29 historias disparatadas C

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Ursula Wรถlfel

Ilustraciones de

Neus Bruguera



1 LA HISTORIA DE LOS LÁPICES AFILADOS

Una mujer quería escribir un libro muy gordo. Compró un montón de papel, cincuenta lápices nuevos y un sacapuntas afilado. Su marido y sus hijos, a partir de ese momento, deberían hablar susurrando y caminar de puntillas, pues la mujer quería empezar enseguida a escribir el libro. Colocó el papel y afiló un lápiz. Luego pensó en la primera frase. Afiló otro lápiz y pensó en la primera frase. Afiló el tercer lápiz y siguió pensando en la primera frase. La mujer afiló los cincuenta lápices hasta dejar solo unos pedacitos minúsculos y luego afiló otros seis mil quinientos doce lápices hasta acabar con ellos. Esto le llevó tres semanas más o menos. Aún no había escrito la primera frase, pero se convirtió en la campeona mundial de afilar lápices. Salió en el periódico. 7



2 LA HISTORIA DE LA FAMILIA QUE SIEMPRE QUERÍA LLEVAR LA RAZÓN Una familia que siempre quería llevar la razón fue a dar un paseo por el parque. Era invierno y de repente sobrevino una tormenta de nieve. El padre dijo: «El de la derecha es el camino más corto para la salida». «¡Tonterías! –dijo la madre–. Tenemos que ir por la izquierda». «¡Estáis locos! –exclamó la hija–. La salida está detrás de nosotros. ¡Tenemos que dar media vuelta!». Se quedaron parados y gritándose unos a otros. Ninguno daba su brazo a torcer. Llegó la noche, la tormenta de nieve rabiaba y cada vez hacía más frío. Los tres seguían discutiendo, sin darse cuenta de que sus pies se pegaban al suelo, congelados. Un guarda del bosque quiso cerrar la verja. Entonces descubrió tres muñecos de nieve en el camino. Oyó cómo gritaban: «¡A la derecha!». «¡No, a la izquierda!». «¡Media vuelta!». Desde detrás de la nieve, las voces sonaban horrorosamente huecas y apagadas. El guarda tuvo que tomarse siete aguardientes para tranquilizarse un poco. Por la mañana, los tres sabelotodo estaban completamente congelados y rígidos. Ahora vieron dónde se encontraba la salida: justo delante de ellos. Se alegraron de que nadie hubiera tenido razón. Pero ya no podían hablar. Solo podían mover los ojos dentro de las órbitas. Entonces llegó el guarda. Cuando vio cómo los muñecos de nieve movían los ojos, tuvo de nuevo que tomarse siete aguardientes. Luego llamó a la policía y a los bomberos. 9


C O L E C C I Ó N

Una familia que no paraba de discutir hasta quedarse congelada, un baño con tanta espuma que desbordará la bañera, un levantador de pesas que levita, una piruleta que engorda, una enfermedad contagiosa de nombre «pips», o un ser enigmático llamado Plantocox, forman parte de estas «29 Historias disparatadas» que Ursula Wölfel nos ofrece. Con ellas continúa la serie que inició con las «27 Historias para tomar la sopa» y las «28 Historias para reírse».


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