ESMERALDA III
ESMERALDA IV
No es casualidad, por tanto, que cuando Chile se pudo permitir encargar un nuevo crucero a los astilleros británicos, el nombre seleccionado fuera nuevamente el de Esmeralda. Puesto en grada en 1881 y botado en 1883, arribó a Chile en 1884. El buque resultó realmente revolucionario, combinando la velocidad de los diseños de corbetas y fragatas del tardío siglo XIX con una pesada batería principal compuesta de dos cañones de 10” (254 mm) y de seis de 6” (152 mm), además de una cubierta blindada. De esta forma, el nuevo Esmeralda constituyó un aporte enorme al poder naval chileno y el inicio de una nueva clase de buque de guerra que sería replicada por todas las marinas relevantes del mundo.
La baja del Esmeralda número 3 forzó a su reemplazo y prontamente se encargó a los astilleros británicos una nueva unidad: un poderoso crucero acorazado. Autorizado en 1895, botado y terminado en 1896, el buque reflejaba en el apremio de su construcción las difíciles relaciones de Chile con Argentina. Buque de grandes dimensiones, sus 7.600 toneladas y 130 metros de eslora permitían embarcar una pesada batería de dos cañones de 8” (203 mm de calibre) y dieciséis piezas de 6” (152 mm). Su diseño le permitía generar una verdadera nube de fuego de artillería con la que neutralizar a un eventual adversario, para a continuación hundirlo mediante el tiro de sus dos cañones pesados o sus torpedos.
Su servicio en Chile se prolongó hasta 1894, cuando fue vendido a Japón, desempeñando un rol relevante en la guerra ruso-japonesa.
Crucero Esmeralda en una fotografía de 1889. Colección Archivo y Biblioteca Histórica de la Armada, Valparaíso.
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Crucero Esmeralda, construido en 1895 con casco de acero forrado en madera y cobre. Fotografía ca. 1886. Colección Archivo y Biblioteca Histórica de la Armada, Valparaíso.
De gran rapidez, el buque superaba los 22 nudos gracias a sus 16.200 caballos de fuerza. Esta potencia se incrementó cuando se cambiaron sus calderas por modelos Belleville, que lo mantuvieron en excelentes condiciones materiales hasta que fue descartado en 1930, ya totalmente superado por los avances tecnológicos.
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