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Un modelo de relevo Manuel Reina Gómez Capitán del Imperio Romano

Alondras y Ruiseñores Revista anual de la Cofradía Servita de Mª Stma. de los Dolores. Puente Genil, 2008

UN MODELO DE RELEVO

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Manuel Reina Gómez Capitán del Imperio Romano

Pertenezco a una generación que, tras la guerra, vivió en su juventud la identificación de muchas imágenes sagradas con las familias, gremios o personas que las patrocinaban. En algún caso, se debía a haberlas salvado del incomprensible furor iconoclasta que en aquellos infaustos años imperó en algunos pueblos de España. En la mayoria de las ocasiones, a una tradición transmitida de padres a hijos. Así por ejemplo, si la memoria no me falla, en Puente Genil la Columna se asociaba a la familia Ortega, el Humilde a los Villafranca, el Cristo de la Misericordia, la Amargura, el Cristo del Calvario y la Soledad a diferentes ramas de los Reina, la Cruz de su cruceta el matarife Margallo a los Albelda, el Preso a los aceiteros y a los Baena, la Esperanza a los agentes comerciales y a los Estepa, el Huerto a los bancarios, el Lavatorio a Luis Tafur y las Angustias a Carlos Ortega. Al grupo anterior hay que añadir la Virgen de los Dolores, que en mi más tierna infancia era conocida como la Virgen de los Chacones. Una Virgen, cuyo manto, posiblemente el más antiguo que hoy conserva nuestra Semana Santa, constituye una verdadera obra de arte. Si en los anales de la historia de nuestro pueblo la cofradía de Jesús Nazareno aparece como la más antigua, no debe serlo mucho menos la de la Virgen de los Dolores, pues no se concibe a Jesús llevando la cruz camino del Calvario sin María tras Él, afligida de dolor por el sufrimiento de su Hijo. A finales de la década de los ochenta del pasado siglo un grupo de chavales comienza a enamorarse de esta Virgen alumbrándole como capiruchos durante su recorrido procesional. Es el Primero de los Dolores. Se integran en la Cofradía y participan y asisten asiduamente a los cabildos. Poco después fundan el grupo “La reconstrucción de Jerusalén” para acompañarla con cuatro figuras, que representan el regreso del exilio del pueblo judío desde el imperio persa y la restauración de la ciudad.

Ellos, que en su día, empezaron la reconstrucción de Jerusalén, hoy, y aún muy jóvenes, han terminado por reconstruir la cofradía de la Virgen de los Dolores en perfecta armonía con la familia Chacón. Este modélico relevo representa un ejemplo a seguir en otras muchas cofradías y la garantía de entregar a nuestros descendientes la herencia, si es posible mejorada, que recibimos de los mayores. Estoy seguro que ellos, allá donde se encuentren, estarán satisfechos de que su sacrificio y desvelo no han sido en vano. El Imperio Romano que durante toda la Cuaresma y con devoción le reza a la Virgen cada sábado el “Stabat Mater” en el pórtico del Calvario la saluda de nuevo tras la Diana, como antesala a su desfile por las calles del pueblo. Especialmente emotivas resultan para nosotros las marchas lentas, acompasando nuestro avance al triste andar de la Madre de Dios.

Pero cuando la nostalgia se apodera del corazón de los romanos es, tras el cambio de plumeros, en el cuartel de las Cien Luces. La Virgen, frente a nosotros, regresa a su casa. Ese momento supone el paso de ecuador de nuestros desfiles procesionales… Cuando desde allí regresamos al cuartel con negros penachos y los primeros sones del “Gloria al Muerto” dirijo una última mirada a la Virgen de los Dolores y me despido de Ella con esta copla:

Al caer la tarde, en tu palio de encaje, se mece el aire…

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