Marco Polo - El Libro de Marco Polo

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El libro de Marco Polo 99

van a rebelarse como para que no tengan lugar robos y homicidios; en cada puente de la ciudad vigilan diez centinelas noche y día. En su recinto hay un monte sobre el que se eleva una torre; sobre la torre hay tablas de madera; así, cuando se declara un fuego en la ciudad, si alcanzan a verlo los guardianes de la torre, golpean las tablas con porras de palo, para que se oiga de lejos el son a la redonda y acudan todos a prestar auxilio; lo mismo se hace si por alguna razón estalla en la ciudad una reyerta o un disturbio. Todas las calles son calzadas de piedra. Hay en Quinsay alrededor de tres mil tinas muy grandes y bellas en las que se bañan con frecuencia los vecinos, que se cuidan muy mucho del aseo corporal. A xxv millas al oriente mas allá de Quinsay está el mar Océano, y a la vera del mar la ciudad de Ganfu, donde hay un puerto excelente al que afluyen naves sin cuento desde la India y otras regiones. Desde la ciudad hasta el mar corre un río por el que llegan a ella las naves, río que atraviesa también muchas otras comarcas. Esta provincia la dividió el Gran Kan en nueve reinos, dando rey propio a cada uno según le plugo. Todos estos soberanos son muy poderosos y están sometidos al Gran Kan; es preciso que cada año rindan cuenta a los oficiales del Gran Kan de todos los ingresos y gastos de su reino, así como de su gobierno. Uno de aquellos monarcas reside continuamente en la ciudad de Quinsay, y tiene bajo su señorío cx1 ciudades. La provincia de Mangi tiene en total mccc ciudades, y en cada una de ellas está puesta una guarnición del Gran Kan, para que no se atrevan a rebelarse, El número de guardianes es maravilloso e incontable; sin embargo, no son todos tártaros, sino que son de tropas diversas y mercenarios del Gran Kan. En Quinsay y en toda la provincia de Mangi existe la costumbre de que, cuando nace un niño, inmediatamente sus padres hacen anotar el día y la hora de su nacimiento y bajo qué planeta ha nacido, pues en todos sus viajes y sus acciones se guían por el juicio de los astrólogos; por eso precisan saber el día y la hora de su nacimiento. Cuando alguien fallece, sus parientes se visten de jerga de cáñamo y queman con grandes cánticos el cadáver del muerto, así como imágenes de sus servidores y criadas y caballos y dineros, todo lo cual se hace de papel; y creen que el difunto alcanzará en la otra vida tantas cosas como han ardido en imagen. Después tañen con gran regocijo música en sus laúdes, diciendo que los dioses lo reciben con la misma pompa con la que incineran su cuerpo. En Quinsay hay un palacio maravilloso, en el que Facfur, otrora rey de Mangi, tenía su corte; es un gran espacio cercado en cuadro por un muro de gran altura, que abarca en su ámbito x millas. Dentro de esos muros hay vergeles muy hermosos con frutos finos y también fuentes y estanques en los que se crían


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