Tainá abrió la ventana y sintió el viento en la cara. En el cielo, algunas nubes bailaban como despidiéndose del verano y de los baños en la playa.
Era el momento que la niña esperaba para estrenar su regalo de cumpleaños. Lo tomó y salió corriendo mientras se despedía: –Me voy a la playa, mamá. Su madre solo llegó a decir: –Vuelve antes de que anochezca.