Cuentos y Relatos 2022

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XXV CERTAMEN LITERARIO - RELACIÓN DE GANADORES 3º Ed. Infantil: Gonzalo Rodríguez Domínguez. “VIAJA QUE VIAJA” 1º Ed. Primaria: Aroa García López. “POTRITO SE VA DE VIAJE” 2º Ed. Primaria: Alba Guardiola Lozano. “EL PAÍS DE LAS ILUSIONES PERDIDAS” 3º Ed. Primaria: Antonio Jiménez Abellán. “EL PIRATA” 4º Ed. Primaria: Shaila Alba Fernández Rojas. “VIAJE A LA FÁBRICA ABANDONADA” 4ª Ed. Primaria (A. Diversidad): Brayan A. Vicente Flores. “UN VIAJE INESPERADO” 5º Ed. Primaria: Esteban Éguez García. “EL PINGÜINO DANTE” 6º Ed. Primaria: Miguel Gilar Bernal. “UNA AVENTURA MAGNÍFICA” 1º Ed. Secundaria: Elena Bernal López. “¿UN VIAJE?” 2º Ed. Secundaria: Pedro Alonso Esteban. “UN DESEO CON CONDICIÓN” 2ª Ed. Secundaria (A. Diversidad): José Mª Aribat González. “EL PINTOR NATO” 3º Ed. Secundaria: Juan Manuel Guardiola Osete. “VIAJE A MI NUEVO YO” 4º Ed. Secundaria: Kaotar Lasfar. “TURQUÍA, MI SALVACIÓN”


VIAJA QUE VIAJA ÉRASE UNA VEZ UN PERRO QUE SE LLAMABA PANCHO. VIVÍA EN UNA GRANJA Y LE GUSTABA COMER HUESOS. UN DÍA, SE FUE DE AVENTURAS A CONOCER OTROS LUGARES Y EN SU MOCHILA SE LLEVÓ HUESOS, SU PELOTA Y SU CAMA. PASEANDO POR UN BOSQUE, SE ENCONTRÓ A OTROS MUCHOS ANIMALES E HIZO AMISTAD CON TODOS, PERO SU MEJOR AMIGO ERA EL CIERVO. A LOS DOS LES GUSTABA MUCHO JUGAR, SALTAR Y GASTAR BROMAS, COMO LA QUE LE HICIERON AL SAPO, QUE LE DIERON UNA MOSCA APESTOSA PARA COMER. PERO PANCHO CONTINUÓ CON SU VIAJE PARA LLEGAR A LA GRAN CIUDAD. QUERÍA SER UN PERRO DE RESCATE Y PERTENECER A LA PATRULLA CANINA DE LA POLICÍA. DESPUÉS DE SUPERAR MUCHAS PRUEBAS,

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LO CONSIGUIÓ Y FUE EL MEJOR. UN DÍA, HUBO UN GRAN INCENDIO EN UN EDIFICIO Y RESCATÓ A UN GATITO. Y LE DIERON UNA MEDALLA.

Autor e ilustrador: Gonzalo Rodríguez Domínguez 3º Ed. Infantil

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POTRITO SE VA DE VIAJE Era una mañana soleada. Un potrito iba caminando por el bosque cuando se encontró con un enanito gruñón.

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El enanito le dijo que le invitaba a viajar en globo. El potrito se puso muy nervioso porque no le cabía el trasero en la cesta, pero el enanito le dio un empujón para que entrara, hasta que por fin lo consiguió. Pero entonces, sin querer, se les pinchó el globo. Este se fue desinflando y salieron disparados a toda velocidad. Cuando al globo se le agotó todo el aire, fueron cayendo y aterrizaron en una isla. 5


Como ya no tenían medio para volver, tuvieron que construir una balsa para poder regresar al bosque por mar. Autora e ilustradora: Aroa García López 1º Ed. Primaria

EL PAÍS DE LAS ILUSIONES PERDIDAS Cuando llegó el otoño, Ana recibió por su cumpleaños un muñeco llamado Abrazos. Era ese muñeco que siempre había deseado; ese, que cuando paseaba con su mamá y lo

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veía en aquel escaparate, siempre había querido que le regalaran. Abrazos era de trapo y suave como la seda, con unos botones de color marrón como ojos y vestido con una camisa a cuadros de colores naranja y gris. Ana lo quería tanto, que siempre dormía abrazada a él. Una como otra de tantas noches, Ana estaba profundamente dormida junto a Abrazos, pero algo la despertó. Cuando abrió los ojos, Abrazos estaba sentado junto a ella. ¡Abrazos tenía vida! La tenía cogida de la mano y le dijo:

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- Ana… ¿Te gustaría viajar conmigo al País de las Ilusiones Perdidas? Ana se sorprendió, tanto por escuchar a Abrazos, como por la pregunta que le había hecho. Abrazos le dijo: - Ana, cierra los ojos y coge mis manos. Ana se dejó llevar y, cuando abrió los ojos, se encontró en un lugar precioso repleto de casitas de madera, con un lago donde nacía un manantial con aguas cristalinas y con unos abetos tan altos, que apenas se podía ver el

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cielo. Pero había algo muy triste en aquel lugar. Ana vio que había muchos muñecos como Abrazos, pero con una gran diferencia: todos estaban tristes. Cuando vieron a Ana, todos se pusieron a jugar, a saltar y a abrazarla; corrían alrededor de ella en círculos como si Ana, esa niña con tantas ilusiones, les hubiera dado vida. Después de disfrutar tanto en ese viaje y en ese lugar maravilloso, con esos muñecos tan adorables que pasaban de la tristeza a la alegría al verla, Abrazos le dijo a Ana que

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tenían que marcharse. Ana volvió a cerrar los ojos y, cuando los abrió, estaba en su cama junto a Abrazos.

Abrazos le dijo que habían viajado al País de las Ilusiones Perdidas. Allí iban a parar todos los muñecos cuando los niños crecían y perdían la ilusión.

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Entonces Ana comprendió por qué todos esos muñecos se habían alegrado tanto al verla. Ana se quedó dormida y, cuando despertó, vio que Abrazos seguía siendo un muñeco de trapo sin vida y se dio cuenta de que todo había sido un sueño. Ella siempre creyó que ese muñeco de trapo, que había deseado desde siempre, le había enseñado, con ese viaje, que nunca había que perder la ilusión con la que un niño crece. Y así fue. Ana creció y jamás se deshizo de Abrazos. Siendo ya una adolescente y, mientras estudiaba en su

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escritorio, podía ver a Abrazos junto a su cama. Ana entendió que nunca perdería la ilusión por querer, amar, aprender, investigar, descubrir, viajar, conocer…, como si volviera a ser esa niña con la ilusión de tener a Abrazos junto a ella, como si de esa niña se tratara. Autora e ilustradora: Alba Guardiola Lozano 2º Ed. Primaria

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EL PIRATA Había una vez un pirata llamado Cris, que era bondadoso y muy aventurero. En una batalla había perdido el ojo izquierdo y siempre tenía que llevar un parche, por lo que no veía muy bien. Por este motivo, siempre iba acompañado de su perro Pat, que era su mejor amigo. El pirata tenía un barco hecho de madera, y los dos amigos decidieron viajar en él para correr una aventura. Él mismo lo había construido cuando tenía 30 años y ahora ya tenía 68, por lo que el barco ya estaba un poco viejo. Iban navegando por el Mar Estrellado cuando se llevaron una gran sorpresa. De

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momento, Pat empezó a ladrar muy fuerte y el pirata fue a ver qué pasaba. Entonces, vio un barco que iba hacia ellos. ¡¡¡ERA UN BARCO PIRATA!!! El pirata

Cris, al ver esa situación, no

sabía qué hacer, ya que no tenía tripulación para poder defenderse.

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El otro barco comenzó a atacarles, hasta que, horas después, el barco de Cris se fue hundiendo poco a poco y los dos amigos tuvieron que tirarse al agua y, nadando, nadando, llegaron a una isla. Esa isla parecía desierta por lo que, de momento se asustaron mucho. No sabían qué podían hacer. Para empezar, los dos amigos fueron a inspeccionar la isla, encontraron unos cangrejos y, como tenían hambre, se los comieron. Luego, continuaron con la inspección. Conforme se adentraban en la isla, ésta era más frondosa y, en un claro, encontraron una explanada por la que corría un riachuelo. Muy cerca, había un

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campamento donde vivía una tribu de indígenas. Al principio, se escondieron pero, después, observando, se dieron cuenta de que aquellos habitantes no eran agresivos. Se presentaron ante ellos y les contaron lo que les había sucedido. El jefe de la tribu les dejó quedarse hasta que

construyeran

otro

barco

y

se

pudieran marchar. Durante ese tiempo, Cris y Pat, vivieron como ellos, comiendo sólo los alimentos que la naturaleza les ofrecía. Cuando por fin ya tenían terminado el barco, el pirata Cris y su perro Pat, decidieron quedarse en esa preciosa isla y

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dejar el barco sólo para hacer excursiones por los alrededores. Y,

colorín

colorado,

este

viaje

tan

maravilloso, a su fin ha llegado. Autor e ilustrador: Antonio Jiménez Abellán. 3º Ed. Primaria

Viaje a la fábrica abandonada “Poppy Playtime” Hola, soy Lily y me encanta descubrir cosas nuevas; será porque soy muy curiosa, como dicen los que me conocen. Tengo 10 años y soy una niña no muy alta, delgada y con el pelo largo y negro; soy alegre y me gusta jugar mucho con mis amigas; también me gusta ir al parque, a la feria, a la piscina y a otros lugares

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divertidos. Para vestir, suelo ir con vaqueros, una blusa y una chaqueta que combine. Mis mejores amigas se llaman Mariana, Lucía y María, y también son muy curiosas, tanto o más que yo misma. Siempre que salimos de clases, pasamos por una fábrica abandonada que está justo al lado de un jardín, dos manzanas más arriba del colegio. Los de los cursos

superiores,

entraba en

esa

decían

fábrica,

que

quien

desaparecía.

No

sabemos de dónde habían sacado esa información, pero lo cierto es que todos lo decían. ¡Ah!, por cierto, la fábrica se llamaba Poppy

Playtime

y,

cuando

estaba

funcionando, era una fábrica de juguetes, sobre todo, de muñecas. Un día, cuando estábamos en vacaciones de Navidad, nos enviaron una carta, la misma a

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las cuatro amigas. La carta decía: “Los trabajadores que han desaparecido a lo largo del tiempo, te piden que les ayudes a volver. Para eso tienes que ir, acompañada de tus amigas, a la fábrica que está al lado del colegio. Busca la flor que te indicará la habitación donde hay una caja de cristal y, dentro de ella, una muñeca de las antiguas, que tiene mucha magia. Por favor, ¡Ayúdanos!

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Me asusté mucho y mis amigas, igual; pero me llené de orgullo, así que les dije a todas: - Mañana

vamos

a

la

fábrica

y

descubriremos todo lo que podamos. - Vale, pero que no se enteren nuestros padres, no se lo digáis a nadie, será nuestro secreto- dijo mi amiga María. Al día siguiente, a la tres y media, fuimos las cuatro a la fábrica. Yo quería haberme llevado una mochila con agua y una linterna, pero al final no me eché nada por si mi madre me preguntaba. Entramos en el edificio y empezamos a mirar por todas las salas. Lo primero que vimos fue una grabpack, una mano de juguete, que nos asustó; después nos encontramos con un

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peluche azul que se llamaba Huggy Wuggy, que parecía un muñeco diabólico y que desapareció enseguida, asustándonos aún más; así que nos fuimos a otro sitio siguiendo la búsqueda. De pronto, encontramos la otra mano roja de grabpack; salimos corriendo y nos metimos por un túnel que nos llevó a otro cuarto de la fábrica donde teníamos que hacer unas tareas si queríamos recuperar energía para continuar. Después de terminar los trabajos, nos topamos con un gato abeja, es decir, un juguete que tenía el cuerpo de gato y la cabeza de abeja; lo cogimos y lo metimos en su jaula y, entonces, se abrió una puerta. Entramos por allí y volvimos a encontrarnos con el grabpack, ese juguete del principio. Nos asustó tanto, que echamos a correr, hasta que ya no podíamos más. El juguete estaba a

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punto de alcanzarnos y no sabíamos qué hacer para defendernos. De repente, a Mariana se le ocurrió tirar un montón de cajas viejas y el juguete quedó sepultado

debajo.

Nosotras

seguimos

buscando la marca de la flor y, finalmente, la encontramos en una puerta. La abrimos y, dentro, estaba la caja de cristal donde encontraríamos a la muñeca que podía liberar a los trabajadores. Entonces, se encendieron las luces. Todas mis amigas apagaron sus linternas y otras, que se encontraban allí, y que habían sido cómplices de la broma, gritaron: - ¡Sorpresa!, ¡Sorpresa!, ¡Sorpresa! Aunque de momento nos asustamos un montón, pronto nos dimos cuenta del montaje

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y el susto terminó en risas. Salimos de la fábrica abandonada, todas tan contentas y emocionadas, y los padres de Lucia, que precisamente era su cumple, nos llevaron a su casa y nos invitaron a merendar pizza de jamón york y queso, que es la que más nos gusta a todas. Nunca se nos olvidará esa broma y, en adelante, seguro que nos lo pensaremos dos veces antes de curiosear donde no nos llaman. ¡O lo mismo no!, y seguimos siendo las pequeñas detectives. Autora e ilustradora: Shaila Alba Fernández Rojas 4º Ed. Primaria

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Hace dos años, estaba con mis amigos Alberto, Álex y Francisco, jugando en el bosque y, sin darnos cuenta, nos perdimos. Después de andar un buen rato, vimos una casa que nos llamó la atención. Al llegar, llamamos a la puerta y, cuando ésta se abrió, apareció una ancianita con un bastón y nos dijo: - ¡Hola, chicos! ¿Qué hacéis aquí? - Nos hemos perdido y no sabemos volver a casa. - ¡Venga, pasad dentro! En el salón vimos a tres niñas jugando, que eran las hijas de la mujer. - ¿Tenéis hambre? -Nos preguntó la anciana. - Sí, mucha.

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La mujer nos preparó una rica merienda y todos nos sentamos alrededor de la mesa del salón. Al poco rato, empezamos a escuchar unos ruidos muy extraños que venían del piso de arriba. Todos salimos corriendo y subimos las escaleras rápidamente. Al llegar, vimos que la anciana se había

convertido

en

bruja.

Nos

asustamos

muchísimo y nos escondimos en el desván. Allí vimos que la bruja tenía escondido su libro de magia y yo me atreví a abrirlo; me fijé en que había un hechizo para desaparecer de allí y aparecer en cualquier parte del mundo. Pronuncié las palabras mágicas y decidí que viajáramos a China. En ese país tan lejano, la bruja no nos encontraría jamás y podríamos visitar sitios tan maravillosos como la Gran Muralla, y preciosas ciudades, como Pekín, Hong Kong y Shangai. Fue un viaje genial, nos lo pasamos muy bien y lo que más nos impresionó de todo, fue la Gran Muralla china, por la altura de sus torres y las estupendas vistas.

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Nos llevamos el libro de magia con nosotros para poder luego volver y, cuando regresamos a casa, nos enteramos por las noticias de que la bruja había desaparecido y nos llevamos una gran alegría. Mis amigos y yo ya estamos planeando el próximo viaje. ¿A dónde será?

Autor e ilustrador: Brayan A. Vicente Flores 4º Ed. Primaria. (Atención a la diversidad)

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EL PINGÜINO DANTE Hace mucho tiempo vivía en Madrid un chico llamado Nicolás. Nicolás tenía 11 años y era un niño alto, moreno y muy inteligente. Su mejor amigo, Marcos, también tenía su edad; juntos solían montar en bicicleta y pasear por el monte o la playa, ya que compartían las mismas aficiones y a los dos les encantaba la naturaleza y los animales. Sus familias solían viajar juntas en verano. La mayoría de las veces iban a una playa situada en la ciudad de Valencia, pues les encantaba el clima mediterráneo. A

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los chicos les gustaba salir de excursión por la costa, ver lugares nuevos por explorar y, sobre todo, ver qué animales podrían encontrar por allí. Un día, caminando por la orilla de la playa, encontraron una especie de cueva, muy escondida, que no habían visto nunca antes; el lugar parecía deshabitado porque no se veía a nadie por allí. Se acercaron y, justo entonces, pudieron escuchar algunos ruidos que procedían de dentro. Entraron por una especie de pasillo donde pudieron apreciar que, dentro de una zona vallada, había encerrado un pingüino que se encontraba en muy mal estado.

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El pingüino parecía estar débil y muy enfermo, y emitía unos sonidos muy extraños. Pronto entendieron lo que estaba pasando. Nicolás y Marcos sabían que había personas malas que se dedicaban a cazar animales raros y venderlos, sin importarles el sufrimiento o las condiciones del animal. Los amigos se conocían desde hacía mucho tiempo y sabían que no podían dejar a ese pingüino sufriendo; por tanto, decidieron conseguir dinero para pagar el precio que pedían por él y así dejarlo en libertad. Era ya muy tarde y estaba anocheciendo; no querían preocupar a sus padres, por lo que decidieron regresar el próximo día.

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A la mañana siguiente, Nicolás y Marcos fueron a ver cómo se encontraba el animal y se dieron cuenta que había algo extraño que se les había escapado: ese pingüino era mucho más especial de lo que pensaban. Dante, que así habían decidido llamarlo, era un animal que podía hablar. Dante les explicó lo que había pasado, cómo lo habían capturado, y que lo único que quería era volver con su familia y estar en libertad. Los amigos sintieron mucha pena por el pingüino y pensaron que conseguir el dinero para comprarlo les llevaría mucho tiempo, por lo que optaron por soltarlo y ayudarle a escapar. Esperarían a que anocheciera para pasar

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desapercibidos y llevarían a cabo su plan utilizando la oscuridad de la noche.

Nicolás sabía que se iba a ganar un buen castigo por llegar tan tarde a casa, pero aun así pensó que a veces hay cosas más importantes, aunque con ello fuera castigado sin salir unos días.

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Una vez llevaron a cabo el plan, contaron a sus padres lo que había ocurrido y porqué habían llegado tan tarde. Al contrario de lo que pensaban, sus padres no sólo no les castigaron, sino que lo entendieron y se sintieron muy orgullosos por lo que habían hecho. Finalmente, llamaron a una Asociación que se encargaba de cuidar a animales en peligro y éstos les prometieron que ellos se encargarían de devolver a Dante con su familia. Y colorín colorado, este cuento ya se ha acabado. Autor e ilustrador: Esteban Éguez García. 5º Ed. Primaria

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Una aventura magnífica Había tres amigos que vivían en una pequeña ciudad y a los que les gustaba mucho viajar. Cuando llegaba el verano, se iban siempre de viaje para descubrir nuevos lugares. Faltaba poco para que llegaran las vacaciones y se juntaron en casa de Marcos, el más alto y culto, para decidir a qué lugar irían en esta ocasión. Éste propuso viajar a Roma; allí podrían visitar el Coliseo, los museos vaticanos y todos los monumentos de la ciudad; además,

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había un parque natural cerca, que era muy interesante. Nicolás, el más bajo de todos, que era un gran aficionado al fútbol, prefería ir a Londres; allí verían el Big Ben, el London Eye y podrían asistir a algún partido de los grandes equipos de la ciudad: Chelsea, Tottenham o Arsenal. Carlos, el tercer amigo, era el más deportista de todos y le encantaban las excursiones y las actividades al aire libre; él propuso que le gustaría ir a Austria; allí estaban los Alpes, una gran cordillera con muchas montañas para escalar y

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grandes lagos para nadar o recorrer en barco. Finalmente, se decidieron por esta última opción. Un par de semanas después, cogieron el avión con destino a El Tirol, una región austriaca. Allí habían alquilado una cabaña, que estaba junto a un inmenso lago y al pie de unas montañas muy altas. La

cabaña

acogedora,

era y

de

madera,

muy

estaba

rodeada

por

árboles y un prado de hierba que llegaba hasta el lago. Los primeros días los dedicaron a escalar montañas. Se iban por la mañana y volvían por la noche, ya muy cansados.

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Nicolás estaba ya bastante cansado de tanto subir montañas, así que propuso que se tomaran un día de descanso para hacer algo diferente. Decidieron visitar un pueblo cercano para dar un paseo por sus calles y comer. Allí les contaron una leyenda sobre el lago que había cerca de la cabaña donde se alojaban: algunas noches muy oscuras, salía del agua un monstruo, cogía algunas ramas de los árboles y se tumbaba en los prados que había alrededor del lago. Después de comer, volvieron a la cabaña y se acercaron al lago, que tenía unas aguas muy oscuras y profundas. Se

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dieron un baño, pero el agua estaba muy fría y se salieron pronto. Por la noche, cuando estaban dormidos, oyeron unos ruidos muy fuertes, como gruñidos, que les despertaron. Al principio, tuvieron miedo porque pensaron que podía ser el monstruo de la leyenda, pero Carlos decidió salir con una linterna a ver de qué se trataba y los demás lo siguieron. Pronto, los ruidos desaparecieron y no encontraron nada. Al día siguiente, salieron a investigar. Estuvieron un rato nadando, luego bucearon,

pero

había

bastante

profundidad y no podían bajar mucho sin

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equipo. Entonces, alquilaron un barco pequeño y navegaron, tratando de ver al monstruo, pero no consiguieron ver nada. Por la noche, estaban descansando en la cabaña, pensando en que no lograrían saber

nada

del

monstruo,

cuando

Marcos leyó que, por internet, se podía alquilar un submarino muy pequeño. Con él se podía navegar por las aguas del lago y ver lo que había en el fondo. Así que ya tenían un plan para seguir con su investigación. A la mañana siguiente, alquilaron el submarino. En uno de los lados estaba pintado su nombre: “Nautilus”. Era muy pequeño y los tres amigos estaban muy

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apretujados en su interior. Tenía un gran foco para iluminar las aguas a gran profundidad y una especie de ventana redonda por la que se podía ver todo lo de alrededor. Llevaban varias horas navegando por las aguas del lago, que estaban muy oscuras porque era muy profundo,

cuando

descubrieron

un

enorme bulto. Era colosal, más grande que el propio submarino y tenía una cola inmensa, con pinchos en la espalda; era de color verde y parecía estar durmiendo. Los amigos estaban tan contentos por su descubrimiento que no paraban de levantar los brazos y dar saltos de

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alegría, celebrándolo como locos. Sin embargo,

el

submarino

comenzó

a

moverse de un lado para otro, dando bandazos, así que se asustaron y decidieron salir a la superficie. Había una gran tormenta y, en el agua, se formaban muchas olas. Muy asustados y con bastante

suerte

lograron

llevar

al

submarino hasta el puerto donde lo habían alquilado. Al día siguiente, volvieron a alquilar el submarino para investigar más de cerca al monstruo,

pero,

a

pesar

de

que

estuvieron todo el día navegando, no lograron verlo de nuevo.

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Las vacaciones se acababan y tenían que regresar a sus casas, pero estaban contentos. Había sido una estupenda experiencia y ya sabían a qué lugar irían de vacaciones al año siguiente. Autor e ilustrador: Miguel Gilar Bernal 6º Ed. Primaria

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¿UN VIAJE? Parecía un día normal en la casa de Ela: su mamá metiendo prisa, su hermana Daniela chupando el calcetín... En fin, esta era la locura de vida que llevaba Ela, con trastos por casa, una madre muy chillona, y... un padre montado en el coche esperando para salir hacia su destino. Ela tiene trece años y sí, esta es su historia; bueno, más bien la historia de su viaje. Eran las seis de la mañana cuando Ela y su familia salieron en coche. Su destino era ese asombroso barco al que tanto querían ir sus padres; aunque a ella le parecía un rollo, pensaba que debía intentar... ¿pasarlo bien? Después de unas duras y aburridas horas de viaje con su hermana Daniela, de tres años,

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a su lado, y con su hermano Paco, de seis, al otro lado, llegaron por fin. Ela, al ver el barco, se quedó bastante sorprendida y se arrepintió de haberse quejado. ¡El barco era ENOOOORME! Daniela lloraba y lloraba luchando por bajarse de la silleta y menos mal que no lo consiguió. Ya estaban a bordo de ese barco, ¡era genial! Había una heladería, tiendas, piscinas con trampolines, restaurantes... Por fin llegaron a su camarote. Era una habitación realmente sorprendente y tenía una pintura preciosa en el techo. Ela empezó a tener un mal presentimiento, pero pronto se olvidó de él al ver lo mucho que se divirtieron por la noche con la cena de bienvenida y la fiesta que vino a continuación.

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A la mañana siguiente, l a familia fue a desayunar, antes de la parada que el barco tenía prevista para visitar una playa paradisíaca. Ela animaba a su hermana a comer, pero la niña giraba la cabeza negando constantemente, tiraba la comida al suelo y su hermano Paco intentaba cogerla... Como siempre, un desastre. De repente, en medio del desayuno, i zas! ¡Un cadáver! Ela escuchó a un agente del FBI pedir tranquilidad y decirle al capitán que ese hombre era una importante persona de negocios que, además, viajaba sin protección, por lo que no era de extrañar que hubiera sucedido algo así. Dijeron que tenían que poner el barco temporalmente en cuarentena y que nadie podía bajar mientras no se descubriese quién o qué había sido el

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responsable. ¡ Menudo peligro se olía en el barco!... ¡Un asesino podría andar suelto! La madre de Ela se puso nerviosa y entró en modo sobreprotector, aunque nuestra protagonista fue muy astuta y consiguió escaparse para dedicarse a lo que más le gustaba: la investigación. Ella quería saber más detalles sobre el caso y empezó a preguntar al agente del FBI. Descubrió que, al parecer, podría haber sido un paro cardíaco, pero se desconocía si había sido por causas naturales o el hombre había sido envenenado. Ela se fijó en su esposa, que parecía muy afectada. También descubrió que el señor Hander, que así se llamaba el fallecido, poseía un gran capital y se preguntaba si su esposa sería la heredera, así que decidió investigar

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un poco más haciendo unas preguntas a la señora, poniendo la excusa de que estaba trabajando para un periódico del instituto. La mujer se llamaba Beth, pero le gustaba que la llamasen Betty. Comenzó a llorar recordando sus años de juventud, y lloró, y lloró al decir que estaba muy enamorada y que jamás ella tendría nada que ver con la muerte de su marido. Decía que ella tenía sus propios ahorros y que no necesitaba esa herencia. Ela siguió preguntando sobre los beneficiarios de la herencia y descubrió que el señor Hander tenía un hermano, al que quería mucho, y al que había citado, en ese mismo barco, para verse después de mucho tiempo. Se encontró con el agente y, tras una conversación con él, descubrió más información.

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El agente le contó que, al hacerle la autopsia al cadáver, habían encontrado veneno y, que en las cámaras de seguridad, momentos antes de la muerte, vieron al señor Hander y a su mujer que discutían a causa del hermano. Al parecer, su esposa no quería que se encontrara con él, pero no sabían el por qué. Ela descubrió que la mujer temía por su esposo, ya que, horas antes, el hermano se había dirigido a ella, muy violentamente, por el tema de la herencia. De repente, un individuo salió corriendo del salón y los agentes fueron tras él hasta detenerlo. Era el supuesto hermano. Y es que Ela, repasando unos informes que había encontrado por casualidad, había descubierto que el señor Hander no tenía ningún hermano.

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El agente del FBI, ya daba el caso por resuelto, acusando al detenido como culpable, pero Ela, al mirarlo a los ojos, dedujo que estaba claro que ese hombre era inocente. Y, cuando se dio la vuelta, vio que el agente tenía a la señora Betty cogida de la mano; ambos sonreían felices y ella ya no estaba tan destrozada.

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Ela se paró a pensar...Por su cabeza pasaba la idea de que todo había sido planeado y que el agente del FBI y Betty disfrutarían de la herencia juntos. Ese día se dio cuenta de que el ser humano no es un ser pacífico. Autora e ilustradora: Elena Bernal López 1º Ed. Secundaria

Un deseo con condición Hola, me llamo Juan Alberto, y soy un perezoso nacido en el año 1000 a.C., en Grecia. En Grecia hay pocos perezosos, bueno, sólo somos dos: mi hermano Andrés y yo. Ahora, voy a explicaros cómo somos: los perezosos

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somos una clase de mamíferos y nuestra particularidad es que, como nuestro propio nombre indica, somos un poco perezosos, y andamos muy lentamente. Yo estaba muy enfadado con esa peculiaridad nuestra, hasta que me pasó una cosa que ahora os voy a contar. Estábamos jugando mi hermano Andrés y yo, cuando mis amigos, el cocodrilo Guille, el mono Darío y mi novia, María Isabel, me llamaron para ver si me daba una vuelta con ellos. Yo respondí que sí instantáneamente, pero ya sabía que mis amigos me llamaban un día antes de que ellos quedaran, porque daban por hecho que iba a llegar tarde, aunque saliera un día antes de mi casa. Estaba a mitad de camino para llegar al punto de la quedada, cuando recordé que, cerca de mi casa, estaba El Templo dedicado al dios Hermes, dios mensajero y el más rápido del Olimpo, y pensé en ir allí para ver si Hermes me daba un poco de su poder para ir más rápido y llegar a los sitios a tiempo. Pero resulta

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que El Templo estaba en la dirección contraria. Así que decidí llamar a mis amigos para decirles que al final no iba a darme una vuelta con ellos. Empecé la aventura de dirigirme hacia El Templo. A las pocas horas de empezar a andar, me encontré con el viejo sabio, un panda de cien años, que me preguntó dónde iba; yo le respondí que me encaminaba a El Templo, a pedirle al dios Hermes que me diera un poco de su poder. El viejo sabio me dijo que no era muy buena idea, ya que eso podría traer consecuencias. Yo no le di mucha importancia, pero, unas cuantas horas después, me encontré a otro panda. Este no era el mismo de antes, porque me dijo que el que me había encontrado antes era su hermano, y que se había peleado con él. Yo le conté lo que me había dicho el anterior, y me dijo que, aunque estaban enfadados y no se hablaban, todo lo que decía su hermano tenía algún significado y que debía hacerle caso. Yo me quedé muy pensativo, me despedí de aquel panda y seguí mi camino.

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Ya me quedaba poco para llegar a El Templo, pero ahora tocaba la parte más dura del trayecto: subir hasta la cima de la gran montaña en donde se encontraba. Al principio, pensé que no sería tan dura, pero, cuando la vi de cerca, supe que no iba a ser tan sencillo; así que, sin más remordimiento, empecé a subir la gran montaña de El Templo.

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Iba por la mitad del camino cuando dos monos se pararon delante de mí y me preguntaron que dónde iba. Yo respondí que iba a pedir un deseo que esperaba que me concedieran. Ellos no me hicieron mucho caso y siguieron su camino. Cuando llegué a la cima, no me lo podía creer, después de estar siete meses y veintiún días andando para llegar. El Templo era inmenso, nada que ver con cómo se veía desde abajo; quise dar una vuelta por el exterior para hacerme una idea real de su tamaño; y, sin pensármelo dos veces, entré. Una vez hube pasado al interior, me quedé de nuevo tan asombrado, que estuve embobado como unos cinco minutos. Cuando reaccioné, ya me adentré más, hasta que llegué a una sala enorme donde había una estatua del dios Hermes, dios mensajero y el más rápido del Olimpo. La escultura era gigantesca, medía por lo menos quince metros. Empecé a hablarle a la estatua, esperando a que me respondiese y, al cabo de unos cuantos minutos, contestó una voz

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muy grave que sonaba por todo El Templo, y dijo: - ¿Qué quieres señor perezoso? - Necesito un poco de su poder, contesté. - Eso no va a ser posible, señor perezoso, contestó Hermes. Después de esa contestación no me di por vencido y seguí insistiendo una y otra vez. Al cabo de dos días, el dios se cansó de escuchar mi aguda y lenta voz y me dio una minúscula parte de su poder, pero con una pequeña condición: a cambio de que Hermes me diera una velocidad normal, yo tendría que ir a El Templo cada mes a llevarle ofrendas; de lo contrario, me quitaría ese don. Ahora, cuando quedo con mis amigos y mi novia suelo llegar a tiempo, incluso con diez o quince minutos de antelación. Ahora mi vida ha cambiado y todo es mucho más fácil, ya que

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corro más; y, por supuesto, no me cuesta nada ir todos los meses a llevarle ofrendas al dios Hermes, porque ahora llego hasta El Templo en muy poco tiempo. Y, colorín colorado, este cuento se ha esfumado.

Autor e ilustrador: Pedro Alonso Esteban 2º Ed. Secundaria

EL PINTOR NATO Había una vez un pintor que se llamaba Tony, que tenía 15 años. Tony era un chico alegre, risueño y curioso; tenía los ojos verdes, la piel morena y no era muy alto. Vivía en Alemania. Tony tenía un sueño, que deseaba que se hiciese realidad. Soñaba con ser un pintor famoso; quería ser como Leonardo Da Vinci, al que admiraba mucho, y que sus cuadros estuvieran expuestos junto a los del artista en el museo del Louvre, en París.

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Un día, salió a dar un paseo con unos amigos y, al pasar junto a un lago, decidió hacerle una foto a un cisne que nadaba en él, pero, al tomar la foto, el cisne desapareció de repente. Tony quedó atónito al comprobar que en la fotografía no aparecía ningún cisne, ya que estaba seguro de haberlo capturado. Estaba tan asombrado, que decidió contárselo a sus amigos y familiares pero, como solía gastarles muchas bromas, esta vez no le creyeron; así que se fue molesto a la cama y, al dormirse, soñó con el mismo cisne, en el mismo lugar.

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En mitad de la noche, Tony se despertó y empezó a dibujar inmediatamente al cisne, en una hoja que tenía por su cuarto, mientras recordaba cómo lo había visto y cómo había desaparecido de su vista. Cuando terminó, pensó que estaría a punto de amanecer, pero no era así, aún faltaban algunas horas, y volvió a quedarse dormido. El cisne apareció de nuevo en sus sueños; esta vez tenía una rosa en la cabeza y lo miraba fijamente. Tony decidió acercarse y acariciarlo y, mientras lo tocaba con su mano, empezó a escuchar una voz; era el cisne quien le hablaba, le decía que él era su animal espiritual y, que siempre que necesitase ayuda, podría recurrir a él. Después de esa noche, el cisne se apareció muchas más veces en sus sueños y, poco a poco, Tony le fue cogiendo cariño, ya que el cisne siempre le ayudaba y le daba buenos consejos y entre ellos se forjó una bonita amistad. Como Tony era pintor, pidió permiso al cisne para hacerle un retrato, el cisne accedió, y la pintura quedó tan espectacular, que consiguió que su autor se hiciera muy famoso; tanto, que

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actualmente el cuadro está expuesto en el museo del Louvre junto a las obras de Leonardo da Vinci.

Autor e ilustrador: José Mª Aribat González 2º Ed. Secundaria. (Atención a la diversidad)

¡Hola!, me llamo Juan Manuel y hace unos años escribí cómo era mi día a día teniendo TDAH. Ahora soy más mayor, tengo 14 años y estoy entrando en la adolescencia; mis hormonas están a tope de power, no sé quién soy realmente, ni tampoco lo que quiero ser. Estoy en un momento de mi vida en el que se

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inicia ese gran viaje que me va a convertir en un adulto. Mi mente, ahora mismo, es un torbellino de emociones; soy incapaz de controlar mi vida; siento que estoy atrapado, que nado contra corriente; que mi cuerpo va por un lado y mi cabeza, por otro. Tengo miedo de equivocarme, quizá es por eso por lo que me comporto de una manera extraña, que no soy yo en realidad. Tengo que decir que siempre me ha costado mucho el colegio y todo lo que conlleva; pero ahora, en el instituto, es mucho peor, se ha convertido en un muro tan alto y tan grueso que siento que me es imposible atravesarlo. Realmente, es una situación muy estresante para mí, lo llevo lo mejor que puedo, pero la presión de

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tener que acabar todo lo que empiezo a veces me resulta agobiante; y todo el mundo diciéndome cómo tengo que hacerlo. Yo sé que es por mi bien, pero me tienen que dejar volar solo, aunque me tropiece y me equivoque, pero tengo tanto miedo, que no sé. Sí que es verdad que me disperso con facilidad, que viajo con mi mente a otros mundos, que las pantallas me influyen mucho en ese espacio virtual por el que me transporto a otra realidad en la que yo soy el protagonista de la escena y controlo todo lo que sucede. El viaje a la madurez está lleno de obstáculos y tengo que aprender a manejarlos, a pedir ayuda si lo necesito y no quiero naufragar, ser

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un barco a la deriva en el mar de todo lo que me rodea.

Quiero, necesito viajar a través de mi adolescencia y convertirme en una persona adulta de la cual poder sentirme orgulloso y echar la vista atrás y comprobar que todos los

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momentos vividos han merecido la pena, con mayor o menor esfuerzo. Quiero ser lo que mis padres esperan de mí, una buena persona que se acueste con la mejor almohada del mundo: la conciencia tranquila; y aportar mi granito de arena a la sociedad siendo la mejor versión de mí mismo. Deseo que todos me acompañéis en este viaje, me animéis, respetéis, castiguéis, corrijáis…, en fin, que me queráis tal y como soy, en este arduo viaje que inicio en este momento. Autor e ilustrador: Juan M. Guardiola Osete 3º Ed. Secundaria

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TURQUÍA, MI SALVACIÓN Hola me llamo Ibrahim, tengo 29 años y soy sirio. Me dedico al mundo de los negocios, en Turquía. Me gustaría compartir con vosotros cómo he llegado a esta situación. Era un día caluroso de 2011. Salía con mis amigos de clase e iba de camino a casa. Cuando llegué, encontré a mi hermana pequeña sentada en la mesa para comer, la saludé y fui a la cocina decidido a saludar también a mis padres, pero no estaban allí. Le pregunté a mi hermana, de 9 años, dónde estaban: - Fátima, ¿dónde están nuestros padres? - No lo sé. Se los han llevado unos hombres en una furgoneta. Cuando la escuché decir eso, me imaginé la situación. Como sabéis, en Siria, desde el día 15 de marzo de 2011, estamos en guerra, una guerra civil. Por este motivo se los habían llevado. La

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única opción que tenía era quedarme con mi hermana, ya que no servía de nada salir en busca de mis padres. Me quedé en casa con ella y, tras estar horas y horas pensando, la única solución que me vino a la cabeza fue huir del país para poder tener un buen futuro con mi hermana pequeña. Había pensado viajar hasta Turquía y la manera de llegar allí era en avión. Por la mañana, fui a la agencia de viajes y pedí los billetes con el dinero que habían guardado mis padres. El vuelo salía al día siguiente. Volví a casa con mi hermana y preparamos las maletas. Ella, ansiosa, me preguntó: - ¿Dónde vamos? - Vamos a Turquía- le respondí. - ¿Vamos a ver a nuestros padres?- me dijo. Intranquilo, le respondí: - Ya hablaremos.

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A la mañana siguiente, cogimos nuestras maletas y fuimos al aeropuerto. Una vez allí, nos subimos al avión y éste despegó. Tras hora y media de vuelo llegamos a Estambul. Cuando salimos del aeropuerto me sobraba algo de dinero y fuimos a comer. Cayó la noche y no teníamos donde dormir. Mi hermana pequeña me dijo que por qué no íbamos a casa, y yo, desesperado, le dije que algún día volveríamos. Me volvió a mencionar el tema de nuestros padres y mantuve un largo minuto de silencio sin saber qué contestarle. Sentados en un banco, llamamos la atención de la policía de aquel país y se acercaron a nosotros: - Buenas noches, joven -me saludó un agente. - Hola, buenas noches -le contesté. - Dame tu documentación y la de la menor me solicitó.

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Le entregué mi documentación y la de mi hermana. La ojeó minuciosamente, pude ver la expresión facial del policía, que no me agradó. - La menor no puede quedarse contigo, puesto que no tienes hogar en el país -me dijo. - ¿Cómo? He venido hasta aquí para mejorar las condiciones de mi vida y de la mi hermana -le contesté desesperado. - Desgraciadamente, tu hermana será trasladada a un centro de menores. Será libre una vez que tengas hogar y puedas comprar provisiones para alimentarla, o bien, hasta que ella cumpla la mayoría de edad. - ¡Por favor, tenga piedad! No puedo estar separado de mi hermana. Es el único miembro de mi familia que tengo a mi lado, no puedo estar sin ella. - Lo sentimos joven, pero la ley es la ley.

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Pasé la noche bajo la luz de la luna, solo y con un gran vacío en mi corazón. A la mañana siguiente, salí en busca de trabajo. No sé si me vais a creer, pero, afortunadamente, me encontré con un hombre mayor que tenía una empresa de zapatos llamada ¨Passionis¨. El hombre me ofreció, agradablemente, trabajar en su empresa y yo, emocionado, acepté la oferta. - Aquí tienes la dirección, empiezas a trabajar mañana- me dijo el hombre. - ¡POR SUPUESTO! Mañana estaré allí -le contesté lleno de alegría. Pasaron los años y seguí trabajando en ¨Passionis¨. El dueño de la empresa padecía una grave enfermedad que terminó con su vida y, como no tenía hijos, dejó a mi nombre la empresa. Llevaba unos días trabajando como dueño de la tienda, cuando se presentó en ella una joven para pedir trabajo; le atendió mi

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empleada. Cuando ésta me pasó los datos de la joven, observé con sorpresa que se correspondían con los de mi hermana. Lleno de felicidad, traté de contactar con ella y la cité para asegurarme. Al día siguiente, me reencontré con ella y… ¡sí, era mi hermana! Hoy en día trabajamos ambos en nuestra empresa, la cual compartí con mi hermana al cincuenta por ciento. Y esta es la historia de cómo me vi involucrado en el mundo de los negocios.

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La he compartido con vosotros como un ejemplo de que, a pesar de los problemas, hay que seguir adelante y tener constancia, ya que ésta es la base del éxito. Autora e ilustradora: Kaotar Lasfar 4º Ed. Secundaria

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150 ANIVERSARIO (1872 – 2022)

Otras obras relevantes de Julio

Verne

Cinco semanas en globo.

De la tierra a la luna.

Veinte mil leguas de viaje submarino.

Viaje al centro de la tierra.

La isla misteriosa.

Los hijos del capitán Grant.

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“Las ciudades son libros que se leen con los pies”. Dibujo: Yeremi Amagandi Criollo. 3º Ed. Secundaria.


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