Escuinapa

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Teacapán, paraíso en potencia. Pueblo de Conchas  Es un pueblo nuevo, pero hay indicios de que data de antes de la Conquista  Lo tiene todo: caminos y hasta aeropuerto, más carece de agua potable Texto y fotos: Juan Lizárraga Tisnado NOROESTE-Mazatlán, sábado 9 de febrero de 1985.

Escuinapa, el municipio más al sur de Sinaloa, se divide en cuatro sindicaturas, La Concha y Palmillas, al recibir al viajero que procede de Nayarit, con sus casas de lodo y palma brinda tal vez un paisaje pintoresco a la vista, pero también dan a entender las muchas necesidades que estos pueblos deben tener. Otra cara ofrece este municipio, más hacia adentro.


Un pregón (“tamaleh, barboneh d’cuinapa”) al paso, las huertas de mango, el ganado, las industrias que la rodean, la gente que fluye laboriosa, dicen que Escuinapa es la tercera y más importante de estas sindicaturas, pero Teacapán, la cuarta, es potencialmente la portadora de más riqueza. PUEBLO DE MUCHA CONCHA Teacapán se ubica en el extremo sur de Escuinapa, en la Isla Palmito del Verde, unida a Escuinapa por una carretera a cuyo margen encontramos a Isla del Bosque, Colonia Morelos, Cristo Rey, El Palmito y otras poblaciones menores. No hay certeza del significado real de “Teacapán”. Amado González Dávila, en su diccionario de Sinaloa, la define como “punta de tierra” y Héctor R. Olea en Los Asentamiento Humanos de Sinaloa como un vocablo náhuatl que significa “lugar de valientes”. Ambos significados tienen validez: Teacapán es y ha sido punta de tierra. En ella se hacía la vigilancia para evitar el desembarco de piratas en las costas. El pueblo, tal cual es hoy, es demasiado joven, sin embargo, hay hechos que mueven a creer que este lugar fue estancia de las tribus aztecas durante su peregrinación a la Gran Tenochtitlán. No existe, como en Escuinapa, la misma variedad de objetos de cerámica, pero sí montañas de conchas de mariscos, principalmente de ostión. Varias son las hipótesis surgidas acerca de la existencia de estos montículos de concha, más


opiniones de científicos afirman que fueron consumidas por tribus nómadas que venían a estas tierras a trocar sus productos por los mariscos. No hace mucho había aún en Teacapán ostión, de tamaño reconocido, más se dice que éste “murió” debido a la contaminación cuando se echó un fumigante contra los moscos. Llovió, el tóxico cayó al agua y perjudicó al ostión. De vez en vez, los pobladores de Teacapán se alegran cuando los exuberantes manglares y sus esteros les dan la sorpresa con un banco de ostiones o de almejas. Ahora, precisamente, están explotando un banco de almejas. De algo ha servido la concha de ostión. Triturada, se acomodó en una tira de 1,500 metros hacia el oeste de Teacapán y se convirtió así en el primer y único aeropuerto que se haya construido con cáscara de concha de marisco triturado. El gobierno del Estado, previendo el desarrollo turístico de Teacapán, reconstruyó el aeropuerto. La concha fue mezclada con cemento y se hizo fuerte pavimento. Ahora, el aeropuerto tiene una pista de 2 kilómetros y medio. El 27 de noviembre de 1982 fue inaugurado por el gobernador del Estado, Antonio Toledo Corro y se le puso el nombre del “Coronel Jesús Durán Guzmán”, apodado “El Gallo”, quien saltó a la historia porque en julio de 1918, en Escuinapa, rechazó unas gavillas de malhechores.


UN EPISODIO REVOLUCIONARIO La Isla del Palmito, en la que se ubica Teacapán, fue comprada a la corona española en 1725 en 808 reales. Las poblaciones indígenas desaparecieron. Teacapán, a principios de siglo, se localizaba en terrenos de Nayarit en un estero. Al extremo opuesto, acompañado de tripulantes y de una embarcación, arribó de Angostura Jesús Castro Camacho, quien transportaba mercancía de estas tierras hacia Baja California. A la primera choza de Jesús Castro se unieron las de sus tripulantes y las de los que fueron llegando. El antiguo pueblo desapareció y así nació, hace poco más de setenta años, el actual Teacapán, a 41 kilómetros de Escuinapa, frente a La Puntilla, una extensión de tierra perteneciente a Nayarit separada del pueblo por unos 500 metros de agua. Jesús Castro fue amigo y pariente de Rafael Buelna, “El Granito de Oro”, célebre revolucionario sinaloense. José C. Valadés, también insigne sinaloense, narra el siguiente episodio en su libro “Las Caballerías de la Revolución”: Rafael Buelna tuvo que abandonar, de nuevo, sus estudios para retomar las armas, pues Francisco I. Madero había sido traicionado y muerto por Victoriano Huerta. El gobernador de Sinaloa, Felipe Riveros, aunque maderista, en principio no combatió la traición, más Buelna, con su grupo reducido de patriotas, enfrentó a los soldados huertistas, aunque en su primer batalla se vieron derrotados y “El Granito de Oro” tuvo que refugiarse en Acaponeta cuyas autoridades simpatizaban con los revolucionarios. Juan Carrasco también se había rebelado en el sur de Sinaloa, pero el trayecto de Acaponeta hacia aquel lugar estaba en poder de los federales, que tenían su cuartel general en Mazatlán. Con el propósito de embarcarse hacia el norte, partió a Teacapán donde encontró refugio y ayuda en Jesús Castro. “Los días que Rafael permaneció en Teacapán fueron de fiesta para los habitantes del pueblo, para quienes la revolución no era un movimiento de venganza sino de esperanza social: fin de privilegios obtenidos y mantenidos por más de treinta años por el grupo de cañedista”, anota José C. Valadés. Era abril de 1914. Castro supo que el barco “Benito Juárez” pasaba por Mazatlán y que su capitán, Francisco Miranda, era simpatizante, pero era imposible abordar el buque en Mazatlán. Sabía también que ese barco haría escala en San José del Cabo, pero… Habrían de cruzarse doscientas millas de agua salada estrechamente vigilada.


Buelna tomó una decisión temeraria: le hizo saber a Jesús Castro que viajaría a San José del Cabo para abordar el barco que le llevaría a Estados Unidos. Personalmente eligió a dos experimentados marinos y en una pequeña barca partió en medio de los adioses de todo Teacapán. “Al partir, el joven revolucionario había prometido a sus amigos que durante el viaje, iría de pie, en la proa de la pequeña embarcación, siempre vigilando el horizonte. Y lo cumplió. Tal es el episodio revolucionario que continuó con el arribo de los expedicionarios hasta San José del Cabo donde Buelna tomó el “Benito Juárez” rumbo a los Estados Unidos donde tuvo que trabajar cortando césped en los parques, para obtener dinero y regresar a México. Todo está presto para el despegue turístico de Teacapán. Hasta ahora son pocos quienes han tenido la dicha de disfrutar de los paisajes paradisiacos, de este lunar caribeño en el Pacífico; políticos y agricultores acaudalados y turistas norteamericanos y canadienses que periódicamente lo visitan, algunos para quedarse. La vista se recrea desde la salida de Escuinapa hacia Teacapán. De principio, rodeando la excelente carretera, un azul estuarino adornado con flores de capomo, nos introduce a la llanura de la Isla del Palmito y el paisaje se llena de palmeras y pasturas artificiales y entre ellas fino ganado cebú en abundancia de miles, hacia uno y otro lado. A lo largo de la carretera se ve siempre movimiento, de los campesinos, de los vaqueros, de los labradores de pueblos como Isla del Bosque, El Palmito, a punto de estrenar plaza y templo gracias a los 11 millones de pesos que para tal fin donó Ignacio Quevedo Sandoval. CRISTO REY, PUEBLO DE SINARQUISTAS Por el mismo camino, la Colonia Morelos y Cristo Rey, pueblos fundados y habitados por hombres tesoneros, sinarquistas, propugnadores de las doctrinas inspiradas en las de Francisco Franco y Benito Mussolini, basados en la disciplina y el orden, el paternalismo católico y el rechazo a las revoluciones sociales, en especial a la mexicana y a la rusa, todo lo contrario del anarquismo. El sinarquismo empezó a manifestarse en México en 1934, más hasta 1937 tomó forma en la Unión Nacional Sinarquista, a la cual se afiliaron cientos de miles de militares, campesinos y artesanos, pobres en su mayoría, del centro del país.


De estos campesinos, doce familias llegaron a tierras de Escuinapa. No sin la oposición de los campesinos de Teacapán, se instalaron, unas familias encabezadas por Filiberto Loera en la Colonia Morelos (fundada por ellos), pero el grueso del sinarquismo fundó lo que es hoy Cristo Rey, el cual fue bendecido el 6 de enero de 1947 por el cura Agustín Camacho. De estas familias fundadoras se pueden mencionar a Nicolás Endave, Juan García Ramírez, Antonio Esparza, Ignacio, Antonio y Manuel Frausto, Tiburcio Guillén y Martín Serna. El sinarquismo empieza a declinar, pues los hijos de estos vecinos escuinapenses, que llegaron principalmente de Zacatecas y Durango, se inclinan por otras ideologías o por ninguna. En su agonía, los sinarquistas han demostrado que se puede vivir en terrenos adversos a base de lucha y tesón, aunque los pueblos no se han podido surgir de su miseria. “LA TAMBORA” Y PÉREZ ARCE Por recomendación de José Luis Simental Beaven, a cargo de Banpesca de Escuinapa, nos entrevistamos con Alfonso Castro Morales en Teacapán, hijo de don Jesús, el fundador del pueblo, para que nos diera algunos pormenores de las bellezas de esa punta de tierra, lo que hizo junto con Pepe Barrón. Teacapán tiene actualmente unos 6 mil habitantes dedicados a la pesca, otros al cultivo de la tierra, otros a la ganadería, otros a las tres actividades y están prestos para explotar ya los atractivos turísticos naturales con que cuenta. Aquí, los apellidos predominantes son: Castro, Morales, Altamirano, Zambrano, Andrade, Rojas. La tierra se la han repartido en pequeñas propiedades y en el ejido, para la explotación del cocotero, chile, sandía, frijol, praderas artificiales. Los pescadores están organizados en una sociedad cooperativa llamada “Pescadores y Ostioneros de Teacapán”, quienes incursionan tanto en los esteros como en altamar para pescar camarón y otros, los libres pescan escama, principalmente tiburón. La industria turística espera. El aeropuerto, de 2 kilómetros y medio, recepcionista de aviones al servicio de políticos y refugio de vehículos aéreos durante los malos tiempos, se vino por delante para cuando llegue el auge de esta industria. La carretera también se pavimentó con anticipación y en ello tuvo que ver bastante Alfonso Castro, pues fue el presidente municipal de Escuinapa (19481950) cuando se inició su pavimentación. Alfonso le regaló, cerca de Escuinapa, unos terrenos al entonces gobernador licenciado Enrique Pérez Arce y la


carretera, antes de “desintegrarse” en el pueblo, se deriva hacia la playa “La Tambora”, nombre que se le impuso en alusión a un poema que con tal nombre surgió de la inspiración del gobernador. Este regalo influyó para que se iniciara la pavimentación de la carretera Escuinapa-Teacapán, de bastante flujo de vehículos, tanto particulares como de corridas entre ambos puntos. TURISMO FAMILIAR Hacia donde se oculta el sol, a menos de un kilómetro, está la playa de La Tambora, playas sin igual, con un campo amplio de arena y el agua alcanza profundidades de decenas de metros más allá de la arena. Entre multitud de palmeras, hacia la derecha, se encuentra un fraccionamiento de 11 fincas cercadas y con todas las comodidades donde viven principalmente turistas norteamericanos y canadienses, así como algunos mexicanos. Entre los primeros se encuentran Darrel L. Farris y Nita M. Farris, amigos de nuestros guías, quienes bautizaron a su finca con el nombre “Kaita Tomi”, que proviene del mayo y significa “no tengo dinero”. Ahí también la finca de un canadiense que disfruta sus tiempos de ocio cultivando una extensa variedad de árboles frutales y de plantas de legumbres. Entre multitud de palmeras, a la izquierda está concluido el Campamento Juvenil del CREA —consistente en 12 albergues (cabañas) individuales y dos de uso múltiple, así como una bodega, equipados con baños—, cuyo objetivo nos define el presidente municipal de Escuinapa, doctor Rufino Prado: El objetivo general es crear fuentes de entrenamiento para que los jóvenes no se pierdan en los sinuosos caminos de la drogadicción y el alcoholismo, y el particular es promover el turismo colectivo, familiar, de convivencia entre padres e hijos mediante una cuota para el mantenimiento del albergue. Se promueve así el turismo popular, más el turismo “de altura” también existe en Teacapán: autobuses con visitantes norteamericanos llegan a diario desde Mazatlán, aunque, en verdad, no dejan mucho beneficio entre los pobladores porque no se han organizado para conseguirlo, y existe el trailer park Oregon que administra Virginia Zambrano Stevens, el cual estaba lleno de turistas cuando lo visitamos. LA PUNTA DE TIERRA AVANZA Aeropuerto, albergues, caminos accesibles, paisajes naturales, clima agradable, todo, menos el agua, tiene Teacapán. Hasta la fecha, se surte con


pipas, más la magna obra de introducción del líquido valiosísimo para el progreso y la vida está en marcha y empezará a funcionar este año, afirma el doctor Prado. El agua arranca del río Baluarte, en Rosario, para lo cual se perforaron tres pozos que proporcionarán 70 hectolitros por segundo a una cisterna con una planta de rebombeo que enviará el agua hacia un tanque rompedor de presión situado en el Cerro de Chiametla, a 120 metros de altura. Recorrerá marismas hasta llegar a la carretera a Teacapán para que se beneficien los pueblos de Celaya, Palmito, Isla del Bosque, Cristo Rey, Colonia Morelos y pueblos y ranchos situados en todo el trayecto. En la entrada a Teacapán estará un gigantesco tanque de almacenamiento para que el agua llegue con bastante presión a su destino. Y con el agua, seguramente, llegará el auge y Teacapán despegará y podrá explotar toda la riqueza que encierra su territorio. El pueblo avanza: cuenta con teléfono, telégrafo, correo, escuela primaria, Escuela Técnica Pesquera, Centro de Estudios Tecnológicos del Mar, que empezó a funcionar hace dos años con las carreras de Acuicultura, Mecánica Naval y Pesca y Navegación. En un 90 por ciento, los alumnos del CET del Mar provienen de fuera de Teacapán, incluso muchos de ellos de Nayarit, quienes encontrarán alojamiento barato en los albergues del CREA construidos en La Tambora. …Y próximamente se revestirán sus calles, para lo cual ya existe presupuesto, y está por construirse un mercado. Teacapán, “punta de tierra”, está en su despertar. Aprestémonos a decirle: ¡Buenos días!


La Concha y Palmillas, sindicaturas de Escuinapa  Sus habitantes, nayaritas, más que sinaloenses Juan Lizárraga Tisnado NOROESTE-Mazatlán, 18 de febrero de 1985. Los límites territoriales han traído desde siempre problemas de identificación (y de otro tipo, más graves), no sólo en pequeña, sino también en gran escala. Se ponen límites, se imponen fronteras aunque a uno y a otro lado de la raya se hable el mismo idioma y se tengan las mismas costumbres, habiten las mismas razas, etcétera, en la mayoría de los casos movidos por cuestiones económicas de grupos o por mera cuestión política, se hace la división. Continentes, estados, municipios, sindicaturas, comisarías, integran el marco de la división política en que se encuentran países como México. De acuerdo con esta división política, Sinaloa deja de serlo hacia el sur para convertirse en Nayarit, en la “raya” marcada por el río Las Cañas, conocido también como Bayona, en alusión a la serranía o Teacapán, donde desemboca el río. La Concha y Palmillas serían así las últimas sindicaturas de Sinaloa, dos de las cuatro sindicaturas del municipio de Escuinapa, aunque su cercanía con Acaponeta ha convertido a sus habitantes en nayaritas, más que sinaloenses. Lo anterior lo reconocen los mismos vecinos de Palmillas y de La Concha, que difieren mucho de Escuinapa. UN SALUDO DE “CHINAMAS” El panorama empieza a cambiar por la carretera cuando se viaja a Escuinapa, a Nayarit. De Palmillas a La Concha se admiran, sobresaliendo entre


las de material sólido, las viviendas construidas con techos palma y con paredes de ladrillo o lodo. La humildad de las viviendas habla de la humildad de los moradores de esos pueblos y del clima en que se desenvuelven: caliente, salino, acuoso, por lo que la actividad principal de sobrevivencia en ellos debe ser la pesca, aunque no se ha explotado adecuadamente. “Chiname” llaman los pobladores a estas chozas, pero en los diccionarios las ubican como “chinama”. Son viviendas modestas y antiguas. Existen también hechas con ladrillo y concreto, más se nota el atraso de los pueblos. HISTORIAS PARALELAS Pueblos antiguos, Palmillas y La Concha tienen una historia similar, quizá por tener la misma situación geográfica, el mismo clima. Alfonso de la Mota y Escobar, Obispo de las Provincias de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya y Nuevo León, describió y llamó así a estos pueblos entre los años 1602 y 1605: “Saliendo otra vez del pueblo que arriba describimos de Acaponeta, está a cinco leguas al de Iztapilla (La Concha), con treinta vecinos que adoctrinan frailes franciscanos, es de temple caliente, de muchas aguas y socabucos de arboledas silvestres. De aquí, siguiendo por el mismo rumbo, a poca distancia, está el paraje que llaman Punta de Matarán (Palmillas) que es un promontorio que de una serranía sale el camino llano, donde suelen los pasajeros hacer parada por los aguajes que ahí allí”. LA CONCHA Los techados que ofrecen los pueblos a las pasadas de las carreteras suelen ser engañosas: en muchas ocasiones aparecen unas diez casas a los lados de la cinta asfáltica y se cree estar ante pueblos pequeños, pero sucede que en ocasiones el grueso de las casas está atrás del cerro en la loma o en la bajadilla. La Concha es de esos pueblos. La vía del ferrocarril lo divide en dos y la parte mayor está más alejada todavía. Los pobladores son entusiastas por naturaleza, sin embargo, la falta de fuentes de trabajo ha creado cierto desaliento y algunos hasta salen del lugar a probar fortuna. Aparte de los restaurantes y talleres, el servicio de los viajeros por la carretera, La Concha sólo cuenta con una cooperativa como fuente de trabajo


para la colectividad: la Cooperativa Sur de Sinaloa, integrada ahora por 56 socios, de 105 que tuvo en un principio. Eugenio Beltrán, presidente de dicha cooperativa, manifiesta que ésta se creó en 1938, durante el mandato de Lázaro Cárdenas y destacaron en ella Agustín Espiricueta, Franco Roldán, Felipe Gurrola y otros. Los malos manejos casi hicieron desaparecer a la cooperativa, a cual resurgió en los últimos tres años, gracias a lo cual pudo construirse un edificio adecuado. Cuando llegamos al lugar se repartían remanentes a los pescadores, es decir, el restante de dinero obtenido por la venta de camarón, ya que no se paga de una sola vez. La pesca la realizamos en los esteros mediante el antiquísimo sistema de los tapos. No se conocen las vedas, pues la zona es vivero natural de camarón y se captura todo el año aunque, como ahora, el producto está demasiado pequeño y así se captura para su venta, cuando se podrían crear “engordas” del crustáceo y obtener más ganancias. La propiedad de la tierra es ejidal, pero no son muy productivos y los créditos no llegan. “¡Faltan fuentes de trabajo. La gente se está yendo!”, manifiesta la maestra María Guadalupe Raygoza, directora de la escuela primaria del lugar en la cual se refleja la desolación: “Hace tres años teníamos 426 alumnos y ahora son 380”. El pueblo, con cerca de 3 mil habitantes, cuenta con jardín de niños, primaria Leyva Solano y secundaria Severiano Moreno, así como un COBAES. Los abarrotes, incluso los consumidores, acuden a hacer sus compras a Acaponeta, que se encuentra a una distancia de 10 minutos. PALMILLAS Similar situación a La Concha, encontramos en Palmillas, donde la cooperativa camaronera se llama “Triunfo Pesquero” y donde existe una cooperativa más de nombre “Rosario Prado”, dedicada a la pesca de mojarra. La cooperativa camaronera explota también los viveros naturales de los esteros, pero han dejado de lado la engorda de crustáceo. Este pueblo tiene, hacia donde sale el sol, el Cerro del Muerto, un cerro sobre el que se observa el perfil de una persona recostada. Cuando llegamos al pueblo, llovía y aunque el cielo se despejó frente al poblado, “El Muerto” fue cubierto por un conjunto de nubes.


Tales son los pueblos descritos por De la Mota y Escobar, quien concluye, refiriéndose a Palmillas, Punta de Matarén: “…es tierra caliente de grandísima suma de moscos de muchos géneros y muy ponzoñosos que no sólo lastiman a los hombres, sino a las cabalgaduras, que las apuran en tanto grado que las hacen huir muchas leguas de ahí a todo correr, que por estos malos efectos pusieron los pasajeros a este promontorio “La Punta de Matarén”. “Dos leguas adelante está un pueblo de indios llamado Ichocuinapa, de hasta veinte familias, tierra caliente, es sujeto a la doctrina del clérigo que reside en el pueblo de Chiametla…”. Hacia allá, hacia Escuinapa, vamos…


El temor de que haya petróleo en Isla del Palmito invade a Escuinapa  Qué pasaría con la pesca y la agricultura  El alcalde Rufino Prado, empero, es optimista Juan Lizárraga Tisnado NOROESTE-Mazatlán, 20 de febrero de 1985. Hace dos meses, el temor se apoderó de los escuinapenses, en particular de quienes habitan en los pueblos aledaños a las desembocaduras de los ríos Las Cañas y Baluarte, los pueblos de lo que se llamaba Palmito del Verde. Estos pueblos están situados justo donde se encuentra la riqueza del municipio de Escuinapa: la agricultura, las salinas, los cocoteros, el

ganado, las huertas, ¡la pesca! Hace dos meses, decenas de vehículos de Petróleos Mexicanos, con unas 100 personas a bordo, incursionaron en el pueblo, se apostaron en los caminos, medían, tiraban alambres, hacían estudios. La oficina central la instalaron en la cabecera de Escuinapa y en Teacapán una oficina de sismografía y otra de topografía, así como los talleres para los vehículos.


Los trabajadores y sus jefes no informaron nada. Los pobladores se asustan ante tal hermetismo. Ven a unos vehículos que hacen vibrar la tierra y ya se imaginan una refinería rodeada del desastre ecológico. UNA NUEVA RIQUEZA Si hay o no petróleo en la zona, así como la cantidad en que pueda existir, no se sabe a ciencia cierta porque no hay una información directa al respecto por parte de PEMEX. El presidente municipal de Escuinapa, el doctor Rufino Prado Cortez, se muestra optimista, lejos de compartir el temor de los habitantes de la Isla Palmito del Verde. Manifiesta el doctor Prado que desde hace como cinco años se habla de la existencia de mantos petrolíferos en el tramo ubicado entre los ríos Cañas y Baluarte. En esta ocasión, se ha enviado personal para que realice estudios más profundos. Estos estudios determinarán si hay o no petróleo en la zona, más lo anterior no significa que ya se instalará una refinería. De existir petróleo, quedaría como reserva. El presidente escuinapense tampoco teme, y lo señala categórico, que se pueda causar daño a la agricultura, a la ganadería, a la pesca, a las salinas, en caso de que se explotara el petróleo, porque la técnica se ha perfeccionado bastante. De esta manera, el que pudiera existir petróleo en Escuinapa es un motivo para alegrarse, porque significa una riqueza más.


La acuacultura, tabla de salvación alimentaria, empieza a practicarse en Sinaloa, rico en recursos  En Palmillas “engordan” mojarra plateada  Abundancia de manglares en el canal Juan Lizárraga Tisnado NOROESTE-Mazatlán, 27 de febrero de 1985. La acuacultura, tabla de salvación alimenticia para algunos países con escasez de aguas, empieza a practicarse en Sinaloa, estado de extenso litoral marítimo, de inmensos esteros, de once ríos, todos de agua con un mundo de vida (que este planeta debió llamarse Agua) para hacer frente a la hambruna de la presente crisis. Gran riqueza tiene el agua, pero dependientes que somos —como casi en todo lo que se refiere a la producción— a los Estados Unidos de Norteamérica, es el camarón la presa de pesca más codiciada y en cambio se desaprovechan otros recursos. Hay mono pesca y no se “cultiva” el agua, además de desaprovechar otras especies. Ese es el panorama que caracteriza a la pesca en México. En Palmillas, sindicatura de Escuinapa, no hace mucho se constituyó la cooperativa “Rosario Prado” para la captura de mojara plateada y este año, en unos días más, empezarán a “engordar” a la misma especie. NOROESTE acudió al lugar donde se pondrá en práctica este intento de diversificar la pesca en los esteros del sur de Sinaloa.


Catarino López Valdivia, sencillo pescador, humilde la ropa, calzado de huarache, sombrero de palma artísticamente tejido, es el presidente de la cooperativa llamada así porque así se llama una sobrina del presidente de Escuinapa, doctor Rufino Prado. Partimos de la pesca frente al “Cerro del Muerto”, capricho natural en un cerro que semeja a un difunto y el chap chap de las lanchas interrumpió momentáneamente la cacería de chigüilis que realizaba una manda de patos. Sobre el canal, las aguas estuarinas sin profundidad, se extendían por la tierra salitrosa y a lo lejos la blancura de las garzas adornaba el cuadro. Entre el estero emergían algunos mangles pequeños, pero conforme avanzábamos por un angosto canal, a veces impulsados por motor, a veces con una vara improvisada como remo, el panorama cambiaba. Los manglares aumentaban en abundancia, en verdor, en tamaño. Los manglares nos cubrían, nadie que nos viera desde el aire pensaría que bajo los manglares circulan las lanchas. El canal se va abriendo y se profundiza. Los mangles y otros árboles aumentan considerablemente su tamaño. Chico es un poste de energía eléctrica junto a ellos. Aparecen las sierras de tapos donde pesca la cooperativa “Lázaro Cárdenas” de Escuinapa, aparece la más grande, la sierra del Maíz, luego surge el gran estero y al fondo la isla. Qué raro: nadie menciona esta isla, pero existe. Es la Isla de la Palma. Los cooperativistas extraerán la mojarra, pequeña, del estero y la introducirán por medio de canales que ya han construido, hacia varias lagunas existentes dentro de la isla, donde serán engordadas y luego capturadas. Catarino López nos explicaba lo anterior sentado en el tronco de un mangle, en el interior de la isla, después de caminar unos setecientos metros por una brecha que comunica a dos canales, entre —sin exageración—, cientos y cientos de zancudos que tuvieron un suculento banquete con nuestra sangre, aunque muchos de ellos murieron, pues no temían a los golpes de las palmas de nuestras manos y basta con ponerlas en la cara para que sucumbieran. La marea estaba demasiado baja, operación que realiza dos veces al día, y se podía caminar entre las raíces y bejucos de los mangles gigantes que cerraban toda entrada de aire y creaban un clima especial para los moscos.


La obra ya está en proceso: construidos están los canales, con sus “orejeras”, especie de tapos pequeños, de estacas cubiertas con maleza, para evitar que la mojarra retorne al estero. La engorda de mojarra empezará pronto a dar sus frutos. Esperemos sus triunfos para bien de los pescadores, quienes en estos esteros se ganan el sustento no sólo con el sudor de sus frentes, sino con la sangre que les sacan los moscos y entre los piquetes de los “jejenes”.

Estampas de nuestra historia DEFENSA DE ESCUINAPA Juan Lizárraga Tisnado NOROESTE-Mazatlán, 8 de febrero de 1984. A Antonio Rosales se le recuerda por el combate de San Pedro en el cual derrotó al francés invasor, pero su batalla más heroica es la librada en Escuinapa el 8 de febrero de 1860 al mando de menos de 300 soldados sinaloenses liberales contra un ejército de mil 500 que tenía al frente a Manuel Lozada, conocido como “El Tigre de Alica”. Lozada, indígena al servicio de los conservadores, sitió Escuinapa desde las 10 de la mañana. Los liberales se encontraban en dos plazuelas unidas al centro de la ciudad. Lozada había mandado incendiar al caserío. Envuelto por los lozadistas y por las flamas, Antonio Rosales dispuso romper el cerco a pesar de que la muerte era segura. Rosales se lanzó a la cabeza de sus tropas para abrirse paso entre sus sitiadores. Así, Antonio Rosales salvó la vida. Don Plácido Vega, quien se encontraba al frente del gobierno del estado, con quien Rosales tuvo fricciones, decretó que se erigiera un monumento en Escuinapa para perpetuar la memoria de los caídos y ordenó que las viudas y los hijos de los valientes muertos recibieran las pensiones a que tenían derecho. En Mazatlán, una calle y una escuela llevan el nombre del Gral. Antonio Rosales.


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