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XVIII. GENERALIZACIÓN
from MSF
XVIII. GENERALIZACIÓN
En la actualidad, ante un nuevo tipo de sociedad que gira entre la basta información, los graves problemas de la sociedad guatemalteca, la falta de sentido por la vida, y la destrucción masiva del ambiente, se hace imprescindible realizar algunos cambios en los procesos formativos. El modelo sociocrítico-formativo ofrece, ante esto, una respuesta a la visión tradicional de analizar la educación como inocente y espontánea, ya que en la teoría tradicional del currículum aún no se tiene consciencia de los conflictos que se dan en el entorno y particularmente, en las entidades educativas, respecto de las percepciones existentes. Esta sustentación tiene varias razones. En los primeros años del presente siglo, la Facultad ha tenido, como principal desafío, responder a una realidad compleja que le presenta la sociedad guatemalteca actual. Ello demanda, objetivamente, la construcción de propuestas curriculares y contextualizadas. Con el soporte de investigaciones estructurales la docencia, la extensión y la gestión, en su vinculación social.
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El desafío exige la preparación de profesores, la formación científico-metodológica de los estudiantes, mediante la estructuración de acciones constructivas de aprendizaje y emprendimiento, y la definición axiológica de actitudes y valores, en estrecha interacción con el medio natural y social. La Facultad de Humanidades, en este marco, concreta su finalidad específica en la formación de estudiantes con alto sentido humanista, ético y solidario. El requerimiento del modelo, para responder a este desafío, constituye la propuesta de una ética que proponga las condiciones y los comportamientos que postulen conductas solidarias en la creación de una civilización que estimule el desarrollo comunitario, que fortalezca la conciencia y la responsabilidad humana, en el desarrollo sustentable y armónico de la vida. La finalidad del modelo curricular es hacer realidad la autorrealización personal, desde el proyecto ético de vida, en que los estudiantes puedan desempeñar como seres humanos, responsables en diferentes situaciones y contextos de la vida profesional, social y laboral. Se define en un marco de reflexión-acción, que pretende generar las condiciones pedagógicas esenciales, en la formación de personas éticas e integrales para afrontar los desafíos actuales. La visión profunda del modelo sociocrítico formativo radica fundamentalmente en la formación de un ser humano sensible, solidario, ético, autónomo, crítico y emprendedor, y con una profunda conciencia social. Esto constituye una encomienda del humanismo, en la valoración de la dignidad humana, que
potencialice los poderes ocultos de la persona, en su poder de razonamiento, en su capacidad simbólica y en su independencia de juicio y autocontrol.
El modelo no se opone al desarrollo del intelectualismo, ni a la memoria; por el contrario, trata de incorporar y recrear lo más significativo y trascendente. Se pretende que el estudiante potencialice su capacidad intelectiva, necesaria para comprender multitud de aprendizajes trascendentes.
En este modelo, el papel del educador no es otro que el de proporcionar a los educandos las condiciones para que se ofrezcan conocimientos integrados, conocimientos que deben darse mediante la acción creativa y liberadora. La educación liberadora implica el descubrimiento de la realidad y la superación de un hombre aislado y desligado del mundo.
El modelo sociocrítico-formativo no admite la reproducción mecánica, puesto que aporta esquemas de análisis y nuevos conocimientos para reconstruir la idea de que la educación es una reflexión permanente de desarrollo y fortalecimiento y de la conciencia humana.
Es fundamental que todos los que integramos la comunidad educativa coloquemos, como pilares importantes, los principios de cooperación y solidaridad, aunado a la capacidad de gestión, que permitan el desarrollo de la sinergia interna de los grupos de trabajo y la lógica socio-productiva del sistema.
La transformación educativa en la Facultad de Humanidades es necesaria, porque debe estructurarle una nueva fisonomía, un proceso consciente-reflexivo, en donde la toma de decisiones se construya en consenso y en entornos de formación política ciudadana.
Se requiere de un nuevo modelo que revindique el respeto por los Derechos Humanos por la diversidad étnica, el desarrollo de valores, la equidad de género, la participación étnica, no solo de los hombres sino de las mujeres indígenas. El modelo sostiene que la sostenibilidad ambiental, la educación para el trabajo creativo, con apuntamientos antropológicos y andragógicos tendrán que ser el cimiento para la equidad y la vida en democracia.