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Viernes Santo 2010

Un Viernes Santo 2010 imborrable en la memoria, aunque los recuerdos empezaron bastante antes.

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Juan Venegas, Presidente, y el Capitán, cómplices, habíamos invitado a Juan Fernando García Arroyo a vestir de Romano la noche del Viernes Santo. Nuestra Corporación, próxima a finalizar con gran éxito la responsabilidad contraída, deseaba reconocer su inmensa labor para dignificar y engrandecer nuestra Semana Santa.

Establecimos la logística en la Misa de las Corporaciones. Llevaría mi traje a casa de Luis Fdo Gómez de Cisneros. Allí, le vestiría Mari Carmen.

La Virgen de la Soledad acababa de doblar a la calle Contralmirante y empuñando mi cirio la larga fila de alumbrantes me acercó al portal. Recuerdo su sonrisa cuando al verle, ya preparado y con el casco puesto, exclamé bromeando: Hermano, te pareces a Hernán Cortés. Juan Fernando estaba apuesto y elegante. Descubrí en su rostro los nervios y la emoción del momento. Empezaron a lloverle felicitaciones y abrazos. Se oye, a lo lejos, el Trípili ante San Juan y el griterío que le sigue. Los sones del Gloria al Muerto acercan al Imperio Romano a las órdenes de mi Ayudante Rafael Fernández al que encomiendo atienda a Juan Fernando. La Escuadra Tabaco se sitúa ante la Virgen y la cadencia musical de las cajas anuncia algo diferente al Stabat Mater. Guardado en el mayor de los secretos y ante la sorpresa general tiene lugar la generosa ofrenda de unos labios y manos cansados desde la madrugada anterior. Suena una extraordinaria Diana, regalo espiritual de nuestra Escuadra Tabaco a la patrona del Imperio, la Virgen de la Soledad, en el 250º aniversario de la imagen. Lágrimas de emoción atenazan mi garganta cuando varios trompetas se acercan y me saludan sonrientes como disculpándose por el maravilloso atrevimiento. Y Juan Fernando, testigo de excepción… de algo excepcional. Difícil gozar de más emociones en tan poco espacio de tiempo y de lugar… Su desfile por Don Gonzalo fue un clamor de sonrisas, palmadas, felicitaciones y fotografías. Lo que sintió en esos momentos sólo él puede describirlo. Juan Fernando acompañó a la Virgen con las marchas Soledad Pontana y La Maga. Una cerradísima ovación de sus Hermanos del Pez, que se escuchó tras los Postigos, le recibió a su llegada al Ayuntamiento. Cuando el Rey se digna visitar un pueblo, el Alcalde le cede su bastón de mando. Cuando la más alta Autoridad de nuestra Semana Santa nos honra, poniéndose al frente de nuestro Imperio Romano, el Capitán le cede gustoso su espada. Enhorabuena, Juan Fernando, y gracias por el honor que hemos compartido.

MANUEL REINA GÓMEZ Capitán del IMPERIO ROMANO

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