de reformar el sistema agrario.

Posteriormente, en 1947, se dictó una ley de sindicalización campesina que puso tales requisitos para su constitución que de hecho los prohibió. Los sindicatos rurales vinieron a ser legalizados sólo en 1967, durante el gobierno demócrata cristiano de Eduardo Frei Montalva (Acevedo, 2015).

De este modo, durante la primera mitad del siglo XX, el poder oligárquico 70

de la élite terrateniente siguió imperando en el campo Chileno permitiendo que los antiguos sistemas de trabajo, producción, y relaciones sociales siguieran funcionando bajo el estricto mando de la figura del patrón, en oposición a la modernización de la sociedad. En síntesis el monopolio y la concentración de la tierra, situación que se prolongó hasta la década de los sesenta, garantizaba poder político, ingreso económico y prestigio social a los propietarios terratenientes.

4. Trabajo masculino en la pequeña y gran propiedad de San Nicolás.

“Era muy sacrificado, imagínese que mi papá salía de amanecida de la casa y llegaba oscuro. Se trabajaba de sol a sol, todo el santo día, no como ahora que son las ocho horas no más…”

(Lorenzo Gutiérrez, campesino de San Nicolás.)

En palabras de José Bengoa (2015), “el inquilinaje y la hacienda son dos instituciones inseparables. La hacienda se organizó para retener la población, en un país que se habían agotado sus metales preciosos en el primer siglo y medio de Colonia”(p.87). De esta forma el sistema de inquilinaje fue la base del funcionamiento de la economía nacional. Se basó en la radicación de familias completas al interior de fundos y haciendas, que tenían por función dotar de mano de obra a la gran propiedad agraria a cambio de tierras y otras regalías (Bengoa, 2015).

Diversos autores plantean que la mixtura cultural existente dentro del territorio hacendal fue marcando, poco a poco, una diferenciación, generando distintas clases sociales al interior de la hacienda ( Salazar, 1989, Bauer, 1994).El ejemplo más claro de aquello es la división del trabajo al interior de fundos y haciendas que exigía una compleja estructura jerárquica de puestos de control y vigilancia ejercida por “ministros” (administradores), capataces, mayordomos, sotas y llaveros. Respecto a estas diversas ocupaciones que se repartían de forma jerárquica al interior de los fundos y haciendas, Antonio Ortiz, campesino del sector de San Nicolás, recuerda lo siguiente: “Estaba el administrador, que venía después del patrón.

De ahí el ministro y el mayordomo, ese era el que andaba con nosotros. Después de esos venían los camperos que le llamaban, que eran como los capataces”. 8 8

Antonio Ortiz, 70 años. Entrevista realizada en sector Puente Ñuble, comuna de San

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En la escala más baja de la jerarquía se encontraban los inquilinos, quienes contribuyeron a la fuerza de trabajo en fundos y haciendas. Según Bengoa (1990), los inquilinos o inquilinos-arrendatarios eran inicialmente campesinos pobres pero independientes los que, con el auge triguero destinado a satisfacer el mercado en Lima, fueron capturados por los nuevos propietarios a través de deudas y trabas a la exportación y comercio, transformándose en campesinos dependientes, una “especie de siervo que pagaba sus contribuciones ya no solo en especies, sino también con trabajo”(p.15), reconociendo su vínculo personal con el terrateniente (Bauer, 1994).

La vida de los inquilinos transcurría por lo general dentro de la hacienda, constituyendo por ello el grupo social de menor movilidad y desplazamiento dentro de aquel espacio. Entre los inquilinos existían diferencias, las cuales se establecían de acuerdo a una estricta división del trabajo, la cual se manifestaba en la existencia de inquilinos “ de a pie” y “de a caballo”, ovejeros, y otras categorías de trabajadores ( Valdés, 1995).

Según Mario Góngora (1960) el arrendatario o inquilino paga siempre un canon; por todo trabajo que excede al convenio o la costumbre recibe un salario en dinero, pan, charqui y papel para cigarros. “Para sembrar el terreno que se le cede además debe alquilar yuntas de bueyes, arados y semillas, por lo que en muchas ocasiones se ve obligado a buscar prestamistas” (p.14).

Los inquilinos que recibían casa, o regalías de tierra para la chacra, debían poner a cambio a disposición de la hacienda un trabajador suplementario. Estaban sujetos a “proporcionar a uno de éstos como peón permanente de la hacienda, pagándole su salario; pero las raciones por cuenta del propietario”(Góngora, 1960). A este tipo de trabajador se le denominaba “obligado” y su categoría se ubicaba al final de la estructura jerárquica del trabajo masculino al interior de las haciendas.

“Ahí éramos todos trabajadores, todos mandados, si había que ir a limpiar canales, para allá íbamos todos, (…) Hacer cercas, limpiar canales, cosechar trigo, siembras de chacras, de todo hacíamos”. 9

Nicolás.

9 Antonio Ortiz, 70 años. Entrevista realizada en sector Puente Ñuble, comuna de San Nicolás.

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Además del “obligado” los inquilinos debían ofrecer a sus hijos como “voluntarios”, situación que escondía una crítica situación del trabajo infantil, como punto de inicio en la jerarquía de los trabajos que componían los fundos y haciendas.

“Cuando ya fui capaz de trabajar a los catorce años me fui a trabajar a la hacienda Puyaral para ayudar a mi papá”. 10 Dentro de la categoría de inquilinos estaban también los inquilinos peones , que a diferencia de los inquilinos arrendatarios, eran contratados solo en ocasión por las faenas estacionales que requerían vendimias, cosechas o trillas, y que además mantuvieron una mayor movilidad para incursionar fuera de la haciendas o fundos, pues no vivían de forma permanente en su interior ( Valdés,1995). Ejemplo de ello es la situación de Antonio del Carmen Morales, quien nació en 1954 y trabajaba en temporadas como inquilino-peón en el fundo “El Parrón” y “La Victoria”, sin la necesidad de vivir al interior de ellos.

“Trabajaba en viña, en la poda, sembrando porotos, garbanzos, trigo, remolacha (…) Yo trabajaba para el fundo, pero vivía en el bajo El Ala (...) A veces había que irse a trabajar lejos a otros fundos viviendo uno al lado de algunos”. 11 Esta modalidad de trabajo era propia del sistema minifundio-latifundio, que como hemos visto fue predominante tanto en la comuna de San Nicolás, como en la provincia de Ñuble.

Estos pequeños propietarios, a pesar de “vivir en lo propio” , es decir no al interior del fundo como inquilinos-arrendatarios, “debían trabajar en las haciendas y fundos como asalariados temporales, y entre ellos algunas mujeres que ayudaban a sus padres, cónyuges o hermanos a hacerse el jornal en las labores de estación”( Valdés, 2013:208) .

“Yo nací en el fundo Yequen, mi padre le trabajaba al fundo, pero no vivía dentro del fundo, vivía en lo propio, (...) Yo con mis hermanos le ayudábamos a trabajar en el barbecho y en el

10 Antonio Ortiz, 70 años. Entrevista realizada en sector Puente Ñuble, comuna de San Nicolás.

11 Antonio Morales, 63 años. Entrevista realizada en oficina de organización “Campesinos por la tierra”. Iglesia de La Merced. Chillán.

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fundo. La cosecha casi nunca se vendía, era para la casa”. 12 También existían los medieros, gente que era capaz de producir y trabajar en a “medias” con el patrón, lo cual les permitía comercializar sus productos en los pueblos o bien en Chillán.

En el sector de Huampulli, Emperatriz Barra de 84 años relata lo siguiente de Cardenio Barra, su padre, quien trabajaba como mediero de un fundo próximo a su residencia.

“Mi papá se levantaba de madrugada, habían veces que nosotras nos despertamos y le pedíamos que nos llevará. Ahí nos echaba a las carretas y nos llevaba a la siembra, en el fundo donde mi papá era mediero” 13 La mediería se consideraba como una institución, en parte legal por tratarse de un contrato, y en parte tradicional, mediante la cual, “el propietario u otra persona que usufructúa la tierra cede parte de la producción (generalmente la mitad) a otra persona, en este caso el mediero (Barraclough, 1966).

“El dejaba en el campo, como eran poca hectáreas, tierra para talaje para los animales, pasto para ganado y el cordero. Pero afuera (de su campo) sembraba con un compadre la lenteja y el garbanzo, el maíz, los porotos, el trigo (…) Ese compadre era de gente rica, de apellido Riquelme, él tenía un fundo (…) Mi padre como mediero sembraba con él, su compadre le dejaba la mejor loma para que sembrara y mi papá le pagaba a dos trabajadores para que le ayudarán (…) El ocho de diciembre por ejemplo cuando se sacaba la lenteja, ahí se dejaba la mitad para él y la otra para Don Antonio (compadre), de ahí llenaban como ocho carretas y mi papá las iba a vender a Chillán (Villa alegre). De regreso volvía con las carretas con mercadería, tres o cuatro días se echaban de regreso.” 14 El relato concuerda con lo que señala Solón Barraclough (1966) respecto a la mediería: “Era una categoría en donde además trabajaba con más de una 12 Sonia Carrasco, 68 años. Entrevista realizada en sector Los Montes, comuna de San Nicolás.

13 Purísima Barra , 84 años. Entrevista realizada en sector Puente Ñuble, comuna de San Nicolás.

14 Ibíd.

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persona” (p. 70). Tal como se aprecia en el extracto de entrevista, el mediero debía contratar a dos personas más para realizar las labores de siembra y cosecha. Este capital humano por lo tanto era aportado por el mediero, igualmente herramientas y la mitad de semillas. En este sentido el propietario solo aportaba la tierra arada y la otra mitad de semilla (Barraclough, 1966).

El sistema de inquilinaje y peonaje rural, además de construirse bajo un división social de trabajo, también se construyó con una clara división sexual del trabajo, la cual definió los cánones de una cultura masculina, la cual que se forjó al interior del complejo minifundio-latifundio. Ser un hombre de esfuerzo, que combina múltiples actividades para lograr sobrevivir en un medio áspero y difícil, y de esta forma ser el proveedor de su familia, determinó que el trabajo fuese en su mayoría para los hombres.

“No había pega para las mujeres, era muy dura (...)Para todo lo hacíamos necesitábamos de fuerza, imagínese el cargar las cosechas, o arar la tierra, enyuntar los bueyes. (...)Que iba a hacer la mujer, nada pue, en la casa no más”. 15 Sin embargo, en algunas circunstancias puntuales, el trabajo masculino manifestó una suerte de flexibilización de la norma. Las mujeres también trabajaron a la par acompañando a sus padres o esposos. En casos donde la mayoría de los hijos del inquilino eran mujeres, estas se ponían a disposición como “voluntarios”, así también las esposas. De todas formas el trabajo al interior de grandes y medianas propiedades se mostró menos flexible debido al grado de organización de la estructura del trabajo. La pequeña propiedad en cambio, donde predominaba más la “mediería” como sistema de trabajo, permitió que la organización fuese más flexible, debido a que por lo general el mediero comprometía a toda su familia, a parte de los trabajadores que contrataba, para trabajar las hectáreas dadas en mediería.

De esta forma los testimonios recogidos dan cuenta que la estructura laboral campesina desarrollada en el sistema minifundio-latifundio es parte aún de la historia reciente de los habitantes de las zonas rurales de la provincia. Estas memorias dan cuenta no solo de la división social del trabajo, sino también de una clara segregación sexual del trabajo, es decir espacios laborales adscritos al género.

15 Sonia Carrasco, 68 años . Entrevista realizada en sector Los Montes, comuna de San Nicolás.

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Cuando en el año 1953 “se extendieron los derechos laborales que existían para los obreros de la manufactura, industria y minas a los trabajadores agrícolas” (Valdés, 2013:p.208), las reformas laborales rompieron de cierto modo con el vínculo familia-hacienda en que cada miembro de estas familias inquilinas tenía un lugar a partir de la “obligación” para con los patrones y otro como fuerza de trabajo no remunerada en las economías campesinas (Valdés, 2013). Sin embargo se siguieron manteniendo inalteradas las concepciones sobre la división social y sexual del trabajo.

5 .Trabajo femenino en la pequeña y gran propiedad de San Nicolás.

Durante la primera década del siglo XX los fundos de San Nicolás poseían , al igual que el resto del sistema hacendal que dominaba el campo del Chile central, una clara estructura regida por la división sexual del trabajo en el marco del sistema de inquilinaje. Este sistema dotaba de trabajo a la mayoría de la mano de obra campesina distribuida de forma jerárquica según labores y responsabilidades que desempeñan al interior del fundo o hacienda. La distribución estaba regida por una clara división sexual del trabajo, es decir existían ocupaciones por excelencia de tipo masculinas, correspondiendo a la mayoría de los trabajos disponibles, y a su vez existían otras, las menos, destinadas a las mujeres, demostrando por tanto una clara segregación sexual del trabajo.

Trabajo femenino remunerado.

Durante los censos del siglo XIX, se destacaron oficios femeninos tales como sirvientas, lavanderas, tejedoras, alfareras, nodrizas, ordeñadoras, pero a partir de los años 30’ estos oficios desaparecieron de los registros, pasando a ser nombrados en el Censo como “ayudas familiares no remuneradas” (Contreras, 2011). Esto no significó que los oficios dejarán de realizarse, sólo desaparecieron de los registros Censales, para adquirir un estatus en función del lugar ocupado en la familia (Montecino, 2008), invisibilizando así el trabajo productivo de las mujeres.

Del conjunto de mujeres que trabajaban en la agricultura, el 38% de ellas lo hacía en fundos y haciendas. Se trataba de empleos permanentes, semipermanentes y temporales, realizados por mujeres que vivían al interior de las haciendas. Ellas formaban parte de las familias inquilinas (Valdés,1988).

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Los trabajos de tipo permanente para mujeres al interior de fundos y haciendas eran generalmente dos: el trabajo doméstico en las casas patronales, como cocineras, niñeras y sirvientas, y la ordeña manual en el caso de contar el fundo o hacienda con lecherías como actividad productiva.

“De empleadas en las casas de los ricos, porque mi hermana estuvo trabajando con los dueños de Santa Laura, era niñera, cuidaba un niño. Pero más trabajos como ahora no habian eran solo esos”. 16 Junto con la regulación de la tenencia de la tierra, los cambios introducidos con las reformas agrarias habrían detonado el abandono casas las patronales, lo cual significó el cierre de los puestos de trabajo de servicio doméstico y, a su vez, de las cocinerías de los fundos.

En la comuna de San Nicolás, respecto a la ordeña, Elsa Quilondrán señala lo siguiente: “Yo no sacaba leche, pero conocí a varias que lo hacían (...)

Allá en el fundo Santa Laura había establos, pero yo nunca fui, decían que era muy duro porque había que ir de madrugada, dolían las manos contaban con tanto frío, además se dejaban a los niños solos durmiendo, por eso yo nunca fui, aunque pagaran bien”. 17 Por otra parte, el trabajo de la ordeña habría experimentado antes de la reforma agraria una decadencia. Según Ximena Valdés (1986), la ordeña de vacas disminuyó una vez que se comenzó a introducir la mecanización de la producción de leche en la década del 50’.

En octubre de 1960, en la Nonagésima Exposición de Animales de la Quinta Normal, el nuevo ministro de agricultura, Sr. Manuel Casanueva (1960) expresó: “La ley de Fomento Lechero y cooperación recibida a través de los convenios de Excedentes Agrícolas han permitido la instalación de numerosas plantas industrializadoras de leche y la ayuda a Cooperativas lecheras, lográndose un notable 16 Elsa Quilodrán, 84 años. Entrevista sector “El Manzano” , comuna de San Nicolás.

17 Elsa Quilodrán, 84 años. Entrevista realizada en sector El Manzano, comuna de San Nicolás.

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incremento en la producción”(Garrido, 1988:18) .

Posteriormente con la reforma agraria esta situación se acentuó una vez que fueron cerrados los establos de los fundos reformados. Tanto los puesto de trabajo en en la ordeña, como el servicio doméstico y de cocinería se perdió con la modernización del agro. De ahí en adelante el trabajo de tipo estable para las mujeres desaparece, para posteriormente transitar a ocupaciones de carácter temporal.

Trabajo femenino no remunerado.

Además del trabajo de tipo productivo remunerado existían otras ocupaciones femeninas al interior de fundos y haciendas, las cuales producto de la impronta patriarcal en el imaginario colectivo, fue invisibilizado por su entorno, incluso por ellas mismas, pues al no ser remunerado no se consideraba trabajo. Llama la atención en este sentido, para el caso de las entrevistas, que reiteradas veces al pregurles por su labor o rol en los fundos , haciendas, incluso al interior de sus familias, la mayoría de las mujeres respondían “ nada...que iba hacer una , en la casa no más, (...). La mujer no trabajaba porque en la hacienda no habían labores para ellas” 18 Cuando se conversó este tema en las entrevistas se forzaron un poco más las preguntas para llegar a conocer el trabajo diario de cada mujer, el cual esconde una doble jornada laboral, pues el trabajo diario se extendía desde muy temprano para la preparación del fuego, el desayuno (caldo), y cocer el pan, que se hacían antes que despertara el resto de los miembros de la familia. Por la noche , una vez que todos los niños dormían, era usual quedarse hasta altas horas de la noche por ejemplo zurciendo la ropa de la familia para prolongar su uso.

“El día se empezaba bien temprano, antes se acostumbrara a hacer caldo para los hombres en las mañana y la harina tostada. Ese era el desayuno, (...) También se criaban los niños (...) A los hombres, como a las 12:00, había que irle a dejar comida a las chacras. Yo fui una de ellas, porque mi 18 Elsa Quilodrán, 83 años. Entrevista realizada sector El Manzano, comuna de San Nicolás.

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marido trabaja y le tenía que a dejarle el almuerzo a él. Y cuando trillaban tenía que ir a hacerle el almuerzo en donde estaban trillando o sembrando”.19 El trabajo agrícola femenino no remunerado fue crucial para la persistencia del sistema de inquilinaje. La flexibilidad del trabajo femenino permitía a los hombres trabajar por temporadas en las haciendas, a la vez que les aseguraban un lugar para volver durante los meses de desempleo. La preparación diaria de alimentos por parte de las mujeres proveía una parte significativa de la dieta familiar, así como un suplemento del ingreso del dinero.

Las mujeres campesinas eran las responsables de preparar el alimento, llevar comidas a los hombres que trabajaban en las haciendas,coser y lavar las ropas de los familia, acarrear agua limpia , educar a los niños , cuidar de la huerta y la crianza menor de aves y cerdos.

Al respecto Florencia Mallon y Carmen Diana Deere (citado en Tinsman,2009), según estudios hechos para el caso peruano, sostienen que “el trabajo doméstico de las mujeres fue vital tanto para la supervivencia del campesino como para el desarrollo y rentabilidad de la economía capitalista”(p.39) .El trabajo de la mujeres, según las autoras, no sólo cooperó en la reproducción de la mano de obra agrícola , sino que le agregó tambíen valor productivo en bienes y servicios para los miembros de la familia que no requerían ser comprados. Esto permitió a los latifundistas pagar menos de lo que costaría tener un peón robusto en el campo.

Pese a la clara distinción de actividades, la división del trabajo según los géneros, no siguió patrones demasiado rígidos. Muchas veces eran las mujeres, incluso las hijas de los inquilinos, las que realizaban faenas tradicionalmente masculinas tales como cavar canales de regadío o construir cercas, o bien en el caso de enfermedad de la esposa, era el marido quien ordeñaba las cabras.

“Mi mamá siempre nos contó que ella de chica salió al campo a ayudarle a mi papá, porque no tenían hermanos hombres, por eso las mujeres también tenían que salir, (...). Pero las niñas lo que hacían era salir con los papás a trabajar a las chacras, esa era la vida”. 20

19 Ibíd.

20 Claudia Vallejos, 48 años. Entrevista realizada en sector El Manzano, comuna de San Nicolás.

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Estas actividades eran llevadas a cabo por las mujeres para ayudar a sus padres, cónyuges o hermanos a hacerse el jornal en las labores de estación, quienes en la década del 50’, por la misma descomposición de las economías campesinas, debían trabajar en los fundos y haciendas como asalariados temporales (Valdés, 2013).

5.2 Otros Oficios.

“De profesión partera, es arregladora de angelitos, es cantora (...) sabe santiguar los niños y quebrales el empacho. Sabe las palabras que hay que decir cuando hay mala suerte en la casa, y la protege con unas crucecitas de palquí detrás de su puerta (...) es todo un mundo de sabidurías doña Rosa Lorca”

(Violeta Parra) 21

Fue común que, además de desempeñarse en sus tradicionales roles de género, las mujeres manejasen saberes adquiridos por generaciones, o simplemente por “don”. A diferencia del trabajo doméstico, estos eran practicados fuera del espacio familiar, no obstante tampoco fueron remunerados. Tenían por propósito el servicio a la comunidad.

5.2.1 La Partera.

De acuerdo al hermetismo-exclusión que diferenciaba la vida rural de los procesos que vivían las ciudades, los servicios de salud; postas, hospitales y el cuerpo de profesionales que lo componen, no tuvieron presencia en los campos de nuestro país hasta la segunda mitad del siglo XX, motivo por el cual persistieron por más tiempo saberes populares de tipo empírico ligado al conocimiento del cuerpo. Para el caso de la comuna de San Nicolás, recién en la década de los 90´ contó con su primer CESFAM propiamente tal.

“Soy nacido y criado en ese fundo, nada de hospitales en 21 Entrevista a campesina en 1953.

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esos años, en el mismo fundo nací yo y mis hermanos”.22 “En la casa se veían los partos. Por aquí incluso me acuerdo se murió una señora por el parto. Es que no era como ahora, que se va al hospital con control, con todo. En esos tiempo no, la “guagua” se compraban en la casa no más (…) Yo las dos más grande las tuve en mi casa” 23 De esta forma, mientras la atención de la salud de los enfermos era reemplazada e institucionalizada por el Estado desde comienzos del siglo XX, dejando atrás los saberes populares, en el campo debido a la marginación del proceso de modernización del resto de la sociedad, la figura del médico siguió siendo ejercida por algunos habitantes, rol que en su mayoría fue liderado por las mujeres del sector.

En este contexto uno de los temas de mayor importancia asociados al cuidado de la salud fue el “dar a luz”. Para tales efectos la figura de la “partera” popular, ocupación por tradición femenina, fue quien manejó el proceso de parto de las mujeres rurales, el cual se llevó a cabo desde tiempos de la colonia en las casas de campo, incluyendo una etapa previa de cuidado, durante y posterior al parto, tanto de la madre como del infante.

A pesar de la larga data de esta ocupación los diversos estudios que surgieron en torno a los trabajadores durante el periodo de la Reforma Agraria, no hacen mención a la labor de la partera, ni a otro trabajo que hayan realizado mujeres en los campos (Valdés, 1988: 15).

Muchas mujeres además de trabajar en la hacienda, tanto en la ordeña, cocinas de las casas patronales o en la huerta familiar, han ejercido el oficio de parteras realizando una labor de servicio al interior de su comunidad, desarrollando una solidaridad basada en un saber de mujeres.

“Ella llegaba a cualquier parte, dos, tres, cuatro de la mañana la iban a buscar para recibir a las guagüitas, (…)En donde

22 Antonio Ortiz, 70 años. Entrevista realizada en sector Puente Ñuble, comuna de San Nicolás.

23 Sonia del Carmen, 68 años. Entrevista realizada en sector Los Montes, comuna de San Nicolás.

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nacían guagüitas ahí estaba mi tía Rita”.24 “Mi mamá tenía los hijos en la misma casa. Porque habían parteras de campo que le ayudaron a tener sus ocho hijos, más dos, nosotras, y dos muertos”.25 Purísima Barra, nacida en el sector de “Huampulli”, en la comuna de San Nicolás, narra desde sus recuerdos de infancia el proceso que la partera, en este caso su tía Rita, llevaba a cabo para dar a luz a las “criaturas”. Esta situación se repetía en promedio cada un año y medio, pues sus ocho hermanas tienen una diferencia muy leve en edad, de modo que al ser ella la mayor de todas, los partos en su casa estuvieron muy presente en el cotidiano de su vida.

“Entonces en las casas se “mejoraban” las mamás y bañaban las guagüitas. Se preparaba un bracero, todo antes. Nunca se supo que se hubiera muerto una de las guagüitas que recibía mi tía Rita”.26 Por lo tanto desde la colonia y buen aparte del siglo XX, las mujeres de los sectores rurales dieron a luz con la ayuda de otras mujeres, conocidas como parteras empíricas, quienes convirtieron su conocimiento asistencial del parto en un oficio.

Según Ximena Valdés (1988), ser partera fue durante todo ese tiempo símbolo de prestigio, eso hasta la llegada de las postas rurales al campo. “Medidas de salud y salubridad pública provocaron finalmente el traslado del parto de la casa al hospital” (p.15). Estos fueron dispositivos que, orientados hacia la disminución de la mortalidad materna y de los recién nacidos, restaron a las mujeres la puesta en práctica de su saber empírico anclado en la comunidad campesina por el reemplazo que los servicios públicos hicieron de las parteras por los especialistas médicos (Stuvens y Fermandois, 2011:225).

El trabajo de partera es recordado por las mujeres del sector como un gesto de solidaridad entre las mujeres, quien aprendiera este saber era su deber ponerlo a disposición de la comunidad.

24 Purísima Barra, 84 años. Entrevista sector Puente Ñuble, comuna de San Nicolás.

25 Sonia Carrasco, 68 años. Entrevista sector Puente Ñuble, comuna de San Nicolás.

26 Purísima Barra, 84 años. Entrevista sector Puente Ñuble, comuna de San Nicolás.

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“Era un trabajo solidario. No se les pagaba. Yo igual tuve a dos hijos en el campo. Toco que justo cerca de la casa de nosotros había una partera , así que ya cuando estaba lista Lorenzo partió a buscarla en la noche, eran como la una de la mañana cuando yo me sentí enferma. Cuando llegó él con la señora ya había tenido sola mi guagua en la casa, igual después ella me ayudó a lavar al niño y cortar el ombligo todo eso. Yo con mi puro instinto me la arregle, tire un cuero de oveja, un nylon, unos paños. Me agarre de las barandas de una cuna de mi hija mayor, y cuando llegó él con la partera yo ya tenía a mi hijo nacido. A mi otro hijo que sigue también lo tuve en la casa”. 27 Desde su desarrollo como actividades económicas agro ganaderas, el rodeo, la trilla y la vendimia se convirtieron en instancias de sociabilidad popular campesina, en donde un gran número de personas y familias se congregaban a observar, y participaban en las diversiones que rodeaban la faena.

Lorenzo Gutiérrez, del sector de “Los Montes”, a sus 71 años aún mantiene vivos recuerdos en torno a estas actividades tradicionales, en especial las asociadas a las trillas. Señala que su mamá realizaba las mismas labores de todas las mujeres campesinas, pero que además era cantora popular: “Mi mamá era dueña de casa no más, en veces se ponía a hilar, con un uso que le llamaban ellos. Trabaja en hilando lana y haciendo telar y mantas, y tocaba la guitarra también.

A las trillas iba a cantar, porque se hacían buenas trillas con música, cueca, con cuanta cuestión”. 28 Antiguamente muy pocos hombres practicaban el canto y la guitarra.

Culturalmente se consideraba una práctica esencialmente femenina. Barros (1964) sostiene que hasta la década de 1940, la mujer era, por ‘regla general', la intérprete de la tonada y de todo género musical festivo. Todo hombre que tocara y cantara era considerado “marucho”, (Chavarría, 2015:27) es decir, no cumplía con sus expectativas objetivas de género. Con el tiempo, no obstante, esta realidad fue cambiando y el oficio del canto se extendió también a los hombres. Patricia Chavarría (1996), desde una mirada más contemporánea, 27 Purísima Barra, 84 años. Entrevista sector Puente Ñuble, comuna de San Nicolás.

28 Lorenzo Gutiérrez, 72 años. Entrevista sector Los Montes, comuna de San Nicolás.

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confirma la división planteada por Rodolfo Lenz, situando desde un enfoque geográfico está distinción: en la zona centro-norte de Chile es común encontrar cantores "apoetados"; y en la zona centro-sur, es la cantora quién tiene un mayor protagonismo.

Dicha situación puede abordar desde la problemática de género utilizando la clave de la división sexual del trabajo. Según Bourdieu (2000) no son las necesidades biológicas las que determinan la organización sexual del trabajo, sino que existe una construcción social de lo biológico que naturaliza esta división. Las expectativas objetivas de las "disposiciones femeninas" dependen de la posición que la estructura le ofrece a la mujer; y el habitus -principio generador de prácticas- es inseparable de las estructuras que la producen. De esta manera, es posible señalar, que las estructuras de género, condicionan el habitus de las hacedores de música. Por tanto, la división sexual de la poesía y música popular, obedece estructuras de dominación y género, que habitúan y generan expectativas objetivas en torno a las prácticas de los sujetos musicales.

El oficio de las cantoras era reconocido tanto por la sociedad campesina agrícola que participaba en los eventos de las trillas, así como por las autoridades e instituciones oficiales.

“A mi mamá la familia Urrutia, gente rica de por ahí, la invitaban a cantar a las trillas a cantarle a los trilladores. La ponían a la cabeza de una mesa larga y ella les cantaba a todos...La familia Riquelme igual, también gente rica, le tenía harta estima y siempre la invitaban”. 29 En cambio, los hacedores de música masculinos -los payadores- generalmente participaban de los otros trabajos de la trilla (como horquetear), y no recibían una remuneración especial por su canto. La finalidad del canto masculino en el contexto de la trilla era mostrar el talento o provocar envidia (Rivera, 2011).

Lo que llama la atención es que, si bien la cantora se construye en el marco de una sociedad campesina con una fuerte lógica patriarcal como condicionante de las relaciones de género, estas al menos, en un contexto festivo, no son tan rígidas. Tal como en el caso del oficio de la partera, en el cual la mujer tenía que “partir a cualquier hora” cuando se le requería, la cantora también abandonaba el espacio doméstico para participar del espacio público, por excelencia masculino. Las trillas se extendían hasta por 15 días, en diferentes 29 Purísima Barra, 84 años. Sector Puente Ñuble, comuna de San Nicolás

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fundos según se aprecia en las entrevistas.

“Era intercambiada la trilla. Le tocaba primero a una familia hacer la trilla y allá llegaban todos ayudar. Después en otra fecha le toca a otro y ahí llegaban a ayudarle. Pasaban así como 15 días de pura trilla y fiesta”. 30 La asistencia de las cantoras a las trillas durante este periodo era avalado por el marido, a pesar que ello significase el abandono de la casa durante el periodo de trilla. En parte porque ambos participaban de la festividad, lo cual permitía el control de los esposos sobre el actuar de las mujeres en el espacio público.

6. Hacer Familia en la pequeña y gran propiedad de San Nicolás.

La construcción de la familia urbana durante parte del siglo XX se caracterizó por el predominio del prototipo de hogar tradicional fundado en las leyes y la religión. La fuerte presencia del Estado posicionó a la familia como la base del desarrollo de la sociedad salarial, impulsada por la legislación social de los años veinte como parte de un proceso de “familiarización” de la sociedad, sancionada por el matrimonio civil en paralelo a la emergencia de la clase media a cargo de la conducción política del país( Valdés, 2009).Por el contrario para el caso rural, lejos de responder al prototipo tradicional de familia, tardó más tiempo en adquirir comportamientos acordes a la sociedad moderna.

La familia campesina fue uno de los lugares más íntimos en donde se reprodujeron las estructuras de autoridad derivadas del latifundio y del inquilinaje, centradas en el jefe de familia, propietario de la tierra, gestor y administración de la producción.

Tras la conformación del Estado-Nación durante el siglo XIX, la débil presencia de este en el espacio rural como modelador de lo social, permitió que la hacienda fuese la institución de mayor influencia en la sociedad rural. La hacienda modelo los espacios, el trabajos, las dinámicas sociales, y por ende también las formas de hacer familia, la cual se caracterizó por el concubinato, un alto índice de hijos ilegítimos y una tendencia por la constitución de un 30 Lorenzo Gutiérrez, 72 años. Entrevista sector “Los Montes”, comuna de San Nicolás.

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núcleo familiar extenso.

Incluso desde antes, hacia fines del periodo colonial (1744-1800), se aprecian altas tasas de ilegitimidad en los nacimientos. De esta manera, la extensión de la ilegitimidad durante el siglo XIX muestra una sociedad en que convivían distintas formas de unión y filiación (Mellafe y Salinas, 1988).

Esta situación no se debió a la flexibilización de las normas eclesiásticas y civiles puesto que la Iglesia seguía tan activa como en la Colonia y el Código Civil heredó buena parte del Derecho colonial en la materia. En una sociedad eminentemente rural, las constantes migraciones masculinas producto de la descomposición del campesinado y del inquilinaje, contribuyeron a incrementar los movimientos de población en búsqueda de trabajo fuera del campo, desestabilizando la familia (Valdés, 2008). Las guerras de expansión de la frontera con los países vecinos así como aquellas orientadas a expandir la frontera agrícola hacia el sur del país reforzaron este proceso (Góngora, 1987:32).

Posteriormente la primera crisis cerealera, las obras de infraestructura, la minería, la construcción del ferrocarril y más tarde la explotación del salitre, contribuyeron a fortalecer los movimientos migratorios masculinos en un período de proto-industrialización. Este desequilibrio de los sexos en la población que se manifestaba por “la presencia de un número mayor de mujeres que de hombres” en el campo, era visto como un hecho alarmante y constituía una fuente de preocupación no sólo por la escasez de brazos para la agricultura sino por la formación de una clase proletaria que según distintas descripciones, rayaba en la peligrosidad (Orrego Luco, 1884: cit. en Valdés, 1995).

Por lo tanto, la itinerancia y desplazamiento de la población masculina, desde mediados del siglo XIX, “fue uno de los factores a los que se asoció la ilegitimidad en los nacimientos y las uniones consensuales” (Mellafe y Salinas, 1988: 54), mientras que para el peonaje rural que permanecía en el campo o deambulaba entre distintos espacios y oficios, hacía al matrimonio inalcanzable por el alto costo que imponía la Iglesia para casarse (Mac Caa ,1991).

Los historiadores coinciden en hacer responsables al peonaje rural del amancebamiento, de la ilegitimidad de los hijos así como del abandono de mujeres, pese a que también existen numerosas referencias a la contribución que hicieron los hacendados al incremento de la ilegitimidad, haciendo valer el “derecho a pernada” sobre las mujeres del inquilinaje( Valdés, 2007).

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“El peón...era una ambulante lacra social. No conocía techo ni hogar; esparcía su semilla al voleo (se le culpaba, parcialmente, por la altísima tasa de ilegitimidad que afectó a las zonas campesinas); no respondía de lo más mínimo de sus hijos casuales; su compañera ocasional sabía tener como destino último e ineluctable el abandono, sin siquiera una explicación” (Vial, 1984:751).

En una entrevista realizada en el sector los Montes de la Comuna de San Nicolás, a la señora Sonia Carrasco, nacida en 1949 en los alrededores del fundo Curica, es posible apreciar de su relato este tipo de familia caracterizada por la “ilegitimidad” y el concubinato: “Mi madre me tuvo en soltería, trabajaba ella con sus patrones.

Antes ya había tenido otra hija sola, pero esa la crió mi abuela…

Ella salía a trabajar conmigo en el fundo Curica… Después tuvo más hijos, se casó con otro hombre y yo me quedaba en la casa cuidando a mis hermanos. Nos dio padrastro ella, pero yo ya estaba grande. En ese entonces ya estábamos viviendo con Don Rigo Quezada”.31 En este relato predomina el recuerdo de una infancia marcada por un padre ausente, tanto para ella, lo mismo para el caso de su hermana mayor, hija de una primera relación. Los primeros años de su infancia se desarrollaron en el marco de una familia extensa, pues la condición de su madre soltera la obligó a permanecer en el núcleo familiar de sus abuelos. Recuerda igual que su mamá debía salir a trabajar fuera de la casa y en la mayoría de los casos, ella junto a su hermana, la acompañaban al fundo. La situación de soltería era significado de pobreza. Al no contar con salario y casa como el resto de las mujeres esposas de inquilinos la subsistencia se hacía muy difícil, sumado a los limitados puestos de trabajos a los que una mujer podía optar al interior de un fundo.

“Yo salía a trabajar con mi mamá, mucho no recuerdo de los patrones, de cómo eran ellos. Pero sí de que pasaba mucha hambre. Me recuerdo que vivía quemada donde mi mamá me tiraba los platos calientes con comida y era tanta mi hambre que yo me los empinaba así no más calientes”. 32 31 Sonia Carrasco, 68 años. Entrevista sector Los Montes, comuna de San Nicolás.

32 Ibíd.

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Además de ser escasos, lo trabajos para la mujeres al interior de la hacienda eran mal remunerado y precarios. Por este motivo tanto hombres como mujeres campesinos a temprana edad buscaban vivir en pareja, ya sea en matrimonio formalizado o en convivencia, como una asociación en la lucha por la supervivencia (Tinsman ,2009:38). La búsqueda de una pareja para formar familia era indispensable para poder sobrevivir, no así el caso de las ciudades en donde el matrimonio fue una suerte de “propaganda impulsada por el Estado, proceso que, desde el siglo XIX , las capas altas de la sociedad se ciñeron discursivamente al modelo familiar cristiano-occidental, monógamo y fundado por la ley del padre” ( Montecino, 2010:55) Sin embargo el carácter de la colaboración solía reforzar, más que desafiar las prerrogativas masculinas. Las responsabilidades de una esposa se definían en términos de trabajo y servicio hacía el marido, niños y demás miembros de la familia extendida. Esto implicaba la crianza de los hijos, cuidado de padres ancianos, cuidado de la casa y producción, es decir, tanto el desempeño en el trabajo doméstico como el trabajo en la chacra familiar. El trabajo fuera de la casa y de la tierra familiar era considerado como un suplemento a la responsabilidad principal de una esposa a su marido e hijos, incluso en aquellos casos que éste fue vital para la sobrevivencia familiar (Rebolledo, 1991).

De igual forma para los hombres el hecho de poseer una mujer significaba tener un hogar donde llegar y poder ser servido tras un arduo día de trabajo.

Así ambas partes aseguran su supervivencia ya sea al interior o fuera de la Hacienda.

Si bien la familia rural se configuró al margen del proyecto de modernización de la sociedad, posee rasgos en común con la familia nuclear y el familismo que caracterizó a la sociedad salarial. Primero identifica a la mujer por su rol en la reproducción y se la invisibiliza en las actividades de producción, y en segundo lugar le corresponde el rol productivo como jefe del hogar y por ello se le asigna el control de los recursos lucrativos, entre ellos el más importante en las economías campesinas, la tierra (León, 1999:66).

Dicha situación se fundamenta en la división sexual del trabajo entendida como la especialización en las tareas realizadas por hombres y mujeres fue configurando al interior de la hacienda un modo de habitar el mundo, modos que replican en las formas de relacionarse entre ambos géneros y como estos hacen familia.

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La mujer por especialidad se dedicó a las labores que implicaban menor fuerza física, en primer lugar labores de orden doméstico, las cuales comenzaban muy temprano preparando el fuego , un sencillo desayuno para los habitantes del hogar, hacer las camas, gran parte del día a lavar ropa, hacer el pan, el almuerzo, el cuidado de la huerta familiar y el de los animales, todo ello paralelo al cuidado de los niños, lo cual significaba no solo un cansancio físico, sino psicológico tratándose de la implicancia de educar y criar.

“Mi mamá en la casa no más, criando porque tenía como ocho cauros. Cuando no me dejaba a mí con todo el piño de chiquillos. (...) Se preocupaba igual de huertesitas chicas que tenía”. 33 Estas actividades se identifican con rol reproductivo de la mujer, el cual según Elizabeth Jelin (2010) se diferencia en tres . En primer lugar, las mujeres tienen a su cargo la reproducción biológica, que en el plano familiar significa gestar y tener hijos, y en el social se refiere a los aspectos sociodemográficos de la fecundidad. Segundo, se ocupan de la organización y gran parte de las tareas de la reproducción cotidiana, o sea, de las tareas domésticas que permiten el mantenimiento y la subsistencia de los miembros de su familia. Tercero, desempeñan un papel fundamental en la reproducción Social, o sea, en las tareas dirigidas al mantenimiento del sistema social, especialmente en el cuidado y la socialización temprana de los niños y las niñas, transmitiendo normas y patrones de conducta aceptados y esperados (Jelin, 2010).

Sumado a lo anterior, el matrimonio se entendía bajo una lógica patriarcal en la cual la autoridad del hombre sobre las mujeres se desprendía de una intrincada red de factores institucionales y culturales de la sociedad chilena que generalmente privilegiaba a los maridos por sobre las esposas. Varios códigos legales establecía el control del marido sobre los bienes materiales de su esposa e incluso sobre su cuerpo. El Código Laboral requería que una mujer tuviese el permiso de su marido para trabajar en un empleo remunerado.

El Código Matrimonial estipulaba que el matrimonio era un acuerdo en el que la mujer debía obedecer a su esposo y vivir con él con el fin de procrear y asistirlo (Tinsman, 2009:45).

En resumen la familia en el periodo relativo a la primera mitad del siglo XX, perfiló sus características reflejo de una gran familia Hacendal la cual con sus dispositivos coercitivos y paternalistas y la falta de injerencia del Estado en 33 Sonia Carrasco, 68 años. Entrevista sector “Los Montes”, comuna de San Nicolás 89

el campo hasta avanzado el siglo XX, contribuyeron a que la vida al interior de las haciendas se desarrollara como una sociedad cerrada que rigió las relaciones sociales entre los individuos de ambos sexos al interior de la familia.

6.1 Habitación familiar campesina.

Lo fundos y las haciendas de la comuna de San Nicolás no solo se caracterizaban por sus grandes extensiones de territorios, sino además por la configuración y diferenciación del espacio en el cual la casa patronal, la capilla y sus jardines componen un conjunto de instalaciones que le dan soporte al paisaje rural que caracterizó al Chile central por más de dos siglos.

Las tejas, los enormes corredores y sus pisos de ladrillos, portones que daban a diferentes patios, fueron elementos en común entre las haciendas. En contraste a lo anterior también fue parte de este conjunto hacendal la habitación de las familias campesinas, la cual se caracterizó por la precariedad de sus instalaciones y la distancia de su ubicación respecto del resto del espacio patronal.

Esta situación queda en evidencia en el relato de Antonio Ortiz, quien en la década del 40´ residía junto a su familia en el fundo Quilín, sector de San Nicolás.

“Era sacrificado para uno, imagínese las casitas, pura tierra mojada abajo (…) mi casa gracias a dios no era mojada, pero sí muy húmeda…nosotros vivíamos en un alto, pero la gente que estaba en los bajos era terrible, puro barro (…) en una casa oiga, los cabritos chicos, cabían de seis, ocho a diez niños en una casa (…)Era muy sacrificado, en una pieza dormíamos todos juntos, hasta cuatro camas, las “payasas” que les decíamos, todas compartidas, y si se casaba el hijo póngale más gente. Ahí mismo se armaba otra pieza y vivía la otra familia”. 34 De esta forma la hacienda fue el lugar de origen de la mayor parte de las familias rurales Chilenas. El transitar de un puesto de voluntario a uno de inquilino implicaba el derecho a casa y, con ello, la posibilidad de fundar una familia.

Una vez que el inquilino cambiaba de ocupación y pasaba a desempeñar una actividad de mayor responsabilidad, se les entregaba una nueva casa (Valdés, 34

Antonio Ortíz, 72 años. Entrevista sector Puente Ñuble, Comuna de San Nicolás.

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1995:42) AsĂ­ los diferentes tipos de viviendas existentes al interior de los fundos y haciendas, reflejaban el orden social y jerĂĄrquico existente, y configuraban parte del soporte material de las relaciones sociales en el seno de la familia y con otros individuos (ValdĂŠs, 1995:47).

2

2. Congreso campesino de Ñuble, 1967 . Recuperado de http://www.doublemphotos.com

Capítulo

02

“DEL ARADO AL TRACTOR”: REFORMA AGRARIA EN LA COMUNA DE SAN NICOLÁS 1962-1973.

1. Introducción.

En el capítulo anterior se analizó la situación política, económica y social que enfrentó el sector rural chileno a modo general, y de forma más particular la comuna de San Nicolás, durante la primera mitad del siglo XX. La información disponible, tanto de fuentes primarias, secundarias y orales, desprendidas de los testimonios de los habitantes de la comuna (campesinos, parceleros, pequeños agricultores, temporeros, otros trabajos no agrícolas), ayudaron a reconstruir parte de un pasado marcado por el predominio del sistema de latifundio como ordenador de la sociedad rural.

La inexistencia de políticas públicas que apuntaran al progreso social, por una parte, ya fuesen educacionales, de respuestas a las aspiraciones de movilidad social o de consumo (Correa, 2005), y los limitados programas de modernización agraria, marcaron una gran brecha respecto del desarrollo que experimentaba el sector urbano, el cual avanzaba bajo la impronta del paradigma modernizador impulsado desde el Estado.

En este contexto, el sistema de inquilinaje fue el ordenador de las vidas de miles de familias chilenas marcadas por una jerarquía rígida, autoritaria y paternalista heredada del sistema hacendal. Las memorias de los entrevistados que conformaron familia en las últimas décadas del latifundio hacen referencia a este como gravitacional respecto de sus vidas personales: “En él se nace, se hace familia y se muere”. Si este ciclo se cumple, “el patrón” provee de techo y alimento a sus inquilinos mientras se sea obediente, cumplidor y fiel. Para las mujeres no era muy distinto, las mismas condiciones pero doblemente circunscritas a este sistema regido por la lógica patriarcal -autoritaria, la cual operaba tanto en los intramuros del fundo, como al interior del hogar.

El panorama antes descrito fue la antesala de lo que vendría después con la reestructuración del agro mediante planes de reforma agraria implementados por tres gobiernos de facciones políticas diferentes. De igual forma que la zona central, la comuna de San Nicolás fue testigo de una de las más grandes transformaciones que vivió nuestro país durante el breve siglo XX. Las familias campesinas en un lapso de 11 años (1962-1973) vieron cambiar lo que por siglos había imperado, el latifundio, y al alero de la reivindicación del campesinado chileno también supo de tristezas y frustraciones por la violenta irrupción militar que frenó con un “golpe” las batallas hasta ese entonces conquistadas.

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El presente capítulo hace referencia a dicho período. Utilizando testimonios de mujeres y hombres sobre 60 años, los cuales se recogieron en diferentes escenarios: la sombra de un parrón, el galpón de las herramientas, el comedor de una casa en el sector “El Bajo” o el salón de la Iglesia la Merced, en donde se reúnen actualmente los exonerados políticos de Ñuble. Independiente del lugar cada uno compartió sus recuerdos, primero de infancia, cuando vivieron en los fundos de la comuna, y después cuando “hicieron familia”.

Estas memorias fueron objeto de análisis en el primer capítulo. A lo que respecta el presente capítulo, corresponde seguir la evolución de las trayectorias sociales de quienes fueran campesinos y campesinas (hoy agricultores, funcionarios de PRODESAL, trabajadoras agrícolas), en el contexto de reforma agraria aplicada en la comuna de San Nicolás, provincia de Ñuble.

Antecedentes de las reformas agrarias.

Entre las repercusiones de la Revolución Cubana, una de las más relevantes consistió en el impulso dado al tema de la reforma agraria, que si bien tenía antecedentes importantes en la historia latinoamericana, adquirió esta vez una urgencia inédita (Correa,2000).

Como vimos en el capítulo anterior Chile, hasta antes de 1930, seguía el modelo tradicional de desarrollo al igual que gran parte de los países de América Latina, al cual la CEPAL se refería como “el patrón de desarrollo inducido externamente”. Para el caso de la agricultura el modelo agrario tradicional era de carácter extensivo, cuya producción ni siquiera permitía satisfacer las necesidades internas del país, manifestando siempre un crecimiento inferior al de la población (CIDA, 1966).

Entre las medidas que se tomaron para hacer frente a la preocupación por modificar la estructura agraria está creación de la Caja de Colonización Agraria en 1928, cuya finalidad era adquirir propiedades rurales, sub dividirlas y venderlas, para así llegar a formar un segmento de pequeños propietarios que fuese capaz de trabajar la tierra para producir alimentos dirigidos al consumo interno del país. Este primer intento quedó frustrado, pues la escasez de recursos impidió comprar tierras para proceder a la subdivisión, en parte por propiciar políticas orientadas a la industrialización en los años siguientes (Correa, 2001). Se seguía así priorizando el desarrollo de los sectores urbanos, posponiendo lo rural.

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Sin embargo tras la crisis de 1929, producto de la disminución de la demanda externa de productos agrícolas y ganaderos, se detonó con mayor fuerza el desarrollo de políticas orientadas a la sustitución de los bienes de consumo (Chonchol, 1969), ejemplo de ello fue la introducción de nuevos cultivos como el arroz y la maravilla con el propósito de sustituir importaciones (Correa, 2001).

No obstante, esta propuesta avanzó con dificultad producto de la concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos, sistema que perpetuaba el predominio del gran latifundio que dividía al país entre un pequeño grupo de terratenientes, los cuales manifestaban ineficiencia en el manejo de la agricultura. Por lo tanto el panorama de la agricultura en el país, a pesar de las medidas tomadas tras la crisis mundial, era el siguiente: la tierra presentaba un bajo rendimiento económico y físico por unidad debido a la concentración, y por otra parte la fuerza de trabajo manifestaba índices de subocupación y desorganización (Chonchol, 1969).

A pesar de que diferentes gobiernos intentaron desarrollar políticas orientadas a solucionar el atraso rural, entre ellas programas de extensión agrícola, financiamiento agropecuario, comercialización, formulación de planes agropecuarios el país siguió con la tasa de crecimiento más baja en este sector respecto al resto de los países de América Latina (Corvalán, 1970).

Entre ellos los planes aplicados entre los años 1942 y 1946, a través de la CORFO, quien ejecutó un ambicioso Plan Agropecuario cuyos objetivos fueron los de aumentar la producción de alimentos, a fin de lograr el autoabastecimiento de la población, obtener saldos exportables, proteger los terrenos contra la erosión, aumentar las faenas y estimular la práctica de cultivos intensivos (Rosenblitt, Correa, Hajek, 2001). Además en la década del 50’ se procedió a la mecanización tanto como la capacitación laboral y empresarial, y gracias al apoyo estatal se instalaron plantas lecheras y centrales vitivinícolas, por medio de los planes agrícolas de la CORFO (Correa, 2005).

Otro sector que se vio impulsado por el afán sustitutivo y el desarrollo de la industria estatal fue la producción de remolacha, cuyo objetivo fue reemplazar la importación de la caña de azúcar y garantizar de esta forma el desenvolvimiento productivo del programa de la CORFO (De la Huerta, 1986).

Paralelamente, a fines de la década de los 50’, de firmaron acuerdos de asesoría técnica financiada por el gobierno de los Estados Unidos para el desarrollo de la ganadería y la agricultura. Los terratenientes respondieron

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a los incentivos estatales incorporando nuevas tecnologías y capitales para mecanizar el trabajo en la agricultura, sin embargo el déficit en la producción agrícola persistió (Garrido, 1988).

Con todo esto el panorama de la agricultura durante la primera mitad del siglo XX fue el siguiente: si bien el país entre 1935 y 1939 gozó de un superávit en el comercio agrícola de 11.8 millones de dólares, la situación se revirtió con el tiempo. En un período de 15 años (1945-1959) se cuantificó una tasa acumulativa anual de solo el 1,83%, mientras que el crecimiento demográfico señalaba un 2,2% anual (CORFO, 1961), además de consignarse un déficit de 67.8 millones de dólares entre 1953 y 1957 (Correa, 2001), llegando a alcanzar entre 1963 y 1965 un déficit anual 124 millones de dólares (Chonchol, 1974). Estos síntomas se debían a que el crecimiento de la producción sectorial es notoriamente inferior al crecimiento poblacional, lo que redundó en la necesidad de importar gran cantidad de alimentos que habrían podido ser producidos internamente.

Por otra parte, como estas exigencias tendientes a la modernización provenían de las élites urbanas y no de los campesinos, no incluían en la discusión la gran propiedad ni el orden patronal paternalista. Por el contrario, el poder de la clase terrateniente se acrecentó, a través de líneas de interés negativo, la propiedad de la tierra inalterada, prohibición de importar la mayoría de los productos agrícolas, que de no existir hubiesen obligado a mejorar su eficiencia productiva. A ello se agrega el impedimento a formar sindicatos campesinos, con lo que se aseguraba no solo la mano de obra barata, sino el dominio político sobre la fuerza de trabajo (Rosenblitt, Correa, Hajek, 2001), pues la sindicalización campesinas siempre fue vinculada al partido comunista, evidentemente contrario a la clase terrateniente.

A pesar de la postergación de la discusión de los problemas sociales que aquejaban al campesino, en la década de 1950 hubo manifestaciones de descontento rural, el que apuntaba al mejoramiento de las condiciones de trabajo, particularmente al aumento de salario y regalías.

Décadas antes, durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, las quejas de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) terminaron en la dictación de un decreto que estipulaba que la Ley Sindical no regía para los fundos, dejando fuera las organizaciones campesinas (Acevedo, 2015). Fue recién para el año 1953, que se instaura un hito relevante y fundante para los posteriores movimientos sindicales campesinos. Ese año se realizó el primer Congreso

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Sindical de Obreros y Campesinos de Molina, en el cual participaron delegados de 20 fundos de la zona, representando a 1.800 trabajadores, algo nunca antes visto en la historia del agro. El incumplimiento de parte de los terratenientes de los petitorios expuestos por los campesinos en el Congreso llevó a huelga a alrededor de 2000 trabajadores, de 30 fundos, la que se prolongó por 5 días (Ortega y López, 2014). En definitiva, la huelga de Molina de 1953 sintetiza el cúmulo de conflictos que se empezó a manifestar desde 1930 a partir de la tensión que generó el proceso de modernización en una sociedad eminentemente tradicional.

Lo anterior, sumado a la precaria calidad de vida del campesinado, la calidad de las relaciones laborales y la desigual distribución de los ingresos, demostró que la modernización por sí misma no dio resultado. En la década de 1960 se hizo patente la urgencia de introducir cambios estructurales y la inmensa mayoría de la sociedad, condicionada en parte por un contexto latinoamericano, coincidió en la urgencia de adoptar medidas que apuntaban directamente a un plan de reforma agraria.

En síntesis, la reforma agraria no fue sólo fruto de un momento político determinado, sino que se inscribe en un proceso de larga data y de mayor complejidad, en el que la estructura agraria alcanza graves contradicciones que impedían una solución interna y solo parecía que una reforma profunda propiciada por el Estado. En palabras del futuro Ministro de Agricultura, Jacques Chonchol, las características del escenario que se enfrentaría estaban determinadas por “una estructura agraria de tal grado de polarización que era muy difícil de transformar internamente, lo cual fue convenciendo a la mayoría del país en la necesidad de provocar cambios drásticos en la propiedad de la tierra” (Bengoa,1983: 26).

Para conocer los reales alcances y dimensiones de las ideas ejes de la Reforma Agraria, en cada uno de los períodos presidenciales, contrastaré la información dispuestas en fuentes bibliográficas con la historia oral de campesinos que tuvieron un alto grado de participación la implementación de este proceso.

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2. Gobierno de Alessandri.

“Me acuerdo en esos años cuando salió Alessandri, ese era el candidato de los ricos, de los otros candidatos no me acuerdo. Pero mi patrón decía, “si sale Alessandri, nos vamos a comer el pan grande”. Y salió.”

(Antonio Ortíz)

Jorge Alessandri asumió el gobierno en noviembre de 1958 con el respaldo de una coalición que reunía a los partidos Conservador y Liberal la cual derrotó, con un estrecho margen, al candidato de izquierda Salvador Allende.

Alessandri representaba los intereses de quienes abogaban por un proyecto de modernización capitalista como solución para superar la problemática situación económica que vivía el país (Correa, 2005). Alessandri, siendo presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio desde 1943, consejero de la Sociedad de Fomento Fabril y presidente desde 1938 de una de las empresas industriales más grandes del país, la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones fue el portavoz del empresariado chileno (Correa, 2005). Como si fuera poco contó además con el apoyo de la elite terrateniente (Tinsman, 2009).

Irónicamente, la primera legislación de reforma agraria en Chile fue declarada por esta coalición de derecha liderada por Alessandri. Esto se explica tanto por qué el Congreso estaba bajo el control de los partidos de centro y de izquierda que favorecían la reforma agraria, y además por la fuerte presión de Estados Unidos que obligó a Alessandri a firmar la primera Ley de Reforma Agraria 15.

020, en 1962 (Tinsaman, 2009), “con el afán de reunir las voluntades políticas de los países de Latinoamérica en torno a la necesidad de llevar a cabo reformas fundamentales en las estructuras sociales y económicas existentes, lo cual quedó demostrado en la Carta de Punta del Este y en el programa de la Alianza para el Progreso” (Chonchol,1969), ambas expuestas en una Conferencia de Cancilleres, en el cual participaron 20 países entre ellos Chile, se firmó un pacto en el cual los países latinoamericanos se comprometían a realizar reformas profundas, a cambio de que Estados Unidos les entregará financiamiento por la suma de 20 mil millones de dólares a lo largo de una década (Garrido, Guerrero, Valdés, 1988).

Paralelamente sectores de derecha, incitados por el gobierno norteamericano, sumado a la acción que la iglesia católica venía desarrollando desde un tiempo atrás, abordaron el tema de la necesidad de una reforma agraria. Las motivaciones eran aumentar la producción del agro y acabar con las paupérrimas

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condiciones de vida de las familias campesinas claros impedimentos para alcanzar el desarrollo, y así emprender la lucha contra el comunismo. Por ello las políticas de la Guerra Fría jugaron un rol fundamental en estos primeros años de la Reforma Agraria llevada a cabo por el gobierno de Jorge Alessandri.

En medio del pánico producido por la revolución cubana, Estados Unidos designó a Chile como zona en peligro. En su lógica de guerra hemisférica contra el comunismo escogió, aún durante el gobierno de Alessandri, a la recientemente formada Democracia Cristiana como su principal aliado, debido a su posición anti-marxista , pero con un claro pensamiento reformista (Tinsman,2009) . En 1963, el gobierno norteamericano entregó millones de dólares y el apoyo de economistas, consejeros políticos y estrategas de campañas al Partido de Demócrata Cristiano. Todos estos esfuerzos llevaron a considerar a Chile como el principal molde en la aplicación de la Alianza para el Progreso, iniciada en el año 1961 por el presidente John F .Kennedy (Correa, 2001).

Respecto al sistema de latifundio, los arquitectos de esta Alianza para el Progreso, en su mayoría eran especialistas en desarrollo por la Universidad de Harvard, veían en él la cuna de la revolución y argumentaban que la reforma agraria debería crear predios familiares, como la base de un desarrollo capitalista sano, creando una paz duradera ( Tinsman,2009).

La carta de Punta del Este se refiere de manera explícita a los problemas que la tenencia de la tierra presenta al crecimiento y eficiencia de la economía y a la injusticia social. La creencia de que la reforma agraria pudiera contribuir a la estabilidad política está implícita en la Carta y hace comprensible la importancia que le da a los problemas de la tierra. Tal es lo que se señala en el objetivo número 6 del “Título Primero de la Carta de Punta del Este”: “Impulsar, dentro de las particularidades de cada país, programas de reforma agraria integral orientada a la efectiva transformación de las estructuras e injustos sistemas de tenencia y explotación de la tierra, donde así se requiera, con miras a sustituir el régimen de latifundio y minifundio por un sistema justo de propiedad , de tal manera que, mediante el complemento del crédito oportuno y adecuado, la asistencia técnica, y la comercialización y distribución de los productos , la tierra constituya para el hombre que la trabaja, base de

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su estabilidad económica , fundamento de su progresivo bienestar y garantía de su libertad y dignidad”.

De lo anterior se extrae que los sistemas de tenencia de la tierra que había predominado hasta ese momento constituían un obstáculo para el desarrollo económico y social del sector agrícola. Por lo tanto reformar el sistema del latifundio y minifundio, presente tanto en Latinoamérica como en el país, por una parte “mejoraría la productividad agrícola, gracias al mejor aprovechamiento de la tierra, de la mano de obra y de los demás recursos empleados en la agricultura” (CIDA,1966:6), y en el caso del desarrollo social crearía oportunidades “para los grupos menos privilegiados del sector agrícola, estimulando al mismo tiempo la movilidad social y la integración de la colectividad nacional” (CIDA,1966:6).

Los actores involucrados lo reconocen también. En una entrevista realizada en el sector a Alfonso Jara, hijo de inquilino, y actor clave en el proceso antes descrito, es posible identificar por medio de su historia personal elementos que hablan de estos procesos inscritos en un contexto de cambio social y político que enfrentaba el país, del cual la provincia de Ñuble no quedó ajena. Alfonso Jara es un agricultor de la comuna de San Nicolás quien desde su experiencia narra la historia del tránsito del sistema de inquilinaje al desmantelamiento de la hacienda a través del proceso de regulación de la propiedad de la tierra con las reformas agrarias que se implementaron a partir del gobierno de Alessandri.

Nunca le fue indiferente el entorno en el cual creció. En la entrevista reflexionó sobre el salario, las jornadas laborales, la precariedad de la comida y el techo que le permitía a su familia sobrevivir en uno de los espacios con mayores contrastes en pleno siglo XX. “A los 18 me di cuenta de todo lo que estaba ocurriendo dentro del campesinado chileno, especialmente por mi padre que era campesino. Él era campero de un fundo y vivía en el fundo como inquilino. En el fundo Portezuelo Durán, propiedad de los Ramírez, nací y me crié ahí, viendo toda esta injusticia que se estaban cometiendo con mi padre y con los demás trabajadores porque ahí trabajaban alrededor de 30 campesinos en el fundo de forma permanente” 1 La inquietud por los problemas sociales, el esfuerzo de sus padres, y sobre 1

Alfonso Jara, 74 años. Entrevista sector Bellavista, comuna de San Nicolás.

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todo el anhelo de volver a su tierra con una solución que le permitiese terminar con las injusticias a las cuales se había sometido su familia, le impulsó a salir de los límites del fundo para completar su educación. Cursó en Molina sus estudios de Técnico Agrícola. El contexto de cambio que experimentaba el país y el resto de Latinoamérica, fueron decisivos en su formación. Fue partícipe del intenso debate que se desarrollaba en aquel entonces en torno a la necesidad de implementar una reforma agraria de tipo estructural y más tarde, bajo el gobierno de Frei, como funcionario de INDAP le tocó la responsabilidad de fomentar la organización campesina en la comuna de San Nicolás.

“De ahí partí yo a los 14 años, después que salí de la primaria y estudiar a la escuela agrícola Gonzalo Correa que era de los curas. Y después salí a Molina para estudiar para Técnico agrícola. No me alcancé a titular porque éramos dos hermanos mayores en enseñanza técnica, además de cinco en la escuela. Antes de terminar mis estudios, volví a mi tierra con la capacidad de trabajar la tierra pero de otra forma”.

De la entrevista se lee el anhelo de este campesino de regresar al fundo en el cual nació, y en el que aún vivía su familia, para ocupar una mejor posición debido a los conocimientos técnicos que ahora manejaba. No obstante las aspiraciones de movilidad social se vieron truncadas.

“Fui donde el patrón de mi padre, porque sabía que él tenía la capacidad para ubicarme, pero fue lo contrario. El sueño mío no se cumplió. Le dije acaso si me ayudaba, porque su esposa trabajaba en ese tiempo en un organismo de la Universidad de Concepción, que después pasó a ser INDAP, en el 63´.

Entonces ahí trabajaba la esposa del dueño del fundo y la respuesta fue un no rotundo, tu tení que trabajar en el fundo porque aquí tú te criaste y se te dio todo, se te dio leche, todo” En este sentido se puede advertir que el problema del agro se relacionaba también con el tipo de relaciones laborales que allí se daban, en donde predominaba un paternalismo autoritario que impedía al campesino asumir como un sujeto del proceso productivo y en consecuencia ejercer con independencia su calidad de sujeto político (Tinsman, 2009).

En relación a lo anterior Bengoa (1996) sostiene que la historia social y cultural de Chile, no es comprensible sin estos fenómenos de la ruralidad. Los

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recuerdos que narra este agricultor del fundo en cual vivió, hablan del trato entre ricos y pobres, entre patrones e inquilinos, el cual se basa en una relación “premoderna, lejana a la igualdad ciudadana, rural en su esencia, paternalista por una parte y despreciativa a la vez del pueblo, de profunda raigambre oligárquica” (p. 57) , la cual se mantiene en paralelo a la modernización de la sociedad a lo largo del siglo XX, refiriéndose al inquilino que más tarde será llamado obrero, empleado o “colaborador” (Bengoa, 1996). Philip Scranton (1984) ha planteado que el paternalismo puede explicarse en función de la extensión de la autoridad patriarcal tanto en la “granja”, el taller o la fábrica, configurando un accionar que aparece representado como una reconstitución de la dominación del padre, expresado simbólicamente sobre un conjunto de obreros-niños. (pp. 235-236).

Como consecuencia de la relación entre campesinado y los dueños de la tierra, conocida en el sistema de latifundio, se generó un modelo de identidad, convivencia nacional, de costumbres y tradiciones, que une e interpreta a los chilenos. Identidad basada en la ruralidad claramente con un fuerte componente autoritario (Bengoa, 1996).

Para Gissi (2002), la cosmovisión en que los seres humanos se dividen en superiores e inferiores no es sólo colectiva sino que también afecta, con expresiones antidemocráticas, a la percepción y a las relaciones interpersonales.

Así entonces, la cultura criolla lleva sobre sus espaldas la carga autoritaria en una multiplicidad de dimensiones.

La expresión “tu tení que trabajar en el fundo, porque aquí tú te criaste y se te dio todo, se te dio leche, de todo” ilustra claramente la relación vertical de tipo paternalista que sostenía el “patrón” con sus trabajadores al interior de los fundos y haciendas. Por otra parte la autoridad del patrón es reforzada al demostrar su generosidad como parte de un “ritual” paternalista” (Tinsman, 2009).

Los gestos de “generosidad” se pueden evidenciar además en las festividades religiosas, nacionales y de cosecha, en las cuales hacendados y administradores regalaban licor y carne a sus trabajadores. Tales donaciones sugerían una actitud benevolente y paternal de los empleadores hacia los trabajadores. El patrón deja entrever la centralidad de su figura como proveedor enrostrándoles su fragilidad en calidad de dependientes (Tinsman, 2009).

Esta es una realidad que se aprecia con bastante claridad en las relaciones sociales al interior del complejo latifundio/minifundio según la información 104

recogida en las entrevistas realizadas a las familias del sector de la comuna de San Nicolás. La impronta patriarcal y autoritaria en las relaciones sociales busca modelar el entorno y sus habitantes para generar una sociedad alejada del conflicto social y bajo sujeción de los intereses productivos de los dueños (Cuevas, 2006).

En este marco conceptual, el disciplinamiento opera como complemento del paternalismo, en tanto es una forma de control de las personas, tanto en el espacio intra, como extramuros (Venegas, 2013). En el decir de Foucault (1989) el disciplinamiento se entiende como un táctica de poder, basada en una triada de criterios que busca que los efectos del poder social, su máxima expresión e intensidad, extendiéndose “lo más lejos posible, sin fracaso ni laguna; ligar en fin este crecimiento económico del poder y el rendimiento de los aparatos en el interior de los cuales se ejerce, en suma aumentar a la vez la docilidad y la utilidad de todos los elementos del sistema” (p. 221).

2.1 Rol Iglesia Católica.

Retomando los antecedentes históricos del proceso de transformación del sector rural, cabe mencionar el rol que algunos sectores de la Iglesia Católica venían desarrollando con un claro sello social. Producto de largos debates que durante década reformadores católicos impulsaron para denunciar la injusticia social, esta actitud de cambio se acentuó aun con las transformaciones ideológicas introducidas a comienzos de la década del sesenta promovidas por el Concilio del Vaticano Segundo.

Por otra parte, la Iglesia impresionada por el triunfo de la Revolución Cubana y por la alta votación de los partidos marxistas en las elecciones presidenciales de 1958 (Correa, 2005), se levantó como una “alternativa ideológica e institucional al marxismo” (Tinsman, 2009:96).

Para lograr este posicionamiento se enfocó en dos objetivos: primero insistir en la necesidad de realizar una reforma agraria que apuntara a la subdivisión de la propiedad y segundo abogar por el mejoramiento de la condición del campesino.

En relación al primer objetivo el arzobispado de Santiago decidió entregar las tierras pertenecientes a la Iglesia a los inquilinos que en ellas trabajaban.

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“Se hizo la reforma agraria y comenzamos con Oratorio, primer fundo y Coipín, los dos primeros fundos entregados a la reforma agraria. Coipín era de unas monjitas de beneficencia de Concepción”. 2 En segundo lugar, aludiendo al mejoramiento de la condición del campesinado, a partir de la década del 50` la iglesia apoyó activamente la sindicalización y la huelga campesina, vinculada a su vez con la Falange Nacional (Correa, 2005). “Para ello en 1953 fundó su Departamento Nacional Campesino del cual surgió finalmente en 1960 la Unión de Campesinos Cristianos de Chile” (CIDA, 1966:35). En 1961 se formó bajo la dirección de la Iglesia la Acción Sindical Chilena (ASICH), fundada por el padre Alberto Hurtado, quien ese mismo año publicó un folleto titulado “Tierra y Libertad por la Reforma Agraria” (Hurtado,1961), “en cuyos objetivos se encontraban la difusión del sindicalismo y la defensa de valores cristianos en el trabajo”( CIDA,1966:35). En 1962, por medio de la Carta Episcopal, llamada “La Iglesia y el Campesinado chileno”, criticaba los altos niveles de migración campesina, el bajo rendimiento agrícola, el notable atraso de la población campesina en sus niveles culturales y de calidad de vida, el desprecio por la vida rural , la sobreexplotación de que es objeto el campesino y su carencia total de derechos, el absoluto incumplimiento de leyes sociales y los altos índices de mortalidad infantil , entre otros elementos que hablan de la urgencia de aplicar la reforma agraria (Ortega,1978).

La actitud de la Iglesia encontró un eco favorable en pequeños grupos de empresarios, principalmente aquellos agrupados en torno a la Unión Social de Empresarios Cristianos (USEC), entidad constituida principalmente por industriales, a la cual se fueron integrando algunos terratenientes que fueron activos en difundir la ideología social de la Iglesia, específicamente en lo que respecta la participación obrera en las utilidades de las empresas. (CIDA, 1966:35).

De esta forma, al comenzar la década de 1960, la presión por una reforma agraria volvió manifestarse en la sociedad chilena. Esta vez contó con el respaldo de la Iglesia Católica que repartió sus propias tierras entre los campesinos y con el apoyo de Estados Unidos.

El cardenal Raúl Silva Henríquez fue nombrado en el año 1961 como arzobispo de la capital de Chile, y ejercía su liderazgo frente al colegio episcopal, se 2 Alfonso Jara, 74 años. Entrevista realizada en el sector de Bellavista, comuna de San Nicolás. .

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manifestó desde un principio favorable a las reformas en pro del mejoramiento de las condiciones de vida del campesinado. Junto a él, figura entre la elite reformista de la iglesia, Manuel Larraín, obispo de Talca y verdadero impulsor de políticas de cambio favorable a la sindicalización campesina y Reforma Agraria (Bengoa ,2015).

Por lo tanto de la mano de la Iglesia se formaron numerosas organizaciones que contaron con la presencia de campesinos, lo cual según Bengoa (2015), fue sin duda un elemento de gran importancia en este período, consolidando aún más las posiciones pro-reformistas al interior de la institución religiosa.

En este contexto, hay una generación de jóvenes hijos de campesinos, como el caso de Alfonso Jara, que se van a formar en estas instituciones y que serán claves en los procesos de toma de conciencia y movilizaciones políticas y sociales en los años siguientes.

“En ese momento conocí a sacerdotes que me inspiraron.

En ese tiempo ya había un gran arzobispo, Cardenal Silva Henríquez, y ya estaba planteando la reforma agraria y transformaciones en el campo para sacar al campesinado de la situación que había y las injusticias cometidas por los patrones”. 3 En definitiva, los campesinos comenzaron a vivir un “despertar”. Con el apoyo primero de la Iglesia y seguido de las fuerzas políticas, los campesinos sintieron que ya no estaban solos. En tan solo 10 años se desplegó la conciencia y movilización campesina en el marco de un proceso de cambio profundo en la estructura social de país, en cual la iglesia católica, su jerarquía, rompió lazos con el régimen de haciendas.

De esta manera, enfrentado también a estas presiones, el presidente Jorge Alessandri promulgó el 27 de noviembre 1962 la primera ley de Reforma Agraria N° 15.020, la que permitió redistribuir tierras estatales entre campesinos y organizar instituciones fiscales para llevar a cabo la reforma en el campo. En resumen los objetivos de la Ley eran: dar acceso a la propiedad de la tierra a quienes la trabajan, mejorar los niveles de vida del campesinado y aumentar la producción agropecuaria y la productividad de los suelos.

3 Alfonso Jara, 74 años. Entrevista realizada en el sector de Bellavista, comuna de San Nicolás.

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2.2 Reforma “macetero” y sus limitaciones.

La Reforma Agraria del gobierno de Alessandri , también conocida irónicamente como “macetero” debido a las restricciones de esta ley para expropiar tierras realmente improductivas, pues en la práctica sólo permitía actuar sobre fundos de propiedad del estado, benefició a 1.104 familias campesinas ( Bengoa, 2015). El motivo, que siguió operando casi de la misma forma que el sistema de división de tierras que había llevado a cabo la Caja de Colonización Agrícola, pero ahora bajo el nombre de Corporación para la Reforma Agraria (Bengoa, 2015), cuando la estructura agraria de Ñuble permanecía en una eterna crisis; el colapso del ciclo triguero, producto de la gran depresión, como las consecuentes oscilaciones del mercado de la tierra fueron acentuando aún más el predominio de la pequeña propiedad, la cual quedaba aprisionada entre un escaso número de latifundios, de los que tenía una clara dependencia, proporcionándoles su propia mano de obra o la de sus trabajadores agrícolas, reforzando de esta manera el inquilinaje (Reyes, 2000).

La CORA era una empresa autónoma del Estado, que se vinculaba con el Gobierno a través del Ministro de Agricultura, quien presidía el Consejo.

Según la Ley no. 15.020 (1962), “esta Institución es sucesora de la Ex-Caja de Colonización Agrícola en sus funciones, reestructurando su técnica y labor” (p.8), y en virtud de ello se ha señalado que la reforma agraria era más bien una ampliación de la ley de colonización agrícola.

En este sentido la reforma “macetero” no atacaba la antigua estructura agraria, pues basaba sus planteamientos en la necesidad de levantar al campesinado a través de elementos técnicos, y respondía a exigencias políticas impuestas por el gobierno de Estados Unidos y organismos internacionales a través de la Alianza para el progreso, formuladas ya en la Carta de Punta del Este mencionada anteriormente.

Por lo tanto la reforma no afectó a ningún terrateniente ni transformó el agro chileno, pero permitió que se instalaran y posicionaran con mayor fuerza las demandas de ciertos sectores políticos y movimientos sociales por una reforma agraria real. Además de la creación de la Corporación de Reforma Agraria (CORA), la reforma “macetero” crea, para garantizar el aprovechamiento eficaz de la tierra, “el Consejo Superior de Fomento Agropecuario (CONFSA) y el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) cuyo objetivo era prestar

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asistencia técnica y crediticia a los campesinos” (Tinsman, 2009:99).

La ley 15.020 de Reforma Agraria, daba poderes para llevar a cabo la expropiación de todos aquellos predios que no estén racionalmente bien explotados, y que la Corporación estime necesarios para aplicar su plan de división de tierra. Además de proporcionar ayuda crediticia a parceleros de acuerdo a sus necesidades (Ley no. 15.020,1962).

“Ya para las elecciones de 1964, la cuestión de la reforma agraria se constituyó en un elemento central de la discusión política y sirvió de pilar en la campaña de Eduardo Frei Montalva, el candidato de la Democracia Cristiana y luego presidente de la República”. 4 Las elecciones parlamentarias chilenas de marzo de 1965 fueron las primeras que enfrentó el Partido Demócrata Cristiano como partido de gobierno, logrando una amplia mayoría frente a la oposición de derecha y al Frente de Acción Popular, conglomerado de izquierda. Antes de esta coyuntura Alfonso Jara conoce a Gilberto Canales, quien para las elecciones parlamentarias del 65’ salió diputado, por mismo partido, en Chillán (Cruz-Coke, 1984).

“Fue tanto así que me incorporé a la ANOC (verificar), con Gilberto Canales y él me dijo te veo hartas aptitudes para que me acompañí y vamos me dijo y sigamos adelante y hay un programa de reforma agraria que debemos empezarlo. Ya le dije yo partamos. De ahí trabajé tres años en sindicalismo, trabajé en Curicó y ahí me perfeccione más en la práctica que en la teoría” 5 A pesar de esta primera legislación, en el gobierno de Alessandri, la Reforma Agraria no se inició en forma estructural sino hasta el gobierno siguiente, bajo la presidencia de Eduardo Frei, en 1964. Alessandri se opuso abiertamente a las expropiaciones y se mostró poco dispuesto a perjudicar su base de apoyo proveniente de la elite. De hecho apoyó a las poderosas asociaciones de hacendados que redefinieron a los objetivos de la reforma agraria estrictamente en términos de productividad. Tanto la SNA como el Consorcio Agrícola del SUR (CAS), grupo de pequeños hacendados, respondieron de forma aguda a 4 5

Alfonso Jara, historia oral. Ibíd Alfonso Jara, historia oral. Ibíd

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lo que, en los inicios de los 60, parecía ser inevitable: la profundización de la reforma agraria bajo el siguiente gobierno (Gómez, 1972).

3. Gobierno de Eduardo Frei Montalva.

“Después para las otras elecciones ganó Frei, y ahí llegó la Reforma Agraria. Fue como en el 66’ porque yo llevaba como cuatro años trabajando en la Hacienda Puyaral cuando llegaron los cambios al campo” (Antonio Ortíz,campesino de San Nicolás).

“La propiedad de la tierra se concentraba en pocas manos, en tanto que el 70% de los productores agrícolas estaban total o parcialmente marginados” (Corvalán, 1970:23). Esto, a su vez, determinaba graves deficiencias de carácter social en el campo, originando una masa campesina con un bajo nivel de vida, en desmedro respecto de la población urbana y con limitadas posibilidades de mejoramiento económico y social a pesar del proceso de explosión de aspiraciones en el agro, debido a nuevos agentes de socialización liderados por la Iglesia católica y el gobierno de Alessandri.

Estos problemas se hicieron más evidentes durante la elección de 1964.

Eduardo Frei se presentó como el candidato de una alianza en la cual convergía el reformismo de los democratacristianos y los intereses elitistas proempresariales, transformándose en una poderosa coalición de centro-derecha , la cual dio una aplastante mayoría a Frei ante el candidato de Izquierda, Salvador Allende (Garrido,1988).

Dentro del programa de Eduardo Frei figura la continuidad del proceso de Reforma Agraria el cual contemplaba la “incorporación a la propiedad y el uso de la tierra a cien mil familias campesinas” (Corvalán, 1970: 23). De esta forma se pretendía lograr el desarrollo económico, social y cultural de la población rural. La dictación de la Ley de Reforma Agraria N° 16.640 en 1967 concreto tales anhelos.

“En ese entonces conocí a Eduardo Frei Montalva y me hice militante del partido hasta el día de hoy. Él tenía en ese entonces un programa que planteaba la transformación en la agricultura y planteó la ley de reforma agraria y sindicalización campesina, y la tomamos nosotros”. 6 6

Alfonso Jara, historia oral. Ibíd

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Los elementos más importantes de esta ley de Reforma Agraria eran: a) La limitación de la propiedad de la tierra ya que eran expropiables por exceso de tamaño todos aquellos predios de más de 80 hectáreas de riego básico.

“Por otro lado las tierras que tenían mucho más de las 80 h, iban siendo marcadas para entrar en el proceso de reforma agraria, de acuerdo a la cantidad de trabajadores que tenían, las injusticias que cometía, y la cantidad tierra que era en exceso para un solo hombre. El predicamento era, la tierra es para el que la trabaja”. 7 b) Las tierras expropiadas y toda la inversión que existía en ellas se pagaba en una cuota al contado. c) En las tierras expropiadas se organizaba un sistema transitorio de explotación, asociándose el Estado con los campesinos que allí vivían por un periodo de 3 a 5 años. A este proceso se le llamó asentamiento y tenía por objeto estudiar el mejor plan de subdivisión de tierras, realizar inversiones para una mejor explotación y preparar a los campesinos para sus nuevas funciones empresariales. d) Al término de este tiempo, las tierras se asignaban a los campesinos beneficiarios en forma de unidades familiares indivisibles por herencia, en forma de cooperativas de producción, o en forma de sistema mixtos, parte en propiedad familiar y parte en propiedad cooperativa; y, por último. e) Las aguas de regadío eran definidas como un bien de uso nacional, y no como un bien privado.

Durante la campaña presidencial, Frei proclamó su lema de “Revolución en Libertad” prometiendo que con su partido se lograría armonizar los intereses del capital y el trabajo, fortaleciendo el poder de los sectores populares sin producir un conflicto de clases. Aunque los demócratas cristianos rechazaban firmemente el socialismo, también condenaban el capitalismo monopolista y el imperialismo, y definían un rol central para el Estado en la administración de la economía y el bienestar social. Prometieron la “revolución”, pero en “libertad”, asegurando la paz social y el rechazo a la propuesta de la Izquierda de derribar 7 Antonio del Carmen Morales, 63 años. Entrevista realizada en la oficina de organización “Campesinos por la tierra”. Iglesia de La Merced. Chillán.

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a la elite propietaria (Correa y otros ,2001).

“Hicimos un movimiento de liberación campesina el año 64, en marzo. Seguimos adelante y comenzamos a perfeccionar la ley de reforma agraria y la sindicalización campesina en Santiago. Comenzó la marcha política, triunfó la D.C con Frei Montalva, se puso a andar la revolución en libertad y todos los cambios que involucraban al campesinado.” 8 Durante el gobierno demócrata cristiano de Eduardo Frei, la experiencia de Ñuble en el proceso de reforma agraria habla de la “expropiación de un total de 91 predios, según el artículo 10 transitorio de la Ley de Reforma Agraria, de los cuales 8 correspondían a la provincia” (Reyes, 2000:46).

“Se hizo la reforma agraria y comenzamos con Oratorio, primer fundó, y después Coipín, los dos primeros fundos entregados a la Reforma Agraria. Coipín era de unas monjitas de beneficencia de Concepción, y el Oratorio del señor Ismael Martín, que lo entregó voluntario para que no le quitaran el resto, que en el fondo era una estrategia”.9 El poder económico y la riqueza de Ismael Martín Urrutia se basaban en la propiedad de sus numerosos fundos. A raíz del proceso de Reforma Agraria, su patrimonio fue expropiado casi en su totalidad, a pesar de los esfuerzos que realizó por revertir esta medida (Reyes Coca,Marco A,et.al, 2016).

“De ahí empecé a trabajar en un gran Latifundio de San Nicolás, de don Ismael Martin Urrutia. Él tenía una hacienda que comenzaba en el camino de Portezuelo y terminaba al norte en el camino a San Carlos, con alrededor de 4 mil y tantas hectáreas la hacienda. Fuera de eso tenía en el Huape el Fundo Los Cristales, tenía al norte Trilico, Santa Rosa, Santa Josefina, por el lado de la costa y yendo a Ninhue tenía Panhuilemu, Chiminto, San Antonio. Total hacía 13 fundos en la comuna de San Nicolás, en los cuales se movían alrededor de 250 campesinos. Y era el León de San Nicolás, el León de la provincia de Ñuble, el andaba armado. Yo fui perseguido 8 Alfonso Jara, historia oral. Ibíd.

9 Antonio Ortiz, 70 años. Entrevista realizada en el sector Puente Ñuble, comuna de San Nicolás.

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por él, porque no le gustaba que nadie anduviera entrometido entre sus predios con estas ideas nuevas”. 10 Según Reyes (2000), el total el número de familias de Ñuble que se beneficiaron con el proceso de expropiación alcanzaron a 3. 574, de un total nacional de 56. 898 familias, por lo cual la realidad de Ñuble alcanzaba al 6. 28% del país.

En general, el 32. 5% de las tierras de la provincia de Ñuble entraron en la Reforma Agraria. En Aconcagua fue el 67. 85 %; en Santiago, el 46. 6%; en O’Higgins, el 59. 85%; en Colchagua, el 50. 6%, en Curicó, el 38. 1% y en Valdivia, el 41. 6% (p.46).

3.1 Sindicalización.

El Estado encargó a INDAP la creación de organizaciones sindicales. Esta institución además tenía la responsabilidad de educar y dar apoyo tecnológico a los campesinos (Salinas, 1985). Durante su primer período, y bajo el gobierno de Frei, el INDAP estuvo dirigido por Jacques Chonchol, quien defendió a los sindicatos como una herramienta para derribar las murallas del latifundio y hacer a los campesinos los agentes de su propio destino. Al contrario de la postura de los católicos independientes, quienes veían en el sindicato una instancia para generar la armonía entre los trabajadores y empleadores, Chonchol aceptaba ciertos grados de conflictos de clases para crear las bases de la “revolución en libertad”. Chonchol además abogaba por la redistribución de la tierra en cooperativas, predios individuales, y otras formas de tenencia comunal (Chonchol, 1974). Esta postura no solo chocaba con la de la izquierda, sino que era rechazada por muchos otros militantes demócratas cristianos, no obstante fue popular entre la generación más joven y reformista, quienes serían los futuros funcionarios del INDAP y de la Corporación de la Reforma Agraria (CORA).

Mucho antes de que se aprobara la Ley de Sindicalización Campesina en 1967, los funcionarios del INDAP y de la CORA se fueron al campo, con la legitimidad, el apoyo financiero, y afán misionero que les daba el Estado, para informarle a los campesinos del nuevo código laboral y asistirlos en el establecimiento de nuevos sindicatos (Tinsman,2009).

“Entonces sale de presidente Frei y me manda a llamar para integrarme al Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP), ahí yo fui funcionario público y para poder echar andar esta reforma agraria en el sector campesino yo empecé a trabajar 10 Alfonso Vergara, historia oral. Ibíd.

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primero en el año 65 en el mes de septiembre en Portezuelo, hasta mayo del 66, y después en San Nicolás”. 11 Paralelamente, junto con la ley de reforma agraria en 1967, se aprobó una ley de sindicalización campesina de sindicatos comunales, pues antes prácticamente no había sindicatos campesinos. Eso ayudó a que la reforma agraria, la cual se había iniciado muy débil en el gobierno de Alessandri, se continuará de una forma más profunda en el gobierno de Frei. Al mismo tiempo en 1967 comenzaron a constituirse los sindicatos comunales de campesinos. Bastaba que 100 campesinos de una comuna se pusieran de acuerdo ante un inspector del trabajo y se constituían como sindicato, esto les daba poder de negociación.

Si bien, anteriormente durante el gobierno de González Videla, respaldado por el partido radical y el partido comunista, se derogó la ordenanza ministerial n°34 que dictaba la suspensión de la tramitación referente a los procesos de sindicatos agrícola, agregando además un proyecto de sindicalización campesina, no fue suficiente. (Affonso, 1973:46).

Por lo tanto, no exenta de contratiempos, el 29 de Julio de 1947, era promulgada la Ley N° 8.811 que establecía el régimen sindical en la agricultura. Lo cierto es que dicha ley, no dio un impulso a la sindicalización campesina. En 17 años de vigencia se constituyeron sólo 24 sindicatos legales con un total de 1647 socios, de los cuales sólo 14 funcionaban permanentemente (Affonso, 1973). “Para el profesor William Thayer en la mencionada ley “prácticamente se establece la imposibilidad de construir sindicatos y se niega el derecho de huelga a los trabajadores del campo” (citado en Affonso ,1973: 46).

La ley creó además un organismo denominado Fondo de Educación y extensión sindical, FEES, que tenía por misión capacitar a los sindicalistas y también recoger los fondos sindicales que las empresas agrícolas debían depositar, en partes, con el Estado. Esto significó que en esos breves años, el sindicalismo campesino tuviese financiamiento, y por tanto tenía sedes sociales en los pueblos y principales ciudades y muchos dirigentes tenían posibilidad de viatico y movilización para la acción sindical (Bengoa, 2015, p. 314).

Esta ley tuvo vigencia hasta abril de 1967. Por lo tanto durante el gobierno del demócrata cristiano Eduardo Frei Montalva, se dictaron dos leyes fundamentales para entender el desarrollo del mundo rural y la organización campesina. La ley de Sindicalización Campesina 16.625 y la ley de Reforma Agraria N° 16.640, que marcaron un antes y un después en la historia social y económica en la agricultura, abriendo paso a un proceso irreversible con 11

Alfonso Jara, historia oral. Ibíd.

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la paulatina desintegración del sistema de latifundio, el cual se acelerará y radicalizará durante el siguiente periodo presidencial de Salvador Allende.

Entre 1964 y 1970, el número de trabajadores rurales que pertenecían a sindicatos subió de menos de 2.000 a más de 140.000, y alcanzaría a casi el cuarto del millón hacia 1972 (Salinas, 1985).

“Seguí yo el primer proceso en San Nicolás preparando el sindicato del fundo la Victoria de San Nicolás, capacité , porque me gustaba pasar a los campesinos por educación primero para que fueran capaces de lo que iban a hacer , entonces tuve la suerte de sacar a los mejores dirigentes de la federación Pedro Aguirre Cerda de Ñuble. De aquí salió el gran presidente Luis Sanhueza, Pascual Vergara, Vicente Urra, Elías Iturra, Juan de la Cruz, y se formaron los sindicatos en todas las comunas de Ñuble y se formó la federación de Sindicatos de Ñuble”. 12 A partir de esta ley se permite que los trabajadores agrícolas el derecho a sindicalización. Según Bengoa (1973) los elementos más importantes de esta ley fueron: a) se entregaron todas las facilidades para la rápida y libre organización de sindicatos de trabajadores agrícolas en cada comuna. Bastaba con tener un número de sobre 100 trabajadores agrícolas, para que se conformaran los sindicatos. No existía un tope de organizaciones por comuna.

“De 18 años pa´ arriba se inscribían en los sindicatos, con nombre y apellido más la firma de uno” 13 b) existía la libertad para los sindicatos de organizar y/o conformar federaciones y confederaciones nacionales o regionales de sindicatos.

“Los sindicatos agrupan a todos los campesinos del sector.

Después pasamos todos a formar parte un sindicato grande acá en Chillán que dirigía Don Robinson y Don Juan de la Cruz y veníamos a reunión”. 14 12 Alfonso Jara, historia oral. Ibíd.

13 José Martínez, 68 años, Entrevista realizada en oficina de organización “Campesinos por la tierra”. Iglesia de La Merced. Chillán.

14 Antonio del Carmen Vergara, Ibíd

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c) los sindicatos se auto sustentaban con un porcentaje obligatorio de aporte de los trabajadores sindicalizados y un aporte que obligatoriamente debían también aportar sus empleadores. d) se otorgó el beneficio de fuero sindical o inamovilidad a los dirigentes de los sindicatos, federaciones y confederaciones sindicales.

De esta forma los sindicatos se transformarían en el nexo más importante entre los trabajadores del mundo rural con lo que llegaría a ser el proceso de Reforma Agraria y por otro lado en una herramienta para la lucha colectiva por la tierra.

La sindicalización fue entendida como un proceso en el cual las organizaciones campesinas surgidas imprimieron un sentido de ciudadanía en una población que históricamente no había tenido derecho político alguno.

“Seguido el proceso de reforma agraria principalmente la capacitación de los campesinos para que recibiera la sindicalización y después la reforma agraria. Porque había que pasar un proceso de sindicalización campesina, porque no todos los fundos iban a ser expropiados sino que tenían que continuar de acuerdo con el aspecto social y económico que había”. 15 En los sindicatos rurales se iniciaron intensos debates sobre la relación entre propiedad privada y justicia social, entre la propiedad de la tierra y trabajo asalariado, entre el Estado y los movimiento campesinos.

Allí también los campesinos discutían cómo sería el proceso de expropiación y distribución de la tierra, quién se beneficiaría con ello y bajo qué condiciones se llevaría a cabo (Tinsman, 2009).

“Todos los fundos a nivel comunal formaban un sindicato.

Pedían un número determinado de campesinos y de ahí se seguía aumentando. Yo tuve alrededor de 1.200 campesinos, en el sindicato La Victoria de aquí en San Nicolás, el más grande de Ñuble”. 16

16

Alfonso Jara, historia oral. Ibíd.

116

En definitiva la nueva Ley de Reforma Agraria N° 16.640 de 1967 pretendía transformar el sistema de tenencia de tierra, generando una profundización del proceso iniciado en el gobierno conservador de Alessandri, pero esta vez promoviendo la expropiación del latifundio y de las tierras mal trabajadas y haciendo entrega de estas a campesinos organizados. Para ello la sindicalización de los trabajadores agrícolas era la base del proceso de reforma del agro.

“Y de ahí estando ya el sindicato andando se veían con los sindicatos los pliegos de peticiones, mejoramiento de vivienda, mejoramiento sueldo, porque la gente trabaja con comida en esos tiempo, unas comidas que ni los gatos la miraban, las casas eran unas con techo de paja, unas rucas. Entonces se hicieron hartas cosas, y a medida que iba el proceso avanzando se veía el mejoramiento de los campesinos”.

3.2 Organizaciones campesinas: campesinas y de reforma agraria.

asentamientos,

cooperativas

Durante el gobierno de Frei Montalva se benefició a aproximadamente 28 mil familias campesinas, que quedaron organizadas en esta etapa inicial de organización denominada “asentamientos” o en “cooperativas” de Reforma Agraria en los 1.300 predios expropiados o destinados a la Reforma Agraria.

Según Plinio Sampaio (1970), la organización campesina tuvo diversas etapas en el período comprendido entre 1964 y 1970, en el cual se desarrollaron simultáneamente dos grandes movimientos campesinos. “Por una parte la creación de sindicatos campesinos”, (…), y por otra parte, a la cual enseguida haré referencia, “la promoción de organizaciones campesinas” (p.38). El objetivo de estas era proporcionar facilidades de insumos, financiamiento, asesoría técnica y comercialización a las pequeñas empresas.

En este proceso se distinguieron dos etapas. La primera consistió en la asociación de personas en organizaciones de tipo cooperativo o precooperativo. Para ello los campesinos conformaron comités que evolucionaron más tarde a cooperativas. Es decir inquilinos, medieros y arrendatarios de los fundos expropiados pasarían a formar primero “asentamientos” que con el tiempo se constituyeron en cooperativas de Reforma Agraria (Sampaio ,1970). “Todas estas organizaciones eran de primer grado en el sentido que congregaban a personas de las bases campesinas” (p.38).

117

Esta primera etapa de conformación de “asentamientos” era de carácter transitoria en el proceso que seguiría después con la organización social y económica de los campesinos, en el cual se explotarían las tierras expropiadas por la Corporación de la Reforma Agraria (CORA). “En esta primera fase del proceso de reforma agraria los asentamientos esperaban que se les designase en conformidad a la letra “h” del artículo del Artículo °1 de la ley, la conformación de una Unidad Agrícola Familiar” (Garrido, 1988, p. 43).

Sin embargo esta forma de tenencia, transitoria según la ley, se transformó en permanente bajo el nombre de Cooperativas. Estas “Cooperativas Asignataria de Tierras” asignaban tierras en propiedad sin individualizar en el terreno los derechos de sus miembros cooperados (Garrido, 1988).

Para el caso de la Provincia de Ñuble Reyes (2016) señala, en términos gruesos, que el proceso de repartición de las tierras no poseía enormes proporciones en Ñuble, contribuyendo a la larga a profundizar la tradicional minifundización de las tierras.

Por otra parte, siguiendo la lógica anterior , la comuna San Nicolás entra en el proceso de repartición de tierras mediante “Cooperativas Campesinas”, destacando El Oratorio (de Ismael Martín) y “Coipín”.

Hasta marzo de 1970, se habían formado las siguientes Cooperativas de Reforma Agraria (Reyes Coca,Marco A,et.al, 2016): Santa Inés de Ninquihue, de 232, 7 hás; El Oratorio, de 410,8 hás, y Torreón, de 598 hás, ambas en San Carlos, y Coipín, de 4.281 hás, en San Nicolás (p .198) “Cuando recibimos el fundo Oratorio, de Ismael Martín, que solo era uno de los tantos fundos que tenía el hombre lo que hicimos nosotros fue echarlo a andar, hicimos el asentamiento, porque es el primer paso de la reforma agraria. Estos dos fundos se entregaron, no fueron con tomas, eso vino más adelante”. 17 La otra forma de cooperativa queda señalada en el Art. 61, la cual se denomina Cooperativa Mixta. “Es aquella cooperativa de reforma agraria a la que se le asignan tierras en propiedad y cuyos socios son, además, asignatarios 17

Antonio Ortiz, historia oral. Ibíd.

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individuales y en copropiedad” (Plinio Sampaio, 1970).

“Cuando entre al asentamiento Santa Ana, el fundo ya lo habían entregado. En abril, mayo fue, y yo llegué en junio. Y de ahí nosotros comenzamos a trabajar controlados por el banco.

Porque los asentamientos eran Estatales. En el asentamiento habíamos como 20 personas con familia, ahí trabajamos todos para todos, además cada uno tenía su propio pedazo de tierra.” 18 Sin embargo, la meta planteada por el gobierno era dar acceso a 100 mil familias campesinas, lo que no logró cumplirse. De esta forma, al avanzar tan lentamente la movilización campesina se radicalizó y al final del gobierno democratacristiano se llevaron a cabo muchas tomas de fundos para presionando al gobierno a apurar las expropiaciones. Algunos de los asentamientos que destacaron en la comuna de San Nicolás durante este proceso fueron (Reyes Coca,Marco A,et.al, 2016): -Coipín: 4.368 hás, 32 familias asentadas.

-El Oratorio: 413 hás, 11 familias asentadas.

-El Oasis: 472 hás, 9 familias asentadas.

Agrego un cuarto asentamiento, considerando que en reiteradas veces fue nombrado en las entrevistas realizadas. Santa Ana era un asentamiento con 20 personas aproximadamente según Antonio Ortiz, entrevistado en el sector del Puente Ñuble, quien fue presidente de este asentamiento durante el período de Frei. En total cuatro predios con un total aproximado de 60 familias.

18 Ibíd.

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4. Gobierno de Salvador Allende.

La campaña presidencial de 1970 estuvo caracterizada por la vehemencia con que se enfrentaron tres candidatos que representaban visiones políticas contrapuestas e irreductibles de cómo debía encararse el país, inmerso en una coyuntura político social en el ocaso de la década de los sesenta.

El debate en torno al tema agrario era uno de los grandes temas, el cual no solo estuvo en el debate público por los planteamientos de las candidaturas, sino porque las tomas de fundos y huelgas campesinas que inducían a la violencia en el campo. (Garrido, 1988, p. 131).

El periódico El Mercurio, de fecha primero de agosto de 1970 (cit. Garrido, 2015), presentaba en la página 29 el siguiente titular: “20 fundos tomados en Chillán y 15 en Melipilla”. La noticia informaba que el Sindicato de Empleadores, y el representante de los agricultores de Linares, pedían al Ministro del Interior, Patricio Rojas, resguardo del orden y protección de la propiedad privada en las zonas conflictivas de Ñuble y el Departamento de Melipilla de la provincia de Ñuble (p.133). Por lo tanto en la antesala a las elecciones de 1970, ya se evidenciaban conflictos en el tema agrario.

La propuesta electoral para ese año era la siguiente: Jorge Alessandri Rodríguez pretendía regresar, aunque esta vez respaldado por el partido Nacional. A pesar de ello su candidatura estuvo marcada por un claro sello anti partidista, técnico y pragmático. El objetivo de su programa de gobierno fue acabar de raíz con las reformas impulsadas por la administración de Frei y disminuir el rol regulador del Estado. Apostaba en cambio a la empresa privada nacional y extranjera y al libre desenvolvimiento del mercado (Correa, 2001).

El otro candidato, Radomiro Tomic, quien pretendía ser el sucesor del gobierno demócrata cristiano de Frei, aspiraba por una parte, “a la profundización de las reformas iniciadas por bajo el gobierno de Eduardo Frei, de manera de consolidar las propuestas planteadas bajo la Revolución en Libertad” (Correa, 2001, p.

262). Su programa se denominó “Tarea del Pueblo”, el cual proponía sustituir el sistema capitalista por una “verdadera revolución democrática y popular”.

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Pensaba hacerlo mediante la participación de las masas, especialmente de los pobladores, las mujeres, los jóvenes y campesinos, basándose en la experiencia previa que habrían adquirido anteriormente bajo el programa de “Promoción popular” (Correa, 2001).

Por su parte la Izquierda al rechazar la alianza con la Democracia Cristiana, emprendió campaña presidencial solo con sus partidos. De esta forma la “Unidad Popular”, liderada por el antes tres veces candidato a la presidencia de la República (952, 1958 y 1964). Salvador Allende Gossens, se presentó con una programa en apariencia similar al de la Democracia Cristiana, pero con la gran diferencia de situarse bajo lineamientos socialistas en un contexto internacional de Guerra Fría (Correa, 2001).

El 4 de septiembre se celebró la elección presidencial, y pasada la medianoche se supo el resultado de los comicios: Allende: 36,6 %; Alessandri: 35,3 %; Tomic: 28,1 % de los votos válidamente emitidos. Sin embargo, en la provincia de Ñuble estos fueron los resultado; Jorge Alessandri,30. 793 votos (37,07%); Salvador Allende 27. 665 (33,30%); y 24.619 votos (29,63%) para Radomiro Tomic. La confianza de los alessandristas se convirtió en miedo a un gobierno socialista, mientras los allendistas e incluso varios democratacristianos salían a la calle a expresar su alegría. EL 26 de octubre, el Congreso Nacional ratifica a Salvador Allende como Presidente de la República, previa firma de un Estatuto de Garantías Democráticas 1970. Finalmente el 4 de noviembre, Salvador Allende, asume la Presidencia de la República (Urzúa Valenzuela, 1992) El Gobierno de la Unidad Popular pretendía realizar reformas estructurales en diferentes ámbitos de la producción. Un programa ambicioso que apuntaba a la nacionalización del cobre, a la creación de empresas en las áreas de propiedad social, y por su puesto a profundizar la Reforma Agraria. Estas medidas generaron fricciones entre los distintos segmentos de la sociedad.

Para llevar a cabo la aplicación de estas nuevas políticas agrarias, en la provincia de Ñuble, se designaron tres Intendentes, durante el período, todos pertenecientes al movimiento MAPU y expertos en Reforma Agraria: Santiago Bel 1 (1970-72), funcionario de INDAP; Luis Quezada (1972-73), funcionario de la CORA, quién fue destituido por el Senado debido a acciones ilegales cometidas en la industria Cholguán; y Juan de Dios Fuentes (entre julio y septiembre, 1973)(Reyes Coca,Marco A,et.al, 2016).

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Dentro de la intensificación del programa de reforma agraria una de las demandas fue la integración de mediano y pequeños agricultores, minifundistas, medieros, empleados y afuerinos. También se proponía aumentar el crédito agrario y crear mercado para los productos agrícolas (Huerta, 1980). “Se propuso terminar definitivamente con el latifundio y traspasar los mecanismos de comercialización al campesinado, proceso en el cual tendrían un papel principal el Estado y los campesinos organizados”. (Rosenblitt, Correa, y Hajek, p.174). Para lograr dicho objetivo se aceleraron las expropiaciones y se limitó aún más la extensión permitida como propiedad privada de la tierra.

Las cifras señalan que en 1971 se expropiaron 1.378 predios lo que constituía un incremento del 32% respecto del período anterior. Un año más tarde fueron expropiados otros 2.189 fundos, en tanto que, hasta agosto de 1973 ya se habían requisado 834 predios adicionales.

Para el caso de Ñuble ya se había expropiado todo lo expropiable, sin embargo las presiones de los dirigentes sindicales y el descontento se hizo sentir en el intenso debate que se generó en el último Congreso Campesino celebrado en Chillán en enero de 1973 (Bengoa, 2015).

Bengoa (2015) señala que uno de los mayores conflictos que se discutieron en aquella instancia fue “por el predominio en la zona de Ñuble de la pequeña y mediana propiedad” (p, 316). Esto determinó que el sistema de expropiaciones prediales excluyera a campesinos pequeños y medianos propietarios, dejándolos fuera de los evidentes beneficios de la reforma agraria junto al campesinado libre, peones y asalariados de pequeñas y medianas propiedades. En total tres quintas partes de la población quedó marginado del proceso Reforma Agraria (Bengoa, 2015).

Por otra parte, lo que agudizaba aún más el conflicto en torno a las expropiaciones, era la complejidad de las tablas de equivalencias, esto porque no siempre las 80 hectáreas físicas correspondían a las 80 hectáreas de riego básico y sobre todo en esta zona, en donde las tierras son relativamente malas, de rulo sin riego, por lo que las equivalencias eran enormes (Garrido, 1988).

Eran comunes las rencillas entre campesinos, pues un campesino podía argumentar que “en fundo de al lado tienen más 300 hectáreas”, sin embargo esas 300 hectáreas era probable que no fuesen ni 40 de hectáreas de riego básico en las equivalencias establecidas por la Reforma Agraria.

“Habían otros fundos más pequeños, de 120 a 200 hectáreas, 122

que se fueron tomando y se unían a los más grandes y así se fueron incentivando con otros compañeros”, (Alfonso Jara).

De esta forma, junto con la profundización de la reforma en el agro, el conflicto social creció. La huelgas rurales aumentaron en un 180 % en 1970, a lo que se sumaron las tomas de fundos y de casas patronales, acciones incentivadas, en su mayoría por grupos más radicalizados de la Unidad Popular y por los miembros del MIR, los que no sólo otorgaron apoyo organizacional a tales iniciativas, pues en algunos casos incluso proveyeron de armas a los campesinos (Garrido, 1988).

En el verano de 1973 la provincia de Ñuble tenía en toma una gran cantidad de predios. En este agudo contexto se convocó, en lo que en ese tiempo fue la sede de la Universidad de Chile en Chillán, al último Congreso Campesino. En el quedó al descubierto al diferencias al interior del movimiento campesino. En primer lugar había una alta presencia del Movimiento Campesino de Izquierda (MCI), que se adhería al Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR. Por otro lado, las antiguas organizaciones campesinas y las confederaciones de sindicatos estaban muy poco presentes. Se había producido un quiebre completo entre las confederaciones históricas Triunfo Campesino, Libertad y Sargento Candelaria y las que adherían a la U.P, Ranquil y Unidad Obrero Campesino (Bengoa, 2015).

“Siguió en marcha la reforma agraria. Se hizo corto el periodo de los 6 años de Frei, y viene el periodo de Salvador Allende que alcanzó a estar tres años, y ahí en donde hubo una especie de apuro en agilizar el proceso reforma agraria, (...)

No se tomó tanto en cuenta la cantidad de tierra sino que se empezó enseguida con las tomas. De ahí el proceso se puso más brusco, más revolucionario y se echaron a perder muchas cosas, de lo cual yo no fui partidario” (Alfonso Jara) Los testimonios recogidos coinciden en que hubo pocos enfrentamientos entre campesinos y los dueños de los fundos de la comuna de San Nicolás, es decir la mayoría de las expropiaciones se realizaron respetando el proceso, evitando la toma por la fuerza de los predios. Es posible que esta apreciación sea correcta o bien esté influenciada por el miedo a recordar los hechos tal como fueron, pues esta es una actitud muy común en memorias fracturadas por hechos de violencia vividos en dictadura (Leiva y Garcés,2005)

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“En Santa Laura, ahí hubieron unos pocos enfrentamientos, parece que contaba que los viejos se tiraban nadando por el río para tomarse uno de los fundo del asentamiento historia de Ñuble. Pero solo eso paso”. (Antonio del Carmen Morales).

El no consenso respecto a la valorización de lo que “realmente ocurrió” en los campos de Ñuble, y en específico en la comuna de San Nicolás, en parte se explica porque en esa época (1970-1973), las opiniones entre los campesinos estaban muy divididas debido a la policitación del procesos.

Según Bengoa (2015), tenía mucho que ver este desborde de las expectativas de los campesinos con la influencia que ejercían ideológicamente las confederaciones sobre los sindicatos. Como no existía un mínimo de sindicatos comunales, pues se necesitaba un mínimo de 100 personas para conformar, se generaba un paralelismo entre sindicatos de una misma comuna, los cuales podían ser o no afiliados en una misma confederación. Es por eso que los sindicatos de una misma comuna iban tomando decisiones con diferentes direcciones, generando contradicciones y divisiones al interior del movimiento campesino.

Algunos creían en la paulatina aplicación de la reforma, aún bajo la consigna de hacer “Reforma en Libertad”, otros en cambio incitaban a la radicalización del proceso, acelerando la expropiación de los predios, especialmente aquellas organizaciones vinculadas al MIR. Alfonso Jara, funcionario de INDAP bajo el gobierno de Frei y Allende, ha entregado en sus relatos su visión respecto a las diversas etapas del procesos de reforma agraria y de manera más particular sobre la aplicación de esta en la comuna de San Nicolás. Narra, con gran orgullo, los avances realizados juntos a los sindicatos campesinos, pero a su vez recuerda como el proceso se vio frustrado debido a la radicalización y politización que fue empañando el movimiento por la reforma agraria.

“Esto para mí fue un desorden del cual no se avanzó más y llegamos a la dictadura. Yo sé que era necesario un proceso de revolución, pero lento, diciéndole a los campesinos lo que pretendía; transformar la agricultura chilena y entregarle la tierra a los campesinos”. ( Allfonso Jara) 4.1 La “compañera” campesina, en la lucha por la tierra (1964-1973).

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Según vimos anteriormente, las Reformas Agrarias, desde su inicial aplicación y posterior profundización, los gobiernos de turno buscaron todos más o menos aspirar a solucionar el problema del abastecimiento de la población, hacer eficiente el uso de la tierra, promover la igualdad de oportunidades tanto para sectores urbanos como rurales y la inserción de grupo sociales en la esfera pública, para lo cual era clave la participación de los campesinos en los sindicatos.

En este sentido se puede decir que los años sesenta se caracterizaron por el proceso de democratización de la sociedad rural, entendido este como la capacidad que tienen los actores sociales para representar los intereses de los diferentes grupos sociales y de participación en las instancias en donde se toman decisiones (Correa, 2001). Dicho proceso comenzó a ganar terreno, restando fuerza y finalmente socavando la prolongada dominación hacendal.

Ximena Valdés y Patricia Garret plantean que como consecuencia de la puesta en marcha de las Reformas Agrarias, y la “democratización” de la sociedad, se produjo una exclusión de las mujeres de los puestos de trabajo que poseían de forma permanente al interior de haciendas y fundos. El ápice de este problema fue mencionado en el capítulo anterior, relativo a los últimos años del predominio del sistema de latifundio. Algunos de estos trabajos femeninos fueron principalmente en la ordeña, y labores de tipo domésticas al interior de las casas patronales.

De esta forma, con la puesta en marcha del primer programa de Reforma Agraria, durante el gobierno de Arturo Alessandri, ya se observa una baja en el número de mujeres ocupadas. Entre 1936, 1955 y 1965, el número de mujeres inquilinas disminuye de 21.190 a 3.836, y a 2. 213 en 1965. Mientras decrece la tasa de ocupación de mujeres en puestos de trabajos permanentes, el trabajo de temporada femenino comienza progresivamente a alcanzar significación, aun cuando la magnitud de mujeres que se proletariza es de poca envergadura; 5,5 % del conjunto de trabajadoras de temporada en 1955, a un 7,7% en 1965 (Valdés, 1992). En conclusión, según los censos agrícolas del período señalado, menos del 2 % de los trabajadores agrícolas permanentes eran mujeres (Censos Agropecuarios, 1954-55,1964-65). Aunque las fuentes orales nos refieren a que la mayoría de las mujeres generaba ingresos a través del servicio doméstico, el lavado, la costura, las ventas o el trabajo temporal durante las cosechas, pocas mujeres ganaban lo suficiente como para mantenerse a sí mismas y a sus hijos.

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Si bien estas cifras tienen relación con una concepción más amplia y antigua basada en la división sexual del trabajo, las mismas políticas de la Reforma Agraria contribuyeron a la lenta participación de las mujeres puestos de trabajo agrícola de tipo permanente. Por una parte eliminó junto con la hacienda, los trabajos realizados por mujeres al interior de estas, y por otro lado “la Reforma Agraria dio inicio a una política sistemática de parte del Estado, tendiente a reforzar los roles de género en el mundo rural. La administración de Frei fue lentamente imponiendo el tema de orden social, enfatizando en que era la armonía doméstica la base del fortalecimiento campesino” (Tinsman, p. 48).

Heidi Tinsman (2009) sostiene, que las políticas implementadas durante ambos gobiernos posicionaron a los hombres jefes de hogar como protagonistas del cambio social y focalizaron sus esfuerzos hacia ellos. Para hacerlos productores y administradores eficientes, el Estado contribuyó a la formación de sindicatos, cooperativas y consejos de trabajadores. “En el caso de las mujeres, el Estado apeló a sus responsabilidades domésticas, estimulando su participación en programas educacionales y actividades comunitarias para así mejorar sus destrezas como esposas y madres” (Tinsman, p. 59).

De esta forma la Reforma Agraria y las políticas de bienestar social desarrolladas bajo los regímenes de Alessandri, Frei y Allende no lograron alterar en forma significativa esta situación. El paso dramático de la propiedad privada de la tierra a la propiedad estatal no modificó sustancialmente ni lo que se producía en las ex haciendas, ni la costumbre de contratar casi exclusivamente a hombres.

La Ley de Reforma Agraria requería que los miembros de los asentamientos fueran “jefes de hogar”, y las políticas de pleno empleo rural se dirigieron en especial a los hombres.

Complementario a lo anterior, el trabajo de las mujeres seguía centrado en el hogar y en la huerta familiar. Aunque ambas eran tareas productivas, no eran remuneradas. Los gobiernos de la Democracia Cristiana y de la Unidad Popular contrajeron el compromiso de elevar los salarios rurales. Y aunque tanto hombres como mujeres celebraron este compromiso, “las políticas estatales se centraron en el fortalecimiento de la posición del hombre como proveedor más que en la creación de oportunidades de empleo para la mujer” (Tinsman ,2009:62).

Aunque las mujeres disfrutaron de mejores niveles de vida, el mejoramiento del bienestar rural reforzó su dependencia económica de los hombres. Esta era una situación derivada de la impronta patriarcal dada en las relaciones de género al interior de la familia. Primero se era dependiente de la protección 126

del padre, o en ocasiones recaía en el hijo mayor. Después de dejar la casa, generalmente luego de su primer embarazo, la supervivencia de la mujer dependía de su habilidad para constituir una unión sexual con un asalariado.

Las mujeres que no lo hacían, migraban. Si el matrimonio o la unión informal se terminaban, la mujer debía rápidamente encontrar otro asalariado o enfrentar el desamparo económico.

La falta dramática de opciones de empleo para las mujeres, a la que se sumaba su responsabilidad por los hijos y su deseo de que éstos fueran reconocidos, pesaban en contra de la ruptura de una relación, por muy materialmente inadecuada o físicamente abusiva que fuera.

A pesar que bajo los gobiernos de Frei y Allende, tanto el Estado como el movimiento laboral en ascenso, trataron de estimular el compromiso político de parte de las mujeres sin alterar en forma significativa el balance de poder al interior del hogar. Entre 1964 y 1973, las mujeres rurales participaron activamente en los Centros de Madres (CEMA) organizados por el Estado, y en los comités de huelga de los sindicatos. Estas actividades proporcionaron a las mujeres rurales nuevos roles fuera del hogar, estimulándolas a pensar en sí mismas como actores políticos a nivel comunitario y nacional. Sin embargo, los CEMA se abocaron a enseñarles artesanías y destrezas domésticas, mientras los sindicatos las excluían porque no eran trabajadoras permanentes.

Aunque estas organizaciones se regocijaban con el significado político de las mujeres como “madres y esposas militantes”, ambas visualizaron el activismo femenino como un elemento de apoyo a las luchas primarias de los hombres.

4.2 El golpe Cívico Militar en la memoria de los campesinos del asentamiento “Ranquíl”.

Ese día 11 de Septiembre las radios del sector transmitían los hechos ocurridos en la capital. Algunos, en su mayoría, no conocían Santiago, lo cual hacía imaginable el bombardeo del Palacio de la Moneda. La radio ese día, fue el puente entre las familias de la comuna y el golpe. Luego el sobre vuelo de los aviones durante los días siguientes daban indicio de que el problema seguía latente.

Algunos dirigentes que constantemente tenían contacto con Chillán y las confederaciones que operaban a nivel nacional, poco a poco fueron llegando con las noticias que daban cuenta de la persistencia de los hechos de violencia que enfrentaba el país. Tras la muerte de del Presidente Allende, rápidamente 127

las expectativas generadas con la “Revolución en libertad” se truncaron de golpe de camino por “la vía Chilena al socialismo”.

El Informe Rettig de Derechos Humanos señala que en el asentamiento Ranquíl de la comuna de San Nicolás fueron detenidos y torturados por carabineros tres obreros agrícolas, que desaparecieron en el camino que lleva al puente El Ala” (Timmermann, 2012).

Este hecho fue recordado por dos campesinos que logré entrevistar en la oficina de asesoría para exonerados políticos ubicado en La Iglesia de la Merced en Chillán. “Para nosotros fue violento”, señalaban, “al menos para los que trabajamos en mi asentamiento porque ahí se llevaron ese día a tres personas”.

El día 11 de octubre, a un mes del golpe militar, recuerdan los entrevistados que fue intervenido el asentamiento Ranquíl. Cuentan que ese día “llegaron los carabineros y se los llevaron (...) se llevaron a un cuñado, a un cajero y al tractorista” .Cabe mencionar que en el transcurso de la entrevista fue difícil acceder a los recuerdos en torno a estos hechos, y en sus expresiones se notaba nerviosismo e incluso, en un comienzo cuando se les preguntó qué pasó ese día, la respuesta fue “nada, qué iba a pasar”.

“Dos primos míos se llevaron (...) Los buscábamos por todos esos bosques pal norte, que decían que por ahí los habían vistos. Nos decían que habían pasado en una camioneta del fundo Puyaral por el camino de San Nicolás y aún iban vivos (...) De ahí desaparecieron, anduvimos todos los familiares buscándolos, en el río, hasta por San Carlos (...) .Hasta el día de hoy no los vieron más, tuvieron que matarlos con una fleta que les dieron” 19 Son las Fuerzas Armadas y Carabineros quienes principalmente ejercieron la violencia en el período estudiado (Timmermann, 2012). Así también lo los campesinos de la comuna de San Nicolás. Según los testimonios presentados en el informe Rettig, aseguran que fue Carabineros quienes llegaron hasta el predio, para detener y luego, interrogar y torturar en el galpón del asentamiento Ranquíl, preguntando por supuestas armas escondidas y literatura marxista.

Ese día además se allanaron las casas del asentamiento y se revisó 19 José Adolfo Martínez, edad. Entrevista realizada en la oficina de atención de exonerados políticos, Iglesia de la Merced. Chillán

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documentación que allí existía. Luego se los llevaron a Chillán por el puente El Ala (Informe Retting: 324).

“Ese día llegaron los carabineros. Vimos que bajo de la camioneta también el hijo de Don José Díaz, Don Alejandro Díaz, venía de Carabinero. Nosotros creemos que él fue el que los llevó hasta donde los cabros. Como nos conocía a todos de chiquititos”. 20 La violencia empleada fue organizada contra su propia población, desarrollada en la década de los setenta y ochenta, constituyendo una guerra psicológica, porque tenía como objetivos la intimidación y el sometimiento de grandes grupos mediante el empleo de acciones psicológicas, concebidas para imponer la aceptación pasiva de estructuras de dominación autoritarias y crear en los virtuales opositores una sensación de constante amenaza existencial y de impotencia personal frente al aparato militar en acción (Leiva y Garcés, 2005). De esta forma se pretendía desarticular no solo a los grupos opositores, en este caso los campesinos, sino también las historias de sus familias para siempre.

“Como unos 67 años habría tenido Wilson, era joven le quedaron dos hijos, dos hombrecitos. Un hijito de él cuando se lo llevaron tenía como dos añitos y del otro estaba embaraza la Juana.” 21 José Martínez y Wilson Becerra fueron compañeros de sindicato y asentamiento. Juntos lucharon por la dignidad del campesino, juntos sacaron la voz por primera vez en la historia de los trabajadores rurales del sector. Por primera vez se sentían dignos, con opinión, viviendo en lo propio, produciendo en común y para ellos mismos, haciendo realidad la consigna “la tierra para el que la trabaja”.

Lamentablemente la pérdida de sus compañeros, en especial de su primo, hace que se retracte, o al menos dude de si estuvo bien lo que hizo. Existe un relato común, y que no es menor, entre aquellos que lucharon bajo la consigna de poder popular durante la vía chilena al socialismo, ya sean obreros industriales, rurales o pobladores. Este relato común está cargado de 20 Ibíd.

21 José Adolfo Martínez.

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miedos, culpa, y arrepentimiento en ocasiones, que producen en la memoria una valoración negativa de todo lo que hizo, porque consideran que no valió la pena, al final se dan cuenta que perdieron a un ser querido.

La memoria aquí se ve mediada por dos hechos que se contradicen. Primero el liderazgo de un proceso, que entregó dignidad y seguridad al campesino, el cual sin duda es un recuerdo con significación positiva. Sin embargo la dictadura cívico-militar fractura esas memorias, primero con la pérdida de sus seres queridos, y luego con la pérdida de la tierra, siembras y maquinarias, adquiridas junto a sus compañeros de asentamiento durante el proceso de reforma, tornándola en recuerdos dolorosos. “Nosotros después del golpe de Estado estuvimos como el año más, hasta el 74 cuando Don José Díaz, el patrón se hizo cargo del fundo otra vez”. Es difícil entonces realizar un balance entre memorias que se configuran entre breve periodo de apogeo del campesinado y luego de deslegitimación, con el ejercicio extremo de la violencia.

Los informes Rettig y Valech mencionan que en zonas rurales de la Provincia de Ñuble se ejerce la violencia en los ríos Ñuble, Cato, Niblinto; en el camino que une a Chillán con Yungay y en el que conduce al puente El Ala; en el puente Chequén de Pemuco; en el asentamiento Ranquíl de la comuna de San Nicolás; en Quirihue, Huambalí, Quinchamalí, Ninhue, Cobquecura, Coihueco, Pinto, Confluencia y Liucura. También se menciona el fundo Quilmo, de propiedad del Ejército, la Comisaría de Carabineros n° 3 de Bulnes, la Cárcel de Yungay, Fundo Torrecillas, asentamiento Montaña Bustamante, Retén de Niblinto, Retén de Quinchamalí, Cuartel de Carabineros de Cato.

“En río que pasaba cerquita de la casa de donde yo vivía veíamos pasar a los cuerpos de la gente en las correntás.

Pasaban con alambres amarrado la gente.” 22 “Como yo era el encargado de ver los animales en el asentamiento, de cambiarlos de potrero, y a darles agua al río, por ahí veía los cuerpos pasar en el agua. Yo pillaba de tres o cuatro amarrados con alambre de púas en la correntà con un palito yo los echaba pa´ bajo del río cuando estaban agarras en la orilla”. 23

22 23

José Martínez, historia oral. Ibíd.

Antonio del Carmen Morales, historia oral. Ibíd.

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Los uniformados no ocultan su identidad. Se dejan cadáveres en todos lados, en caminos y ríos. Freddy Timmermann (2011) explica; “no importa establecer una violencia abierta y, con ello, des legitimarse ante la ciudadanía, sino justificar una eficiencia en una operativa de servicios ante el superior para evitar ser confundido con un enemigo -miedo nuevo en las FFAA- o exhibir una ejecutoria de servicios para ascender en grados militares (p.201). En la vida cotidiana del espacio rural, se iban comentando entre los vecinos lo que les pasaba a quienes “andaban metidos en cuestiones”. La exhibición de los cuerpos con claros signos de tortura, eran una especie de propaganda que instaló rápidamente el miedo entre los vecinos.

“Cuando escuchaba que venía un avión por ahí tenía qué esconderme y meterme entre medio de las matas. Me acuerdo de eso, que daban como unas dos o tres vueltas y ahí ya se iban”. 24 De esta forma en la Provincia de Ñuble el terror se disipa por todas partes.

Sin discriminación entre la ciudad y espacio rural, la violencia fue ejercida para causar retración en la población sobre las acciones que habían llevado adelante aquellos sectores que nunca antes habían tenido tanto protagonismo en los procesos históricos. La violación contra los derechos humanos en la provincia , según el informe Rettig, fue mayormente cometida por Carabineros y el Ejército. Quienes habían sido valorados como otorgadores de protección y seguridad, se encargaron aquel 11 de octubre, en la comuna de San Nicolás , de acabar para siempre con la convición de que “la tierra es para el que la trabaja”.

24 Antonio del Carmen Morales, historia oral. Ibíd.

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3

3. Orillas del Río Changaral, San Nicolás ,circa 1950. Facilitada por Purísima Barra.

CapĂ­tulo

03

Conclusiones

Conclusiones.

1. Sobre el período en estudio, La presente investigación buscó comprender mediante las representaciones sociales de los habitantes de la comuna de San Nicolás, los acomodos que las familias rurales experimentaron producto de los cambios económicos, sociales y políticos del sector rural entre 1930-1973, en el marco de las transformaciones estructurales del agro. El uso de una metodología cualitativa, con estudios de casos recabados en entrevistas en profundidad realizadas a siete familias de diferentes sectores de la comuna, quienes presenciaron los períodos en estudio, permitio acceder a las subjetividades de los actores involucrados.

Se logró en primer lugar determinar, mediante un diálogo constante entre fuentes escritas y orales, la realidad socio espacial de la comuna de San Nicolás y con ello definir las características que poseía el sistema de tenencia de la tierra durante la primera mitad del siglo XX. En relación a lo anterior, es posible afirmar que la comuna de San Nicolás, al igual que el resto de territorio rural de la provincia de Ñuble, se caracterizó por el predominio de la mediana y pequeña propiedad. Recién en la década del sesenta, producto de los cambios introducidos por las Reformas Agrarias, se eliminó el sistema de inquilinaje dando origen a una creciente integración de la sociedad rural respecto de los procesos de modernización que venía experimentaba el sector urbano desde el siglo XIX. Para efectos del análisis socio histórico del primer periodo estudiado (19301960) las entrevistas realizadas, tanto de forma grupal como individual, reconstruyeron la historia de los y las habitantes de la comuna de San Nicolás entorno al sistema de inquilinaje. Mediante las historias de vida de mujeres y hombres fue posible general un análisis cualitativo en base a las trayectorias familiares, laborales y de género de los habitantes de la comuna de San Nicolás.

Estos relatos, como bien se pudo extraer de las fuentes orales recogidas, manifestaron como condicionante en la subjetividad de sus recuerdos la carga

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de la lógica patriarcal autoritaria heredada del sistema hacendal.

En primer lugar la construcción de la familia se caracterizó por poseer una estructura nuclear extensa, pues a pesar de la precariedad de la habitación campesina, era común que las parejas recién conformadas (casadas o no) vivieran junto a sus padres, abuelos y parientes que trabajaban como voluntarios o que se encontraban pagando la “obligación” del jefe de familia.

Fueron también comunes las uniones ilegítimas, el amancebamiento y las madres solteras. El número de hijos promedio por mujer era altísimo. Según las entrevistas al menos cinco hijos en promedio podía tener una mujer antes que se extendieran los programas de anticoncepción a los sectores rurales.

En cuanto a las trayectorias laborales, las experiencias de vidas de los entrevistados reconstruyeron de forma individual y colectiva la estructura laboral al interior de los fundos de la comuna. El sistema de inquilinaje se caracterizó por poseer una clara división social del trabajo, diferenciación de roles de género en base a la división sexual de trabajo, predominado la fuerza laboral masculina por sobre la femenina.

Los puestos de vigilancia y control (ministros, capataces, mayordomos, sotas, llaveros), al igual que los puestos que contribuyeron con fuerza de trabajo al interior de los fundos de la comuna (peones, inquilinos, medieros y obligados), fueron ejercidos indiscutiblemente por hombres, así lo recordaron los y las entrevistadas que vivieron bajo el sistema de inquilinaje en los fundos de San Nicolás entre 1930 y 1960. Las mujeres por su parte quedaron a cargo de las tareas de “reproducción” al interior de los espacios domésticos, salvo excepciones en términos de “ayuda familiar” no remunerada.

No obstante, las familias de la comuna que dependieron permanentemente del inquilinaje fueron menor en comparación a aquellas que, por vivir en “lo propio”, se relacionaron de manera más abierta con el “patrón” a través del sistema de “mediería”. El hecho de vivir fuera del fundo liberó a las familias de la jerárquica estructura del trabajo campesino.

En relación a lo anterior, sostengo que al poseer una relación menos estrecha con la figura del patrón, o la administración del fundo, el sistema de “mediería” permitió cierta flexibilización en la división sexual del trabajo. Por lo general el “mediero” aportaba toda la mano de obra que había en su familia para sembrar las hectáreas entregadas en “media”. De esta forma mujeres y niños

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participaron en la limpieza del terreno, siembra y cosecha.

Este hecho permite vislumbrar “otros” roles que las mujeres desempeñaron en el campo. Sin embargo debido que no percibían una remuneración por su trabajo, no fueron consideradas actividades productivas. Ello invisibilizó su desempeño y capacidad de trabajar la tierra, incluso por ellas mismas, pues en sus relatos niegan el haber trabajado.

Lo cierto es que más allá de que si existiera o no remuneración, el cuidado de la chacra, la crianza de animales menores, la colaboración en la siembra y cosecha de las tierras entregadas en “media”, y el servicio a la comunidad, contribuyeron de forma significativa a la reproducción material y simbólica de la familia campesina.

Si bien las actividades de servicio a la comunidad desempeñada por “parteras” y “cantoras”, se realizaron como actividades extra domésticas, estas tampoco fueron valoradas por las entrevistadas como un trabajo. La idea que predominó en los testimonios orales fue que “la mujer no hacía nada más que estar en la casa”, negando tanto su rol en la sociedad campesina, como al interior de la familia. De esta forma tanto en el espacio privado como público el rol de la mujer campesina siempre se subalternó producto de la lógica patriarcal autoritaria como condicionante sociocultural.

Los únicos trabajos femeninos reconocidos por las entrevistadas fueron los de cocineras de fundo, encargadas de preparar las raciones de los inquilinos, y de ordeñadoras (cuando los fundos contaban lecherías artesanales) y servicio doméstico en las casas patronales. Ambos desaparecieron junto con el sistema de inquilinaje una vez que las Reformas Agrarias desmantelaron el centenario régimen hacendal.

La Ley de Reforma Agraria N°15.020, aprobada el mes de agosto de 1962, no llegó a alterar significativamente el problema de la tenencia de la tierra, mucho menos la situación del campesinado. No obstante, debido a que la Iglesia Católica venía manifestando con anterioridad la urgencia de realizar una reforma agraria que entregara derechos y dignidad al campesinado, existió una actitud favorable para concientizar al campesinado sobre los temas abordados después con las Reformas Agrarias. La acción del Obispo de Talca, monseñor Manuel Larraín, de crear en 1952 la primera organización de sindicalización campesina, fue clave en los hechos de Molina, inédita y masiva huelga campesina ocurrida en 1953.

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Es así como, Influenciados por este acontecimiento, agrónomos, técnicos agrícolas, y campesinos, de forma paralela a las acciones tomadas por Alessandri, fueron liderando procesos de organización campesina en provincias. En suma en la década del 50’ se formó, gracias a la acción de la Iglesia Católica, conciencia entre campesinos y dirigentes de organizaciones de la crisis que vivía el sector agrario.

Sin duda que el contexto político que vivió el resto de Latinoamérica fue la causa externa del origen del proceso de Reforma Agraria, pero a nivel local la Provincia de Ñuble, la Iglesia fue quién primero desencadenó internamente el proceso. Esto se puede explicar porque, a diferencia de la provincia del Maule, Ñuble no fue una zona de relegación de dirigentes sindicales provenientes de la zona del salitre quienes, al llegar a trabajar en las empresas agrícolas de esa Región, influyeron de manera decisiva en la organización de los trabajadores agrícolas.

Bajo el lema “Revolución en Libertad”, el gobierno de Eduardo Frei (19641970), puso en marcha por primera vez en la historia una serie de reformas estructurales al agro. Con la promulgación en 1967 de la Ley N°16.640 de Reforma Agraria y la Ley N° 16.625 de Sindicalización Campesina, se abrió nuevo marco para este proceso para la expropiación de predios y se procedió a la organización de los Asentamientos de la Reforma Agraria.

Esta etapa de preparación de los campesinos para la adquisición de la propiedad duró entre tres y cinco años con carácter transitorio, bajo el nombre de “Cooperativas Asignatarias de Tierras”. En San Nicolás, para 1970, destacó en este proceso el fundo “Oratorio” (de Ismael Martín), “Coipín” (perteneciente a la Iglesia Católica” y “El Oasis”. En cada uno de ellos se levantaron a asentamientos, con un total de 52 familias beneficiadas.

Cabe destacar que el proceso de repartición de tierras en la comuna de San Nicolás no poseía grandes proporciones, al igual que el resto de la provincia, de modo que este fenómeno contribuyó a profundizar el proceso de minifundización que ya venía desarrollando Ñuble desde el siglo anterior.

En relación al proceso de sindicalización, todos los sindicatos de la comuna formaban a su vez un gran sindicato comunal. En San Nicolás destaco el sindicato La Victoria que llegó a tener a 1.200 campesinos según cifras entregadas por un ex dirigente de INDAP que organizó dicho sindicato,

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constituyéndose en el más grande de la provincia de Ñuble.

Los campesinos entrevistados relataron desde sus experiencias el significado que tuvo este proceso para levantar la dignidad y conciencia del campesinado, lo cual sin duda entrego a la población rural un sentido de ciudadanía hasta antes desconocido, pues históricamente se les marginó de todo derecho político.

Finalizada la “Revolución en Libertad” se expropió un total de 91 predios, según el artículo 10 transitorio de la Ley de Reforma Agraria, de los cuales ocho correspondieron a la provincia de Ñuble. Del total de familias de Ñuble que se beneficiaron con el proceso de expropiación alcanzaron a 3. 574, de un total nacional de 56. 898 familias, por lo cual la realidad de Ñuble alcanzaba al 6. 28% del país. En total el 32. 5% de las tierras de la provincia de Ñuble entraron en la Reforma Agraria.

No obstante la meta de dar acceso a 100 mil familias no se cumplió. Ante este panorama la movilización campesina se radicalizó y al final del gobierno democratacristiano llevándose a cabo tomas de fundos para presionar las expropiaciones.

En 1970 Salvador Allende, candidato de la Unidad Popular se dio continuidad al proceso de Reforma Agraria con la participación activa y fundamental de los Sindicatos y el Decreto Supremo N°481 que creaba los Consejos Comunales Campesinos, expropiando un total de 4.400 latifundios, con un total de 6.400.000 has. En total entre ambos gobiernos (D.C y U.P) se expropiaron 5.800 predios con un superficie de 9.900.000 has.

Sin duda que este proceso, iniciado tímidamente bajo el gobierno de Alessandri, generó un avance y cambio rotundo en la reestructuración del agro y la vida de las familias campesinas. Se elevó considerablemente el nivel de vida de la población, que se obtuvo un salario equivalente al mínimo legal, seguridad social, derecho a tener animales y al cultivo de las tierras en mayor cantidad que en las haciendas, se solucionan problemas de viviendas y se establecen escuelas.

No obstante, sin desconocer los avances logrados por la reforma del agro, las políticas se diseñaron bajo las mismas concepciones de género y poder heredadas del sistema hacendal, reproduciendo también nociones presentes en el resto de la sociedad rural.

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A pesar de los esfuerzos del gobierno de la Democracia Cristiana y de la Unidad Popular por incorporar a las mujeres al proceso de mejoramiento social, y por movilizarlas como esposas, el énfasis estuvo centrado en los hombres rurales como principales protagonistas. De esta manera las políticas de reforma agraria terminaron por reconstituir y reforzar las jerarquías sexuales, posiblemente a un nivel de vida más elevado.

La masculinidad del campesino se vio reforzada al ser este y no las mujeres el depositario directo de los beneficios de la Reforma Agraria, pues los procesos de repartición de tierras y capacitación estuvieron dirigidos a los campesinos hombres como “jefes de hogar”. De este modo, bajo el discurso de la modernización, la Reforma Agraria promovió ideales de masculinidad ligados al rol productivo del hombre, su militancia y la responsabilidad familiar.

El campesino se abrió a un mundo nuevo en cual tenía ahora poder político y económico, inclusive más activamente que antes en la esfera de la vida pública.

Las mujeres, por otra parte, reafirmaron su femineidad ejerciendo su histórico rol al interior del mundo doméstico, siendo depositarias indirectas de los beneficios de las reformas agrarias. Es más, como mencione anteriormente, muchas mujeres perdieron los puestos de trabajo que realizaban de forma estable al interior de la hacienda, por ejemplo en la ordeña, en las casas patronales prestando servicios domésticos o como cocineras de fundo, lo cual significaba percibir un tipo de ingreso, perdiendo así part de su historia laboral.

De esta manera, la Reforma Agraria no solo reprodujo las jerarquías entre el trabajo productivo y no productivo, sino que al tratar el trabajo femenino como doméstico, privado, y meramente reproductivo, invisibilizó el trabajo productivo que formaba parte de la vida de la mujer del campo.

2. Término del proceso de reforma: El golpe en la memoria campesina.

Complementamos nuestros recuerdos ayudándonos, al menos en parte, con la memoria de los otros. Si bien, es evidente que cada persona recuerda de forma individual, al momento de conversar sobre “que paso ese día”, fue difícil para los entrevistados relatar con fluidez los hechos ocurridos en sus asentamientos. Para lograr acceder de forma prudente a sus recuerdos resulto necesario que compartieran entre ellos lo que ese día ocurrió. De este modo se retroalimentó en la intersubjetividad, y así fueron tomando forma los relatos 140

asociados al golpe de Estado y las repercusiones de este en sus vidas.

En relación a lo anterior creo que es necesario considerar que las memorias de los familiares de detenidos desaparecidos, o de quienes sufrieron directamente violaciones de Derechos Humanos en sectores rurales, poseen un grado más alto de “olvido” ante hechos de carácter traumáticos.

En ello afecta que, posiblemente, los campesinos no tengan rememorado socialmente las experiencias de violencias sufridas durante la dictadura cívicomilitar, al mismo nivel que los sectores urbanos. El hecho de que la comunidad no rememore socialmente lo ocurrido, que no existan lugares que adquieran un carácter simbólico, o que la verdad respecto a los hechos de violencia no estén aclarados judicialmente, interfiere en la formulación de un recuerdo colectivo.

Los relatos de las familias entrevistas asociadas a este hito en particular en muchas ocasiones carecían de importancia. Tal como señalan algunos es como su ese día “no pasó nada”. Y lo más probable es que, producto del aislamiento respecto de los hechos que ocurrían en Chillán, y con mayor razón en Santiago, hasta varios días después no se tuviera conciencia real de lo que pasaba en el país.

El personal de Carabineros llego a San Nicolás un mes después. Un golpe tardío ocurrido el día 11 de octubre, que mostró toda su violencia en el asentamiento Ranquíl. Ese día fueron torturados en el mismo lugar algunos campesinos del sector. Tres de ellos, dirigentes del asentamiento, fueron detenidos, nuevamente torturados y hasta el día de hoy se encuentran desaparecidos, siendo vistos por última vez en el puente El Ala. Esto es todo lo que saben familiares sobre lo que pasó con sus seres queridos.

Incorporé este tema dentro de los lineamientos principales de la investigación porque en el trascurso de las entrevistas este fue un tema que coincidentemente fue tratado con menos fluidez que el resto de los recuerdos abordados por la memoria. Entendiendo que el análisis de este fenómeno escapa a esta investigación queda en constancia el descubrimiento de un tema de análisis a trabajar en un futuro.

3. Consideraciones finales.

A partir de los años 1973—1974, el agro chileno ha sufrido una serie de profundas 141

transformaciones que apuntan a reemplazar las formas de producción agrícola.

En efecto, la mayoría de las tierras expropiadas son devueltas a sus antiguos dueños, otras son repartidas en parcelas y el resto son subastadas. Pero no se vuelve a la antigua hacienda, sino que se crean modernas empresas agrícolas, las que en su mayor parte realizan la producción con mano de obra temporal. Es importante mencionar que como la provincia de Ñuble es una zona de policultivos al no existir ningún producto característico que domine por sobre los demás, como ocurre en las zonas frutícolas o forestales “en que los productos básicos han sido reprimidos desde 1973, no se observan aquí procesos de expansión neoliberal importantes como aquellos de la zona frutícola (Henríquez, 1990). Incluso hasta finales del siglo XX se extendieron algunas formas campesinas de funcionamiento de la agricultura, como la mediería por ejemplo (GIA, 1984). Estos procesos en la actualidad han ido abriendo camino, lo cual se refleja en el cambio significativo en el uso del suelo en la provincia.

Además, la concentración de tierras, capitales, créditos, insumos y tecnología, ha obligado a los campesinos a vender sus tierras. Engrosando así, las filas de los que no obtuvieron parcelas después de la Reforma Agraria, constituyéndose en pobladores rurales asalariados, que fueron expulsados hacia poblaciones marginales con escasas condiciones de infraestructura sanitaria, de educación, salud y servicios públicos. Esto, ligado a la intensiva utilización de la mano de obra temporal, ha provocado una gran precariedad laboral, lo que a su vez ocasiona la desintegración familiar y la enajenación o descomposición del campesinado. Esta situación a forzado a generar mecanismos de subsistencia que combinan el trabjo de estación en minifundios, con el trabajo asalariado en frigoríficos o cosecha de fruta, persistiendo un importante sector de la población rural que no posee tierra, instalados en Villorrios, o de allegados en los hogares paternos.

En la actualidad los cambios económicos, sociales y políticos de procesos de modernización del sector a rural han afectado el desarrollo íntimo de la familia, siendo los cambios en el mercado laboral agrícola un factor de acomodación de las dinámicas familiares y de género.

La incorporación de la mujer al trabajo como consecuencia de los procesos de modernización en las zonas rurales, por una parte a mejorar el ingreso familiar y además de afectar en la decisión sobre cuántos hijos tener. Las estadísticas nacionales del último censo 2002, establecen que el promedio de hijos por mujer es de 2.3, siendo en los años sesenta alrededor de 5.0. La feminización del trabajo agrícola por otra parte ha favorecido a la autonomía de las mujeres 142

para tomar decisiones que modificaron la estructura familiar campesina que caracterizó el pasado hacendal. Hoy existe una tendencia a la nuclearización de la familia, incluso a la formación de hogares mono parentales con jefatura femenina.

Sin embargo el trabajo de temporeros ha crecido fuertemente. Se trata de una actividad económica que, si bien ha dado empleo, especialmente a las mujeres y los jóvenes, persisten deficiencias en las condiciones de trabajo, incumplimiento de lo pactado en los contratos cuando los hay, y además se mantienen problemas por la exposición a los pesticidas. Si bien el trabajo de temporada, es en tiempo de cosechas (octubre-marzo), los testimonios recopilados señalan que, con la llegada de frigoríficos a la comuna, es posible “dar vuelta” el año trabajando , pued adémas de las temporadas de cosechas se puede trabajar en invierno en estas empresas.

Uno de los aspectos que marcó unanimidad en las familias entrevistadas fue el hecho de que las condiciones de vida han mejorado para las personas que viven en sectores rurales. Las condiciones de pobreza a las que hacían alusión los más adultos especialmente, no guardan relación con las posibilidades y recursos con los que hoy cuentan. Para ellos claramente ha habido avances en el sector rural, en cuanto a mejoramiento de caminos, acceso a servicios: como educación, salud, comercio, entre otros.

Quedan pendiente desafíos importantess, y más aún en el caso de las persistente discriminaciones y segregaciones, tanto vertical como horizontal, que afecta a las mujeres. Por otra parte el escaso y precario empleo existente en las zonas rurales ( presencia de plaguicidas, bajos salarios, entre otros) ha provocado la migración de la población, especialmente la más joven, lo cual ha generado un envejecimiento y disminución paulatina de la población rural en general.

De esta manera los cambios se instalan, se profundiza el modelo aroexportador a lo largo del tiempo y las subjetividades de las personas registran la aguidización de las desigualdades, asímetrias y exclusiones en el mundo rural chileno.

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ANEXO: EL PRESENTE DEL PASADO ES LA MEMORIA

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“Mi padre sembraba en “medias” (…)

El ocho de diciembre cuando se sacaba la lenteja, ahí se dejaba la mitad para él y la otra para su compadre (…) De ahí llenaba con la cosecha como ocho carretas y las iba a vender a Chillán”.

Purísima Barra, 84 años

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“Mi papá sembraba, pero no siembras tan grandes porque trabajaba el fundo que tenía Don Rodrigo, de Pintú (…) Después nos salimos de ese fundo y nos fuimos pa el fundo Yeque”.

Sonia Carrasco, 68 años

“Era muy sacrificado (…) mi papá salía de amanecida de la casa y llegaba oscuro, trabajando de sol a sol (…) A veces lo ricos no le ponían a uno las imposiciones, o botaban las libretas a la basura”.

Lorenzo Gutierrez, 72 años

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“En la casa se hacían hartas cosas, por ejemplo sacar leche a las vacas, ver la huerta de la casa (…) Ir a la chacra a picar porotos, a quebrar maíz (…) todo eso lo hice yo porque las mujeres no trabajan afuera de la casa”.

Elsa Quilodrán, 83 años.

“Ahora la mayoría de las mujeres del campo trabajan, sobre todo en esta temporada. Incluso algunas dan vuelta el año en diferentes huertos o frigoríficos” claudia vallejos, 47 años

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“Cuando empezamos con el asentamiento Ranquil nosotros producíamos más que el patrón. Pongamosle que el patrón sacaba 50 mil litros de vino, nosotros sacabamos 80 mil litros. Eso pasaba porque nosotros trabajamos la viña, las cuidabamos, le echamos “remedio” José Martinez, 68 años

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“Fue un proceso muy bonito, se pretendía transformar la agricultura chilena y entregarle la tierra a los campesinos, lamentable duró muy poco porque no se capacitó al campesino, sino que se insinuó a que esta revolución tenía que ser rápida” Alfonso Jara, 74 años

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“Después de la reforma agraria hasta ahí llegamos nosotros, con lo puro puesto, sin trabajo, sin nada (…) y los trabajos que habían no servían ni para parar la olla como se decía en ese entonces” Antonio Morales, 63 años

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“Cuando llegó el régimen militar, Y esa es la verdad, quedamos sin trabajo, quedamos sin tierras, sin nada (...)

Después entré a trabajar a la fábrica de maderas Masisa, ahí dejé el trabajo del campo, la paga era más estable”.

Antonio Ortiz, 70 años

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Créditos Fotografía: Erwin Brevis Carolina Cárdenas Karin Cárdenas Diagramación: Katerin Henríquez Diseño: Katerin Henríquez

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